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La Persona Que Es Para Mí por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Ni Yugioh! ni ninguno de sus personajes me pertenecen

 

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Definitivamente la lluvia no tenía ganas de ceder, y en vista de que el clima no prometía mejoras, Yami se arriesgó a buscar un taxi a la salida del centro comercial, dejando a Yugi -aún cubierto por su chamarra- bajo el techado del gran edificio.

Finalmente lograron conseguir un transporte.

Yami dio solo la dirección de Yugi.

El pequeño tricolor, aun en su forma neko, temblaba levente por la poca lluvia que había alcanzado a empaparlo en lo que se subía al taxi, por lo que no tuvo control de sus actos hasta que se dio cuenta de que ya estaba acurrucado al costado de Yami, en busca del calor del oji-vino, aunque este estuviera más mojado que él mismo.

—Lo siento Yugi.

—Deja de decir eso o me molestaré contigo —regañó el gato negro, acurrucándose más en Yami.

El mayor sonrió al sentirlo y lo rodeó con un brazo — ¿aún no puedes con esto? —preguntó, acariciando entre medio de las orejas felinas, cubiertas por su chaqueta.

Otro rayo cayó en la lejanía, erizando el pelaje del neko y respondiéndole a Yami.

—Ugh —se quejó el hanyou.

—Tranquilo —le calmó, acercándose inintencionadamente a una de sus orejas donde sopló su tibio aliento —me quedaré contigo.

—No puedes —exclamó en seguida Yugi, consiguiendo una mirada entre confundida y dolida del oji-vino —la lluvia no parará en un largo rato, y no quiero que te sigas mojando más, no quiero que te enfermes —declaró, mirándolo a los ojos. Yami se sintió derretir en esas hermosas amatistas —tienes que ir a casa y darte un baño.

Yami no pudo oponerse a nada. Se perdió en el encanto de tan bellas gemas que Yugi tenía por ojos, y cuando se quiso dar cuenta, el taxi había parado frente a la casa del hanyou.

—Quédatela —logró decirle el oji-vino, re-acomodando por enésima vez su chamarra sobre Yugi.

—Nos vemos Yami… y gracias —el neko se atrevió a depositar un beso en la mejilla de su amigo antes de salir del taxi para correr hacia su puerta, abrirla y adentrarse en su casa, sin mirar atrás.

Yami soltó un suspiro, para luego darle su dirección al conductor.

Se relajó en el asiento trasero y cubrió sus ojos con un brazo, sintiendo la humedad de la lluvia en su piel… entonces estornudó.

A lo mejor Yugi tenía mucha razón. Debía darse un baño caliente apenas llegara a casa.       

-o-

Esa mañana Malik despertó con el tentador aroma a tierra húmeda que quedaba luego de la lluvia y el canto de varias en los alrededores de la manzana.

Sus orejas se movieron al oír actividad dentro de su casa. Ishizu sin duda.
Como lo había supuesto, al momento de cenar su hermana le había pedido que la ayudase en el museo ese sábado y el menor no pudo decir que no.

Hablando del día de ayer, Malik recordó todo lo que había pasado con Marik ¡Estaban saliendo! ¡Marik le había pedido ser su novio!

¡Estaba tan feliz!

Malik empezó a dar vueltas sobre su cama como un cachorrillo que quiere jugar.

Se quedó quieto al oír a su hermana dirigirse a su cuarto y jaló las sabanas por sí necesitaba hacerse el dormido pero solo escuchó un par de golpes en la puerta —Malik, ves levantándote, iré a comprar el desayuno —avisó la mujer.

Malik recordó que por la lluvia de ayer no habían podido comprar nada, en realidad, por fortuna les llegó el pedido de la cena.

No dijo nada y esperó a que la puerta principal se cerrara para tomar su celular y llamar a Marik.

-o-

A Odion se le hizo sumamente raro el ver a Marik entrando en el comedor cuando se había sentado a desayunar, incluso revisó el calendario; definitivamente era sábado ¿qué hacia Marik despierto a esa hora?

— ¿Estás enfermo? —fue lo primero que se le ocurrió, y realmente lo dijo con preocupación.

Marik lo miró de mala manera —estoy perfectamente, gracias —ironizó, yendo a por su desayuno — ¿puedo ir contigo hoy? —consultó un poco a regañadientes.

Odion empezó entonces a mirar a todos lados.

— ¿Qué haces? —habló de nuevo el menor, mirándole con extrañeza.

—Buena broma Marik ¿dónde está la cámara? —se quejó el de ojos pardos.

Marik bufó. Se estaba hartando de su hermano —hablo en serio. Le dije a Malik que iría ya que él va con su hermana.

Odion arqueó una ceja hacia Marik —es un museo no un patio de recreo —lo reprendió.

Marik ya estaba a punto de gruñir —ya lo sé, pero él me pidió que fuera —mintió.

—Está bien, supongo —pronunció lentamente.

Justo estaban terminando sus desayunos cuando el teléfono de Marik interrumpió. El menor sacó su móvil para revisar y sonrió al ver quien era. Tomó su taza de café y atendió, levantándose para caminar hasta el patio trasero.

Odion lo miró con gran extrañeza pero recogió los platos para llevarlos al fregadero.

—Buenos días, lindura —saludó Marik con una pequeña sonrisa en sus labios. La llamada de Malik aplacaba cualquier rastro de mal humor que Odion le hubiese empezado.

—Buenos días, mi demonio —le regresó con una sonrisa boba, agradeciendo que Marik no lo veía — ¿te desperté o algo? —consultó mientras se levantaba a su armario para escoger la ropa de ese día

—No, acabo de desayunar —le explicó —iré con Odion al museo en un rato.

—Es bueno oírlo —sonrió aún más —yo me estoy arreglando, después bajo a desayunar.

Marik sonrió malicioso —Mhh, me gustaría estar allí —susurró seductor —podría ayudarte a vestirte —ronroneó.

Malik soltó una risilla — ¿sí? Yo creo que más bien me ayudarías a desvestirme —corrigió, con un tenue rubor en sus mejillas.

—Aún mejor —expresó.

—Oh Marik —suspiró el kitsune.

— ¿Sabes en que me quedé pensando anoche? —mencionó de pronto.

—Mmm, no me lo imagino —sacó un pantalón de mezclilla descaderado — ¿en qué?

—En como envolvías tu linda cola a mi alrededor la última noche de la acampada —rememoró —extraño compartir cama contigo.

Malik se sonrojó levemente, recordando aquella madrugada donde ‘se aprovechó’ de un medio dormido Marik que tenía frio —lo sé, yo… bueno, yo —dudó.

— ¿Qué es? Puedes decírmelo —le alentó.

—El martes, después de la excursión ¿recuerdas… que llegué algo tarde? —esperó a escuchar un asentimiento del otro —a-a decir verdad yo… —se mordió el labio apenado —el lunes por la noche me costó dormirme, creo que hasta pasada la madrugada —jugueteó con uno de sus mechones —y es que, bueno, creo que era porque… extrañaba dormir contigo en la misma cama —confesó sonrojado.

A Marik le encantó escucharlo —no sabes lo que me encanta oírte decir eso —le dijo, tal cual si le susurrara a la oreja. Realmente sentía ganas de besar sus tiernas orejas de puntas blanquecinas; y sin que lo supiera, el objeto de su deseo al otro lado de la línea se estremeció —Malik.

— ¿s-si?

—Ya quiero abrazarte —continuó con el mismo tono de voz.

Malik suspiró —y yo a ti —las orejas de Malik temblaron al oir la puerta principal — ¿nos vemos en un rato?

—Cuenta con ello, lindura —y esperó a que el hanyou colgara, dando el último trago a su café.

Malik se apresuró a darse una ducha y vestirse para luego alcanzar a su hermana en el comedor, que ya acomodaba los platos de ambos.

— ¿Es en serio? —la morena no contuvo la risilla que le ocasionó el ver a su hermano.

— ¿Qué? —Malik se cruzó los brazos frente al abdomen descubierto —Ryou me la regaló —le sacó la lengua a modo de juego.

Y es que Ishizu tenía razones para reírse. La ombliguera que Malik usaba ese día, de color naranja con mangas largas blancas, tenía en su pecho estampado la cara de un zorro.

Verlo era hasta adorable.

Pero Ishizu seguía siendo su hermana mayor, y no se contuvo en burlarse a sus costillas.

Malik simplemente levantó su cola, fingiendo una pose indignada, y se sentó en a la barra de la cocina para empezar a comer.

-o-

Malik se quedó mirando la pequeña plaza afuera del museo. Jamás había ido a esas horas tan tempranas -usualmente iba a mediodía para llevarle el almuerzo a su hermana- , por lo mismo le asombró ver pequeños puestos ambulantes con artistas callejeros, que seguramente se irían en una hora, cuando el museo entrara en actividad, para moverse a los parques aledaños en busca de sombra y más público.

Ishizu suspiró al verlo embobado —iré abriendo las oficinas —anunció la oji-azul, rebuscando en su bolso el gran llavero.

—Sí, sí… te alcanzo en un momento —respondió con un ademan, sin voltear a mirarla.

Ishizu subió las escaleras para encontrarse con los centinelas del museo y con un par de trabajadores que acostumbraban llegar a la misma hora que ella, saludó a todos con la sonrisa amable de siempre y se dispuso a entrar para comenzar otro día de trabajo.

Malik por su parte se paseó por entre la gente que había allí, vio con gracia a un mimo que simulaba estar sentado bebiendo el té, a un muchacho con una guitarra subido en un bordillo junto a la funda del instrumento, a la espera del dinero que las almas caritativas pudieran ofrecer por su espectáculo.

Tenía que admitir que tocaba muy bien, la melodía ¿española? ¿latina? De la guitarra clásica acariciaba sus orejas dulcemente,

Una mujer joven vendía aperitivos en una mesa que no se veía realmente estable en su opinión.

Finalmente se acercó a un mago que parecía atraer la atención de muchas personas en el lugar, la mayoría era gente en ropa deportiva y algunos con sus perros de la correa.

Se coló entre la gente agrupada con relativa facilidad para ver qué era lo que atraía a tanta multitud.

Por lo mismo, sus sentidos no reconocieron el momento en que Marik y Odion llegaron a las cercanías del museo.

El menor de los Kuroi bostezó, con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón color caqui, sujetado por un cinturón doble de color negro —vaya, y yo pensando que los museos eran callados y aburridos —fastidió Marik, notando los puestos que habían llamado la atención de Malik.

Odion rodó los ojos, tirando descuidadamente de uno de los mechones anti-gravedad de su hermano —solo es así durante la mañana, apenas abren el museo esa gente se va —explicó —oye ¿no es ese tu amiguito? —señaló hacia uno de los artistas.

Marik volteó la cabeza casi por reflejo, ignorando a propósito el peculiar tono de voz que empleó su hermano mayor. Le costó un poco pero alcanzó a divisar el lizo cabello rubio-cenizo de su zorrito entre la multitud que rodeaban a un supuesto mago, que acababa de aparecer una paloma blanca debajo de un pañuelo.

Se extrañó de que aún no se hubiese percatado de su presencia, pero lo aludió a la expresión alegre y curiosa que ponía al observar el acto.

—Adelántate, iré por Malik y los veremos dentro —le informó, empezando a caminar hacia el kitsune sin esperar una respuesta.

Odion realmente estaba empezando a tener grandes sospechas del comportamiento de Marik.

El moreno se acercó, pensando en llamar a Malik para evitarse el tener que colarse entre tanta gente, pero se quedó paralizado al ver lo que aconteció. Sus puños se tensaron.

El mago paseó sus ojos, cubiertos por un antifaz a cuadros blancos y negros -a juego con su sombrero de copa negra y cinto blanco- por su público, escogiendo a alguien para hacer alguno de sus trucos, hasta que sus orbes verdes se detuvieron en la adorable silueta de Malik; le tendió una mano y, sorprendido, el kitsune la aceptó, acercándose al joven hombre de su misma estatura y piel trigueña.

Malik permitió que el mago lo zafara de la multitud para acercarlo a sí, mirándole con inocente curiosidad todo el rato.

Sin soltar su mano, el oji-verde lo apuntó con la punta de su varita mágica, tocó el centro de su pecho, donde estaba la nariz negra del zorro estampado y luego la agitó de golpe, provocando que un ramo de magnolias de tono lila-rosáceo aparecieran en la punta del mismo.

La gente aplaudió. Malik soltó la mano del mago para aplaudirle también, aunque se llevó un sobresalto cuando la mano libre del mago colocó una de las flores entre su cabello y su oreja.

En ese momento, su audición captó un tenue gruñido, no era muy notorio pero algo en eso hizo que se le erizara la piel. El aroma de Marik golpeó entonces sus fosas nasales y le hizo temblar de anticipación.

Malik volteó su cabeza hacia donde su nariz le indicaba la fuente de aquel aroma que le fascinaba, solo para toparse con un Marik mortalmente serio ¿quizás algo molesto?

¿Por qué su novio estaba molesto? Se escuchaba de buen humor esa mañana, juguetón y coqueto.

Su primer impulso fue de dirigirse hacia él, pero el ramo de magnolias agitándose frente a sus ojos lo distrajo un poco —ah… ¿qué? —musitó extrañado.

—Para ti, pequeño —le sonrió el mago, ofreciéndole el ramo de flores con una sedosa voz algo ronca.

—Ah, pero yo, no podría… —gagueó algo nervioso.

—Claro que sí —con un movimiento rápido el mago separó las flores de la varita y las ató con un pañuelo color violeta con orillas blancas —yo insisto —le guiñó, mirándolo fijamente, como si buscara hipnotizarlo con sus ojos verdes.

Malik tomó el pequeño ramo a regañadientes y algo incómodo, ese hombre ahora parecía tratar de invadir su espacio personal y su kitsune interno ya estaba en modo alerta.

—Mu-muchas gracias, pero-ah-yo, d-debo irme —sacó algo de dinero de su bolsillo y alcanzó a colocarlo en una cajita que tenía el mago para luego salirse apurado de entre la multitud —ufff, por los dioses —suspiró, antes de llegar hasta donde su novio —Marik, buenos días —le dedicó una sonrisa.

—Hola —le respondió algo serio, cruzando los brazos por su pecho, frente a la camiseta negra que usaba ese día.

— ¿Te ocurre algo? —curioseó el más bajo, sin perder su tono dulce.

—No —dijo de inmediato, seco — ¿y esas flores? —arqueó una ceja, empezando a caminar hacia las escaleras que daban a la entrada del museo.

—El mago de allá las hizo aparecer como un truco —señaló, mientras caminaba a su lado —y no sé por qué me las dio a mí —se encogió de hombros —creo que se las dejaré a Ishizu, a ella le gustan las magnolias —Marik tomó nota mental de ese detalle para luego decírselo a Odion —es la primera vez que vengo a esta hora, no sabía que personas así se presentaban aquí temprano —mencionó.

Marik se relajó un poco al oír eso, quería decir que Malik no conocía de antes al maguito ese. Bien —somos dos —dijo en un tono más calmado, deteniéndose frene a una de las columnas en el frente del museo para mirar a Malik de frente.

El kitsune lo miró, ladeando la cabeza con curiosidad, pero no pudo contener un pequeño sobresalto cuando las manos del mayor se posaron en sus caderas — ¿Marik?

El aludido dirigió su mirada al mago oji-verde que, como sospechaba, estaba mirando hacia su kitsune. Le dedicó una mirada de superioridad y luego se inclinó para robar los labios de Malik en un cálido y suave beso. Un beso que Malik correspondió de inmediato, poniendo su mano libre contra el pecho de Marik.

—Esa sí es forma de saludar, lindura —le dijo ya tranquilo, dándole su habitual sonrisa sensual.

—Creí que estabas molesto —le respondió en un susurro, con las mejillas algo ruborizadas.

—Bueno, a ti no te gustaría ver como alguien más me coquetea ¿o sí? —le respondió sereno.

— ¿Coquetear? —Malik parpadeó confuso, hasta que Marik sacó la magnolia de su pelo —ah, eso no es… yo no… —gagueó un poco —no tiene importancia —tomó la flor que Marik le había quitado y la colocó de vuelta en el ramo — ¿vamos? Nuestros hermanos nos deben estar esperando.

—Claro, mi ángel —Marik le pasó un brazo por la cintura, para retomar el camino dentro del museo, recibiendo una sonrisa apenada de su novio.

El mayor se mordió la lengua para evitar preguntarle por el colgante.

-o-

Bakura despertó a eso de las nueve, casi diez de la mañana. Su cuerpo se sentía algo pesado o más bien entumido, como cuando has estado durmiendo muy profundo un buen rato.

Se estiró un poco, dándose cuenta de que su brazo estaba preso bajo algo suave y tibio, y aquello entre sus dedos ¿era una sábana? Se sentía muy aterciopelado.

Se decidió a abrir los ojos, topándose con una sedosa cabellera blanca, una espalda desnuda tan pálida como el alabastro que apenas si era interrumpida por las sabanas, de entre las cuales salía una larga cola blanca que era lo que reposaba sobre su mano.

Bakura sonrió. Desde luego, era Ryou.

Bostezó un poco, tratando de recordar en que momento, en medio de sus apasionados encuentros, habían logrado regresar a la cama la noche pasada ¿o quizás había sido en la madrugada?

—Mghhh

¿Qué más daba? Pensó con una pequeña sonrisa que si no conseguía levantarse sin que Ryou lo notara, iban a empezar el día desayunándose el uno al otro, pues el menor había empezado a revolverse, con las caderas casi pegadas a las de Bakura.

Y claramente ambos estaban desnudos.

-o-

—Malik, hazme el favor de buscar estos documentos en la sala de investigación —Ishizu le dio a su hermano una pequeña nota con referencias.

—Sí, nee-san —Malik cerró el grueso libro de pasta color vino-tinto que tenía entre manos y tomó el recado.

—Marik ven, tenemos que ir a recibir unas cajas afuera y llevarlas al depósito —lo llamó Odion, apenas la secretaria salió de la oficina, habiéndoles informado que un camión de carga había llegado.

—Ya voy, ya voy —resopló algo fastidiado. Se acercaba ya el mediodía y apenas si había podido estar cerca de Malik en toda la mañana. Comenzaba a aburrirse.

Marik siguió a su hermano a la entrada del museo, y junto con otros trabajadores de allí empezaron a bajar cajas y cajas de material, que luego llevaron al depósito; entre tanta cosa se demoraron por lo menos media hora, y llegó el tiempo del almuerzo.

El moreno de cabellos levantados caminaba junto a su hermano de regreso a las oficinas, discutiendo el tema del almuerzo, hasta que entraron y hallaron a los hermanos Ishtar hablando de lo mismo.

— ¿Segura que no quieres ir a alguna parte? —cuestionaba Malik, tumbado de cabeza en el sofá, su cabello caía por la alfombra.

—Aún tengo que traducir estos manuscritos y quiero terminarlos hoy —renegó la mayor —y siéntate bien, se te va a subir la sangre a la cabeza y te vas a marear.

—Estoy aburrido —se excusó simplemente, balanceando sus piernas sobre el respaldo del mueble —entonces ¿voy yo a comprar almuerzo para ambos? ¿qué se te antoja hoy, nee-san?

La azabache se lo pensó un poco —no muy lejos hay un restaurante italiano ¿podías traerme unos raviolis? —pidió con una sonrisa.

—De acuerdo, de acuerdo —Malik se dio la vuelta en el sofá para sentarse correctamente, se mareó, pero se quedó quieto esperando a que pasara y no dijo nada, para que su hermana no le reprochara un ‘te lo dije’ —aprovecharé y compraré unos cannolis de paso —avisó.

—Haz lo que quieras, de tanto dulce te pondrás como una vaca —lo molestó ella.

—Más quisieras —reclamó, caminando hasta su escritorio sobre el cual se sentó en la orilla, reclinándose un poco —a mí nadie me quita lo sexy —paso una mano por su vientre descubierto, rozando sus leves pero delineados abdominales.

Ishizu soltó la risa.

Malik sonrió también —me pregunto si Marik querrá acompañarme —se mordió el labio.

—Sabes que sí, Malik —le dijo desde la puerta, disfrutando del leve escalofrío que recorrió a su novio antes de bajarse del escritorio para voltearse a verlo.

Una pena” pensó Marik “podríamos hacer cosas muy divertidas en ese escritorio si estuviésemos solos

—Oh, umm —Malik se acomodó el flequillo tras la oreja con una mano y Marik se divertía viendo sus reacciones — ¿ustedes iban… iban a almorzar a algún lado? —preguntó algo apenado, empezando a juguetear con uno de sus mechones, incluso su hermana lo estaba viendo con diversión.

Se guardó un gruñido. No quería seguir siendo el centro de atención.

—Eso estábamos discutiendo —habló Odion, saliendo al rescate de su -sin saberlo- cuñado —Marik, ya que vas a acompañarlo ¿por qué no compras de una vez algo para nosotros? —le pidió, sacando su billetera para darle algo de dinero.

Marik ahogó un gruñido —bien, pero me compraré lo que quiera.

—Sí, sí. Tráeme una porción de Risotto ai funghi ¿de acuerdo?

—Alto y claro —aceptó, tomando el dinero, luego suavizó su mirada para voltear hacia Malik — ¿vamos?

—Sí —el menor caminó hacia él, resistiendo el impulso de tomar su brazo —volvemos al rato —se despidió de su hermana.

—Ve con cuidado y no te entretengas —le regresó la morena, regresando su vista a los papeles que leía y mordiéndose un labio con disimulo; se quedaría un buen rato a solas con Odion.

Apenas Malik cerró la puerta de la oficina se acercó a Marik y se colgó de su brazo con una sonrisa y soltando un suave sonidito de gusto desde el fondo de su garganta —gracias por acompañarme —se frotó contra su hombro.

Marik sonrió, levantando su mano libre para acariciar el cabello lizo —necesitaba un respiro, ya me estaba aburriendo.

El menor lo miró, haciendo un pequeño puchero adorable —lo siento, viniste aquí sólo por mí.

—Por eso es que lo vale —le dijo en voz baja, siendo recompensado con una gran sonrisa —y ciertamente, nada te quita lo sexy —añadió en un susurro caliente a su oreja, antes de morder el hélix de la misma.

Malik se sonrojó, mordiéndose los labios para ahogar un gemido mientras salían fuera del museo.

Los rayos del sol iluminaban parcialmente el piso, pues hacia bastante brisa y grandes nubles blancas y algodonosas se interponían frente al astro rey cada tanto.

Malik se llevó una mano a sus cabellos, sintiendo la brisa hacerlos bailar con algo de fuerza, mientras que los mechones de Marik se movían como hojas de palmeras al viento.

El día estaba muy agradable.

No tardaron mucho en hallar el restaurante que había mencionado la kitsune azabache ‘Fiore Itala’ se leía en un cartel estampado con margaritas en la entrada.
Honestamente a Malik no se le antojaba ningún platillo extranjero en ese momento, por lo cual fue una grata sorpresa encontrarse un local de comidas rápidas a solos dos puestos de allí.

Malik y Marik se miraron entre sí.

— ¿Hamburguesa y papas? —propuso el mayor.

—Hamburguesa y papas con queso —afirmó el hanyou con su usual sonrisa traviesa.

Entraron al puesto italiano por los pedidos de sus hermanos. Malik decidió cambiar sus cannolis por una gran crostata con relleno de cereza y albaricoque para todos y finalmente pudieron ir a por sus propios almuerzos.

Malik cargaba la bolsa con los pedidos italianos en un brazo y con el otro se abrazaba de nuevo al de Marik, que llevaba en su mano libre la bolsa con las hamburguesa y recostaba levemente su cabeza contra la de Malik, sintiendo su sedoso cabello hacerle cosquillas en el mentón y regalándoles besos en su coronilla.

— ¿Qué haces? —preguntó Marik cuando el menor se detuvo, soltándose de su brazo para meter una mano en la bolsa que cargaba.

—Empieza a hacer hambre —se excusó simplemente, sacando uno de los paquetes de papas y abriéndolo para llevarse una a la boca y luego le acercó otra a Marik —abre.

El mayor soltó una risilla grave pero hizo lo indicado, llevando su mano a la cintura de Malik para mantenerlo pegado a su cuerpo mientras regresaban al museo.

¿Qué si la gente se los quedaba mirando al pasar? Posiblemente ¡¿qué más da?!

—Disculpe, joven Malik —los llamó la chica que atendía recepción, un poco sonrojada por tener que interrumpir a la acaramelada pareja que seguía compartiendo las papas.

— ¿Ocurre algo? —consultó cordial el aludido, aunque sin separarse de su novio, quien aún mantenía su posesivo agarre en su cintura.

—Sí, es que… —la muchacha se detuvo un momento, agachando a buscar algo en el escritorio debajo del mostrador —dijeron que esto debía entregársele personalmente a la jefa —puso, no sin algo de dificultad, un cofre mediano de madera con cerrojo y bordes color dorado pálido, visiblemente antiguo pero bien conservado.

Malik parpadeó lentamente, observando el cofre — ¿a mi hermana? —se soltó de Marik para acercarse al objeto, olfateándolo disimuladamente con gran curiosidad —ah, está bien, yo se lo llevo —fue a tomarlo, pero Marik se le adelantó, en realidad no le pesó demasiado —oye, yo puedo hacerlo —se quejó en un pequeño puchero.

—Calla y vamos —ordenó el mayor, empujándolo con la cadera antes de retomar el camino por los pasillos —dame —volvió a pedir, abriendo ligeramente la boca.

—Hmmm —Malik tomó una de las últimas papas con su mano y la acercó al mayor, pero apenas estuvo fuera de la vista de la recepcionista -y agradeciendo que todos estuviesen almorzando- se empinó para juntar su boca con la de Marik, aprovechando para colar su lengua de inmediato entre los labios separados que esperaban por el bocadillo.

Y vaya bocadillo. Marik abrió los ojos como platos unos instantes por el sorpresivo beso pero lo correspondió enseguida, permitiéndole a Malik juguetear dentro de su cavidad antes de imponer su lengua y llevarla dentro de la boca ajena, alternando pequeños mordiscos en su labio inferior que le provocó a Malik arquear la espalda.
En ese momento Marik maldijo tener las manos ocupadas, tenía ganas de acorralar al kitsune contra la pared para chupar y mordisquear sus labios hasta dejarlos rojos y a ambos sin aliento, presionando sus cuerpos que se llamaban, reclamándose el uno al otro.

Malik siempre lograba prenderlo de esa manera.

Y el kitsune no es que estuviera mejor.

El menor jadeó, separándose de su novio en busca de un respiro, antes de que perdiera el control sobre sí mismo.

Aun con los ojos cerrados se relamió los labios, sintiéndolos palpitantes y reclamando más besos, pero se contuvo. Se acurrucó en el pecho de Marik, acercándole a la boca finalmente la papa frita mientras dejaba una pequeña lamida en el costado derecho de su cuello, reconociendo el agradable sabor de su piel que le provocó menear la cola.

¿Menear la cola? ¡¿En qué momento había dejado salir su apariencia sobrenatural?!

—Maldición —masculló entre dientes —abrázame —pidió, esquivando un nuevo beso para enterrar su cara en el hueco entre el cuello y hombro de su novio.

—Oh, Malik —rio el mayor, al percatarse de lo que había pasado. No se contuvo y pasó su lengua por la punta de la oreja más próxima.

—Eso no ayuda, Marik —se quejó en un gemido frustrado, presionando sus colmillos contra el hombro del mayor.

—Está bien, ven aquí ángel —equilibrando el cofre entre una mano y su pierna, Marik guio la cabeza del kitsune contra su pecho, permitiéndole sentir más claramente el latido de su corazón, que si bien estaba algo acelerado, se fue regulando con el pasar de los segundos, en los que acariciaba dulcemente la cabellera del hanyou — ¿está mejor así?

—Sí —suspiró, frotando su rostro contra la tela de playera negra, aspirando el delicioso aroma que amaba. Finalmente sus orejas y cola desaparecieron suavemente —ya está… gracias.

Marik volvió a soltar una risilla —me encantas, Malik —le robó un pequeño beso y se separó de él. El menor se sonrojó un poco —anda, vamos que ya quiero comer como se debe y nuestros hermanos también nos deben estar esperando.

—Sí —Malik suspiró suavemente y volvió a caminar a su lado, comiéndose la última papa del paquete para arrojarlo a una papelera cercana.

Ambos peli-cenizos entraron en la oficina para dejar el cofre y entregarles sus almuerzos a los mayores, luego se sentaron en el sofá juntos a comer sus hamburguesas.
Ishizu y Odion también miraron la caja con curiosidad pero prefirieron comer primero e inspeccionar luego.

Los menores terminaron primero de comer y Marik no dudó en medio-recostarse sobre el sofá, descansando la cabeza en el reposabrazos cercano con un pequeño bostezo.
Odion estuvo a punto de regañar a su hermano cuando lo vio levantar una pierna para apegarla al respaldo del mueble, pero tanto él como Ishizu se sorprendieron cuando, con toda la naturalidad del mundo, Malik se inclinó contra su pecho para acomodarse en medio de sus piernas, también adormilado, contagiado por su bostezo.

Ambos ignoraron a sus hermanos y se permitieron dormitar un poco.

—Esos dos parecen… —susurró la azabache, apunto de llevarse a la boca una rebanada del crostata.

—Más cercanos que solo amigos… —completó el de ojos pardos —sí, había estado pensando lo mismo —comentó, acercando a tomar también una rebanada — ¿estás bien con eso? —preguntó con cuidado.

— ¿Qué? Ah, bueno, si es lo que Malik quiere no me molesta, solo… espero que ambos estén bien juntos —Ishizu suspiró, adoptando sin querer una tez muy seria ¿Marik sabría acaso lo que Malik era? ¿Él se lo habría confiado?

— ¿Sucede algo, Ishizu? —la morena se sobresaltó cuando notó lo cerca que se puso Odion —te has puesto muy seria de repente ¿ocurre algo malo?

—No, no, descuida —forzó una pequeña sonrisa —todo está en orden.

Odion se acercó al jarrón donde Malik había depositado esa mañana un ramo de magnolias, a lo que Ishizu suspiró disimuladamente —pues a mí no me lo parece —el de ojos pardos tomó una de las flores —disculpa si soy atrevido —con una sonrisa amable se acercó para entregarle la flor —pero espero que sepas que estoy aquí si quieres hablar de lo que sea —tomó su mano libre y la acercó a su boca, depositando un casto beso en sus nudillos.

La oji-azul tembló en su lugar, reprimiendo un quejido de sorpresa ¿Cómo podía interpretar eso? ¿Cómo debía interpretarlo?

El corazón le tamborileaba, amenazando con escapársele del pecho; agradeció el estar sentada pues los ojos pardos le hacían temblar las piernas como gelatina y aun así no podía apartar la vista de ellos.

¿Podía ser que Odion estuviera intentando cortejarla?

Fuese lo que fuese, la kitsune suspiró, permitiéndose recostar su cabeza contra el brazo del otro y Odion se lo permitió con una sonrisa.

Quizás esto de que sus hermanos estuviesen ¿saliendo? le podría beneficiar bastante.

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Pasada más de una hora, Malik empezó a removerse, despertando de a poco.

Con un pequeño bostezo se levantó del pecho de Marik y se sentó de rodillas entremedio de sus piernas, frotándose un ojo con pereza.

— ¿Dormiste bien? —la pregunta fue hecha en un susurro bajo, pero el buen oído de Malik la captó a la perfección.

Odion estaba sentado en otro de los muebles, con una taza de té en mano. Ishizu se había dormido contra su hombro, pero prefirió acomodarle mejor en el sillón para que no le doliera el cuello al despertar.

Malik enrojeció de pena, al ser consciente de que se había dormido sobre el pecho de Marik ¡frente a sus hermanos!

—Ah, yo, bueno… qui-quiero decir —balbuceó apenado.

Odion le sonrió, tratando de brindarle confianza — ¿una taza de té? —le ofreció, a lo que Malik asintió cabizbajo —aquí tienes.

—Muchas gracias —aceptó la taza y dio un sorbo —yo, umm, siento si les… les incomodamos de-de algún modo.

—Admito que me sorprendió —dijo con calma — ¿acaso ustedes…?

—Bueno, a mi Marik me gusta —reconoció —mucho, y bueno, se podría decir que… lo estamos intentando —jugueteó con sus dedos de manera nervioso.

— ¿Están saliendo? —quiso aclarar.

—Sí —afirmó —ayer… lo hablamos —añadió cada vez en voz más baja.

—Bueno, Marik tiene un carácter… digámosle, difícil —dijo divertido —no es mucho de expresarse con palabras, así que suele reflejar lo que le pasa inmediatamente en su comportamiento —Malik lo miró atento —quiero decir, que a veces puede ser difícil de tratar… así que tenle paciencia —Odion sonrió, guiñándole un ojo —y por favor, cuida de él, lo último que quiero es ver a mi hermano lastimado —añadió serio.

—Lo último que yo haría sería lastimarlo —le dijo de inmediato, con firmeza —Marik me importa mucho.

Odion sonrió, observando la vitalidad en los ojos lavanda del menor —me alegra oír eso —le tendió una mano y Malik la estrechó con una sonrisa.

—Gracias —Malik terminó su té — ¿tendremos otra conversación así cuando tu e Ishizu se decidan? —susurró entre risas.

Ahora Odion fue el que se sonrojó — ¿Có-cómo dices?

Malik se levantó, no sin antes dejar un beso en la mejilla de Marik —nada, iré al baño a lavarme la cara —declaró, sin dejar de reírse y se perdió tras la puerta.

.

Minutos más tarde, cuando los cuatro ya estaban despiertos, Ishizu se concentró en el cofre que los dos chicos le habían traído; la llave venía atada bajo el mismo, parecía de cobre y también estaba algo oxidada.

Sin más preámbulo, la morena lo abrió. Costó un poco pero la cerradura cedió.

— ¿Qué hay dentro? —preguntó Malik. Marik lo miró con una sonrisa, pensó que Malik estaría agitando la cola si estuviera en su forma natural.

Ishizu sacó unos cuantos papel blancos, con algunos escritos en hiragana —son pergaminos sagrados —reconoció Malik —típicos de mojes y sacerdotisas que exterminaban youkais y hanyous hace siglos —bufó, mientras veía a la morena dejarlos en su lugar para sacar algo más. Aun con los guantes que traía a Ishizu se le dificultaba sostener aquellos objetos purificadores.

— ¿Y eso qué es? —volvió a preguntar Marik, viendo el peculiar artefacto que Ishizu sacó y dejó caer de inmediato sobre la mesa.

—Un Pentágono estrella —le respondió ahora la azabache.

—Es un artefacto sagrado que solo podían usar las sacerdotisas de alto rango —explicó Malik, con el cabello de su nuca erizado —esta bendecido y era usado para rastrear y encarcelar energías y entidades malignas, o sobrenaturales en general.

—Eran muy reconocidas en la era feudal —murmuró Odion, como agregado.

Marik se acercó más a Malik, reconociendo su desagrado por el objeto sagrado, y rozó su hombro con el ajeno en un gesto muy dulce a opinión del kitsune — ¿para qué están aquí estás cosas? —le preguntó a su hermana, señalando implícitamente el hecho de que apenas si había podido sostener el pentágono.

—Es parte de la próxima exposición del museo —explicó Odion —el fin de la Era Feudal está marcada en la historia como el momento en que los youkais empezaron a extinguirse.

—Y sus descendientes hanyou fueron ganando terreno —dedujo Marik, dirigiéndole una mirada disimulada a su novio.

Odion arqueó una ceja — ¿qué sabes respecto a los hanyou? —consultó. Que él supiera Marik no era precisamente adepto al folclor japonés antiguo.

—Bastante más de lo crees —dijo con diversión. Ahora fue Ishizu quien miró a su hermano menor con inquietud, luego de haber sufrido un escalofrío —no me tomes por inculto —le reclamó, con un gracioso mohín que hizo sonreír a Malik.

Odion pasó por alto las reacciones de Ishizu y tomó la estrella entre manos para observarla más de cerca. La azabache volvió a estremecerse y Malik se apegó más a Marik, buscando su mano para entrelazar sus dedos —los mitos alrededor de los hanyou son muy variados e interesantes —musitó para sí el de ojos pardos.

— ¿Cómo cuales, por ejemplo? —Marik se estaba divirtiendo con la situación, re reiría mucho de esto cuando Odion se enterara de que la chica que le gustaba era una hanyou.

—Se dice que tomaban compañeros de por vida y le obsequiaban un ítem especial para simbolizar su unión —relató el mayor, y de hecho fue como un golpe directo al pecho para Marik —es un poco sorprendente dado el hecho de que comparten cierta genética animal, y hay muy pocos animales que forman familias monógamas.

Ishizu y Malik no pudieron no mirarlo indignado ante este último comentario. Odion parpadeó lentamente, sintiendo la presión sobre sí sin entender el porqué mientras su hermano negaba con la cabeza de forma resignada, acariciando suavemente la mano de Malik con su pulgar.

—Hablas en pasado —resaltó Marik, casualmente.

Odion frunció el ceño sin entender —sí ¿qué con eso?

—Bueno… hay gente que considera su existencia un hecho aún hoy día —mencionó distraídamente.

—Me dijiste algo como eso hace unos años —recordó el mayor en un susurro.

probablemente cuando conoció a Joey y Duke” pensó Malik.

La semillita de la duda parecía implantada en el de ojos pardos. Ishizu lo miraba con gran curiosidad, mordiéndose el labio inferior.

.

El cielo empezaba a tornarse naranjo cuando Malik y Marik salían del museo, se encaminaron hasta un parque cercano con sus hermanos varios pasos por detrás.

El paseo de detuvo en un puesto de helado donde ambos pares de hermanos compraron sus respectivos postres fríos para luego separarse: Ishizu y Odion se sentaron a platicar en una banca mientras que los menores se asentaron un poco lejos entre las ramas de un gran árbol frondoso.

—Gracias por acompañarme hoy, fue muy lindo de tu parte —Malik se recostó en el hombro ajeno.

—Me gusta pasar tiempo contigo Malik, creo que ya te lo había dicho —le correspondió acariciando su cintura con una mano, mientras que en la otra tenía su barquillo con helado de tiramisú.

—Te quiero —le susurró, relamiendo de sus labios el helado de arequipe.

—Y yo a ti, mi pequeño zorrito —le regresó de igual modo.

—Marik —lo llamó luego de unos minutos de mimos y arrumacos por parte de ambos — ¿podrías cerrar los ojos un momento? —el mayor lo miró con una ceja arqueada — ¿por favor? —le puso la carita de cachorro.

—Eso sería más convincente si tuvieras las orejas gachas y meneando la colita —se rio el mayor, llevando una mano bajo la barbilla de Malik y propinándole unas caricias que lo hicieron gemir quedadamente —de acuerdo —hizo lo que le pidió.

Malik suspiró para calmarse cuando las caricias bajo su mentón cesaron y se sacó del bolsillo su colgante.

—De entre todas las personas, te encontré a ti*… porque estábamos destinados a conocernos y nuestras almas vivían para buscarse —recitó en débiles susurros levantando la cadena por sobre la cabeza de Malik —hoy quiero darte esto como símbolo de mis sentimientos por ti, y sí somos el uno para el otro permanecerá siempre contigo… igual que yo —le colocó la cadena y se inclinó —te quiero, Marik —murmuró pegado a sus labios.

—Y yo a ti, mi Malik —repitió de la misma manera, rodeando la cintura del otro con ambos brazos para presionarlo más cerca de sí, asaltando sus labios con pasión y afecto, entregándose el uno al otro.

-o-

—Venga, más rápido Kura —exclamó el usagui-neko.

—No presiones, Ryou —gruñó el mayor.

—Ahí, golpea más allí.

— ¿Allí?

— ¡Sí, justo allí!

Un sonidito curioso salió de la tv en la sala de Ryou cuando los dos pequeños yoshis lograron pasar de nivel.

— ¿Ves? Te dije que arrojando las lanas allí podríamos salir —Ryou le sacó la lengua mientras esperaban que cargara el mapa del Yoshi’s Woolly World para poder pasar al siguiente nivel.

Bakura suspiró divertido —sí, sí. Ya calla, creído —Bakura se inclinó para besar y mordisquear las orejas de conejo.

—Mghhh —Ryou se estremeció, acurrucándose al costado de su pareja —deja de hacer eso, ya se está cargando el próximo nivel —reclamó sin mucha voluntad.

—Pero si te encanta que lo haga mi usagi-chan —reprochó divertido —además —bajó a dejar un beso en su mejilla y luego una lamida en su cuello —tengo que estar revisando tu temperatura —dijo coqueto —no quiero que vuelvas a sentirte adolorido como ayer.

—Créeme que si se da el caso no dudaría en saltar sobre ti por mi propia cuenta —le regresó, tratando de no sonrojarse demasiado —y descuida, el celo no nos pone como bestias sedientas de sexo las 24/7 —rodó los ojos —estar con nuestro compañero es suficiente para mantenernos calmados un buen rato —se acurrucó más en Bakura, ronroneando mimosamente mientras continuaba el juego.

—Ven aquí entonces —sin mucho esfuerzo Bakura lo sentó entre sus piernas, cruzadas en la posición de loto, antes de retomar el videojuego.

— ¿Sabes algo? —sonrió el menor.

—Dime…

—Adoro verte con mi sortija puesta —sonrió el menor, usando su cola para hacer tintinear los dijes del collar que ahora portaba Bakura —grita “mío” por todas partes —sonrió orgulloso.

Bakura rio con ganas —lo soy, usagi-chan —lo besó —y tú eres mío —añadió sin separarse mucho, para luego morder su labio inferior.                

Continuará…

*: este fue uno de los posibles títulos de este fic, que quedaron en la papelera xD. Detalle curioso.


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