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Breathless: Sin aliento por Shinjimasu

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Me moví hacia la derecha, después hacia la izquierda. Me estiré y bostecé. Un agudo dolor recorrió toda mi cabeza de extremo a extremo y me vi obligado a abrir mis ojos ante un quejido.  Estaba en mi cama. Llevaba la ropa puesta aún y mi esposa dormía a mi lado debajo de las cobijas.

Lo más probable era que ella no supiera la hora en la que llegué y no planeaba esperar a que lo averiguara y se molestara conmigo, así que me levanté y entré al baño para ducharme. Vomité en cuanto entré y en toda mi boca había un asqueroso sabor a alcohol.

Fue cuando juré no volver a tomar de esa manera de nuevo.

Cuando terminé de arreglarme bajé a desayunar.

-¿A qué hora llegaste anoche?- preguntó Minami sentada desde el sillón de la sala con una revista en las manos.

-Sí, buenos días- le dije encontrando la mesa vacía. Tendría que prepararme algo yo mismo… de nuevo.

-No te hagas el chistoso Daisuke, respóndeme-

-No lo sé, no me fijé en el reloj- contesté buscando algo en el refrigerador –Además te dije que saldría con unos amigos-

-Eso no me importa, esto no es un maldito hotel para que llegues cuando quieras- me regañó quitando la vista de su lectura.

-¿Quieres tranquilizarte? No volverá a suceder- contesté queriendo terminar la conversación cuanto antes. La cabeza me estaba matando y no había pastillas en la alacena para intentar bajarlo.

-No me hagas perder la paciencia- contestó volviendo a su revista.

-No te preocupes, no lo haré- respondí con sarcasmo –Me voy a trabajar-

No obtuve respuesta. Mejor para mí.

Mi plan era ir directamente a la oficina, pero con ese dolor no podría hacer mucho, por lo que me detuve en la tienda de manera obligada.

-Chika- lo llamé en cuanto lo vi –Buenos días-

Él pareció asustarse al verme –D-Daisuke…- dijo apenas mi nombre –B-Buenos días-

-Perdona pero… mi cabeza me está matando ¿Tienes alguna aspirina?-

-Por supuesto- me dijo mientras buscaba en el aparador y me daba un par de tabletas blancas y una botella de agua –Toma-

-Ah, maldición- me quejé mientras las tomaba. Incluso el alzar mi cabeza para beber de la botella fue un tormento para mí –En verdad no volveré a tomar como ayer-

Él agachó su cabeza.

-Chika, lo siento-

-¿Ah?-

-Lamento si hice algo malo anoche en el bar, la verdad es que no recuerdo mucho y temo haber sido un problema para ti o los clientes-

-No te preocupes, todo está bien- intentó sonreír, pero algo en él me decía que estaba mintiendo. Se veía demasiado indeciso.

-De verdad Chika, si rompí algo o ensucié tu piso, dímelo-

-No pasó nada Daisuke, no te preocupes-

-Aun así te compensaré el mal rato ¿Qué te parece si almorzamos mañana?-

-Te lo agradezco, pero no puedo…-

-Vamos, solo será un par de horas-

-De verdad yo no…-

-Por favor- pedí al interrumpirlo de nuevo.

Me miró como se mira a un niño al que se le niega salir a jugar bajo la lluvia  –D-De acuerdo-

-Bien, entonces pasaré por ti temprano- respondí intentando ignorar aquello y dejándole un billete en el mostrador –Gracias por las aspirinas- le dije antes de salir.

Por suerte para mí hicieron efecto rápidamente y cuando llegué a la empresa estaba casi curado, pero eso no quitaba que siguiera en ayunas ni que me librara de las molestas miradas de los empleados que me siguieron hasta que me encerré en mi oficina.

Pasaron algunas horas hasta que llego Goto hasta mi escritorio.

-Vaya, vaya, el señorito llegó a trabajar- se burló.

-¿Por qué no habría de hacerlo?- sonreí

-Ayer creí que morirías-

-Necesitas más que unas cervezas para eso-

-¿Unas? Yo diría que vaciamos la bodega del bar- me dijo sentándose en mi escritorio –Por suerte decidimos pasarle a Chika un cheque antes de que empezáramos a tomar-

-Yo creo que aun así le quedamos a deber-

-Puede ser, puede ser- sonrió mientras tomaba mi pluma y la jugaba entre sus dedos -¿Y qué dijo tu mujer cuando llegaste ahogándote en alcohol?-

-Nada, no se dio cuenta-

-¿Y en la mañana?-

-Se puso furiosa- contesté con calma –Ni siquiera pude desayunar-

-¿Qué? ¡Pero si te vas a morir por eso! Vamos a comer algo-

-Ahora no puedo…-

-Anda, ya- dijo levantándome de mi silla –Si no comes algo te vas a desmayar y tendremos problemas… o al menos yo tendré problemas, los demás estarán encantados de que mueras, y no creo que quieras darles ese gusto ¿O sí?-

No pude terminar de responderle por la gracia que me dio su comentario y, como era de esperarse, antes de que me opusiera ya estábamos sentados en un restaurante que estaba cerca de la empresa.

-Entonces la relación con tu mujer en verdad no va muy bien- me dijo Goto.

-Supongo que sí le afectó el venir hasta acá- respondí –Este lugar no va muy bien con ella y sus expectativas-

-Vaya que es exigente entonces-

-No tienes idea- respondí

Hubo un silencio unos momentos.

-Ayer no me di cuenta del momento en el que te fuiste- me dijo.

-Ni siquiera yo sé en qué momento llegué a mi casa-

-Algunas malas lenguas dicen que fue demasiado entrada la madrugada-

-Puede ser…-

-Y también dicen que… sucedieron “cosas” en el bar-

-¿Qué clase de cosas?- pregunté más curioso por los chismes que molesto.

-Bueno, unos dicen que Chika y tú estaban juntos…-

-Sí, recuerdo que hablé un poco con él-

Goto rio un poco –No me refiero a ese “juntos”-

-¿Entonces a que juntos te refieres?- sonreí

-A que estaban los dos… solos… detrás de la barra del bar… haciendo cosas…-

Entonces reí -¿Cosas? ¿Qué cosas? Limpiar mi vomito quizá-

-Bueno hubiera sido eso-

-Solo dilo ya ¿Quieres?-

-No lo escuchaste de mí, pero dicen que tú y Chika se estaban besando tras la barra y que después te lo llevaste adentro de la bodega para…-

-¿Qué?- lo interrumpí sin poder dejar de mostrar una sonrisa en mi rostro -¡Por supuesto que no!-

-Eso es lo que dicen, mi amigo-

-Por favor, todos ahí estábamos más que ebrios- le dije –Eso lo pudo haber soñado cualquiera-

-Quién sabe, a lo mejor si lo hiciste y no te acuerdas- se burló Goto.

-Si hubiera tenido relaciones con Chika me acordaría, créeme, sería la primera vez que tocara a un hombre y eso tendría que recordarlo-

-Bueno, todos estábamos ebrios ¿No?-

-Pero no lo suficiente como para haberlo violado- respondí tomando un poco de agua.

-No necesariamente debiste violarlo…-

-Mira, si le hubiera hecho algo, él mismo me habría reclamado hoy en la mañana cuando fui a comprar un par de aspirinas ¿No lo crees? Incluso pudo denunciarme o algo así-

-Bueno, Daisuke, se trata de Chika- me dijo acomodándose en su silla a un lado de mí –Él no ha cambiado mucho en estos años ¿Sabes? Sigue siendo el mismo chico inocente y sumiso de antes-

-Sí, recuerdo que de niños solía defenderlo de los chicos más grandes cuando lo molestaban-

-Ahora tiene un poco más de carácter, pero sigue siendo demasiado blando, si sabes a lo que me refiero-

-Comprendo… pero aun así, habría reaccionado si yo hubiera querido pasarme con él. No lo habría permitido-

-¿Estás seguro?- preguntó con una sarcástica sonrisa.

-¡Por supuesto!- contesté

Era absurdo pensar que pude haberle hecho algo a él, es decir, cualquiera lo haría. Me habría golpeado o algo por el estilo, además de que en la mañana me habría reclamado o golpeado de nuevo, pero nada de eso había pasado, no tendría por qué hacerlo.

Cuando terminamos de almorzar regresamos a la oficina y me quedé hasta tarde, llenado formularios y otras tantas cosas. Cuando salí ya era demasiado tarde y solo quería llegar a casa a dormir.

Minami ya se había acostado; no me quedó más que imitarla, y caí rendido en un profundo y largo sueño. No desperté hasta que la luz del sol irrumpió en la habitación y comenzó a molestarme en los ojos. Me enderecé de golpe con un mal presentimiento y miré el reloj. Casi era medio día.

Me duché con agua fría lo más rápido que pude y salí corriendo de la casa no sin antes reclamarle a Manami el hecho de que no me hubiera despertado.

“No es responsabilidad mía” fue lo que me dijo como excusa.

Llegué demasiado tarde a la oficina y sentía que todos ahí trataban de comerme con la mirada en cuanto me vieron aparecer.

Estaba dicho que ese sería un muy mal día.

Fue entonces cuando recordé que me había olvidado de algo sumamente importante. Esperé hasta la hora del almuerzo y salí rumbo a la tienda. Llegué y me encontré con el chico en el mostrador, acomodando unas cosas.

-Chika…- lo llamé –De verdad lo lamento mucho-

Él me miró y me sonrió –Buenas tardes Daisuke-

-En la mañana me quedé dormido y llegué a la oficina hasta el medio día- le dije –Olvidé por completo nuestro compromiso y de verdad yo…-

-No te preocupes- me interrumpió –No era nada serio-

-Sí lo era, lo había prometido-

-No importa, aun así yo tenía trabajo qué hacer-

-Chika…-

-De verdad, Daisuke, no pasó nada- me dijo con una expresión extraña. Parecía que intentaba ocultarme algo de nuevo.

-Tengo que compensarte de alguna manera-

-No hace falta- me sonrió

Entonces me molesté ¿Por qué se comportaba de esa manera? –Chika, no trates de hacerme sentir que nada pasó en realidad-

-¿A-A qué te refieres?- preguntó algo asustado. Su expresión había cambiado radicalmente.

-A que desde el primer momento en el que hablé contigo tratas de ser demasiado amable ¿Qué me ocultas?-

-N-Nada…-

-¿Entonces por qué estás tan nervioso?-

-No lo estoy- contestó –Es solo que no quiero preocuparte con problemas estúpidos… ya tienes demasiados conflictos como para que todavía te ocupes de algo sin sentido-

-Sí tiene sentido- le dije –Eres mi amigo y no quiero quedar mal contigo-

Él agachó su cabeza sin decirme nada. Creí que era mi momento.

-Ayer en el bar… no sucedió nada ¿Verdad?-

Él me miró de inmediato –Nada en lo absoluto ¿Qué tenía que pasar?-

-Goto me dijo de unos rumores estúpidos de compañeros que dicen que nosotros dos…-

-Todos estaban muy ebrios- me interrumpió –Siempre se imaginan muchas cosas-

Notaba cierto nerviosismo en sus palabras, además de que lo decía en un tono similar al de alguien que se contiene las ganas de sollozar.

-Sí, tienes razón, pero…- comencé a decirle cuando sonó mi celular. Era Goto, por lo que tuve que contestar. Debía volver a la oficina de inmediato.

-Escucha, Chika, tengo que irme ya, pero prométeme que saldremos mañana. Por favor-

Chika me miró con sus brillantes ojos aún más brillantes que de costumbre y asintió con pena.


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