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Tan distintas e iguales por Yaoi lovers

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Notas del capitulo:

Y por increíble que parezca he revivido de entre los muertos(?) para venir a dejar el nuevo capítulo... Seguro ya se olvidaron de mí luego de tanto tiempo perdidad

Pero tan fácil no se libraran de mí, aún queda mucho por delante y tendrán que soportarme(?)

Un par de semanas habían pasado y por fin la fecha para la fiesta de compromiso de su amiga fue acordaba; tenía un par de semanas más para arreglar la decoración del lugar y dado que la fecha de entrega había pasado tenía un poco de tiempo libre antes de tener que volver al estrés del trabajo.


Apenas y había dedicado tiempo para sus actividades fuera del trabajo así que ese día decidió salir rumbo al parque y aprovechar el buen clima para avanzar un poco con el capítulo de su cómic en solitario. Llevó el cuaderno de notas y su block de dibujo para el trazado inicial mientras permanecía con los audifonos puestos olvidándose por un momento de todo lo ocurrido y sus pendientes.


Una vez más pudo notar como la mujer de las veces anteriores volvía a aparecer y por un momento pensó en irse sin esperar que se acercara pero se limitó a verla de lejos pues no fue directamente hacia ella sino que tomó asiento en otra de las bancas cercanas.


Siguió con su labor hasta que luego de un rato la mujer se acercó a ella y, aprovechando el espacio libre que había dejado, tomó asiento a su lado antes de dar una última calada a su cigarrillo y depositarlo en el cesto de basura. La chica la miró por unos instantes para luego seguir dibujando como si la más alta no estuviera ahí.


—Es curioso verte aquí a esta hora del día, pero puedo notar que estás muy concentrada en lo que sea que estés haciendo—sacudió un poco su cabello mirando atentamente el block—¿Sueñas con ser dibujante o algo así? No es por desanimarte porque, al menos por lo que se ve aquí, eres buena para esto pero quiero darte un consejo que probablemente nadie te dará: las cosas no son como aparentan, resultan ser el doble o triple de complicadas y no puedes sobrellevar todo solo con el dinero o la fama.


—¿Disculpa?—su voz se mostraba molesta, no entendía a que venía toda esa palabrería y menos aún sin que pidiera su opinión—No sé que es lo que te parece raro de que esté aquí y a que vienes a darme ese "consejo".


—Mira, quizá en este momento crees que la vida es como en las películas y que si alguien reconoce tu talento tienes el éxito asegurado pero no es así—jugó con los mechones lilas de su cabello mirándola con una ligera risilla—No es así, te lo digo en serio. No voy a decirte que terminar una carrera te asegura una buena posición y una larga vida de lujos y comodidades pero he visto a tantas personas que llevan bien ese tipo de vida que podría jurar que es mejor que ser asediado por los medios y los fans.


—Espera un segundo... ¿Crees que estoy saltandome clases?—terminó por quitarse lo audífonos y dejarlos a un lado mientras miraba a la más alta con incredulidad.


—No lo creo, estoy segura. Sé como actúan los chicos que empiezan a faltar a clases para "seguir su sueño" creyendo que eso solucionará su vida—sus miradas se cruzaron y no pudo evitar demostrar cierta superioridad.


—Mira, no sé que es lo que te hace pensar que ese es mi caso. Tengo sueños, quiero perseguirlos y sé perfectamente que la vida no es así de sencilla, quizá sepa mucho mejor que tú lo que significa no tener todo lo que deseas tal como lo deseas—sus ojos se entrecerraron y su ceño se frunció, si algo le molestaba era que la gente pensara que sabía todo sobre ella.


—¿Crees saber más que yo sobre lo dura que es la vida? ¡Por favor! Te llevo por lo menos tres años de ventaja y en ellos he aprendido mucho más de lo que crees saber, he tenido que valerme por mi misma desde los dieciocho y sin siquiera tener el apoyo de mis padres—su tono de voz se elevó y descargó parte de su ira reprimida en ella.


—Pues perdóname por ser quien ocasionara tu desgracia, no pensé que vivir mi vida pudiera afectar a alguien que nació antes que yo y lleva diez años nadando contra corriente.


—Ese es el problema con los de tu edad, creen que por estar cerca de los veinte saben todo acerca del mundo y que no necesitan de nadie para seguir adelante, que porque saben más de tecnología y de lo que pasa alrededor del mundo que sus padres y profesores ellos no tienen derecho a opinar nada o a darles un consejo.


—Para tu información mis profesores e incluso mis padres siempre reconocieron que para mi edad era bastante madura, de eso ha pasado tanto tiempo que estoy segura de que mis profesores se preguntarían como es que llegué hasta aquí. Seguro todos seguían esperando que consiguiera un trabajo estable en lugar de ir de aquí para allá realizando pequeños trabajos y por encargo.


—¿Conseguir trabajo? ¿De qué estás hablando?—su expresión cambio a una de total confusión, las palabras de la más baja la tomaron por sorpresa y no entendía a lo que se refería—¿Saliste de casa o te sacaron por algo que hiciste?


—No creo que se necesite una razón para salir de casa a los veinticinco años además de ser demasiado vieja para seguir viviendo con tus padres—suspiró profundo dejando de lado sus cosas mientras miraba hacia arriba—A los veinticinco años seguir viviendo como hija de familia y sin siquiera seguir estudiando no es sino una deshonra, y más cuando tu hermana seis años menor comienza a tener pequeños trabajos y ya no vive en casa...


—Espera un minuto, no puedes tener veinticinco—la interrumpió mientras su mirada reflejaba aún más confusión que antes—Debes tener, por mucho, veinte y para salir así sin más debes tener problemas familiares graves donde crees ser una deshonra.


—No tienes derecho a decidir que en mi vida es cierto o no, pero independientemente de eso por supuesto que tengo veinticinco aunque una mujer tan mayor como tú no lo pueda creer.


—¡Eso no tiene sentido! Apenas tengo cumplidos veintiuno y te ves mucho más joven que yo... Aunque eso explicaría porque en ninguna escuela les eras familiar—se quedó pensativa unos instantes, el hecho le había tomado por sorpresa y no sabía que decir o hacer.


—Lo creas o no esa es mi edad, si quisiste pensar otra cosa no es asunto mío ¡Y si eres menor tienes aún menos derecho a reclamarme algo! ¿Acaso no te enseñaron a respetar a tus mayores?


—¡Por favor! Son sólo cuatro años y no eres lo suficiente mayor para actuar como una señora, bien pudimos ser compañeras durante la preparatoria—de pronto su molestia también salió a flote y comenzó a discutir, no entendía la reacción de la más baja.


—¿Sabes? No tengo tiempo ni ánimo para discutir por esto—tomó las cosas que había llevado y se levantó totalmente iritada dispuesta a partir—Gracias por arruinarme el día, y quedate tranquila que esta vez no necesitas volver a salvar mi vida devolviéndome algo, ahora si me lo llevo todo—apenas había avanzado unos cuantos pasos cuando la mano de la escritora se aferró a su muñeca impidiéndole avanzar—¿Ahora qué? ¿Es que no puedes dejarme tranquila?


—Lo siento mucho ¿Sí? Creo que he cometido error tras error—soltó su mano lentamente dejando escapar un profundo suspiro—Mira, quizá he sido impulsiva y he dicho cosas de más—recibió la mirada cansada de la más baja y sin poderlo evitar rodó los ojos antes de volver a verla—De acuerdo, he dicho muchísimas cosas que no debía y puede que pienses que sólo estoy molestandote pero esa no es mi intención.


—Pues para no serlo lo has hecho de maravilla, nunca me había sentido tan irritada desde que estaba en la escuela y pensé que luego de ese montón de inútiles que tenía por compañeros nadie podría volver a molestarme tanto.


—Intento disculparme ¿Sabes?—levantó la voz para llamar su atención—No fue la manera de acercarme y lo acepto ¿Bien? Fue estúpido de mi parte pero creí que eras una adolescente en apuros, con el rumbo perdido y que necesitabas ayuda de alguien con la experiencia pero que no lo sintieras como otro adulto más que quiere decirte como vivir—guardó silencio unos instantes mientras la más baja la miraba con incredulidad.


—Si la situación fuera tal como la crees el resultado seguiría siendo el mismo ¿Crees que un adolescente con esa cantidad de problemas va a verte como una amiga de quien escuchar consejos? Que bueno que se trata de mí o habría sido sumamente vergonzoso ver tu fracaso—soltó una risa sarcástica intentando molestar a la chica.


—De alguna manera tienes razón, hubiera sido mucho más vergonzoso que resultaras ser un adolescente que necesita ayuda y que me rechazadas de esa manera—removió entre las cosas que guardaba en su bolsillo encontrándose con el encendedor y se lo mostró—¿Fumas?


—No, gracias, y no tengo ánimos de empezar a hacerlo sólo porque me invites un cigarro.


—No te estoy invitando, te estoy pidiendo uno—rodó los ojos antes de buscar en su otro bolsillo—No tengo idea donde he dejado la cajetilla y por como está el ambiente necesito uno urgentemente.


—Si fuera por el ambiente en vez de ponerte a fumar estarías buscando un árbol para plantar—sacó la lengua simulando tener náuseas mientras volvía a dejar sus cosas sobre la banca—No le veo la gracia a fumar: te haces daño, dañas la capa de ozono, generas una inmensa cantidad de desperdicios y sólo aumenta los ingresos de un cerdo que se pudre entre billetes.


—Vaya, la niña resultó ecologista...—dejó su labor volviendo a mirarla con una sonrisa burlona—Aunque eso no me va, creo que al final de cuentas ninguno de ustedes se da cuenta de que desde el momento en que eres concebido comienzas a contaminar. Cada quien sus ideas y como decida acabar con su vida.


—Sólo me molesta el humo, como cada quien quiera matarse es cosa suya pero simplemente no soporto el olor. Soy sensible antes los olores y el humo me daña demasiado. En cuanto a ser ecologista prefiero decir que simplemente me gusta hacer lo que está en mis manos para evitar que este mundo se vaya a la mierda mientras viva.


—Eres extraña—dejó su busqueda y guardó nuevamente el encendedor para poder mirarla—No te estoy juzgando, como ya te dije soy partidaria de que cada quien viva su vida como mejor le plazca pero creo que tu preocupación por cuidar el planeta no va del todo con tu cabello que seguramente no tiene ese color de nacimiento ¿O sí? Quieras o no los tintes son grandes contaminantes, ya sea el de tu cabello o incluso el de la ropa que utilizas...


—No necesito clases de moralidad, gracias—la interrumpió mientras acomodaba su flequillo—Sí, uso tinte y obviamente antes necesite decolorarme o el color no se vería de esta manera ¿Creo que estoy contaminando por ello? Sí, estoy consciente, pero tal como también dijiste, desde antes de nacer comenzamos a contaminar así que bueno, el teñirme no va en contra de lo que pienso ni es que sea incongruente con mis ideales. En realidad, desde hace casi cinco años que empecé a hacerlo he intentado no comprar más de un tinte al año incluso si eso significa que el tono sea un horroroso pastel como este lila que originalmente era púrpura.


—A esto me refiero, siempre estás a la defensiva—la expresión de la más baja demostraba su confusión, estaba a punto de protestar hasta que se lo impidió—A lo que quería llegar no era realmente si eres incongruente o no, es sólo que a todos y cada uno de los comentarios que te he hecho desde que nos conocimos reaccionas de manera negativa. Todo lo tomas como una agresión y de inmediato corres a "argumentar" tus razones para justificar tus actos. Bien pudiste ignorar mi comentario o recalcarme que no eres ecologista, ambientalista o cualquier termino con que quiera referirme a ello y que simplemente te tines por fines estéticos pero de inmediato asumiste que era un ataque a tu forma de ser.


—Eres horrible ¿Te lo han dicho? Nunca, y lo digo en serio ¡Nunca! Vuelvas a asumir que me entiendes cuando apenas me conoces, no quieras analizarme y presumir que conoces hasta la más mínima pizca de mí—volvió a tomar sus cosas sin siquiera ocultar lo molesta que se sentía mientras le daba la espalda dispuesta a irse, no sin antes encararla para hacer una última advertencia—Y ni se te ocurra volver a acercarte fingiendo que quieres hablar tranquilamente si lo único que quieres es entrometerte en mi vida.


Y sin darle tiempo a reaccionar partió rumbo a su departamento con la rabia contenida luego de su encuentro. Le molestaba la actitud de la más alta y su insistencia en arruinar su día cuando todo parecía ir perfecto. Volvió a tumbarse sobre el sillón con un pesado suspiro sin intenciones ya de continuar con su labor.


—Que se pierda, no quiero volver a saber de ella nunca más—giró sobre el sofá y miró la pantalla, su día perfecto iba a tener que esperar pues acababa de recibir un mensaje de su amiga, pidiéndole que fuera a buscarla al lugar dónde harían la fiesta de compromiso pues tenían que ajustar detalles con los encargados—Bien, al menos eso me mantendrá ocupada...


Se limitó a buscar entre su ropa algo menos informal pues, incluso para ella quien consideraba que la vestimenta era un factor irrelevante, un pantalón con rostros de gatos, una sudadera enorme con "I'm a fujoshi... So...?" estampado en ella y los tenis desatados no era lo más adecuado para una reunión de trabajo.


Mientras tanto, la escritora seguía en la misma banca mirando hacia el cielo. Desde que la chica partió tenía una sensación extraña; no es que se sintiera culpable por lo que la mayor dijo o que estuviera avergonzada por asumir cosas que no eran pero simplemente sus palabras no dejaban de dar vueltas en su mente.


—¡Carajo! Ya empiezo a extrañar a Carolina rondandome todo el día sin parar de decir lo mucho que estoy perdiendo el tiempo—suspiró profundo sintiéndose cansada de lo que estaba ocurriendo—Le llamaré mañana, por ahora no tengo intenciones de volver a lo mismo...


Y, tras terminar el cigarrillo que tenía entre los labios, lanzó la colilla en el cesto mientras se levantaba para regresar a su departamento. Por alguna razón se sentía ligeramente inspirada para escribir y no iba a desaprovechar esa gran oportunidad.


"Era prácticamente una ciudad fantasma, pese a estar en el centro de la región a la que se había mudado, los habitantes eran tan tranquilos al grado de ni siquiera llamar la atención del resto.


Estaba tan acostumbrada al bullicio que le parecía increíble que el lugar fuera así de relajante aún con la gran cantidad de autos y personas que día a día circulaban por las calles. Se sentía fuera de lugar, como si no perteneciera ahí, y desconcertada.


Quizá todo se debía al centenar de emociones que estaba guardando desde el momento en que partió del lugar que por años fue su guarida o a que aún no encontraba algo que hacer luego de su escape que le matuviera ocupada para no cuestionarse si su decisión era la mejor."


Se detuvo en seco al terminar de redactar ese último parrafo, era cierto que su estado anímico y las situaciones por las que pasaba eran quienes guiaban el curso qie debía seguir su historia pero en ese momento no supo si en verdad todo aquello era necesario para el desarrollo de su siguiente novela o simplemente volvía a sus años de adolescente en que acostumbraba escribir unos cuantos pensamientos por aquí y por allá con la única intención de desahogarse y despejar su mente un rato.


Las coincidencias eran abrumadoras, tanto que estuvo a punto de eliminar por completo todo rastro de aquellas palabras. Sólo había faltado hablar de la sólo un poco desgastada pintura del departamento que aún no terminaba de renovar, la tienda de autoservicio en que ahora se abastecía un par de cuadras más allá de la esquina del edificio, la alegre abuela con la que cada mañana se encontraba y no dudaba en desearle buenos días y aconsejarle sobre los cuidados que debía tener al pasar tanto tiempo en la calle y el silencioso parque em que pasaba sus días dejando el tiempo correr mientras las ideas intentaban fluir de su mente al papel.


No tuvo más opción que tomar el último cigarrillo de la cajetilla y buscar entre las cosas que había comprado la última lata de cerveza del paquete que días atrás había adquirido.


Los recuerdos y las dudas volvían a nublar su mente; quizá mudarse sin previo aviso no era más que un impulso por sentir aquella libertad que creía perdida luego de la tercera parte de su saga más popular, tal vez ese malestar de vacío sólo era a causa de la falta de autocontrol y esos constantes deseos de no dejar que nada la atara o la retuviera cuando lo que más necesitaba era estabilidad.


¿Huir de todo lo que conocía arreglaría algo? Sabía la respuesta mucho antes de tomar su decisión y aún así había seguido hasta el final. En el fondo no era más que la chica peleada con el mundo por no poder ni querer entender lo que le pasaba y que simplemente iba contracorriente para sentir un pequeño impulso para seguir o de lo contrario terminaría como tantos otros que optaban por enfrentarse al mundo solos sin tener previo conocimiento de él.


La carga era pesada y por primera vez sintió que sus fuerzas la traicionarían y que en cualquier momento el caparazón que había formado a base de relaciones espontáneas, excesos en general, mala actitud ante todo aquello que fuera contra sus ideales, malos hábitos y reclamos contra ella, sus padres y todos aquellos que sentía la habían traicionado reprimidos esperando el momento justo de lanzarse contra los culpables se quebraría dejando expuesta a esa niña que sigue buscándose cansada de no encontrar aquello que ha perdido.


Acabó con el líquido ambarino en cuestión de segundos, dejando que el sabor amargo de la cebada fermentada mezclado con el olor del tabaco y la nicotina carbonizándose la invadieran. Intentaba suprimir su voz interna que le recordaba cada decisión errónea que había tomado desde antes de cumplir la mayoría de edad tal como llevaba años haciéndolo.


Sumirse en su miseria no serviría de nada y lo sabía a la perfección pues antes de que el éxito llegara pasó por pequeños lapsos en que su inseguridad aumentaba, justo durante el tiempo que comenzó a beber y fumar en exceso, llevándola a un estado en que no podía hacer nada por su cuenta ni tenía intenciones de ser ayudada.


Dejó caer la lata y la colilla ya apagada junto al montón que se había formado luego de los días que habían transcurrido desde su llegada. Cerró los ojos apenas unos instantes intentando no pensar en más antes de buscar su celular y encenderlo, llevándose la sorpresa de que no había ni una sola llamada por parte de la editora.


—Hoy será un día colosalmente largo—suspiró profundamente mientras se dejaba caer sobre el sofá mirando al techo—Bueno, al menos tengo asegurada la tranquilidad lo que resta de la semana. La siguiente semana le llamaré, quizá haya noticias de mi departamento también.


Y así fue como terminó por salir en busca de más cervezas y otro par de cajetillas con la única intención de mantener su mente concentrada en el alcohol y asegurarse de no causar un incendio mientras esperaba que el fin de semana transcurrieran sin ningún acontecimiento que la distrajera de su tranquilidad.

Notas finales:

Y nada, hasta aquí llegó al capítulo, espero haya sido de su agrado e intentaré no volver a desaparecerme por una eternidad


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