Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Garras del Destino por Essuss

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Buenas! Hoy vengo con un nuevo capítulo, y tal como lo prometí, este es un poco más largo que el anterior. Como me he levantado de tan buen humor, quiero desearles a todos un buen día (o lo que resta de ello).


 


¡Disfruten!

Los pies del castaño se acalambraban al sentir el frío exterior, pero no se atrevía a decir palabra alguna que impidiese avanzar la situación, él estaba tan ansioso por saber que era lo que ocultaban las cautas palabras de la mujer, esas que dejaba una marca punzante en su pecho de que algo no estaba completamente bien. Un sonido extraño invadió su espacio, sonaba como un cerdo malhumorado que parecía luchar para salir de una jaula, un animal salvaje que solo se callaría cuando accedieran a sus demandas, y al ver el rostro de la fémina, supo que ocultaba algo más que una mala noticia.  McGonagall era buena cuando se trataba de mantener la compostura, ya que nadie tomaría en serio a una profesora que no se diese a respetar y verla en esa posición, algo nerviosa e incluso perdida, no era una buena señal.


 


Dejó el cuerpo de costado para que la mujer se adentrara en lo que le quedaba considerar hogar. Observaba entre divertido y nervioso como retiraba las telarañas que colgaban de los viejos artefactos mágicos que se posaban encima de los inmuebles. E incluso la escoba encantada casi la hizo tropezar al cruzar sin miramiento alguno hacia la sala donde estaba la chimenea, que con poca leña despedía una suave sensación de calor a su alrededor. Y bien podría haber utilizado artefactos muggles para mantener caliente la estancia, pero el viaje no le apetecía mucho. Minerva se paseaba de lado a lado, miraba a veces los recortes de las noticias mágicas referentes al Quidditch, que era lo único que al castaño le apetecía leer.


 


—    Potter, como bien sabes, se tomaron muchas medidas antes de siquiera considerar enfrentarnos con Lord Voldemort. Hicimos lo imposible para mantener a los nuestros a salvo — decía mientras tocaba con la yema de sus dedos el amplio bolso con un patrón de tartán color escarlata, siempre lo usaba y pensaba que era su favorito — Y a su vez ocurrieron cosas que no fuimos capaces de prever, se salieron de nuestro control.


 


—    Eso lo sé, profesora. No todo era lo que esperábamos, perdimos a muchos amigos mientras luchábamos contra él… — murmuró, recordando las lágrimas que derramaban las madres cuando recibían la noticia de la muerte de sus hijos; los familiares destrozados por la pérdida una parte tan importante de su vida, una que sabían que no iban a recuperar — Lo que no entiendo es porque está aquí, todo terminó y no existe amenaza para el Mundo Mágico.


 


—    Recibimos noticias inesperadas, algo ha pasado en el Mundo Muggle y creemos que tienes el derecho de saber. — Su antigua profesora golpeó el bolso que no cesaba de moverse, incluso le sacudió hasta que las voces en su interior quedaron en un olvido repentino. Y luego de sacar un periódico, apuntó a la primera plana, donde se mostraba la imagen de una mujer rubia de ojos negros levitando cerca del Big Ben — El Departamento de Accidentes y Catástrofes Mágicas ha actuado de inmediato, pero… el rastro de magia oscura era demasiado fuerte como para ser tratado con prontitud.


 


—    No entiendo que tiene que ver conmigo, debe tratarse de uno de los seguidores reprimidos de Voldemort — y aún no lo notaba, estaba tan alejado de la realidad que solo alcanzaba a ver lo que se posaba encima de su nariz, más allá, todo era cubierto por una penumbra de ignorancia que adquirió en los últimos meses, los mismos donde quiso olvidarse de todo lo que le rodeaba — El Ministerio puede encargarse de ello, ¿Qué? ¿Quieren que vaya a Londres para acabar con él también? — espetó.


 


El tono aumentó, la manera en la que el castaño respondió no era la misma en la que lo haría hace unos cuantos meses, incluso, podía escuchar la voz de cierta castaña en su cabeza que lo reprendía por su actitud. Se preguntaba si la nueva directora no tenía otra cosa más que hacer que estar en este lugar, hablando de asuntos muggles que estaban entremezclados con los azares de un nuevo mortífago que se movía con cuidado alrededor de los muggles, esperando el momento adecuado para encestarle un hechizo a algún despistado y provocar terror entre ellos.


Pronto y sin dudarlo, la mujer de cabellos plateados tomó el papel arrugado entre sus dedos, poniéndose lo suficientemente cerca para dedicarle una seria y melancólica mirada a su alumno, no sin antes presionar un poco su hombro. Recordaba el toque, cada vez que el trío dorado estaba en problemas, que ella debía hacer algo para darles una lección que aprender, la misma mirada se hacía visible en sus ojos.


—    Lamento decirte esto, pero la mujer en el periódico es Petunia Dursley… ella fue la víctima del ataque — en ese momento, las palabras hicieron eco en su mente como un taladro que se abría paso por sus oídos, sintió que las piernas no daban para pararse y, casi al balancearse de lado, se apoyó en un sofá para no caer. — Por eso quise venir personalmente a darte la noticia — y su tono de voz  se suavizó, justo al momento que se acercó para prestar su hombro al castaño.


 


—    ¿Está…? ¿Ella está bien? — agregó, con un nudo en la garganta y esa repentina sensación de tristeza golpeando súbitamente su cuerpo al ver como la animaga negaba lentamente con la cabeza, tomando su mano con fuerza y sin dejarla salir.


 


Es gracioso como la perceptiva de la vida puede cambiar de un momento a otro, como la muerte siempre sigue los pasos de las personas como un cazador que estudia a  su presa. La muerte de sus padres fue una tragedia llevada a manos del ser más despreciable del planeta, lo mismo sucedió cuando entre llantos y lamentos tuvo que afrontar la muerte de su padrino, la única familia que le quedaba. Y ahora que pensó no tener que volver a pasar por ello, recibía la noticia de que su tía fue azotada por la misma suerte, como si fuese una maldición pegada detrás suya.


 


No tuvo la mejor de las suertes al acabar en las manos de sus tíos, de pequeño pensaba que era seres horribles, monstuos que podrían venderlo en cuanto tuvieran la mínima oportunidad de hacerlo. Y cuando trató de buscar alguna especie de relación con su primo, el solo le rechazó y abusó hasta que su memoria le permitía recordar. En esos momentos no debía preocuparse por ser un salvador y tampoco entendía el porqué del desprecio de sus familiares, ahora lo hacía y comprendía un poco más, es por eso que le dolía saber todo aquello.


 


—    He hecho los arreglos necesarios para que fuese enviada a San Mungo, están tratando la maldición como pueden pero es demasiado poderosa, se necesita ayuda — los dedos de la mujer se abrieron paso entre las hebras castañas del joven, que se aferraba al brazo de la mujer para dejar salir unas cuantas lágrimas saladas, deslizándose por sus mejillas hasta caer en la madera seca y polvorienta — Te llevaré allí si es lo que quieres, Harry.


 


—    Sí… quiero verla, por favor — se aclaró la garganta, bajando el rostro antes de hacer un llamado al elfo doméstico, quien le trajo unas cuantas cosas según fuesen sus palabras… y al pasar de unos minutos, se podían ver como dos figuras tomaban rumbo por una vereda helada, bajando hasta que ese característico sombrero de pico no podía verse más.


 


 

Notas finales:

¡Eso ha sido todo por hoy! Espero que haya sido de su agrado. Cualquier consejo, comentario o crítica pueden enviarla como un Review, que yo estaré encantado de leer y responder.


 


Cuídense.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).