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Je vais t'aimer por Kunay_dlz

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Notas del capitulo:

Hace mucho que no publico nada... espero que les guste este one-shot n.n

 

 

HPL (Harry Potter/Lambo Bovino)

 

 

 

Es en una pequeña tienda de servicio las veinticuatro horas colocada en ‘medio de la nada’ donde ocurre la mayoría de esta historia. Uno de los empleados, un chico nuevo des aspecto taciturno y completamente inocente sigue preguntándose por todas las advertencias que venían con la condición de darle empleo: no hacer preguntas, no ver ni escuchar nada de lo que los clientes hagan y digan, no contradecirlos, jamás llamar a la policía; tener completo conocimiento de limpieza: bebidas, vidrios rotos, quemaduras y… sangre. La tienda debe siempre estar llena, sobre todo los estantes de licor y dulces de uva. Y sin duda, lo que más se cuestionaba el chico recién empleado era “¿Por qué acepté?

Pronto el chico ‘notó’ las razones de las advertencias y condiciones que le fueron impuestas, graciosamente, siguió con el trabajo en esa tienda en medio de la nada pues le resultaba retorcidamente cómodo todo el desastre que presenciaba. Intentó no pensar mucho en ello.

Entre tantos sujetos con atuendos extraños, con trajes negros a la medida, con expresiones que intimidarían a cualquiera, el chico se vio frecuentado por alguien similar a él: pelo negro pero estilizado, ojos verdes pero jade en lugar de esmeralda, complexión pequeña debido a su edad y no a desnutrición a edad temprana y de carácter desbordante, exótico y de carácter abierto muy contrario a su religioso silencio, simple y tímido comportamiento. “Bien, no somos tan similares…” pensó luego de las cinco veces que lo vio actuar siempre igual.

Uno de esos días, hubo un ‘pequeño altercado’ donde los estantes fueron destruidos y al llegar el chico-no-tan-parecido-al-nuevo-empleado, fue que al fin intercambiaron más palabras además de las ‘normales’ entre empleado de la tienda y cliente. Mientras el nuevo “Me llamo Harry” se había presentado, “Lambo, Bovino Lambo” y el no-tan-parecido también, hablaban de cosas triviales hasta que Harry encontró en la pequeña bodega los dulces que Lambo surtía cada que visitaba la tienda.

Entre pláticas y risas sus siguientes encuentros fueron más amenos, esperaban verse e intercambiar anécdotas graciosas que aseguraban hacer reían a quien las escuchaba. Los encuentros entre Lambo y Harry se hicieron frecuentes, a diferencia de algunas veces que Lambo no salía de su ciudad natal ausentándose por días o semanas, después de todo, la tienda estaba en medio de la nada y tan solo si se era viajero frecuente se podía establecer cierta amistad con Harry.

Sin embargo, tras varios meses, Lambo empezó a llegar acompañado a la tienda, “Son molestos, problemáticos pero tengo que soportarlos por el bien de mi hermano mayor” dijo en manera de explicación a Harry quien tan solo lo miró por segunda vez al entrar. Cada acompañante de Lambo, reaccionaba distinto a la introducción entre ellos y Harry, algunos le golpeaban --“¿Esas son armas?... Más importante, ¿De dónde las sacan?” se preguntaba Harry—otros tan solo seguían con su escudriñamiento hacia el ‘nuevo’ y otros iniciaban una serie de interrogatorio.

Todos los intentos de persuasión fueron interrumpidos por Lambo… a excepción de una persona con ojos metálicos, fríos, y con una presencia peligrosa. Observaba con gran detenimiento la interacción entre Lambo y Harry, el moreno de ojos esmeralda trataba de ignorarlo y seguir con su plática con su amigo de ojos jade, justo antes de despedirse, el acompañante de Lambo habló con exigencia en lugar de curiosidad  “Herbívoro, dime tu nombre completo ¿De dónde vienes? ¿Por qué trabajas en esta tienda? ¿Qué conexiones tienes en toda Italia? ¿Cuáles son intenciones con el Guradián del Rayo?” Harry miró a Lambo quien se veía avergonzado, molesto y le imploraba que contestara para que su acompañante se fuera más pronto. Suspiró, sabía que si una mentira salía de su boca habría consecuencias pero tampoco podía revelar todo debido al Estatuto de Secreto, por lo que contestó “Harry James Potter; Londres; Sólo aquí me dieron oportunidad sin hacer tantas preguntas a cambio de no hacerlas yo; No las tengo, recibí una herencia y entre las propiedades resaltaba una casa es este lugar por lo que decidí mudarme; Somos amigos, una vez que considero amigo a alguien hago lo posible por ayudar, proteger, y no traicionar su confianza.”

Casi al final de la misma semana, Lambo regresó a la tienda en medio de la nada, se le veía preocupado, consigo traía una mochila a la que miraba de vez en cuando con algo de remordimiento y vergüenza, Harry se acercó a él, a esas horas de la madrugada no había más personas a quienes atender, y le hizo hablar sobre lo que le preocupaba. Tras dos vasos desechables del termo lleno de té que pertenecía a Harry, Lambo habló sobre una pelea con su hermano mayor, un accidente con pegamento, tijeras y una ‘infantil venganza’ lo llevó a escapar de su hogar. Harry le escuchó, le animó a mostrarle el resultado de su accidentada venganza para ofrecerle algún consejo para repararlo.

En la mochila de viaje, habían varios peluches… variaban de tamaño, color y forma; había osos panda, koala, árticos, grises y los cásicos color café extremadamente lindos, había perritos, gatitos, algunas pequeñas aves amarillas o águilas/halcones, un puercoespín bastante lindo, un canguro con guates de box, un lobo, un camaleón verdusco, un mono blanco, dragones, dos tiburones, varios leones, una pequeña vaca muy tierna, varios pescaditos, una extraña serpiente con alas y aún más extraño, un peluche de en forma de piña. Todos esos animales de peluche estaban llenos de pegamento empalmados entre sí, algunos les hacía falta alguna extremidad y otros ni relleno tenían… era un milagro que los pudiera reconocer en ese estado, Harry suspiró, “son recuerdos… algunos demasiado valiosos… de mi hermano mayor. Y yo, en un descuido lo he arruinado” confesó Lambo, en verdad era todo un desastre sobre todo si tienen tanto valor sentimental para su hermano como lo admitió su amigo.

No podía dejarlo así, Lambo se veía tan desolado, casi parecía soltar el llanto en cualquier momento. “Puedo repararlos, ven mañana en la noche y estarán como nuevos” ofreció Harry, la mirada de Lambo cambió, más de una vez, entre esperanza y luego escepticismo, eran bastantes peluches, y había mucho que reparar. Antes que Lambo pudiera expresar algo, su celular sonó, reconociendo el tono contestó y tras pocas palabras confirmó regresar a su casa. Con una última mirada al desastre causado por su yo de hace diez años (no que Harry lo supiera), Lambo decidió confiar en su amigo de ojos esmeralda, dejó la mochila en manos de Harry mientras él regresaba a disculparse de rodillas si era necesario ante su Tsuna-nii.

Harry vio a su amigo marcharse, volvió su vista a los peluches y los llevó consigo a la parte de atrás de la tienda, ya los repararía en casa.

A la noche siguiente, Lambo llegó como habían acordado, no tenía el mismo aspecto desolado del día anterior pero seguía el remordimiento en su mirada; al ver a Harry esperaba cualquier cosa menos una sonrisa radiante y bastante emoción al regresarle la mochila.

Con curiosidad, Lambo abrió lo que contenía recuerdos físicos de los momentos más importantes para su hermano mayor… estaban ahí, todos los peluches, como burlándose de él.

No tenían indicio alguno de lo ocurrido hace dos días, todo estaba ahí, hasta la estúpida mancha de jugo de uva que derramó en la vaquita que le regaló a su Tsuna-nii, el primer regalo que dio a su querido hermano mayor por iniciativa propia. Las réplicas de Uri, Kojiro y Natsu ya no parecían una creatura mutante, estaban separados, con su relleno casi intacto y, si no fuera porque él vio y recogió lo que su yo de hace diez años jamás hubiera creído que la ‘accidentada venganza’ en realidad ocurrió.

Preso de la felicidad que le invadía se levantó de su asiento y abrazó a Harry, su salvador, y empezó a reír, agradecer, y le contaba algo de cada peluche que pudiera recordar para hacerle saber lo importantes que eran. Volvía a reír, se sujetaba el pelo sin poder creer que las reliquias de Tsuna-nii estuvieran más que bien, intactas y el peluche de León hasta con un ligero aroma a café. En una de esas, tomando ventaja de la ligera diferencia de estaturas, tomó a Harry de la cintura, lo elevó y le dio vueltas en el aire.

Decir que el rostro de Harry podría competir con un semáforo en alto era poco. Estaba contagiado de la felicidad de Lambo, sus expresiones, sus risas y las lágrimas que se escapaban de los ojos jade le impedían decirle que tanta cercanía a su espacio persona le incomodaba, pero, pensándolo bien, no, el estar cerca de Lambo no le incomodaba tanto. En un momento de sinceridad hasta admitió para sus adentros que le gustaba sentir las manos de Lambo en las propias.

Fueron días después del incidente de los peluches cuando Harry vio entrar a Lambo junto con un castaño casi de su misma estatura, su pelo estilizadamente revuelto le daba un aspecto salvaje, sus ojos caramelo con tintes naranja ligeramente rasgados y de profunda intensidad le hacían notar del poder que mantenía, sus facciones suavemente definidas sobresalían con el traje a la medida y el manto de estilo antiguo sujetado por lazos y broches de oro que tan solo le hicieron alzar una ceja. “Sin duda es el hermano mayor de Lambo” pensó Harry al tiempo que suspiraba con ligereza.

Era alguien singular el hermano de Lambo; los movimientos en el andar del castaño, las expresiones cuidadosamente emitidas y las furtivas miradas hablaban de un entrenamiento intenso, hablaban de amenaza y elegancia en un solo movimiento; los tonos de voz controlados mientras hablaba con Lambo, a veces murmullos, a veces frases completas en voz alta, una que otra sonrisa fue donde Harry pudo escuchar una voz ligeramente profunda, cálida y calculadora, de ese tipo de voces que dan órdenes sin que lo parezcan, ese tipo de voces a las que no se le niega nada… que eriza los pelos de la espalda al momento en que se le alza una nota más… sonando amenazante.

Siempre mirando desde su puesto de trabajo, Harry recibió lo que el castaño y Lambo colocaron frente a él, al pasarle las cosas para registrarlos fue en ese instante donde vio los guantes que portaba el hermano mayor de Lambo “Tenía que ser él, Lambo tenía que ser uno de los hermanos menores del Décimo Vongola… qué sorpresa” colocaba todo el sarcasmo en su pensamiento.

Desde que fue contratado no pasó mucho para que Harry descubriera el ‘origen’ de tan raros requisitos de su empleo, no lo dejó tampoco acostumbrado a lo inusual de su suerte, sin embargo, no imaginó encontrarse con el mismo JEFE de todo el mundo mafioso.

Con otro suspiro de su parte Harry siguió con su trabajo de simple ayudante, sin hacer mención de su ‘descubrimiento’, sin mirar a Lambo con intriga y sin reconocer al castaño como algo más que otro cliente… después de todo se supone que él tan solo era un civil al que le pagaban para no ver, no escuchar y mucho menos para nunca repetir lo que presenciaba en la tienda cada noche.

Tras un “Nos vemos luego Harry” de parte de Lambo, Harry se despidió de igual manera, entendía que Lambo valorara el tiempo en compañía de su preciado hermano mayor. El castaño no dijo nada, no mostró indicios de querer intervenir ya sea para apresurar a Lambo o para entablar conversación con Harry. Los mafiosos se marcharon y curiosamente Harry tenía la sensación que la visita del castaño aún no terminaba.

Y oh, cómo odiaba que sus instintos tuvieran razón.

Era a hora de su cambio de turno con el dueño de la tienda, se dirigía a su casa como siempre a pie por ese camino en medio de la nada pero alguien lo interceptó… el castaño, el Décimo Vongola, enfundado en ropas casuales estaba esperando por él a un lado de la carretera, “Sin títulos ¿eh?... ahora estamos iguales” pensó Harry.

Ambos caminaron por esa tierra desoladamente bella, era un amanecer con olor a pasto fresco y tierra bañada por el rocío, llegaron a la ciudad más cercana a eso del mediodía, entraron a un pequeño café y hablaron. Hablaron bastante, no fue sino hasta casi volver a empezar el turno del moreno en la tienda que salieron del café, regresaron a pie nuevamente, hablando sin reservas como dos viejos conocidos, en la tienda el dueño quedó pasmado de la manera en que Harry se comportaba con el mismo Décimo… sin palabras, dejó que Harry volviera a su puesto, y salió despavorido.

Era un par de horas más tarde que un puñado de hombres entró a la tienda con pánico y preocupación en sus facciones que se relajaron una vez colocaron sus ojos en el castaño. Una llamada de radio después, ahí estaban todos lo que llegaran a acompañar a Lambo para hacer preguntas y examinarle, los Guardianes, y por supuesto que Lambo estaba entre ellos. Aliviados de ver al castaño en buenas condiciones se concentraron en amonestarlo por haber causado tanto alboroto al haber desaparecido sin dejar pista de dónde podrían localizarlo. Tras tranquilizarlos, el castaño admitió querer tomar un poco de aire y descansar del desastre que ellos mismos solían causar.

Harry les dejó discutir, incluso fue en busca de los utensilios para limpiar lo que ya se estaba esparciendo por el lugar, estaba en su hora de trabajo después de todo. El sonido de un disparo fue lo que calmó todo el caos, curiosamente el disparo estaba a centímetros de sus pies, los Guardianes abrieron paso a quien parecía podía controlarlos con el sonido de su arma… era alguien alto, de pelo y peligrosos ojos negros flanqueados por una fedora negra adornada por una franja amarilla.

Ignorando el silencio y la presencia del mejor hitman del mundo, Harry se dedicó a iniciar con la limpieza, tan solo la voz del castaño fue lo que rompió el silencio, pidió que todos salieran y se dirigieran a la mansión. Todos cumplieron la silenciosa orden. Tan solo el hitman quien seguía examinando cada parte del moreno en medio de su trabajo en busca de algo y el castaño se quedaron… con un “Hasta luego, Harry” de parte del castaño, la tienda volvió a quedarse sola.

Pasaban los días y no había rastros de su amigo de ojos jade, confiando en que estaría bien, se pasaba las noches de tu turno pensando en Lambo, las veces que lo veía sonreír, las veces que lo veía y escuchaba contar alguna de sus peleas con ‘Estupidera’ con desagrado y molestia pero con admiración brillando en su mirada, o esas veces que contaba de sus aventuras en compañía de su amiga de infancia I-pin, o con un chico mayor que él con quien se divertía tanto, incluso cuando parecía estar a punto de soltar el llanto… Lambo tiene algo que simplemente le obliga a estar ahí a su lado, aunque fuera por poco tiempo algunas noches. No se animaba a hacer algo más, como verse fuera de sus horas de trabajo, pedirle su número de teléfono o… contarle un poco más de su pasado.

Fueron tres largos meses después del ‘incidente’ que Harry volvió a ver a Lambo. Al parecer estaba de misión, una misión especialmente seleccionada por Reborn, aprobada por el Décimo y con estrictas notificaciones a los demás Guardianes de no acompañarlo o brindarle ayuda… además de tener el permiso de hablar sobre la misión con él “Fui al Mundo Mágico, asuntos sin importancia por el momento, y vi… escuché a varios magos hablar siempre de un hombre en particular. Hablaban de sus hazañas, de sus virtudes y del poder que posé; hablaban del tiempo que llevaban sin verlo, se preguntaban el motivo por el que su salvador no aparecía en público, se preguntaban el por qué no se ha unido a los Aurores como en sus años de escuela dijo que haría o cómo es que no ha reclamado los títulos propios o heredados y los puestos en el Ministerio que le corresponden.” contaba Lambo con un poco de pesar, reproche, duda y una maraña más de dudas que le obligaron a ir a la tienda luego que entregara su reporte de misión.

Harry le miró con intensidad, su pequeño secreto ya no era tan secreto ni era tan pequeño, consideraba decir la verdad a su querido amigo, explicar las dudas que nublaban su mente y devolverle la alegría en esos chispeantes ojos jade… “Ese hombre del que escuchaste hablar no existe, son ideas y expectativas que colocaron en alguien que apenas y conocía un poco de lo que hacía. Vio a sus seres queridos morir, sintió el peso de toda una sociedad sobre sus hombros y decidió que antes de sucumbir a ser de ellos mejor buscaría un lugar que pudiera llamar hogar; un lugar donde podría llorar a sus seres queridos, a sus amigos y compañeros de clase que murieron a su alrededor en una guerra donde no podía negarse a participar. Ese ‘hombre’ que jamás tuvo la oportunidad de tener una infancia propia, que no tuvo problemas ‘normales’ en su adolescencia y que no tuvo de otra que crecer en un instante, tan solo está en busca de poder descubrir su verdadero yo y no seguir haciendo lo que otros esperan de él.”

Mi hermano mayor y Reborn me dijeron que no me acercara a ninguna comunidad Mágica, me dijeron que no me relacionara con Magos…“ decía Lambo mientras buscaba los ojos esmeralda que al escuchar esas palabras se desviaron a otro lugar de la tienda creyendo que esa era una despedida “qué bueno que nunca me dijeron dejara de ver y relacionarme con mi amigo Harry, el chico que trabaja en una tienda en las cercanías de Vongola y a quien pienso invitarlo a salir el próximo viernes” decretó Lambo con una ligera esperanza en su voz, no deseaba perder a alguien tan valioso como Harry… así de… Harry.

El chico de ojos esmeralda sonrió al ver que Lambo lo aceptaba por tan solo ser ‘Harry’ y nada más… sin contar con la sonrisa que pareció en su rostro al registrar lo último que dijo el de ojos jade.

Otras dos misiones más de parte de Lambo sería el tiempo necesario para que ambos dieran pie a la segunda cita, luego la tercera, y la cuarta, y así sucesivamente hasta que Harry dejara de trabajar en la tienda y, así como todos los clientes regulares, pasar por la tienda de vez en cuando siempre acompañado de Lambo con sus manos entrelazadas.

 

 

 

Fin.

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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