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Inmarcesible por Nithael

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Notas del capitulo:

AdvertenciasFluff. Jodidamente fluff. Diabetes para todos.

I don't wanna lose my voice

I don't wanna fade away

White Light; Superfly.


¿Cómo se podía convencer a Seto Kaiba de que se tomará unas vacaciones sin morir en el intento? Mientras lo veía realizar sus ejercicios (cosas de la rehabilitación) Yugi se lo preguntó a sí mismo. Durante el tiempo que llevaban juntos había logrado que al menos durmiera cinco horas la mayoría de las noches (ni siquiera todas) y eso le había costado sangre, sudor y lágrimas. La idea de convencerle para que se tomara unas vacaciones debería infartarle de la risa. Lo habría hecho de no ser tan fuerte su deseo de que esas vacaciones fueran una realidad.

—Kaiba —se atrevió finalmente a llamar. El aludido soltó sus herramientas y le miró—. ¿Hay algún país que no hayas visitado al que te gustaría ir? —preguntó nervioso. ¿Se notaría demasiado que estaba tanteando el terreno?

—No —respondió Seto, aplicando un hachazo implacable contra las expectativas de Yugi—. He visitado todos los países por los que sentía curiosidad.

—Bueno… —Yugi no se permitió rendirse tan pronto—. Pero seguro que no las has visto completamente, ¿cuál querrías explorar más a fondo?

—Probablemente Francia o Italia —respondió mientras golpeaba una enorme pelota de plástico sin demasiado humor—. Sus climas son agradables la mayor parte del tiempo pero no tengo negocios que atender allí —y eso, para él, descartaba volver a visitarlos—. ¿Por qué quieres saberlo? —Yugi casi podía ver los engranajes de la cabeza de su novio empezar a funcionar y supo que no tardaría en averiguarlo. Kaiba funcionaba bien así. Y lo amaba y odiaba al mismo tiempo.

—Me gustaría viajar —confesó finalmente. No se le daban bien los rodeos. Se le daba fatal tantear el terreno. Era un hecho—. Cuando estés totalmente recuperado claro pero… yo… ya sabes, nos vendrían bien unas… vacaciones.

Si su vida hubiera sido una serie de televisión ese hubiera sido el momento en el que habría sonado la música del piano para detenerse abruptamente con sonidos chirriantes. Seto se le había quedado mirando fijamente y Yugi quiso que la tierra se lo tragara. La música que el castaño solía escuchar en sus horas de rehabilitación seguía sonando. Si Yugi no hubiera tenido el corazón en la garganta se habría sorprendido por la buena acústica de la habitación en la que estaban (aunque era cierto, también, que Mokuba le había dicho que aquella habitación había sido antes una sala de música).

—Vacaciones —replicó Kaiba como si el concepto le fuese ajeno. Yugi maldijo en voz baja. Debería haber hecho un plan antes de tirarse a la piscina pero era lo que siempre le pasaba cuando se ponía demasiado nervioso. Siempre cogía al toro por los cuernos antes de tiempo y como resultado era arrojado contra la pared. No aprendía la lección por más palos que se llevara.

—O-obviamente Mokuba podría venir con nosotros si nos las tomamos cuando le den las vacaciones en el instituto —aclaró. Se habían convertido en una especie de… familia (y era raro y agradable pensar que Seto y Mokuba se habían convertido en parte de su familia).

—Vacaciones —masculló el CEO nuevamente como si fuera incapaz de procesar toda la abstracción de esa palabra. El concepto. El constructo. El rey de los duelos sabía que estaba demasiado cerca del no rotundo. Tenía que pensar en algo, lograr convencerle de alguna manera pero, ¿cómo? Incluso pensó en suplicarle un poco si era necesario (arrojar un poco de dignidad a la basura merecía la pena si al final lograba convencerle). Tragó saliva lentamente. Quizá… no sabía si funcionaria pero acababa de caer en que aún, en todo ese tiempo, no lo había hecho ni una sola vez.

Y después de tanto tiempo juntos ya iba siendo hora.

—Por favor… —pidió—. Nos lo pasaremos bien, S-Seto —ni siquiera había terminado de hablar cuando su rostro se puso tan colorado como las grosellas. Después de decirlo en voz alta se sintió aún más avergonzado, ¿de verdad había creído que Kaiba cedería solo por empezar a llamarle por su nombre de pila? Quiso golpearse contra la pared.

Quiso golpear a su mente, esa que se suponía que era inteligente, por hacerle trazar un intento desesperado tan absurdamente patético.

—Yugi —el rey de los duelos se sobresaltó. A veces odiaba la voz de Kaiba por lo que le hacía sentir cuando pronunciaba de esa manera su nombre. Había algo en su manera de hablar que distaría su mente de lo verdaderamente importante. Y de todo, en realidad.

—Dime… —respondió bajito. Sintiéndose derrotado incluso antes de saber el resultado.

—Está… bien… —cedió para sorpresa del más bajo—. Nos iremos de vacaciones pero con dos condiciones —elevó la mano derecha y levantó el dedo índice—. Tú eliges el lugar y te encargas de organizar todo el viaje —levantó el dedo corazón—. Tú, Mokuba y yo. Nadie más.

Y Yugi sonrió tanto que le dolió la mandíbula.

Aquella respuesta había sido música para sus oídos.

Notas finales:

¿Saben lo que es esto? Quedan dos capítulos para el final así que voy a dejar de procrastinar como el koala que soy y me pondré a escribir :'D

Nos leemos.


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