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Inmarcesible por Nithael

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Notas del capitulo:

Advertencias: Ser amable esta algo así como prohibido en la religión de Kaiba.

Parejas: Rivalshipping, Polarshipping (secundaria).

Tabla: Básica #4.

Te desvaneces con el sol, no eres humana
Eres un sueño que me rompe el corazón en la mañana.

No digas nada (déjà vu); Nightcore.


—Esto es ridículo, Kaiba —Yugi estaba intentando por todos los medios hacer entrar en razón a Kaiba.

—Tú insististe en acompañarme. Ahora cállate. No puedo oír bien si estás quejándote continuamente —y sus intentos no estaban dando muy buenos resultados precisamente.

¡Sus quejas estaban fundamentadas! ¡Solo había dicho que le acompañaría para asegurarse de que no hacía una maldita locura! Aunque en realidad, si lo pensaba detenidamente, ya la estaba haciendo y Yugi se sentía terriblemente avergonzado por ello. Por haberse dejado arrastrar a esa locura. Miró horrorizado su ropa negra, cortesía de Kaiba. Ropa que justamente hacía juego con la del culpable de todo. Porque estaban de incognito. El chico aún no entendía como alguien podía ir de incognito vestido de negro. Pantalones negros, camisa negra, gafas negras, gorra negra... ¡hasta sus calcetines eran negros! ¡Todo en ellos dos gritaba en esos momentos que pasaba algo malo allí!

Lo peor sin duda alguna había sido ir a comprar aquellas prendas con Kaiba. El castaño no miraba el precio de las cosas ¡y le había regalado la ropa! Casi le había dado un infarto al ver lo que en realidad costaba todo aquel conjunto. Ni siquiera había podido quejarse porque en palabras de Kaiba tenían demasiada prisa. Trató de no resoplar. No quería más miradas largas por parte del contrario sobre su persona. Lo peor de todo eran las razones para lucir de esa manera. ¡Todo era para espiar la primera cita de Mokuba! Yugi no se consideraba así mismo como una persona agresiva (¡en serio! ¡Él odiaba la violencia!) pero en esos momentos Kaiba parecía decidido a sacar lo peor de él. Al final se resignó, agarró su humeante taza de café y bebió un pequeño sorbo.

Al menos debía reconocerle al castaño que el lugar al que habían ido era muy agradable. La cafetería era pequeña, cálida y acogedora. Bastante intima. Perfecta para el espionaje; le susurró su mente. Sí, estaba seguro de que Seto la había buscado aposta para aquel asunto pero estaba bien. No le importaba pasar la tarde en un lugar tan agradable. Aun así no planeaba quedarse callado mientras el castaño se pasaba por el forro el derecho a la intimidad de su hermano pequeño (aunque una parte de él, a regañadientes, lo entendía, ¿cuántas veces había acabado Mokuba secuestrado ya?). Era licito que Kaiba se preocupara. Lo que no era normal era llevarlo a ese maldito extremo.

—Todavía no me has preguntado nada sobre los demás —murmuró Yugi de pronto.

—¿Qué te hace pensar que quiero saber algo de tu perro y su jauría?

—¡Kaiba! —el aludido gruñó, rodó los ojos e hizo el ademán de agarrar su propia taza de café.

—De acuerdo, de acuerdo —masculló entre dientes—. ¿Qué ha sido de tu grupito de amigos?

Nuestro grupito de amigos —recalcó Yugi. Carraspeó antes de empezar a relatar que había sido de todos sus amigos. Relato que siendo sinceros Kaiba escuchó a medias, más pendiente de su hermano que de la sarta de cosas intrascendentes y aburridas que su nuevo mejor amigo le estaba contando. Jonouichi seguía siendo el mismo, básicamente, había comenzado una relación con Mai a la vuelta de la mujer y se la pasaban discutiendo (aunque según Yugi también se llevaban mejor que nunca), Anzu había viajado finalmente a América y se encontraba enfrascada en sus estudios de danza, por su parte, Honda estaba prácticamente en las mismas solo que él luchaba por su sueño de convertirse en piloto. No había mucho que decir de Bakura dado que el muchacho estaba muy ocupado y apenas se veían. Lo mismo para Otogi. En cuanto a Marik e Ishizu... en realidad Kaiba conocía mejor la situación de esos dos así que Yugi se abstuvo de mencionarlos.

—Y... ehm... eso es todo más o menos —Yugi había estado usando sus dedos para enumerar a todos sus amigos así que cuando terminó alzó los ojos para mirar a Kaiba.

—¿Hacia dónde pretendes llevar todo esto, Yugi? —la obviedad de la situación resultaba exasperante. Era obvio que Yugi no había sacado a colación a todas esas personas para hablarle de los fantásticas que eran sus vidas. Había una intención oculta detrás de todo el asunto. Siempre había una verdad oculta tras las acciones aparentemente inocuas de las personas.

—¿Por qué tienes que pensar tan mal de todo? No tengo ninguna... vale, vale, deja de mirarme así —Yugi no soportaba que el CEO se le quedará mirando fijamente sin ni siquiera parpadear. Sentía que estaba leyendo su jodida alma—. No es nada seguro, ¿de acuerdo? Pero me gustaría organizar una reunión entre todos nosotros. Anzu va a volver de América la semana que viene y creo que... sería divertido que pasáramos al menos una tarde todos juntos. Ya sabes... como en los viejos tiempos.

Silencio. Yugi contó hasta tres mientras esperaba el tajante rechazado de Seto, sin embargo, el más alto no dijo absolutamente nada. Le miró fijamente y observó perplejo como Kaiba se retiraba de la oreja el aparato con el que había estado espiando la conversación de Mokuba.

—Está bien —concedió el presidente de Kaiba Corp finalmente.

—¿Qué...? —el rey de los duelos no salía de su asombro.

—Te digo que está bien. De acuerdo, iré a esa reunión si acabas organizándola —Yugi se quedó completamente mudo debido a la sorpresa. Sus ojos no se apartaron de la figura ajena en un buen rato así que, por esa misma razón, acabó contemplando como el castaño se tomaba tranquilamente lo que quedaba de su café.

—Kaiba —llamó Yugi.

—¿Qué? —su interlocutor ni se tomó la molestia de mirarle.

—¿Por qué has dejado de espiar a Mokuba? —terminó preguntando.

Para sorpresa de Yugi el hombre que tenía delante sonrió. Seto Kaiba sonrió de una manera que no recordaba haber visto nunca. Ni siquiera cuando estaba con Atem. Y algo dentro de él se retorció de una manera que le sobresaltó.

—Mokuba ha hackeado la señal. No puedo oír nada más que ruido.

Y Yugi comprendió que lo que acababa de ver era a Seto Kaiba orgulloso de su hermano pequeño.

Notas finales:

NdA: Y llegó algo así como la calma. Algo así. No durara mucho porque soy yo y yo no sé dejar a mis pobres bichos vivir en calma. ¡En fin! Vemos como los avances de Mokuba en la vida hacen que el ogro que lleva Kaiba dentro se duerma por un periodo corto de tiempo. Probablemente luego se arrepentirá de su decisión pero idk, está hecho.

Nos leemos.


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