Un tanto más tarde Yugi se encontraba preguntando por el empresario, sin embargo y para su muy mala suerte, Pegasus, había salido en un “urgente y muy importante viaje de negocios” según le informó la secretaria. Algo no cuadraba.
Sentía algo de culpa interior por la escena de la tarde en el despacho; fue un imprudente de primera. No le sorprendería si Bakura estaba resentido con ambos, si ese era el caso, entendía que el jefe de una empresa de aquel calibre se alejaría unos días de la zona. Ahora le empezó a preocupar su integridad; tendría que andar con el doble de cautela. Se convirtió en el primer blanco de un matón y todo era su culpa.
El miedo y la ligera descarga de adrenalina le llevaron a morder su labio inferior abriendo la carne.
Con las esperanzas por los suelos, decidió volver al departamento. Necesitaba una buena siesta y calmar sus nervios.
Al entrar se encontró con que su compañero estaba alistándose para salir.
-¿A dónde vas?
-¿Qué ocurrió? Te ves peor aún que en la mañana. Me llamaron, acaba de haber un caso y es esencial que vaya a investigar.
-Joey – Lo tomó de la manga de la gabardina – ¿Podrías contarme todo lo que averigües?
Lo tomó de sorpresa, pero era una buena oportunidad para conocer más a su compañero de habitación.
-Tenlo por seguro. Nos vemos.
Yugi tomó una larga ducha, tomó té y se fue a dormir.
A la mañana siguiente esperaba que Joey le contara su primicia, pero no regresó.
¿Le habría pasado algo? Lo más seguro era que sí.
Mientras tanto.
El gran Maximillian se encontraba en su ostentoso jet privado rumbo a Estados Unidos mientras en su computador creaba un respaldo de la base de datos de su empresa ilegal. Ante todo siempre era precavido.
“Señor, en no menos de treinta minutos arribaremos a nuestro destino” Le fue anunciado desde la cabina del piloto.
Una vez que puso pie en tierra, sacó su móvil y marcó.
-Diga
-Ha pasado un tiempo. He arribado, espero puedas recibirme.
-Debe ser algo urgente así que no me importa realmente, siéntete bienvenido. ¿Tienes transporte?
-Hablas con el gran Maximillian Pegasus, estaré ahí dentro de una media hora.
-De acuerdo, avisaré que vienes. Hasta entonces.
Ésta era una gran oportunidad para Maximillian de salvar su pellejo, no había sido amenazado directamente pero aquella austera y fiera mirada de su cliente más importante decía todo.
No tardó mucho en llegar hasta el portón de una modesta mansión, se identificó y le dejaron pasar.
Al bajar del auto fue escoltado por un mayordomo hasta la sala de espera.
-Bienvenido Maximillian.
-Te lo agradezco chico Duke, siempre es un placer visitarte.
Ambos rieron con sarcasmo.
-Es la primera vez que te dignas a visitarme a pesar de vivir en el mismo continente, pasas la mayor parte de tu tiempo en Japón.
-Los negocios.
-Sí, es un hecho. Quien quisiera afianzarse contigo le tiene que costar el viaje, como a mí.
-¡Oh, vamos! Tú eras un caso especial, además olvidas que tu bella Rebecca actualmente reside en Japón, tómalo como un pequeño empujón. Llevabas semanas sin visitarla. El que me llevaras el ojo te sirvió de excusa – a lo último le guiñó.
-Bueno, por ese lado no me puedo quejar. Me pagaste lo justo por conseguirlo.
-Así es ¿Qué me dices de tu bella prometida?
Duke sonrió orgulloso – Es perfecta.
-Ya tienen planes de boda, me imagino.
-Así es, si tu punto es insistir en ser invitado; lo estas.
El peli-plateado sólo atinó a ir directo al sofá – Me encantaría, pero es de tu conocimiento cuan ocupado me suelo ver a diario.
-Lo sabía, aún desconozco el motivo de tu visita, pero ambos sabemos que no es un viaje de placer.
Pegasus cerró los ojos y se recargó en el mullido sofá, estaba agotado.
-Efectivamente.
-Y bien ¿Por qué tanto misterio?
¿Cómo decirle? Maximillian nunca contempló el hacer una familia, estaba igual de atrapado que sus subordinados. Ahora, un futuro brillante y prometedor estaba a la puerta de su colega. Sí que era cruel.
-Acudo a ti como mi más cercano socio… Quiero que seas mi sucesor.
CONTINUARA...