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Correspondencia Ilicita por Dtzo

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Notas del capitulo:

=w= io sé que esto va raro pero para todo hay una razón de ser aunque parezcan tal vez errores mios en la coherencia, en notas finales les especifico exactamente que.

Nada pos a leer.

La tranquilidad del lugar se perturbó de un instante a otro tras un par de segundos en que la música cesó por completo, dando lugar a los bullicios, no fue una reacción inmediata sino una en cadena que fue arrasando con el ambiente del lugar para volverlo un sitio de lamentos y gritos de desesperación junto a una clara indicación de evacuación del lugar. Ya no había un clima frío, el calor del lugar se disparó aun sin haber llamas, las esculturas comenzaron a derretirse al igual que el merengue del pastel, todos buscaban desesperadamente la salida a la recepción mientras personal de seguridad del hotel y personal médico buscaban introducirse al lugar en busca de heridos. Atravesar el contraflujo de la multitud fue un reto además de la ubicación de quienes estaban pasando por alguna crisis nerviosa, todo un mundo en el que Yugi no estaba consciente del movimiento sino de su propio dolor            que se inhibió de nuevo al moverse en dirección a uno de los enormes sujetos que sostenían el cuerpo inconsciente de Rebecca, pero cada paso se volvía más pesado que el anterior. Así hasta después de un par de centímetros aferrarse a esa pálida mano que instantes atrás había sostenido.

-Rebecca…

No fue algo que escucharan sus guardaespaldas además de que prestaban más atención a sus intercomunicadores, en tanto caos difícilmente alguien le escucharía, era una pregunta para sí mismo, para auto convencerse de que sólo se desvaneció y despertaría en cuanto estuviera en buenas manos.

 

 

 

-¡Yugi!

Tea se abría paso como podía entre las mesas y quienes se quedaban a presenciar que ocurría, al menos esperaba ver apoyo por parte de la misma multitud sin embargo no era así; la chica ya había sido arrastrada por la horda casi hasta la entrada del lobby pero en ningún momento había visualizado a su compañero, se habría imaginado que él la buscaría para salir al momento pero no sucedió y algo de eso le dijo que seguía adentro. En un pequeño espacio que la propia avalancha de gente causaba pudo observar algunos más en el centro de la pista y entre ellos se imaginó que podría estar su compañero pero para entonces su vestido ya era bastante estorboso y se atoraba en algunas otras prendas o bolsos así que buscó pegarse a una pared para avanzar en contraflujo.

-¡Yugi!

Le volvía a llamar pero el chico no parecía que estuviera consiente de su alrededor, la angustia que crecía en Tea se disparó cuando tuvo la curiosidad de mirar a su alrededor, de observar un considerable número de personas inconscientes sentados en las mesas, en el piso de la pista de baile, entre quienes corrían presos de pánico. Efectivamente algo estaba mal, muy mal. Algunos se hincaban donde fuera para recobrar el sentido de asfixia por el calor que subía sin moderación alguna, el propio miedo de Tea le llevó la mano al pecho. No podía estarle pasando de nuevo aquella sensación, aquella escena, se había esforzado demasiado por olvidarlo y difícilmente pensó que la volvería a experimentar, quiso llorar, dejar que la desesperación la arrastrara a esa habitación oscura que no le agradaba.

-No, ya no… por favor.

No podía dejarse caer en ese instante, debía soportarlo sólo un poco más, esperaba que aquellas costosas terapias hubieran modificado algo en ella para darle la fortaleza para afrontar uno de sus mayores miedos. Sólo un poco de valor pedía para continuar y llegar por Yugi, porque sabía que él no estaba mejor, necesitaba ayuda.

 

 

 

Petrificado, completamente petrificado y mudo.

¿Qué hacer ahora? No había nada que pudiera hacer más que llamarla una y otra vez por su nombre, por hacerle saber que no estaba sola y que despertaría, que la acompañaría hasta que esos parpados abrieran de nuevo.

-Confirmado. En marcha.

Decía el hombre que la sostenía en brazos indicándole a su colega que era tiempo de retirarse a como diera lugar ya que una ambulancia esperaba a las afueras del hotel y gracias a la horda no podrían llegar a tiempo, así que ellos abrirían camino, sería más fácil.

Para ellos, Yugi nunca estuvo al lado de Rebecca o si lo notaron no prestaron mucha atención.

-No… no te vayas.

Apenas articularon sus labios al ver a los guardias abrirse paso violentamente, estaba raro, embriagado de una sensación peculiar que antes había sentido además del calor que ya sentía recorrerle la cara en forma de sudor, sacudió su cabeza para alejar todo lo que no fuera él y donde estaba para ubicarse. Parpadeó fuertemente un par de veces para apreciar su entorno encontrándose con un caos total.

-¡Yugi!

Sí, había una voz que lo llamaba desde hacía un rato pero no le tomó importancia hasta entonces, además de que el estruendo de cientos de personas saliendo en estampida no dejaba espacio a la trémula voz de Tea. Miró en todas direcciones en busca de aquella voz que tanto insistía en ser atendida con urgencia, ahí estaba, extendiendo su brazo con la palma abierta en un desesperado gesto de auxilio, con las lágrimas contenidas en sus orbes y la sangre coloreando su rostro en su frustración. Avanzando como podía sin importar que su atuendo estuviera estropeándose en el trayecto, ni siquiera sintió que el antifaz había caído unos cuantos metros atrás.

Tomó esa parte que le hacía débil en situaciones similares, la regresó a una habitación oscura y fría que hacía mucho ya le había acondicionado para alojarla por el resto de sus días. De vuelta a la rutina de peligro constante. Corrió entre la gente hasta tomar esa mano que aguardaba por él y antes de seguir el flujo normal la sacó de la torva para dejarla caer unos instantes en el piso en lo que pensaba en un modo más eficaz de evacuación.

Tea respiraba agitada al borde del llanto que ligeros reflejos de hipo le ocasionaba su conmoción.

-Tenemos. Qué. Salir.

-En eso estoy.

Sus ojos escaneaban cada centímetro de la enorme sala en busca de la salida de emergencia que por alguna razón no lograba hallar. Tenía que apresurarse antes de que algo más sucediera, presentía que aún faltaba un siniestro más, uno mucho más explícito que el reciente.

Y tal cual imaginaba, un sonido muy familiar a los oídos de todos se hizo presente para generar aún más pánico del ya existente. Un sonido que Yugi no pensó volvería a escuchar tan pronto, un sonido que por primera vez en su vida lo hizo dudar del cómo actuar. Una descarga.

-¡Yugi, al piso!

Dos descargas más.

Tea, en cambio, no pensó que ante el disparo reaccionaría para proteger su vida o la de su compañero. Pero ya no era la misma chica que a los 13 y eso era algo que se reconocería para después de salir sana y salva. Había tomado, con una fuerza desconocida hasta para ella misma, de la casaca de Yugi para llevarlo al piso y cubrirse la cabeza con los brazos.

Otra descarga.

Fueron en total cinco tiros que siempre recordaría hasta el día de día muerte, Yugi no pudo distinguir de donde surgían las descargas o quien fue el responsable pero sí logró apreciar a lujo de detalle quien había sido el desafortunado blanco: Maximillian Pegasus, quien se suponía ya debía estar lejos de la turba pero aparentemente no era así. Y todo pasó tan rápido pero tan lento a la vez al ver al menos tres balas impactar en su espalda y desplomarse sobre el piso.

La boca se le secó por completo, dejó de respirar por segundos y sus lágrimas asomaban con toda la intención de dejarse caer por el rostro. No había tiempo para lamentar o para dudar, ya no más.

-Vamos, tenemos que movernos.

Le extendió su mano para ayudarla a ponerse nuevamente de pie, al contacto con la palma de Tea volvieron a él sus días de entrenamiento a simulación. Exactamente una habitación sin ventanas o puertas para evaluar su respuesta ante la claustrofobia y siempre en dichas pruebas había una trampilla, una pequeña y diminuta que hallar significaba aprobar.

Sus ojos barrieron a toda velocidad el lugar sin encontrar un indicio de una salida de emergencia, al menos un indicio explícito.

¡Bingo!

Las cortinas tras el escenario.

Echaron a andar a través del salón aunque tropezaran con algunas de las personas que seguían inconscientes y unas que todavía seguían tratando de asimilar la situación. Pero finalmente atravesaron la puerta alejándose del desastre tras de ellos, no se detuvieron a respirar y no lo harían hasta estar lejos del área.

La salida terminó conduciendo sus pasos hasta la callejuela bien iluminada y nada transitada entre el hotel y un restaurante cinco estrellas. Las gotas de lluvia recibieron a los chicos aliviando el bochorno de la carrera, no sólo pudieron tomar una buena bocanada de aire fresco sino descansar aunque fuesen unos instantes.

-¿Ahora hacía dónde?

Entre jadeos profundos Tea se recargó al primer muro a recuperarse un poco de la conmoción.

-Alejémonos lo antes posible, por acá.

Nuevamente tomó del brazo a su amiga para encaminarse hacia el lado opuesto a la entrada del hotel antes de escuchar una explosión sobre sus cabezas.

-¡No puedo, ya no!

La expresión aterrada llena de desesperación y frustración de Tea estaba en su punto límite, las manos sobre los oídos y el rostro compungido. 

-¡Muévete, Tea! ¡No tenemos tiempo para esto!

No fue una orden para salir de inmediato, era una advertencia de peligro; las escaleras de emergencia colgaban de nada más que una delgada varilla pero parecía que Tea no se había percatado aún de que ya tenía sobre ella ligeros rastros de escombro y fragmentos de cristal.

-¡No, vete si quieres, ya no puedo seguir!

El chirrido que hacía la varilla, al columpiar lo restante de las escaleras, mermaba su volumen lo cual era claro indicio de que estaba a nada de dejar a la gravedad llevar todo el metal hasta estrellarse en el concreto.

Un poco lenta la reacción de Yugi pero efectiva para salvar a tiempo a su amiga de ser atravesada por un par de toneladas de metal candente, ambos resbalaron y rodaron sobre el estrecho  espacio del callejón, Tea se cubría el rostro con los antebrazos deshecha en un llanto desgarrador. Yugi era pésimo para las relaciones humanas, con poco tacto y la lengua filosa, ahora era el momento de no mordérsela para sacarla del trance post-traumático que experimentaba. La tomó por los hombros para zarandearla un poco obligándola a conectar con su mirada.

-Tea, mírame – le apartó un poco a la fuerza los brazos de su rostro, el cual tomó entre sus palmas para obligarla a verlo, esta veía borroso el rostro de Yugi por los lagrimones que le resbalaban el rostro confundiéndose con la lluvia que ya los tenía por completo mojados – mírame, te necesito despierta, por favor aguanta un poco más ¿Sí? Recuerda que Miho aún te necesita.

Ante la mención de la chica de pelo violeta sus ojos se dilataron, sus lágrimas cesaron por unos instantes y su corazón se estrujo en un último intento de determinación. Si había una razón lo suficientemente fuerte para motivarla a cualquier situación, Miho era el incentivo más poderoso que podía pedir. Después de todo le había hecho una promesa y Tea era chica de palabra. Enjugó sus lágrimas barriendo en el proceso con el maquillaje quedando su rostro hecho una pena, Yugi se apartó de ella para que se pusiera de nuevo en pie.

-¿Puedes seguir sola?

Esta asintió enérgica recibiendo en respuesta una palmada en el hombro.

El callejón había quedado dividido y para su mala suerte quedaron en el extremo que más querían evitar, Yugi no tenía muy buena experiencia con los cuerpos de seguridad además de que no serían policías comunes, habrían investigadores privados y lo que menos buscaba era tener otro Joseph Wheller tras de su pista, no había de otra.

Entraron por un callejón sobre la callejuela para alejarse del nuevo foco de atención que había sido la explosión.

-Esto será problemático ¿No? No tenemos buena pinta…

Sabía exactamente a qué se refería, sus vestuarios eran demasiado vistosos y sería difícil pasar desapercibidos así que sin la menor delicadeza que una dama debería de poseer, Tea rasgó gran parte del vestido en tiras largas.

-Ten, las vas a necesitar - Yugi la miró con algo de curiosidad sin comprender a que se refería – ya sabes, para esa herida en tu costado. Véndala por mientras, no puedes irte desangrando. Por cierto, quítate el antifaz, de milagro aún lo traes.

Así Yugi se deshizo de aquel accesorio que cubría parte del rostro y ató la tela alrededor de su caja torácica sobre la tela blanca ya empapada de su sangre anudando con cierta fuerza bajo un par de quejidos mientras Tea terminaba de guardar en su bolso todos los accesorios adicionales que aún no se habían desprendido de su pelo o de la parte superior del corsé.

Al salir e incorporarse al flujo de la multitud anonadada difícilmente alguien les prestó atención ya que parecía más una escena de enamorados que habían estado portándose mal en la oscuridad del callejón. Igualmente ellos caminaron con la naturalidad de quien ha estado por tropezar e inmediatamente se incorpora como si nada hubiera pasado, sin mirar a su alrededor. Fue más sencillo de lo que pudieran haber deseado pues también miraban hacía la enorme y densa nube de humo que ascendía, atentos a las sirenas que cada vez aumentaban el número.

Tras unos pasos sin decir palabra alguna, Yugi sintió la mano de su compañera halar de su brazo a lo que apenas prestó atención pero uno más insistente ya no le dejó hacer de la vista gorda. No habló, sólo preguntó con la mirada, Tea no estaba mejor, ni siquiera lo miraba a los ojos, los tenía perdidos en algún punto del piso.

-¿Qué…qué fue lo que pasó?

Preguntó en apenas un audible jadeo que amenazaba de nuevo con terminar en un ataque de hipo y lágrimas. Igual Yugi no sabía que responder ya que ni él terminaba de procesar toda la serie de acontecimientos tan brutales, ni mucho menos poner su mente en orden para formular un resumen.

-¿Qué pasó?

Preguntó un poco más segura de su voz y su incógnita, y al no ver reacción por parte de Yugi insistió con un poco más de volumen en su voz para sacar a su amigo tricolor del trance en el que parecía sumido.

-¿Qué pasó?

¿Cómo ignorar esa última súplica?

Tal vez no ayudaría pero como mínimo esperaba hacerla entender que, así como ella, él estaba en blanco.

-Fue… un accidente.

Su voz buscaba desesperadamente sonar un tanto convincente en algún sentido que ni él podía creer. Pero no se sentía de ánimos para responder sarcásticamente como ya era la costumbre entre ellos.

-¿Crees que Joey estará bien?

A vista de que no podía insistir más pudo recordar al simpático amigo de Yugi, el cual ya no pudo ver después del banquete.

Al escuchar mencionar al rubio hizo un amago de suspiro exasperado.

-Estará bien.

Afligida por la respuesta, Tea viró la cabeza en dirección a donde los medio ya se encontraban transmitiendo la noticia.

-Ya empiezas a verte un poco mal. Tenemos que ir con el señor Solomon.

Efectivamente el rictus de Yugi se contraía en un dolor que ya asaltaba su condición pesé al pseudo vendaje improvisado. Pero no quería que su abuelito lo viera en esa condición, comenzarían las confesiones que no se sentía ni tantito preparado a dar.

-Ni hablar.

-¿Tienes alguna idea mejor? Por qué el hospital parece está sin considerar.

Tensó la quijada por qué realmente no tenía alguna otra opción en mente, parpadeó sacudiendo la cabeza como si con eso pudiera expulsar los malestares de su cuerpo.

-Vamos, no seas terco. Apuesto a que no será tan malo como piensas que será, ya es tiempo que le expliques…

-¡Cierra la boca! No tienes idea de que sucederá si se lo digo. Todo lo que te he dicho es apenas la punta del iceberg, y todo por maldita insistencia tuya ¿Crees que me agrada guardar secretos? ¿Crees que no es difícil aparentar…

Un dolor sordo hizo acto de presencia en su mejilla izquierda haciéndole rotar el rostro con cierta facilidad.

-Eres un egoísta, Yugi - una risa agria adornó su sermón - Al menos tú tienes alguien en quien confiar y un lugar al cual llamar hogar. Si fuera tú, confiaría más en mi abuelito.

A pesar del esfuerzo que le resultó a Tea pronunciar una parte de su pasado, no mostró indicios de una tristeza profunda como las primeras veces en que lo expresaba. Yugi, por su parte, también conocía aquella historia y había pasado un par de tardes y noches al lado de la chica mientras entre sollozos se deshacía en su hombro. Sintió una punzada de culpabilidad muy dentro de su pecho, debía de admitir que subestimo por un momento a Tea, jamás la creyó capaz de llegar a hacerlo recapacitar de esa manera. Ahora se sentía más en deuda con ella. Tal vez tenía más razón de lo que Yugi quería admitir pero no era sencillo. Suspiró pesadamente.

-No es lejos, pero nos tomará caminar unos cuantos  minutos.

Ya pasaba poco más de la media noche cuando por fin, después de la caminata, ya doblaban la esquina de la calle en donde era la antigua residencia de Yugi y cientos de pensamientos lo turbaron por unos instantes, la calle estaba completamente desierta y la casa no mostraba que alguna bombilla estuviera encendida, quería dar vuelta sobre sus talones para alejarse lo más posible.

-Creí que estaría más cerca.

-No puedes quejarte ya que fue tuya la brillante idea.

-Cuando dices “no está lejos” uno puede imaginar sólo un par de cuadras no más de quince… diecisiete para ser más exactos ¡Ah, estoy molida!

Tea se había detenido recargándose en el muro más cercano para retirarse, uno por uno, los tacones y sobar un poco sus pies. Yugi suspiró pesadamente, en verdad había sido un día agitado y nada agradable así que secundó a su compañera recargándose también en el muro tomando asiento por unos cuantos momentos sobre la acera que aunque estaba húmeda, gracias a la lluvia que hacía poco había terminado, no podían pensar en algo peor a un trasero mojado. Echó la cabeza hacía atrás, sólo quería que ese día terminara lo más pronto posible, que todos estuvieran bien, específicamente que Rebecca estuviera bien, miró por breves instantes las estrellas y la luna que asomaba tras el rastro de nubes que ya comenzaban a retirarse con el viento nocturno, volteó hacía la casa y por último a Tea que seguía emitiendo alaridos entre quejas y otros entre el placer que le generaba dejar de sentir una aguja clavándose en su talón. Esta al sentir la mirada de su amigo pudo deducir que quería decir algo, abrirse como realmente era, como pocas veces se dejaba ver.

-¿Cómo… cómo podría verlo ahora?

Hizo una pausa buscando las palabras en el cielo y continuó en esa misma pose.

-Sabes, tenía el presentimiento de que algún día tendría que decirlo pero no tan pronto.

Tea dejó su masaje para escuchar mejor a Yugi.

-No es fácil, sabes. No sólo no puedo contarle lo mismo que a ti, si digo algo es para soltar todo el problema desde su raíz y… - inhaló hondo y exhaló – N-no quiero mentirle más, pero tampoco exponerlo a la verdad.

-¿Tan mala es esa verdad?

Yugi cerró los ojos en un gesto de angustia pues varios recuerdos llenos de amargura lo golpearon directo en la emoción del momento.

-Como no tienes idea. Lo destrozaría como no te imaginas, lo he visto sólo una ocasión así y fue cuando desapareció mi madre. Fue horrible que esa sonrisa y sentido del humor se viera opacados por el dolor que me ocultaba. Inclusive hasta la fecha sigo sin saber cómo es que logró reponerse un poco siquiera.

Tea apoyó su mano sobre la de Yugi.

-Y ¿No crees que es un buen momento para saberlo? Eso podría ser lo que necesitas escuchar, Yugi.

La castaña dejo ver una genuina y cálida sonrisa. Yugi entonces recordó el por qué podía confiar en ella, no era una curiosa de primera como cierto rubio atolondrado e irritante, sabía hasta qué punto podía insistir y hasta cual detenerse, escuchaba y sobre todo dejaba que sus acciones hablaran más claro que un sermón de madre. Aunque claro, eso no podría saberlo. No recordaba alguno de sus primeros años junto a su madre.

-Tienes razón.

Esperaron unos segundos más antes de incorporarse para entrar de una vez por todas a la casa, ya comenzaba a enfriar la noche y húmedos podrían sufrir una segura neumonía.     

Primero Yugi se puso de pie con un poco de dificultad por su costado que suponía ya había dejado de sangrar, luego frente a Tea tomó de sus manos para ayudarla a levantarse. Una vez de pie ambos la calle tuvo se vio invadida por una escena en la que el sonido de un motor altamente revolucionado, proveniente de una vagoneta negra blindada, se detuvo abruptamente rechinando las llantas quemando el caucho levantando humo de las mismas al frenar a fondo justo frente al hogar de Yugi. Lo siguiente que percibió destrozó aún más su poca calma que había conseguido:

Saliendo de la casa alrededor de cinco hombres vestidos de negro, armados hasta los dientes custodiando a un hombre alto de la tercera edad seguido de otros tres hombres trayendo consigo una figura muy familiar que resultó ser Solomon.

Sus latidos se detuvieron al ver que su abuelito, por suerte, mala suerte o destino, Solomon había volteado la vista exactamente en dirección hacia donde él aún observaba pasmado. Pudo leer perfectamente esa expresión afligida en la que su nombre pudo leer en los labios del anciano, lo estaba llamando. No pudo escuchar nada más cuando Solomon fue forzado a subir al vehículo para, una vez cerrada la puerta, echar a toda velocidad. Esos segundos en que les tomaba a los sospechosos levantar la velocidad, Yugi ya echaba carrera con su adrenalina natural tras la vagoneta respirando aquel denso y maloliente humo sintiendo arcadas ante la exposición.

-¡Yugi, alto!

Tea, que no tenía ni la mitad de la resistencia y condición de Yugi, corría descalza tan rápido como sus adoloridos pies le permitían para detenerlo. Intentó absolutamente inútil pues ni en sueños hubiera creído que por unos instantes Yugi pudiera correr a esa velocidad, fueron tan sólo tres segundos en que Yugi estuvo a nada de aferrarse a algún saliente de la vagoneta para anclarse e irse desapercibido hasta el destino que fuera. A pesar del pánico que lo envolvía se abstuvo de llamar a gritos a su abuelito amenazando de muerte a sus captores, no podía gastar energías en banalidades, esa energía fue lo que lo mantuvo cerca hasta que el mismo sonido que había escuchado en la boda distrajo por completo su atención.

Tea también lo había escuchado, no uno ni dos, tres disparos; echo pecho tierra y se cubrió la cabeza, cuando buscó a Yugi con la mirada, la caminoneta había desaparecido en la distancia y el chico estaba en el piso al igual que ella pero al cesar los disparos no vio movimiento en él.

-¿Yugi?

Nada, se incorporó a tropezones y no pudo evitar pensar en que si él fue el blanco habían acertado. Trastabilló hasta llegar junto a Yugi dejándose caer frente a él.

-Yugi… ¡Yugi! ¡Yugi!

Lo zarandeó por los hombros y ni aun así respondía.

-¡Por favor, despierta! ¡Yugi! ¡Yugi!

-¡No lo muevas, Anzu!

Tea volteó al instante de escuchar su nombre en busca de la voz que se incorporaba a la escena y grande fue su sorpresa y parte de alivio al ver que era nadie más ni nadie menos que Joey, que ya llegaba a trote ligero hasta los chicos.

-¡Joey! Yugi está inconsciente ¡Ayúdalo, por favor!

Joey rotó a Yugi bocarriba para cerciorarse de que respiraba y sí, lento y casi imperceptible.

-Anzu ¿Qué pasó?

Tea no sabía que decir exactamente, todo había sido tan rápido así como en la ceremonia de la boda así que abría y cerraba la boca como pez fuera del agua mientras buscaba las palabras para describir el acontecimiento, claro con todo y tartamudeos.

-S-se llevaron a-a Solomon, quiero decir, al abuelo. Había muchos, tenían una camioneta y armas. Creo que le dispararon, no pude ver de dónde o a que pero en cuanto cesaron Yugi estaba tirado y no se movía.

No era de gran ayuda la explicación así que lo mejor era respirar para poder entender la historia, estaba por pedirle más detalles cuando, en su inspección para encontrar el punto de impacto de la bala, encontró la herida del costado izquierdo de Yugi y sangraba de nuevo. Frunció el ceño.

-¿Los enfrentó?

-¿Eh? ¿A los captores? N-no, sólo persiguió la camioneta. A menos que fuera un impacto de bala

-No lo es, es un poco más grande para una bala, demasiado superficial ¿Entonces que le ocurrió aquí?

Señaló la herida.

-Quisiera saberlo, cuando salimos de la turba, en la fiesta, ya la llevaba, así que supongo sucedió en ella… Hablando de la fiesta ¿Dónde estuviste? Nos tenías preocupados.

-Eso es tema para después, ahora hay cosas más importantes. Vamos - Joey subió a Yugi a su espalda para cargarlo hasta la casa del abuelo. -¿Tú estás bien, Anzu?

-Sí, lo estoy. Gracias.

-Es bueno escuchar eso. Yugi está bien, no tiene otra herida más que la del costado. Parece que llegó a su límite.

Una vez dentro de la casa del señor Solomon Joey dejó a Yugi recostado sobre el sofá de la sala para retirar la camisola y dejarla colgada en el respaldo de una silla.

-Anzu, el botiquín está en el baño ¿Puedes traerlo? Por favor.

La chica no demoró en ir y regresar con lo solicitado, una vez que estuvo en manos del chico sólo se dedicó a observar en silencio.

-¿Es grave? Está sangrando bastante.

-No es para tanto, Anzu. Ya había un poco de coagulo así que no hay problema – Joey ya se había colocado los guantes de látex mientras inspeccionaba a tacto que tan profunda fue la herida – parece que no llegó a pulmón, quedó relativamente lejos. Eso ya es por mucho algo positivo. Quien quiera que lo haya hecho no tenía intenciones de lastimarlo severamente ¿Viste algo?

-Para nada, estuve platicando con algunas personas hasta que lo vi bailando con esa chica, Rebecca. Poco después…

-Ten, por favor deshazte de esto – Le entregó un par de gasas llenas de sangre – terminaré de curarlo y entonces podremos hablar con calma. Pon agua a calentar por mientras.

Era la primera vez de Tea en la casa de los Mutou y no le daba tanta confianza como con la que Joey se mostraba familiarizado con la mobiliaria e inclusive el cómo se refería al señor Solomon. Realmente era más cercano a Yugi que ella misma aunque este negara llevarse de perlas con Joey.

Por el lado de Joey, ya terminaba de dar atención a la herida de su amigo tricolor, claro que no es como si fuera la primera vez que está para salvarle el pellejo. Se dijo para sus adentros que tal vez ya era momento de empezar a cobrarle por sus atenciones, inmediatamente sacudió la cabeza con una risa al pensar en la posible respuesta de Yugi:

“Nunca pedí tus servicios”

¡Ah! Yugi tan predecible, bueno… tal vez no tanto.

Dio un par de puntadas lo más pulcras que pudo su sentido común y dejó un par de vendas alrededor de su torso, limpió el desastre regresando los utensilios no sin antes volver a esterilizarlos, recogió la camisola sucia y la llevó al cuarto donde tenían todo lo necesario para la colada.

-¿Todo en orden?

Tea preguntó tras verlo dar un par de vueltas a la sala y de ella al baño.

-Sí ¿Ya está el agua?

Ambos tomaron asiento en el modesto comedor, uno frente a otro; tomaron un par de tazas y cada uno preparó lo que le plació, Tea uso un par de bolsas de té y Joey como de costumbre, café.

-Vaya que ha sido un día de locos, eh. Anzu – Joey se había expandido, en todo el sentido literal de la palabra, sobre la silla echando hacia atrás la cabeza para esclarecer sus pensamientos y procesar la tanda de información que le rondaba a ton ni son mientras más lo pensaba – Bueno… dejando de lado que ya ha pasado un poco la premura, cuéntame cada detalle justo después de que me fui a cenar fuera del salón principal.

Entre la explicación hubo varias intervenciones por parte de ambos justamente al hablar de Yugi, ya fuera una experiencia a su lado o algún dato curioso. La parte más interesante era que hablaban de él pero no de su situación ni lo que observaban por separado.  

Tea terminó de contar todo, cada minuciosidad que recordaba después de la cena, la actitud de Yugi de angustia, su baile con Rebecca, el extraño suceso de las personas que se desvanecieron de un momento a otro, el presunto atentado a Pegasus y la explosión en unos pisos más arriba en el hotel. Su regreso a casa, el testimonio del secuestro hasta los disparos al perseguir la camioneta.

Joey tenía el mentón apoyado entre su pulgar e índice tratando de encontrar alguna explicación a, mínimo, cualquier hecho de la noche. Era relativamente complejo, no encontraba una posible conexión pero ¿Por qué? Con mayor razón la había, las cosas no pasan sólo por qué sí. La gente no queda inconsciente sin motivo aparente y mucho menos alrededor de cincuenta al mismo tiempo. En caso de que hubiera una especie de gas venenoso todos hubieran resentido el efecto tóxico pero según lo que Anzu contaba no parecía que quisieran hacer un genocidio si afectó directamente a un anfitrión, Rebecca, era tal vez algo personal contra Devlin. Luego estaba el caso de Maximillian, no le era tan raro, después de todo tenía tratos sucios en un gran historial al que difícilmente podía tener acceso, salvo el que haya sido en público. Peor aún el repentino secuestro, que fuera el mismo día en que sucede un escándalo en el cual su nieto se ve involucrado ya levantaba sus sospechas del por qué la esquizofrenia de Yugi por no estar tanto tiempo lejos de su abuelo, pero a la vez no estar tan cerca ¿El abuelo que tenía que ver en todo eso?

Suspiró pesadamente, él también ya estaba en su límite.

-Bueno, por ahora no parece que haya mucho que podamos hacer más que quedarnos juntos hasta que se calmen las aguas. Hay mucho furor. No es seguro en este momento estar solos ni tu ni yo y mucho menos cierta personita testaruda.

Tea estaba de acuerdo, totalmente. Se preguntaba si debía poner sobre aviso a Miho, al menos sin pasar de lo que podía decir. Con un mensaje de “estoy bien, te debo una tarde en el centro comercial” fue más que suficiente para no alertarla.

-¿Tú madre? No deberías preocuparla innecesariamente – Joey hizo el comentario al ver que escribía el mensaje de texto – después de todo creo que estás en buenas manos.

-¿Eh? Je, no, no. Es mi mejor amiga. Vivimos juntas desde hace un par de años.

-Oh, entiendo. Algo así como Yugi y yo.

-Sí, algo así. Aunque es por distintos motivos – miró a Joey que le lanzaba una mirada de curiosidad, por qué este leía en su mirada que había una explicación que quería dar pero a la vez no – No tengo una buena relación con mi familia. Pero fue hace mucho, no me gusta hablar del pasado. Estoy bien ahora. Lo digo en serio.

Una sutil sonrisa adornó el semblante de Joey, ahora entendía el por qué Yugi podía congeniar tan bien con esa chica igual a cualquier chica de bachillerato. Ambos atesoraban su pasado en un cofre sellado bajo siete llaves maestras. Aunque intuía que era más sencillo hacer hablar a Gardner que a Yugi.

-¿Estudias el bachillerato?

-No, trabajo como ayudante en la boutique de mi amiga y soy asistente de estilista.

Otro punto en que congeniaba con el pequeño escurridizo de Yugi. Hasta ahora no necesitaba más.

-Me agradas, Joey. – Este levanto el rostro al escuchar dicha declaración, no iba a admitir que era la primera vez en su vida que alguien lo decía con tanta sinceridad – De no ser por ti, no hubiera sabido cómo actuar. La verdad es que no soy tan cercana a Yugi, ni mucho menos alguien diligente sino todo lo contrario. Y de no ser por Yugi no hubiera podido salir de la turba, creo que ni siquiera seguiría con vida. Lo cual me sigue pareciendo increíble, lo que quiero decir es que si no fueras un verdadero amigo no te habrías tomado tantas molestias en buscar el bienestar de alguien tan hosco como nuestro susodicho. Creo que sabes a lo que me refiero, no es muy diferente como es contigo a como lo es conmigo. Lo siento, no se me dan los discursos.

Tea tenía el rostro colorado y un par de lagrimillas inundando sus ojos celestes, escena que le pareció absolutamente adorable a Joey, esa apariencia tan encantadora sólo la recordaba en el rostro de su querida hermana. Se incorporó de la silla y palmeó la cabeza de la chica.

-Eres honesta contigo y con los demás. Eso es algo muy positivo. Gracias, Anzu.

Tea estaba por decir algo más cuando un zumbido sobre la mesa desvió su atención, era el celular de Joey.

-Disculpa, serán unos segundos. – Levantó la cubierta y atendió la llamada mientras se dirigía a la sala – Diga. – Cubrió con la palma de su mano la bocina para voltear y decirle a Tea que recogiera y lavara las tazas, además de que se diera una buena ducha para evitar un resfriado.

La castaña acató la orden de Joey, dejó todo tal y como lo había encontrado, subió al primer nivel donde encontró el baño donde dudó un poco antes de asearse. Principalmente porque no tenía un cambio de ropa limpio y aunque echara a andar el ciclo de lavado no estaría enseguida. Joey dijo algo de buscar ropa vieja de Yugi, al mencionar a su amigo sintió un inmenso calorcillo en las orejas al pensar en que el chico tiene un cuerpo esbelto y ella un poco más voluminoso, así que ni de broma algo le iba a quedar. Pero no tuvo más remedio que hurgar en el cuarto encontrando, para su buena suerte, unas camisas un tanto más grandes que el cuerpo de su amigo. Por obvias razones no iban a cerrar todos los botones así que usando su ingenio, adaptó una a modo de una especie de vestido, por lo demás había un short de deportes que estiraba.

No quiso abusar así que omitió usar la tina y fue una ducha de diez minutos.

Cuando bajó a la sala se encontró con el televisor encendido y Joey sentado en el sillón justo al lado de Yugi que dormía como un bebé.

Estaba en el canal de noticias y el foco era justamente el Grand Prince New Takanawa, un nudo se le formó en la boca del estomagó y por unos instantes quiso devolver el té recién ingerido. Tan sólo unos breves instantes se proyectó la parte externa del edificio y después cambiaron a una nueva nota.

“Tuvo razón, él tuvo razón.”

Joey tenía el entrecejo fruncido y susurraba hasta que escuchó la voz femenina.

-¿Qué fue eso, Joey?

-Un intento de noticia sobre el incidente. No dieron muchos detalles realmente, sólo lo que sabemos, nada nuevo…

-¿Qué hay de los afectados? No están… muertos ¿Cierto?

-De hecho… sí, lo están. Fueron envenenados.

La mano de Tea cubrió sus labios en muestra de no dar crédito a lo que escuchaba.

-Pe - pero ¿Cómo?

-No lo dijeron y tal vez sea una suposición mía pero dudo mucho que haya sido bajo selección. Hubo gente de alto rango involucrada, más bien sus acompañantes y uno que otro de perfil normal. Ya hay investigaciones privadas.

-Eso quiere decir que… Oh, Yugi.

No podía terminar la frase, no podía concebir la idea. Aún más por conocer a la perfección lo que es perder a un ser amado. No pasaron más de tres segundos desde que pronunció el nombre de Yugi, cuando tanto ella como Joey escucharon un grito desgarrador cargado de aflicción proveniente de quien pensaban ya dormía profundamente.

 

 

CONTINUARA...

Notas finales:

:v io sé que soy una desalmada x3 TmT no se crean, eran mi OTP hetero fav. en fin.

Aclaraciones:

Si, efectivamente no es un error sobre el nombre de Tea, más adelante ( no sé cuanto exactamente) se pondrá claro el motivo.

Nos vemos en la proxima actualización de este o cualquier otro fic que tenga pendiente x3 el que pase primero.


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