A su locker llegó el característico sobre negro y al abrirlo no sólo encontró la descripción de su receptor, sino también un pequeño y escalofriante mensaje:
Receptor: Ryo Bakura
Condición: Asesino Serial
Ubicación: Zona en construcción de Dominó.
A entregar: Paquete.
P.D: Él pondrá fin a tu condena dulzura <3
No podía ser posible. Ese lunático en verdad cumplió su palabra de enviarle algo y que Yugi fuera precisamente quien lo hiciera.
¿Qué debería llevar consigo en caso de que fuera tan brutal como Marik aseguraba? ¿Estaba preparado para ello? Era una misión de alto nivel de riesgo, sugería una buena paga pero también su vida ¿Y si no era capaz de pasar el grillete antes de morir? No estaba dispuesto a pensar en la posibilidad de que su abuelito tomara su lugar.
Gracias a su sueldo del primer trabajo, tuvo para adquirir objetos básicos de defensa persona: un paralizador, gas pimienta y una navaja letal pero discreta que siempre llevaba consigo desde entonces.
Una vez más antes de abordar la misión incineró el sobre y partió a la caída del sol. Esta vez la zona en construcción de Dominó era un escenario perfecto para una carnicería digna de un asesino serial; edificios incompletos, fosas profundas listas para ser sedimentadas, maquinaria pesada y un sinfín de instrumentos de construcción.
Tenía que mantener la calma, entrar en pánico dificultaría las cosas. Recordó que en el reino animal, los depredadores huelen el miedo de la presa y les facilita su cacería. No estaba dispuesto a terminar siendo una presa, inclusive pensó en dejar el paquete a la intemperie ¿Qué más daba que no le pagaran? Es decir, estaba empezando a valorar ahora más que nunca su vida.
El edificio que dejaron especificado en el croquis anexo al sobre, indicaba que sería el más alejado de todos, en pocas palabras, el más reciente que aún estaba en proceso.
Con cautela y los sentidos bien alertas subió por las escaleras de madera que acondicionaban para subir y bajar de pisos, muy peligrosas cabe mencionar. El lugar indicado era el último piso. Llegó y para su mala o buena suerte el receptor aún no llegaba.
Cuando Yugi había llegado al punto de encuentro aún había un poco de luz del atardecer, ahora estaba como la boca del lobo y en cualquier momento podría ser devorado, entonces lo escucho. Una risa enfermiza y maniaca le hizo reparar en la presencia del sujeto que aún no lograba divisar.
-Con que si fue Yugi Mutou quien ha venido a entregarme el correo.
-B-Bakura-san ¿Es correcto? - Cuanto más rápido dejara el paquete y se largara a toda carrera mejor.
-Así es, ahora sé buen chico y entrégamelo. – Mientras hablaba permanecía entre las sombras.
Yugi se acercó cautelosamente a dejar el paquete lo más a prisa que le permitía su instinto de peligro, terminó dando un traspié que le hizo dejar caer el paquete, rasgándose el papel que lo envolvía y entonces quedo perplejo ante lo que apreció.
Debido al ligero resplandor de la luna pudo ver que el paquete emitía un leve destello metálico. La curiosidad pudo más y terminó rasgando lo que quedaba de la envoltura para apreciar el contenido que, resulto ser nada más y nada menos que una caja dorada decorada con jeroglíficos; no había más que decir, era el contenedor del rompecabezas del milenio.
-Fascinante ¿No es así? – Bakura se encontraba en cuclillas detrás de Yugi sin moverse – Fue muy difícil conseguir esta maravilla, vale millones, ahora imagina en cuanto cotizaran la colección completa – Era una broma ¿cierto? Tenía pensado juntar cada uno de los artilugios y venderlos. Claro que sería imposible conseguir todos, su abuelito contaba con uno de ellos; jamás imaginarían que él tuviera el último. Yugi le entregó el formato a firmar. Una insensata idea le surco la mente. No perdía nada con intentar.
-Sí, suena tentador imaginar la enorme cantidad de dinero que se puede tener con los siete juntos, es una lástima que sólo tenga uno de ellos – Una de las cosas más “prácticas” para amenizar la situación era un ligero dialogo que tuviera un interés común. Y parecía que surtía efecto.
-Tres. Ya contamos con tres artilugios – Anunció victoriosamente mientras le regresaba la hoja.
El semblante de Yugi se ensombreció y con la caja aún en manos dijo:
-Dos. Ahora sólo tendrán dos.
Confundido, Bakura se acercó lentamente a Yugi para evitar que escapara- ¿Qué dices? No pensaras en robar… ¡Espera!
Ya era tarde para cuando dijo eso último, Yugi metió la caja en su bolso y echó a correr al mismo tiempo que sentía el aura asesina tras de sí, Bakura tenía el Chakram* en mano y sin vacilar lo lanzo en dirección a Yugi, que saltó hacía otro techo de menor nivel al tiempo que sintió un dolor agudo a la altura de su hombro derecho; afortunadamente no era grave y al aterrizar lo hizo dando una voltereta sobre su hombro izquierdo – rodando oblicuamente sobre la espalda- se incorporó y sintió como su mejilla también presentaba una ligera herida, al alzar la mirada se encontró con una daga de notorio filo, la tomó y siguió con su carrera. Por su parte Bakura maldijo a los cuatro vientos, debía admitirlo, lo subestimo y salió tras él. Saco de inmediato su móvil y llamó a Marik.
-Diga
-Tenemos un problema Marik
-¿De qué se trata?
-¡Ha escapado con el rompecabezas!
Del otro lado de la línea se escuchó una estruendosa y burlona risa.
-¿Quieres tomarlo más en serio? – Le recriminó Bakura.
-Claro que lo tomo en serio, es solo que no me cabe en la cabeza como un mocoso como te lo arrebato justo frente a tus narices. ¿Qué no estabas preparado? Estas perdiendo el toque Bakura, antes sólo los asesinabas sin piedad ¿Qué fue diferente esta vez?
Gruñó por lo bajo y enseguida se burló irónicamente y respondió – Ja, lo dice el señor millonario que fue encerrado en su propia habitación. Simplemente no me pareció necesario erradicarlo al momento, me duele admitirlo pero subestime sus habilidades.
-Como sea, déjalo. Planearemos algo. Por ahora debes reportar lo sucedido a su supervisor y ¿porque no? al mismísimo Maximillian.
-Bien.
Y colgó.
CONTINUARA