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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaaaa :D les traje actualización. 

Capítulo Scorvo
Espero que les guste ;) 




NOTA: He notado que a veces se olvida. Cuando alguien habla de "Grey" se refieren a Ethan xd. No pierdo nada en aclararlo. 

Saludos! 

Capítulo 23




  —Veamos cómo se las arregla para cumplir su palabra y curarlo. Pero, si falla, me cargaré a doce de ustedes.

Golpeé el piso con mi bota tres veces. Uno de los hombres de Scorpion agarró al chico que había dicho poder curar a Anniston y lo arrastró, para llevarlo a la enfermería. Cuando pasó por mi lado, pude ver cómo su rostro había empalidecido por el miedo. Joder, era extraño que no se hubiera meado encima aún.

  —Y si lo curo, me deberás siete vidas —dijo y la voz apenas le salió. Sonreí. Este chico tenía cojones.

Scorpion dejó escapar una carcajada.

  —Tengo nueve, después de todo —se burló y sus ojos quedaron fijos a la espalda de ese chico, mientras éste se marchaba junto al cazador, y reconocí en ellos algo que no veía hace algún tiempo. Desafío, habían desafiado a Scorpion y eso a él le encantaba. El grupo de Ethan Grey siempre traía consigo desafíos, problemas y peligro. Él amaba el peligro; eso lo mantenía vivo. ¿Por qué no estaba feliz con ello, entonces?

Caminó hasta Aiden otra vez. Apreté los dientes y observé cómo al pobre chico le temblaban las rodillas. Me gustaría poder temblar así cada vez que le veo también.

  —Van a quedarse aquí hasta que ese chico salga... —dijo Scorpion—. Y si falla, tú serás al primero que mataré, cariño —siseó. Golpeé el suelo una vez más.

  —¿Ocurre algo, señor? —Uno de mis hombres me habló, pero no le tomé en cuenta. Pasé por su lado para retirarme—. ¿Cuervo?

Cerré la puerta del despacho tras de mí y silencié el ruido de los lloriqueos de las personas que estaban ahí y de la risa de Scorpion que, de pronto, también había comenzado a molestarme. Me senté en una silla y fijé mí vista por un largo rato en el único cuadro que había en esa habitación: la pintura de un paisaje en cenizas y una montaña en llamas. Me acerqué a él para observarlo mejor.

  —¿En qué estaba pensando Scorpion cuando pintó esto?

La puerta se abrió.

  —¿Qué demonios ocurre contigo? —Ahí estaba, de pie bajo el umbral de la puerta; los pies firmes sobre el suelo, la espalda recta y sus ojos punzando sobre mí—. Uno de tus hombres me dijo que te fuiste en medio de la diversión...

«Cómo me gustaría poder temblar como ese chico ahora mismo», pensé.

  —Nada —respondí, con la voz seca. Él caminó hasta mí. Sentí su presencia golpeando contra mi espalda. Era grande, imponente, helada.

  —¿Nada? —Su aliento chocó contra mi oído—. Creo que te conozco lo suficiente como para saber que algo está ocurriendo contigo —su voz reía. Se estaba burlando de mí—. ¿Tanto te cabrea que esos chicos hayan vuelto?

  —Ese grupo siempre trae problemas —contesté.

  —Entonces debiste haberme dejado dispararles.

  —Tú no querías matarlos a todos —gruñí y demasiado tarde me di cuenta de que sí estaba sonando cabreado—. Tú querías matar a Aiden porque él ya no tenía la marca que le dejas... —sentí el pulso de un arma chocando contra mi nuca, acompañado del cliqueo del gatillo. Sonreí.

  —A veces, me gustaría dispararte, para abrirte la cabeza y saber qué demonios pasa ahí dentro —dijo, lentamente y con voz casi suave. Un cosquilleo revoloteó entre mis piernas. Me había puesto duro de tan sólo escucharle decir eso.

  —Hazlo —me volteé hacia él. El cañón de su revólver chocó contra mi rostro y aproveché de deslizar mi lengua por el—. ¿O prefieres que haga esto? —La mano que sujetaba el arma le tembló—. No sabía que veías tu revólver como una extensión de ti mismo —me lo metí a la boca. Sus ojos quedaron fijos en la pieza de metal por algunos segundos y Scorpion se estremeció, quitó el arma repentinamente y se apartó.

  —No me jodas —me dio la espalda y caminó hasta la puerta.

  —Acabas de llegar. ¿A dónde vas? —me crucé de brazos—. ¿Irás a joder a ese pobre chico otra vez? —Su mano sostuvo la manilla. No quería verle cruzar esa puerta—. Porque ya no puedes hacerle daño, eso ya deberías saberlo —solté. Volteó hacia mí y sus punzantes ojos azules me lanzaron una mirada que me recorrió de arriba abajo, analizándome, como siempre lo hacía.

  —Tú no me dirás lo que puedo hacer o no —Scorpion caminó hacia mí con pasos rápidos que no me dieron tiempo de moverme, me empujó contra el escritorio y yo presioné sus bordes de madera entre mis manos para sujetarme. Se acercó a mí, tomándome de la cintura, estrechando su cuerpo contra el mío y se tomó el tiempo de lanzar su fría respiración contra mi cuello antes de morderlo. Sentí cada uno de sus dientes clavándose en mi piel, estremeciéndome con su filo y llenándome con aquella placentera sensación que siempre buscaba.

  —Él ya no te pertenece —jadeé—. Ethan Grey le quitó tu marca.

  —¿Y eso te alegra, hijo de puta? Siempre estuviste celoso de él, ¿no? —Su mano subió por mi cuello y sus dedos tiraron de mi cabello hacia atrás. Sonreí.

  —No puedo decir que me entristece —me burlé. Sus ojos quemaron con algo en su interior parecido a la ira cuando volvieron a clavarse sobre mí. Apartó las cosas que estaban sobre el escritorio de un golpe y me volteó. Mi cabeza se sacudió contra la madera cuando él la hundió sobre la mesa al inclinarme. Sentí su erección frotándose entre mis muslos, ansiosa. La sentía arder incluso sobre la ropa.

  —Voy a quebrarte —ronroneó, forcejeando con mis pantalones.

  —Hazlo, por favor.

  —Me encanta cuando lo pides —me tiró del cabello, obligando a mi cuerpo a contornearse. La sensación fue abrumante, deliciosa. Me soltó y otra vez sentí el contacto de la madera en mi mejilla cuando su mano me aplastó contra el escritorio una vez más—. Suenas más como una puta cuando lo haces —metió sus manos bajo mi chaqueta y mi camiseta y arrastró sus uñas a lo largo de mi espalda. Las piernas me temblaron en un escalofrío. Iba a volverme loco.

  —A-Ah, Scorpion —gemí—. Entra de una vez.

  —Pídelo de nuevo —se aferró a mí, estaba duro como una maldita piedra.

  —Por favor... —dije—. P-Por favor... —repetí, sabía que eso le calentaba. Sus uñas recorrieron mi piel hasta mi cadera, donde se quedaron ancladas, como garras adentrándose en mi carne. Me tomó con fuerza, me embistió. Sentí toda la ferocidad de su pene rompiéndome la piel. Estiré mis brazos sobre el escritorio, para permitirme sentirlo más intensamente. Dejé escapar otro gemido, más fuerte, más ruidoso, para asegurarme que llegara a sus oídos. Quería que me oyera, quería que supiera lo que me estaba causando.

«Me estás destruyendo»

Sus penetraciones eran fuertes, brutales, sin piedad; cada una de ellas hacía a mis piernas temblar y la electrizante sensación que acompañaba eso me llenaba por dentro. Le oí gemir en voz alta y esa sensación se extendió hasta mi sangre.

Alguien golpeó la puerta, pero él no se detuvo y es más, aumentó su ritmo. Dejé escapar un grito.

  —¿Scorpion? ¿Estás ahí?

  —Un momento... —respondió él, con la voz cansada y yo volteé el rostro hacia él para mirarle. ¿A qué estaba jugando? Me sonrió, tomó mi cabeza y volvió a aventarla contra el escritorio. Su mentón cayó sobre mi espalda cuando inclinó su cuerpo contra el mío.

  —Silencio, Branwen —gimió sobre mi oído y yo gemí más alto al escucharle pronunciar mi nombre. Me estaba rompiendo, me estaba quebrando, como había prometido.

  —¡S-Scorpion, es urgente!

  —¡He dicho que esperes! —gritó y su grito sonó ahogado en medio de jadeos. Llevó una mano a mi entrepierna y la tomó para comenzar a masturbarme. Ahogué un grito sobre la madera y rechiné los dientes—. A-Ah. Cállate, Brann —mordió mi cuello.

  —¿C-Cómo quieres que me...? A-Ah... —No pude terminar de hablar. Apoyó una de sus rodillas sobre la mesa para aumentar la velocidad de sus embestidas, su boca subió otra vez hasta mi oído, donde le oí gemir mientras me mordía a su completo antojo. Sentía cómo su pecho resbalaba por mi espalda, le sentía palpitar contra mi piel. Su mano asfixiaba mi miembro, agitándolo al mismo ritmo en el que me estaba follando. No podía soportarlo.

Lamió mi mejilla. Gemí.

  —Shh... —El vahó que ambos respirábamos ardía como un infierno, su respiración me quemaba. Deslizó su lengua por mi rostro, por mi cuello. Clavó sus dientes en mi hombro hasta hacerlo sangrar.

  —Mphh... —mordí mis labios con fuerza, para ahogar mis propios jadeos, con toda la fuerza que tenía, con la misma con la que quería gritar. Oí más golpes en la puerta, no me importó, a él tampoco. Mi excitación se desbordó. Llegué al límite. Scorpion siempre me hacía alcanzar el límite.

El orgasmo llegó como sangre desparramándose por mis labios. Él continuó unos segundos más, hasta que le sentí derramarse en mi interior. No me moví hasta sentir la humedad de la última pizca. Cada gota de él...me pertenecía.

Salió de mi interior y se apartó para vestirse. Le imité, aún algo aturdido.

  —Espero que realmente sea grave, si no mataré al cabrón que está afuera —gruñó, mientras subía sus pantalones.

  —No creo que se haya atrevido a molestar tanto si no fuera algo realmente grave —advertí y caminé hasta la puerta para abrirla yo mismo—. ¿Qué es lo que ocurre? —pregunté al salir. Tadder, un viejo compañero, estaba sentado frente al umbral y se levantó de golpe.

  —¡Scorp... Branwen! —balbuceó cuando me vio, parecía nervioso—. Tienes...— me hizo un gesto con la manga de su camiseta y sólo entonces recordé que me sangraba el labio. Me limpié, pero la sangre volvió a salir. Scorpion apareció tras de mí—. Scorpion...

  —¡Habla de una vez! —le gruñó Scorpion.

  —Los de La Hermandad... —comenzó Tadder—. Nos han atacado... —di un paso hacia él al oír esa frase.

  —¿Qué has dicho?

  —Derribaron uno de nuestros puestos de vigilancia ubicados al norte —me informó, rápidamente—. Los mataron a casi todos.

  —¿¡Por qué los de La Hermandad nos han atacado!? —grité. Demonios, se suponía que ellos nos temían. Nos habían temido durante los últimos tres años.

  —¿Cuántos sobrevivientes? —preguntó Scorpion.

  —Uno sólo. Un chico —Joder. La Hermandad se había cargado a más de quince hombres.

  —¿Dónde está?

  —¡Oye, Lancer! —Tadder gritó un nombre que no se me hizo para nada familiar—. ¡Ven aquí! —Un chico apareció por el pasillo, no debía tener más de diecisiete años. Mi compañero le hizo una seña con la cabeza y apoyó una mano sobre su hombro—. Cuéntale a Scorpion lo que pasó.

  —Nos atacaron, señor —informó.

  —Eso ya lo sé, joder. ¿Qué más?

  —F-Fue durante la noche, un grupo de unas treinta personas saltó las rejas y nos invadió... —Las rodillas de ese chico todavía temblaban, pero sus ojos estaban firmes. No quería aparentar miedo frente a su líder.

  —¿A cuántos mataron ustedes?

  —A la mayoría, sólo unos diez lograron escapar. Pero todos mis compañeros...

  —Fue un buen trabajo —interrumpió Scorpion y sonrió, pero ya no me extrañaba ver esa sonrisa. Estaba entusiasmado—. Seguramente ellos también atacaron el puesto en el que atendía Anniston.

  —P-Pero escuché que a Anniston lo mordieron, señor... —dijo el chico. Scorpion le dio una palmada sobre el hombro.

  —Estamos hablando de La Hermandad, muchacho —explicó—. Esos cabrones tienen un ejército de infectados a su disposición, deben estar probando diferentes ofensivas. Definitivamente quieren invadirnos, pero por ahora sólo están tanteando terreno. Aún tienen miedo.

  —¿Por qué querrían atacarnos? —pregunté. Esa duda aún daba vueltas en mi cabeza. Scorpion revisó su revólver, asegurándose de que estuviera cargado.

   —Yo sé por qué —soltó y empezó a caminar. Le seguí por inercia, al igual que los otros dos cazadores. Sus pasos acelerados llegaron hasta el centro de la guarida, donde los hombres de Grey seguían, ahora de rodillas y siendo amenazados. Uno de mis hombres llevaba al chico que prometió curar a Anniston de vuelta a la fila.

  —Deténlo —me ordenó Scorpion.

  —Detente —le ordené al hombre y él paró en seco junto al chico. Scorpion se adelantó, tomó al chico por el brazo y lo arrastró hasta el frente de la fila. Le puso un arma en la cabeza. Oí algunos gritos.

  —Van a decirme ahora qué fue lo que hicieron para cabrear a las personas de La Hermandad—dijo, con voz seca y ronca—. Si no, mataré al chico.

  —¡N-No lo mates, Scorpion! —gritó Aiden, más que un grito pareció un ruego lleno de temor. Sonó ridículo—. P-Por favor...no sabes lo que...

  —¿Cómo está Anniston, por cierto? —preguntó Scorpion a uno de sus hombres, sin dejar de apuntar al chico, al que le temblaban las rodillas. Me fijé en los demás de ese grupo, todos estaban temblando también—. Ya deben haber pasado más de tres horas desde que lo mordieron, los primeros síntomas debieron haber aparecido.

  —Lo hicieron, señor. Pero están retrocediendo; su fiebre está bajando, no ha vomitado y su pulso y presión se han estabilizado. Parece sano —informó el hombre. Scorpion soltó un silbido de asombro. Su arma presionó aún más contra la cabeza de ese chico.

  —¿Qué fue lo que hiciste? —le preguntó—. ¿Acaso tienes una cura? —El muchacho tragó saliva.

  —Yo...

  —¡No, Reed! —gritó Aiden. El chico cerró la boca. Scorpion sonrió.

  —¿Reed? —preguntó—. ¿Ese es tú nombre?

  —S-Sí.

  —Bueno, Reed, ¿qué demonios fue lo que hiciste para detener los síntomas en Anniston?

  —¡R-Reed! —Ethan Grey intentó levantarse, pero yo apunté mi arma hacia Aiden para detenerle. Lo hizo.

Scorpion chasqueó la lengua.

  —¡No me digas! —rio. Le vi buscar su cuchillo en su cinturón—. ¡Tienes que estar bromeando! Tú... —lo clavó en la pierna izquierda del chico, él soltó un grito desgarrador y todo el mundo en la fila gritó e intentó levantarse. Nuestras armas les apuntaron. Scorpion rio más fuerte—. Joder, ¿es en serio? ¿Tú eres la cura, chico?

Un extenso silencio confirmó su teoría. Tardé varios segundos en procesar lo que acababa de escuchar.

  —¿L-La cura, dices? —balbuceé—. Este muchacho... ¿cómo?

  —Su sangre. Tiene un pinchazo en el brazo. Debe ser su sangre —observó Scorpion, mientras apuntaba con otra de sus armas al estómago del chico—. ¿Será por eso que La Hermandad busca entrar aquí?

  —N-No tengo idea de qué es La Hermandad—se quejó el chico, intentando llevar sus manos a la herida que había comenzado a sangrar. Scorpion le detuvo y metió sus dedos dentro de ella. El chico volvió a gritar. Rodé los ojos, no era tan grave para hacer tanto escándalo.

  —Las personas de las que venían escapando antes de ser atacados por los perros —explicó rápidamente el chico de la máscara de gas que estaba en la fila.

  —Oh. ¿En su primer día se encontraron con los perros? Qué suerte —Scorpion tiró al chico al suelo y apuntó el arma contra su espalda—. Vamos muchacho. Dime qué les hicieron a los de La Hermandad.

  —E-Ellos nos atacaron primero.

  —¿Y?

  —Sólo nos defendimos... —interrumpió Grey—. D-Deja al chico, por favor —Scorpion no iba a hacerle caso. El cañón de revólver subió hasta el cuello del chico.

  —¿Qué más, Ethan? ¿A cuántos de ellos mataron?

  —¡No lo sé, joder! Ellos eran demasiados, nosotros sólo soltamos a los zombies que tenían encerrados en la iglesia para distra...

¿Acaso se refería a esa iglesia?

  —¿La iglesia? —le interrumpió Scorpion—. ¿Cómo los soltaron?

  —Le pusimos una bomba e-en la puerta —balbuceó el chico que Scorpion tenía contra el suelo. Los cazadores que estaban a mí alrededor cuchichearon entre ellos y por unos segundos me sentí confundido. Scorpion dejó escapar una carcajada ruidosa.

  —¡No me jodas! —le dio una patada en la espalda—. ¿¡Ustedes tiraron abajo su lugar sagrado!?

  —¿Lugar sagrado?

  —¿Por qué crees que se hacen llamar La Hermandad? —rio. Los rostros de las personas que estaban de rodillas empalidecieron. Debían estar aterrados, se habían metido en un gran lío, y nos habían arrastrado a nosotros con ellos—. Esos hijos de puta deben creer que les estamos ayudando... —agarró al chico del cabello y lo arrastró de vuelta con su gente—. Pero ya mataron a más de una docena de mis hombres —lo lanzó contra uno de sus compañeros y ese pelirrojo lo atrapó entre sus brazos—. Ya salvaste a Anniston, así que te debo siete vidas... —sonrió—. Ellos nos superan en número, pero hasta ahora no se atrevían a cruzar las rejas. El que ustedes hayan quemado su maldita iglesia debió haberles dado el valor.

  —¿V-Vas a entregarnos a ellos? —preguntó el chico. Scorpion se acuclilló frente a él.

  —Oh, claro que no —le acarició el cabello y el chico apartó su mirada y la movió en mi dirección. Estaba a punto de llorar—. Ustedes son míos, Reed —le dijo—. De todas formas esos hijos de puta iban a tocarme las pelotas en algún momento, ustedes sólo lo adelantaron —se levantó—. Les daré siete días, uno por cada vida. Tendrán siete días para hacerlos retroceder, si no... —recorrió a toda la fila con una mirada punzante—. Ya saben lo que pasará —caminó hacia mí—. Se quedarán aquí. Si se atreven a intentar escapar, los mataré. Si se atreven a sublevarse, los mataré. Si se atreven a desobedecerme...

  —Vas a matarnos —dijo uno de ellos.

  —Bien. Están aprendiendo

¿A qué estaba jugando?

Scorpion me hizo una seña para que le siguiera. Ambos caminamos hacia el despacho nuevamente.

Había que planear una guerra, después de todo.

  —Te dije que esta gente sólo traía problemas consigo... —le dije, antes de llegar.

  —¿No es más divertido así?

  —Será una maldita masacre. No le veo lo divertido —siseé, mientras tomaba manilla, para abrir la puerta.

  —Espera, Cuervo —me detuvo antes de entrar.

  —¿Qué? —me sentí ligeramente incómodo cuando noté su pesada mirada puesta sobre mis labios. Estaba seguro jamás haberle visto hacer eso.

  —Tienes... —llevó uno de sus dedos a mi boca para retirar un poco de sangre que seguía saliendo de mi labio inferior. Casi lo había olvidado. Llevó ese mismo dedo a sus labios y lo lamió. Me estremecí. Repitió el gesto y me lanzó una mirada molesta—. Joder. ¿Esa mierda en tu labio no para? —tomó mi rostro entre sus manos.

  —¿Cuál es el problema con un poco de san...? —callé. Me besó. Sus dedos se hundieron sobre la piel de mis mejillas. Deslizó su lengua por mis labios y los suyos succionaron levemente para sorber toda la sangre. Por un momento, mi cuerpo se paralizó.

Se apartó.

  —Bien, así está mejor —abrió la puerta él mismo y se adentró en el despacho. La calidez de su boca siguió sintiéndose sobre mi piel por algunos segundos más—. Deberías ver el lado positivo, al fin vamos a poder cargarnos a esos malditos locos de La Hermandad—siguió hablando como si nada, pero yo aún me sentía aturdido—. Su puta iglesia me enferma... ¿Cuervo?

  —¿Eh?

  —¿Estás escuchándome?

  —Ah, sí —cerré la puerta tras de mí—. Tienes razón. Será divertido, después de todo. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Traducción Scorpion-Español : "A veces, me gustaría dispararte para abrirte la cabeza y saber qué demonios pasa ahí dentro" significa: "Quiero entenderte, amorcito" Ok no xd 

Aw, no es romántico?

Scorpy: "Si intentan escapar, hay tabla. Si intentan sublevarse, hay tabla..." 

Apenas vienen saliendo de la guerra contra Shark para meterse en otra x3 Cuervo tiene razón, estos chicos sólo traen problemas xD 


¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Preguntas? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review

Que tengan una buena semana y una excelente noche de brujas!
Abrazos !


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