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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaa, querubines :D

Lamento mucho la tardanza, mi pc sigue muerto (yo pensaba que era el ventilador, pero ahora descubrieron que era el disco duro lo que está malo -rotocomoeltítulodeestecapítulo- así que sólo dispongo de mi celular y el note de mi novio para escribir :v por lo que las actualizaciones seguirán tan lentas como están ahora xD) 

Capítulo cortito...pero tenso. 

He estado pensando que quizás al hacer capítulos más cortos podría actualizar más seguido (como en los inicios de la primera temporada xd) veamos cómo va eso. 

Será un golpe duro para las fans del Scorvo
Si quieren sufrir aún más, el capítulo lo escribí escuchando "Wight" de Crywolf :) si quieren oírla, ahí esta. 

(No. Nadie va a morir, tranquilo/as) 

Abrazos.


El hombre que estaba atado y arrodillado frente a mí nos miraba en silencio con una superioridad que me molestaba. Sonreía, como si se estuviera burlando de la situación. Acababa de desatar una bomba. No, sólo había encendido la mecha.

La bomba iba a explotar de todas formas.

  —¿De qué estás hablando? —repetí. Él no movió la boca. No iba a recibir respuesta de su parte.

Scorpion me lanzó una mirada punzante y sus ojos parecieron querer atravesarme. Pero no iba a permitírselo, no esta vez. Apreté los puños y esperé. Estaba jodidamente molesto. No era un idiota, entendía la situación a pesar de no haber oído toda la conversación.

Scorpion me había estado ocultando algo todo este tiempo y yo exigía saber qué era.

Con lentitud, él se acercó al hombre que estaba atado y cortó las cuerdas en sus muñecas con un cuchillo.

  —Sal de aquí —le ordenó—. Noté que conoces al pelirrojo. Ve con él, pero si intentas escapar me encargaré de partirte el culo.

Dos ojos de distinto color se clavaron en mi figura, fijos.

  —No pienso moverme de aquí de todas formas —me sonrió sin dejar de mirarme, a pesar de que esa respuesta era para Scorpion—. Este lugar es encantador —noté otra vez la burla cargada en su mirada. Se levantó, abrió la puerta y se marchó.

Hubo entonces un silencio pesado y espeso. Scorpion suspiró, pero no dijo nada.

  —¿Vas a contarme de qué estaban hablando o tendré que salir tras él para enterarme de la verdad? —fui al grano.

  —¿No deberías estar en la enfermería? —preguntó con voz ronca.

  —No, no debería —gruñí—. Es aquí justo donde debo estar.

Él rió.

  —Eres una molestia… mírate —Su voz era fría, monótona y ácida, como si estuviese cargada de veneno. Conocía a Scorpion, lo conocía más de lo que él creía. Estaba enfadado, porque había descubierto lo que sea que él había estado tratando de esconder—. Apenas puedes mantenerte en pie.

  —He salido de situaciones peores que esta… —dije y llevé mi mano a mi ojo izquierdo, para acariciar el parche de cuero que estaba sobre él.

  —¿Quieres que te quite el otro ojo? —preguntó entre dientes.

  —¿Qué trato tenías con Cobra? —interrogué. No estaba hoy para sus bromas.

  —Te dije que no te metieras en esto —gruñó. Tenía la camiseta y las manos manchadas con sangre, sudor marcando el borde de su frente y los ojos oscuros como nunca los había visto. Se veía fatal. Quizás la situación lo estaba superando. Me acerqué a él, sin importar la forma en la que me miraba. No me quería cerca en estos momentos.

  —Hace cinco años, prometí encontrar a ese hijo de puta… —dije, con los labios apretados. Su cara estaba muy cerca de la mía—. Lo buscamos durante dos días, ¿lo recuerdas?

  —Lo buscaste durante dos días —respondió. Por fin iba a hablar—. Yo lo encontré el primero —Sus ojos se posaron sobre mis labios y sonrió. Ese gesto me aturdió por un par de segundos.

  —¿Por qué no lo mataste esa vez?

  —Ah, el pobre había perdido a la mitad de su escuadrón —Excusas. ¿Por qué estaba inventando? —. Le hubieras visto la cara ese día, estaba tan asustado y en shock que casi se mea en los pantalones.

  —¿Por qué no trajiste a Steve contigo entonces? —continué interrogando. Él se acercó un poco más a mí. No retrocedí.

  —¿Por qué debería haberlo hecho?

  —¡Porque sabías lo que Cobra era capaz de hacerle! —grité, ya me había hartado—. ¡Sabías lo que podía pasarle a ese hombre y aun así tú…!

  —¿¡Quién te crees que eres!? —me tomó del cuello de la camiseta y yo hice lo mismo con él—. ¿¡Desde cuándo te importa lo que les pase a otras personas!?

  —¡A ti debería importarte!

  —¡Sabes que no es así!

  —¡Ese es tu maldito problema! —le empujé—. ¡Que todo te importa una mierda!

No vi venir el puñetazo que me dio.

  —¿Un golpe? —sonreí, sintiendo inmediatamente el calor líquido de la sangre que comenzó a brotar de mis labios, más rápido de lo que me habría imaginado. Scorpion golpeaba duro, pero yo no podía sentir esos golpes, no de la forma que él quería—. ¿En serio? —le devolví el puñetazo. No recordaba la última vez que le golpeé. Se sintió desgarrador—. Sabes que un golpe no me hará nada.

Se lanzó sobre mí y mi espalda chocó contra la pared metálica cuando sus manos comenzaron a asfixiarme.

  —¿Por qué estoy discutiendo esto contigo? —preguntó, pero sabía que esa pregunta no era para mí, sino para él mismo—. ¿¡Por qué crees que debería darte explicaciones de lo que hago!? —El aire empezó a faltarme, suspiré y sentí algo despertar bajo mis pantalones. Tomé su mano izquierda y la apreté con fuerza para que me soltara.

No era momento para esto.

Scorpion me soltó, sacudió su mano en el aire y entonces pude ver la herida que tenía en ella. Se había quemado, toda la palma estaba roja, como si aún estuviera a fuego vivo.

Me dejé caer sentado al suelo cuando me sentí mareado. Respiré, el aire perdido volvió a mis pulmones rápidamente, pero el vértigo no se fue. Debía ser por la pérdida de sangre. Scorpion se arrodilló frente a mí

  —¿Qué te ocurrió, Branwen? —susurró y sus manos tomaron mis mejillas para levantar mi rostro. Me acarició con sus pulgares. Me estremecí—. Antes solías ser un completo bastardo. ¿Qué pasó? —besó el borde de mis labios y su lengua se llevó la sangre que aún quedaba sobre ellos. No pude moverme. Otra vez estaba ejerciendo ese control sobre mí que me dejaba helado, sin poder reaccionar y sin poder pensar claramente—. Ahora actúas como una niñita.

  —¿Por qué no me dijiste dónde estaba Cobra? —pregunté, con sus labios sobre los míos.

  —Fue un trato entre ambos. Yo lo dejaba huir y él no nos molestaba nunca más.

  —Pudiste haberme preguntado… —sus labios bajaron por mi cuello. Me mordió. Gemí.

  —No era necesario —Sus dientes toparon contra la piel de mi hombro.

Lo aparté bruscamente.

  —Sí lo era.

  —Eh, escucha.

  —No, Scorpion… —El resto de mi cuerpo respondió y lo aparté aún más. Por primera vez sentí la necesidad de tenerle lejos y entonces me di cuenta de que algo se había roto; no sabía qué era, pero traía consigo algo parecido a un dolor que estrujó mis pulmones e hizo volver la sensación de asfixia, a pesar de que sus manos ya no estaban sobre mí. Esa mierda no me gustó. 

  —Mataré a ese hijo de puta —me interrumpió.

  —Tú sólo quieres acabar con él porque te ha tocado los cojones.

  —¿Y qué? ¿Vas a decirme que quieres salvar a su hermano?

  —¿Hay algún problema con eso?

  —De eso estoy hablando —se levantó y me apuntó con el dedo—. Te has vuelto un blando.

  —Sí, me he vuelto un blando —me levanté yo también—. Y creí que tú podrías ablandarte un poco también. Eso es lo que deberían hacer los bastardos como tú —pasé por su lado para salir.

  —¿En serio creíste que podría? —dijo, arrastrando las palabras en tono de burla—. ¿En serio lo creíste? —tuve ganas de golpearlo otra vez. Quizás mi orgullo era el que se había roto.

  —Sí, lo creí. Fui un idiota.

Él se rió.

  —Tú lo has dicho.

Cuando abrí las puertas del vagón, todo el mundo estaba ahí. Scorpion tenía razón, yo siempre fui un bastardo. Un bastardo que no lo necesitaba, un bastardo que hacía lo que quería. Y en estos momentos quería ir al escondite de Cobra, darle una paliza y rescatar a su hermano. Porque sí, yo era un bastardo, pero era un bastardo que cumplía sus promesas.

Me acerqué al hombre de Cobra, que estaba junto a Reed y su noviecito.

  —¿Puedes decirme dónde se esconde? —pregunté. Él sonrió.

  —Centro de la ciudad, en las ruinas del bulevar subterráneo. Reconocerás la entrada cuando llegues.

  —¿Cómo?

  —Está llena de enredaderas.

  —Se ha ocultado todos estos años como una rata —gruñí. Él se rió y negó con la cabeza.

  —Estamos de acuerdo con eso.

Scorpion salió del vagón y se quedó quieto bajo la puerta. Sus ojos se clavaron sobre mí. Parecía que quería hablar, pero él siempre decía lo que pensaba. 

  —Iré al escondite de Cobra ahora. Todos los que quieran ir, acompáñenme —dije.

Cómo lo supuse, mis hombres fueron los primeros en dar un paso adelante.

Aiden se me acercó.

  —¿Irás por Steve? —preguntó. Le miré a los ojos y estos parecieron brillar en la oscuridad del lugar.

  —¿No es obvio? —contesté.

En quince minutos todo estaba organizado. Mis hombres eran rápidos y no tenían miedo, no les importaba la causa y tampoco las consecuencias que podía traer esto. A mí tampoco me importaba. Había hecho demasiado mal al dejar de buscar a ese maldito. Ahora esperaba remediar un poco las cosas.

Cuando dejamos los vagones para marcharnos, los azulados ojos de Scorpion seguían clavados sobre mí, más fríos y punzantes que nunca.

Pero esos ojos ya no podían paralizarme.

 

Definitivamente algo se había roto entre nosotros. 

 

Notas finales:

Terminaron (?) Podría decirse. En algún momento tendría que pasar... 

Críticas, comentarios, preguntas, pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review. 

Que tengan una buena semana


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