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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holii :3

Ya falta poco! Pronto volverémos a donde estábamos. 

Espero quel es guste.

:)

Capítulo 7





   —¡Cuidado! —Me distraje y caí al suelo, un muerto cayó junto a mí, un muerto que había estado a punto de morderme. Terence estiró su mano para ayudar a levantarme. A punta de golpes y cuchillo nos habíamos abierto paso entre todo ese desastre. Nos acercábamos al grupo más grande, a esa multitud en la que habíamos visto desaparecer a Ethan y Aiden—. Fíjate por dónde vas… —tomé su mano ensangrentada y me puse de pie. 

   —L-Lo sien… —callé cuando oí un cambio en los gritos que soltaban. Algo estaba pasando ahí donde estaba esa concentración de muertos. Ellos parecieron dispersarse, algo rompió con la aglomeración, y entonces, un montón cayó al suelo de pronto, uno tras otro, como un dominó. Todo ese grupo de gente muerta pareció entrar en caos. Terence pareció congelarse a mi lado.  

   —¿Qué demo…? 

   —Cuidado ahí, Terence —advertí cuando tres de ellos se separaron y corrieron hacia nosotros. Me adelanté para acercarme al primero y atravesarle el cráneo con el cuchillo. Terence tomó del cabello a los otros dos para sujetar sus cabezas, para que yo los matara, pero algo los remató antes de que si quiera pensara en hacer algo. Los monstruos simplemente dejaron de moverse y cuando él les soltó, se desplomaron sobre la arena. Instintivamente me agaché para inspeccionarlos. Algo les había atravesado la cabeza, pero no había escuchado ninguna bala. 

   —¿¡Qué mierda están haciendo aquí!? —La figura de Ethan asomó entre esa multitud de muerte que continuaba cayendo. Vi cómo agarraba a uno de ellos por el cuello y lo lanzaba lejos, increíblemente lejos. 

   —¿Cómo hizo eso? —balbuceó Terence a mi lado. 

Me sentí insignificante. 

   —¡Deberían estar en sus casas, maldición! —gritó, parecía furioso. Retrocedió y desapareció entre los muertos que aún formaban un grupo considerable. Luego, simplemente me es imposible describir lo que ocurrió. Él solo pareció brincar sobre las cabezas de todos ellos, a más de dos metros de altura, solo le vi elevándose en el aire en un salto que solo habría sido posible con la ayuda de una pértiga. Sus botas tocaron el suelo y levantaron un montón de arena cuando cayó, completamente de pie. Aiden estaba en sus brazos, inconsciente o muerto. Temí lo peor. 

   —A-Aiden… 

   —¿Qué demonios fue eso, Etha…? 

   —Corran —ordenó mientras él mismo comenzaba a moverse, rápido a pesar de llevar a un hombre en sus brazos—. No podemos estar en un lugar con tanta gente —Le miré y luego miré a ese grupo de muertos que había comenzado a correr hacia nosotros. Más de la mitad había caído, y estaba seguro que yo no era el responsable de eso. Alguien tiró de mi brazo. 

   —Que corramos, ha dicho —Los ojos multicolor de Terence me lanzaron una mirada amenazante. Me dejé agarrar por su brazo y comenzamos ambos a correr dunas arriba. Estaba seguro que los tres podríamos acabar con los restantes ¿Por qué estábamos huyendo? 

   —Aquí… —Ethan se detuvo cuando llegamos a un lugar apartado, pero ellos seguían cerca, estaban subiendo—. N-Necesito… —Su voz temblaba, parecía nervioso y tenso—. Necesito que se lleven a Aiden, se ha desmayado.

   —Ethan ¿Tú estás bien? —Terence me dio un codazo cuando preguntó eso. Entendí su mensaje. Presta más atención. 

   —Estoy…bien —Me  detuve unos segundos para observarle. Sus ojos, ahora más negros que nunca, parecían haber cambiado—. Y Aiden también está bien, solo necesito que lo saquen de aquí...

¿Acaso sus pupilas estaban dilatadas? 

   —¿N-Necesita atención médica? —volví mi atención hacia Aiden y me acerqué a los brazos de Ethan para examinarlo. 

   —¡Está bien, demonios! —gritó con voz ronca—. ¿Acaso no les dijo que tenía enoclofobia? —Se acercó a Terence y el pelirrojo automáticamente estiró sus brazos para tomar a Aiden—. Llévenselo, a cualquier lugar pero sáquenlo de aquí.

   —¿¡Qué!? —grité, sorprendido. Alguien que le tenía miedo a las aglomeraciones de gente no tenía sentido en este lugar, ni en ninguno en el mundo en el que vivíamos, donde abundan las multitudes de muertos—. ¿Cómo sobrevivió por tanto tiempo con eso? 

   —¡Por eso mismo! —Ethan me empujó, obligándome a moverme—. Váyanse ahora, yo me haré cargo del grupo que queda. 

   —Ethan, no vas a poder so… 

   —¡Váyanse, demonios! —gritó sobre mi rostro. Algo en él y en el descontrol que veía en su cara me aterró y me erizó la piel, algo en sus ojos negros, algo en sus pupilas más grandes de lo que había visto en cualquier humano. En las únicas criaturas en las que había visto esa mirada era en…

   —Pareces un muerto, Ethan. —balbuceé. 
 
   —¡Vámonos ya, Reed! —gritó Terence, mientras me hacía un gesto con la cabeza. Miré a Aiden, en sus brazos. 

   —Vámonos —comencé a correr tras él. Volveríamos a la cabaña, nadie lo dijo pero era lo más lógico ¿Dónde más podríamos traerlo? Era el único lugar que conocía después de todo, además solo estaba desmayado, era algo que se le quitaría con tan solo un poco de alcohol. 

   —Dime que no fui el único que se dio cuenta… —dije con la respiración entrecortada por el trote. Terence miró a Aiden, para asegurarse que seguía desmayado, seguramente. 

   —No sé qué fue lo que vi... ¿Acaso viste…acaso viste cómo salto sobre esos…?

   —Claro que lo vi, nadie salta así de alto… ¿Y sus ojos? ¿Viste sus ojos? ¿Por eso me diste un codazo? 

   —Pensé que estaba alucinando… ¿Qué crees que haya provocado algo así? ¿Drogas? —se detuvo y yo también lo hice, para ver por dónde ir. Estábamos cerca de la cascada.

   —Por ahí. —apunté hacia mi izquierda. Retomamos el paso y continuamos corriendo. No sabía si era porque teníamos Aiden aún inconsciente, pero mientras hablábamos, algo me oprimía el pecho, algo me decía que teníamos que llegar rápido a la cabaña, lo antes posible—. ¿Drogas? 

   —No se me ocurre otra razón para esa agilidad, quizá se metió algún estimulante…Oh, por aquí—me guió cuando yo estaba a punto de doblar por otro lado. El suelo empezó a aplanarse, los techos de las casas empezaron a aparecer frente a mí, el camino comenzaba a tomar forma. Estábamos llegando, lo habíamos hecho rápido. 

   —Tú también eres increíblemente ágil y no te drogas ¿O sí? —Fue una pregunta estúpida, estaba intentando calmar mi nerviosismo. Ya estábamos cerca, pero yo aún estaba intranquilo. No creía en los presentimientos, pero justo en ese momento uno me estaba molestando. Terence me lanzó una mirada molesta. 

   —¡Claro que no! 

   —Terence… —No lo soporté más. 

   —¿Mmm? 

   —Voy a adelantarme ¿Está bien? 

   —¿Ocurre algo? 

   —N-No es nada, solo me encargaré de hacerle un lugar a Aiden para que puedas recostarlo. 

   —Bien 

   —Bien… —me adelanté y mis piernas corrieron más rápido a pesar del cansancio. No podía dejar de sentirlo, no podía quitármelo. Quizás la última vez que me sentí así fue cuando descubrí lo que ocurría con Natasha, cuando me contó que le habían mordido. Cuando supe que íbamos a quedar completamente solos. 

Me detuve abruptamente cuando llegué frente a la casa, en mi mano, con el puño cerrado, estrujé el cuello de mi camisa intentando disipar los nervios e intentando comprender qué me producía ese sentimiento. Me acerqué a la puerta y por algún motivo, pegué mi oreja a ella. Buscaba algo, buscaba oír algo que confirmara mi creciente miedo. 

   —¡Ya basta! ¡Déjala en paz! —Un grito, desde adentro. Eso disparó mi adrenalina. Moví la manilla. Sacudí la manilla, no abría. Algo iba mal.

   —¡Abran la puerta! —grité. Más gritos respondieron desde adentro. Reconocí la voz de Cassandra. 

   —¡Reed! ¡Reed, ayuda! 

Algo muy malo estaba ocurriendo ahí adentro. 

   —¿¡Cassandra!? ¡Ada! —sacudí la manilla un poco más, no abría. Habían cerrado esa maldita puerta desde dentro. 

Solo pude pensar en una persona. 

Erick Valdés, el grandote que había ganado el liderazgo en el calabozo que estaba junto al nuestro. 

   —¡Abre esa maldita puerta, Erick! —grité y tomé impulso para empujarla. El material de estas cabañas era sólido, pero lo suficientemente ligero para que una persona como yo pudiese tirar una puerta abajo—. ¡Abran! —empujé y oí la madera del marco crujir. Los gritos adentro aumentaron su intensidad—. ¡Si les haces algo juro que voy a matarte! —No, no iba a hacerlo, pero esperaba que él respondiera a mis gritos. Tomé impulso nuevamente y empujé, la puerta cayó al segundo intento. 

   —¡Reed! 

   —¿¡Qué está pasando aquí!? —grité. Ahí estaban, Cassandra, la señora Isabel y Jesse, atados sobre el sofá. Y el otro sujeto, ese joven  que no se había presentado y que parecía un perro que seguía a Erick, estaba vigilándolos—. ¿Qué les hiciste? 

El tipo me lanzó una mirada sombría con los ojos claros, una mirada que no decía nada, vacía. Comenzó a avanzar hacia mí. Empuñé mi cuchillo y me paré lo más derecho posible.

   —Si no te alejas voy a apuñalarte. —dije, intentando sonar  rudo  mientras él seguía acercándose. Quería inspirar miedo, quería que viera mi postura corporal y se diera cuenta que iba en serio—. Lo haré. —repetí. Él se detuvo un segundo y sus ojos parecieron dudar. 

   —¡Ayúdenme! —La voz de Ada se coló por una de las habitaciones. 

   —¡Te dije que te callaras! 

   —¿¡Ada!? —Mis ojos se dirigieron a la puerta, luego al  que había comenzado a avanzar otra vez hacia mí. 

   —Lo siento, de verdad —dijo y su hombro se movió hacia arriba cuando hizo su cuello tronar en un gesto que parecía nervioso—. Órdenes son órdenes —sacó una navaja de su bolsillo. Algo se movió tras él. 

Quizás no iba a convencerlo amenazándolo. Tiré mi arma al suelo. 

   —Está bien, sólo dime… ¿por qué sigues las órdenes de Erick? —me obligué a mí mismo a no mirar hacia la puerta de donde aún podía escuchar los gritos de Ada, tenía que sacarme a éste idiota de encima para poder llegar a ella. Sabía que algo muy malo le estaba ocurriendo, pero tenía que guardar la calma. 

La silueta de Jesse se movió silenciosamente hacia el mesón de donde había tomado mi cuchillo. 

   —¡Ayúdenme! —Los gritos de Ada seguían angustiándome. 

Ese chico hizo tronar su cuello otra vez. 

   —Eso no es de tu incumben… —Se quedó callado cuando sintió el filo del cuchillo que Jesse le puso sobre el cuello. 

   —Muévete un solo centímetro y te corto la garganta, ciucciacazi[ML1] —gruñó con voz ronca. 

   —¿¡C-Cómo te libraste!? 

   —Oh, yo puedo hacer muchas cosas… —hizo más presión contra su cuello y luego me miró—. Ve, Reed —ordenó y yo ya me encontraba forcejeando contra la puerta de la habitación donde estaba  seguro encontraría a Ada y a Erick. Estaba seguro que iba a tener que empezar una pelea. Solo esperaba no llegar demasiado tarde. La puerta cedió increíblemente rápido. 

Justo como lo había imaginado. Mí Ada a medio desnudar sobre una cama y el cerdo de Erick, intentando quitarle lo que le quedaba de ropa. Me hirvió la sangre. 

   —¡Aléjate de ella, hijo de puta! —grité y me abalancé sobre la espalda desnuda de ese hombre, quien de una sola sacudida, me lanzó hacia atrás. 

   —¡Reed! —Ada gritó mi nombre entre lágrimas. 

   —¡Vete de aquí, Ada! 

   —¡No! —Él la tomó del brazo cuando ella intentaba escapar—. ¡Vas a quedarte aquí! —La empujó nuevamente contra la cama y yo corrí hacia él para golpearle, atrapó mi puño en el aire y lo estrujó con su enorme palma. Lancé otro puñetazo, le di en el estómago. Ni siquiera tambaleó. 

No logré reaccionar cuando vi su cabeza acercándose a la mía para darme un cabezazo que me dejó atontado. Me empujó, caí al suelo, me pateó en las costillas. 

   —¿¡Quién te crees que eres, pedazo de mierda!? —Me dio una patada en el estómago que me dejó sin aire. Me removí en el suelo y él se agachó para tomarme del cabello—. ¡Debería matarte aquí mismo! —gritó sobre mi rostro. Aproveché su descuido y le propiné un puñetazo en la mejilla que le obligó a soltarme. 

   —Deberías… —balbuceé, recuperando algo del aire que había perdido. 

   —Hijo de… —Sus manos amenazaron con volver a agarrarme. 

   —¡Reed! ¿¡Qué está…!? ¡Aléjate de él! —Terence asomó por la puerta, corrió en nuestra dirección y agarró a Erick por el cuello, aprisionándolo con su antebrazo. El hombre intentó zafarse—. ¡Reed! —El pelirrojo me lanzó una mirada nerviosa, luego miró a Ada—. ¡Sácala de aquí! —obedecí inmediatamente. Me puse de pie, me escabullí entre el forcejeo y agarré a Ada del brazo para sacarla de ahí. Estaba llorando, era lo único que podía hacer. Cerré la puerta tras de mí y oí un golpe que sacudió todas las murallas de la cabaña. 

   —¡R-Reed! —Ada lloriqueó, mientras desesperadamente intentaba cubrirse. La tomé de las mejillas y la examiné de arriba abajo, era casi un ritual. 

   —Estás bien, Ada —susurré al ver que estaba a punto de entrar en una crisis nerviosa. La señora Isabel corrió lo más rápido que pudo para abrazarla y casi me la arrebata de los brazos. 

   —Vamos a cubrirte, cariño. También te haré un té. 

Otro golpe se escuchó desde la habitación de la que acabábamos de salir. Terence y Erick debían estar peleando. 

   —N-No, señora Isabel. Solo sáquenla de aquí, llévela al lado, a nuestra cabaña. 

   —Está bien, cariño… —La anciana tomó a Ada de los hombros y con lentitud la dirigió hacia la entrada que ya no tenía puerta, mi sobrina solo se dejó arrastrar por las manos de la mujer. Debía estar en shock.

   —Tú también te mueves, maldito —Jesse gruñó contra el cuello del amigo de Erick—. Vamos, Cassandra.

   —¿Y-Y Aiden? —miré en dirección a la voz de Cassandra. Aiden estaba recostado sobre el sillón. 

   —Yo me encargo de él. Salgan, es peligroso —ordené. Cassandra obedeció y salió tras Jesse y los demás. Di un respingo cuando la puerta de la habitación se sacudió una última vez, para después solo dejar todo en silencio. Ya no oí nada más. Me sentí nervioso ¿Estaba Terence bien?

¿Qué estaba pasando ahí dentro?

Abrí la puerta. 

   —Mierda… —Terence se encontraba arrodillado en el suelo, sus brazos sujetaban a Erick. El pelirrojo volteó su rostro cuando me vio abrir la puerta, le sangraba la boca—. R-Reed… —gimió y supe que algo no iba bien—. C-Creo que le he matado. 

Mis pasos aceleraron para llegar hasta ellos. 

   —¿Ya le tomaste el pulso? —Me agaché también para posar mis dedos sobre su cuello, no sentí nada—. ¿Q-Qué paso, Terence? 

   —Solo…estábamos peleando y le golpeé el pecho, y-yo…yo no supe como… —Terence le soltó y le dejó en el suelo. Se puso de pie y caminó hacia la cama para sentarse—. ¡Mierda! ¡Yo no quería! 

   —Tranquilo, no tuviste opción… —volví a tomarle el pulso, absolutamente nada. Sabía reconocer cuando un hombre estaba muerto. Me puse de pie y me dirigí hacia él para sentarme a su lado. 

   —No sé por qué lo hice… —Se agarró los cabellos cuando apoyó la cabeza en sus manos—. ¿En serio está muerto? 

   —Lo está… —dije con la voz seca por los nervios—. Pero te estabas defendiendo

   —¿No lo entiendes, verdad? —Sus ojos multicolor me lanzaron una mirada angustiada—. Yo no quería asesinarlo, no supe qué demonios pasó…solo le golpeé el pecho y… 

   —Solo golpeaste con demasiada fuerza su corazón… —Una voz irrumpió en la habitación. Era Aiden, había despertado y ahora estaba de pie, pálido como una hoja, apoyado en el umbral de la puerta—. ¿Qué pasó? 

   —Es Erick… —dije y apunté hacia el cuerpo tirado en el suelo—. Intentó violar a Ada. —Aiden avanzó hacia nosotros y se sentó al otro lado de Terence, dándole una palmada en la espalda. 

   —Bien hecho, campeón —sonrió—. Si no lo matabas tú yo le volaba los sesos de un disparo. Ese hijo de puta llegó con un segundo grupo que venía de tú barco que naufragado, Reed. Creo que tendremos que empezar a entrevistarlos. No dejaré entrar a un pervertido a mi isla. 

   —Y-Yo… —balbuceé—. Lo siento.

   —No es tu culpa… —Se puso de pie—. Salgamos de aquí, necesitamos revisar la isla en busca de más zombies y pedir ayuda para reparar la puerta de la entrada, sacar ese cuerpo y limpiar la sangre que dejaron en toda la habitación. 

   —¿Tú estás bien, Aiden? Llegaste aquí desmayado. —pregunté. 

   —No es nada…recuerdo que estábamos en la playa… —soltó una pequeña carcajada—. N-No puedo ver a mucha gente reunida. 

   —¿¡Aiden!? ¿¡Aiden estás aquí!? —Los ojos de Aiden se iluminaron al escuchar que lo llamaban desde la puerta. 

   —¡Ethan! —salió corriendo de la habitación y mecánicamente Terence y yo le seguimos. El pelinegro entró jadeando a la casa, completamente ensangrentado—. ¿Estás bien? 

   —Estoy… —Su mirada, aún con las pupilas dilatadas corrió hacia mí y luego hacia Aiden—. Aiden… —se detuvo cuando él tomó sus mejillas para acariciarlas con cierta desesperación. 

   —E-Ethan… —balbuceó—. Ethan, lo siento —Le abrazó repentinamente—. Lo siento, fui un imbécil. 

   —Siempre has sido un imbécil. —Ethan correspondió el abrazo y le acarició el cabello.

   —Ah, que tiernos… —Le di un codazo a Terence cuando dije eso, pero no recibí respuesta de él. Sus ojos multicolor estaban fijos sobre el piso, vacíos, lejos, perdidos en algún lugar al cuál yo no tenía acceso. 


   —Reed… —Ethan pronunció mi nombre con la boca aún contra el hombro de Aiden—. Reed, creo que nos tienes algo que explicar…—Aiden se separó de él. 

   —¿Qué ocurre, Ethan? —preguntó. El pelinegro sacó algo de su bolsillo. Me aproximé a ellos por instinto. 

   —Mira… —Ethan extendió un papel hacia mí—. Lo encontré dentro de una botella que un zombie traía atada al cuello. —Terence avanzo hacia mí y él y Aiden me rodearon, para leer el mensaje conmigo. Me puse nervioso, sospechaba de qué se trataba. Abrí el papel, en él, había un mensaje. 




“Los tengo en la mira. Que todo el mundo sepa que Reed Breathe y David Radhav les han traído la guerra” 





El pecho se me oprimió ante una oleada de repentina angustia. 

   —Oh, no… —balbuceé. 

   —¿Qué significa esto, Reed? 

   —E-Es… —La voz me tembló por el creciente terror que empezaba a sentir y que me llenaba de nauseas—. Shark.













 [Ciucciacazi]: Literalmente “Lamebolas” en italiano.

 

Notas finales:

Shark malo :( vienes a joder a los niños ewe

Críticas? Comentarios? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review 

Abrazos <3


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