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Las memorias de Draco Malfoy por ArtemiaCelosia

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Notas del capitulo:

Todos los derechos pertenecen a J.K. Rowling. 

Posibles spoilers si no has leído o visto Harry Potter en su totalidad.

 

¡Bienvenidos a una nueva historia!

Quiero advertiros, antes que le dediquéis tiempo al fic, de que esta historia se basará enteramente en fechas concretas, como si se tratase de un diario, por lo que si no os gusta ese formato, sería mejor que no continuarais la lectura.
Por otra parte, a pesar de que hay muchos sucesos y personajes reales de los libros y las películas, hay otros que los he cambiado y pueden no agradar si estás totalmente en contra de esos cambios.

Para poder explicaros un poco más sobre la historia y los sucesos, he decidido añadir algunos fragmentos que no sean las memorias de Draco. Éstos se diferenciarán siempre con una pequeña separación con guiones bajos al abrir y cerrar la narración, antes de volver a Draco.

Dicho esto, ya os dejo de dar la charla. ¡A leer!

14 de febrero, 1991

 

Desperté sobresaltado y sudoroso, había tenido una horrible pesadilla. Por la ventana se reflejaba el oscuro cielo y el jardín, que resultaba terrorífico de madrugada.

 

—¿Severus? —susurré a la vacía habitación con lágrimas en los ojos.

 

Las limpié con mis manos y salí rápidamente de mi habitación, dirigiéndome a las de mis padres. Lucius no estaba, había tenido que hacer un viaje de negocios y volvería en tan sólo unas horas, por la mañana.

 

—¿Madre?

 

Narcissa se incorporó levemente al escucharme.

 

—¿Qué haces despierto a estas horas? ¿Te encuentras mal?

 

Negué suavemente con la cabeza.

 

—Quiero ver a Severus.

 

—No puedes ver a Severus ahora. Él está en Hogwarts, trabajando, y a estas horas probablemente durmiendo.

 

—Pero he tenido una pesadilla...

 

Abrió las sábanas. —Ven, puedes dormir conmigo.

 

—¡No! ¡Necesito a Severus! —grité con fuerza mientras las primeras lágrimas caían por mis mejillas.

 

La mujer me miró con una expresión cansada y llena de ira. Decía que estaba completamente insoportable después de Navidad, cuando Severus se había vuelto a marchar a Hogwarts.

Mi padrino siempre encontraba algún momento para venir a verme, sobretodo en las salidas a Hogsmeade, donde algunos profesores libraban ese día, pero al parecer no había librado en mes y medio, por lo que no pudo hacer ni una sola visita.

 

En ocasiones escuchaba como mis padres conversaban sobre si era buena idea que fuera a visitarme viendo el estado traumático que presentaba los días posteriores, pero Lucius le dijo que era sólo añoranza y que era mejor que le viera a que pasara meses triste sin saber de él.

 

—Pues no puede ser.—Narcissa me llevó de vuelta a la habitación sujetándome del hombro y murmurando cosas sobre mi actitud. Sobre que sufría una transformación cuando Sev estaba a mi lado. Según ella me convertía en alguien totalmente distinto al que era, pero volvía a cambiar pocos días después del lloro incesante y el gran drama que repetía cada vez que Severus se volvía a marchar.

Gran drama... Una buena forma de representar lo que sentía al verle irse, al dejarme solo con una presión en el pecho que entraba para ocupar su puesto.

 

Cerró con un portazo y un fermaportus y le lanzó un encantamiento silenciador a la puerta, para que hiciera toda la rabieta que quisiera.

 

Miré enfadado a la entrada. Mi rostro estaba inundado en lágrimas y en la oscura habitación sólo se escuchaban mis suaves hipidos. 

 

No entendía porque no me dejaban disfrutar de la compañía de Severus si era lo único que quería en la vida. ¿Tan difícil era dejarme ser feliz?

Conseguiría verle fuese como fuese.

 

Me acerqué a mi baño privado y miré alrededor, buscando algo que pudiera servirme para mi plan. Allí estaba el grifo del baño. Me senté en el borde de la bañera y, calculando en darme justo en el hombro donde Narcissa me había sujetado antes, me dejé caer hacia atrás. Repetí el proceso varias veces hasta que acabé notando el hombro muy dolorido por lo que decidí que era suficiente.

 

Volví a mi habitación, sujetándome el hombro que ya tenía leves tonos morados, y me senté en el suelo. Observaba una foto en la que aparecía con Severus y seguí llorando en silencio, intentando no pensar en la pesadilla que había vivido momentos atrás, donde se encontraba el cuerpo ensangrentado y la mirada muerta de él...

 

Ya era por la mañana y no había vuelto a dormir. Narcissa, retirando los hechizos, abrió la puerta para comunicarme que Lucius acababa de llegar.

 

—¿Vamos a saludarle juntos?

 

Negué con la cabeza, mi atención seguía perdida en la foto.

 

—Como quieras. —farfulló de mala gana, acercándose a mí y quitándome de un manotazo la imagen.

 

—¡No!

 

Forcejeé con ella para que me la devolviese. Narcissa respondió con un leve empujón, que me llevo a darme contra el canto de la mesilla de noche, y se marchó para encontrarse con mi padre.

 

Me toqué la rodilla que sangraba levemente a causa del golpe y dejé el peso muerto para caer al suelo.

 

—¡Draco, he llegado a casa!

 

Miré a mi padre mientras me sujetaba la rodilla. Al parecer tenía muy mala imagen y los ojos rojos de haber estado llorando toda la noche porque cambió su humor rápidamente.

 

—Hijo, ¿qué te ha ocurrido?

 

—Papá, me duele mucho... —susurré hipando a causa del leve llanto.

 

—¿Cómo? ¿Dónde te duele? —se inclinó ante mí para ver que me ocurría.  No podía decirle que lo más doloroso no era algo físico, sino haber perdido la foto de Sev. Le mostré primero la rodilla, dejando tranquilo a Lucius, para luego mostrarle el hombro, que ya había tomado tonos morados bien intensos y verdosos.

 

—¿Te has golpeado? —me preguntó, a lo que yo negué con la cabeza. —¿Y qué te ha pasado?

 

Encogí los hombros. —Madre me castigó por la noche, me cogió del hombro...

 

—¿Te duele desde entonces?

 

Asentí suavemente. —Y ahora me ha empujado para quitarme mi foto con Sev... —susurré, volviendo mi mirada al suelo.

 

Lucius me agarró con cuidado de no hacerme daño. —Nos vamos a San Mungo, después te llevo tu foto, ¿de acuerdo?

 

Asentí suavemente, agarrándome a Lucius, el cual no podía ver mi sonrisa maliciosa.

 

17 de febrero, 1991

 

Sujetaba con fuerza la mano de Sev, había venido a casa para verme.

 

—Pronto estarás bien. —me acarició la mejilla.

 

—¿Y me llevarás a volar en escoba?

 

—Por supuesto, la próxima vez que venga te llevaré a volar.

 

Sonreí embelesado. Me sentía la persona más afortunada al tener a un hombre tan perfecto a mi lado.

La tranquilidad de la habitación se fue cuando se empezaron a escuchar algunos gritos de Narcissa en la planta inferior.

 

—Estos días han discutido mucho por mi culpa... —susurré quedamente.

 

—No es tu culpa, dragón. —cerró la puerta y la silenció, mientras se acercaba a una estantería. —Venga, vamos a leer algo antes de que tenga que marcharme. ¿Qué quieres que leamos hoy?

 

—¡Filtros y pociones mágicas!

 

Cogió el libro y se acercó para sentarse en la cama, dejándome entre sus piernas y apoyado sobre su pecho.

 

—Es increíble que con tu edad te gusten las pociones tan avanzadas.

 

Me ruboricé levemente.

 

—Eso es porque tengo al mejor pocionista conmigo.

 

____

 

—¡No golpeé a Draco, sólo lo agarré y lo llevé a su habitación! ¡¿Cuántas veces debo repetirlo?!

 

—¡Eso no es lo que parece y lo que indicó el medimago! ¿Viste su hombro acaso?

 

—¡Sí, si lo vi y yo no le hice eso! Sólo estaba cansada ¿de acuerdo? Vino a la habitación de madrugada, tenía sueño y estaba harta de oírle decir que quería ver a Severus. Le dije que no podía y lo llevé a su habitación...

 

—¿Y un boggart lo golpeó?

 

—¡Se golpearía él mismo, no lo sé!

 

Lucius se acercó a su esposa sin poder creérselo.

 

—¿Otra vez con lo de hace años? Pensé que ya lo habíamos hablado y dejado atrás.

 

—Jamás lo negué ni cambié mi versión.

 

Suspiró, resultaba agotador hablar con ella. —Narcissa, deja a Draco tranquilo. No tienes derecho a castigarle o quitarle sus cosas sin ningún motivo de peso.

 

—Ya he dicho que estaba cansada...

 

Lucius la interrumpió muy malhumorado. —¡Y yo estoy cansado de escucharte a ti! ¡De venir de trabajar para que tú tengas esta vida sin hacer nada y tener que cuidar a Draco porque tú, no sólo eres incapaz de hacerlo bien, sino que además creas problemas! —se acercó a la puerta para dirigirse a su despacho. —Deja a Draco tranquilo, él puede vivir sin ti.

 

____

 

—Dentro de poco tendré que marcharme, dragón.

 

Asentí ligeramente mirando esas orbes negras en las cuales me reflejaba. Al final, después de leer un rato, me acosté y Sev hizo lo mismo a mi lado. Me hablaba con una voz muy tranquilizadora, acompañada de suaves caricias en mi antebrazo. Le había pedido que me contara cosas de su trabajo.

 

—¿Quieres hablar sobre lo que pasó?

 

—Madre me castigó.

 

Severus acomodó uno de mis mechones rubio detrás de mi oreja y me acarició la mejilla. —¿Por qué?

 

—Porque la desperté de madrugada. Había tenido una pesadilla y quería ir contigo. Y al día siguiente me quitó una foto por no querer ir con ella a saludar a papá...

 

Acerqué más mi cuerpo al suyo al darme cuenta de la hora que era, odiaba tener que separarme de mi amado padrino.

 

—Si alguna vez vuelves a tener una pesadilla envíame una carta o avisa a tu padre. Vendré lo antes posible y, mientras no pueda venir, te escribiré para poder estar un poco más cerca, ¿sí?

 

Le sonreí tiernamente y asentí.

 

—Ahora debo irme. Cuídate mi dulce dragón. Nos veremos dentro de poco.

 

Besó mi frente y me abrazó fuertemente.

 

—Te echaré de menos. —le dije.

 

—Yo a ti también.

 

Se despidió con una sonrisa de las que derretían mi corazón y, saliendo por la puerta, volvió a dejar pasar a esa extraña presión.


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