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Matrimonio de lobos por Bleryaoi

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a los que leen esta historia, a los nuevos lectores ¡Bienvenidos! y a los primeros, gracias por seguir adelante, ¡Vamos por lo que sigue!

 

 

La copos de nieve caían uno tras otro en el castillo de Winterfell, cubriendo cada hueco verde o gris con un blanco puro y abrumador. Desde que los Greyjoy se habían marchado hasta ese día, el invierno no había tocado a su puerta con violencia. Los días tranquilos y llenos de paz habían terminado y por fin, la primera nevada del invierno los alcanzaba.

 

Algo te preocupa—La voz de Sam, su fiel amigo se escuchaba tras de él en la pequeña biblioteca—¿Es por la llegada del invierno?—Preguntó adivinando los pensamientos de su mejor amigo. Hace ya casi un par de años una guerra terrible con los caminantes blancos se había suscitado, envuelta en tormenta y hielo, una guerra que de no ser por la magia de los Targaryen, sus dragones  y el propio valor de Jon Snow se hubiera perdido por completo.

 

El invierno siempre trae consigo peligro, SamContestó mirando fijo hacia fuera, era la primera nevada desde que la estación comenzaba. Él mismo creyó que había tardado demasiado, las explicaciones de los maestros hablaban del resurgimiento de la magia y su influencia en los vientos helados. Incluso se rumoraba que podía ser el invierno más corto en generaciones, sin embargo, algo en el fondo de él le gritaba que debía mantenerse alerta.

 

Los hermanos de la guardia nos dirán si sucede algo Jon, relájate—La mano de Sam sobre su hombro le hizo exhalar aire frio, tratando de alejar esos pensamientos de su mente—Mejor cuéntame, ¿Cómo esta yéndote con Lord Stark?—Jon se giro, levantando una ceja y bajando un momento la mirada al suelo. Cierto era que estaban mucho mejor desde que pasaron la noche juntos. Robb era persistentemente cariñoso con él, discreto y amable, pero también era verdad que Theon Greyjoy era una constante que le molestaba sin faltar un solo día.

 

No puedo quejarme…—Murmuro sin mucho animo mirando al príncipe Greyjoy pasar justo delante de ellos, y, por si fuera poco, detrás de Robb, tal cual un perro hacia con su amo—No cuando la reina esta esperando esto de mi—Hablo en una especie de consuelo para su persona, como si se convenciera a si mismo con esas palabras.

 

Nunca se lo dijiste ¿Cierto?—Sam se puso a su lado mirando hacia fuera al Greyjoy y al prometido de su amigo. Parecían cercanos y por lo que le contaron, habían sido amigos inseparables tiempo antes de la guerra de los cinco reyes—quizá…—Sam se quedo mirando aquella escena. A Robb Stark caminando en dirección a las estancias de Sansa seguido de cerca por el Greyjoy, charlando entre ellos como si Robb jamás hubiera sido traicionado—quizá…puedas irte…—Dijo Sam.

Apreciaba a su amigo, y, al principio, después de la gracia inicial que le causaba el compromiso de Jon con otro hombre, pensó que el que estuviera con su familia, aún por la fuerza, sería lo mejor, pero al ver su cara de angustia cada que alguien hablaba de su unión con Lord Stark le hacía dudar, el mismo fue obligado a servir un compromiso con la muralla que nunca quiso, no quería eso para él—si le dices a la reina la verdad—Expresó Sam en alto.

 

—¿Qué verdad Sam?—Preguntó Jon con hosquedad, sospechando a que se refería, pero certero de que nada cambiaría la situación en la que se encontraban—¿Qué verdad puede ser tan valiosa para cambiar su opinión?—Hablo opaco, a punto de la tristeza—El quererla no cambiara nada…—Conocía lo suficiente a Daenerys Targeryan para saber que el matrimonio entre ellos estaba completamente en el plano de lo imposible, su corona era suya y no le pertenecería a nadie más hasta su muerte.

 

Podrías intentarlo…—Contestó Sam cabizbajo, muy pocas veces vio a Jon realmente enamorado de alguien, solo su pelirroja salvaje había sido lo suficientemente atrevida para llevarlo a una relación, pero desde ese entonces, él había estado solo, solo a lado de la reina.

 

No Sam—Hablo Jon con voz fuerte, firme en su postura. Además, él había dicho a Robb que no estaba enamorado de nadie, no podía simplemente ir a decirle “Lo siento, me arrepiento”, no después de lo que paso entre ellos—La decisión ya esta tomada…—Sentencio dejando que un suspiro se escapara.

 

Me da gusto que no te retractes de tu palabra—La voz de Catelyn Stark se escucho tras ellos, quien sabe por cuanto tiempo había estado allí, vigilándolos de cerca—Sígueme

 

Jon asintió con caballerosidad, caminando detrás de ella, dejando su conversación de lado y permitiendo que el tiempo pasara hasta llegar al claro del bosque, lejos del lago y el árbol principal.

 

Te estarás preguntando porque te he buscado yo misma—El de negro caminaba a su lado, ciertamente intrigado su actitud. Cuando los Greyjoy llegaron fue casi una aliada, aconsejándole y guiándolo en cierta forma sobre el como debía ser un buen lord.

 

Lady Stark, yo le di mi palabra y pienso cumplirla, no debe preocuparse por la boda…—Adivino sus pensamientos luego de lo que había escuchado con Sam, tratando de calmar su angustia mientras se paraba en el último claro del bosque, ese sitio donde todo se tornaba obscuro y misterioso.

 

Yo deje de ser una Stark digna el día en que me convertí en esto Jon Snow—La mujer lo corrigió, mostrando las cicatrices perturbadoras en todo su rostro y cuello—Si uso ese nombre es solamente por Robb—Dijo haciéndolo guardar silencio por respeto, no ignoraba la preferencia que le tenía a su hijo mayor sobre los demás —todos ustedes saben bien lo que hice durante la guerra, asesine hombres peligroso e incluso ahorque inocentes, hice todo lo que creí necesario y no me arrepiento por ello—Jon bajo la mirada. El mismo también había tenido que colgar gente, quizá no inocentes, pero tampoco culpables y sabía bien que para tomar la vida de alguien se necesita más que una buena razón.

 

Lady Stonheart—Un hombre salió de entre las sombras y Jon estuvo a punto de sacar su espada pero la dama le había indicado que no lo hiciera. El recién llegado contestaba al nombre de Harwin, un antiguo soldado de Eddard Stark y ahora miembro de la hermandad sin estandarte.

 

Es de confiar—Aviso avanzando a donde nadie pudiese verlos ni oírlos esperando a que el hombre hablara—¿Qué has averiguado?—Pregunto haciéndole recordar los famosos rumores sobre ella, una mujer tan capaz como la araña de Kings’ Landing, menos silenciosa pero mucho más letal.

 

Jaime Lannister ha mostrado abiertamente su descontento por la elección de Robb Stark como consorte del príncipe Targaryen—La mujer no parecía sorprendida. Jaime tenía un odio particular hacia ellos, especialmente por el asesinato de Brien de Tarth—él exige una compensación para la casa Lannister…—El hombre hablo poco más, de la intervención de Tyrion y algunas propuestas de otras casas, sin embargo, solo el asunto con Jaime había despertado el interés de la mujer.

 

Cuando el hombre termino su discurso, ella hizo un gesto para que este se retirara, Jon solo miraba atento, sin entender demasiado, ¿Robb estaría enterado del actuar de su madre?

 

Snow…—Catelyn espero a que el otro hombre se alejara lo suficiente de ellos—no te traje para discutir tus intenciones con la madre de dragones, ni del hecho de que tu nacimiento trajo desgracia a los Stark—Jon quiso protestar pero ella negó, dándole a entender que había escuchado perfectamente la conversación entre Sam y él—¿Escuchaste lo que dijo? ¿Cómo ese…Lannister quiere tenerte para su casa?— Preguntó con desdén en su voz, arrastrando el apellido de los leones en el proceso—Si fuera mi decisión, hace mucho te hubiera entregado a ellos, a los Targaryen o cualquier casa que me lo pidiera…—Las palabras de la mujer fueron sinceras y crueles, haciéndole recordar las muchas veces que lo había humillado frente a sus hermanos cuando era tan solo un niño—pero Robb te quiere aquí…—Jon bajo la cabeza sin querer contestar, o mejor dicho, sin saber que decir.

 

—Puedo irme si es lo mejor para su familia—Ofreció su marcha, si en verdad era el causante de las desgracias en la casa, no dudaría en irse, jamás buscaría la ruina de los Stark, ni aunque su vida dependiera de ello—no tengo la intención de hacerle daño a nadie en Winterfell—Solo las risas irónicas de la mujer se escucharon.

 

—Crees que eso solucionaría lo que has causado—Las palabras de la mujer sonaron tan lentas como cuando parecía hablarse a si misma, Robb no era alguien fácil de convencer y desde su regreso a al vida parecía tener una especie de trauma con mantener a todos juntos, jamás aceptaría que Jon se marchase—No, nada de eso, tu te quedaras…estarás con Robb, te guste o no—volvió a levantar la mirada, como si regresara al mundo presente—...no me interesa sino te gustan los hombres, si te gusta la madre de dragones o si eres infeliz en este sitio, tu te quedaras, serás nuestro seguro contra los demás, nuestra alianza con la corona y nuestro escudo contra cualquier casa que desee apoderarse del norte—Jon sintió pasar a su lado una brisa gélida que dejo la mujer al pasar hasta quedar justo detrás de él.

 

Usted…si tanto me desprecia…por qué no dejo simplemente que los Greyjoy ofrecieran a su reina a Robb? Por qué no dejar que me marchara, sabe bien que jamás traicionaría a los Stark—Ambas personas estaban de espaldas, Jon mordía su labio, reprimiendo todo lo que sentía por esa mujer, esa que no le importaba usar a quien fuera con tal de no alejar a sus hijos de su lado.

 

Si la guerra estallara nuevamente, tu estarías en la primera fila defendiendo a tu reina…—Jon no negó, era algo innegable, pero eso solo sería mejor para ella, verlo morir, o al menos escuchar de su muerto por un cuervo—…y si marchas al frente ¿Quien crees que sería el primero en apoyarte?—Le preguntó  sin tener la necesidad de una respuesta.

 

Supo en ese momento el porque el gran apoyo que recibía de su parte, ella no había cambiado para mejor desde su muerte y tampoco tenía una pizca de respeto por él, para ella, era solamente el mismo bastardo que conoció años atrás, un rehén que mantenía a salvo a Robb Stark.

 

Así, su conversación termino del mismo modo en que comenzó; fría, indiferente y con una carga de aversión mutua palpable que indico el inicio de la noche. Mismo tiempo en que otra conversación se llevaba a cabo en uno de los salones de la casa principal.

 

Esa sonrisa solo deben ser buenas noticias—El de sangre Tully entro en la habitación donde su hermana cosía con ahínco, hablándole para distraerla de su labor, extrañamente alegre para su actitud usual de mando.

 

Tu tampoco pareces ocultar tu alegría—Sansa contestó a su hermano, levantando las pieles curtidas, recortadas y adornadas para sus dos hermanos—Esta es para ti—Dijo mostrando una piel de zorro de color café, casi miel, una capa destinada para el día prometido—Creí que no la terminaría a tiempo—Confesó notando la cara de felicidad que colocaba Robb—hice también esta para Jon, tiene algunas plumas de cuervo, para que honre a sus compañeros en la muralla—Señalo levantando una piel de pelaje perla y una capa negra—pero también es blanca, justo como lo era Gosth, para que no olvide que sigue siendo un Stark—Sansa hablo con nostalgia, recordando a los viejos lobos de la familia.

 

Gracias, sé que estará feliz de usarla—Ambos se sonrieron y después de tomarse unos segundos para apreciar la ropa. Robb finalmente se animo a hablar—por cierto…a donde fue Jon?—Hablo inquieto y ansioso por el paradero de su prometido, necesitaba buscarlo para entregarle algo especial.

 

Salió con mi madre, hace un par de horas, seguramente lo estará agobiando con algún discurso Stark—Le informó Sansa con cierto recelo, quería a su madre, pero sabía bien que solo lo trataba discentemente para mantener feliz a su primogénito haciendo que se preguntara, si Jon no sería más feliz en otro lugar como la muralla o…Kingslanding.

 

Lugar en el que la noche también llegaba, iluminando una habitación pequeña en la antigua casa de Little Finger con luces de luna y fuego de velas.

 

Nn…!—Un gemido de dolor era ahogado dentro de una habitación amplia, completamente obscurecida por las largas cortinas rojas que caían de las ventanas—ba…basta…—Rogo un hombre joven, bello, perfectamente rasurado y perfumado para la ocasión, mientras sentía como su cuerpo desnudo se hundía por la fuerza de su cliente—…por favor…—Volvio a suplicar entre alaridos lastimosos, mientras su negra cabellera rizada era sujetada con fuerza para hundirla más en la almohada—Sir…Jaime—El hombre joven estaba a punto de hablar nuevamente pero noto el temblor del cuerpo ajeno. Por fin había terminado.

 

El sirviente llevaba días encerrado con el León Dorado de los Lannister, emocionado en un principio por la enorme paga y fama callejera que le atraería tal cliente.  “No hables y evita mostrarme el rostro”, simples indicaciones que eran fáciles de seguir, al menos fue lo que pensó antes de que ese viejo guerrero mostrara la vitalidad de una vida que se suponía extinta. Tocándolo con fuerza brusca y palabras que rayaban en la locura, por horas que terminaron por convertirse en días.

 

Lárgate—Ordeno déspota el rubio empezando a vestirse, notando como el joven resentía en carne viva y rojiza las caricias constantes que había dado, dejando ver una piel que debía ser blanca llena de hematomas casi negros en toda su espalda, brazos y cuellos—tienes suerte…—Dijo el ya con los pantalones puestos mirando como el chico abría la puerta para irse de regreso al establecimiento, seguramente a quejarse de él—de haber sido el verdadero jamás te dejaría irte…—El rubio se sentó en su ventana, mirando al cielo con una tranquilidad impropia para él, sonriendo nada más al escuchar la puerta abrirse nuevamente y escuchar una de las pocas voces que toleraba, la de su hermano y confidente.

 

—Jaime…ese era…un puto?—Su hermano menor entraba a la habitación apresurado, mirando y oliendo el hedor parecido al de un basurero—Esto esta yendo demasiado lejos…—Dijo negando con el rostro al reconocer el terrible parecido del joven que acaba de salir con su viejo amigo de la muralla.

 

Primero habían sido prostitutas morenas y rizadas, luego las pidió sin pecho y obligo a los dueños a córtales el cabello, Tyrion pensó en un principio que era un deshago personal, una especie de capricho para burlarse de la realeza actual, pero en una de sus tantas charlas, Jaime había confesado entre risotadas que no era indiferente al nuevo Targaryen

 

Tienes que empezar a salir, distraerte o algo así—Resolvió el enano tratando de ignorar todo el desorden del cuarto.

 

Esta bien—Acepto Jaime mucho más calmado y sobrio que las últimas semanas—de hecho estoy preparándome para un viaje importante—Tyrion lo miro incrédulo, pues le había estado pidiendo que saliera por varias semanas y este no había accedido, dejándose al alcohol y la galantería barata—¿La boda del niño lobo será pronto?—Su pequeño hermano entre abrió la boca negando fuertemente con ambas manos, pero Jaime le lanzo una sonrisa radiante—¿Temes que haga un alboroto? Vamos hermanito, que poca fe me muestras—Bromeo bajando de la ventana para colocarle una mano en el hombro—prometo no hacer nada que ponga en riesgo tu puesto…—Jaime se irguió nuevamente, saliendo de su propia habitación con una sonrisa amplia.

 

Ya lo había decidido, si la vida no le recompensaba por todos los sacrificios realizados, él mismo tomaría lo tomaría por la fuerza.

Notas finales:

Esperen por la parte 2, personalmente siento que Jon se le quiere escapar a Robb.

Gracias por leer y nos leemos en el siguiente capitulo


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