Afrodita se había llegado a su palacio junto con Percy, la diosa se la pasaba preguntando cosas vergonzosas sobre cómo eran su padre y tío en la cama a Percy haciendo que este pareciera un tomate.
Le enseñó al príncipe del mar cual sería su nueva habitación en donde dejaron las pocas cosas que había traído consigo y luego fueron a conocer todo el palacio.
Lo que a Percy le gustó más fue el jardín lleno de rosas que había ahí, habían de diferentes clases y colores logrando una hermosa imagen.
La diosa del amor sonrió al ver que el chico tocaba con suavidad los pétalos de las rosas, era delicado igual que él, había que protegerlo con todo, y eso es lo que haría, jamás dejaría que le tocarán un solo cabello al pelinegro.
Se hizo tarde y fueron al comedor ya que era hora de la cena. Comieron en tranquilidad y luego caminaban por los largos pasillos del hogar de la diosa.
—Percy debo salir, tengo reunión en el Olimpo.
—esta bien Dita, cuidate.
La mujer no pudo evitar abrazar como peluche al menor, era demasiado tierno, esa sonrisa derretia a cualquiera.
Lo soltó y fueron a la salida para después subir a su carruaje el cual era tirado por palomas.
Se despidieron y el carruaje pronto partió hacia el Olimpo.
Ya que Percy no tenía nada que hacer, fue a dar un paseo por todo el palacio de Afrodita para perder tiempo.
Llegó hasta los jardines más lejanos, el como siempre era aventurero así que entró en ellos viendo para todos lados.
—¿Que haces aquí Perseus?
Se detuvo de golpe ante la voz varonil que se escucho detrás de el, fue dando la vuelta poco a poco hasta toparse con un cabello rubio igual de deslumbrante que el sol y unos ojos celestes que asemejan al cielo.
—....
El Dios del sol río un poco al ver que el menor se había quedado como piedra y abría y cerraba la boca como pez fuera del agua.
—tranquilo, no te haré daño pero ¿Qué haces aquí en el palacio de Afrodita?
—.... ahora trabajo con ella.
—¿Trabajas con ella? ¿En que?
—en nada interesante hermano mio.
La voz de una mujer hizo que los dos voltearan hacía un lado viendo como la diosa del amor llegaba al lado de Percy y lo abrazaba.
—eso es raro.....¿Qué tramas Afrodita?
—¿Yo?.... nada, sólo quería la subida de Percy en los cosas y el lo hará.
El hombre quedó callado tratando de descubrir a esos dos que se veían algo nerviosos.
—Dita.
El oji celestes estaba más que sorprendido al ver como Percy llamo a su hermana y como esta le sonrió feliz.
—¿Que pasa Percy?
—El es confiable, creo que le podemos decir.
—¿Decir que?
—está bien Percy.
—no me ignoren.
—¡cállate Apolo! Guarda silencio y te cuento...
Nadie más hablo hasta que Afrodita sonrió grande y abrazo a Percy como peluche, de nuevo.
—¡¡¡Percy tendrá un bebé del tío y de papá!!!
—¿Eh? ¿Qué estás diciendo Afrodita? Eso es una locura.
—hermano tonto acercate y usa tu poder para que sientas el vientre de Percy.
Algo desconfiado se fue acercando y colocó una mano en el vientre del.menor para después que dentro del príncipe del mar se estaba haciendo una nueva vida.
—es cierto.
—así es hermano y más te vale no decir nada, Percy podría estar en peligro y ahora tu serás el que verá el avance de su embarazo.
Acepto con gusto ya que sería la primera vez que atenderia a un chico en cinta, casi nulas eran estas oportunidades y no la dejaría pasar y claro lo haría por el menor que le caía muy bien y por su hermanito no nato.
Lo que ninguno de ellos se había dado cuenta es que una hermosa ave, un pavo real les estaba espiando por órdenes de su ama.
Una intriga era lo que sentía Hera apenas Afrodita les dijo a todos que Percy se quedaría con ella por algunos meses, era demasiado raro y por ello había enviado a uno de sus animales a espiarles sin saber que se daría cuenta de un enorme secreto.