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kurayami no hon por Yami no Deshite

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Notas del capitulo:  
 

Salvedad los personajes de Gundam no me pertenecen. El resto de los personajes son de mi autoría.


Debo hacer una aclaración, me equivoqué al nombrar a mi personaje Gatsu como tal porque esa palabra significa Mes, Tsuki es Luna, todo porque las dos palabras pertenecen al mismo Kanji. Si yo me hubiera fijado en el diccionario antes de subir el primer capítulo esto no hubiera pasado. De ahora en más se llamará como corresponde.


 


 

Capítulo 3°


 

Sólo por ti sacrifico mi vida.


 
 

Desde que despertara Quatre y habiendo tenido ese sueño tan vívido que durante meses se repetía, luego de la batalla del Valle de la Luna. Donde había sido herido en combate siendo salvado por el Príncipe Trowa Barton, perdió la memoria por aquella caída no de forma absoluta sino de forma parcial pues no recordaba el lapso de tiempo desde la noche anterior de ese día hasta el momento que despertó en el templo con su señor al lado, él lo estaba cuidando a pesar de sus heridas. Y no lo había dejado de hacer con sumo cuidado, más de lo que normalmente lo hacía con absoluta devoción.


El rubio se sentía muy extraño cerca suyo, algo había, sentía como si ese día hubiera pasado algo importante. Cada vez que estaba cerca de su Trowa como el lo sentía, su cuerpo respondía de una forma muy especial.


Lo peor de todo era su compromiso con Dorothy Catalonia, general de la tropa Peacegraft aunque esta era prima de Crushrenada, servía muy fielmente al joven Milliardo como ella lo llamaba normalmente al Príncipe Milliardo Peacegraft, del principado de ese nombre, vecino al de Barton.


Su señor Trowa era el comandante supremo de los guardianes de la Hermandad del Templo de la Montaña, protector de las tierras sagradas del Monte Hiei. Por ser vecino de dichas tierras.


El joven rubio de ojos aqua, esa mañana particularmente se sentía extraño pues la noche anterior trató de buscar unos datos en el libro sagrado. Y encontró en su lugar ese forrado con piel de murciélago; al tocarlo sintió una mezcla perturbadora de sentimientos y…


 

-------------------------------------------- Sueño -------------------------------------


 

Unos ojos verdes tan conocidos me miran me hundo en ellos... siento sus labios que me envuelven con su húmedo calor... sus manos aprietan mi cintura...


Galopo en un bosque... los pétalos caen sobre mi... en lo alto de un monte hago alto... hay frente a mi una batalla, Trowa está en medio del campo rodeado de enemigos.- grito su nombre- él me mira desde la distancia como si me hubiera escuchado... voy hacia él que lucha solo rodeado de soldados de Traize... combato a su lado... siento que mi caballo se para y cae... hundiéndome- Trowa.- Gritó su nombre y...


-------------------------------------------- Fin de sueño -------------------------------


 

-Trowa- gritó Quatre despertándose quien respira agitado, haciendo que todos lo miren sin entender nada.- No discutan más. -dijo aterrado había soñado nuevamente- -Trowa. -Este se acercó y lo volvió a abrazar.


Trowa hablaba con alguien pero dada mi turbación no pude reconocerlos ni entender que decían. Sólo quería que dejaran de discutir. Sentí que me abrazaba y eso me tranquilizó. No entendía que me pasaba, escuché una voz dentro de mi mente- Serás mío, tu alma y tu cuerpo ahora me pertenecerán...- me atemorizó escucharla- No jamás seré tuyo.- pensé y grité llamando a...- -Trowa. -Este me miró.


-¿Qué te pasa, Quatre? ¿Estás bien?- preocupado no entendía qué le pasaba a su Sheik rubio. Desde aquella despedida antes de su caída donde había tenido pérdida parcial de la memoria, que su cercanía lo volvía loco. Lo deseaba pero no quería forzarlo a estar con él. Lo respetaba tanto como lo amaba.


-Sólo fue un mal recuerdo.- temblando le contesté y sentí confusión por parte de Trowa, como si hubiera mal interpretado mis palabras y mucha angustia además de la que yo sentía por aquella voz.


-Necesito salir un instante, discúlpame.- Se levantó de su lado y camino hacia la puerta.- Más tarde vuelvo.


-Trowa, ¿qué le habré dicho?- Lo vi salir sin mirarme, cerró la puerta. Me levanté, vestí y caminé hasta el balcón. El cuál daba a un patio y un jardín. Él salió por la puerta, hacia el patio donde entrenaba. Comenzó a hacer los movimientos básicos con su espada.
En un momento cayó de rodillas, escondió su cara entre las manos y rompió en llanto. Sentí su angustia y como su pecho se comprimía de dolor. Me partes el alma mi amado. Me di media vuelta y entré corriendo a mi habitación, fui hacia la puerta y de allí busqué las escaleras, estaba desesperado. No soportaba verlo así.


Entré al patio, él estaba tan deprimido que no me escuchó, me acerqué despacio no quería que se sobresaltara. Me paré junto a él, arrodillé y lo abracé. El respondió tomándome por la cintura. Miré sus ojos verdes. Me acercó a hacia sí, apretándome contra su pecho.
Sin dejar de mirarme sus lágrimas caían, sentí su dolor y también... amor. No pude resistir su contacto. Vibré al sentirlo así de cerca. Y lo besé apenas rozando sus labios y él...


...lo devoré al sentir sus labios que apenas rozaban los míos. No pude más, lo deseaba tanto. No respondí de mí, no quería separarme sólo besarlo, sentirlo, amarlo... Y él dejó que lo invadiera respondiendo a su vez con la misma intensidad que la mía. Sentía que vibraba entre mis brazos, metí mi mano en su camisa acariciando su espalda. Sus gemidos me enloquecían más. Muy despacio de su boca pasé a su cuello. Besándolo y mordisqueando. Subí nuevamente, saboreando su piel de porcelana que se enrojece ante mis besos.- Tro... Trowa.- entre gemidos escuché mi nombre. Separé mis labios de los suyos.


-No quiero ser un mal recuerdo en tu vida. -Lo abracé apretándolo contra mi pecho.


-No me referí a ti cuando lo dije, Trowa.- mientras respiraba y sentí su calor.


Nuevamente esa voz en mi mente.- No serás suyo, serás mío.


-Te equivocas, jamás seré tuyo. Seas quien seas. ¡Déjame en paz!- pensé, esta vez.


 

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Se hallaban muy abrazados y excitados. Pero quietos, ella entró al patio y se los quedó mirando sonrió y con un suspiro. -Hola chicos. ¡Cómo veo están practicando combate cuerpo a cuerpo! ¡Qué interesante!


-¡Dorothy!- Un Quatre muy sonrojado y separándose de Trowa, quien no sabía donde meterse.


-¿Hace cuánto llegaste?- preguntó el Príncipe muy serio y queriendo matar al que la dejó pasar.


-Recién llegué y me dijeron que estabas aquí solo, entrenando.- Contestó con una sonrisa, la rubia de cejas extrañas y ojos celestes, quien miraba a su prometido muy divertida.


Quatre se acercó a ella y la saludo con un abrazo y un beso en la mejilla.


-Eres tan dulce y gentil, que me casaría contigo Quatre.- Abrazando con mucho afecto al Sheik rubio, que seguía sonrojado.


Trowa los miro y no sabía si matar a Dorothy primero o a Quatre. Pero opto por pararse. Suspiró y dijo. -¿Qué te trae por aquí?


-Me tomé licencia hace meses que estoy batallando y necesitaba un poco de descanso y afecto. Mi prometido me contiene.- Dorothy mirando con malicia a Trowa quien lo hacia serio y sonrió.


-No tienes remedio Dorothy. -Sabía que lo decía para molestarlo.


-No te opusiste a nuestro compromiso, es más hablaste con mi primo el Príncipe Traize para que aceptara. Príncipe Trowa.- Levantando una ceja sonriendo.


-¿Y por qué me opondría?-  Trowa más molesto todavía.


-Tal vez porque te interesa, digo.- Rió.


-Porque no entramos, debes de estar cansada Dorothy.- Dijo dulcemente Quatre, hacía meses que no charlaba con ella y extrañaba sus conversaciones.


-Sabes el otro día recordaba.- Una pensativa rubia de cejas raras.- Y tuve ganas de verte por eso vine. No tienes idea de lo que hiciste por mi al comprometerte conmigo.


-Sí, lo recuerdo.- Dijo el sheik con una sonrisa.


 

----------------------------------------Flash Back -----------------------------------


 

En una hermosa tarde de primavera un año y medio atrás, en el Templo Sakura. Hilde entró corriendo al cuarto de Quatre quien leía.


-¿Qué sucede Hil?- Pregunta intrigado el rubio de ojos aqua.


-Es Dorothy, está llorando en el jardín.- Hilde con tristeza.- Tu hablas mucho con ella ¿Por qué no vas a verla?


-Dorothy llorando, debe ser grave es la persona más fuerte y decidida que conozco.- Quatre salió de su habitación y se dirigió al jardín. Al entrar en él encontró a Dorothy sumergida en un mar de llanto, pero no lloraba de dolor sino de ira.


-¿Qué te sucede? ¿Por qué lloras?- Totalmente intrigado el pequeño Sheik.


-Mañana me fugo. Llegaré a la costa y me iré a tierra firme.- Dijo la rubia de cejas extrañas. Mientras secaba sus lágrimas.


-¿Por qué no me cuentas la razón por la que quieres hacerlo?- Más intrigado todavía.


-Sabes que mi primo el Príncipe Traize esta mañana partió. Vino para conversar sobre mi futuro conmigo, ordenarme en realidad.- Tomando aire, prosiguió.- -Quiere que me comprometa con el coronel Odin Low, el títere de la general Laidy One. Esa maldita loca de dos caras. ¡Cómo la odio!- apretando los puños.- -Me dió la opción de elegir un prometido sino me comprometerá con el títere.


-¿Por qué no te comprometes conmigo, Dorothy?- Le caía muy bien a él, la rubia de cejas raras, era una mujer muy inteligente y jugaba muy bien al ajedrez.


-Contigo, no quiero herirte pero no me gustas eres un muy buen amigo y te quiero como tal además no te amo. Quatre.- Dijo la rubia respirando hondo.


-Prefieres huir, que te encuentren, encierren en alguna torre y te casen a la fuerza, Dorothy.- La miró y prosiguió.- -Puedes comprometerte conmigo, quedarte en el Templo Sakura o donde quieras en las tierras Barton. Proseguir con tu instrucción en Artes Marciales impartidas por los sabios y tener acceso a la cultura de las bibliotecas de la región. No es necesario que nos casemos, ya que tu primo tiene tu custodia hasta tu mayoría de edad.- Terminó con una sonrisa que derretiría cualquier témpano de hielo.


-Harías eso por mí, Quatre. Eres hermoso.- Mirándolo a los ojos con una sonrisa.


Quatre se arrodilló delante de Dorothy y tomándole la mano- Quieres comprometerte conmigo, Dorothy.


Con lágrimas de emoción y alegría.- Si, acepto.- Agregando.- -Y gracias, por ser mi amigo. Eres el mejor.


Ambos se abrazaron. Quatre se levantó dejando a la rubia más tranquila y feliz. Se dirigió a hablar con el Príncipe Trowa. Su tutor.
Caminó por el templo y encontró a Trowa en las caballerizas con su Gundam Heavy Arms.


-Quatre, ¿Quieres ir a cabalgar conmigo?- Al verlo sus ojos verdes se hundieron en los aqua, haciendo que este último se sonrojara.


-No, quiero hablar contigo. Trowa. Es muy importante.- Dijo sin dejar de mirarlo y derritiéndose por dentro.- -Se trata de la vida de una persona a la que quiero y respeto mucho.


-Vamos a caminar por el bosque Sakura entonces y me cuentas.- lo invitó sabía que ese paseo que tomaban todas las tardes lo relajaba y le gustaba a Quatre.


Salieron de los establos. Trowa le puso la mano en el hombro a su adorado Sheik rubio. Eso hizo que la piel del rubio se erice. Caminaron entre los Sakura que dada la primavera estaban en flor. Quatre se detuvo debajo de uno de los árboles más viejo se sentía el perfume de sus flores y ese color rosado hacía que el bosque tuviera una hermosa vista.


Quatre suspiró. Apoyó su espalda en el tronco añejo. Se lo quedó mirando a Trowa, a su príncipe. Dentro de este marco tan bello el sheik rubio se quedó sin habla admirando a su tutor rodeado por el color rosado de los sakura. Los ojos verdes del castaño se fijaron en los aqua del rubio con una mirada que quemaba. Pero a pesar de sentir lo que sentía, Trowa se lo guardaba pues no quería confesarle sus sentimientos al menor por temor, por respeto y porque lo amaba y no quería perderlo.


El rubio sonrió y comenzó a contarle a su amado, lo que había conversado con Dorothy. Cuando terminó el príncipe le dijo.- -No. Eres muy joven para comprometerte con alguien a quien no amas.


-Pero Trowa, tenemos que ayudarla no la podemos abandonar así. Es nuestra amiga. Es parte de esta rara familia a la que todos en la Hermandad pertenecemos.- Suplicándole.


-¡NO!- Como le podía decir que no, lo veía tan pequeño a su rubio hermoso y tan maduro a la vez, apoyó un brazo a cada lado de su cabeza y acercó su cara a la de Quatre lo tenía arrinconado contra el árbol, lo tenía tan cerca suspiró. Era una tortura esa proximidad- -Está bien, pero cuando pasé todo esto lo rompes, ¡te queda claro!-


-¡Gracias, Trowa!- Con una sonrisa se acercó y apoyando sus labios en la mejilla, lo besó.


-Hablaré con Dorothy y luego enviaré una misiva al Príncipe Traize.- Dijo pensativo y mentalmente.- -¿Qué corazón que tienes?- Separándose.


 

-------------------------------------Fin de Flash back ---------------------------------


 

-Pero eres lo que eres, porque te lo ganaste con esfuerzo e inteligencia. Dorothy.- Quatre, se lo dijo con la convicción de aquel que ama y reconoce el valor de sus amigos.


-Es que sino fuera por ti yo no hubiera crecido como crecí.- Con agradecimiento.


-Sino hubiera sido por Hilde, yo no hubiera ido a ver que te pasaba.- El rubio la miró con dulzura.


Ella se paró en seco.- Hilde pero si siempre me esquiva. Me ignora. Y está con Tsuki.- dijo la rubia pensativa.- Tendría que ir a hablar con ella, ¡No!.


-Creo que corresponde, es más tendrías que haberte comprometido con ella.- Quatre riendo.- Pero a tu primo no creo que le hubiera gustado.


Dorothy y Quatre comenzaron a reír, este la acompañó hasta su habitación y luego fue a buscar a Trowa. Mientras el príncipe salía del patio pensando en su adorado Sheik y la amistad que tenía con Dorothy. La tarde comenzaba su camino hacia la noche


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A la mitad de la tarde galopaban tres jinetes por la llanura del valle, se detuvieron a descansar los caballos en el arroyo Akai. Desmontaron, desensillaron y los soltaron, estos se revolcaron sobre el pasto de alrededor de la orilla.


-Descansemos lo caballos.- Dijo Tsuki cansada por la tensión y sus pensamientos-


-Tengo que hablar contigo.- El catayo serio.


-¿Qué quieres Chang?- Prestándole algo de atención.


El catayo se la quedó mirando y pensó. -¡Puede ser posible que cada vez que quiero hablar con ella, me pase lo mismo!- Un tanto nervioso.


-Vine a buscarte para que me acompañaras al Templo Sakura pues allí están Duo mal herido, acompañado de Heero.-


-Y qué más tenías que contarme, Chang.- Con frialdad.


-Heero me dijo que los enemigos se desvanecieron. Pero creo que me estaba haciendo una broma.- Lo dijo riéndose.


Tsuki sonrió.


-Algo más.


-No era eso. ¿Cómo estás después de tanto tiempo?


-Yo bien y a ti se te nota feliz. ¿Cómo te fue con las chicas de Peacegraft?- Dijo Tsuki con un dejo de maldad.


-¡Hilde! Dorothy te manda saludos y a Catherine, Saly Poo. Releena a todas. ¡No sabés lo que pasó en la campaña!- Le dijo Chang riendo.


-Cuéntamelo.- Sonriendo y mirándolo hipnotizada- -cuando sonríes y estás relajado, te ves hermoso, Wu.- pensó.


-No sabés la que se mandó Releena.- Chang reía.


 

--------------------------------------- Flash back ------------------------------------


 

Releena entró en la tienda de campaña de Heero. Pensando seducirlo con sus encantos. Llegó hasta su cama, se quitó el vestido quedando totalmente desnuda y se metió entre las sábanas.


-Cuando entré y me vea no podrá resistirse.- Rió satisfecha. Hacía meses que intentaba acercarse a Heero y él le era indiferente.
Cuanta bronca le había causado cuando llegaron al Templo de la Montaña, saber que estaba atendiendo a Duo y que no se separó de este.


En esos días posteriores al combate del Valle de la Luna.


Y que cada vez que se lo cruzaba en los pasillos la ignoraba. Ahora lo tenía para ella sola, ya que Duo por las heridas que había recibido por un tiempo no iría al frente.


Esta era la oportunidad que había esperado, por supuesto que la aprovecharía.


El primero en pasar fue el Príncipe Milliardo. Que al ver a su hermana acostada en la cama de Heero., no supo qué hacer.


Detrás venía Wufei, quien dio media vuelta y volvió a salir de la tienda.


Y por último, Heero. Quien con su frialdad de siempre la miró.- Puedes salir de aquí Releena. Creo que te equivocaste de tienda.


-Puedes dejarnos a solas Heero, por favor.- Dijo Milliardo congelando con la mirada a su hermana. Yuy se retiró. -¡Te vistes de inmediato, vas a tu tienda y allí hablamos!- Le dijo muy serio a su hermana. Salió a disculparse con Heero.


Chang hacía un esfuerzo para no reír.- Voy a ver los caballos.- Dijo retirándose inmediatamente.


-Siento el comportamiento de mi hermana, Heero.- Dijo molesto Milliardo.


-No me ha dejado en paz desde que llegamos al frente, no la aguanto más.- Dijo muy enojado y con frialdad el samurái. Y pensó en Duo.


-La mandaré al castillo Peacegraft, ahora mismo.- Agregó el Príncipe.


-Gracias, Milliardo.- Heero esbozando una sonrisa. Releena se levantó y mientras se vestía, vió una caja al costado de la cama, la cual abrió. Encontrando el sello de Yuy y un mechón de pelo castaño atado con una cinta de terciopelo negro; como únicos objetos dentro de ella. Tomó el sello y apretó con enojo el mechón al cual abandonó allí dentro. Al sello lo guardó dentro de su vestido y se retiró de la tienda.
Esa misma noche partió del frente llevándose el sello y todo el resentimiento por la falta de atención de Heero.


---------------------------------------Fin de Flash Back -------------------------------


-No se da cuenta que Heero no le corresponde, la respeta por ser quien es pero él ama a Duo.- Con tristeza lo dijo el catayo trenzado y miró a Tsuki.-- No es a la única que no le corresponden.- Se levantó y fue a ver a SandRock quien al verlo se levantó pues estaba acostado descansando sus patas.


Hilde se acercó a Tsuki quien miraba con desolación a Chang.


-Dios que le estoy haciendo.- pensó la sacerdotisa mayor, agregando.- Necesito que al llegar al Templo lo entretengas a Wu, Hilde.


-¿Por qué?- intrigada la muchacha de ojos azules.


-Porque si esto que está pasando tiene relación con lo del libro que desapareció de la gruta, tendremos unos tiempos peligrosamente difíciles.- Contestó preocupada Tsuki.


-Pero entretener a Chang en que sentido.- Hilde divertida.


-Después que yo haya visto a Duo y a Heero, me marcharé al Castillo Barton, ¡sola!- Tsuki la miró seria a Hilde mientras le hablaba.


-No nos llevarás contigo Tsuki.- preguntó sorprendida y triste.


-Partirás al amanecer después de que haya salido el sol y si no hay niebla, entendiste.- Tsuki seguía seria.- No quiero que nadie más salga lastimado, además el libro es mi responsabilidad, por eso estoy aquí al servicio del Templo.- Agregó- -Deben quedarse y no salir del Templo Sakura, bajo ninguna circunstancia. Por que pueden ser atacados. Allí estarán seguros. Nadie puede entrar porque sus puertas están selladas por conjuros contra demonios.


-¿Demonios?- Hilde preocupada.- Pero nunca vi ninguno. Pensé que eran leyendas.


-No son leyenda, existen y la única manera de destruirlos es con las dagas y las flechas que te entregué. Con sólo tocarlos dejan de existir. El problema es que no deben los humanos ser heridos por las Ankoku Ken o espadas negras.- La sacerdotisa suspiró.


-¿Cómo hago para que Wu no te siga? Y Quería saber...- Hilde fue interrumpida por Tsuki. -No preguntes más, sólo hazme caso y quédate en el Templo junto a Wufei. Partamos.


Las chicas se levantaron llamando a sus caballos que al escucharlas se acercaron relinchando. Los ensillaron nuevamente, Wufei hizo lo mismo y partieron. No faltaba mucho para llegar al bosque pero debían apurarse, el sol ya se estaba ocultando...


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Algo me despertó sentía que ardía, temblaba y se quejaba- Hee... Heero.- susurraba, me di vuelta lentamente para no lastimarlo y lo miré. -¡Dios mío... Duo!


Respiraba agitado, lo veía muy pálido y ojeroso. Estaba muy afiebrado. Deliraba decía palabras indescifrables con una voz que no era la suya. Se sentía, estaba entre tinieblas y su agitación respondía a un estado de angustia insoportable, este cesó cuando Heero lo abrazó. Sintió su calor y algo que lo unía al mundo conocido, a su mundo y a Heero y no por el cual transitaba su alma, un preludio infernal en un lugar solitario, lúgubre y tenebroso.


-¡Hee... Heero, ayúdame!.


Lo tomé en mis brazos sintiendo que Duo se tranquilizaba.- -¿Qué te está pasando?


-¿Por qué no le dije a Chang que fuera y viniera? Tal vez Tsuki pueda hacer algo.- Pensé doliéndome el alma.


Acomodé las mantas tapándolo, apoyé mi espalda en la cabecera de la cama y atraje aún más a mi Duo hacia mi pecho, su cabello que se había oscurecido cayó sobre mi brazo como si con el me acariciara.


Maldije la decisión de partir junto al Príncipe Milliardo al frente unos meses atrás, por mi confusión, por sentir lo que sentía, por la atracción hacia mi espadachín trenzado de ojos violeta, por descubrir que lo amaba y el temor a perderlo. Nunca me había sentido tan vulnerable y fuerte a la vez. Nunca antes había amado.


Alguien golpeó la puerta.


-Pase.- Dije en voz baja.


-Les traje algo de comer y unos tés medicinales.- Dijo Catherine quien nos miró asombrada pero no dijo nada y agregó- -¿Corro las cortinas?


-No, déjalas ahí que Duo está descansando y no se siente bien.- Contesté mirándola fríamente.


-Si, sigues así te dolerá la espalda Heero, cuanto antes le des este brebaje más rápido se repondrá.- Dijo preocupada.


-Gracias, Catherine.- Contesté sin cambiar mi expresión


-Me olvidaba, llegó un mensaje del Templo lo envió uno de los sirvientes con un halcón. Este dice que Tsuki llegará al anochecer. Todavía faltan unas horas.- Dijo casi sin respirar ya que se notaba que la incomodaba y conociendo mi carácter se retiró.- -Bueno te dejo cuida de Duito.


-Si necesitamos algo te aviso.- Le dije mientras cerraba la puerta tras de sí. Me sentí aliviado y preocupado a la vez.


 

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Vagaba entre sombras pero no me sentía solo, la oscuridad reinaba y esos seres negros alados, feos y mal vestidos me seguían pero no me tocaban. Llegué a un lugar extraño parecía una fortaleza rodeada de tinieblas. Al llegar a sus puertas de ébano talladas con imágenes y escrituras extrañas e indescifrables, las cuales leí más no comprendí.


-¿Desde cuándo leo esto?- me pregunté.


-¡Me siento tan acompañado en este lugar tan inhóspito y solitario!


Vi unos ojos azul cobalto que me miraban con... amor. Sentí sus labios húmedos y cálidos. No deliraba pues al abrir mis ojos. Heero me observaba, vi temor, dolor y sobre todos los sentimientos sentí amor en esa mirada ya no fría como antaño sino cálida y de alivio al verme despertar.


Lo noté tranquilo pero sabía que interiormente su alma no lo estaba, la sentí lejos en algún lugar no conocido, presentí oscuridad pues algo me unía a ella. Como una delgada línea a punto de romperse. Lo sentí profundamente mío al trenzado inquieto y parlachín que más de una vez me había desesperado, molestado y que ahora yacía en mis brazos.


Mi razón se turbaba pues no comprendía ese camino que estaba transitando. Como era posible que sintiera lo que sentía y supiera que si él me dejaba solo en esta vida, mi vida no tendría sentido cayendo en el dolor y la desolación absoluta.


Cada vez que logré hablarle sin que se me quebrara la voz, él abría sus párpados. Sus ojos violeta se clavaban en los míos y su mirada extraviada se iluminaba al ver la mía. Le sonreí y sentí alivio por ver sus ojos nuevamente.


-Háblame dime que sientes. Quiero saber.- dije en susurros no quería lastimar su corazón. El de mi pálido Duo.


-Pero Heero tu no soportas mi charla.- mientras me desvanecía en el abismo.


-Sólo hazlo que este silencio me está matando.- tomándole la barbilla y obligándolo a mirarme nuevamente.


Lo miré- -Besame, te necesito.


Acerqué lentamente mis labios a los suyos rozándolos apenas. Me separé- yo también te necesito, no sabés cuánto.- y volví a besarlo, devoré sus labios buscando su lengua, jugando con ella, quería sentirlo. Por Dios como lo deseaba. Duo gemía y respondió.


Heero me beso permití que me invadiera, profundizó su beso comencé a gemir, me derretía entre sus brazos pero no tenía fuerza para abrazarlo. Una angustia terrible que me oprimía el pecho y lloré. Él suavemente separó sus labios de los míos y me abrazó con fuerza.- Veo las tinieblas que me cubren, Heero.- Me hundí en ellas, me confundían y arrastraban a la oscuridad.


-Estoy aquí no estás solo. -Sentía su temor, temblaba en mis brazos y no pude evitar comenzar a llorar.


Dejó de temblar y de respirar.- Duo. Duo. No, respóndeme.- Me arrodillé en la cama.


 

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La puerta se abrió de golpe entrando Tsuki muy apurada, seguida de Chang y Hilde. La sacerdotisa mayor al ver la escena que tenía delante giró sobre si misma y ordenó que el catayo y Hil, se retiraran. Estos al ver su cara y ante sus órdenes, lo hicieron cerrando la puerta tras de si y esperando afuera muy intrigados.


Corrió al lado del samurái quien la miraba desconsolado y de Duo que yacía sin vida en sus brazos.


-¿Heero, hace cuánto está así Duito?- Preguntó muy angustiada y triste. Le apoyó su mano en la frente y dijo- Aun no murió.


-¡Recién, dejó de respirar!- dijo sollozando el samurái.


-Pero su alma no ha abandonado su cuerpo aunque vaga ante las puertas mismas del averno. Entonces estamos a tiempo. Necesito que sepas algo importante antes de hacer nada y que hagas lo que te pida habiéndolo pensado y decidido.


-¡Haré lo que sea, Tsuki!- Contestó afligido y miró a su amor.


-Él fue herido por las espadas Ankoku Ken, que pertenecen al mundo demoníaco. Estás lo que hacen es mandar el alma de la persona que hieren o matan al infierno y los cuerpos se vuelven cadáveres que vagan por la tierra controlados por Enma, el Rey de los Infiernos.- relató Tsuki.


-¿Qué debo hacer?- Preguntó Heero con un brillo de esperanza en sus ojos.


-Tu daga Sora no Hikari, ¿Dónde está?- Tsuki preocupada.


-En el cinturón con mi armadura.- Dijo Heero.


Ella fue a buscarla, la tomó, se acercó a Heero. Se arrodilló, la puso en su regazo y lo miró.- Debes saber que estás dagas no son de este mundo Heero, me fueron entregadas por el mismísimo Arcángel Gabriel. Así como le quitan la existencia a los demonios también devuelven la vida cuando los seres humanos son asesinados o heridos por las Ankoku Ken o espadas demoníacas. Pero hay un problema.


-¿Y cuál es?- Heero comenzaba a impacientarse.


-No siempre son efectivas y deben ser usadas por aquellas personas que deseen de corazón que la otra persona reviva. Tienes que ser honesto contigo mismo. Sino no tienen efecto y puedes llegar a morir. Porque utilizan tu energía vital. ¡Entendiste!


-¿Qué debo hacer para lograrlo?- preguntó sin dudar.


-Debes apoyar la daga sobre la herida de Duo, tener fe en que vivirá y con tu amor. Esta debe quedar con la empuñadura hacia el corazón y oprimirla con toda tu fuerza contra su cuerpo. -¿Sacrificarías tu vida por él?- Con tristeza los veía desde donde estaba arrodillada, su mirada celeste se encontró con la azul cobalto. -¡Cómo has cambiado Heero! Eso me gusta, la muerte de tu preceptor el sabio Gap te ha dado un respiro y te ha civilizado un poco.- Le tendió la daga inclinando la cabeza en señal de respeto.


 

Yuy la tomó. Sin decir nada.


 

-Yo parto hacia la fortaleza Barton. Lo único que te digo es que confío en que será sabia tu decisión.


-Eres tan dura a veces Tsuki.- Dijo Heero muy molesto.


-Como si tu no lo fueras, samurái Yuy.- Dijo la sacerdotisa y agregó.-- Eres tan frío como el hielo, solo Duo pudo penetrar ese témpano que tienes por corazón.- con una sonrisa de esperanza y sin dejar de mirar esos hermosos ojos cobalto que enloquecían a cualquiera.- -Debo partir el que me preocupa es Quatre, ya que Duo está en las mejores manos.- Sintió mucha angustia y dijo.- -Él ya está muerto depende de ti que reviva, Yuy.-


-Tu no puedes hacer nada.- Dijo a punto de matarla por lo que había dicho.


-No, su alma está ligada a la tuya por eso no partió todavía. Tú lo mantienes unido a este mundo no lo olvides Heero. No quiere dejarte, él te ama, tenlo presente. Tienes hasta la medianoche.- Se levantó. Se acercó al durmiente, le besó la frente- -Que Dios y Yuy no te abandonen.- A veces era muy mala y le gustaba hacer que Heero se enojara. Se apartó antes que Yuy quien había desenvainado la daga se la tirara. -¡Lo siento a veces me excedo, Adiós!- Y salió corriendo cerrando la puerta tras de si. Se sintió del otro lado detrás de ella en la madera algo que se clavaba.


 

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-Maldita.- Dije una vez que Tsuki saliera. Miré a Duo que yacía frente a mi. Me levanté, fui hasta la puerta saqué la daga que estaba clavada en ella. Giré y lo vi en la cama.


-Más vale que me hayas dicho la verdad sino te mataré.- Pensé en voz alta, envainé la daga, me acerqué a Duo. Mi corazón se aceleró, me arrodillé con una pierna entre las suyas. Tomé la daga la puse sobre su herida que estaba negra, esta comenzó a brillar. Duo se movió e intentó quitársela, me acosté sobre él. Lo abracé y no dejé que se moviera con el peso de mi cuerpo.
Se quejaba, quiso tomarla nuevamente. Tomé sus muñecas y lo obligué a abrazarme. Comencé a desvanecerme y él dejó de luchar, sentí su respiración en mi pecho. -¡Heero!- Fue lo último que escuché.


 

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-Heero está molesto, mejor no entren.- dijo sonriendo.- Voy a ver a los caballos, ¿Por qué no descansan chicos?


-Tu tendrías que descansar Tsuki.- Dijo Wufei comiéndosela con la vista.


-Ya lo haré y no me mires así, Chang.- Muy seria.- -Porque no te vas a comer... algo.


-Catherine nos espera, ven conmigo Wu. Hazme compañía.- Hilde sonriéndole al catayo.


-Está bien, no tardes Tsuki.- Mirando la puerta. Se iba y giró para entrar. Tsuki se interpuso y no lo dejó pasar tomando la katana con su mano derecha.


-Mañana hablas con él.- Clavándole sus ojos celestes en los negros del catayo.- Heero está muy molesto y si entras te matará, déjalo en paz. Entendiste.- le hablaba peligrosamente cerca enfrentándolo cara a cara.


-Serías capaz de enfrentarte conmigo.- Sin quitarle la vista de encima.


-Por supuesto. ¡No entres! Los celos nublan tu razón, Chang.- Muy molesta.


-No serás tu la celosa, Tsuki.- Con una sonrisa de triunfo de parte del catayo.


-No seas idiota Chang. Y vete de aquí.- Cortante y empezando a perder la paciencia.- Tengo que ir al castillo, por Dios no puedo perder más tiempo- Pensó.


Chang estaba tan distraído que no vió pero sintió el derechazo que Tsuki le dio partiéndole el labio y sentándolo en el piso.- Odio tus juegos Chang y tu lo sabes.- Giró sacando la llave de la puerta y cerrándola, se agachó y la pasó por debajo de esta.


-No podrás entrar. Déjalos en paz.- Se fue sin mirar hacia atrás. Maldiciendo a Wufei.


Hilde corrió hasta donde estaba el catayo, le tendió un pañuelo y le dijo- -¿Cuándo vas a dejar de provocarla? ¡Sabes que se enfurece cuando la molestas!-


-Pero no me dejó ver a Duo.- sosteniéndose el pañuelo sobre la herida. -¡Cómo pega!- Sonriendo.- -¡Qué carácter que tiene! Eso me gusta.- pensó para sí.


-Vamos a comer algo y luego a descansar mañana lo ves a Duo y hablas con ella.- Hilde tratando de distraer a Wufei.


-Debo hablar con ella.- levantándose.


-Dejala tranquila cuando se le pase podrás hacerlo.- Tomándolo del brazo y llevándoselo al comedor. Caminaron hacia allí, charlado muy tranquilos.


 

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Tsuki entró a las caballerizas hecha una furia.- Maldito, Chang.- Suspiró y sonrió- -¡Qué bien que me siento!- Pensó.- Nunca pensé que podría golpearlo.- en voz alta.- Salió por la puerta del establo y fue a cada puerta del templo, se fijó y vio que las inscripciones impedirían que los demonios entraran. -Espero que lo entretengas a Wu, Hilde.- Se dijo.


Entró nuevamente a las caballerizas que se encontraban detrás del templo y se comunicaban internamente con este.


Sacó a Heavy Arms de su establo, lo llevó hacia fuera y un caballerizo cerró las puertas tras ella. Lo montó y partió al paso. Para no ser escuchada, entró al laberinto y comenzó a trotar.


Conocía muy bien a los caballos pues habían sido criados en los pastizales del Templo de la Montaña. Y ella era la encargada de domarlos.


La raza Gundam era muy especial solo se criaba en esa zona.


La luna comenzaba a enrojecer en una noche de mil demonios, donde estos sonreían... ¿Estarían contentos?


 

Continuará...

Notas finales:

Agradecimientos, a Luna Shinigami una entrañable amiga del ciberespacio y por inspirarme totalmente como siempre.

 

Vocabulario:

Akai: Rojo.


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