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kurayami no hon por Yami no Deshite

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Notas del capitulo:

Aclaraciones los personajes de Gundam Wing no me pertenecen sólo son de mi autoría Tsuki, Darkness y el resto de los demonios que aparecen. ESte capítulo contiene Lemon.

--------------- Línea completa divisoria de escena

(N/A:) Nota de la autora

---------Flash back---------

---------Fin de Flash Back------

 


Dieciséis años atrás...


El comandante Rashid junto con sus hombres quienes escoltaban a una malherida pero perseverante mujer rubia, muy hermosa con un bebé en sus brazos, cabalgaban sin descanso camino al Templo de la Montaña. Allí sabían que estarían protegidos por lo menos el heredero del Reino del Desierto, Quatre Raberba Winner podría seguir viviendo. Aunque sea en el anonimato y cuando pudiera recuperaría su reino de las garras del Principado de Oz. En ese momento el Príncipe era el padre de Traize Crushrenada. Un sanguinario conquistador quien más adelante le dejaría el mando a su hijo. Quien por razones que sólo él sabe sigue con la línea de conquista de su padre. ¿Tal vez un amor no logrado? Fue el que lo impulsó a seguir conquistando hasta que llega a su vida un Arcángel a quien le entrega su corazón martirizado por los celos y el desamor, de su amado Milliardo.


Pero volviendo a esa noche, trágica y de espanto, de salvación para algunos y de muerte para otros.


Desde el Principado Americano llegó en brazos de Hellen, un precioso bebé de cabello castaño y ojos violeta, acompañaba a Hellen; el Sabio Howard quien llevaba en sus brazos a la pequeña Hilde, una tierna bebita de un año también huérfana.


En el Templo había una tumba que sería denominada la Sin Nombre, y se cavarían dos más una para Hellen que moría esa misma noche junto a la madre del bebé árabe.


-Tsuki, despierta.- Un catayo de ocho años moviendo a una niña de cabello negro y un mechón blanco en la frente, para lograr despertarla.


-¿Qué quieres Wu?- La misma niña despertando.


-Escuché cascos de caballos afuera.- Dijo el pequeño Wu meneando su cabellera negra y mirando a su adorada amiga, despertar.


-Vamos a ver, despierta a Heero y a ese niño de ojos verdes que llegó hoy.- Dijo medio dormida, abriendo sus hermosos ojos celestes, y viendo con una sonrisa a su querido amigo Wu.


Se levantaron y fueron a buscar a su amigo y a ese niño solitario de reciente llegada. Caminaron descalzos hacía la entrada del Templo, allí se encontraron con los otros dos niños y juntos como siempre lo estarían, salieron a la galería. Vieron desmontar a una mujer, quien al hacerlo cayó al piso, pero un niño de cabello castaño y ojos verdes esmeralda, con muchísima rapidez logró alcanzar al bebé antes de que se lastimara. El pequeño quien lloraba dejó de hacerlo apenas estuvo en los brazos del niño. El comandante quien la acompañaba desmontó a su vez y fue a verla. Estaba pálido su querida Señora había muerto.


-No llores, más yo estoy aquí contigo y no te dejaré jamás.- Le dijo el niño al bebé, quien con una adorable sonrisa fijó sus ojos aqua en los esmeralda. Lo abrazo más aun y el pequeño rubio hijo del desierto se durmió, al sentir el calor de esos brazos que aunque eran de un niño denotaban fortaleza y seguridad.


Al rato de lo sucedido llegó otro contingente de jinetes y otra mujer con otro pequeño en brazos. Ella estaba exhausta y se la veía muy mal. Cuando desmontó se arrodilló. Heero al ver lo acontecido corrió a ayudarla y logró sujetar al pequeño, ella lo miró.


-Duo, se llama mi hijo.- Dijo entre susurros.


-Me llamo Heero, Señora.- El niño de ojos cobalto le dijo a su vez.- Yo lo cuidaré, no se preocupe.


El sabio Howard desmontó y se acercó a ellos, con la pequeña Hilde en brazos que dormía. Tsuki y Wufei se acercaron al hombre quien les infundía confianza. Él miró a los niños.


-¿Qué hacen en el Templo ustedes?- Les preguntó intrigado.


-Somos elegidos para ser miembros de los Guardianes de la Hermandad del Templo de la Montaña, protectores de las Tierras Sagradas del Monte Hiei.- Contestó Tsuki, quien no le quitaba los ojos de encima a la niñita que traía en los brazos el sabio.


-Hablas como si fueras un adulto, niña.- Le dijo el sabio, ella lo miró seria y pensó.- A pesar de tener este cuerpo tan pequeño mi conciencia es eterna y pertenece al mando celeste.- Ella sonrió con dulzura, le caía bien ese hombre al contrario del Preceptor de Heero. El sabio Dr. Gap. Ese maldito lo trataba muy mal a su amigo moldeando un carácter demasiado duro y sin demostrar sentimientos. Pero todavía en ese momento Heero era una delicia y no dejaba de ver a Duo, con adoración. (N/A: ¿Quién no?)


-¿Puedo cargarla?- Preguntó Tsuki al Sabio, mirando con ternura a la que sería como su hermana, confidente y amiga.. El hombre la miró y con una sonrisa se la tendió, ella la tomó y abrazó con cuidado. Wufei se le acercó.


-¡Qué tranquila que está!- exclamó con una linda sonrisa.


-Podemos decir que somos una familia con muchos hermanos.- Dijo la pequeña sacerdotisa. -¿Por qué no entramos?


Mientras ellos conversaban, el comandante Rashid había llevado adentro a la madre de Quatre y a Hellen quienes fueron conducidas a una de las habitaciones del Templo. El joven de ojos verdes muy parecido al que había fallecido esa misma tarde, heredero del Principado Barton. Entró cargando al bebé y se dirigió junto con el resto de los niños a la cocina. Las sirvientas estaban preparando leche para las criaturas. Tsuki con el consentimiento de Howard al que llamarían así con cariño y quien demostraría ser el padre que en esos momentos no tenía ninguno.


-¿Puede dormir conmigo esta noche?- Preguntó Tsuki.


-Si, pero si despierta abrázala y se tranquilizará.- Dijo el sabio mientras se dirigía a la cocina con el resto de la comitiva. Tsuki acompañada de Chang se retiró a sus aposentos.


-¿Puedo quedarme contigo, Tsuki?- Preguntó a su vez Chang, quien ante la presencia de extraños buscaba su compañía.


-Si me dejas dormir y no me haces cosquillas, sí.- Contestó riendo la pequeña.- Vamos que estoy cansada. Los dos siguieron al cuarto de ella. Al entrar cerraron tras de sí la puerta, se dirigieron a la cama, Tsuki acostó a Hilde en ella, se recostó a su lado y el pequeño catayo hizo lo mismo del otro lado de la niñita. Los dos la abrazaron dándose calor mutuamente y se durmieron.


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En la cocina el Sabio Howard intentaba con ayuda de Heero darle de beber la leche a Duo, que no dejaba de mirar hechizado al niño de ojos cobalto. Este logró alimentar a su pequeño protegido al cual protegería el resto de su vida casi hasta con su propia muerte.


El joven heredero Barton logró hacer lo mismo con su ángel rubio sonriéndole mientras bebía su alimento. El comandante Rashid miraba toda la operación con mucha atención.


-Su alteza, usted sabe a ¿Quién tiene en los brazos?- Preguntó con respeto el hombre al niño, quien lo miró con atención.


-No, ¿Quién es?- Contestó.


-Es el heredero del Reino del Desierto, y debe quedar en secreto ese hecho, pues los hombres de Oz lo eliminarían en el acto.


-No se preocupe, comandante. Yo no diré nada y siempre lo protegeré.- Dijo el niño sonriendo, había hallado al motivo de su existencia, y no permitiría que nada le pasara.


-Usted y sus hombres vendrán conmigo a Palacio cuando vuelva a mi Principado. Serán en secreto los hombres de Quatre, y mis guardias personales.- De forma muy madura, segura y con mucha convicción se expresó el Heredero Barton.


El comandante después de haber escuchado esas palabras, arrodillose ante él e inclinando su cabeza en forma respetuosa.-¡A su órdenes su majestad!-


-Somos una familia a pesar de no tener la misma sangre los miembros de la Hermandad, y nos cuidaremos como tal el resto de nuestras vidas.- Le dijo el pequeño, con satisfacción sintiendo cada palabra que expresaba, y adorando a esa criatura que había dejado de comer y tenía dormida en sus brazos.- Dormirá en mis aposentos, que lleven una cuna a ellos.


-Sí, mi señor.- Le dijo Rashid a su nuevo amo. A quien serviría mientras el Sheik Quatre, estuviera a su lado.


Cada niño con su nuevo hermano fue a su respectivo aposento a descansar. En la cocina quedaron el Sabio Howard y el Comandante Rashid, tenían mucho que contarse hacía años que no se veían.


-Sabio Howard.- Comenzó el hombre del desierto dirigiéndose al otro hombre.


-Comandante Rashid, ¿Qué ha pasado? Cuéntame.- Mirando seriamente a su compañero de conversación.


-El ejército de Oz ha diezmado nuestro pueblo y logramos huir por gracia de nuestro Dios, señor.


-Aquí estarán protegidos y el Heredero del Desierto será cuidado por el Principado Barton , no se preocupe Comandante Rashid. Está misma noche sus hombres deben cavar dos tumbas. Una para su Señora y otra para Hellen, quedaran en el cementerio y sus tumbas solamente tendrán la fecha de este trágico día.- Dijo pensativo Howard.


-Tres tumbas ya hay con estas.- Agregó Rashid con tristeza.


-La primer tumba es la del sirviente que acompañaba al Príncipe Barton. Estaba muy enfermo y murió está tarde.- Le dijo el Sabio Dr. Gap, quien entraba en ese momento con sarcasmo.


-¿De dónde viene Gap?- preguntó Howard al Dr.


-De la Gruta Sagrada que está detrás del Templo.- Contestó Gap.


-Allí está “Kurayami no hon”, bajo siete sellos.- Confirmó Howard con seriedad.


-Es importante cuidar que los sellos no se rompan, podría ser muy peligroso que ese objeto se activara.- Agregó Gap.


-¿Cómo están con su entrenamiento los niños y la sacerdotisa?- Preguntó Howard.


-Son unos estudiantes excelentes.- Contestó el Dr.


-Debes ser menos duro con Heero, Gap harás un guerrero perfecto pero un hombre triste y reprimido de él.- Le razonó Howard.


-Pero nuestras tradiciones así lo requieren, que estemos aquí y que él haya sido elegido entre miles de jóvenes en Cipango para ocupar este lugar, no quiere decir que me salga de nuestras costumbres.- Le refutó Gap.


-Piénsalo quieres, traje a Hilde, la pequeña huérfana tiene los requisitos para ser otra sacerdotisa y faltaría otra niña más para que las acompañe a ella y a Tsuki, en esa tarea tan importante.- Le contó Howard a Gap.


-Si me disculpan, me retiro.- Interrumpió el comandante Rashid.


-Vaya Comandante ha sido un día demasiado largo, y Usted debe estar muy agotado.- Le dijo Gap.


-Mañana conversaremos más detenidamente, que así sea.- Dijeron a la vez Howard y Gap.


-Hasta mañana.- Les dijo Rashid, retirándose.


-Será mejor que nos retiremos también, tendremos mucho trabajo mañana.- Howard dirigiéndose a Gap.


-Estoy de acuerdo, hasta mañana.- Gap a Howard.


Ambos hombres de distinta cultura tratando de solucionar los problemas de educación de sus discípulos y elegidos, se retiraron a sus recamas.


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Cuatro años después...


-¿Lo encontraste a Heero?- Preguntó preocupado Duo quien con sus cuatro años, no dejaba en ningún momento a su compañero de ojos cobalto.


-No Duito, encima hay desertores de las tropas de Oz en la zona.- Le contestó Tsuki a su dolido amiguito.


El Comandante Rashid, llegaba en ese momento escoltando al Príncipe Trowa, y con él venía el resto de los chicos miembros de la Hermandad.


-¿Por qué no buscamos en el Solar Oscuro?- Dijo Trowa muy serio. y miró a sus compañeros.


-Estamos cerca. Wu acompáñame. Hilde quédate con Trowa.- Le pidió Tsuki a su fiel amigo quien no la dejaba ni a sol ni a sombra.


-¡Quiero ir!- Haciendo puchero la pequeña.


-Hil, ven conmigo.- Le pidió el Príncipe.


-Está bien.- Dijo triste no soportaba estar lejos de Tsuki quien desde que había llegado se había ocupado de ella siempre.


Tsuki y Wufei partieron a todo galope hacia el Solar que estaba a dos kilómetros de donde se hallaban.- Maldito Gap, cuando lleguemos al Templo te la verás conmigo.- Pensó para sí la adolescente que pintaba ya ser mujer, y de mucho carácter.


Tras una cuesta vieron movimiento de caballos tres a lo sumo, en el edificio que se encontraba delante de ellos y más apartado el caballo de Heero.


Un soldado en la puerta y nadie más. A Tsuki se le fue el alma, no sabía porque pero presentía que lo que pasaba allí no era nada bueno. Además las historias que escuchaban de esos malditos bastardos de Oz, era terrible. Unos pervertidos muy sádicos.


-Wu, Vayamos por atrás creo que están descuidados. Y Mátalos si se te acercan, eres el mejor peleando.- Le dijo pálida a su amigo.


-¿Estás bien?- Wu preguntó al verla tan mal, nunca la había visto así.


-Apurémonos temo por Heero, él es muy buen guerrero pero es tan chico como nosotros, y ellos son tres.- Lo miró asustada.


Dieron la vuelta y lograron llegar por detrás, escuchaban a los hombres que estaban dentro reír y maldecir al chico que gritaba que los mataría si se soltaba. Heero estaba allí.- Por lo menos está vivo.- Dijo más tranquila Tsuki.


De un salto Wufei sin que el hombre que custodiaba se diera cuenta lo durmió. Entraron sigilosamente, la puerta estaba abierta.


-Ahora sabrás lo que es bueno niño.- Se escuchó una voz muy grave y risas-Tómalo. Después me toca a mí.- Otra voz. Pero no hubo ninguna más.


-Son dos.- Tsuki miró seria a Wu.- Entremos.


Al entrar con la katana en la mano Tsuki y una espada cataya Wufei, no daban crédito a lo que veían sus ojos. Heero atado a una cama, totalment ensangrentado y desnudo, con uno de esas bestias encima que intentaba...- No mirés, Tsuki.- Dijo Wufei colorado y avergonzado.


-Maldito.- Gritó ella, no podía creer que su querido amigo estuviera así tan lastimado y con ese engendro tratando de embestirlo. Pero no había logrado todavía su cometido, por suerte... (N/A: ¿Pobre Heero?)


El hombre salió de encima del cuerpo maltratado y se dispuso a esgrimir, mientras Wufei peleaba con el otro soldado logrando matarlo. Nunca Tsuki lo había visto tan enfurecido. Antes de que pudiera dar la segunda estocada el soldado que peleaba con ella, que estaba con su miembro fuera y sonriendo.-¡Tu serás las siguiente niña.!-La hirió haciendo que se doblara pero sin que tuviera tiempo este último cayó pues ella con mucha rapidez lo ensartó con una daga que tenía en el cinto.


-¡Creo que te equivocaste!- Dijo ella después. -¡Asco me das!-


-¡Tsuki!- Wufei desesperado. Se acercó a ella y la abrazó.


-Yo estoy bien, suelta a Heero y tápalo ahora, que no lo vean así.- Dijo con dificultad. Se miró el vientre y sangraba mucho. -¿Cómo me distraje tanto?- Debo atender a Heero.


Wufei se acercó al muchacho de ojos cobalto, lo soltó y tapó con la capa que estaba tirada a un costado. -¡Estás muy malherido Heero!- Dijo Wu con tristeza.


-¡Gracias, Chang!- Dijo mirando a esos ojos negros. -Yo estoy malherido pero ella está peor.-


Tsuki había cortado una tira de la capa y se había hecho un vendaje muy apretado. Se levantó con mucho dolor, ardía como el demonio esa herida. -Wu, ve a mis alforjas y tráemelas. Se sentó en la cama al lado de Heero y le dio un beso en la mejilla. -¡Lo siento, por no haber llegado antes!- Con culpa y llorando, se dobló a su lado y Heero la abrazó para reconfortarla. -¡Ah!-


-Tu no tienes la culpa y yo debí andarme con más cuidado.- Heero se levantó y Tsuki miró hacia otro lado ya que estaba completamente desnudo. Él tomo su ropa interior se la puso y le siguieron los pantalones.


-Están feas las heridas de tu espalda. Deja que te las cure.- Mientras entraba Wufei abriendo las alforjas. Tsuki sacó una venda y la impregnó con un líquido.- Te dolerá pero evitará que empeore.


-¡Ah!- Fue lo único que dijo.


Ella untó con un ungüento otra venda y se la pasó por las heridas y empezó a sentirse mareada.- Wu, véndalo y apúrate.- Tomó un poco del mismo ungüento se sacó su vendaje y lo pasó por su herida que ahora sangraba menos.


Heero se puso la camisa, o lo que quedaba de ella.


-¡Dios, déjame ver eso!- Wufei muy molesto.


-¡Ya está no es nada! ¡Ayudame a apretar el vendaje!- Heero la sostuvo y la acostó.


Por la puerta de la habitación entraba corriendo Duo quien al ver a Heero se le echó en los brazos llorando. Heero lo abrazó con ternura y alegría, aguantando el dolor que sentía en su espalda.


-¿Estás bien? Nos tenías preocupado.- Dijo Duo cayéndole las lágrimas.


Heero le levantó la barbilla e hizo que lo mirara.- No llores estoy bien, no me pasó nada.- Mi pequeño, Duito.


Duito tomó la daga que tenía en su pequeña cintura y se cortó la punta de la trenza, el cabello le quedó suelto en su espalda y entregó la misma a Heero. -Para que nunca te olvides de que te amo.- Le dijo y lo abrazó.


Heero la tomó y la guardó en uno de los bolsillos e interiormente se sentía completamente feliz y muy amado por ese niño que lo adoraba. Se le llenaron los ojos de lágrimas ante esas palabras que le aliviaban el corazón. Esa pequeña presencia en su vida le daba un sentido que jamás pensó alguien le podría dar.


Entraron todos por la puerta y Rashid ordenó que se lleven los cuerpos fuera.- Príncipe creo que tendrá que dar parte de esto al Príncipe Milliardo y al Príncipe Crushrenada. (N/A: Se avecinan problemas entre Milliardo y Traize por esto.)


-Tienes razón Rashid. Apenas lleguemos al Templo mandaré las misivas. Tienen prohibido los soldados pisar estás tierras.- Muy serio y fuerte como siempre.


-¡Vámonos a casa!- Dijo Tsuki, incorporándose. La herida gracias a ese ungüento que tenía ingredientes que venían del mundo celestial se le estaba cerrando y seguramente la espalda de Heero ya estaba curada. Hilde se le sentó al lado y Quatre del otro lado a Tsuki, ella los abrazó y le dio un beso a cada uno en la frente.


Trowa después de hablar con Rashid fue a ver a los chicos, el pequeño Sheik se levantó y abrazó a su príncipe quien lo recibió encantado. Era el eje de la vida del príncipe, el rubio de ojos aqua.


-Traize debe venir seguro a visitarnos en unos días.- Dijo Trowa. -Hablaré con él sobre lo sucedido.- Le dijo a Heero, quien se ataba la capa y miraba sonriendo a Duo quien a su vez estaba embelesado con sus ojos azul cobalto.


Salieron del edificio y montaron, partiendo hacia el Templo de la Montaña. Unos hombres de Rashid se quedaron poniendo orden en el lugar y el resto del destacamento siguió a la comitiva.


Llegaron al Templo al atardecer. Desmontaron e inmediatamente, Trowa y Tsuki fueron a buscar a Gap y a Howard, debían hablar sobre lo acontecido con Heero, y las acciones de Gap su discípulo para que no se repitieron los hechos que hicieron que el pequeño samurái no volviera a dejarlos de esa manera poniendo en peligro su propia vida, por el trato de este hombre duro y sin corazón...


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Volviendo al presente...


Sentí su calor, su corazón se aceleraba ante mi contacto y el mío ante el suyo, Duo me abrazó y yo a él. Dije. -Duo.- Apenas pude abrir mis ojos, busqué su mirada y la hallé en esas amatistas con un brillo profundo. Sólo así supe al verme reflejado en su alma cuanto lo amaba. Porque lo amaba y sería mío.


 


...Todo mi ser lo reclamaba...


...lo necesitaba a pesar de este cansancio mortal que padecía...


...de la prisión en que mi alma se halló desde que supe...


...sentí, y no pude más tolerar su ausencia...


...mi corazón ya no resistió más y volví a reclamarlo...


...y al hacerlo, di mi vida por salvarlo de su terrible agonía...


...y de mi propia oscuridad al saberlo perdido...


 


Después de aquella noche en la que descansaron, un rayo de sol muy cálido despertó a Heero. Sentía que sus fuerzas volvían además de un calor muy familiar que lo envolvía, o sea los brazos de Duo que no lo habían soltado en toda la noche.


Sentí su respiración en mi hombro, abrí mis ojos y vi a Duo que dormía con una sonrisa, muy despacio me acerqué a sus labios y lo besé tiernamente. Él profundizó el beso haciendo que mi piel ardiera ante su respuesta. Le acaricié la espalda muy lentamente, gimió. A esto mi hombría se despertó...


Sus manos acariciaban mi espalda y bajaban lentamente hacia mis nalgas, arrancándome gemidos los cuales no podía detener y lo besaba cada vez más profundamente. Lo deseaba y me excitaba, mi miembro lo reclamaba. Necesitaba su contacto, que su piel calentara más la mía. Dejó mi boca para ir a mi cuello, mi pecho, abdomen deteniéndose en mis testículos arrancándome gemidos y haciendo que me retorciera por el placer recibido, se metió uno dentro de su boca luego el otro siguió con mi miembro hasta tenerlo dentro subía y bajaba, cada vez más rápido. No podía más.


- Hee...Heero. -Acabé dentro de su cavidad bucal el me miró y se relamió los labios. Se incorporó y...


...Lo besé apasionadamente, Duo sería completamente mío. Él no dejaba de besarme sentí que me deseaba cada vez más. Jadeaba, su piel quemaba la mía y mi excitación crecía mucho más... Dejé sus labios, humedecí la punta de mis dedos y con mucho cuidado introduje un dedo en su entrada una estrechez deliciosa lo envolvió, suave entraba y sacaba mi dedo para luego introducir otro y hasta un tercero.


...Su miembro entró dentro mío sentí dolor pero quería más, no aguantaba la tortura de no tenerlo. Quería que me amara, deseaba en cada instante ser amado y consumido por su deseo. Su cuerpo aumentaba la temperatura y sus besos me devoraban haciendo que perdiera la noción del tiempo y me perdí en su alma, escuchaba los latidos de su corazón que reclamaban los míos...me embestía primero con cuidado y lentamente fue incrementando la velocidad sacándome gemidos cada vez más fuertes y grité mientras me masturbaba...- Te a..mo, Hee...Heerooo.- Acabé en su abdomen.


...Escuché mi nombre entre jadeos y gemidos, y al sentir que acababa en mi abdomen y su estrechez me devoraba, palpitaba aprisionando mi hombría terminé dentro de él. -¡Duooooooooo...!- Pero no salí, seguí dentro suyo. Besaba sus labios necesitaba más de su calor, su humedad, su olor y sobre todo que me amara como sabía que lo hacía desde hace tanto tiempo.


...Él no dejaba de besarme, sus piernas seguían en mis caderas y sus brazos rodeando mi nuca... Me alejé de sus labios y el me miró con sus ojos amatista en los cuales encontré amor.- Te amo, mi amado Duo.-


-Siempre lo supe y siempre te amé, Heero.- Sonreí me sentía flotar entre sus brazos. Todavía me invadía pero no quería que saliera. Era mío como yo lo era de él y nada ni nadie cambiaría eso. Le pertenecía mi corazón, mi alma, mi cuerpo, siendo esto por el resto de nuestras vidas.


-Lo sé mi amor.. siento haber tardado tanto en hacerte mío, pero quería estar seguro de mis sentimientos.- Le dije entre besos, succioné su labio inferior arrancándole un gemido, era una adicción de la que no quería curarme.


Iba a separarme de él, pero no pude... mi cuerpo reaccionó, su contacto me excitó y volví a embestirlo nuevamente... sujeté con mis manos sus caderas...


...Heero me embistió suavemente apretando mis caderas contra su cuerpo, gemí, jadeé. Cada embestida hacía que arqueara mi espalda... tiré mi cabeza hacia atrás y él me masturbaba, me costaba respirar... no soportaba tanto placer, era casi mortificante... -¡Ahhhh! MMMMMMMmmmmm...- me mordía el labio inferior y él no me sacaba la vista de encima...


...lo miraba a esos profundos ojos violetas... me hundía en ellos, sintiendo su cuerpo que respondía a cada reacción del mío... mi respiración se entrecortaba... mi corazón se me salía del pecho…


...terminé en su mano... -Heer...Heeroo- ...mi entrada se contraía involuntariamente apretando su miembro y él se fue dentro mío…


-Duooo...- no aguanté más al sentir contraerse su esfínter alrededor de mi hombría... se apretaba y aflojaba de una forma sumamente placentera... y cada vez más rápido haciendo que me fuera dentro suyo... al hacerlo salí suavemente... deslicé mis manos por su espalda mojada por el sudor...


...sus manos subieron lentamente por mi espalda húmeda... me abrazó y sus labios buscaron los míos... me estremecía ante su contacto... lo besé al sentir los suyos en los míos y busqué su lengua, al encontrarla jugamos profundizando nuestro beso... mi respiración se entrecortaba... sin darme cuenta empecé a llorar...


...su llanto enterneció mi corazón...-¡Te amo Duo...!- le dije mientras apoyaba su cabeza en mi pecho...


-Lo se puedo sentirlo en cada cosa que hacemos... amor.- Le dije desde su pecho sin que mis lágrimas dejen de fluir. Me sentía pleno, su parte y su todo.


La satisfacción y el amor que sentía producto de esta unión perfecta me daba plenitud y su amor llenaba este corazón tan duro que me habían forjado, pero él siempre estuvo conmigo. No, no era eso había algo más que tal vez creció en este momento al descubrir que su alma y la mía se pertenecían...


 


Lentamente Heero se separó de Duo levantándose de la cama, el castaño de largos cabellos se quedó absorto admirando como su amado samurái se tapaba con un yukata azul profundo e iba a abrir la puerta.


-¿A dónde vas?- Susurrando.


-Iré a pedir que preparen un baño y un buen desayuno para tí.- Contesté admirando a mi amor recostado en la cama.


-¿No querés que te bañe?- Dije mirándolo con ternura, sonreí. Salí de la habitación después de abrir con llave la puerta. Me dirigí a la cocina encontrando a Hilde y a los sirvientes.


-¿Cómo está Duo?- Preguntó ella.


-Muy bien.- Contesté.


-Yami, prepara un baño en la habitación y lleva un desayuno abundante para los dos.- Le dije a la sirviente de cabello negro y ojos del mismo color.


-Enseguido, señor Heero.- Contestó haciendo una reverencia.


-¿Tsuki y Chang?- Pregunté mirando a la muchacha de ojos azules.


-Tsuki partió anoche y creo que Wu un poco después de cenar.- Contestó la muchacha.


-Catherine.- Mirándola.


-En los establos. ¿Cuándo partimos?- Preguntó Hilde nerviosa nunca se separaba de Tsuki.


-No te preocupes ya te reencontrarás con ella.- Le dije sonriendo.


-Te ves hermoso así Heero.- Dijo Hilde feliz.


Mientras ellos conversaban, Yami la sirviente acompañada por Ryu su compañero en el servicio del templo, prepararon el agua caliente del baño del Templo Sakura. Dejaron todo preparado y fueron a avisarle a Heero quien los encontró en el pasillo. Este después de enterarse fue a buscar a Duo, al entrar a la habitación lo encontró dormido. Muy despacio se acercó a la cama para no despertarlo.


Me arrodillé a su lado, estaba tapado y sólo tenía la camisa violeta puesta sobre su desnudez. Su cabello totalmente suelto sobre la almohada y su espalda y sus ojos cerrados. ¿Cuántos recuerdos me trajo verlo así? Cuando niño dormía junto a mí, y me abrazaba temblando de miedo en las noches de tormenta. Cuanto amor me diste siempre mi pequeña vida, mi pequeño amor...


Le acaricié la barbilla, acerqué mi cara a la suya y le di un beso tierno en los labios. Vibró mi piel al tocarlos. Lo destapé con cuidado y a su vez lo tapé con una manta para llevarlo en brazos hasta el baño del Templo. Al alzarlo su cabello cayó a un costado cual cascada castaña.


-¿Qué estás haciendo Heero?- Pregunté despertándome en sus brazos.


-Te llevo al baño.- Contesté al tiempo que empujaba la puerta del mismo con mi pie.


-No te hubieras molestado, puedo caminar Heero.- Dije riendo y lo miré a sus profundos ojos cobalto que me miraban con alegría. Dejó que me parara, me quité la camisa, me ayudó a entrar en la tina de baño. El agua caliente me relajó el cuerpo.


Sujeté uno de sus brazos para ayudarlo a entrar a la tina y luego me saqué el yukata, dejándolo sobre un banco al costado de la puerta donde estaban las toallas... me metí con él, se me acercó y lo abracé. Tomé la esponja, la enjaboné y se la pasé masajeando su espalda.


Mientras acariciaba mi espalda con la esponja, tomé su barbilla. Heero me miró y sin mediar palabra me besó apasionadamente, gemí ante su beso al cual respondí con la misma intensidad, bajó a mi cuello devorándolo... entre el agua cálida y su cercanía mi cuerpo respondió con una excitación que no pude aguantar... me senté sobre el miembro de Heero haciendo que él gimiera ante su intrusión de una sola vez dentro mío...


-¡Ahhh! Duoo...! se sentó sobre mi miembro y comenzó a danzar con sus caderas de una forma arrebatadoramente deliciosa... el placer que me daba era cada vez mayor terminé arqueando mi espalda y gimiendo cada vez más... -¡Ahh, Ahhh!-


...mi excitación aumentaba y verlo a él gozando como lo hacía era enloquecedor... me tomó de las caderas y aumentando mi cadencia logrando que gimiera aún más...


...lo abracé por la cintura haciendo que se detuviera para acercar sus labios a los míos, necesitaba devorarlos y jugar con ellos y su lengua... gemía mientras lo besaba apasionadamente... giré en el agua y comencé a embestirlo y a masturbarlo... se estiró acabando en mi mano y perdiéndose su semilla en el agua... -¡Ahhh...!-


...Sus ojos cobalto se hundieron en los míos al terminar dentro de mi al sentir que mi interior lo apresaba muy fuertemente al haber acabado en su mano... -Duoo...- muy cansado me sentía más que cansado relajado y libre de todas mis opresiones...


...No dejaba de hundirme en esos ojos amatista que me brindaban una inmensa paz, disipando toda la tensión que había sufrido estos días en los que había tomado la decisión de convertirlo en mi compañero de por vida... ¿Por qué me costó tanto tomarla? Ya lo sabía, porque no quería equivocarme y herirlo pues lo amaba más que nada en toda mi existencia...


-¡Te amo, Heero!- Le dije satisfecho y con una sonrisa en los labios.


-¡Yo también te amo, Duo! Siempre te amé, mi pequeño Duo.- Se lo dije estrechándolo en mi pecho y sintiendo con mi corazón al suyo. Su respiración se tranquilizó un poco. -Vamos a desayunar, tengo hambre y creo que tu también, ¡no!-


Tenía razón Heero, me moría de hambre pero era feliz. Antes de salir de la tina él terminó de bañarme y lavarme el pelo cuidadosamente. Yo lo hice a su vez con él. Salí, me sequé y le tendí un toallón quien lo tomó apenas salió del agua. Nos secamos y nos pusimos nuestros respectivos yukatas.


Salimos del baño del templo dirigiéndonos a mi habitación abrazados. Al entrar en la mesa que había en medio de ella estaba el desayuno servido. Nos sentamos y prácticamente devoré todo lo que me serví, Heero hizo lo mismo. Al terminar nos vestimos, tendríamos que salir para el Castillo Barton para encontrarnos con el resto de nuestros compañeros...


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Ya el sol asomaba sobre la meseta, Tsuki muy abrazada a mi acompañaba con sus caderas el movimiento del caballo, quien no dejaba de galopar subiendo la cuesta. Al llegar arriba sentí que tomaba más aire, y relinchaba contento, sabía que se encontraría nuevamente con su amo y su establo. Heavy Arms apuró su galope en el camino nos encontramos con Dorothy quien se dirigía hacía el Templo Sakura.


-¡Hola chicos!- Gritó deteniendo su caballo, uno de los Akhal-teké del templo.


-¿Hacía donde vas Dorothy?- Preguntó Wu.


-Al Templo de la Montaña, a ver a Hilde.- Dijo contenta.


-Ella viene hacia el Castillo Barton. Creo a la tarde llegara con Heero y Duo.- Le dijo Wu.


-¿Qué le pasó a Tsuki no la veo bien?-  Mirándome.


-Tuvimos un pequeño problema pero estará muy bien cuando haya descansado en una cama caliente.- Preocupado le contestó Wu a Dorothy.


-Si vienen hacia aquí, los acompaño de nuevo al Castillo mi caballo está cansado.- Dijo dando vuelta su cabalgadura.


Ellos regresaron juntos al Castillo Barton.


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-¡Júrame, que no me dejarás pase lo que pase!- Le dije a Quatre mientras sentía su corazón que aceleraba su ritmo. Deslicé mi mano bajo su camisa, su piel se estremeció ante mi contacto... Me arrodillé para estar a su altura, y mirando esos hermosos ojos esmeralda que me suplicaban.


-¡Te amo Trowa, y jamás voy a dejarte!- Le dije, abrazando su nunca y besándolo apasionadamente, a lo cual él respondió. Me abrazó la cintura y apretó mi cuerpo al suyo... acaricié su espalda con mis manos era una tentación irrefrenable que hacía que ansiara más... sus gemidos suaves primero y profundos después excitaban mi cuerpo... mi mente era un caos, una revolución que se alzaba en armas proclamándolo mío... sería mío y de nadie más... bajó suavemente hasta mis nalgas de allí muy despacio hacia mi entrada masajeándola...


-¡Ahh...!- gemí entre sus labios que me devoraban... dejé caer mi cabeza hacia atrás y el bajó por mi cuello...


...sentí su aroma mientras torturaba con mi lengua su hermoso cuello tan sensual y blanco transparente como porcelana de Catay, exquisita y delicada como él... Mi Sheik salvaje y exótico como el desierto... lo deseo... mis manos no dejan de acariciarle su entrada que se estremece y dilata ante mi tacto... jadeo y él sacando sus manos de mi trasero lucha con la pretina del pantalón para liberar mi miembro que está totalmente erecto reclamando su atención... lo toma suavemente y con movimientos ascendentes y descendentes...


-¡Ahhh.. Tro...wa...!-


-Te gusta...- lamiendo su pecho y succionando una de sus tetillas endurecidas.... bajo hacía su abdomen... arrancándole más jadeos...


-¡Tro...wa... Ahh.. por favor hace..me tu...tu...yo..!-


No necesité más.. le quité los pantalones pero dejé su camisa puesta, me quité los míos y lo senté muy despacio sobre mi hombría... al sentir que me invadía... -Ahhh...- una lágrima de dolor calló de mis ojos.. el me besó y no se movió quería que me acostumbrara... no dejaba de jadear y sin más lentamente empecé a mover mis caderas sin prisa y sin pausa.. cada vez más rápido... sentí que mi amor jadeaba...


-¡Ahh.. Qua...tre.. si.. seguí así... me gusta... mmm..!.- tomó mi miembro masajeándolo... acabé en su mano... al terminar en mi mano... su entrada apretaba mi hombría y sin dejar de moverse... exploté en su interior... -¡Quatre...!- tomé sus labios y lo besé apasionadamente... al separarme de ellos su mirada me hechizó me hundí en ese mar calmo y tempestuoso a la vez que me llevaba hacia el centro mismo de su ser... su mirada esmeralda no dejaba de escrutar y hundirse en mi interior, y yo me transporté en un viaje mágico hacía su corazón que lo sabía mío y sentí que el temor de antaño se había ido...


-¡Serás mío y él morirá!- escuché esa voz pero dada la circunstancia supe que no debía preocuparme porque nos teníamos, y nada ni nadie podría lastimarnos...


Se veía a Quatre ese hermoso joven con una camisa de seda abierta sentado sobre las piernas de Trowa quien lo miraba embelesado como si el tiempo hubiera dejado de correr...


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En el Castillo de Oz, el Príncipe Traize yacía con su amante, muy juntos. El Príncipe lo abrazó y se durmió en los brazos de ese amor que lo contenía, lo curaba de tantos años de dolor que aquejaba su corazón. Necesitaba su calor y sus mimos lo necesitaba para seguir viviendo... pero el recuerdo de Milliardo lo atormentaba, no podía olvidarlo aun entre esos brazos tan amados y el Arcángel lo sabía e intentaba que olvidara sin lograrlo. Sabía que tarde o temprano tendría que dejarlo y eso lo entristecía pero hasta ese momento no lo dejaría solo, había demasiada maldad en ese lugar y si él se iba Traize moriría.


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-Te llevaré al campamento pequeño ángel oscuro.- Lo levantó en sus brazos. Su caballo sin que su amo lo llamará se arrodilló ante él y este acomodó a su protegido en la montura, montó a su vez. Tarkist se levantó y comenzó a caminar tranquilo hacia las tiendas...


Llegaron a las tiendas de campaña, los soldados rodearon al Príncipe Milliardo, este entregó el cuerpo maltrecho de Darkness a uno de sus hombres, quien con cuidado lo llevo adentro de la tienda de su Señor por orden de este último.


-Lady Noin.- Preguntó el rubio de ojos celestes.


-En su tienda Señor.- Contestó uno de los soldados.


-No la molesten y lleven vendas y medicamentos a mi tienda.-Dijo el Príncipe.


Darkness había sido depositado sobre la cama de su alteza, este después de sacarse su chaqueta se dedicó a sacarle la ropa a su protegido con delicadeza retiró todas las prendas, dejando esa piel suave y blanca al tacto del príncipe, ella hería las yemas de sus dedos. Era embriagador ese contacto limpió su cuerpo acariciándolo con cuidado para no despertar a su ángel negro que estaba muy debilitado casi moribundo. Al terminar vendó las heridas que tenía y lo tapó con una manta. Se acercó a sus labios y le dio un beso muy suave, haciendo que se le erizara la piel de todo su cuerpo. Se separó y sentó en una silla contigua quedándose dormido admirando a esa escultura de marfil y cabellos negros que lo tenía totalmente perturbado...


Continuará.....

Notas finales:

Espero que les agrade! Agradecimiento a Axón Corvs... A Luna Shinigami y a todas esas personas que me leen... gracias... dejen comentarios...


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