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TRASPASANDO LAS BARRERAS DEL TIEMPO por Yami no Deshite

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Notas del capitulo:

Aclaraciones los personajes de Yu-Gi-Oh no me pertenecen solo es mía, la sacerdotisa Nefertiti y Luna Shinigami se pertenece a sí misma.

 


Título del Fics: Traspasando las barreras del tiempo




Capítulo 1°



Aquel sueño tres veces soñado



Seth quedó sumido en la tristeza, por dentro por supuesto pues su orgullo no le permitía exteriorizar sus sentimientos. Jouno se había llevado en brazos a su predicción. Y eso lo tenía a mal traer al egocéntrico sacerdote. Tenía una mala espina y no precisamente por ese objeto en forma de mujer al cual lo consideraba propio sino porque el primo de Atemu, se la había llevado.

Mientras tanto camino hacía el trono con Lady Luna Shinigami en sus brazos, iba Jouno, aquel hermoso joven de cabellos rubios y ojos mieles.

-Discúlpame pero ¿cómo te llamás? –Luna mirando muy seria a su protector.

-Jouno y soy primo del Faraón, Atemu. –El rubio bonito devolviéndole la mirada a una sonrojada Luna.

-¿A dónde me llevás, Jouno? –

-A que mi primo te vea. –Sus ojos mieles la miraban de reojo.

Caminó por los pasillos del palacio real y parecía que su carga no le pesaba (N/A: Era fuerte el muchacho Luna contenta). En el corazón del primo del faraón se ocultaba un secreto arraigado hacia tiempo... pero lo ocultaba muy bien pues cada vez que lo veía no demostraba sus sentimientos...

Las columnas gigantescas de oro de palacio, dada la hora de la tarde en que se encontraban reflejaban la luz mortecina del sol, creando un espectáculo maravilloso ante la vista de los mortales, capaces de soportar semejante belleza. Llegó a la gran sala del trono Jouno con su preciada carga que no entendía todavía que hacía en semejante espacio tiempo.

Pensé para mí -¿Cómo es posible que estos engendros hayan logrado crear semejante construcción? ¡Malditos esclavistas!

Allí delante se encontraba Atemu, faraón del Alto y el Bajo Egipto, sentado en su trono, con cara de aburrido como si fuera el ser más importante que se hallaba en la tierra conocida, para ellos. Al ver a su primo con semejante belleza puso cara de asombro.

-¿Qué traes allí? –Atemu asombrado (N/A: como dije arriba.)

-Querido primo, con ella he soñado durante tres noches... y hoy a la tarde mi sueño se ha corporizado. –Jouno hablándole a su primo con mucha propiedad.

-Cuéntanos tu sueño mi estimado y bien amado primo... (léase entre líneas... te acordás primito cuando jugábamos esos juegos tan interesantes de chicos...) –El faraón un hermoso joven de cabellos tricolor, y ojos amatista que miraba con cariño a Jouno.

El muchachito de ojos mieles se acercó a su primo inclinando su cabeza y dejando a su lado a Luna que puso cara de pocos amigos. Entonces se acercó a su primo y este le dio un suave beso en los labios. –Cuéntame tu sueño e híncate -le dijo casi entre susurros mientras le brillaban los ojos al faraón.

Jouno se hincó a los pies de su primo, suspiró y comenzó un apasionante relato, que más parecía un cuento de Spilberg que un sueño...

-Paso a relatarte primo lo que aconteció en mi sueño... –Introdujo el rubio.

-Las mil y una noches son insignificantes al lado de semejante relato... –Pensó Luna que se encontraba verde de celos al ver como se trataban esos dos.

-En las arenas del desierto (N/A: No te recuerda a algo Luna) había un rompecabezas que era hallado por unos ladrones de tumbas... –Muy metido en el relato Jouno iba a continuar y fue interrumpido por...

-Perdón ¿qué tengo que ver con las arenas del desierto? –No podía contener mi risa y tapando mi boca me hinqué...

-Puedo continuar... –Un perro egipcio un tanto molesto mirando a Luna.

Atemu lo miró divertido sabía que en cualquier momento se pondría furioso; el séquito real observando la escena y comenzando a cuchichear..

-Continua primo... –Dijo el faraón mirando a la mujer que se reía sola...

-Ete aquí que los ladrones de tumbas al hallar el rompecabezas, también encontraron unos artefactos muy raros y a una mujer con atuendos exóticos, la cual llevaba dos trenzas y el color del cabello era el mismo de los hipopótamos del Nilo. Llevaba un extraño tocado en su cabeza como el que lleva ella. –Jouno señalando con el dedo índice a Luna que no sabía donde meterse. –Pero mi sueño no termina ahí...

-Sigue relatando tan extraño sueño... –Atemu haciéndose el interesante...

-Aquí en este instante llegan las gatas... –Dijo el rubio iba a continuar y por la puerta al trono entraron ellas...

-Nos llamaste primo... –Una hermosa mujer de cabellos caoba con un atuendo ceremonial caminaba hacia ellos...

-Nefertiti. –Atemu muy contento al ver a su prima sacerdotisa de Bastet y sus compañeras entrar por la puerta.

Detrás llegaba Seth, el sumo sacerdote con una cara que no denotaba mucha aprobación. –¿A que han venido sacerdotisas?

-¡Querido Seth...!– Nefertiti girando sobre sí misma, con una sonrisa no muy honesta y dándole la cara al ojiazul... –Hemos venido hoy aquí, porque él lo dijo. –Señalando a su primo Jouno que la miraba con cara de no entender nada.

-¡Creo que me estas mintiendo, gata...! –Con una mirada muy fría y serio el sacerdote.

-¡Mira gatito pulguiento... si yo te digo que él lo dijo, es porque lo escuché recién de sus labios, los cuales sé que tu deseas...! – Nefertiti, sonriendo mientras se limaba las zarpas.

-¡Sino fueras sacerdotisa de Bastet y prima de Atemu, ordenaría que te comieran los cocodrilos del Nilo, por tu insolencia! –Seth furioso.

A todo esto Jouno estaba totalmente sonrojado, Atemu se mataba de risa y Luna pensaba -es de las mías. La corte murmuraba, Seth la miraba con odio y Nefertiti sonreía con un dejo de maldad.

Jouno cerrando los puños y mirándolos con ira sobre todo a su prima por decir las cosas que decía. –Puedo continuar, par de metidos.

-Lo siento, no quise interrumpir y sería bueno que te callaras Seth. –Riendo la sacerdotisa.

-¿Quería preguntar algo? –Luna sonriendo.

-¿Qué querías preguntar? –Con mucha rabia, Jouno.

-Alguien sabe como se llama a un grupo de gatos. –Luna comenzando a sonrojarse.

-No, no sé. –Jouno conteniéndose.

-A ya sé, prostíbulo. –Doblándose de la risa, Luna no aguantaba más y Atemu tampoco.

-Ya basta. –Jouno se giró y con mucha ira comenzó a caminar hacia la puerta del salón del trono. Pasó al lado de Seth que lo miró intrigado y su prima sonrió, y le devolvió la mirada al sacerdote que la odiaba.

-¿No vas a terminar de contar tu sueño, primo? –Atemu que reía.

-¡Váyanse a visitar a Anubis! –Jouno, saliendo del salón.

-Cuando dijiste gatos ¿A quién te referías? –La sacerdotisa dirigiéndose a Luna.

-A los felinos. -Luna haciéndose la estúpida, con cara de yo no fui.

Mientras la sacerdotisa y Luna Shinigami mantenían tan interesante conversación que versaba entre gatos y prostíbulos, eunucos y otros temas que sólo se discuten entre damas y algunos oyentes indiscretos, llámeselos el faraón, la corte y los guardias (N/A: mucha gente, ¡no!). El sacerdote salió tras de Jouno.

-¿A dónde vas, Seth? –Un indiscreto y muy metido Atemu.

-Necesito, pensar. –Contestó de muy mal humor, el sumo sacerdote de Ra.

-Sólo preguntaba. –Atemu con picardía.

Saliendo muy apresurado del salón del trono, dejando a esa manga de locos con sus conversaciones. –¡Bola de imbéciles! –Pensó Seth al verlos escuchando a ese par de locas, que se llevaban muy bien, como si se conocieran de toda la vida.

-¿A dónde habrá ido? –Pensó mientras buscaba en todo el palacio. Se dirigió a la habitación de Jouno, no estaba. Fue al templo, tampoco lo halló. Se dirigió al jardín, y allí lo vió cerca de la laguna, muy tranquilo sentado mirando al horizonte.


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Jouno salió del salón del trono y se dirigió directamente a los jardines. Estaba muy pero muy molesto, no tanto porque no lo habían dejado relatar su sueño, tres veces soñado, sino por lo que escuchó de boca de su prima y que no fue rebatido por el sacerdote, ese gato de mala muerte con el que se llevaba muy mal.

-¿Cómo es eso de que deseas mis labios? –pensó en voz alta.- Maldito sacerdote.

Se quedó mirando tranquilamente el horizonte que dada la hora, el mismísimo Ra bajaba produciendo un majestuoso atardecer, no notó que tras de él había un ojiazul mirando su hermosa espalda, muy embelesado. Admirando como los rayos del sol le daban un color más dorado a sus cabellos rubios. Se acercó despacio a Jouno y por lo bajo, le dijo –A mi sí, me interesa lo que soñaste. Me lo puedes relatar, Jouno.

-Gato pulguiento. –Sobresaltado el de ojos mieles, sonrojándose.

Seth se sentó a su lado y clavó esos bellos ojos azules en los mieles. Jouno trago saliva, lo ponía muy nervioso la cercanía del sacerdote. Cerró sus ojos y un escalofrío le recorrió su columna vertebral.

-Perro egipcio, deja ya de insultarme. –Seth sin dejar de mirarlo, de admirarlo en realidad.

-No te quedás atrás, con tus dulces imprecaciones. –El de ojos mieles.

-Por favor. –Volviendo a pedírselo Seth.

-Debe ser realmente importante, para que no me insultes y me lo pidas así. –Suavizando el tono de voz, Jouno.

El sacerdote se acercó peligrosamente a los labios del de ojos mieles, pero sin tocarlos le habló casi en susurros, este se quedó duro y su respiración se entrecortó al sentirlo tan cerca. Cerró los ojos.

-Me lo puedes decir. –Alejándose su rostro y dejando a Jouno totalmente sonrojado.

Se levantó rápidamente el rubio y caminando hacia el palacio. Pero se plantó en mitad de la cuesta que separaba la laguna del edificio y girando, lo miró al sacerdote quien no le había quitado los ojos de encima en ningún momento. -¿Qué harás si te lo cuento? Porque realmente lo soñé...




Los dioses admiraban la escena y no podían creer que esos dos no se hayan matado todavía...






Continuará...








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Notas finales:

¡Muchas gracias por leerlo! Si quieren dejar reviews, los responderé, no se preocupen.

 

Agradecimiento a Axón Corvus...


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