Vestido blanco
13 años atrás…
Ino tenía aproximadamente ocho años cuando Naruto y Gaara habían reunido a toda la familia para decirles que eran gay y, además se querían el uno al otro, no solo como hermanos, sino como su papá quería a su mamá. Al principio no lo entendió muy bien porque a su corta edad, había mucho que los grandes no le explicaban, hasta que la tonta de su hermana Karin le dijo que se querían como novios. Se preguntó si era normal que los hermanos se quisieran como novios, porque, de ser así, ella podría ser novia de su hermano Kankuro y hasta decirle que se casaran, así como su mamá y papá lo habían hecho, pero tendrían que espera hasta que ella tuviera la misma edad que su hermano. Con el tiempo entendería que, cuando llegara a los dieciséis, él sobrepasaría los veinte y su relación sería imposible…
Ino no entendió porqué, una tarde de sábado, en las vacaciones de verano de ese año, sus hermanas habían llegado con un vestido blanco y los habían reunido a todos ellos (menos a sus padres porque era algo entre hermanos), diciendo algo parecido a que celebrarían una boda entre Gaara y Naruto porque se amaban mucho. Después, comprendería que había sido hecho con segundas intenciones para molestar a Naruto y Gaara. Pero, en ese entonces, ella, con su inocente mente de ocho años, se lo había tomado tan en serio y se había emocionado por ello, que se encargó de preparar un bonito ramo con las flores que su madre tenía en su jardín y arreglar un espacio en el patio trasero de la casa, obligando a su hermano Kankuro y a su primo Sasori, a que le ayudaran, teniendo todo dispuesto para la ceremonia. No supo en ese momento porqué sus hermanos habían jugado piedra, papel y tijeras, y porqué Gaara estaba tan enojado cuando le tocó usar aquel bonito vestido, si ella se encontraba muy feliz mientras marcaba la marcha nupcial para la ceremonia, siendo la brillante niña de las flores.
Ino no pudo entender muchas cosas en ese entonces, pero siempre recordaría las sonrojadas mejillas de Gaara, su expresión llena de felicidad mientras estaba junto a Naruto y le decía cuanto lo quería; por supuesto, también recordaría a su rubio favorito correspondiendo sus gestos y pequeñas demostraciones de cariño y amor inocente. Y como no, siempre quedarían grabados en su memoria las burlas de sus hermanos mayores y las carcajadas de Karin que había fungido como jueza y había “casado” a Naruto y a Gaara.
Con el pasar de los años, Ino por fin entendió que los hermanos no debían amarse de esa forma, pero como Gaara y Naruto no eran exactamente hermanos de sangre, estaba bien, hasta cierto punto; que Karin y Temari solo habían hecho esa celebración para burlarse de los menores porque eran muy cursis y se avergonzaban por todo; que Kankuro nunca podría ser su pareja porque ella era muy niña y él solo la veía como su pequeña bolita de luz, y lo había aceptado con tal madurez, que se había sorprendido de sí misma, pero solo había sido una bonita confusión en su infancia, y que aquel encantador vestido blanco que llegó a deslumbrarla en su niñez, seguiría guardado en su baúl de recuerdos, como una de sus mejores posesiones. Pero sobre todo que, a pesar de todas las diferencias entre ellos, las peleas o la distancia que los separara, siempre se amarían.
Y cada vez que Ino desempolvara aquellos recuerdos, su pecho se calentaría y una enorme sonrisa risueña brillaría en su rostro. La infantil y deslumbrante inocencia que una vez la acompañó, el primer amor que percibió y todos los momentos compartidos con sus hermanos, le dirían que aquellos recuerdos eran una de las tantas razones para amar que calmarían su corazón y la llenarían de felicidad.