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Mitades por AbejaColt67

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Notas del capitulo:

¡Realmente lo siento! Esta ultima semana fue de examenes y la verdad es que con toda la presión no tenia inspiración para seguir con el fic. Y se lo horrible que es que empieces una historia y la escritora no actualize, es desesperante, asi que les ruego que me perdonen... En fin, espero que disfruten ese capitulo, que por desgracia no entro el Lemon, pero ya que. 

En el siguiente capitulo sera donde empieza lo bueno;)

Ese demonio con el que había crecido, aquel del cual se llevó resistiendo darle un fuerte golpe en la cara todos esos años, ese que le hizo creer que estaba demente por solo poder verlo el… ¿Realmente le había realizado una mamada en medio de una clase?

Para empezar Castiel en su vida había tenido contacto sexual con alguien, de hecho, nunca había tenido la oportunidad de darse placer a sí mismo, pues tener a un demonio al lado de ti todo el tiempo te hace perder algo de privacidad y ahora un demonio que responde al nombre de Dean aparece así de repente y le realiza una increíble mamada, que mentiría si dijera que no lo disfruto, la adrenalina de pensar que cualquiera en el aula pudieron haberlos descubierto. Podría mentirse a sí mismo y decir que pudo ser acoso sexual, pero de todas maneras ¿A quién le denunciaría? Después de todo él es el único la mayoría del tiempo que puede verlo.

Castiel fue a una máquina expendedora no queriendo ir a la abarrotada cafetería decidiéndose comprar así mejor una barrita nada más para quitarse el hambre, y de esa manera podría ir a la biblioteca donde le gustaba permanecer la mayor parte del tiempo de receso.

A Castiel siempre le habían gustado bastante las bibliotecas, la tranquilidad y el silencio y el aura de conocimiento siempre le habían transmitido cierta tranquilidad.

Por suerte ahora mismo no se encontraba nadie más en la biblioteca, más que él y la bibliotecaria que se encontraba en medio de la lectura de una novela romántica.

Castiel tomo un libro que hablaba sobre la caída libre según Galileo Galilei, pues ese sería el siguiente tema del que hablarían en su clase de física, además de que quería despejar su mente en algo lógico y normal, todo lo reverso de lo que era su vida últimamente, o más bien desde siempre.

Castiel se quedó absorto en su lectura, perdiéndose totalmente poniendo todas sus fuerzas y concentración en su lectura intentando no pensar en nada más. Estaba tan concentrado que ni si quiera sintió que alguien se había sentado justo frente a él y que le estaba mirando fijamente. No se dio cuenta hasta que una voz femenina le saco tremendo susto haciendo que se sobresaltara y soltara de golpe su libro sobre la mesa.

-Hola Castiel.

-Oh diablos Meg. ¿No te han enseñado que es grosero aparecerte, así como así? -Contesto Castiel con el corazón ligeramente acelerado por el susto. Después de lo sucedido el día anterior no se sentía seguro en ninguna parte.

Meg podría decirse que era algo… Rebelde. Sus notas no eras muy buenas y era un dolor de cabeza para los profesores. Conocía a Meg porque desde que tenía memoria era su vecina, y eran lo que podría llamarse amigos. Quizás era la amiga más cercana que tenía, aunque no hablaban lo que podría decirse mucho. Meg vestía con una chaqueta de cuero y debajo una blusa pegada de nirvana

-Oh si claro, lo siento -Dijo Meg sin mucho interés. - ¿Qué hay de nuevo genio?

Pues un demonio me ataco y acabo de recibir una mamada en medio de una clase por un demonio que solo yo puedo ver. -Pues nada en realidad.

- ¿Qué es eso? -Dijo mientras señalaba el libro que tenía aun en mis manos.

-Es sobre la caída libre de Galileo Galilei.

-No recuerdo nada de eso en la clase de Física. -Dijo mientras rascaba su cabeza con su brazo izquierdo.

-Eso es porque aún no lo hemos visto, es el tema que sigue.

-Pero que nerd te has vuelto.

En ese momento apareció Dean justo al lado de Meg recargándose en el respaldo de su silla. Miro a Meg frunciendo el ceño. A Dean nunca le había agradado Meg. Nunca.

Castiel solamente ignoro a Dean como de costumbre. Aun que al verlo no pudo evitar sentir los colores subir a sus mejillas.

-La verdad es que creo que siempre he sido así. -Contesto solamente para que Meg no notara su repentino nerviosismo.

-Neh -Mustio Meg.

Dean se encontraba agachado con su rostro a la altura de el de Meg, parecía estar inspeccionándola, sus ojos estaban de un completo color negro mientras la miraba fijamente. Meg no parecía darse cuenta de que tenía un demonio casi encima de ella inspeccionándola. Dean se alejó de ella reincorporándose y sus ojos volvieron a su color normal.

-No parece ser demonio. Pero aun así no me agrada. -Dean hablo con tono de fastidio. Castiel solo lo fulmino con la mirada.

- ¿Ningún reporte esta semana? -Hablo Castiel intentando ignorar a Dean.

-Esta semana… ¿Hoy es miércoles verdad? -Pareció quedarse unos segundos penando con su mano derecha en su barbilla pensativa. -No. La verdad es que esta semana planeo portarme lo mejor posible, el viernes habrá una fiesta en casa de Jeff y no pienso perdérmela. ¿Te gustaría ir?

-Obviamente no iras. Es incluso tonto si quiera hacerte la pregunta, aunque no pierde nada con intentarlo, Pobre. -Se burló Dean con sus brazos cruzados sobre su pecho.

Castiel se molestó por su comentario, él podía ir a fiestas y pasarlo bien como los demás de su edad. ¿A caso eso es lo que pensaba Dean del? Que era un simple nerd friki y aburrido incapaz de salir de fiesta a divertirse. Pues estaba muy equivocado.

-Iré.

Meg y Dean le miraron sorprendidos. Meg con una ligera sonrisa en sus labios y Dean le miro con horror como si le hubiera salido un tercer ojo.

-No, no, no Cas. Tu no irás a una fiesta con esta.

-Genial. La verdad es que no esperaba que aceptaras, pero es gratamente genial que lo hicieras. Yo pasare por ti a las 9, más vale que estés listo. -Meg se paró de su asiento tomando su mochila de cuero café y colgándosela en diagonal. -Nos vemos unicornio. -dijo antes de marcharse y salir de la biblioteca dejándolo solo con un muy sorprendido y puede que enojado Dean.

Dean se acacho y recargo sus brazos sobre la mesa dejando sus rostros de frente.

- ¡¿Acaso te volviste loco?! ¡Tú no puedes salir de fiesta con esa!

Castiel lo miro con coraje -Puedo y lo haré.

- ¿Es acaso esto por lo que paso en el aula? ¡Era para salvar tu vida! Y no digas que no lo disfrutaste. -Castiel trago saliva ruborizándose salvajemente.

-Eso fue acoso sexual.

-Lo hubiera sido si no lo hubieras disfrutado. Y más vale que le digas a esa Meg que cambiaste de opinión y no iras, que tienes algún compromiso o no se…

- ¿Cuál es el problema de que vaya a una fiesta? -Dijo mirándolo con el ceño fruncido y ladeando un poco la cabeza.

-El problema no es que vayas a una fiesta, si no que sea con ella.

-Ella es mi amiga.

-No lo es. -Ambos se miraron desafiantes hasta que Dean se rindió y desvió la mirada hacia la mesa derrotado y cambiando su tono de voz por uno más calmado. -Mira Cas, solo… No te salgas de control ¿Lo prometes? Ya es bastante duro tener que cuidarte la espalda de demonios y brabucones, solo espero no tener que sacarte de una borrachera y tener que llevarte a alcohólicos anónimos. Así que promételo -Volvió a posar su mirada sobre la suya. Parecía preocupado e intento ignorar el nudo que se comenzaba a formar en su estómago. Aun no entendía del todo porque Dean se preocupaba tanto por una simple fiesta. Aun que era cierto que Castiel nunca había asistido a una, y en cierta forma apreciaba su preocupación.

-Lo prometo Dean.

Y Dean intento creer.

Después de eso desapareció.

Dean reapareció en un pequeño y solitario bar que se encontraba, podría decirse que en la nada. Era un bar de demonios para demonios. Todo estaba hecho de madera, y tenía un ambiente casi cálido con decoración irlandesa. Ahí era donde solía encontrarse con su jefe que le mandaba hacer algunos encargos. Cuando Dean no estaba al pendiente de Castiel el solía hacer misiones a veces suicidas para su jefe. Pero no tenia de otra.

Dean se dirigió hacia la figura de su jefe que se encontraba sentado en la barra comandos una copa de vino tinto. Se sentó en un banquillo al lado suyo.

- ¿Qué hay Crowley? -Le saludo Dean en tono casual intentando ocultar su preocupación por Castiel. Crowley le respondió con lo que parecía ser un gruñido.

-Dean, ¿Cómo va el pequeño Cas?

-Bien. Bastante bien. -Crowley volteo a mirarlo, intentando leer su expresión, como si intentara encontrar algo. Crowley le miro con el ceño fruncido.

-Así que bien. -Crowley le miro interrogante. Dean comenzaba a ponerse nervioso.

-Tan sano como un infante.

-Sí, claro. Me contaron que un Súcubo intento herir al pequeño Cas. ¿No hubo ningún daño?

-Nada grave, fue sencillo matarlo. El pobre Cas tuvo que dar su primer beso con un demonio. Algo difícil de olvidar. -Dean hablo casi con nostalgia, lo cual logro que

-Su primer beso. Que dulce. -Dijo con voz rancia y después le dio un profundo trago a su copa dejándola hasta la mitad. -Recuerdas los acuerdos ¿Verdad?

-Cómo olvidarlos, si de pequeño me obligaste a aprendérmelos castigándome con mordazas

-Oye, oye. Ese es el sistema. -Dijo levantando sus manos de forma dramática.

-Tu creaste el sistema. -Contesto Dean con voz amarga.

-Volviendo al punto, ¿Lo recuerdas verdad?

-Si.

-Entonces debes de entender que está completamente prohibido el…

-Contacto sexual y/o sentimental. Si lo sé, mi único deber es protegerlo hasta que el día llegue.

-Sí, así es. Ese es tu único deber, así que más te vale no cagarla. Recuerda que si rompes los acuerdos tú te irás eternamente al infierno, y tu castigo seria castigar a Castiel, así que más te vale no romperlo ¿De acuerdo?

-Sí señor. Lo tengo presente.

-Debes entender que eso es por tu bien. Será menos duro para ti desprenderte del si no desarrollas ninguna clase de sentimiento hacia él. Es por tu bien. -Crowley le miro casi con compasión. Pero Dean ya le conocía demasiado como para saber que él no sentía compasión por nadie.

-Hablas como si tuviera la capacidad de sentir. Soy un demonio ¿Recuerdas? Además de que Castiel no es mi tipo de todos modos.

-Podrás ser demonio, pero aun siento una chispa de humanidad en ti. -Le dijo mirándole mientras entrecerraba los ojos como si pudiera leer su alma.

-Patrañas. ¿Cuál es la misión de hoy? Hoy me siento con humor de romper algunos huesos.

Crowley le miro aún con sus ojos entrecerrados, movió su quijada aun analizándolo. Dean le devolvió la mirada intentando no expresar nada. Tampoco es que sintiera algo. Después de unos segundos de la batalla de miradas Crowley por fin se rindió.

-Mario Fish está del lado de los ángeles. Es un soplón y se rumorea que tiene secuaces. Gordon, Liam y Brent. Asegúrate de darles la paliza de sus vidas y que te cuenten todo lo que el idiota de Mario les hizo saber a esos emplumados. -Mario. Dean llego a conocerlo y se reconocía por ser un cobarde, pero no esperaba que fuera un traidor.

-Pensé que estábamos en algo parecido a “la paz”.

-Fue hace 17 años que dicen eso. Tarde o temprano se rompería esa “Paz”.

-Pero no tiene sentido, ¿Qué puede ser tan importante que los ángeles nos empiezan a investigar? Eso nunca había pasado. Sé que tenemos nuestros altercados, pero estoy casi seguro de que nosotros no tenemos nada de lo que ellos puedan necesitar. -Eso le confundía bastante a Dean. Según cuentan las historias, los ángeles y los demonios hace 17 años estuvieron en guerra, una guerra fatal y devastadora. Los ángeles casi los habían derrotado, pero por alguna razón que nunca le contaron, la batalla seso. Así como así paro. Dean no estuvo presente en esa guerra, pues cuando nació ya había parado.

Dean sabía, los demonios sabían, los ángeles sabían, que meter un soplón entre los demonios y que estos lo descubrieran era una clara declaración de guerra. Eso no podía traer nada bueno, ni para los demonios ni para los ángeles.

Crowley le miraba fijamente, parecía estar absorto en sus pensamientos hasta que salió de su ensoñación. -Ni idea Dean. Ahora ve a cortarles la garganta a esos hijos de perra.

-.-.-

El día miércoles Dean se había aparecido por la tarde con una elegante daga de color completamente plateado, Dean le dijo que la usara si fuera necesario y que por nada en el mundo la perdiera. Castiel mas tarde se dio cuenta de que tenía su nombre grabado en letras color oro.

El día miércoles y jueves se pasaron de un pestañeo. Era jueves por la noche y se encontraba solo en su habitación mientras leia un libro.

La casa se encontraba en completo silencio, eran aproximadamente las 9 p.m. y el personal ya se había ido a sus respectivas casas. Sus padres estaban seguramente en un viaje de negocios o algo por el estilo. Solo él. El solo y nadie más. Se encontraba en su habitación recostado de espaldas sobre su cama mientras leía un libro de Sir Arthur Conan Doyle del Estudio en Escarlata.

 Podría dormirse, después de todo ya había hecho sus deberes y no tenía nada pendiente. Entonces sintió su estómago gruñir. No había comido desde que había llegado de la escuela, tenía antojo de manzana.

Sin saber por qué tomo la daga que se encontraba en su buro y bajo a la cocina con ella. Extrañamente le calmaba.

Abrió su enorme refrigerador color plateado oscuro y saco una manzana de donde se encontraban las demás frutas. Saco la tabla para picar y decidió que para probar el filo de su daga cortaría su manzana con ella. Era una buena forma de probarla.

Comenzó cortando la manzana por la mitad, el filo de la daga era impresionante, no había necesitado demasiada fuerza para partir la manzana que derramo algo de jugo al cortarla.

Castiel sintió un ruido parecido a un golpe proveniente de las puertas corredizas de cristal. Se volvió hacia ellas, pero no encontró nada fuera de lo normal. Inspecciono la enorme sala y la cocina. Todo parecía estar en su lugar. Debía de estar paranoico. Castiel decidió ignorarlo y siguió cortando la manzana intentando no pensar demasiado. Entonces alguien detrás de él lo tomo con fuerza agarrándolo por los brazos. Castiel soltó un chillido de sorpresa, pero no se asustó demasiado imaginando que se trataba de Dean. Castiel podía sentir su aliento sobre su cuello.

-Dean, si esta es una de tus bromas vas a ver como…

-Yo no soy Dean. -La voz sonó demasiado profunda como para tratarse de Dean. Castiel volteo quedando frente a frente con un tipo gigante de color, tenía el rostro gordo y redondo con algunos lunares en su rostro, le sacaba casi una cabeza de altura, o quizá más pues este se encontraba encorvado mirándole fijamente con ojos furiosos.

Castiel aún tenía la daga en su mano apretándola con fuerza. No sentía nada en absoluto. Ni miedo, terror, sorpresa. Absolutamente nada. Se sentía casi como si estuviera atrapado en un sueño, incapaz de controlar sus acciones.

El tipo miraba a Castiel con furia contenida.

-El jefe estará feliz de tenerte. -Dijo con una áspera y profunda voz sonriendo con malicia. Castiel simplemente le miraba inexpresivo. -No pareces asustado chico, deberías estarlo.

Castiel se limitó a mirarlo. Entonces, sacando una fuerza que no supo de donde salió, se zafo del fuerte agarre del tipo y empuño su daga contra el estómago de su atacante y sintió como la daga se metía en lo más profundo de su estómago y no supo cómo es que hizo un movimiento con su muñeca rebanándole el estómago y por así decir, destriparlo.  El tipo tenía el rostro contorsionado por el dolor, sus ojos parpadearon luz, era como si tuviera rayos de electricidad dentro de él. Castiel seguía sin mostrar ninguna clase de emoción.

El tipo callo de rodillas para después caer contra el suelo. Estaba muerto.

Fue entonces, como si prendieran una clase de interruptor en Castiel, que soltó su daga, empezó a respirar aceleradamente dándose cuenta de lo que había pasado, su corazón parecía que se saldría de su pecho.

-Dean… -Susurró.

Entonces, un brillo le llamo la atención. Miro hacia el suelo donde había caído su daga. Su nombre en letras doradas estaba brillando con fuerza.

- ¿Qué hay de nuevo Ca… -La oración quedo en el aire.

Dean solo sabía que necesitaría aportar tiempo extra a su trabajo de tiempo completo.

Notas finales:

Espero les guste! Dejen comentarios sobre si sienten que me ha faltado algo para asi poder seguir mejorando;D


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