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Sincronía por Kura-chan

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Notas del capitulo:

Si, como el cabello de ella!!

como ¿el de él?

Veámos como funciona ests tiernas ocurrencias ♥

La venda de color beige se encontraba bien sujetada alrededor del tobillo de Eiji. La jornada escolar terminó con rapidez y aquella era su última tarea del día. Aún tenía en mente la discusión anterior y por eso se sentía con muchas ganas de intervenir.


¿Es la clase de chica que le gusta a Oishi, nya?


Soltó una risa pícara y nada sutil a los ojos verdes de la simpática enfermera, mientras ella se encargaba de dar unos suaves masajes a su tobillo, él no dejaba de mirarla alegremente así como pensar en mil y un maneras de realizar una cita perfecta. El plan empezó desde que se separó de Fuji en el patio trasero y ellos lo habían llamado “El proyecto escarlata” después de su desahogo no se había podido deshacer de aquel rastro de llanto, pues tenía los ojos un tanto hinchados.


--¿Estás bien?—Dijo Yuko, dubitativa pero sin perder la sonrisa perfecta.


--nya… -- replicó.


--Eso no es una respuesta, gatito.


Ambos se miraron y sonrieron a la par, Eiji sabía que tan genial le resultaba: Yuko era alegre, guapa, relajada, cuidadosa y por puesto, muy inteligente. El pensar que Oishi se enamoró de ella no le molestaba en lo más mínimo, era extraño pero muy emocionante. Suspiró decidido y dio por empezado el proyecto escarlata.


--Yuko…-- Llamó su atención firmemente. Sus ojos felinos se concentraron en los grandes anteojos y mucho más atrás, una mirada esmeralda.


--¿Me pedirás algo?-- Cortante e intuitiva, cuestionó.


Todo iba acorde al plan, eran las palabras exactas y hasta el mejor momento—pues ni el ruido de los pasillos los acompañó—pero solo así, Eiji pudo darse cuenta de lo peculiar y hasta incómodo era lo que estaba a punto de hacer.


--¿Gatito?


--¡Salimos el sábado!


Y lo peor de todo es que al término de sus palabras, notó como ni siquiera formuló una pregunta. Las paredes de durazno apoyaron el ambiente de silencio y tensión.


--No creo que sea del todo ético invitar a la enfermera del instituto a salir. —Objetó molesta y dejó de lado su labor en el tobillo de Eiji, se levantó al mismo tiempo que le dio la espalda para dirigirse a su escritorio. Donde empezó  escribir algo de manera rápida.


Soy un idiota…


Los pensamientos del joven felino empezaron a revolotearse, sin ser visto empezó a sobar su frente por su enorme metida de pata. La idea no era ofender a su amiga, tenía la certeza de que se encontraba en un mal entendido y eso hasta él pudo notar.


Yuko se acercó y le tendió una hoja blanca solo que su expresión no cambió.


--Lo siento…-- Dijo Eiji con ganas de justificarse.


--No, no hay vuelta atrás. – ella sonrió. –Aquí está mi dirección y mi teléfono, nos pondremos de acuerdo más adelante. Me gustaría salir contigo pero deberá ser a un lugar muy divertido.


--¡Yuko!


Las culpas, tensiones y malos entendidos pasaron a segundo plano, Eiji solo pudo contentarse enormemente por la respuesta positiva. Se abalanzó hacia ella en señal de agradecimiento y la abrazó tal y como lo haría con su mejor amigo. Si el proyecto resultaba, ya tenía una nueva mejor amiga. Su abrazo no fue más que un caluroso recibimiento.


Si, bienvenida a la familia…


 


--Fue entonces que Oishi entró a la enfermería…-- susurró, recordando los eventos del día anterior. Eiji apretaba una hoja entre sus manos y caminaba apresuradamente por la banqueta. Un par de metros más y todo daría comienzo. Estaba bastante nervioso así como ojeroso, la noche anterior se desveló conversando con Fuji acerca de su plan. Yuko iba a ir, ellos también pero la pieza principal era el sub capitán del equipo de Tenis.


--Oishi siempre ha sido bastante serio… me pregunto si alguna vez se divertirá de verdad…-- Volvió a hablar para sí, que hilarante era imaginarse la táctica que utilizó Fuji para convencerlo de asistir. Utilizó a Tezuka, su novio.


Sorpresa, era palabra perfecta para describir su semana.


Primero, su tobillo resultó herido después de un partido que para empezar no debió suceder. Aún estaba enfadado por eso. Segundo, discute con su mejor amigo solo para enterarse que se encuentra enamorado de la enfermera del Seigaku y tercero, como una bomba. La escena de los vestidores no fue una casualidad: Tezuka y Fuji estaban saliendo, aquello sí que le pareció muy curioso, ahora solo faltaba imaginarse como se declararon… se sonrojó solo de intentarlo. Su piel bronceada siempre tomaba un tono encantador cuando se apenaba.


La melodía de “Las chocolate” resonó estruendosamente en el bolsillo de su chaqueta, tenía una llamada entrante.


--¿nya?—Sin mirar de quien se trataba, Eiji contestó algo agitado por su apresurado paso.


--¡Oye no deberías correr, aun no estás del todo recuperado!


--¡Oishi!


--¿Eh? Bueno, supongo siempre sabes cuándo soy yo…-- Por alguna razón, la voz del otro lado de la bocina sonó azorada.


--Eso es porque eres tú, nya… -- Eiji sonrió abiertamente y su respiración se hizo más acompasada. –Si te lo preguntas, estoy en camino… pues aun…-- sin concluir miró su reloj de muñeca.


--Estás tarde…-- concluyó desde el otro lado.     


--¡Qué!—


La llamada se cortó abruptamente y el chico de cabellos rojos salió tan rápido como un cohete, no era la primera vez que se hacía esperar por unos minutos pero sería desastroso si Yuko y Oishi se encuentran antes, así no iba el plan. Su proyecto estaba en peligro. Entre torpes correteos dio con la dirección adecuada y llegó a la enorme entrada del parque de diversiones, fue recibido con globos y música fuerte, apenas era el medio día y el ambiente estaba sumamente animado ¡era espectacular! No había podido elegir mejor lugar. Eiji bajó la velocidad de sus pasos con la idea de verse más relajado con Oishi, si lo veía todo agitado lo volvería a regañar—Era una exageración, pues ya se sentía bien— No pasó mucho hasta llegar al lugar acordado; alado del carrito de los algodones de azúcar.


El sitio donde los vendedores de dulces se reúnen siempre.


Y ahí estaba, puntual y con una mirada dulce. Eiji se quedó mirando a su amigo antes de saludar, pues él se encontraba arrodillado al nivel de una pequeña niña, conversando y acariciando su larga cabellera. La niña traía varias rosas en sus pequeñas manos, un vestido color amarillo y un enorme moño en la cabeza, le resultó encantadora, pero mucho más Oishi que parecía su padre. Un padre joven y adorable a sus ojos.


--Oishi…-- susurró involuntariamente.


Suficiente para llamar la atención, Eiji se llevó la mirada apacible de su mejor amigo que también lo llamó de manera suave al verlo, sin desprenderse de la pequeña niña. Fue entonces cuando reaccionó de su ensueño y volvió a ser el mismo gatito juguetón de siempre. --¡hoi, hoi!—Gritó y alzó sus manos efusivamente, emprendió una pequeña carrera y notó como una de las rosas caía en las manos de Oishi. Así cuando ambos se acercaron lo suficiente, la niña ya se encontraba muy lejos.


--¡Oh! Que niña tan linda… ¿Le has comprado una rosa?—cuestionó Eiji sin dejar ver el rojo intenso de los pétalos.


--Vino con esa intención pero no lo eh hecho, cuando me saludaste simplemente me la dio…—respondió enternecido.


Ambos se tomaron un momento de silencio y analizaron la rosa, no tenía espinas además parecía brillar con el sol de mediodía, Oishi acercó su rostro a los perfumados pétalos y recibió con gusto el aroma. Su color era similar al cabello de Eiji, sin decir nada le extendió la rosa cariñosa y espontáneamente.


--¡¿Para mí?! – A las espaldas de la pareja de oro, una voz femenina se pronunció pícaramente. La rosa fue arrebata de las manos de Oishi y pasó alado del rostro de Eiji. Yuko la recibió y continuó como si estuviera conmovida: --No te hubieras molestado, es en verdad hermosa.


El proyecto…


--¡Yuko, esa rosa va muy bien con tu cabello!—Saludó Eiji como siempre, solo con la diferencia de que se atrevió a darle otro abrazo. Al cual, ella correspondió animosamente, mientras miraba como Oishi desviaba su atención un poco molesto.


 –Gatito, no me habías dicho que no estaríamos solos…-- se separaron entre risas.


--¡Ups!—Soltó distraído y nervioso al estar en la mitad de ambos.


Respuesta que hizo la hizo reír todavía más. –Hola, Oishi… -- dijo agitando su mano, sin ninguna de intención de acercarse.


--Buenas tardes…-- replicó y no dijo nada más.


--¡Oh! Entonces ya comenzaron sin esperarnos…-- dijo Fuji muy cerca de ellos, aproximándose muy bien acompañado, con el capitán del Seigaku. Indiscretamente venían tomados de la mano, aunque solo Fuji se veía complacido por tal gesto.  Los encuentros inesperados incrementaron el desconcierto de Oishi, quien solo tenía pensado pasar la tarde con su mejor amigo. No le molestaba tener a sus compañeros del club cerca pero prácticamente tenía un problema mayor.


--Hola, soy Fuji Syusuke—se presentó mientras hacia una respetuosa reverencia. –Y él, es Tezuka Kunimitsu, mi… --


--Capitán del club de Tenis. – Contradijo y también saludó inclinándose levemente.


Las presentaciones fueron muy amenas entre las cinco personas, pasaron un buen rato conversando y riendo de cualquier cosa, cuando Yuko se incluyó en el grupo como si fuera una estudiante más, fue el momento perfecto para una reunión secreta.  Fuji, quien llevaba una libreta se separó de Tezuka y llamó disimuladamente a Eiji.


--Yuko sí que tiene un espíritu joven, nya…-- bromeó Eiji, muy feliz de que todo saliera bien.


--Bueno, pero el verdadero proyecto empieza ahora. —dijo Fuji, mientras revoloteaba la libreta donde tenían todo su plan. —No sé, si sea mi imaginación pero Oishi no se ve muy contento, debemos ir a algún juego, estamos en un enorme parque…


Eiji asintió.


Aun entre risas y bromas, Fuji propuso ir directamente a la montaña rusa. Casi todos lo aceptaron, Tezuka no se pronunció y Oishi parecía no estar muy contento con la idea. De todas formas ya no había vuelta atrás, todos se dirigieron al enorme juego.


Eiji por primera vez se juntó a su mejor amigo y dijo: ---Oishi… no pareces muy animado, nya. – Se aferró a él mientras observaba lo que tenía entre las manos.


--No, todo es genial. – respondió con una media sonrisa y cerró de golpe la libreta que estaba leyendo.


--Oh… ¿Acaso estás estudiando en un lugar como este, nya?


--¿Eh? No, no… aquí es donde llevo los detalles de nuestro entrenamiento… como la entrenadora Ryuzaki no nos permitió realizarlo independientemente empecé a formular uno nuevo, que por cierto me recuerda que no lo sabes aun…


--Me tiene sin cuidado, nya…-- dijo Eiji con un puchero – De todas maneras ¡No pienses en eso ahora! ¿Puedo darle un ojeada a tu libreta?...


--¡Chicos hemos llegado!—los llamaron con unos metros de distancia.


Dejando de lado todo, la pareja de oro se reunió con sus amigos rápidamente. Con los nervios de punta al notar en lo que se estaban metiendo—por supuesto, tenía que ser sugerencia de Fuji—el lugar era muy colorido, amigable a la vista por el ambiente pero aquello no era suficiente para pasar del tamaño de la montaña, parecía llegar al cielo y adentrarse en las extensas nubes blancas.  Aún con todo el asombro todos observaron cómo alguien muy peculiar y conocido se encontraba dentro de las instalaciones, bastante dubitativo.


--¡Bienvenidos a la montaña más alta de la ciudad!—


Era su turno de ingresar pero no antes de Inui, que se encontraba ya formado, sus brillantes gafas no podían ser ignoradas así como su peinado siempre en punta, él—con su libreta de notas y una canasta de comida—al contrario de su comportamiento habitual, se encontraba mirando hacia todos lados como si hubiera perdido algo… o alguien.


--¿Inui, nya?—lo llamó Eiji, juguetonamente. –No sabía que te gustaran este tipo de juegos.


El chico de lentes finalmente les prestó atención.


--Seigaku más la enfermera…—respondió como saludo.


--Por favor, pasen y dejen sus pertenencias aquí. —señaló la amable portera. Cerca de la entrada se encontraba una especie de contenedor donde las personas dejaban sus objetos de mayor tamaño para no tener estorbos al momento de subirse al juego. Oishi sin chistar dejó su libreta así como Fuji, por su parte, Inui dejó su canasta pero se negó  dejar su cuaderno. Con la excusa de que es extremadamente crucial documentar datos en cualquier momento. Además de su imponente tamaño—al menos de un metro, ochenta y cinco— lograba dejar en claro su mensaje ante la pequeña mujer.


—Señor… —le reclamó nerviosa —Debe dejarlo todo…


—Me es imposible, espero lo entienda y disculpe las molestias.


—Oh, vamos ¡No nos retrases! Nya— reprendió Eiji mientras se colgaba del brazo de su alto amigo.


—No puedo.


—La gente de atrás esperan divertirse. —Por primera vez en el día, Tezuka se pronunció con su seriedad característica. Dio un paso adelante entre todo el gentío no sin antes, acomodarse las gafas. —No es ético demorar por situaciones tan triviales. Sadaharu...— concluyó con la mirada fija y sostenida por su compañero. No cabía duda que el capitán así como el recolector de datos eran incomparablemente intimidantes.


Un suspiro, pero más que todo, una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de Inui al dejar su libreta en el contenedor. Hace unos minutos estuvo paseando con Kaidoh muy amenamente pero de un momento a otro se fue corriendo, sus compañeros sí que eran extraños y el desarrollo de su nuevo capítulo empezará al bajar, eso era un hecho.


—Pónganse cómodos. —Ahora con una amplia sonrisa, la mujer les señaló los asientos correspondientes, estos ubicados de dos en dos y cada uno con cinturones de seguridad. El primero en ingresar fue Inui que se sentó en el lado derecho, seguido de Eiji que prácticamente corrió a su lado, no sin antes mirar a Fuji y guiñarle un ojo. Pasaron un par de segundos y Fuji empujó a Tezuka para que se sentaran juntos, dejando solo una única posibilidad. Perfecta para todos, aparentemente.


—Comenzaremos en dos minutos, por favor. —Anunció la portera y dio paso al último par de asientos. El rostro descontento y enfado de Oishi no dejaba nada a la imaginación pero aun así supo comportarse cortésmente. Extendió su mano esperando recibir la de Yuko, invitándola a sentarse junto a él. Ella recibió aquel gesto más que encantada.


Sin mencionar a los dos chicos que eran los más satisfechos con que su proyecto fuera todo un éxito.


Oishi se las arregló para acomodarse los cinturones correctamente, viendo como la enfermera lo hacía con algo de dificultad. —Enferme… —se sintió extraño al referirse así de ella fuera del instituto. —Yu…Yuko. – titubeó y se concentró en las correas. —permítame ayudarla.


Fue otro punto para el proyecto. ¡Nada podía salir mal!


—Abrochen sus cinturones cuidadosamente ¡no olviden divertirse! Empezamos. —Una voz resonó y entonces el vehículo comenzó a ascender lentamente, acorde a cada metro que subía la tensión en toda gente también lo hacía. Ahora desplazándose de manera vertical las parejas más adelante empezaron a tomarse de la mano o solo acercarse. Oishi sintió como su estómago se revolvía y su temperatura aumentaba, seguramente estaría rojo. Le molestaba no estar alado de su mejor amigo, seguramente ahora estarían abrazados. Si, seguro eso le hubiera traído paz.


Sus manos temblorosas se aferraron celosamente a los costados del asiento, fue ahí cuando le sorprendió un peso suave y delicado lo acariciara. Unos pocos metros más y ya estarían en la cima, completamente.  Oishi trató de mirar a su mejor amigo y notó como este ya había encontrado consuelo en el brazo de Inui. Si, era incómodo.


—Oh, así que así es el sub capitán del club de tenis. —las leves caricias de Yuko no cedieron, al parecer ella no había dejado de observar la situación. No solo refiriéndose a ese día… —Oishi Shuichiro, es un hombre sensible, apasionado pero también muy mal humorado. —soltó con desdén, esperando recibir atención.


— ¿Eh? —Alegó Oishi, desconcertado de las palabras anteriores.


— ¡Vaya! Hasta que me prestas atención — Yuko aplaudió a menos de un metro de llegar. —No cabe duda de que te tiene embobado—Rio pícaramente.


— ¿De qué está hablando?


— ¡Oh! — Yuko tapó su boca realmente sorprendida. — ¿Todavía no se lo has dicho?


— ¿Qué?


Llegaron hasta la punta, donde el viento golpeó su rostro como si acompañara el teatro indiscreto de Yuko. Un segundo antes de la terrorífica caída, ella habló: — si deseas puedo ser tu aliada — las respuestas y más dudas quedaron en el aire, los gritos de desesperación tomaron lugar en todo el recorrido. El carrito descendió con tanta fuerza que por un momento todos pensaron que morirían. Fuji y Tezuka sonreían abiertamente mientras se tomaban de la mano enérgicamente, Eiji rasguñaba el brazo de Inui quien ni se inmutaba, quizá concentrado en otras cosas y en el último vagón, Oishi se divertía ignorando a Yuko olímpicamente, fueron menos de dos minutos donde ninguno se preocupó por nada, solo gritaron y dejaron salir toda clase de incertidumbre. Fueron menos de dos minutos donde sonrieron sinceramente extasiados.


El recorrido fue inverosímil, a tal punto que con todo el temor que experimentaron tenían muchas ganas de volver a subirse. Fue una verdadera lástima, que no tuvieran el dinero suficiente para una segunda vuelta. Aun fascinados se reunieron y contaron sus experiencias personales, como que Tezuka se mareó a mitad de camino y Fuji en vez de ayudarlo solo se burló pero lo consoló el resto del viaje, Inui por su parte parecía concentrado en divisar hasta el último detalle de las reacciones de sus amigos pero eso no le prohibió quejarse un poco por su brazo dolido, pues de la emoción —mucho más miedo— Eiji no lo soltó, es más se aferró con tanta fuerza que le dejó varias marcas, el gatito solo se excusó con un “Ups” que deslumbró a todos, Eiji con toda desorientación solo supo justificarse con que no se había dado cuenta.


—En verdad no tienes remedio…—suspiró cabizbajo Oishi, después de sus cortos minutos de relajamiento intenso, se veía realmente feliz. A tal punto que no le importó que Yuko lo tomara por el hombro para presumir que ellos se la pasaron genial, sin heridas y mucho menos mareos.


—Bien, vamos por nuestras cosas. Es hora de la comida. —sugirió Inui, idea que a todos les pareció magnífica. Pasaron por la entrada y tomaron sus pertenencias con algo de apuro, morían de hambre. Convenientemente Inui tenía todo un banquete dentro de aquel canasto. Por supuesto, las tres libretas también pasaron a manos de Fuji, Inui y Yuko. Esta última no dudo en abrir el cuaderno y mirar curiosa todo su interior, acto que fue imitado por los respectivos dueños.


Silencio.


Fuji fue el primero cerrar de golpe su cuaderno, claramente contrariado. En segundo lugar Inui no dejaba de leer y releer mentalmente a una gran velocidad. Cosa que no entendía Eiji, solo pudo notar como sus amigos empezaron a verse dubitativos de un momento a otro. Se pronunció inocentemente: —chicos… ¿Pasa algo? — fue cuando Yuko gritó a todo pulmón.


— ¡Un lugar libre!—señaló efusivamente un espacio bajo un árbol y salió corriendo jalando a Oishi en el camino, de igual manera con la canasta. Todos fueron atrás de ella y Eiji los imitó sin saber cómo más reaccionar. En medio del correteo, Oishi se soltó de la mano de Yuko pero no dejó de seguirla.


—Por cierto, aquello que dijiste allá arriba…— sonó bastante amable.


— ¡No sé de qué hablas!— respondió y corrió mucho más rápido.


— ¡Oye!— La siguió. Sin más, entre carreras y tropezones todos llegaron al sitio señalado un tanto agitados, la situación de las libretas pasó a segundo plano cuando Yuko empezó a armar el picnic presurosamente, exageradamente alegre y al son de una melodía proveniente de ella misma. El banquete se veía delicioso, para una sola persona aun siendo tan alta como Inui era demasiada comida. Comenzaron el delicioso almuerzo con una porción de frutas muy bien surtidas.


— ¡Gracias por la comida!— todos agradecieron al unísono.


Casi de la misma manera que en la montaña rusa, Fuji y Tezuka se sentaron juntos así como Yuko y Oishi, con la diferencia de que Inui prefirió sentarse al extremo de la tela extendida en el piso y Eiji se quedó bajo el árbol, recibiendo la sombra de sus hojas.


— ¡Está exquisito!— dijo Fuji sin dejar de saborear cada trozo de fruta. —Pero le falta algo de condimento… — añadió seriamente, recibiendo las miradas de sus compañeros.


—Fuji, disfruta la comida al natural, es mucho mejor. — Tezuka fue el único en responder a los extraños comentarios de su novio.


—Claro que sí, Mitsu


Todos se atragantaron.


—Bueno, es que de hecho vine con alguien. — confesó, Inui. Siendo él quien ahora se llevó las miradas expectantes. Continuó: —pero de un momento otro decidió marcharse, no le gusta los lugares tan atestados de gente. —concluyó, metiendo un trozo de sandía en su boca.


El grupo se quedó en silencio.


—Entonces… ¿Inui fue rechazado, nya? — preguntó Eiji recibiendo unas cuantas hojas, que caían apresuradas de árbol.


Era extraño meterse en aquellos asuntos, pues siempre los chicos han sabido concentrarse en su deporte predilecto, espacio para algo más no existía. Aun cuando después de pasar el segundo año, los titulares empezaron a tener nuevas experiencias, Kikumaru Eiji era el único que conservaba su inocencia intacta o al menos era lo que todos pensaban. Escucharlo hablar así, era inusual.


—Bueno, no entiendo como alguien podría rechazar a alguno de ustedes. —intervino Yuko, contenta. —Sí, todos son unos bombones. — dio un par de aplausos y se aferró a Oishi dejando caer su largo cabello rojo en su hombro. Continuó: — ¿Qué opinas Shuichiro?


Fue la primera vez en el día que Eiji no despegó el ojo de sus dos mejores amigos, es decir, los vigilaba constantemente por el asunto del proyecto, sin embargo no pudo evitar sentirse algo incómodo ante la repentina amistad a su lado. ¿Acaso, se cayeron bien tan rápido? Sus pensamientos dieron un millón de vueltas, las dudas no dejaban de escudriñar en sus recuerdos hasta encontrar como fue que todo sucedió, su consciencia le jugó una mala pasado. Aun cuando todos continuaron conversando, Eiji no volvió a decir nada mientras observaba como Oishi y Yuko se acercaban cada vez más.


— ¿Qué ha sido eso?—cuestionó Oishi en voz baja y por ende muy cerca de la enfermera.


— ¿Qué ha sido qué?—ella objetó completamente desentendida, clavando el tenedor en una trozo de manzana.


—Pues lo de ahora… Además, ya sabes… ¿Cómo que quieres ser mi aliada?


— ¡Oh! En verdad no te das cuenta. —Apenada y graciosa le acercó el tenedor a los labios, Oishi por instinto mordió la fruta ofrecida. —Pues yo solo veo lo que sucede desde el exterior y como me encanta ayudar, decidí ser tu aliada.


—No te entiendo. —alegó Oishi afligido y volvió a recibir otro pedazo de fruta por parte de Yuko.


Ella por su parte solo se moría de encanto al ver la mirada de Eiji a lo lejos mientras le daba de comer en la boca a Oishi. En realidad ninguno de los dos se daba cuenta de su situación y fue cuando el proyecto se rompió por completo y se permitió mirar a Fuji quien le devolvió la cordial sonrisa. Hasta él, ajeno pero atento pudo percatarse claramente.


El árbol arriba de Eiji empezó a desprender hojas desenfrenadamente.


—Yuko ¿Me podrías decir que es lo que planeas?


—Shuichiro, me caes muy bien. Así que lo haré. —Dejó de lado el plato de frutas y lo miró a los ojos, cuando las hojas comenzaron a rozarle la piel. Empezó: —Primero, no me gusta Eiji. Segundo, deberías poner más atención a tu alrededor, no todo en la vida es tenis. —Oishi arrugó el entrecejo. —Y tercero, mira…—señaló hacia la dirección de Eiji.


Una de las ramas del árbol se desprendió por encima de sus rojos cabellos.


— ¡Cuidado!—casi gritó Oishi y atinó a jalar a su amigo hacia él, las hojas que caían desenfrenadamente era por que aquella rama ya se encontraba a un paso de caerse.  Eiji cayó encima de su amigo, igualmente sorprendido de no haberse percatado por estar dubitativo tanto tiempo. El picnic se dio por finalizado y todos se acercaron a ver si se encontraban bien, la sorpresa no fue verlos ilesos sino a la pareja de oro tan abrazados en el césped del parque, muy aparte de llevarse tan bien en realidad se notaba la falta que les hacía a ambos estar juntos.


Si, el proyecto escarlata fue un error…


Se dijo para sí, Fuji.


Y para romper toda clase de tensión, ambos empezaron a reír sintiendo sus alientos tan cerca. El roce de sus pieles se sentía reconfortante, suave, tierno… era el mejor remedio para su infinita paz, no les interesó ser el blanco de muchas miradas. Fue un alivio aquel improvisado abrazo.


—Lo siento mucho, Oishi. — Eiji se levantó levemente para mirarlo y no volvió a tener pensamientos incómodos. Debajo de él, se encontraba su mejor amigo bastante sonrojado así como apacible. —No lo vi venir, siempre estás cuidándome, prometo ser más atento, nya. ¿Estás molesto?


—Eiji… —Más que una simple alusión fue una llamada suplicante.


— ¿nya?


—Tienes tu rodilla en mi entrepierna.


 


El atardecer los sorprendió, la cobija rojiza invadió el cielo y así dio la pauta para la despedida. Por la banqueta de la transitada ciudad continuaba el grupo de cinco personas, relajadas pero también cansadas. Conversando de lo bien que la pasaron, desde los juegos, la comida y las hilarantes anécdotas que no tardarán en ser difundidas en el club el día lunes, casi podían sentir las risas de todos los chicos ¡que gratificante! Acorde a cada minuto las luces nocturnas empezaron a prenderse y al cabo de un par de minutos más, la noche cayó por completo.


—Ha sido divertido. — Dijo Inui, acomodándose las gafas.


—Deberíamos repetirlos con todos los chicos. — Complemento Tezuka, apretando la mano de su novio, hizo un ademán de despedida. —Gracias por todo, nos veremos el día lunes. —Jaloneó suavemente a Fuji. Quien se negó a moverse.


—En un momento, Mitsu. — Alzó su libreta y se la extendió a Eiji. —Lo siento mucho gatito, pero todos se han enterado.


— ¿nya?


Inui se acercó a Yuko y esperó paciente recibir la libreta de sus manos. —Gracias por cuidármela todo este tiempo. — agradeció y alzó la libreta que tenía, no sin antes mirar a Oishi, posteriormente a Eiji y Fuji. Dijo: — ¿De verdad creían que funcionaría su supuesto “proyecto escarlata”?


Apenas todo se vio claro.


— ¡No es cierto!— Gritó Eiji y arrebató el cuaderno de la manos de Inui, él tuvo su libreta todo ese tiempo. Eso significaba que los preciados datos de Inui los tenía Yuko y las anotaciones de Oishi las guardó Fuji. Entonces recordó que hace un momento Fuji le dio la libreta de Oishi, curioso lo abrió y miró una página al azar.


Pero, vaya ¡Qué página!


—Kikumaru Eiji, edad catorce años, estudiante de tercer año, especialidad: tenis acrobático. Mi pareja en el juego…perfil: una persona alegre, sociable, feliz ¡muy feliz! Algo descuidado pero por eso estaré siempre a su lado, en el deporte es muy enérgico y eso es muy bueno, carece de resistencia pero ha trabajado en ello (es muy dedicado) tiene una enorme sonrisa blanca y una banda en su mejilla. Al parecer se encuentra enamorado… solo quiero que sea feliz…


Nada más fue lo que alcanzó a leer por que Oishi se encargó de quitarle la libreta con demasiada rapidez no sin antes soltar una queja nerviosa: — ¡Eiji! Te dije que yo te informaría del nuevo entrenamiento, no está bien leer las notas personales de otra persona. —con toda la pena del mundo, el grupo se separó disimuladamente pero Yuko fue quien se alejaba muy lentamente.


A esa hora, la luna ya era inmensa así como los pequeños destellos a su alrededor.


— ¿Oishi, nya?


El joven felino apretó su libreta donde anotó el proyecto fallido y contuvo las ganas de llorar, a la vista de su mejor amigo sintió que podía morir de felicidad pero era otra la carga la que empezaba pesarle. Se inclinó en una brusca reverencia y con los ojos cerrados dijo: —Discúlpame por ser tan descuidado ¡me esforzaré en ser más atento! Además… además…— se levantó de golpe. — ¿Puedo saber de quién estoy enamorado?


Yuko rompió a reír y salió corriendo animosamente.


Oishi no supo que responder y Eiji inclinó su cabeza en señal de confusión.


El verdadero proyecto apenas estaba empezando.

Notas finales:

Un beso a ls fans de la hermos Golden Pair ♥

 

Gracias por leer!!!


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