A pesar de toda la decepción y tristeza que sentía, a pesar de las ganas que tenía de refugiarme bajo las sábanas de mi cama y no salir hasta que mi corazón se hubiera curado, sabía que el mundo no se iba a detener solo por mí. La vida continúa. Que no os engañen, la vida no es un camino de rosas; es cruel y dura, para algunos mucho más que para otros. Y como la vida no se detiene, yo tengo que avanzar con ella.
Cuando me encuentro triste me pongo filosófico, me enfrasco en mis pensamientos y no hay quien me saque de ellos.
Me levanté de la cama con pesadez y me miré en el espejo. Tenía una cara horrible: mis cabellos estaban revueltos, mis ojos azules estaban rojos del llanto y mi habitual sonrisa se había convertido en una penosa mueca de tristeza.
Me arreglé todo lo que pude para ocultar esa máscara de tristeza. En la oficina sería inevitable cruzarme con el Uchiha y, por ello, no iba a darle el placer de verme débil ante semejante escoria como él.
-¡Hola Naru!-me saludó Ino con alegría desde su puesto en la recepción.
Le devolví un escueto saludo.
-¿Te ocurre algo? Estás muy serio-comentó con preocupación.
-No es nada-respondí haciendo un intento por sonreír.
-Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿verdad?
-Te lo agradezco Ino pero estoy bien, de veras.
-Está bien…-me djó ir a pesar de no estar convencida de mis palabras.
La mañana se auguraba llena de trabajo. Papeles por aquí, más documentos que firmar por allá, hacer un balance de los beneficios de este mes de la empresa… Milagrosamente llegó la hora del descanso. Apenas había pasado media mañana y ya tenía un dolor de cabeza monumental. Pero no me quejaba de la cantidad de trabajo que se nos había encargado ya que me proporcionaba una distracción de mis agitados sentimientos.
Fui a tomar un café bien cargado con Sakura e Ino. Ambas se quejaban de la montaña de trabajo que tenían y compartían lo que había hecho cada una el fin de semana. Sonreí al ver a mis amigas siendo tan felices y pronto me uní a su conversación.
Lastimosamente el descanso se había acabado y cada uno regresó a su puesto.
Cuando llegué, encontré sobre mi escritorio un capuccino y una hermosa rosa roja. Por un instante me quedé confundido pero una luz se iluminó en mi mente y supe quién había dejado eso ahí. Con desprecio, tiré lo que el Uchiha había dejado sobre mi escritorio. ¿Cómo era capaz de actuar con normalidad después de lo que había hecho? ¿O acaso intentaba disculparse? ¿O tal vez pensaba que yo no le había visto y por ello creía que todo seguía como antes?
Las tres opciones me parecían igual de nefastas y no hacían más que enfurecerme más de lo que ya estaba.
Sin embargo, al tirar el café, no había caído en que el Uchiha vendría a limpiar el estropicio. Y ahí lo tenía, agachado recogiendo el desastre.
-Hay que ver lo torpe que eres dobe-rezongó.
-Cállate-murmuré para mi mismo tratando de ignorar su existencia.
-¿Qué te pasa? Te veo muy serio ¿Acaso no disfrutaste de la boda?
-Seguro que no la disfruté tanto como la disfrutaste tú-le espeté con odio.
El Uchiha no tuvo tiempo de replicar. Rasa-sama había entrado en la estancia y todos los trabajadores frenéticos se detuvieron. Rasa-sama se adentró hasta el centro de la sala y nos examinó a todos uno por uno.
-Tengo algo importante que anunciaros-carraspeó antes de continuar-. A partir de hoy, se unirá a nosotros mi hijo Gaara. Espero que seáis respetuosos con él y cuidéis bien de él.
Hasta ese momento no me había dado cuenta de que el pelirrojo de la boda estaba justo detrás de Rasa. La bilis estaba a punto de subirme a la boca. ¿Podía empeorar la situación aún más?
-Gaara será el jefe de esta sección-anunció Rasa-.Si tenéis algún problema acudid a él-tras decir esto abandonó la sala, dejando a Gaara atrás.
Gaara nos examinó de la misma manera que lo hizo su padre hasta que se encontró con la mirada del Uchiha Se miraron intensamente y Gaara esbozó una sonrisa de lado.
Sí, definitivamente la situación iba a empeorar aún más.
Cuando salí del edificio tras terminar mi agotadora jornada, estaba lloviendo a mares. Sasuke se encontraba fumando justo al lado de la puerta, refugiado de la lluvia. Cuando pasé a su lado para coger un taxi él me agarró la muñeca.
-Ey dobe, hoy has estado muy raro. No me has dirigido la palabra en ningún momento.
Me zafé de su agarré y sin decir una palabra, me eché a correr bajo la lluvia. Esperar a un taxi significaría tener que estar al lado del Uchiha y antes que eso, prefería pescar un resfriado.
Llegué a casa empapado. Me desnudé mientras dejaba que la bañera se llenara de agua tibia. Mi móvil en el bolsillo de mi pantalón comenzó a vibrar. Lo saqué con torpeza del bolsillo y miré la pantalla.
-Hola Naruto-dijo la voz de Deidara al otro lado-La semana que viene realizaré una exposición en…
-Mentiroso-dije antes de colgar.
Encendí la radio y me metí en la bañera. El agua caliente abrazó mi cuerpo entumecido y por primera vez desde hacía tres días sentí una verdadera sensación de paz. Cerré los ojos y me dejé llevar. De mis labios brotaban las letras de las canciones que sonaban de fondo y una sonrisa se dibujó en mis labios.
Pero mi momento de calma se desvaneció cuando en la radio comenzó a sonar Even in death de Evanescence (https://www.youtube.com/watch?v=d_xEVzTDN3c). Di un respingo y apagué la radio rápidamente. Miré el aparato apagado. Yo no lo estaba superando, simplemente me estaba limitando a huir y a lamerme la heridas. Pero, ¿cómo iba a recuperarme de esto cuando mi corazón dolía como si me lo estuvieran arrancando del pecho? Tal vez era porque era mi primera ruptura, quién sabe. Tal vez por eso dolía más.
Tal vez debería irme de la empresa. Seguramente estar lejos de Sasuke me ayudaría a sentirme mejor. Pero sabía que no encontraría un lugar mejor que Amaterasu corp. en el que trabajar. Naruto otra vez estás pensando en huir. Soy un cobarde, qué le voy a hacer.
El próximo día pondría las cartas sobre la mesa, me dije. Iba a dejar las cosas bien claras y dejar atrás la autocompasión. Nadie jugaba con Naruto Uzumaki.