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Destronado por MyDarkestDesires

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Ya he vuelto y está vez con un capítulo más largo wiiiiiiii

¡Espero que lo disfrutéis!

-¡Mamá, papá, estoy en casa!- grité nada más entrar.

-¡Naru-chan!- mi madre apareció de la cocina con una bella sonrisa en su rostro-. No esperábamos tu visita.

-Bueno, de pronto me apeteció visitaros- me excusé.

Mi madre se lanzó hacia mí y me envolvió en sus brazos en un cálido y mortal abrazo.

-¿No es adorable, Minato?- dijo mientras frotaba su mejilla contra la mía.

Pasé la tarde con mi familia hablando de todo y de nada. Cuando mi madre fue a la cocina a preparar la cena dejándonos solos a mi padre y a mí, decidí hacer la pregunta que tanto estaba deseando hacerle.

-Papá.

-Dime, Naru.

-Tú diste clase a Sasuke Uchiha, ¿verdad?

-Sí, de hecho también di clase a Itachi.

-¿Itachi?

-El hermano mayor de Sasuke.

Ignoraba el hecho de que Sasuke tuviera un hermano aunque no debería extrañarme, el teme no era muy propenso a hablar de su familia. Ya me lo había dejado claro en varias ocasiones.

-Fueron los mejores alumnos que tuve- continuó mi padre-. Ambos eran brillantes y prosperarían en la empresa de su padre o eso creía.

-¿Qué pasó?- inquirí lleno de curiosidad.

-No lo sé. Fugaku siempre fue un hombre prudente. Tal vez no veía a sus hijos lo suficientemente preparados para hacerse cargo de Amaterasu corp. y por eso se la encargó a su socio Sabaku No Rasa. Aunque eso me extrañaría mucho, ambos chicos eran unos prodigios.

-Mmm… ¿y qué sabes sobre los Sabaku No?

-Kankuro y Temari se graduaron también en la universidad Konoha al igual que los Uchiha y el hijo menor de Rasa, Gaara se graduará este año y entrará a trabajar en Amaterasu corp. así que tal vez te cruces con él dentro de poco.

 -¿A qué vienen todas estas preguntas, Naruto?

-A nada-dije mientras me rascaba la nuca y sonreía forzosamente- . Solo sentía curiosidad.

Debía haber supuesto que a pesar de haber sido profesor de ambas familias, mi padre no iba a saber gran cosa sobre los asuntos que se traían entre manos Fugaku y Rasa. Al menos ahora sabía que las sospechas del teme tenían fundamento.

Lo difícil ahora sería sacarle información a mi madre. Si le preguntaba directamente por la familia de Sasuke ella seguro que no me diría nada. Además, si hablaba no estaba seguro de que me fuera a decir algo más allá de lo que me contó la vez anterior sobre Tobi.

-¡La cena está lista!- anunció mi madre.

-¿Qué tal te ha ido últimamente en el trabajo?- le pregunté a mi madre.

-He estado hasta arriba de trabajo pero al final compensa cuando ves que tus pacientes mejoran gracias a tu ayuda- sonrió.

-¿Y el hombre del otro día mejoró? Se le veía bastante mal.

-Sí, mejoró pero siempre vuelve a tener recaídas. Ya no sé qué hacer con él- suspiró derrotada-. Si solo alguien vigilara que se tomara la medicación todos los días…

-¿Su familia no cuida de él?- pregunté horrorizado.

-Es un caso complicado, Naru. Ahora cómete las verduras.

-¡Pero mamá! Sabes que odio las verduras- contesté haciendo un puchero-. Además, yo quiero saber más.

-Ya he contado suficiente. Se supone que el historial de mis pacientes es confidencial.

Maldición, no iba a poder sacarle nada más a mi madre. Apenas había conseguido avanzar en mi investigación, me sentía frustrado.

 

 

 

Me encantaban los fines de semana. Podía dedicarme a hacer lo que quisiera y descansar de mi tedioso trabajo.

Ese día en concreto hacía una mañana maravillosa así que decidí ir al parque del centro de la ciudad. Era un lugar enorme, lleno de árboles, sobre todo de cerezos, y flores y había un pequeño lago donde los patos se reunían a nadar. Muchas familias y parejas iban a pasar el día en este rincón tan idílico de la ciudad.

De pronto me detuve en seco. Reconocí la figura oscura de una mujer sentada en un banco frente al lago mirando fijamente a la nada. O eso creía hasta que la vi levantarse y dirigirse hacia un rubio que miraba jugar a los niños en los columpios desde la distancia.

Me acerqué discretamente un poco más al haber reconocido a aquella mujer como la madre de Sasuke.

-¿Qué le has hecho a mi hijo?- preguntó la madre de Sasuke al desconocido-. Dime, ¿dónde está? ¿Qué has hecho con él?

El doncel asustado iba retrocediendo mientras se veía cada vez más acorralado por aquella mujer.

-¡Eres una maldita zorra!- continuó ella-. ¿Te crees que no sé que intentaste aprovecharte de mi hijo? Lo tenías bien engañado pero a mí jamás me engañaste- gritó mientras le agarraba del cuellos de la camiseta. El doncel simplemente seguía sin apartar la mirada preocupada de los columpios.

-Dime donde está maldito cazafortunas.

-No soy un cazafortunas- contestó finalmente el rubio.

-Ja. No tienes talento para nada y mi hijo era ideal para lograr tu objetivo de alcanzar la fama.

-Te equivocas- reiteró él- y Fugaku también se equivocaba y también se equivocó al confiar en Rasa, admítelo. Yo no tengo la culpa de que tu hijo desapareciera, fue culpa de tu esposo.

-Tú…- la morena montó en cólera y abofeteó al doncel para luego empujarlo al estanque donde cayó con un sonoro chapoteo.

Satisfecha, la Uchiha se fue con la barbilla bien alta dejando clara su superioridad ante los demás. No había duda de que Sasuke fuera su hijo.

Me acerqué al chico que trataba de incorporarse para salir del agua y le ayudé.

-Gracias.

-No hay de qué- contesté-. ¿Por qué te ha hecho eso?

-Es una larga historia. Dejémoslo en que es una auténtica bruja.

Reí ante su contestación. Al parecer todos los Uchiha tenían el mismo carácter.

Me fijé bien en el doncel. Estaba tratando de secarse como podía su larga melena rubia, parecía algo mayor que yo, tal vez unos cinco o seis años. Su mirada azul se volvió alrededor buscando algo y sus ojos brillaron con alegría cuando lo encontró.

-Papi- una niña de apenas dos años venía corriendo hacia donde nos encontrábamos con sus brazos extendidos hacia el rubio. Cuando lo alcanzó, se enganchó a su pierna y hundió su pequeño rostro en ella.

El doncel cogió a la niña en brazos y acarició sus cortos cabellos rubios cariñosamente. –cuando la pequeña se dio cuenta de mi presencia me examinó de arriba abajo con sus ojos negros rebosando curiosidad. Aquellos ojos tan familiares.

-Qué niña tan bonita- dije con sinceridad.

-Ella es Hikari, yo soy Deidara. Encantado- contestó sonriendo.

-Yo soy Naruto.

-Bueno, Hikari y yo deberíamos irnos ya. Muchas gracias por ayudarme antes.

-¡Espera!-le interrumpí- . Dejad que os invite a tomar algo.

Aquella era mi oportunidad para obtener más información y algo me decía que Deidara podía ofrecerme lo que buscaba.

-Está bien.

Los tres nos dirigimos hacia una pequeña pastelería donde podíamos almorzar y charlar tranquilamente.

-¿A qué te dedicas?- pregunté.

-Soy un artista. Me dedico a la pintura y a hacer esculturas de arcilla.

-Eso es genial- exclamé-. Algún día me gustaría ver alguna obra tuya.

-¿Y tú a qué te dedicas?

-Trabajo en una empresa. Nada apasionante en comparación contigo-sonreí.

Tenía que andarme con cuidado, aunque Deidara pudiera saber sobre los Uchiha, parecía no llevarse muy bien con ellos.

Deidara parecía muy entretenido viendo como su pequeña hija sentada en su regazo comía un pastel de chocolate ensuciando todo a su alrededor. Dejé mi imaginación volar y me vi a mí mismo cargando un bebé en brazos. Un bebé que tenía los mismos ojos que Sasuke.

Sacudí la cabeza. Sasuke era un hombre muy atractivo y cualquier mujer o doncel se fijaría en él pero su carácter dejaba demasiado que desear.¡ Jamás podría convivir con alguien como el teme!

Sin embargo, aquel pensamiento me abrió los ojos. Ahora sabía por qué los ojos de la pequeña Hikari me resultaban tan desconcertantemente familiares. La examiné de nuevo para corroborar mis sospechas. Estaba seguro de que era una Uchiha.

-¿Y a qué se dedica el papá de Hikari?- pregunté con cautela.

-Oh, mi marido era abogado.

-¿Era? ¿Qué pasó?

-Lo despidieron- contestó encogiéndose de hombros.

-Vaya, lo siento.

Poco a poco fui atando cabos. Sasuke tenía un hermano que había desaparecido, mi padre dijo que se llamaba Ita…¿Itami? ¿Itashi? Vamos Naruto, piensa…¡Bingo! Se llamaba Itachi.

De pronto, algo se iluminó en mi mente y tuve una idea que tal vez podrí funcionar para comprobar si Deidara era el esposo del desaparecido Itachi.

-Intercambiemos nuestros números, así podremos quedar otro día y me podrás enseñar tus obras- sugerí.

-Claro- contestó Deidara feliz.

Tras haber intercambiado números dije con fingida sorpresa:

-Vaya, tengo una llamada perdida de Itachi ¿qué querrá?

No fue Deidara quien se delató sino Hikari quien al oír ese nombre levantó su vista del pastel y preguntó con inocencia:

-¿Papá?

-Papá está en casa, cariño- le dijo a la niña con dulzura mientras trataba de mantener la calma pero su cara era un poema-. Tenemos que irnos- dijo repentinamente apurado- se nos está haciendo tarde.

-Claro, nos vemos otro día- me despedí.

Me quedé mirando por el ventanal de la pastelería como Deidara y Hikari se alejaban y sonreí. Cada vez estaba más cerca de la verdad.


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