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~Ra´s Al-Ghul`~ por Paxito

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Notas del capitulo:

Gracias por los comentarios! A mi beta amada y bueno la paciencia. Algun día acabare el fic XD

CAPITULO 12

 

Probadita de Eternidad.*



Fue el frío lo que le despertó. El frió y la soledad. Al darse cuenta de eso, su corazón temió. No sería la primera vez que, tras una noche de pasión, despertara  entre sábanas revueltas completamente solo. Tampoco sería la primera vez que su amante de turno fingiera que nada había pasado.

Asterion pretendía no sentir molestia por ello. Actuaba con despreocupación e indiferencia, sonreía ladino y seguía el juego. Algunos amantes volvían a él, Asterión no se negaba a nadie. Sería hipócrita hacerlo ya que él mismo lo hacía: buscaba satisfacer aquella pulsión molesta.

Una pulsión que cada uno de ellos, los guerreros, padecía y dolía: la urgencia de vida, la necesidad de ella.  Sabían que, lo único seguro que tenían en la vida, era que morirían en batalla. Por eso habían entrenado tanto. Lo padecían, lo dolían y finalmente, los más maduros, lo aceptaban.

Él no era maduro. Tenía 17 años, sus manos estaban manchadas de sangre y había visto cosas que jamás se le borrarían de la memoria. Estaba roto, completamente fracturado por dentro. 

Solo le quedaba el santuario y su deber.   

En ese sentido, el sexo era una vía de escape, una distracción hedonista. El danés no perdía el tiempo en leer los pensamientos de sus amantes, ya que nadie quería ser marica en el santuario, ni crear un vínculo más que el desfogue sexual.

Entonces… ¿por qué estaba tan molesto y triste?. 

Sentándose, con las piernas flexionadas, Asterión quedó en silencio mirando al vacío, desviando la vista al espacio donde debería estar Algol.

El dolor de la cadera era molesto, pero soportable. No así el dolor en el pecho:la sola idea de enfrentar el rechazo de Perseo le molestaba más de lo que podía aceptar.

“Idiota…”

Levantándose y vistiéndose, Asterión salió de la habitación que aún olía a sexo y asomandose lo encontró tal como ha sido desde que han estado compartiendo  ese sitio, el árabe estaba sentado en el suelo, sobre los cojines, mientras estudiaba una gran cantidad de papeles antiguos, absorto en su lectura.

Había hecho café y se había tomado dos pequeñas tacitas cargadas.

El sabueso quedó de pie, a medio vestir, mirándole la espalda sin saber qué decir ni cómo comportarse. 

— Dormías tan plácidamente que no quise despertarte —  sorprendentemente Algol habló, tranquilo y sin voltearse, empezaba a recoger el desorden de papeles tras un suspiro pesado. No obtuvo respuesta del sabueso, quien estaba intentado ,con un poco de temor, meterse en la mente del árabe. Algol ladeó el rostro y lo miró por sobre  su hombro con una sonrisa suave —  No lo intentes, Medusa de nuevo está aquí. 

Señaló con su índice su sien. Pero Asterión permaneció silencioso, visiblemente incómodo.

— Que calladito...—  señaló el árabe con burla, acabando de acomodar el lugar donde  se reunían a comer. Algol lo invitó a sentarse a su lado con unas palmaditas a los cojines a un costado. 

“Fingirá que no ha pasado nada…” pensó Asterión con desaliento y molestia. Ya sabía que no iba a ser fácil para Algol aceptar sus “pecaminosos” deseos carnales:un soldado tan estricto como Perseo, tan dado a la disciplina y al orden… tan profundamente religioso. Era de esperarse. ¿Por qué anhelaba lo imposible?. Se sentía estúpido.

A Asterión le costó trabajo colocarse su máscara y sonreír en esta ocasión. Serio, se sentaba dolorosamente a lado de Algol. Este se dió cuenta de la incomodidad física del sabueso y de las miles de emociones en sus ojos amenazando con explotar.

— ¿Algún avance? —  finalmente habló, extendiendo su mano para tomar un papel suelto sobre la mesa baja, pero su mano fue detenida a medio camino por Algol, quien lo tomó de la muñeca y desvió su dirección a su rostro. Aspiró su aroma y luego besó muy dulcemente el dorso de su mano como se le hace a las doncellas en el momento del galanteo. Asterión quedó petrificado por la sorpresa y luego sonrió un poquito roto.

Mudo y esperanzado, acarició el rostro varonil de Algol. Este a la vez se acercaba a él, girando su cuerpo para quedar de frente y de esa forma, besarle...

No fue como el primer beso, torpe y nervioso que le había robado. Tampoco fue el apresurado y pasional que le siguió. No fueron esos besos húmedos y lascivos que compartieron en la cama... Fue un beso lento, tibio y dulce. 

Algol lo envolvió con sus brazos, acarició sus labios con los suyos, abriendo después su boca para disfrutarlo, palpando con su lengua como si saboreara un dulce fruto. Asterión se dejaba hacer, derritiéndose como la mantequilla por el ardiente sartén por los besos posesivos y dedicados de Perseo.

Cuando se separaron, acalorados y con las respiraciones descompuestas, Algol sonreía con los ojos más amables que nadie más que él había visto. Aún le faltaba practicar sus besos, llegó a pensar, pero estaba bien para él. 

Quizá solo habían pasado unos pocos minutos, pero tenía la impresión que el tiempo corrió muy rápido, y también tenía la sensación de que este se detuvo. 

Un segundo o una eternidad. 

Dulce eternidad de los corazones enamorados.

—  Ojalá pudiéramos quedarnos así..— murmuró Canis Venatici, casi hablando sobre los labios del árabe.

—  Sabes que eso no es posible — respondió el árabe con un gruñido — qué más quisiera, repetir…

Asterion rió.

— ¡Lo sabía! ¡Sabía que eras un insaciable sexual y un pervertido de primera!. ¿Sabes qué? Mi culo me duele, me dejaste un poco invalido, maldito y no, no te leo, pero seguramente ahora mismo piensas de nuevo en eso.

Algol torció la boca en una mueca malévola, respondiendo que sí, pensaba guarradas ahora mismo.

—  No tienes idea, perrito. No tienes idea de mi autocontrol, ahora mismo….

Se mordía los labios con ansiedad, removiendose incomodo en su lugar.

— Solo una vez más... luego podemos volver a fingir que esto no pasó...—  propuso Asterion, palpando la erección de Algol por arriba de sus prendas, sintiendo que estaba tan despierto y necesitado de atenciones como él mismo, de repetir la sesión amorosa. Su voz era una súplica y un ruego.

—  No…

Tajante en su respuesta, Algol se levantó y fue alejándose del alcance del danés y sus inquietas manos. Esa negativa  hizo enojar al afable sabueso, quien tras tamborilear sus dedos con impaciencia sobre su rodilla, optó  por levantarse como lo había hecho Algol. Eso sí, manteniendo la distancia.

— No quiero fingir que esto no pasó —  completó su respuesta Algol después de un momento, mirándolo fija e intensamente a un Asterión sorprendido, y como no, después de analizarlo, conmovido — Si vamos a continuar haciéndolo, no voy a fingir nada. Después de la misión quiero más de ti. Te quiero entero para mi. 

Asterión con ojos como platos por el asombro. Caminó hacia él, notando un ligero rubor en las mejillas del árabe. Él por su lado sentía la boca seca y el corazón bailando.

— ¿Aún después de la misión? -— se atrevió a preguntar para verificar de que sus oídos no lo habían traicionado. 
 
Algol se cruzó de brazos. Medusa hizo acto de presencia riéndose de él.

“La juventud carente de sentido común.Casi voy a vomitar…” se burló ella envidiosa y venenosa. “Pídele matrimonio de una vez, tarado..”

Rompiendo su postura hizo un ademán con la mano, como si quisiera alejar a un mosquito molesto de él 

“Fuiste tú quien nos empujó a…”  pensó , malhumorado.

Se le olvidó lo contradictoria que era Medusa. "Te empuje para follar, no para enamorarte como una niña campesina, zopenco. ¡Eres un jodido guerrero!"

Algol la ignoró.

— Por eso te digo que si quieres continuar con esto, no me pidas que lo olvide. Si salimos de esta misión, no quiero que estés con los otros. 

Asterion, rió nervioso, con un poco de lágrimas en los ojos, contenidas. No podía creer que eso le estuviera pasando. A Algol no le agradó que se rieran de él, se le notaba en la cara, por lo que el sabueso se apresuró en explicarse.

—  Je, perdón. Es que me imaginaba que lo tuyo era los harenes, cosa de árabes y ahora resulta que eres una novia celosa y posesiva. 

“Este perro no sabe qué clase de psicópata se ha liado… ¿verdad, corazón? ” 

Asterión prosiguió, antes de que el furibundo Algol le reclamara por llamarlo celosa y posesiva.

— Ya te dije que a mi me gustas así de loco como eres. —  dió un paso más para quedar frente a frente — ¿sabes? me gustas más cuando dices las cosas directamente, sin mentiras. Me gustó mucho lo que sentí ayer... quisiera sentirlo de nuevo, antes y después de luchar, en los pocos días, horas o minutos que nos queden de paz, quisiera estar a tu lado.... 

Cuando quería, Asterión podía hablar de una manera tan conciliadora que podría calmar a un volcán en erupción como Algol. Era obvio que ninguno de los dos había experimentado esa clase de sentimientos.Era claro que temían salir lastimados desde adentro, en sus corazones. Algol aún así, hizo un último intento de mantenerse firme.

— Si me traicionas, sufrirás, te mataré y le daré tu alma a Medusa. Si me traicionas  ¡te convertiré en piedra para toda la eternidad! 

Asterion volvió a reír. Vaya manera de expresarse.

— Seré un bonito perrito fiel si me tratas bien y me alimentas como se debe. Tendrás mi fidelidad, mi alma y mis puños a tu lado. Seré tu cómplice, tu amigo y tu hermano. Si algo te pasara no descansaré hasta vengarte de la manera más cruenta posible. Algol… a mí no me tienes que amenazar. Tendré a mis amigos a mi lado aunque te pese y no los soportes, pero te prometeré no darle las nalgas a nadie más que a tí. Dame mi libertad y te doy mi corazón.  

—  …. 

Y mientras hablaba, la ropa se deslizaba de su cuerpo. Cayendo lentamente como las hojas de otoño. Se mostraba desnudo, pero no solo en cuerpo sino también de alma. 

Frente a él, ladeó su rostro y habló a su oído.

— Solo pídemelo, pide que me quede, que sea tuyo... pídemelo, piedrita. Dijiste que las palabras son poderosas en esta tierra. Dijiste que una palabra sirve para apresar a los seres más fuertes y antiguos. Dime esa palabra y seré tuyo.

“Esa palabra es muy fuerte para decirlo sólo con haberse acostado una vez…”

Eso opinaba Medusa, admirada por  la sagacidad y determinación del perro. Ese maldito perro que desarmaba a su dulce Perseo con sus palabras directas y cursis. El corazón de su Perseo baila y sabe que lo ha perdido.

— Quédate... Asterión, habibi, quédate y te amaré toda mi vida… — tuvo un ligero titubeo y una risa avergonzada, pues nunca ha dicho eso a nadie. Cuando sus ojos volvieron a cruzarse supieron que no había de decir otras palabras más al respecto. 

El beso interrumpió las demás palabras: las promesas, las otras amenazas, las confesiones... todo se resumió en un beso.

— Y ya me dirás ¿ qué significa Habibi [1] ?— Asterión ya sabía, o lo deducía, pero quería escucharlo de Algol, quien le dobsequió una de las sonrisas más hermosas que ha visto en su vida.

— Significa idiota, mi amor. 

 Risas de ambos. Entre sonrisas cómplices de una travesura compartida. 

Ellos continuaron dándose “a sí mismos” sin concesiones, con toda la pasión que caracteriza a la juventud. Esa que no se mide, no limita no se piensa y solo se palpita.  

Fue así  por muchos días.

Nunca antes los alimentos preparados por Algol habían sido tan disfrutados al compartirse. Nunca dejaron sus deberes ni olvidaron irresponsablemente su misión, solo que ya no tenían tanta prisa por terminarla.

 Internamente ambos deseaban alargar la misión, porque eso significaba volver a la realidad del Santuario, en donde más misiones en separado los aguardaban. Misiones que nunca se sabe si volverían vivos o cuerdos o íntegros físicamente. Cada misión los curtía como guerreros, pero también mataba algo de sus almas. 

Asterión ha oído sobre los desertores. Aquel Lyra que solo vió una vez, quien se dice se fugó con su novia, otros cuentan que al morir ella él se suicidó.  Asterion podía entender ahora la tentación de olvidarlo todo y quedarse así, en una cabaña enmedio de nada, compartiendo una rutina tranquila con su amante, una vida normal. Podía soñar con un futuro como pastores de camellos homosexuales fornicando en cada oasis o gruta.

Realmente era muy tentador. 

Y él era un puto soñador. 

Habían otros desertores, como Rigel de Orión o Aeson de Copa que una vez Albiore le contó [2]. No era de extrañarse que, el Patriarca mandara “al sabueso” a buscar a otro posible desertor. Pero no pensó que quien tuviera ahora pensamiento traicioneros fuera el.

Todo por este momento, por esa probadita de eternidad. 

Pasaron algunos días. Parte de su rutina incluía asearse juntos en el oasis cercano; Algol tenía cierta manía por el aseo o quizá ya era la costumbre de las abluciones que suele hacer por cada rezo. Cada rezo. Era irónico pues cada que iban a ese lugar terminaban follando al aire libre y no precisamente rezando aunque acabaran en rodillas.

De todos modos ahí no había nadie más que ellos dos.

O eso creían.

Flamas crepitaban en los ojos de un djinn que veía la escena a lo lejos. Estaba claramente incómodo. Sus labios estaban apretados y sus manos temblorosas se aferraban a las riendas del camello que montaba.  

Veía al niño que conoció hace tantos años, luego como este se había convertido en un muchachito inquieto y autosuficiente. Su adorado Algol regresó a él convertido en un hermoso hombre de armadura de plata.

  Pero para él, siempre sería un niño.

Waddu hace retroceder al dromedario que monta antes de que los amantes se percaten de su presencia. 

La imagen de dos cuerpos atléticos y perfectos danzando entre ellos. Cuerpos humedos, palpitantes, que se entregan en el agua y sobre las piedras sin importar que sus pieles se desgarren por el filo de las rocas. Ellos se restriegan y chocan como las olas de un mar embravecido. No poseía elegancia ni sutileza este acto, era viril, violento y bruscamente delicioso. 

La imagen de ellos dos lo acompaña todo su recorrido.  

Waddu llega al escondite de los Santos de Athena.  Tanto en las ventanas como en la puerta hay diversos símbolos y amuletos. Gracias a esta protección  ningún djinn ni demonio puede encontrarlos. Waddu ve desde la ventana el gorgoneon de Medusa, con los ojos cerrados, y junto a esta, la armadura de Canis Venatici, como protegiéndola como el perro fiel que representaba.

“¿Por qué has permitido que esto suceda…?” le pregunta sin obtener respuesta. 

Waddu da vueltas alrededor de la vivienda, él no puede acceder a ella hasta que los moradores lleguen y le den permiso para entrar.  El debía de...

“No vuelvas a fallarme, ****”  las palabras de Iblis, el rey de los Ifrits,  taladran su mente. 

Siente un terrible pesar, pues ahora sabe cual era lo que tenía que hacer, y no le gusta. 

“ Trae a mi reina y el nuevo cuerpo donde ella despertará..”

Y él sabe que, que cuando Iblis se obsesiona por alguien no había forma de detenerlo. Sabe que si no lo hace él, su niño iba a salir más lastimado. Debía hacerlo el. 

Cansado, se sienta en el suelo, esperando y recordando el pasado compartido con Algûll y así mismo, con su propio pasado. Ese terrible día que lo llevó al mundo de los humanos y que lo condenado a tener un cuerpo  mortal .  


*** FlashBack ***


 Wadd AlQmar, mejor conocido como Waddu se había convertido en amigo de un niño beduino llamado Alghûl. Ese mocoso tenía la capacidad de ver detrás de su disfraz,  un niño que llamó su atención desde el inicio, incluso antes de ocupar el cuerpo de un mortal. 

Alghûl es el único que conoce su historia..

—  Waddu. Cuentame un cuento.
—  ¿No eres muy mayor para ello?

Algol tenía una adorable sonrisa maliciosa con la cual se salía con la suya siempre. A pesar de lo vivido con su familia, el huérfano de guerra aun conserva algo de su inocencia. Algol y el, han sido “adoptados” por la caravana de Isufur Ib Numai, que ahora ha montado su campamento en Al-Antar.

— Amas contar historias, necesitas contar historias. Sé que con eso alimentas tu fuego, con asombro y maravilla. Cuéntame sobre ti, ¿porque Waddu ha dejado de ser un perrito negro.?

Waddu hace una mueca al niño y sus ojos de fuego chisporrean. 

“Pídele un trato, es un djinn no se podrá contener”

La voz de su dama susurra en la mente del niño, sisea suave y embriagadoramente. A lo que Algol sonríe travieso. Con los otros adultos siempre tiene que estar fingiendo, pero con Waddu no. El nunca diría que estaba loco por hablar solo. Tampoco lo veía como “la mala estrella” que le da su nombre, marcándolo como apestado.

El niño juega con las trencitas de su cabello, y luego corta un mechón de esta con una navaja, lo corta con todo y adornos.

— Hagamos un trato, me cuentas tu historia y yo te doy mi cabello.

Waddu ríe a carcajadas. No había forma de que el niño supiera eso, de que los Djinn se alimentan de eso cuando están en ese plano.  El  cabello ofrecido y los nombres otorgados les da fuerza a su fuego...¡y ese niño se lo ofrece así sin más!.

Era un trato muy tentador. 

Pero si hay algo que aprendió de los árabes, es el arte de "regatear". Nada se da tan fácil sin regatear.

— Uh, no sé. Necesito más que eso … 

Incita más el djin de rostro delgado y moreno. Su cabello era color azul con destellos verdes. Nariz respingada y fina. Además de una larga sonrisa. Algol parecía escuchar algo a lo lejos, frunciendo el ceño, como si las cosas que Medusa le susurraba no tuvieran sentido para el.

— Bien, si tu me cuentas tu historia — dice después de segundos de silencio — Te diremos dónde están “ellas”. Ellas podrán ayudarte en eso que anhelas.

“Las gorgonas que protegen a las pitonisas y resguardan el oráculo..” 

— Y bien… ¿,Waddu? — Algol extiende el apetitoso mechón de cabello trenzado con conchitas marinas con la mano, el cual el djinn toma y lo coloca entre las ramitas de los arbustos de café, que sirven para encender fogatas. 

— Bien…!hecho¡,  Ras´Alghûl

Para cerrar el trato, Waddu parece arrancarse los ojos escondidos detrás de las flamas y los coloca en medio para encender la fogata, alimentándose por el cabello color arena de Algol. Waddu suspira y gime de placer por eso. Al sentir ese tributo, como en los antiguos tiempos.

— Presta mucha atención, niño, que está historia nunca ha sido contada antes...pero como dicen los antiguos texto, empecemos desde el inicio:


ذات مرة ØŒ منذ زمن بعيد 
[3]

**********

Continuará

**********


Notas finales:

Notas. 
Perdón por mi tiempo de hiatus! Pero estoy de vuelta.!
Este capítulo, fue un capricho mío, quería un momento a solas con mi OTP dándose todo el cariño que merecen darse T_T 
A ver, ya lo había explicado pero: [1] Habibi es, mi amor, mi cielo, mi tesorito y todo lo cursi que quieran aw. Suena re-cute.
[2] Son personajes del manga de Shiori: los caballeros de plata de Orión y Copa que se unieron a Eris. . Copa tenía el poder que, como en next dimension (creo que en ese manga le correspondía esa armadura a Sukyo antes de desertar también XD, lol) bueno esa armadura tiene el poder de “oráculo” y de curar quien beba de ella. 
[3] Erase una vez, hace mucho tiempo…

Ah si! el titulo es una canción que me dedicaron hace mucho tiempo y es una cursileria ESTA....perdón XD. Pero es un homenaje a mi mismo cuando era un ser cursi y tenía como estos chicos "la flama" de la pasión!! 

Ya me fui, ojalá les haya gustado. 


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