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~Ra´s Al-Ghul`~ por Paxito

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Notas del capitulo:

Hola! gracias por leer hasta acá este fic que sin querer queriendo entró en HIATUS jaja, pero ya lo voy a retomar, lo prometo

Gracias por los comentarios.

 

°~~°°~~~*Flasback*~~~°°~~°°

Anunció con teatralidad. 
 
 –  ¡Presta atención y aprende!, ¡te contaré sobre los hijos del fuego!, ¡sobre el valor de las palabras y de su fuerza!. ¡Te contaré sobre las puertas que no se deben abrir!. Sabrás sobre mi y de ese modo, sabrás más de ti mismo. –  sonrió  –  ¿Estás listo?

El fuego bailó con el sonido del crepitar de las ramas secas, el humo y el calor abrazaron la mente del niño, único espectador, único creyente. El fuego crecía por el cabello qué Algol ofreció para sellar su promesa y crecía por la emoción que este  sentía.  

Waddu hablaba con su voz original, sin sonido que saliera de su boca,  su voz parecía salir del fuego, de la arena, de todas partes y de ningún lado. Las palabras formaban imágenes dentro de las llamas que Algol,  contempló y asombró.

     – En tiempos remotos, antes de la humanidad misma, los hijos de Allah, convivían  en el mismo plano. 

“Hijos de Allah”

En el fuego, imágenes aparecieron;  Algol vio la ciudad de Plata de los ángeles y toda su estirpe. Los seres perfectos hechos de luz y de luz era su ciudad.

Pronto, El Elevado les regaló un lienzo blanco con todas las posibilidades de intervenir en él.

Ese lienzo era el mundo.

 – Cuando Allá creó el agua, un ángel compuso su sonido y otro ángel lo acompañó con el arrullo del oleaje. Otro creó el viento y otro afino las voces de las aves.  Era imposible no crear belleza en cada obra del elevado. En el mar, en los prados, en la tundra.

Algol con una sonrisa boba, casi pudo percibir el perfume de las flores, casi podía saborear la dulzura de la fruta, las cuales - por cierto - nunca ha visto en su vida ni menos saboreado. Algol no conoce el mar. Solo conoce las dunas de arena, solo conoce esa vida. Alzando la vista ve el cielo estrellado y se maravilla pensando en aquel plano, se imagina caminando por la ciudad de plata. Algol sueña con conocer el mundo. Ver más allá que camellos y dunas. Sueña con valerse por sí mismo y no depender de nadie.  Sueña con volverse fuerte.
 
    – Allah creó al hombre del barro – continuo Waddu, aspirando el fuego con hambre y ansiedad. – Y con las flamas primigenias de la creación, del fuego sin humo, en un soplo con vaho,  creó a los djinn. Los djinn con cuerpos que son como brasas hirviendo, que  poseen la  suavidad de la arena también. Son sus formas como las estaciones: cambiantes. 

Las llamas formaban un remolino para presentar cada forma que poseían los Djinn y sus diferentes razas. Los ifrit, los ghûls, los dao, los marid. Las llamas enseñaron a Algol como era su reino, la ciudad de las Torres de Arena. Hubo un cambió en el fuego…indicando el final de esa Era.

 –   Entonces los hombres rompieron el pacto con Allah y junto a estos hombres caen algunos ángeles que se compadecen de sus hermanos. ¿Y cómo se le llama a los ángeles caídos?

Algol pestañeó y respondió con seguridad.
 
–      Demonios. –  murmuró, emocionado por el cáliz de la narración, aunque era una historia que mucho ha oído; !pero nunca en la manera en que Waddu lo narraba¡.

Waddu cuenta que los djinn se mantienen ajenos a todo ese conflicto inicial . La función de los djinn junto a los del hombres, es solo el de someterse y adorar a Dios. No es un dios piadoso el que conocen, no es el dios con un amor paternal cristiano ni posee defectos como los olímpicos o los nórdicos. No, es el creador. Nada más. Lo es todo.

 Las puertas que se habían mantenido abiertas – quizá con la ingenua esperanza al perdón  –  se cierran por siempre cuando los hijos de Caín contaminan el mundo. Se cierran las puertas cuando el más cercano al señor se rebeló. 

 –   Lucifer –  menciona Algol.
 –  Pero también la cierran a los djinn, cuando nos negamos a inclinar la cabeza a los 
hombres.  – acota Waddu, enseñando a Algol el antiguo suceso olvidado por todos.

Los djinn quieren ocupar el plano que ocupan los hombres, quieren contemplar la belleza con la que los ángeles habían estado trabajado.  Pero Allah se niega

“Si quieren ir a Terra, nos dijo, han de inclinar la cabeza ante los hombres”.

Ignorantes de la prueba del Padre, consumidos por el ego exorbitado, los djinn entran al plano humano con el único afán de destruirlos y para ello, algunos,  se unen a los demonios.

SI un djinn entra el mundo humano, es prisionero del mismo y eventualmente desaparece.  Las puertas se cierran para siempre. No hay salvación hasta el juicio final.

—   ¿Eso le pasó a Waddu?. — Pregunta el niño, con un tinte de preocupación en la voz, lo cual hace sonreír al djinn. 

Era un buen niño.

—   Hay puertas que no deberían abrirse, porque si la cruzas no hay marcha atrás. Recuérdalo. Hay juramentos que no se deben quebrantar, no se debe pronunciar nombres originales a la ligera. Los nombres son peligrosos.

Algol asiente tras tragar saliva con dificultad. Expectante.

— Cuando Prometheo llevó el fuego al hombre, fue nuestra perdición. ¿Por qué los pecadores hijos de Adán, poseían el fuego divino y no nosotros?

Algol iba a preguntar quién demonios era Prometeo. En el Corán nunca hablaban  de él. Algunos libros estaban prohibidos en su comunidad, así que no tenía el conocimiento  a su alcance. Era Medusa quien solía contarle de otros seres. De otros dioses.

Los hombres siempre han querido regresar, quieren volver tanto pero tanto que han arañado las puertas equivocadas.” Medusa comenta en la mente de Algol.

Hubo un silencio dramático, hasta que Algol se anima a preguntar algo.

—  Waddu cruzó una puerta. Y por eso Wadu se convertía en perrito  — no fue una pregunta, sino una afirmación. 

Waddu movió la cabeza afirmativamente.
 
— Fue el olor de sus bombas, el delicioso sabor de la pólvora….es realmente adictivo.  —cuenta Waddu,  que los djinn al salir al mundo terrenal, tienen que alimentarse de alguna forma. Y la forma más satisfactoria para ellos es el fuego de la destrucción que los hombres  han perfeccionado,  Waddu saborea de solo recordarlo, las deliciosas bombas... pasa su 
lengua por sus labios secos, tiene la lengua negra – Antes solía tener otro nombre, y tenía otra función en este plano.  Por siglos me acostumbré a esa función, quizá demasiado.
 
— Tu función —pregunta Algol— ¿Cuál era?

El djinn calla unos segundos, unos minutos. Pero la danza de las flamas atrapan la atención al niño al mostrarle un perro frente a una ciudad, para que esta poco después fuera destruida. Muestra esa misma escena, una y otra vez.

Waddu confirma las sospechas del niño.

—   Yo soy quien anuncia las desgracias. Me atrae el olor de la pólvora y el fuego ….yo...me alimento de cadáveres…
—      . . .

Algol lo entendió.

Por eso estaba ahí. Waddu se lo anunció a él y él no lo había entendido. Se preguntó si podría haberlo evitado. Se preguntó porque él se había salvado, porque sólo él…

“Puedes preguntar…” habló en su mente Medusa, atenta a la historia.

—   Yo aún no entiendo por que fuimos atacados aquella noche, no lo entiendo, nuestra caravana era pacifista. rezabamos y hacíamos el bien , ¡es que no lo entiendo! —finalmente dijo lo que había guardado su corazón todos esos años, pues aquel era algo que nunca hablaba, algo que no quería ni recordar. 

—  Por supuesto que no entiendes, Alghûl, eres aún un niño. Pero recuerda, a veces  sucede que por más que uno rece y se porte bien, no puedes borrar la marca del cielo —  Algol miró a Waddu sin entender eso último —   ¿Nunca te has preguntado por qué podías verme…¿o hablar las serpientes?

Algol bajó la mirada, se mordió los labios. No le había dicho eso a nadie: que solía hablar con las serpientes o convocarlas.  En su mundo, eso era un mal augurio pues eran  considerados animales demoníacos. 

Nació bajo la estrella del demonio, un negro destino le espera…la desgracia lo perseguirá, la maldad lo consumirá..” le habían dicho los ancianos a su madre. 

Pero su madre lo amaba, así que defendió a su hijo.Su madre, junto a las otras esposas de su padre, llenaron de talismanes su cabello, de amuletos para que los demonios no fueran tras de él.  

 La comunidad le llamaba el endemoniado, Al-Ghul.  

—   Fue mi culpa… —  gimoteo con su joven corazón lleno de dolor. Waddu lo miró y  aunque los djinn no solían ser compasivos con los humanos, sentía mucha simpatía por el niño. Así que acunó a Algol entre sus brazos, abrazándolo dulcemente hasta que el pequeño se tranquilizara.

—  ¿Continuó? —  preguntó finalmente. A lo que Algol limpiándose los mocos en la túnica de Waddu, asintió con una sonrisa. Con aquel ademán tan infantil, aunque asqueroso, le causó mucha compasión al djinn. —   Te preguntaras como se sella un djinn en un cuerpo mortal.  

 El niño cambió su semblante. Abrió los ojos y prestó atención, tenía rastros de lágrimas y moquillo colgando de la nariz.

—   Poco después del ataque de tu caravana. Se supo de mi presencia.. – continuó, enseñando con el fuego las diversas formas que el podía adquirir, como serpiente o como perrito o como gato; lo cual siempre era considerado de mala suerte.  – Ellos, me invocaron…

El fuego enseñó al niño unas personas en una cabaña. Dibujaban en el suelo círculos con varios símbolos que él no podía reconocer, mientras que cada uno parecía rezar en un lenguaje perdido.

—    ¿Quiénes son ellos…?

Waddu sonrió, y luego se encogió de hombros.

—  Los hombres del sultán. El heredero buscaba encontrar al más poderoso djin y  despertarlo. Por eso necesitaban capturarme, solo yo sé su paradero.

Dicha información quedó en la memoria de Algol por mucho tiempo.

Los hombres del sultán buscan despertar a un djin supremo” pensó y Medusa también lo repitió como nota mental.  

Volvió su atención en el fuego, había un hombre desnudo acostado en el círculo dibujado. Y ese hombre acostado era Waddu….o al menos el cuerpo que ocupaba ahora. Parecía un cadáver.

—    Los djinn, no podemos alimentarnos de nada vivo en este plano….por eso comemos  carroña, Alghul. O “fuego mágico”, bombas o con esencia de maravilla. – explicó Waddu con un pesado suspiro –  y ellos me engañaron…

Las llamas, enseñaron a Algol, como un perro negro, olfateaba el cadáver y empezaba a devorarlo, pues había sido llamado, al menos la primera parte de su nombre había sido lanzada, con lo cual no pudo oponerse ni mucho menos preguntarse qué demonios hacía un cadáver sobre un símbolo antiguo. 

Era como si al decir parte de su nombre, perdiera el conciencia.

—    Los hombres, no son de fiar, Alghûl. Los hombres traicionan. Lo que debes aprender,  desde ahora, es en no confiar, en esperar la traición…

El fuego mostró como el perrito se convulsionaba de dolor y como se, literalmente, derretía sobre el cuerpo que no era un cadáver….sino que era un hombre que había sido drogado y que, en aquel momento también se convulsionaba y gritaba de dolor.

—    Bab-i ifrif** . La técnica de transferencia – Waddu aprentó los dientes, y en las  imágenes que se formaban frente a ellos, veían como el hechizo había perdido el control. Como después de “llenar” el cuerpo del hombre, este empezó a expulsar fuego de sus ojos  y de su boca, como si estuviera a punto de explotar cuál bomba. 

El fuego asesinó a sus captores, calcinandolos por el gran poder que poseía Waddu y que  había sido sellado al estar en la tierra.

Algol supo entonces de qué raza pertenecía Waddu.

Era un Ifrit. También por un segundo vio su gloriosa apariencia real, y aunque sabía realmente poco de los Ifrit, sabía que no se trataba de cualquier Djin del fuego. Alghul en ese chispazo, supo el nombre verdadero de Waddu.

No lo mencionó. Medusa estuvo de acuerdo en ello.

Fue así como Waddu se volvió mortal, con ojos de fuego y un hambre constante. Pero él no podía comer cosas viva, ni alimento humano. El solo se alimentaba de fuego. Y café

Así fue como, vagando, constantemente perseguido, fue encontrado por la caravana del comerciante Isufûr. Donde, daba la casualidad,  ese niño de cabello color arena había ido a parar. Ese niño le había dado un nombre.  

Se hizo el silencio.

Alghul se levantó, se limpió los restos de lágrimas que tenía con el dorso de su mano. Sin más, empezó a caminar.

Fue de ese modo, que Algol le enseñó la entrada a Waddu de Al-Antar, de los pozos que escondían el santuario de las hermanas de Medusa, tal como lo había prometido.

—    Ella dice, que querrán algo a cambio de información…ojalá lo tengas…y dice ella, que  les manda saludos.

Waddu, miró al niño y luego la entrada a la guarida de las gorgonas. Sin saber realmente que le esperaba ahí. Y sin esperar cuál era el precio que iba a pagar por saber cómo romper su hechizo y su sello. Con una sonrisa se despidió del niño antes de brincar al antiguo pozo de agua.

Waddu entró justo en el momento cuando la caravana de Isufur fue atacada por los hombres del sultán. El sonido de los balazos se escuchaban a la lejanía, a unos cuantos kilómetros de donde estaba el niño beduino. Algol fue advertido por Medusa, “escóndete en los pozos”,  pero el niño el niño se negó: tenía que regresar para ayudar a quien le había dado un hogar. 

Paralelamente,  Waddu encontró a las hermanas gorgonas, guardianes del oráculo y las pitonisas. En la forma de doncellas, vestidas de blanquísimas y transparentes túnicas, las pitonisas permitieron que sus guardianas , las gorgonas, hicieran un pacto con el djiin. Sabían que ese trato estaba maldito, que les provocaría la muerte, pero se lo debían a sus fieles protectoras, ellas merecían volver a ver a su hermana. 

Euríale con su voz siseante le explicó a Waddu que aquel dulce niño de ojos grises, podía tener el poder de romper el sello del djinn.  Y a la vez, ese niño debía de salvar a su hermana, quien estaba en las montañas del norte, en Austria, sellada en el gorgoneion por la diosa griega. 

Solo el elegido podía tocarla e invocarla.

Ellas querían a su hermana perdida y Waddu volver a tener sus poderes. Lamentablemente ambos debían esperar hasta que el niño fuera hombre y vistiera de plata, tal como lo mostraba el oráculo. 

—  ¿No es irónico saberlo y ver como está a punto de morir? —  interviene, la gorgona Esteno, la de cuerpo negro, senos expuestos y quien siempre hablaba haciendo preguntas. 

Y era cierto, en ese momento, el niño estaba frente a todo un grupo de hombres,  apuntándole con rifles. Todo el campamento estaba destruido, solo quedaba Algol de pie.  

Todos muertos. 

—  Pidenosss que lo ssssalvemossss —  siseo, Euriale con urgencia —  danosss algo del niñoo para que ayudemossss a despertar sssu poder…
—  No tengo nada, de ese niño...—  exclamó Waddu viendo desde el espejo de agua, comosu última esperanza para ser libre iba a ser asesinado.  
—  Ssssolo dannosss algo que posssea y no necessssite 

Waddu, miró  la manga de su túnica, el rastro de moquillo que Algol se había limpiado en él.  Recordó sus lágrimas,  su miedo y el rencor que había en su corazón. Su rabia necesitaba liberarse.

—  Su piedad. No lo necesita. Necesita sobrevivir...por nosotros...por él. 
 
Las gorgonas se miraron entre sí y sonrieron. El trato estaba hecho, Waddu había dado una parte del alma de Algol. 

—  ¿Será que sentirá como se hunde al abismo, hermana? —  preguntó Esteno la terrible tras un chasquido de dedos.

Miraron por el espejo de agua del oráculo mientras se veía como el niño retrocedía. Al mismo tiempo, frente a Algol había un hombre “extraño” . Este lo señalaba con el dedo índice, un dedo innhumanamente largo y con uñas como garras.

—  Es él..—  sentenció con mirada de un fanático religioso, a diferencia de los soldados este hombre no poseía el uniforme típico, sino que usaba una túnica de color morado y un turbante rojo —  es el “endemoniado”.   

Algol retrocedió y tropezó con el cuerpo de Isufur. Quien lo había acogido tanto a el como a Waddu. Un hombre bueno, amable...ahora estupidamente muerto.

¿No quieres morir verdad, Algol.?.” preguntó Medusa al aterrado niño, viéndose rodeado de peligro

—  No está funcionando..—  protestó Waddu.
—  ¿Tu crees?

Waddu no se quedó a esperar, corrió a la salida, pero antes, una de la pitonisas le habló.

—  Llévalo al puerto de Yanbû. Ahí “ellos”, vendrán por él...sus estrellas lo colocan ahí junto al favorito.

Waddu asintió y salió del salón del oráculo. No vió, como las gorgonas, como el niño se levantaba del suelo tras toser un gargajo en forma de un gusano negro. Tras escupirlo, el brillo de los ojos del niño se apagaron y se sintió un poco mejor. 

Ya no sentía miedo. Sino ira. Una helada ira que era como un relampago recorriendo su medula espinal y explotando en su cerebro.. 
 
Un aura de color verde  activaba a su alrededor mientras se levantaba. Era su cosmos Su cosmos violento que se reprimía y que había aprendido a esconder por miedo al rechazo o a lastimar. Ya no.  Nunca más. 

Waddu no vió lo que las gorgonas fascinadas contemplaron. Como todos los hombres del sultán, incluido aquel extraño hombre, eran rodeados por serpientes nacidas de la sangre de la gente de la caravana. Invocadas por el “endemoniado”.

Las serpientes parecían muy reales, atacaban el sistema nervioso, engañaban los sentidos. Sentían las mordeduras, se asfixiaban por sus cuerpos que apretaban su cuello.  Todo el suelo ya no era arena, era un nido de serpientes.

Algol fue consciente de todo eso. Del sufrimiento de los hombres frente a el. Pero no le importó. No tendría piedad.

Tomó una de las armas que habían caído al suelo y la contempló.

—  Solo los hombres débiles usan armas así….

Cuando Waddu llegó minutos después. Algol era el único sobreviviente. Miraba al vacio con una pistola en mano, para después tirarla al suelo con desprecio. 

Waddu llegó a su lado, y cuando Algol alzó el rostro para verlo se dió cuenta de lo que le había hecho al niño. Pues su mirada era dura y nada gentil, como lo había sido antes. El niño no estaba en shock, no estaba triste. 

Parecía satisfecho.

—  Waddu, tenías razón —  dijo Algol, desestrezandose su cabello, quitando los amuletos que presuntamente lo protegían. Su largo cabello color arena fue libre — No se puede quitar la marca del cielo…

El cielo empezaba a aclararse. El sol empezaba a trazar una línea naranja en el horizonte, pero aún así, algunas estrellas brillaban en el poco cielo nocturno que empezaba desaparecer.
 
—  Me llama...

Y Waddu sabía que en esa dirección estaba Yandu. Y que de ahí, llevarían a Algol al Santuario. 

Si quería volver a ser el djinn ...debía llevar al niño a ese lugar. 

++++++++++++++++++

CONTINUARA 

Notas finales:

NOTITAS DE AMOR:

Gracias por leer hasta acá, mi super abandonado primer fic. 
Bueno, algunas aclaraciones y notitas:

Mucho de lo que cuenta Waddu, lo he sacado de referencias de novelas graficas, de preacher o de los libros de juegos de rol “demonios”. En el juego de rol, basado a su vez, de evangelios apocrifos, hace mención de que los angeles convertidos en demonios son, los que defendieron a capa y espada a sus hermanos los hombres y que hay 3 rebeliones y luchas entre angeles. Finalmente ganan los principales arcangeles.

La Ciudad de Plata y de las torres de arena, son referencias a comics. No se si estan en la biblia. jeje

La rebelión de IBlis si lo mencionan en los suras del Coran, que fueron castigados por dios, por no inclinarse ante los hombres (eso fue antes de su expulsión, aunque en el fic lo puse después….).

Lo demás si me tomé la libertad de inventarlo a mi conveniencia.

el Bad ifrid o transferiencia, lo saque de una pelicula de terror turca sobre exorcismos, ignoro si en realidad exista o no eso. jeje

Ah si, recorde que Algol no solo tiene el poder de petrificar a la gente, sino también hacer ilusiones sobre serpientes y luego lanzar su patada especiall...asi que, hice su despertar algo asi..jeje

Y yap.

GRACIAS por leer


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