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CHOICES por Nova22

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Notas del capitulo:

¡¡ACTUALIZACIÓN!! >3<

Capítulo 14

 

 — ¿Cuántos? — preguntó Kuroo con indiferencia, sus ojos devoraban la información sobre la hoja de papel sobre sus manos y su cerebro lo registraba detalle a detalle. Una de las esquinas de sus labios se arqueó, las ganancias de este año había superado con creces a las de la temporada pasada...nuevamente y estaba tan complacido como frustrado, los recientes problemas le obligaron a esforzarse el triple.

 

— No lo sabemos con exactitud, pero son cerca de tres grupos — Yaku revolvió algunas hojas mientras hablaba — Han estado entorpeciendo nuestros negocios y merodeando cerca de nuestras bodegas...recientemente recibimos informes de un pequeño grupo husmeando cerca de los límites de nuestra mansión. 

 

Kuroo arrojó sobre la mesa la carpeta que estaba sosteniendo y echó el cuerpo hacia atrás, al tiempo que apoyaba los codos sobre los soportes — ¿Que rayos hace Oikawa en nuestro territorio?

 

— Quizá tenga que ver con el hecho de que hiciste que cerraran varios de sus negocios, descuerdo con el informe tuvo que mantener un perfil bajo durante la investigación policiaca. Escuché que perdieron mucho dinero y una pequeña parte de su territorio después de eso...nada por lo que alguien como él deba alarmarse, pero es natural que esté molesto, no, incluso si no lo está, él podría usar esto como casus belli.

 

Él agitó una mano despreocupadamente — Ya envié refuerzo a donde era necesario, quiero a esa gente fuera de mi territorio...también quiero aplastarlos y ¿No crees que sería interesante que los usáramos como ejemplo? — los ojos de Kuroo se endurecieron — Enviémosle un mensaje.

 

— ¿Así que estas tratando de iniciar una guerra con él?

 

Kuroo sonrió, alzó ligeramente la barbilla y permitió que sus rasgadas pupilas atravesarán sin piedad él cuerpo del castaño — ¿Me seguirían si lo hiciera?

 

La forma en la que lo miró, su postura y la tranquila sonrisa que le devolvió dio respuesta a su pregunta. Era perfecto — Kuroo, has salvado nuestras vidas tantas veces que ya no nos pertenecen, ninguno de nosotros permitiría que murieras...te pertenecemos y puedes usarnos como te plazca.

 

— Excelente respuesta — perfecta. La verdadera lealtad era un regalo invaluable, un bien tan preciado como la vida misma — Bueno, no voy a negarte que me encantaría encajar una bala en esa cabecita suya, pero quiero mantener al mínimo el derramamiento de sangré. No pienso hacer algo impulsivo...nosotros somos una familia y se protege a la familia.

 

— Entonces ¿Que deberíamos hacer ahora?

 

— Defendernos y si tenemos que pelear, entonces lo haremos — no era como si fuera la primera vez que algo así ocurría y el procedimiento era realmente sencillo, casi rutinario, sin embargo bajar la guardia era algo que jamás haría.

 

Yaku asintió con la cabeza. Sonreía. Sin duda no era el único complacido aquí y quería decirle que era molesto que aún creyera que se estaba ablandando, pero decidió callar por ahora. No estaba de humor este día y en su lugar observó hacia la ventana y suspiró, de la misma forma en la que había estado haciendo desde que él se marchó. El cielo estaba despejado y las copas de los árboles danzaban al ritmo del viento. Lentamente. Como si el tiempo se hubiera ralentizado. Era un día estupendo y tranquilo, y aun así a él le parecía que era triste y aburrido; no tenía sentido si Kei no estaba en casa.

 

Todo repentinamente cambio tras su partida, era como si su presencia lo llenara todo y en contraste su ausencia dejaba un tremendo vacío que le era difícil de ignorar. La soledad podía ser abrumadora.

 

— No puedo creerlo — exclamó Yaku llamando la atención de Kuroo, había algo parecido a la sorpresa en su mirada — Realmente lo extrañas.

 

— Como si hubiesen pasado siglos desde que se fue — pese a que habían pasado solo tres malditas horas y si no corría a buscarlo en este momento era porque aún no había olvidado sus obligaciones, pero estaba demasiado cerca de ello. Su necesidad estaba rozando la delgada línea de la locura. Cuando vio el auto partir, sintió que una parte importante de él también se iba; se sintió vacío y se llenó de ansiedad. Antes, jamás habría imaginado que una sola persona podía llegar a ser indispensable para él, que podría necesitar tanto a alguien o que su ausencia despertara en él añoranza, pero lo extrañaba tanto que no tenía idea de cómo lidiar consigo mismo.

 

— Todavía creo que fue un error haberlo dejado ir, aún es alguien sospechoso ¿Recuerdas? No sabemos lo que podría hacer ahí afuera o lo que en verdad pretende. Ese chico es extraño, la casi nula información sobre su vida o su familia indican que claramente está ocultando algo...tampoco debemos olvidar lo que pasó aquella noche en el bar y...

 

— No hay nada ahí, Yaku, estás siendo paranoico...y muy molesto, nuestros hombres lo seguirán a donde quiera que vaya y lo que sea que hable con se hermano lo sabremos.

 

— Sigo pensando que no debiste...ceder, es como si ese chico estuviera metiéndose en tu cabeza, tal vez haberlo traído a...

 

— Ya es suficiente — sentenció Kuroo, estaba llegando a su límite y Yaku debía saber bien lo que pasaría si eso ocurría.

 

Sabía lo que quería decirle, no debió haberlo llevado a su residencia en primer lugar. Podría haber dispuesto un lugar solo pare él y visitarlo cuando quisiera, pero eso fue algo que ni siquiera consideró, la idea jamás se formuló en su mente y tuvo tiempo de sobra para pensar en opciones. Sin embargo, incluso si lo hubiera hecho ¿Iba a ser eso suficiente? No, con el pasar del tiempo iría deseando cada vez más su compañía, como había ocurrido desde que lo tomó por primera vez, y terminaría trayéndolo consigo. El resultado habría sido el mismo independientemente de la situación en la que se hubieran desarrollado los hechos. Yaku no lo entendería aunque se lo explicara, el chico podía tener una mentalidad bastante cerrada, no tendría sentido siquiera intentarlo. Eso era algo que solo los Alfa experimentaban cuando encontraban a su pareja prometida y parecía mentira, Kei a menudo lo llamaba un absurdo cuento, pero no había forma en que no lo sintiera de ese modo también. Kuroo sabía eso muy bien.

 

— ¿Tienes algo más para decirme? De lo contrario deberías seguir con tus asuntos.

 

— Si...sobre los tipos que atacaron en su última reunión — volvió a devolver las hojas de la carpeta entre sus manos — Se han estado moviendo mucho últimamente y hace unos días se atrevieron a atacar uno de nuestros cargamentos...tuvieron la mala suerte de chocar armas con el grupo de Oikawa y no hubo muchos daños de nuestro lado, pero eso no deja de gustarme.

 

Kuroo negó con la cabeza, había una expresión que bien podría ser de compasión en su rostro — Esos tontos no van a durar mucho tiempo en este negocio si siguen metiéndose en los asuntos de otros, no somos los únicos a los que atacan ¿Cierto?

 

— De acuerdo con nuestros informantes, no. Sus movimientos son erráticos y hasta ahora no hemos podido descubrir cuál es el objetivo que mueve sus acciones.

 

— Lo vez, son tan poco discretos que no me extrañaría que cayeran pronto...son como niños arrogantes jugando a ser adultos — Kuroo se encogió de hombros con indiferencia y volvió a los documentos sobre su mesa — Solo aumenta la seguridad y si vuelven inmiscuirse en nuestros asuntos desaparézcanlos, pueden usarlos como blancos en movimiento si les place...nuestros hombres también merecen divertirse de vez en cuando, trabajan muy duro.

 

— Entendido.

 

Kuroo suspiró nuevamente y se masajeó las sienes con los dedos ¿Cuando había comenzado a dolerle la cabeza? Esta debía ser la primera vez desde que era un adolescente novato que sentía los efectos del estrés. Pero esto no tenía nada que ver con el trabajo — Yaku ¿Dónde estaba él la última vez que los contactaste?

 

— ¿Te refieres a Tsukishima? En el hospital, con su hermano...tengo entendido que primero habló con su médico tratante, los asuntos que trataron estuvieron relacionados con la salud de su hermano...no hubo nada sospechoso ahí, pero...

 

— ¿Hace cuánto fue eso?

 

— Hace más de una hora — respondió el menor al tiempo que lanzaba un fugaz vistazo al reloj en su muñeca.

 

— Vuelve a llamarles.

 

— Solo ha pasado…

 

El sonido de la puerta siendo abierta bruscamente llamó la atención de ambos hombres y Kenma ingreso presuroso a la habitación, parecía que había corrido todo el camino hacia ahí sin siquiera detenerse a tomar un respiro — No están...el...el dinero y las joyas...desaparecieron.

 

Yaku tomó rápidamente el teléfono del escritorio y marcó, sus dedos se movieron frenéticamente sobre los botones ¿Podría ser que no hubiera sido el único que tuvo un mal presentimiento de todo esto? Había muchas posibilidades, pero...— No responden — Yaku apretó el teléfono — Kuroo ¿Crees que él podría haber...?

 

— Vuelve a marcar — ordenó Kuroo, impaciente ¿Que era esto? ¿Una especie de jodida coincidencia? No. Las consecuencias no existían, lo sabía bien, preparar tretas cómo esta era su trabajo. Alguien había preparado esto y había esperado este momento.

 

— Nada, no responden.

 

Kuroo sintió la garganta reseca, no sabía que pensar al respecto, pero esto no se sentía bien y la inquietud que había nacido cuando Kei se marchó se multiplicó por mil — Búsquelos, también quiero saber cuántas personas entraron y salieron de la casa en el transcurso del día...cada uno de sus movimientos.

 

Los dos más bajos asintieron antes de salir a toda prisa de la habitación. Cuando las puertas de la biblioteca se cerraron Kuroo se sintió claustrofóbico y aflojó su corbata en un intento por conseguir el aire que creía necesitar. Debía moverse, levantarse e ir a buscar respuestas. En momentos como este, él de entre todas las personas, era quien debía estar a la cabeza de todo, sin embargo solo permaneció ahí sentado, rogando en silencio por que todo se tratara de un error, que fuese solo una coincidencia y Kei volviera a él como deseaba.

 

*****

 

Su visión era borrosa, todo parecía irradiar una especie de aura blanca, no sabía dónde estaba ni como había llegado ahí, sus pensamientos eran confusos y le provocaban un intenso dolor de cabeza. Miró a su alrededor, las paredes que lo rodeaban eran blancas, tan blancas como la ausencia. A su derecha un amplio ventanal dejaba pasar la cálida luz del sol a través de unas casi transparentes cortinas blancas...no eran las cortinas de su habitación. Esa no era la habitación que conocía. Había máquinas, tubos, una vía que le llegaba directamente a la vena del brazo, una incómoda mascara, que no dudó en quitarse, sobre su rostro y un molesto sonido que se clavaba en su cerebro.

 

Algo no estaba bien, se sentía tan...débil.

 

Se agitó. Intentó sentarse, pero un agudo dolor que le atravesó el abdomen lo devolvió a su sitio. Gimió. Sus entrañas ardieron y tuvo ganas de retorcerse, sin embargo no tenía fuerzas para hacerlo. De pronto, la ventana se volvió algo interesante para él y sus ojos se perdieron en el casi nulo balanceó de las cortinas. Recordó. El dolor y el terror que sintió al saberse apuñalado, la sensación de aquel frio metal traspasar su piel y cortar su carne, toda esa sangre y el miedo a morir...a ese inevitable destino.

 

Todo aún seguía fresco en su memoria ¿Cuánto tiempo había pasado?

 

— Oh.

 

El rubio dirigió su mirada hacia la joven enfermera de cabello oscuro que acababa de entrar a la habitación. Trató de hablarle, pero su voz fue un susurró lamentable, su lengua parecía entumecida y sus labios se negaban a moverse como él deseaba. Era como si hubiera olvidado la forma correcta de hablar. La chica se acercó a él, comprobó el goteo y sus signos vitales sin dirigirle siquiera una mirada.

 

— ¿Cómo...llegué aquí? ¿Quién me trajo? — su propia voz, tan áspera y ronca, le pareció extraña. Hizo una mueca. No sabía si de dolor o había nacido debido a la repulsivo sabor a sangre seca sobre su lengua, necesitaba agua — Oiga. — trató de llamar su atención, sin embargo la chica continuó con su trabajo en silencio. Anotando todo lo que necesitaba sobre lo que supuso era su informe médico. Eso lo molestó y frunció profundamente el ceño como resultado — Hey, ¿Me está escuchando? — masculló con molestia, el esfuerzo de elevar la voz produjo un intenso pinchazo sobre la herida en su zona pélvica. Reprimió un gemido.

 

La enfermera le dio una mirada nerviosa que lo dejo confundido ¿Se estaba disculpando con él? Susurró algo, no supo que, trató de pedirle que lo repitiera, pero esta se giró y salió rápidamente de la habitación ¿Cuál era el problema de esa chica? No le había preguntado nada difícil, ella debía conocer la respuesta si tenía su informe, entonces ¿Por qué no respondió?

 

Había algo extraño ahí.

 

Segundos después la puerta se volvió a abrir dejando ver la figura alta e imponente de un hombre que estaba seguro había visto antes; vestía un traje negro, camisa blanca y una corbata fucsia perfectamente atada en un complejo nudo. Olía a lilas e irradiaba poder. Kei lo miró, mudo y confundido, no tuvo que hacer mucho esfuerzo para recordar su nombre, no lo había olvidado al igual que sus palabras, aquellas que cobraron sentido al momento en el que leyó aquella carta y vio a su madre.

 

¿Por qué ese hombre estaba aquí? ¿Dónde estaba Kuroo? Quería verlo.

 

— Parece que su pequeña reunión no salió muy bien — la voz de Ushijima era grave y profunda, y se clavó en su cabeza del mismo modo que su fría mirada olivácea sobre sus ojos — ¿Qué pasó? ¿Tuvieron desacuerdos? Cuando te encontré estabas tirado en un charco de tu propia sangre...supuse que estabas muerto, sin duda ella lo quería así.

 

La enfermera que lo atendió segundos atrás estaba detrás de él, cruzaron un par de palabras y luego ella se marchó con una profunda reverencia ¿Esa persona, Ushijima había sido quien lo encontró? Le salvó la vida ¿Por qué? ¿Quería terminar lo que había comenzado el bar? ¿Había preparado esto con ese objetivo? No sabía hasta donde eran capaces de llegar los sombrea como él u Oikawa para conseguir sus objetivos, por lo que esa era una posibilidad.

 

— Espero que no sigas negando que son parientes — él alzó un grueso sobre manila, estaba arrugado en las esquinas, lo arrojó sobre la cama y Kei supuso que quería que lo tomara — Dime dónde está ella ahora

 

Apoyó los codos contra la cama e impulsó su cuerpo hacia arriba. Dolió. Mucho más que segundos atrás, el efecto de la anestesia debía estar pasando, también se sentía un poco más lúcido — No lo sé ¿En verdad crees que me lo diría? Le...estás dando...demasiada importancia a alguien que estuvo a punto…de ser asesinado — no iba a conseguirlo, la poca fuerza que gobernaba su cuerpo era consumida por cada respiración. Ushijima no iba a ayudarle, lo miraba con la indiferencia con la que se contemplaría un mueble cualquiera.

 

Palpó sobre las sábanas y encontró el mando de la cama, pulsó el botón y la parte superior de ésta se elevó. Entonces tomó el sobre entre sus manos, advirtió gotas de sangre de diversos tamaños sobre este, se había adherido polvo a algunas de ellas, lo reconoció de inmediato, ese era el sobre por el cual casi perdía la vida ¿Como él lo había obtenido? ¿Ella lo dejó? Imposible ¿Porque ella dejaría atrás algo por lo que estaba dispuesta a matar a su propio hijo?

 

La respuesta llegó a él en cuanto puso los ojos sobre su contenido y soltó una lastimera risa ante la ironía de su descubrimiento. No había información dentro, solo algunas cuantas fotos familiares y otras similares a las que había visto en el ordenador. No era de extrañar que su madre las desechara cual basura, algo como eso no le traería ningún beneficio y le hizo pensar que mientras el moría lentamente en el suelo, ella se tomaba el tiempo para comprobar su contenido.

 

Vaya madre la que le había tocado. No debería extrañarle que él hiciera exactamente lo mismo si la situación se invirtiera en un futuro.

 

— ¿Por qué? — preguntó el mayor, casi había olvidado que él estaba presente. Casi. El tipo era demasiado imponente como para no notarlo — ¿Que era tan importante que merecía la pena matar por ello?

 

¿Que era tan importante? Repitió esa pregunta en su cabeza y repentinamente el reconocimiento lo golpeó. Ella creía que había información importante en ese sobre, sin embargo no había nada como eso ahí. Eso quería decir que aquella información estaba oculta en algún lugar, esperando ser descubierta, pero ¿Donde? ¿Si había alguna pista entre las fotografías? No. Eso no importaba ahora; tenía que decirle a Kuroo lo que estaba pasando, a estas alturas ya debería saber de su desaparición ¿Dónde estaba él ahora? ¿Podría ser que estuviera buscándolo? Desgraciadamente la única persona a la que podía preguntarle era la que tenía al enfrente ¿Respondería a sus preguntas? ¿Le diría la verdad?

 

No podía confiar en ese hombre, pero al menos podía intentarlo...Tenía que hacerlo por Kuroo.

 

— Kuroo…¿Dónde está Kuroo?

 

Silencio. Tsukishima lo miró expectante, mientras él permanecía con aquel imperturbable semblante estoico. No iba a decirle nada, sin embargo no se rindió y continuó mirándolo de la misma forma en la que él lo hacía. Entonces, él habló, pero su respuesta generó más preguntas — Para evitar cualquier clase de conflicto le informé de tu paradero. Estuvo aquí ayer, pero se marchó después de que habláramos...el contenido de nuestra conversación no es algo que necesites saber pronto.

 

Se quedó sin habla. Kuroo lo sabía, sabia lo de su madre y probablemente estaba molesto y confundido porqué lo ocultó de él. Debía tener muchas preguntas. Habría preferido decirle la verdad por sí mismo, preparar el terreno antes de contarle su versión de los hechos, pero ya nada podía hacer a estas alturas. No sabía exactamente qué era lo que Ushijima le había dicho, él podía haber creado su propia historia a base de especulaciones, hasta ahora no había dejado de acusarlo y pudo haberlo hecho ver peor de lo que realmente era.

 

Pero, Kuroo y Ushijima no eran iguales; Ushijima no lo conocía como Kuroo; él podía llegar a tener un temperamento muy fuerte, pero también podía llegar a ser muy gentil y comprensivo cuando trataba con él. Se lo había demostrado muchas veces. Solo necesitaban hablar y explicarle que era lo que realmente había pasado.

 

No tenía idea de por qué no estaba ahí ahora o por qué se había marchado, debía haber tenido importantes razones para hacerlo, pero vendría. Kei sabía que volvería por él y cuando eso ocurriera todo estaría bien.

 

Volvió su mirada hacia Ushijima, el hombre le miraba con ojos fríos, calculadores y arrogantes, de él emanaba un aura de poder en su estado puro y la presión que esta ejercía sobre su cuerpo era casi abrumadora, como si estuviera siendo presionado contra el suelo. "Típico de un Alfa" pensó Tsukishima, todos ellos compartían ese rasgo en común, eran tan arrogantes, probablemente solo sea la naturaleza de su raza, estaba acostumbrado, solía tratar con muchos de ellos por su trabajo y sabía que algunos de ellos tendían a ser extremadamente dominantes y ansiaban tener todo.

 

Pero no permitiría que el hombre frente a él lo intimidara.

 

Respondió a sus preguntas con total cautela. Él analizaba su rostro, cada gesto e incluso su voz, buscando no perderse de absolutamente ningún detalle por pequeño que fuera y Kei hizo lo mismo. Parecía que no sabía absolutamente nada de la información oculta, lo único que le interesaba era el paradero de su madre, y la razón por la que trató de asesinarlo pasó de pronto a segundo plano. Eso era perfecto para él, no tenía ninguna intención de hablar de algo tan importante como eso con ese hombre. Tsukishima no sabía de lo que Ushijima sería capaz de hacerle si descubría algo tan importante, Yamaguchi le había mencionado alguna vez que las personas como ellos usaban métodos poco ortodoxos para obtener información, no dio detalles al respecto, pero fácilmente podía imaginarlo.

 

Tenía que ser cuidadoso, por lo menos hasta que estuviera de vuelta con Kuroo.

 

— No te molestes en hablar con el personal del hospital, tienen órdenes de no dirigirte la palabra — Ushijima sugirió eso mientras se levantaba de su asiento, aunque su tono de voz era más bien el de una advertencia — Nos veremos.

 

Suspiró aliviado cuando la puerta se cerró, el sofoco fue desapareciendo lentamente y sintió sus tensos hombros relajarse a medida que frágiles ráfagas de aire vespertino se colaban por su ventana. Estaba ansioso. Le dolía el estómago, era como si sus entrañas se estuvieran retorciendo. Quería vomitar.

 

Tal y como Ushijima había dicho, nadie le dirigía la palabra, no importaba cuantas veces tratara de comunicarse con la nueva enfermera que lo atendía ella solo lo ignoraba, era como si no existiera para ella o hablaran idiomas distintos. No volvió a ver a Ushijima en todo el día y ni el día siguiente a ese, tampoco tenía noticias de Kuroo y cada segundo, cada minuto, cada hora de espera su corazón se llenaba de incertidumbre y el silencio de aquella habitación lo sofocaba cada vez más. La soledad, la ausencia, su ausencia, estaban haciendo estragos en su mente y su alma, y no podía dejar de preguntarse por qué no aun no venía por él.

 

Lo único que lo salvaba de la locura era la sortija que adornaba su dedo anular, aquella plateada y brillante argolla tenía un efecto relajante en él. Disipaba sus temores y devolvía a su mente las palabras que él y Kuroo compartieron aquel día y la promesa de estar siempre juntos. La cumplirían, lo sabía en su corazón, por esa razón no debía temer, bien sabía que Ushijima podría haber mentido al decirle que Kuroo sabia sobre su paradero, pero también sabía que sin importar que él lo encontraría.

 

Que debía estarlo buscando.

 

Al cuarto día, cuando la tarde ya caía sobre la ciudad y el cielo se teñía de matices rojos y amarillos, Tsukishima escuchó la puerta de su habitación abrirse para dejar paso a la persona por la que había estado esperando. Al fin estaba ahí, lo miraba, y si hubiera tenido la fuerza necesaria habría corrido hacia él, porque eso era lo único que deseaba hacer. Lo añoraba. Tanto que tenía medo de parpadear y que desapareciera.

 

Sonrió. Era su primera sonrisa en días.

 

— Kuroo...

 

— No hables...— le interrumpió el pelinegro. Kei lo miró confundido y ansioso, no comprendía lo que estaba pasando y mientras trataba de hacerlo, su sonrisa se desdibujaba lentamente. Kuroo cerró la puerta tras de él y avanzó hasta quedar frente a él. Su rostro era frío y sus ojos no tenían brillo alguno — No quiero escuchar más mentiras

 

— ¿Mentiras? — repitió Tsukishima con voz débil ¿Por qué él diría algo como eso? ¿Por qué estaba siendo tan frio? — Kuroo ¿Qué esta...?

 

— ¿Fue divertido engañarme todo este tiempo? — preguntó con frialdad, su tono de voz era áspero y escupía cada palabra como veneno quemándole la garganta, su mirada severa le robó momentáneamente el habla — Lo tenías todo planeado ¿Cierto? Por eso querías tan desesperadamente que te dejará salir...fue muy listo de tu parte usar tu cuerpo como un arma, digno de una zorra.

 

— No...Kuroo. Sé que estás enfadado porque no te dije lo de mi madre, porque actué sin considerarte. Fue una tontería no haberte hablado de ella, lo siento, quería confiar en ti...— dijo — Pero quería comprobarlo por mí mismo...necesitaba estar seguro primero, pero...pero todo se salió de control y...— poco a poco su voz se fue apagando, iba perdiendo fuerza hasta transformarse en un fino hilo capaz de romperse en cualquier instante. No notaba ningún cambio en Kuroo, su expresión seguía igual de fría, sus ojos, que alguna vez fueron de un cálido avellana, eran oscuros…y esas pupilas puramente negras estaban perforando las profundidades de su razón.

 

Sintió dolor. Sintió desesperanza y temor...porque este de ningún modo era el hombre que conocía.

 

— Kei — masculló con tono fatal — Lo sospechaba...que ella fuera tu madre, lo supuse casi desde el principio, pero no habría importado incluso si hubiera estado en lo cierto, eso no quería decir que ustedes fuesen iguales. En verdad quise creer que eras diferente, pero fui un idiota al pensarlo — se acusó él y lo miro con una mezcla de pena y rencor — ¿Pensabas huir con el dinero y las joyas que me robaste? ¿Tenías pensado embaucar a otro después?

 

Tsukishima sacudió la cabeza con tal fuerza que su cuello dolió y se sintió mareado, lo que salía de su boca no tenía ningún sentido para él — ¿Dinero? ¿Joyas? No entiendo de qué me estás hablando ¿Por qué tendría que huir?

 

— ¡No mientas más! — gritó y el cuerpo de Kei se agitó tras la fiereza de ese rugido. Le temió — Lo encontramos todo en la cajuela del auto en el que viajaste a la ciudad y encontramos esto en tu habitación ¿Vas a atreverte a seguir mintiendo después de esto? Te sugiero que no lo hagas — repentinamente le arrojó una montón hojas, estas golpearon su rostro y cayeron dispersas sobre la cama, el papel produjo un ligero corte sobre uno de sus pómulos y nariz. Tomó una, contenía números y esquemas que jamás había visto.

 

— No sabía que eso estaba ahí...esto, yo nunca...no es mío— susurró muy débilmente, su confusión se mezclaba con el temor, produciendo un sentimiento tan desesperanzador que le heló la sangre y apretó su garganta. — No es mío…— las hojas se deslizaron de entre sus dedos y sus ojos se movieron frenéticamente sobre la cama buscando algún indicio de que todo esto era solo una pesadilla.

 

No podía creer lo que estaba ocurriendo, tenía que ser mentira ¿Cómo apareció eso en su habitación? Esos documentos no estaban ahí antes, era imposible que estuvieran ahí, no tenía idea de lo que se ocultaba en la cajuela del auto en el que viajaba ¿Cómo se suponía que lo sabría? No sabía que era lo que estaba pasando, pero era un error. Llevó ambas manos a su garganta y la apretó, esto era una mentira, no era real, quería despertar.

 

— Pero esto no pudiste haberlo hecho solo ¿Quién te ayudó? ¿Fue uno de mis hombres? ¿Cómo conseguiste que te ayudara? No, pero que pregunta tan estúpida — exclamó Kuroo, con una risa cruel, aquella carcajada fue como una puñalada a su corazón — Tienes un rostro bonito y un cuerpo muy atractivo, no debería haber sido difícil para ti convencer a cualquiera, solo basta con abrir las piernas para ti ¿Verdad? Igual que una zorra barata — sus ojos lo miraron de arriba a abajo con desprecio y Kei repentinamente se sintió sucio y expuesto — ¿A dónde pensabas ir? Alguien como tú ya debería tener algo preparado.

 

¿Alguien como él? ¿Cómo se suponía que era alguien como él? — ¡No me estas escuchando! ¡Te dije que no sé de qué me estás hablando! — Tsukishima hizo una mueca de dolor cuando intentó levantarse, su garganta ardió, pero no desistió, tenía que hacerle entender — Escúchame, todo esto es...

 

— ¡Te dije que cerraras la boca! — su mano repentinamente se cerró sobre sus mejillas, su fuerza sobre su rostro era tal que creyó escuchar crujir a su mandíbula y elevó parte de su cuerpo. Le estaba haciendo daño, trató de quitarlo, pero fue inútil — ¿Por qué tendría que escucharte? — preguntó con dureza. Presionó con más fuerza, sus ojos se entornaron; vio rencor, odio y dolor en ellos, entonces, con un simple movimiento que no supuso esfuerzo alguno para él, lo arrojó de vuelta a la cama y de sus labios escapó un gemido de dolor — Solo mientes. Eres demasiado bueno haciéndolo, quien sabe a cuantos más engañaste antes que a mí...Eres la peor clase de escoria que existe y créeme he conocido a muchos...todos basura igual que tú, desearía que jamás te hubieras cruzado en mi camino.

 

Tsukishima sintió que el mundo se le venía encima y vio con horror como cada pieza de este caía frente a sus ojos, cada pequeño trozo transformándose en nada más que polvo que se dispersaba al viento, sin embargo, y a pesar de todo, aun quería creer que esto era nada más que una cruel mentira — Nada de eso es cierto — susurró con voz rota — Por favor...

 

— ¡Las pruebas son claras! ¡Ya deja de mentir, maldita sea! — exclamó apretando las manos, descargó su furia impactando un puño contra la mesita de luz; la madera crujió y grietas se formaron en ella — Eres un excelente estafador, tu madre debe estar orgullosa. Me engañaste. Jugaste muy bien tu papel ¡lograste que me enamorara de ti! ¡Conseguiste que te deseara como un loco! Te habría dado todo, habría hecho lo que sea, lo habría dejado todo por ti. Pero me traicionaste y vas a arrepentirte de eso.

 

El rubio lo miró a la cara, pero ya no había rastro del hombre al que amaba, era frío y cruel, la furia se dibujaba en cada uno de sus gestos. Vio a un completo extraño y sintió que algo se marchitaba y moría en su interior, que su alma gritaba y se desgarraba de dolor. Estaba siendo destrozado ¿Qué más podía decirle para que creyera en él? ¿Qué podía hacer? Nada, no podía hacer absolutamente nada. Kuroo ya había decidido que era culpable y nada cambiaría su veredicto. Pero aun así quería seguir intentándolo, quería aferrarse a la pequeña esperanza de que lo escucharía...de que el tiempo que pasaron juntos no había sido una mentira.

 

Pero Kuroo no escuchaba, no importaba cuantas veces Tsukishima le dijera que estaba en un error o que le gritara que no había hecho nada de lo que se le acusaba, y cada palabra suya, cada insulto se clavaba como espinas en su corazón y dolía. Se estaba desangrando, muriendo lentamente. La angustia lo invadió y no podía hacer nada; el dolor, la impotencia y la tristeza que sentía eran tan fuertes que no lo podía soportar, y tuvo deseos de morir porque no tenía idea de cómo podría seguir después de esto, porque no tenía idea de que hacer sin él.

 

Cerró los ojos, no quería ver más aquella mirada llena de desprecio y apretó sus manos contra sus oídos, pero sus crueles palabras seguían llegando una tras otra y lo golpeaban, destrozando lo poco que quedaba de él.

 

— Tal vez habría sido mejor que no hubieses sobrevivido, así me habría evitado la molestia de volver a ver tu despreciable rostro.

 

Y con esas palabras toda su esperanza murió y lo poco que quedaba de él, cada trozo marchito de ilusión, cada pequeño momento en el que había sido feliz desapareció como lo que había sido; una mentira. Este era el fin y su agonizante corazón se estaba preparando para dar su último aliento.

 

— Decidiré que hacer contigo después — él no volteo a verlo, ni dijo nada más, simplemente se dio la vuelta y salió de la habitación.

 

— No te vayas...no me dejes...te amo...te amo

 

Se abrazó a si mismo tratando de controlar el temblor de su cuerpo, tratando de hacer desaparecer la sensación de soledad que se formó en su pecho tras la partida de Kuroo, tratando inútilmente de darse consuelo y de detener así el rio de lágrimas que humedecían sus mejillas, el temblor de sus labios y el creciente dolor que se expandía por su cuerpo.

 

Pero fue inútil.

 

Y en la soledad de su habitación, en el vacío en el que ahora se había convertido su vida y el despojo que ahora era su alma, Tsukishima se echó a llorar amargamente.

 

*****

 

Kuroo tenía un nudo en la garganta, se sentía hundido, cada paso que daba se sentía como si el suelo bajo sus pies fuese a resquebrajarse, pero en este momento no siquiera le importaba caer. Rió. Era un sonido lamentable, era así como se sentía.

 

Había sido un estúpido al confiar en Kei y dejar que se metiera profundo en su pecho, había sido un idiota por enamorarse como lo hizo y permitir que lo envolviera en su encanto. Todo fue una mentira, un espejismo, un teatro montado por una sola persona que lo había tratado como a una maldita marioneta todo este tiempo. Todos tenían razón. Y aun sabiendo eso, lo que sentía por él aún quemaba en su pecho, ese fuego seguía ardiendo con intensidad y lo atormentaba. Lo estaba matando por dentro.

 

Quería tomarlo y destrozarlo con sus propias manos, acabar con su vida como estaba haciendo con la suya, pero era imposible, fue imposible pese a que habría podido envolver su cuello con una sola mano. La idea pasó por si mente, sin embargo vio sus ojos y...no pudo hacerlo; cuando lo vio ahí, tan frágil y asustado, cuando vio esa expresión de puro dolor en su rostro quiso correr a abrazarlo y besar cada lágrima que manchaba su bello rostro, diluir su dolor con caricias y protegerlo entre sus brazos. Pero eso habría sido un error, un maldito error, ese era solo un truco suyo, desesperado y bajó como él, no iba a permitir que volviera a jugar más con su mente.

 

Nadie volvería a burlarse de él jamás, no volvería ser engañado.

 

Tsukishima Kei era falso, al igual que su madre, por sus venas corría la misma sangre podrida aquella mujer que se había acercado a él cuando apenas era un niño y le brindó el cariño de una madre, y lo cautivó con su gentileza. Había confiado en ella como un auténtico tonto, le permitió moldearlo a su antojo, manipularlo y transformarlo en una mascota, entonces lo traicionó. Y lo lastimó en el proceso. Sin embargo el dolor y la rabia que sintió al saberse traicionado por Kei fue más intenso de lo que imaginó y una profunda oscuridad lo invadió, tiñó su alma del negro profundo de la amargura y lo cegó de todo lo demás que no fuera el dolor que sentía.

 

Ese amor roto estaba acabando con él, esa maldita locura le estaba haciendo perder la cabeza.

 

Por fin veía como era Kei en realidad, toda la falsedad que se escondía tras ese hermoso rostro, cada artimaña escondida en cada dulce susurró y en cada mirada, cada truco que había usado para engañarlo, para lograr que cayera en sus redes, emergía de entre la maraña de mentiras que había tejido con sus propios dedos. Ahora esa burbuja se había roto, al igual que aquella felicidad ilusoria, esa felicidad que creyó nunca alcanzaría y por la cual estaba dispuesto a dejarlo todo.

 

Todo se transformó en nada.

 

Mentiras, no eran nada más que mentiras e ilusiones; todo este tiempo Kei se había estado burlando de él. Mentiras, burlas. Más burlas y más mentiras. Quería arrancarse de tajo todo ese amor que lo estaba consumiendo por dentro, dejar de sentir incluso si tenía que dejar de ser un ser humano o de otra forma terminaría por destrozarlo.

 

Y ya estaba a punto de desmoronarse.

 

— ¡Maldito seas! — impactó su puño contra una pared cercana, se mordió el labio y el sabor de la sangre se esparció por toda su boca. Quería destrozar todo a su alrededor y ahogarse en alcohol, que este nublara sus sentidos y diluyera sus pensamientos, tal y como lo había hecho el día en que se enteró de la maldita verdad. Quería deshacerse de toda esa desesperación. No pensar en él, no recordarlo, no desearlo...no amarlo.

 

Si tan solo el alcohol pudiera desaparecer ese amor como hacía con su conciencia.

 

Una angustia indescriptible se estaba apoderando de él, sintió irá y dolor, se metía hasta el rincón más profundo de su ser y corrompía su alma. Se sentía perdido, no sabía a donde ir, su propia casa ahora se sentía como el infierno...un lleno de recuerdos que lo atormentaban a cada segundo, tan lleno de Kei y a la vez tan ausente.

 

Su muerte habría sido la mejor solución.

 

*****

 

— Kei…— le besó el hombro, sus dedos se enterraron en su cabello y jugaron con sus hebras doradas; jamás dejaría de sorprenderle lo suave que era — Kei…—sus parpados se agitaron, se separaron lentamente y revelaron la belleza del ocaso bailando en aquel par de iris dorados. — Te amo.

 

Le gustaba soltarle esas palabras sin previo aviso; ver cómo, poco a poco, el reconocimiento llegaba a él, como sus ojos brillaban llenos de vida, como eso le hacía sonreír y también lo avergonzaba hasta el punto en que sus mejillas se teñían de rosa. Kuroo amaba eso y también la tímida forma en la que trataba de cubrirse el rostro con la sabana y respondía — También te amo — como se refugiaba entre sus brazos después de eso y murmuraba un — Te amo mucho — que él creía no alcanzaría sus oídos.

 

Le gustaba todo de él, amaba todo de él y quería abrazarlo siempre.

 

*****

 

— Déjame adivinar — Yaku se aproximó a Kuroo desde su posición en la puerta, sus pasos eran lentos, casi cautelosos y sus ojos se paseaban con reproche sobre el desorden que alguna vez fue una pulcra biblioteca — ¿Whisky? — algo crujió bajo la suela de su zapato, cristal quizá, y los avellana del pelinegro se movieron en su dirección, eran los ojos de una bestia rabiosa que ansiaba destrozarlo todo.

 

Eso lo hizo detenerse, su rostro se mantuvo inexpresivo, pero Kuroo vio el temor latente en sus ojos y eso le causó placer. Sonrió.

 

— Vodka — respondió alzando su copa, el alcohol se agitó descuidadamente en la copa de boca estrecha, derramó algunas gotas sobre la mesa y Kuroo observó con ojos velados como estas eran adsorbidas por una hoja de papel antes de apurar todo su contenido a su estómago y suspiró como si hubiese estado bebiendo agua fresca — El Whisky ya se terminó — señaló con la copa ya vacía a las dos botellas rotas en el suelo, tomó la que descansaba sobre la mesa, vació el poco alcohol que restaba en ella y la arrojó al suelo con desinterés — Consigue más.

 

— Kuroo, ya deja de beber, te necesitamos sobrio — se inclinó y comenzó a tomar del suelo algunos libros y botellas vacías — Tenemos demasiado trabajo por hacer, no puedes solo…

 

— No — le cortó repentinamente — Ahora ve y consigue más alcohol para mí, es una orden — llevó su copa a los labios, el banco liquido desapareció de esta en un instante y Kuroo saludo a la maravillosa sensación de ese ardiente veneno abrirse paso hacia su estómago. Pero aun no era suficiente, todavía podía pensar y no quería eso, necesitaba más…lo suficiente como para perder la conciencia — ¿Vas a quedarte ahí parado? Te di una orden, cúmplela.

 

Yaku negó con la cabeza en desaprobación, abandonó lo poco que había alcanzado a tomar del suelo sobre una mesa cercana y volvió a dirigirse hacia él — ¿Ya pensaste lo que vas a hacer con Tsu…?

 

— ¡No menciones su nombre! — gritó Kuroo, sus palmas impactaron con violencia contra la pesada mesa de madera haciéndola parecer frágil, el aire de la sala se enfrió al instante y Yaku sintió temor, porque hasta ahora jamás había sido el blanco de una mirada tan fiera. La ira de un Alfa era como sentir a la muerte apretando lentamente su cuello; desesperanzadora, pero se obligó a sí mismo a no retroceder— Nunca más…

 

— De…acuerdo, me disculpo — poder articular palabra se sintió como un logro digno de celebración para él — ¿Ya pensaste lo que vas a hacer con…él? No podemos dejarlo por siempre ese hospital, podríamos arrojarlo a una de las habitaciones del sótano, pero si no tienes intención de castigarlo por lo que hizo, entonces deberías aceptar la oferta de Ushijima y entregárselo, lo que sea que haga con él estando en su posesión ya no sería asunto nuestro.

 

Kuroo lo miró con el ceño fruncido, su mirada desencajada por una profunda molestia — No pienso entregárselo a ese idiota, es mío.

 

— Él te engañó ¿Recuerdas? — su voz fue suave y lenta, pero sus palabras se clavaron en su pecho y le devolvieron esa amarga verdad como un cumulo de bilis empujándose por su esófago — Todo ese alcohol en tus venas está haciendo estragos en…

 

— ¡Lo sé! ¡Maldita sea! — la copa que hasta hacia solo unos segundos había estado vacía y solitaria sobre la mesa salió disparada hacia la pared, Yaku jadeó, pues esta había rozado peligrosamente su mejilla — Yo sé lo que hizo, lo se…— sabía que había sido un idiota que se entregó ciegamente a la pasión que Kei despertó en él y perdió la razón…lo sabía bien.

 

— Mira, Kuroo, si no quieres ser tú el que termine con él podría hacerlo yo o incluso Kenma, solo tienes que ordenarlo y nosotros lo haremos — le sugirió — O podríamos simplemente enviarlo lejos, entregárselo a Ushijima o usarlo para conseguir su ayuda…su interés en él nos beneficia.

 

Hubo un gruñido, un sonido que podría traducirse como feroz y el sonido de uñas clavarse en la madera llenaron la habitación. Él lo imaginó, se imaginó entregándoselo a ese hombre, vio a otro haciéndose llamar su dueño, tocándolo, follándolo…y al que alguna vez fue suyo sintiendo placer. Fue repugnante — No voy a permitir que ninguno de ustedes le ponga las manos encima — sentenció Kuroo. Preferiría matarlo antes de que eso sucediera, pero no era capaz de hacerlo, su aún vivo amor por él se lo impedía, y eso lo estaba enloqueciendo — Te prometo que pronto tomaré una decisión, ahora déjame solo…necesito pensar.

 

— Kuroo, por favor.

 

— ¡Largo!

 

Yaku salió de la habitación, el cambio de atmosfera le hizo sentir más ligero, pero también cansado; soportar toda esa presión y forzarse a sí mismo a hablar estando Kuroo en un estado en el que su humor fluctuaba de manera violento fue una tarea que consumió casi toda su energía y agradeció a todos los cielos a la fuerza de voluntad que le permitió resistir hasta el final.

 

— ¿Cómo esta él? — afuera Kenma le esperaba, dada su posición; con la espalda contra la pared y los brazos cursados, Yaku supuso que había estado ahí un largo rato.

 

— Borracho…igual que ayer y el día anterior a ese — hizo un movimiento con la barbilla y Kenma lo siguió, hablar en ese sitio no era bueno; el oído de Kuroo era demasiado agudo — Ha estado encerrado ahí desde que volvió de verlo, he tratado de hacerlo reaccionar, pero no me escucha…se está hundiendo cada vez más y más.  

 

— Todo es culpa de ese chico — susurró Kenma, con rencor. Yaku pensaba de la misma forma y se culpaba por no haber detenido esto antes; subestimar a Tsukishima había sido un error y no podía evitar pensar que si lo hubiera notado antes todo habría sido diferente.

 

— Sobre la información que encontramos en su habitación...

 

— Lo sé, no estaba ahí antes. Tú también estuviste espiándolo ¿Verdad? El lugar en el que la encontramos fue demasiado obvio, como si alguien más lo hubiese puesto ahí… ¿Por qué no se lo dijiste?

 

— Por qué era lo mejor para él.

 

— ¿Qué quieres decir con eso?

 

— Él iba a dejarnos — Kenma le miró sorprendido — El abuelo estaba furioso cuando se enteró, dijo que tendría que pasar sobre su cadáver antes de permitirle abandonar todo aquello por lo que trabajó tanto. Él tiene más hombres y mucha más experiencia que nosotros, tiene aliados poderosos, no podríamos ganar contra ellos aunque lo intentáramos. Le dije que esperara hasta que el abuelo le cediera el completo control de todo, pero no quiso escucharme, estaba obsesionado con la idea de dejarlo todo e irse con Tsukishima…No quiero que Kuroo pierda la vida, por esa razón decidí que era mejor callar eso — pensó que de nada serviría alimentar una esperanza vacía, él no necesitaba eso — Piénsalo bien, aunque esa información no haya estado ahí antes, el dinero y las joyas si estaban en la cajuela de su auto. Nosotros tres éramos las únicas personas que sabíamos dónde estaban guardadas, Kuroo pudo habérselo dicho mientras estaban juntos y él pudo habérselo informado a su cómplice, y este por temor a ser asesinado abandonó la información para salvar su vida…Fue muy extraño que de pronto quisiera salir tan desesperadamente después de eso. No debemos olvidar que comenzamos a tener problemas justo después de su llegada a esta casa, eso siempre me pareció sospechoso, pero insinuárselo era motivo suficiente para despertar su ira ¿Qué hay de ti? ¿Por qué no se lo dijiste?

 

— Vi la oportunidad y no pude evitar tomarla… ¿Sabes? Llegó un momento en el que empecé a pensar que estaba bien que ellos estuviesen juntos, pensé que Tsukishima realmente lo amaba…supongo que al final de cuentas también me dejé engañar por él — kenma se encogió de hombros, su monótono tono de voz contrastaba con la forma en la que apretaba sus puños — Cuando encontramos esos documentos en su habitación y las joyas en su auto me sentí tan feliz de que todo fuese mentira, sentí alivio de que al fin él viera la verdad, pero — odiaba verlo sufrir así, la expresión de su rostro se había quedado grabada en sus retinas.

 

Yaku suspiró y palmeó suavemente el hombro de Kenma — Supongo que ahora ambos estamos en el mismo barco, ocultarle esa clase de cosas a nuestro jefe no es nada bueno…incluso si lo hacemos por él el destino que nos espera no deja de ser oscuro y frio.

 

— ¿Qué deberíamos hacer ahora?

 

— Ayudarlo a levantarse, el abismo en el que está hundiéndose es profundo, pero él es fuerte y sé que podrá avanzar…permanecer a su lado para ser su apoyo es nuestro deber.

 

Era así como debía ser.

Notas finales:

GRACIAS POR LEER!! >3<


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