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CHOICES por Nova22

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Notas del capitulo:

 

 >3< Actualización >3<

 

Gracias por su paciencia y por leer el capítulo anterior, lamento no Heber podido actualizar el viernes pasado. Pero sucedió algo que estaba fuera de mi control. Un pequeño accidente, pero ya estoy bien. Anuncie que no podría actualizar en otro de mis fic.

 

Gracias por preocuparse por mí, son tan amables :’) también gracias los que me escribieron para saber si seguía viva y preguntar por el fic  XD fue un lindo detalle. En verdad lo agradezco.

 

Bueno, he aquí el capitulo

Capítulo 21


Kuroo observó con ternura el cuerpo que descansaba tranquilamente junto a él y pensó que no existía nada más perfecto y hermoso en el mundo; acarició su cabello y una sonrisa se dibujó en su rostro cuando lo escuchó ronronear suavemente. Le encantaba ser mimado. La cama era enorme y aun así Kei prefería dormir con el cuerpo pegado al suyo, algunas veces sus manos se aferran a su ropa, otras enredaba las piernas con las suyas, siempre buscando obtener más de su calor e impregnarse con su aroma. Era muy difícil levantarse en las mañanas y desprenderse de su cuerpo, un cuerpo que se negaba a dejarlo ir.


— Kei — susurró con voz ronca — Amor...


El rubio murmuró una reprimenda y frotó su rostro contra su cuello, negándose a abrir los ojos. Siempre era muy difícil despertarlo, Kei se aferraba tanto a su cuerpo como a su sueño con todo lo que tenía cada mañana. Adoraba eso de él, su rubio era realmente muy dulce a pesar de que siempre parecía malhumorado y gruñón.


— Kei...— murmuró envolviendo su cintura con una mano, para agitar ligeramente su cuerpo. Besó la zona detrás de su oreja — Kei, amor...


— Kuroo, no molestes. Vuelve a dormir — su voz era más baja de lo normal. Un susurro cansado y molesto, pero tan dulce a la vez. Kuroo sonrió y volvió a agitar su cuerpo suavemente, le besó el cuello, lo acarició con la nariz y Tsukishima frunció el ceño — ¿Qué?


— Te amo.


Tsukishima parpadeó un par de veces y sonrió, Kuroo sabía muy bien como desarmarlo; decirle que lo amaba hacía muy feliz a Kei, lo adoraba tanto que terminaba sonrojándose adorablemente — También te amo, ahora vuelve a dormir ¿De acuerdo? — el moreno comenzó a trazar círculos sobre la cadera del rubio haciéndolo suspirar involuntariamente, lo sintió apretar las palmas contra sus pectorales y sus dedos trazar su forma sobre la tela de su pijama, entonces lo empujó. No demasiado, solo un par de pequeños centímetros — Juro que voy a echarte de aquí si no te detienes.


— Huye conmigo — propuso Kuroo repentinamente. Tsukishima levantó la cabeza, se veía confundido, luchaba por mantener los ojos abiertos y comprender que era lo que acababa de proponerle. Confundido se veía tan hermoso, sus ojos tenían una luz especial, tenía que admitirlo...que por él había aprendido a suspirar — ¿Te gustaría huir conmigo?


— ¿Estás hablando dormido? Esto no es...enserio ¿Verdad? — murmuró con voz un poco apagada al tiempo que se levantaba un poco para de inmediato colocar una mano sobre su frente — ¿Tienes fiebre otra vez? ¿Está bien tu herida? El médico dijo que a estas alturas no debería haber problemas, pero creo que debería llamarlo, si tienes una infección o...


Kuroo lo detuvo de levantarse tomando su muñeca, la besó en la palma, luego en el dorso y sobre sus nudillos con ternura — Estoy perfectamente bien y se lo que estoy diciendo, quiero que huyamos juntos — la voz de Kuroo era serena y decidida, no daba lugar a ninguna duda; quería que Kei supiera que iba en serio con esto...que era lo que deseaba.


— ¿Huir? ¿De...qué? ¿A dónde? Kuroo ¿Te volviste loco? Deja de decir cosas extrañas.


Tal vez Kei tenía razón y se había vuelto loco, definitivamente ya lo estaba por él y quería hacer esto. Quería que lo hicieran juntos. Había estado dándole vueltas al asunto los últimos días y mientras más lo pensaba más decidido estaba. Está no era la vida que el rubio merecía vivir, no quería exponerlo a más peligros y penas, quería vivir una vida tranquila a su lado, donde la monotonía no lo fuera, donde pudiera verlo sonreír cada día y ver crecer a sus hijos.


— Huyamos de todo y de todos, a un lugar donde nadie nos conozca y construyamos una nueva vida, formemos una familia...juntos, es lo que más deseo en este mundo — Kuroo se incorporó hasta quedar sentado y tomó las manos de Kei entre las suyas, lo sintió apretar las suyas. Su calor sobre su piel fue una maravillosa sensación. A su lado era un ser humano completo, era maravilloso — Kei ¿Te gustaría huir conmigo?


Los ojos de Tsukishima brillaron, al igual que dos gemas doradas, su belleza no podía compararse con nada que hubiera visto antes y quería atesorarlo celosamente. Notó sus rosados labios arquearse en una tímida y pequeña sonrisa y entonces Kuroo supo cuál sería su respuesta. — Definitivamente te volviste loco...— susurró con tono despreocupado antes de inclinarse y besarlo. Eso para Kuroo fue, sin duda, un sí y con ello su corazón se llenó de dicha, en vio corrientes de júbilo por todo su cuerpo con cada latido.


No recordaba la última vez que se sintió así...feliz y enamorado.


— ¿De quién crees que es la culpa? — lo besó y envolvió los brazos alrededor de la cintura del rubio para atraerlo hacia él. Kei no lo apartó y se acomodó lentamente sobre su regazo. Aspiró su aroma, tan dulce, tan apetitoso y tentador, llenó sus pulmones de él y lo hundió en el delirio del deseo. Le echó un vistazo al reloj — Todavía son las tres de la mañana ¿Qué quieres hacer?


— Dormir...— sus manos bajaron hasta los muslos del rubio, este suspiró y una traviesa sonrisa bailó en sus labios, subió hasta su trasero y lo apretó provocando en Kei un sensual jadeo. Kuroo sabía cuánto lo deseaba — Kuroo, no — dio una leve protesta, pero no lo apartó. Sus manos le acariciaron el pecho y lo sintió frotarse suavemente contra él. Excitándolo hasta la locura. Tsukishima no se estaba negando en absoluto, ya no jugaba más al gatito tímido; se estaba volviendo más atrevido. Le ofrecía su cuerpo, le invitaba a tomarlo, inclinaba la cabeza hacia un lado, cerraba los ojos con timidez, acariciaba su cuerpo, bailaba sobre su regazo, solo para él y antes de que lo notara, aquellos rosados labios recorrían un camino que culminaba sobre los suyos.


Entonces Kuroo caía rendido ante él...como cada jodida vez. Cada expresión sobre su rostro, cada suspiro y cada susurro de placer que se mezclaba con su nombre transformándose en un delirio...en su bendita perdición.


*****


La habitación estaba sumida en una oscuridad casi perpetua, la almohada junto a la suya estaba vacía y Kei no se encontraba por ningún lado. Lo sabía muy bien, que él ya no estaba más, sin embargo ese conocimiento no lo detenía de buscarlo al despertar. Sonrió, burlándose de sí mismo y de lo patético que era, era atormentado por ese trozo del pasado cada noche desde su reencuentro. El recuerdo de una promesa sin cumplir y que le había acarreado numerosas noches de insomnio, volvía una y otra vez a su mente, como un recordatorio de su propia estupidez.


Estaba convencido de que no podría volver a conciliar el sueño, por lo que vistió la camisa de su pijama y salió de su habitación en dirección a la biblioteca. La melancólica luz de la luna se derramaba a través de los grandes ventanales. Faltaban más de dos horas para que la luz del amanecer iluminara cada rincón de esa oscurecida mansión y anunciara el inicio de sus actividades, sin embargo quería mantener ocupada su mente el mayor tiempo posible y sumirse en el trabajo era la única forma que encontraba para hacerlo.


— ¿Kuroo? — la figura de Yaku surgió de entre las sombras, era su torno de supervisar la seguridad de la mansión, por lo que no le sorprendió verlo vistiendo su traje usual, aunque ya debería haber terminado su trabajo — Déjame adivinar; insomnio — afirmó siguiendo junto a él  lo que restaba para llegar a su destino.


— ¿Qué haces despierto a esta hora? Debiste haber terminado la última revisión hace media hora — Kuroo abrió las puertas dobles y entró a la biblioteca, como esperaba, Yaku siguió detrás y se encargó de cerrar la puerta por él y pulsar un interruptor que provocó que el gran candelabro sobre el techo derramara su luz por todos lados.


— Supuse que estarías aquí…otra vez, solo estaba tratando de comprobarlo antes de ir a la cama — Yaku soltó un sonoro suspiro, sin duda parecía cansado, pero no lo suficiente como para detenerse de seguir hablando. Últimamente siempre tenía algo que decir — Es por él ¿Cierto? ¿Todavía no puedes olvidarlo? No lo entiendo...— tomó asiento sobre la silla frente a su escrito al tiempo que suspiraba pesadamente — Después de todo lo que pasó y de lo que hizo tú sigues corriendo detrás de él ¿Que te ha estado diciendo ahora? No me sorprendería que tratará de usar a tu hijo para ganar terreno contigo.


— No me dirige la palabra, ni siquiera voltea a verme, tenemos muy pocas oportunidades hablar y cuando lo hacemos peleamos...me odia.


— Y tú no sabes manejar el rechazo, supongo que estás muy molesto por eso...no recuerdo que alguien te haya rechazado nunca antes, solo él — dijo — Esa fue la razón por la que terminó en esta casa ¿Cierto? Él te rechazó y tú lo tomaste como un reto, así que lo perseguiste hasta hacerlo tuyo...y creíste que lo tenías en tus manos cuando en realidad eras tú quien bailaba sobre las suyas todo el tiempo — suspiró — No quería hacerlo, pero tengo que admitir que ese Omega jugó muy bien sus cartas, estoy impresionado...es un digno hijo de esa mujer.


Kuroo entrecerró los ojos, era una historia muy interesante la que Yaku estaba relatándole, pero no le gustaba. No recordaba haberle dado a nadie el derecho de faltarle el respeto— ¿Estás diciendo que esto es mi culpa? No me gustan las insinuaciones.


— No, es mi culpa — aseguró el castaño con arrepentimiento — Debí saber que algo andaba mal cuando lo trajiste a esta casa, jamás hiciste algo como eso por un amante...la mayoría ni siquiera sabía a qué te dedicabas, los desechaba, pero él...lo trataste con adoración, lo idealizaste demasiado y ¿Para qué? Para que todo terminara en...esto.


— ¿En que terminó? — preguntó Kuroo, estaba comenzando a molestarse. Ahora resultaba que todos sabían más de él de lo que el propio Kuroo conocía de sí mismo. Era una estupidez ¿Que sabía Yaku de cómo se sintió por Kei o de cómo se sentía ahora? Su alma todavía lloraba esa traición...como lo había hecho en solitario en su momento.


— Cambiaste y no me refiero a tu forma de trabajar, sigues siendo el mismo en ese sentido y es reconfortante...lo que quiero decir es que te ves más solitario ahora, ya no bebes tanto como al principio, pero te encierras toda la noche en esta habitación...Kuroo, te estás aislando.


– Y ¿Qué sugieres?


Yaku lo miró a los ojos, estos dudaron, sin embargo recobraron su convicción en el último segundo — Que lo olvides...destruye su recuerdo, si le tienes compasión ahora va a volver a meterse en tu cabeza y a jugar contigo. Pasa la página, no tiene sentido que sigas leyendo ese capítulo. Ya terminó. Tomaste una decisión, no te retractes ahora que está tan cerca de terminar...si dejas que crie al niño va a manipularlo para su propio beneficio, lo usará, no se lo permitas.


Kuroo sonrió al tiempo que se inclinaba hacía el frente y apoyaba los codos sobre la mesa, no había diversión en sus ojos. Eran fríos — Tú y Kenma están teniendo opiniones muy diferentes últimamente ¿Qué pasa con ustedes? ¿Se pelearon? — era extraño que no estuvieran de acuerdo en algo. A veces parecía que ensayaban lo que tenían que decirle y ahora, no estaban de acuerdo en nada, en lo único en lo que coincidían era en su deseo de que sacara a Kei de una vez por todas de su sistema.


— Ya no sé lo que pasa por la cabeza de ese chico — Yaku parecía molesto, hizo una mueca que delataba su frustración — En todo caso, creo que no deberías...


— Soy el único que sabe lo que debe o no hacer, no quiero discutir esto contigo...creí habértelo dejado muy claro antes — no necesitaba seguir envenenándolo contra Kei, su resentimiento aún no había muerto y después de verlo coqueteando descaradamente con Ushijima seguía más vivo que nunca — Mejor explícame qué es esto.


Kuroo le mostró un mapa muy detallado de la ciudad, había anotaciones y diversas marcas con cinco distintos colores sobre esta. Señaló un punto en específico — Es una antigua bodega, dejamos de usarla porque estaba muy alejada del puerto, no es exactamente la más moderna que tenemos, pero la estructura es sólida a pesar de su antigüedad y aún hay mercancía dentro — la policía estuvo dando vueltas por la zona durante un tiempo, por lo que estuvo casi en el abandono, sin embargo todavía no existía nadie que se atreviera a acercarse a ella por temor a hacerlo enojar. Ni eran idiotas — ¿Qué pasa con ella? — preguntó el castaño.


— Revisé con detenimiento el último inventario y noté que algunas cosas desaparecieron, principalmente armas...el número no es excesivo, por lo que supongo que se trata de una única persona, pero aun así me molesta mucho — las ratas deben exterminarse antes que se transformen en un problema — Encárgate de eso.


— Entiendo ¿Que debería hacer cundo lo encuentre? Esa rata ya debería saber quiénes somos nosotros y aun así se atrevió a robarnos, tal vez está ahí por órdenes de alguien más...Sawamura ha estado molestando nuevamente y ya sabes lo arriesgados e impredecibles que son sus hombres.


Kuroo sonrió, las severas líneas en su rostro mostraron una sombría diversión que helaría la sangre a cualquiera, esto era lo único que le causaba placer. Lo único que lo hacía sentir vivo desde la tradición de Kei — Dale mis saludos y asegúrate de que esa rata sirva como mensaje...para todos.


— Por supuesto — respondió Yaku — ¿Algo más?


— ¿Está todo listo para el viaje de Kei? Quiero evitar cualquier inconveniente desagradable en el camino — no tenía dudas de que sus enemigos estarían alerta, harían lo que fuera para dañarlo. No podía permitirlo — Escucha, si algo llegara a ocurrir quiero que procures su seguridad por sobre la de cualquiera...incluso la mía ¿Entiendes? Él lleva a mi hijo en su vientre...aquel que va a convertirse en tu amo y tu deber como uno de mis subordinados es protegerlo con tu vida.


— Está todo dispuesto como ordenaste, puse a nuestros mejores hombres a trabajar en ello…tu — Yaku guardó silencio un momento — ¿Vas a acompañarlo? Podrías enviarme en tu lugar, incluso podría ir Kenma...tampoco podemos descartar a Ushijima, sus hombres han estado haciendo preparativos, trabajan con discreción, pero es difícil no verlos. Tal vez deberías dejar que se relacionen un poco más, va a ser su dueño pronto y...


— ¡Yo soy el padre de ese niño! — como si realmente pudiera confiarle la seguridad de Kei a ese idiota, imposible — Tengo que ser yo quien lo acompañe y proteja — puntualizó. Lo único que Ushijima quería era usar a Kei como un cebo para atraer a su madre, no lo protegería, sin embargo estaba dudando un poco también...últimamente lo miraba como un corderito encandilado y eso lo enfurecía. Su interés estaba cambiando — Ahora vuelve a dormir, es muy temprano todavía y hay mucho por hacer en la mañana, te necesito en tu mejor forma.


— De acuerdo será como tú órdenes — el menor se levantó de la silla con un suspiró y caminó a la puerta, sin embargo volteó a ver al moreno antes de cerrarla detrás de él — Kuroo, no trabajes demasiado o vas a colapsar en algún momento...trata de dormir un poco más, el trabajo puede esperar una hora o dos.


¿Dormir? Si pudiera hacerlo lo haría, pero era una tarea Imposible. Sus pensamientos no lo dejaban tranquilo y ni el alcohol o las mujeres ayudaban. Lo único que parecía servir era llenar su cabeza de trabajo, sin embargo había instantes en los que ni siquiera eso ayudaba y se encontraba a si mismo divagando, perdiéndose nuevamente en sus propios tontos cuestionamientos ¿Por qué dudaba a esas alturas? ¿Por qué a pesar de que las pruebas estaban ahí nada parecía estar claro para él? En toda su vida jamás tuvo lugar para la duda en su conciencia, sin embargo ahora todo era caótico.


Días atrás y estando lleno de dudas por las palabras del hermano de Kei, ordenó revisar cada habitación y cada rincón de la mansión en busca de indicios, sin embargo los sirvientes no encontraron nada. Los vídeos de seguridad tampoco mostraron algo relevante, nada que probara la inocencia de Kei, sin embargo tampoco había algo que lo inculpara más. Lo único que tenía era lo que se descubrió el día de su partida y la obvia reunión premeditada con su madre. Nada más. Ni siquiera una confesión del rubio.


Y al final del día, cuando se permitía atormentarse pensando en ello, todo resultaba confuso y lo único que conseguía era abrir sus heridas y hundirse más y más en su propia amargura.


Era frustrante.


Pasó trabajando lo que restaba de la noche y parte de la mañana dentro de la biblioteca, afortunadamente el trabajo nunca terminaba. Atendió todos los asuntos concernientes a su empresa, asistió a una reunión de negocios y dejó a Yaku a cargo antes de continuar atendiendo más asuntos, ya sea que requirieran o no de su presencia, esto elevó la moral sus hombres y los impulsó a trabajar más duro para impresionarlo.


Todo a su alrededor parecía tan normal y a la vez tan extraño, ningún incidente se había suscitado desde que Kei volvió. Solo lo usual. Enfrentamientos minúsculos, disputas sin importancia y nada más, lo más interesante y digno de contar era esa nueva droga circulando en el mercado y la nueva organización que la comercializaba. Tanta tranquilidad era inquietante y sentía que debía extremar precauciones, era bien sabido que los tiempos de calma eran tiempos de preparación para la guerra.


— Kuroo, Bokuto-san está al teléfono — habló Kenma, sostenía el teléfono en una mano y con la otra tapaba la bocina — Quiere confirmar su reunión de esta tarde.


— Dile que estaré ahí — Kenma asintió a su orden y volvió al teléfono, Kuroo continuó analizando el informe entra sus manos.


No era usual que Bokuto le pidiera reunirse tan temprano, o que fuera tan insistente al respecto, generalmente se veían solo para pasar el rato o divertirse en uno de los clubes del bicolor. El tipo sabía muy bien cómo organizar una fiesta y como divertirse, sin embargo en esta ocasión parecía ser diferente. Más importante, de otro modo él no estaría tan interesando en confirmar su asistencia o no lo habría citado en un sitio tan neutral.


Sentía que debía mantener la guardia en alto…sobre todo por lo impredecible y contundente que Bokuto podía llegar a ser.


Kenma suspiró después de colgar el teléfono ¿Estuvo molestándolo? Bokuto no era su persona favorita, tampoco podía culparlo, él siempre trataba de ver a través de las personas y era molesto — ¿Vas a ir a la segunda mansión hoy? Se está haciendo tarde — murmuró al tiempo que observaba a través de la ventana. El día había pasado satisfactoriamente rápido, sin embargo su trabajo aún no terminaba. Ese era el precio de mantener dos grandes compañías.


— Adelántate, estaré ahí antes del atardecer — necesitaba reunirse con Bokuto primero y descubrir que era lo que estaba tramando, porque era obvio que lo estaba haciendo. Lo conocía demasiado bien, por lo que sabía que debía estar preparado — Ushijima también va a estar ahí, no le quites los ojos de encima y mantente alerta en todo momento.


— De acuerdo, te veré ahí.


Cuando Kenma abandonó la habitación, Kuroo se masajeó el cuello y se reclinó hacia atrás en su asiento al tiempo que observaba la montaña de documentos en su escritorio, el día, que prometía ser tranquilo se estaba volviendo molesto y estresante. Y no lo decía por el trabajo, este estaba en el rango de lo usual, era algo en el ambiente, había algo que lo mantenía inquieto y malhumorado. No tenía muchos deseos de ver a Ushijima, pero sabía que inevitablemente lo encontraría en la mansión. Las constantes visitas que hacía a Kei lo irritaban, pero tampoco podía hacer mucho al respecto, era parte del trato. Ese idiota insistió mucho, demasiado, jamás lo había visto tan interesado en algo en toda su vida y él le había dado su palabra, ahora no podía retractarse...en un principio realmente creyó que no querría hacerlo.


Agitó la cabeza y volvió a su trabajo. No valía la pena pensar más en eso, no le daría a Kei el placer de seguir acaparando sus ideas o de confundirlo más. Ya tenía suficiente con los sentimientos que no podía borrar.


Horas después se encontró con Bokuto en el lugar acordado; un elegante y exclusivo restaurante francés ubicado en el centro de la ciudad. El sitio era discreto, pero amplio. La mesa del bicolor se encontraba al fondo, un muy servicial maître lo acompañó hasta esta; las luces eran suaves. La música del salón susurraba suavemente sus dulces notas, no había mesas alrededor o cualquier indicio de ojos y oídos curiosos. Era un buen lugar para una reunión.


— ¿De que querías hablar? — Bokuto sonrió sobre el borde de la copa de vino que estaba bebiendo y deslizó un sobre hacía él. Kuroo no dudó en tomarlo en cuanto tomó asiento y examinó su contenido, no tenía mucho tiempo para preguntas, la tarde caería en pocas horas y tenía que salir pronto de la ciudad. Vio un collar en la única fotografía dentro; un elegante diamante de corte exquisito que no podía conseguirse en cualquier tienda, pero que fácilmente ellos podían permitirse.


¿Que se suponía que pretendía con esto? Una joya como esa no sería lo suficientemente buena como para deslumbrarlo.


Bokuto se inclinó sobre la mesa, una molesta sonrisa adornaba su rostro. Estaba tramando algo, no había dudas — La cadena es de platino y el pendiente es un diamante amarillo de dieciocho quilates, tan exclusivo como costoso ¿No es bonito? Ya sabes lo que dicen de los diamantes.


— Supongo, pero ¿No es demasiado sencillo para ti? — a Bokuto le gustaba llamar la atención, ser el centro de atención por sí mismo. Jamás usaría joyas para lograr ese objetivo — Espera ¿Es para mí? ¿Vas a regalármelo? Permíteme recordarte que mi cumpleaños fue hace meses. A demás el amarillo no es mi color, prefiero el rojo — tampoco estaba muy interesado en cosas como joyas o piedras preciosas, esa era la clase de obsequio que se le daría a un amante y Bokuto no era su tipo.


— Te envié un regalo para tu cumpleaños y lo devolviste...después de que lo elegí especialmente para ti pensando en tus gustos personales, no hago eso por cualquiera ¿Sabes? — resopló Bokuto, ofendido. Quería decirle que ese argumento resultaría sospechoso para cualquiera que lo conociera, muchos hombres habían perdido la vida bajo las delicadas y hábiles manos de sus putas — Esto no es para ti, es para Tsukki...pero no soy yo quien va a dárselo – una sonrisa se formó en los labios de Bokuto al tiempo que negaba suavemente con la cabeza. Sus depredadores ojos se clavaron en los suyos como dagas envenenadas — No necesito decirte el nombre de esa persona ¿Verdad? Lo sabes, has visto como lo mira...sabes lo que quiere, sabes que lo quiere, ya no es nada difícil notar qué es así.


— ¿Has estado siguiéndolo?


— Yo sigo a todo el mundo, Kuroo, todo el tiempo, me encanta conocer los secretos de los demás...todos tienen algo que ocultar y yo puedo usarlo — agitó su copa de vino y bebió un sorbo, ese tipo era realmente un bastardo malicioso. Quizá era esa la razón por la que eran tan cercanos, se parecían en ese sentido — Ushijima es muy complicado, no deja de negarlo cada vez que se lo pregunto, pero sus ojos siempre están sobre él...me recuerda un poco a ti, pero tú me agradas más.


— ¿Por qué me estás contando todo esto? ¿No vas a pedir una compensación? Lo estás haciendo demasiado fácil, Bokuto ¿Tramas algo?


— Akaashi pensó que deberías saberlo, agradécele la próxima vez que lo veas...a él le agrada Tsukki, dice que no es como piensas y, no sé, tal vez deberías...


El sonido del móvil de Kuroo interrumpió las palabras de Bokuto, este le indicó con un movimiento de mano que debería responder y Kuroo tomó su móvil. El nombre de Kenma en la pantalla lo alertó, para este momento él ya debería estar donde Kei. Tenía órdenes de no llamar a menos que fuera estrictamente necesario.


— Habla...


— Tsukishima desapareció — anuncio Kenma de inmediato, su voz sonó ansiosa — Todos los sirvientes estaban dentro de la casa y dicen no haber visto nada...Yamaguchi dice que la última vez que lo vio fue con Ujishima.


Kuroo apretó el móvil, estuvo tratando de que esto no le afectara desde que el nombre de Kei fue mencionado en su conversación con Bokuto, no quería que le afectara. Pero estaba llegando a su límite, estaba permitiendo que ganara y lo enfurecía — ¿Dónde está Yamamoto? Él tenía que vigilarlo hasta que llegaras.


— Hubo un incidente dentro de la casa y fue a investigar.


— Suena demasiado conveniente, Kenma, quiero todos los busquen...no deben haber ido muy lejos — a menos que ese bastardo hubiera preparado todo para llevárselo...tal vez Kei lo había incitado a hacerlo. Bokuto tenía razón, Ushijima lo deseaba y no había forma en la que el rubio no lo hubiera notado. Volvió a apretar el teléfono, era igual a su madre — Estaré ahí enseguida y dile a Yamamoto que no voy a perdonarlo si no lo encuentra...será mejor que se prepare.


Molesto, Kuroo estampó una mano contra la mesa y se levantó, estaba furioso, su ira corría como lava ardiente por sus venas. Le quemaba la piel ¿Cómo se atrevía a llevárselo en su propia casa? Si ese bastardo no podía respetar el trato que tenían entonces Kuroo tampoco tenía porque hacerlo. No tenía miedo de derramar sangre, era todo lo contrario, estaba ansioso por hacerlo.


— Creo que yo podría saber dónde están...


Kuroo volteó hacia Bokuto, quien aún sostenía la copa contra sus labios. Esto lo hacia mucho mas fácil — Acompáñame...


*****


— Dime ¿Ya pensaste en que nombre vas a ponerle al bebé? — Tsukishima alzó la vista del libro entre sus manos y negó con la cabeza. Era complicado a pesar de que tenía un par de ideas, ninguno se sentía como el adecuado. Akaashi le extendió una pequeña bolsa plástica oscura — Para ti — el rubio la tomó, el tiempo en el que se sentía receloso de él había pasado, por lo que no dudó en hacerlo.


— ¿Estambre? — tomó una suave bola azul de la bolsa, había más dentro y agujas de diversos tamaños. No pudo evitar recordar el tiempo que pasó con Hinata y su hermana sin sentirse melancólico, hizo muchos recuerdos agradables con ellos.


— Creí que sería buena idea que tejieras algo para el bebé para entretenerte, también traje un libro que enseña lo básico.


Esto era justo lo que quería — ¡Oh! Gracias — no parecía que tuviera intenciones ocultas con él, pero en ese mundo todos las tenían, el moreno trabajaba para un tipo peligroso y extraño que, como Ushijima parecía buscaba algo de él — Disculpa ¿Puedo preguntar porque están aquí hoy?


La presencia de Akaashi no le molestaba, era el único que no le hacía sentir como un criminal vigilado, pero lo ponía inquieto que hubiese tantas personas reunidas. Cada vez que ellos ponían un pie dentro de la propiedad el ambiente se teñía de tensión, la vigilancia aumentaba y eso no era bueno, Hinata volvería pronto y si lo descubrían todo iba a arruinarse. Sin embargo no podía permitir que ellos descubrieran lo ansioso que se sentía por ello, no podía permitir más sospechas sobre él.


— Acordamos reunirnos aquí una vez por semana, nos marcharemos antes del anochecer como siempre...no tienes de que preocuparte, no queremos hacerte sentir incomodo — Tsukishima suspiró, incluso si ese era el caso no podía evitar sentirse así — ¿Que está haciendo él? — preguntó viendo a Ushijima, quien se encontraba en la mesa que usualmente él y el rubio acostumbraban ocupar.


— Se cansó de perder y ahora juega contra su compañero...es tan molesto, no deja de forzarme a jugar con él.


— Probablemente heriste su orgullo al vencerlo tantas veces en algo en lo que se creía superior.


Tsukishima se encogió de hombros restándole importancia — Solo es un juego — uno en el que ni siquiera se consideraba demasiado bueno, solo aprendió a jugarlo porque le recordaba un poco a su padre y a Akiteru le gustaba...igual que el juego de cartas.


— Las alfas pueden llegar a ser muy competitivos y orgullosos, también algo sensibles, creo que no le dolería tanto si fuera alguien diferente, pero...ya sabes lo que otros piensan de los Omega como nosotros...no va a dejarlo hasta que te venza.


Tsukishima resopló, era un tipo molesto. Si lo dejaba ganar probablemente se molestaría más, lo había intentado antes y él lo había notado de inmediato. Detuvo la partida y lo hizo comenzar desde el principio, fue molesto y aún no olvidaba la mirada de indignación que le lanzó ¿Por qué no simplemente lo dejaba? Los Alfa eran criaturas realmente molestas que tenían una necesidad casi biológica de sentirse superiores a otros. Afortunadamente Akiteru no era así.


— ¿Puedo preguntarte algunas cosas?


"Otra vez" pensó Tsukishima al tiempo que jugaba con la bola de estambre entre sus dedos, eso lo detuvo de poner los ojos en blanco. Las preguntas eran siempre las mismas y sus respuestas también lo eran, estaba cansado de eso. No le veía el sentido a continuar, pero ellos no se cansaban. Tal vez estaban esperando a que su nueva versión de la historia no coincidiera con la anterior o que repentinamente recordara algo que convenientemente había olvidado.


— Adelante — lamentablemente no iba a obtener nada.


El moreno estuvo a punto de tomar asiento frente a él, sin embargo repentinamente un grito estridente proveniente de la casa frenó sus movimientos, ambos se miraron un instante antes de dirigir la mirada hacia la mansión. Notaron como Ushijima y a su acompañante pelirrojo abandonaban su juego para levantarse y entrar. Tsukishima estuvo a punto de hacer lo mismo, tenía un mal presentimiento, pensó en Hinata y en lo que podría pasarle si lo descubrían dentro. Fue detenido por Akaashi, sin embargo no obedeció a la petición de quedarse y caminó detrás de él.


Toda la servidumbre estaba reunida fuera de su habitación, los guardias también estaban ahí y formaban un sólido muro que fue muy difícil de atravesar, pero que se forzó a cruzar. Esto era terrible, tenía que ser Hinata ¿Cómo iba a justificar su presencia en su habitación? No podía, inmediatamente iba a ser señalado, acusado y el pelirrojo eliminado.


— Tsukki, no entres — Yamaguchi salió de la habitación, eso le dio el espacio suficiente para notar como una de las mucamas lloraba, desconsolada, en el suelo. Otras dos estaban a su lado, quería sentir alivio porque sus temores no se hubieran cumplido, pero estaba confundido.


— ¿Que está pasando?


— No lo sé, creo que vio algo que la asustó mientras limpiaba.


— Había una enorme araña en uno de los cajones — susurró otra mucama, parecía asustada ni siquiera se atrevía a entrar a la habitación — Lo siento mucho, señor, vamos a encontrarla pronto...por ahora será mejor que no entre.


Un escalofrío recorrió su cuerpo, estuvo tomando una siesta dentro hace sólo una hora...con un bicho que podría ser venenoso deambulando por su habitación. Otro desagradable escalofrió cubrió de sudor frio su espalda, le habría hecho daño el bebé — Busquen por toda la casa, no quiero que algo como esto se repita.


Una araña en su habitación era algo inusual, pero no demasiado extraño. Estaban en medio de un bosque en la cima de una fría y solitaria montaña después de todo, pero le inquietaba pensar que podría haber sido él quien la encontrara. Era aterrador y le hacía sentir realmente ansioso pensar en las posibilidades. Se estaba sofocando. Necesitaba un poco de aire.


Aun sintiéndose inquieto por aquel incidente, Tsukishima volvió al jardín. Inhaló, exhaló y trajo devuelta la tranquilidad acariciando su vientre. El niño que llevaba dentro se agitó un poco. Kuroo no estaba al rededor, creyó que también estaría ahí, pero en su lugar solo vio al extraño tipo del mohicano y a Kenma llegar hace unos minutos. Bokuto tampoco estaba ahí, solo Ushijima. Ese tipo era siempre el primero en llegar y el último en marcharse, le inquietaba, le inquietaba mucho porque lo sabía...porque ya comenzaba a actuar como si fuera su dueño.


Y lo odiaba.


Eso no iba a pasar, no iba a permitirlo.


— Ven conmigo — una fuerte mano repentinamente le sujetó de la muñeca en cuanto trató de tomar de vuelta la bola de estambre que había abandonado sobre la silla y tiró de él; era Ushijima — Apresúrate — esa fue una orden, acompañado de la misma profunda y autoritaria voz con la que siempre lo "invitaba" a jugar al ajedrez. Sin delicadeza, sus ojos eran fríos, su rostro duro y estoico, apostaba lo que fuera a que esperaba que lo siguiera sin más, pero Kei no quería hacerlo.


— No — Tsukishima tiró de su brazo, pero Ushijima no tenía la intención de soltarlo, no tenía deseos de jugar con él o de seguir viendo su rostro. No se sentía bien, quería descansar, pero sin importar cuanto tirara nada cambiaba en el mayor. Lo estaba molestando — ¿Escuchaste? Dije que no...


Su agarre era lo suficientemente fuerte como para que no pudiera liberarse, sin embargo no le estaba haciendo daño...tampoco lo estaba escuchando y terminó siendo forzado a seguirlo por todo el jardín sin importar cuanto protestara. No había nadie a quien pudiera pedir ayuda, Akaashi y la mayor parte de los guardias estaban todavía dentro. Caminaron hasta la parte trasera de la mansión y se adentraron en la espesa arboleda, Tsukishima notó algunas cámaras de seguridad ancladas a los árboles, pero no la presencia de los hombres de Kuroo. Tuvo un mal presentimiento, todo se volvía cada vez más frío y oscuro a medida que avanzaban.


Y no se detenían. Se estaban alejando demasiado, comenzó a sentirse ansioso...a desear volver, pero parecía muy difícil a estas alturas y en su estado. Llegaron hasta el final del camino; una zona sin árboles con una gran pendiente vertical desde la cual podía observarse gran parte del bosque. Era una vista impresionante y a la vez aterradora.


— Este es un buen lugar, es agradable — habló Ushijima observando el panorama. El rubio lo observó por un instante, no parecía el tipo de persona que se detendría a apreciar este tipo de cosas. Realmente no parecía que algo jamás lo hubiera apasionado, más bien parecía del tipo que vería lo útil del lugar; era un sitio perfecto para cometer un crimen y deshacerse del cadáver con eficiencia.


Pensar en eso no ayudó mucho a calmar su ansiedad.


— ¿Por qué me trajiste hasta aquí?


— La puesta de sol será dentro de unos minutos — respondió el mayor, esa pregunta generó más preguntas que respuestas.


Había escuchado bien ¿Cierto? ¿La puesta de sol? ¿Casi lo secuestró por algo tan ridículo como eso? Si no supiera ya que no sabía cómo divertirse entonces creería que era una especie de broma. Podría habérselo dicho desde un principio y haberle ahorrado el susto. Aunque quizá habría terminado de una forma similar que ahora; siendo arrastrando.


Kuroo habría...probablemente habría hecho algo similar, pero diferente, no podía explicarlo bien, pero incluso la cosa más simple y sencilla era diferente con él. Se sentía como si el tiempo que pasaron juntos hubiera sido una ilusión. Lo fue. Solo se estaba engañando a sí mismo y todavía se sentía estúpido por ello.


Si eso fuera lo único que sentía al respecto sería genial.


— No sabía que te interesaran esas cosas — murmuró Tsukishima — Pero tienes razón, la vista es bonita...tranquila.


El verde olivo de las hojas de los árboles, el brillo del sol sobre las copas que se agitaban bajo la brisa de la montaña, el canto de las aves y el aroma a madera y musgo empapando el ambiente le recordó un poco al hogar de Hinata. Se llenó de melancolía y soledad. Tenía tantos deseos de volver ahí y que su hermano se sumara a vivir con ellos, sin embargo en esta situación no podía siquiera permitirse soñar en que algún día sucedería. Las posibilidades eran tan bajas que era desalentador.


— Has estado actuando extraño durante todo el día — Tsukishima tragó grueso y suspiró bajito, si le permitía ver algo, por pequeño que fuera, sería su ruina. Ushijima no era un idiota, ese hombre no daba pasos en falso — Estás preocupado y nervioso por algo ¿Qué es? ¿Qué ocultas?


Tsukishima trató de conservar la calma mientras que buscaba en su mente la respuesta adecuada para alejar esa idea de la cabeza de Ushijima. No sería difícil, en su situación actual fácilmente podría prestarse para jugar al mártir...aunque no tenía ninguna esperanza de conmoverlo — Creo que tengo razones de sobra para estar preocupado, me tienen encerrado contra mi voluntad, quieren quitarme a mi hijo y...Kuroo piensa entregarme a ti ¿Debería saltar de alegría mientras me usan como mercancía?


— Así que ya lo sabes — La voz de Ushijima conservó su tono habitual, sin inmutarse. Para él no debía suponer un problema el que ya supiera la verdad, ante sus ojos no era más que un Omega inferior e indefenso que debía seguir sus órdenes sin protestar — Está decidido, no hay nada que puedas hacer al respecto...te sugiero que dejes de pensar en el asunto, lo hará más fácil para ti.


— ¿No tengo elección?


— ¿En la vida, realmente la tenemos?


— A puesto a que tú siempre la has tenido...las personas como ustedes siempre tienen y hacen lo que quieren.


— En realidad no es así, antes de que lo notara ya llevaba sobre mis hombros el peso de una gran organización...nadie me preguntó si quería hacerlo, ese era mi deber y lo sabía ¿Entiendes? Igual que tú.


— No voy a ir contigo — anunció Tsukishima, firme y decidido. Entendía lo que estaba diciéndole, pero no lo aceptaba, no era un objeto y tampoco iba a permitir que lo trataran como uno. No tenía un dueño y no lo tendría jamás — ¿Entiendes? — Ushijima lo miró con los ojos entonados y Kei le sostuvo la mirada sin vacilar, trataba de intimidarlo, él no lo permitiría. No aspiraba a que entendiera, sabía que no lo haría, pero quería hacerle saber que no estaba de acuerdo, que esto no era lo que deseaba y que no tendría su sumisión fácilmente. Entonces, por primera vez, lo vio sonreír y el verde olivo en sus ojos destelló como el sol que se filtraba a través de las hojas.


Eso lo descolocó. No lo esperaba…y se sintió diferente. Extraño.


— Está comenzando — dijo.


Tsukishima volteó, Ushijima estaba en lo cierto, estaba comenzando. La puesta de sol. Era hermosa. Pinceladas de colores pintando las hojas de los árboles, haces de luz roja y naranja bailando entre sus ramas, increíbles matices besando el cielo. Arremolinándose entre las esponjosas nubes. Melancólico y maravilloso. Su mente estuvo tranquila por un momento, se inundó de pensamientos que trajeron calma momentánea a su corazón. Recordó la suave risa de la hermana de Hinata, la adorable pose que adoptaba cuando estaba molesta, también recordó a Hinata y el cómo correteaba por ahí como si no supiera lo que era estar cansado. Era tan molesto, era tan ruidoso y lo irritaba, pero ya era parte de su vida y estaba bien, lo quería así. Pensó a Akiteru, su sobre protector hermano mayor. Recordó perfectamente bien el día en el que le dijo que si dejaba que otro niño lo tocara terminaría embarazado. Sonrió. Tenía seis años en ese entonces y se asustó mucho, estuvo huyendo de todos los niños que trataban de jugar con él hasta que tuvo diez años y descubrió que se necesitaba de más que simplemente tocar para que algo como eso sucediera. Pero aun así, su hermano trató de inventar otra historia para mantenerlo alejado de otros niños. Deseó volver a ese tiempo, deseó que estuviera ahí para él como prometió que siempre haría.


Y mientras el disco solar comenzó a bajar hacia las montañas y el intenso fulgor del ocaso rugía en su punto más alto, pensó en Kuroo. En la última vez que estuvieron juntos en la cama, en la tonta promesa que se hicieron…en esa dulce ilusión que llenó su corazón de sueños y esperanzas por el futuro. Como si no le importara terminar hiriéndose a sí mismo, como si sus heridas abiertas no dolieran o sangraran, se permitió recordar su ojos, su sonrisa, su risa, sus caricias, cuando se enredaban el uno al otro buscando calor, su brazo alrededor de su cintura y el otro que siempre acariciaba su cabello y rostro, cada palabra que fue susurrada sobre su oído. Cada beso y como se sentía tan suyo cada vez que hacían el amor. Recordó todo, tan claramente que su piel se estremeció y ardió en añoranza por él.


Entonces decidió que odiaba el ocaso y sus ojos se llenaron de lágrimas de rabia y dolor. Se maldijo a sí mismo y a ese amor que se negaba a morir. Se sintió patético por recordar con tanta intensidad todo lo que él le hizo sentir, por guardar sentimientos hacia él y por no ser capaz de olvidarlo.


— Ya quiero volver — Tsukishima le dio la espalda al atardecer que estaba próximo a terminar y sin esperar respuesta comenzó a caminar de vuelta, pero tres pasos fueron el límite de lo que pudo avanzar.


Ushijima sujetó su muñeca haciendo que volteara hacia él, sus miradas nuevamente se enfrentaron, lo notó introducir una mano en uno de los bolsillos de su chaqueta y tomar de dentro un collar con un enorme pendiente amarillo para luego extendérselo — Es para ti — sin decir nada Tsukishima observó la brillante joya. Nunca había estado cerca de uno, ese era un diamante ¿Cierto? Su interior parecía arder con los ecos rojos y naranja del atardecer en una mezcla de matices y colores extraordinarios en el centro como si estos nacieran desde dentro de ella.


Era muy hermoso y probablemente también muy costoso.


— No lo quiero — respondió aun un poco sumido en su estupor ¿Que esperaba conseguir esta persona dándole algo tan costoso? ¿Estaba tratando de comprarlo? No. Por supuesto que no iba a aceptarlo, las joyas no iban con él y aunque fuera así era imposible que lo tomara — Dije que no lo quiero, dáselo a alguien más.


— Tómalo — insistió Ushijima, la espléndida joya bailó con elegancia frente a sus ojos, tan hermosa y perfecta que parecía mentira. Centelleaba, capturó el ocaso en su corazón, se apoderó de su fuego y estaba seguro de que podría robarle el aliento a cualquiera. Pero aun así…


— ¿Por qué tendría que hacerlo? No me gusta, las joyas no van conmigo, yo no...no lo quiero.


— En realidad me pareció que iría bien contigo, me recordó al color de tus ojos cuando lo vi — dijo — Dudo mucho que se vea bien en alguien que no seas tú.


Tsukishima frunció el ceño, los halagos tampoco iban a funcionar con él. No quería esa joya, sentía que aceptarla sería un error, ya había hecho bastante permitiendo que lo arrastrara en contra de su voluntad, tenía el presentimiento de que su situación ya era bastante mala y que eso solo lo empeoraría — Estoy seguro de que es un color común, no tiene nada especial.


— No puedo negar eso. He visto rostros más hermosos que el tuyo, cuerpos más atractivos y ojos con colores exóticos, tan bellos que son difíciles de olvidar…comparado con ellos no tienes nada demasiado destacable además de tus habilidades. Eres irrespetuoso, necesitas aprender modales y a obedecer — Tsukishima entrecerró los ojos, molesto, el tipo estaba presumiendo frente a él. Lo insultaba. No le interesaban sus aventuras o escuchar sus críticas, podía guardárselas para sí mismo o ahogarse con ellas…quizá de esa forma podría dejarlo tranquilo — Pero tú fuiste la primera persona que vino a mi mente cuando vi esto, tienes algo que te hace distinto…más destacable que cualquiera.


— Escucha, no vas a convencerme con eso, ya te dije que no me interesan las joyas — sin respuesta. El agarre del mayor era firme, su semblante estoico. Su mano quemaba sobre la tela de su ropa. No iba a ceder, no importaba lo que dijera al respecto. Kei estaba perdiendo la calma, necesitaba volver, tenía que hacerlo ahora, pero mientras esta absurda discusión continuara no iba a suceder ¿Debería aceptarlo? No se sentía bien, era como si al tomarlo también estuviera aceptando sus intenciones y eso no era lo que deseaba, sin embargo no parecía que tuviera otra opción — Bien, voy a tomarlo, pero no te sorprendas si en un futuro lo encuentras en una tienda de segunda mano.


Estaba cometiendo un error, lo sabía, pero de igual forma permitió que Ushijima lo dejara caer delicadamente sobre la palma de su mano. El diamante era frío al tacto, vislumbro en él los últimos destellos del agonizante disco solar del ocaso; estuvo a punto de perderse en su profundidad hasta que un grito, que pareció más bien el rígido de un animal salvaje, furioso y listo para atacar lo golpeó. Y el profundo silencio que le siguió fue tan inquietante como sofocante. Este era un escenario terrible, el presagio de una desgracia a cada segundo que la oscuridad engullía a la luz hasta transformarlo todo en penumbra.


Su cuerpo se estremeció. El rostro de Kuroo era una distorsión de su semblante habitual, tan salvaje, la furia bullía dentro de sus ahora oscuras pupilas, trataba de mantener la calma pero era inútil y Kei lo sabía. Percibía el peso de su ira sobre su cuerpo. Aún a la distancia Tsukishima podía percibirlo tan claramente que era difícil respirar, que esa presión lo estaba aplastando. Pero no fue eso lo que le asustó, no, había algo más. Mucho peor. Él estaba sosteniendo un arma y quería usarla. Iba a hacerlo.


Tsukishima dio un paso atrás solo para darse cuenta de que Ushijima aun sostenía su muñeca, trató de pedirle que lo liberara. Tiró. Pero sus oídos no lo escuchaban y sus ojos no lo estaban viendo a él; todos sus sentidos estaban sobre Kuroo y viceversa. Alerta, recelo, ira y violencia. Estaba mal, estaba seguro de que algo muy malo estaba a punto de ocurrir en ese momento y de que un solo paso en falso sería el detonante para algo terrible.


— Bueno, parece que Tsukki está bien, estábamos muy preocupados cuando escuchamos que desapareciste — Bokuto y Akaashi aparecieron detrás de Kuroo, no llevaban armas, pero parecían agitados. Quería creer que su presencia era una buena señal, pero era imposible que su frenética mente pudiera vislumbrar una salida — Eso es bueno ¿Verdad, Kuroo? ¿Por qué no volvemos todos? Tsukki debe tener frío, volvamos antes de que se resfríe…no sería bueno para tu hijo que lo hiciera.


Bokuto hizo un movimiento de cabeza a Akaashi quien se acercó al rubio y lo tomó de vuelta de un Ushijima que se mostró sorprendentemente renuente a dejarlo marchar. El moreno le ofreció su chaqueta y ambos bajaron hacia la mansión dejando a los tres hombres solos. Sus ojos atentos a cada uno de sus movimientos en todo momento. Nunca estuvo tan feliz de volver y cuando al fin hubo pasado el umbral de la puerta principal y consiguió subir escaleras hacia el segundo piso, creyó que todo había terminado. Fue un error del que ni siquiera tuvo tiempo de caer en cuenta.


Antes de que pudiera reaccionar Kuroo ya lo había alcanzado y lo llevó a tirones carentes de delicadeza a la habitación que siempre se mantenía cerrada con llave; el estudio. Su respiración era errática, sus ojos rugían y derramaban furia, lo acusaban. Lo lastimaba. El reproche en esos avellana era una daga afilada que se enterraba en su piel, obviamente había decidido culparlo de todo ¿Por qué no le sorprendía? A él no le importaba si era culpable o no, ya había decidido que lo era.


— ¿Que? Lo que sea que tengas que decir dilo ya — masculló Tsukishima deshaciéndose de su agarre, la brusquedad de su movimiento lo hizo retroceder. La barbilla siempre en alto, la mirada sin titubear, no había hecho nada malo y él no le haría admitir lo contrario.


— ¿Cómo puedes ser tan descuidado? ¿En qué demonios estabas pensando? ¿Qué era lo que pretendías al seguir detrás de él? No aceptes regalos suyos...obedece y no te atreves a faltarme al respeto en mi propia casa, maldición — rugió Kuroo con el ceño fruncido, pateó la gran mesa de roble y una pila de papeles cayeron al suelo. Estaba mostrándole su furia, desbordaba ira — No le des tanta confianza o podría pensar que...


— ¡¿A quién demonios le importa lo que piense?! — Exclamó Tsukishima, apretando los puños. Adrenalina corría por sus venas. Estaba demasiado furioso como para asustarse, no se sentía bien, pero era difícil notarlo por sobre su ira. No sabía que rayos pasaba con Kuroo ¿Se suponía que estaba celoso? ¿Ahora debía bajar la cabeza y obedecer? No. Su actitud le recordó a la de un niño pequeño que quería de vuelta el juguete que desechó solo porque captó la atención de otro niño. Era ridículo y patético — A quién le importa — repitió — Vas a entregarme a él ¿No? Esto no debería importarte, Kuroo...


— ¿Cómo sabes sobre eso? ¿Él te lo dijo? — ojos fríos, cargados de desprecio y decepción, acusándolo con el único objetivo de herirlo. El peso de su furia sacudiendo a su cuerpo como una ola gigantesca, ese rencor clavándose en su corazón. Dolía...tanto como la primera vez, dolía tanto que no podía soportarlo, tanto que estaba a punto de enloquecer — Por lo que puedo ver has estado muy ocupado entreteniéndolo, no pierdes el tiempo ¿Verdad? ¿Ahora es tu objetivo?


Quería llorar, quería golpearlo, pero consiguió exitosamente tragarse sus lágrimas y transformar el dolor que sus palabras le provocaron en ira. No podía permitirse derrumbarse nuevamente, ya había llorado todo lo que tenía que llorar por ese absurdo y falso amor — El cómo obtuve esa información no importa ahora, lo que realmente importa es lo que voy a decirte ahora — su voz era temblorosa por la ira, no iba a detenerse, no lo haría nunca. Se aproximó a Kuroo, tenía que hacer esto — Vas a tener que matarme primero si quieres quitarme a mi hijo ¿Entiendes? — amo tanto a este hombre, lo amo tanto que la herida en su corazón seguía sangrando...tanto que contemplar en que se había transformado ese sentimiento le causó pena.


Y su corazón se negaba obstinadamente a aceptarlo…a dejar de sentir.


— Kei escúchame.


Su pecho dolía, le faltaba el aliento, su corazón golpeaba en su garganta y sus oídos zumbaban con violencia, pero Kei a duras penas era consciente de ello — ¡No! ¡Vas a escucharme tú a mí! — tenía que decírselo, él tenía que escucharlo. No iba a permitir que sucediera, preferiría morir...haría lo que sea, incluso transformar lo poco que quedaba de este amor en odio. Kuroo no merecía más que eso — Si me quitas a mi hijo y cometes la estupidez de dejarme con vida, te juro que voy a volver solo para destrozarte — cada palabra estaba cargada de amenaza, golpeó su pecho con las palmas de sus manos, una dos tres veces sin detenerse hasta que el moreno lo sujetó.


Forcejearon. No podía detenerse, no podía hacerlo o perdería. Se derrumbaba.


— No sé cómo sabes sobre eso, pero tienes que escucharme un momento...


Tsukishima rió amargamente, tiró de sus muñecas. Su piel ardió. Su cuerpo se tambaleó hacia atrás y se limpió una lágrima traicionera que se deslizó por su mejilla. No podía respirar, se estaba sofocando — ¿Escucharte? ¿Por qué tengo que escucharte cuando tú no quisiste escucharme a mí? No me interesa escuchar lo que tienes que decir, solo déjame tranquilo o no vas a terminar matándome solo a mí.


Frustrado, furioso, indignado y con un cúmulo de sentimientos y emociones cayendo sobre sus cansados hombros, Tsukishima se abrazó a sí mismo. No podía soportar más  esto, estaba seguro de que su cuerpo temblaba, su respiración era demasiado acelerada, sin embargo aún sentía que le faltaba el aire. Escuchó la voz de Kuroo como un eco lejano sobre el zumbido en sus oídos, su cuerpo le pedía quedarse...como si necesitara hacerlo, pero no permitió que sus instintos lo controlaran.


Le dio la espalda, la cabeza iba a explotarle, no quería permanecer más tiempo en su presencia. Se estaba ahogando. Iba a abrir la puerta del estudio, sin embargo repentinamente el pomo pareció desaparecer de su vista, trató de tomarlo de nuevo, pero sus manos no tocaron nada. Era como si hubiera desaparecido. Escuchó un molesto zumbido en sus oídos, el sonido era tan ensordecedor que fue doloroso, entonces todo se volvió negro…y su conciencia desapareció como cada gramo de fuerza en su cuerpo.


*****


Kuroo caminaba de un lado a otro del pasillo, preocupado, ansioso, inquieto. Las uñas enterrándose en la piel de su palma tras la presión de sus puños. Sentía pesado el corazón. La imagen de Kei desplomándose frente a sus ojos aún seguía fresca en su memoria, como una frágil pieza de cristal. Sabía que esto había sido su culpa, lo hizo enfadar, lo alteró más de la cuenta y con ello había puesto su salud y la de su hijo en riesgo.


Era un idiota. Estaba dejando que su resentimiento lo controlara otra vez...sus sentimientos por él lo estaban destrozando, matándolo lentamente hasta la locura.


— Kuroo, basta, vas a hacer un agujero en el suelo — habló Bokuto, quien estuvo observándolo en silencio con la espalda apoyada contra la pared — Akaashi va a encargarse de todo, sabe lo que está haciendo.


Si tan solo eso pudiera hacer que se sintiera menos ansioso, conocía a Akaashi, sabía que podría manejarlo, pero sentía que necesitaba estar ahí dentro a pesar de que también sabía que eso era lo último que Kei deseaba — ¿Dónde está Ushijima? — detuvo su andar frente al bicolor y pasó una mano por su cabello, todavía no había olvidado lo que pasó entre él y Kei, todavía sentía que podría matarlo con sus propias manos si se cruzaba en su camino.


— Se marchó hace media hora, Kenma le mostró el camino de vuelta como ordenaste...convencerlo me tomó más de lo que creí, quería ver a Tsukki a como dé lugar y...— Bokuto hizo una pausa y sonrió — Realmente creí que iban a matarse ahí arriba, no creí que podían llegar a ser tan apasionados...estoy impresionado, Kuroo.


— Te habría encantado ver eso ¿Cierto? ¿Por qué demonios le dijiste que lo llevara ahí?


Bokuto ignoró el tono amenazador en sus palabras y se encogió despreocupadamente de hombros, Ushijima no era al único al que deseaba golpear en este momento. La sangre le quemaba como ácido en las venas — Fue solo una broma, no pensé que lo tomaría tan en serio. También le dije que era un lugar excelente para deshacerse de un cadáver, pero jamás le sugerí que le regalara joyas a Tsukki y estoy tan sorprendido como tú de qué lo hubiera hecho...creo — Bokuto acercó a él y colocó una mano sobre su hombro — Creo que realmente está interesado en ganárselo.


Kuroo rodó los ojos — ¿De verdad? No lo había notado — Kei tenía razón, esto ni siquiera debería de importarle, era una estupidez. Sabía cómo era el rubio, sabía que solo estaba jugando con Ushijima como lo había hecho con él, pero aun así lo enfurecía pensar que estuvieron a solas...lo que pasaría con ellos en el futuro.


— Kuroo, Tsukki todavía no te odia.


— Yo no estaría tan seguro de eso...ya no estoy seguro de nada.


— No te odia — repitió — Basta con ver la forma en la que te mira para saberlo...a veces parece que quisiera correr hacia ti, no te odia, pero lo estás llevando hasta el límite de lo que puede soportar. Lo lastimas. Tsukki es listo, todos los sabemos, tiene buenas habilidades y sabe muy bien cómo usarlas. No tiene miedo de actuar...y sabes que eso es peligroso, no debemos olvidar de quién es hijo, mucho menos lo que el rencor puede llevarnos a hacer. Con su astucia y un hombre con recursos como lo es Ushijima a sus pies, él podría convertirse en un enemigo mucho peor de lo que ella alguna vez lo fue. Puedo ver el futuro, Kuroo, y si siguen así va a llegar el momento en el que uno de los dos va tener que matar al otro.


Quería alejarlo para siempre, también quería retenerlo por siempre, pero la idea de matarlo, de ser él quien terminara con su vida, imaginarse a sí mismo haciéndolo era...imposible. Lo había intentado, pensó en acabar con él con sus propias manos, estaba tan lleno de rabia en ese momento que estaba decidido, pero falló miserablemente. No fue capaz de hacerlo — ¿Qué harías si te encontraras en una situación como la que acabas de plantear? ¿Matarías a Akaashi o dejarías que él te matara a ti?


— Es simple, ni siquiera tendría que pensarlo mucho...haría todo lo posible por matar todo lo que alguna vez fui, me arrancaría el alma y dejaría que la oscuridad me consumiera por completo, hasta que ni yo mismo pudiera reconocerme. Solo hasta ese momento estaría listo para hacerlo y aun así...confiaría en que tú me detendrías de cometer esa locura — Bokuto sonrió — Porque yo haría lo mismo por ti.


En ese momento Kuroo recordó una frase que su abuelo solía decir muy a menudo "El odio solo conduce a la tragedia de la venganza...es veneno" si seguía atormentando a Kei, si seguían así, entonces todo iba a terminar muy mal. Ya no tenía dudas al respecto.


*****


El techo le parecía vagamente familiar, no estaba seguro. Se sentía extraño, pesado y cansado. Le dolía la cabeza y apretar los párpados solo lo volvía peor. No lo entendía. Volteó, Akaashi estaba sentado junto a él, lo miraba atentamente, seguía cada uno de sus movimientos y Yamaguchi estaba parado unos pasos detrás de él ¿Cuando llegaron ahí? ¿Por qué estaba ahí?


— ¿Qué pasó? — trató de levantarse apoyando los codos sobre el sofá en el que se encontraba recostado, pero el moreno le impidió hacerlo. Negó con la cabeza y le indicó que volviera a recostarse con sutileza, Yamaguchi seguía mirándolo con expectación y curiosidad — ¿Qué pasó? — repitió, su mano acarició inconscientemente su vientre, se sentía ansioso.


— Te desmayaste hace un momento ¿No lo recuerdas?


— No, es imposible...yo — había una laguna en blanco en su cabeza, no se sentía bien, quería vomitar. Quería llorar ¿Que era esta ansiedad que lo estaba atacando? Quería huir, quería alejarse de todo.


— Está bien, tranquilo — Akaashi apoyó una mano sobre la suya, la apretó y Kei se permitió mirarlo un instante. Si se detenía a pensarlo un instante él era la única persona que no le hacía sentir atrapado o como un criminal, no confiaba en el moreno. Sabía que no podía bajar la guardia, sin embargo podía percibir que no quería hacerle daño — ¿Qué es lo último que recuerdas? Trata de pensar en ello con calma — Tsukishima entrecerró los ojos, quería recordar, pero su mente seguía revuelta y confusa.


— ¿Esto te trae algún recuerdo? — Yamaguchi se aproximó a él, alzó una hermosa joya en lo alto; un diamante dorado como el sol, su profundidad, tan pura y cristalina como el agua, reflejó sus ojos y capturó su mirada…igual que en aquel instante — Lo tenías contigo.


Alzó una mano, pero no la tocó sentía que no debía hacerlo…que no la quería — Eso... — si. Lo sabía, se suponía que ahora le pertenecía. Era suya e imágenes de ese tonto diamante, de Ushijima, de la forma en la que este lo miró, lo inusual que le pareció verlo sonreír, la puesta de sol, Kuroo, la ira y el desprecio que sus ojos reflejaban y una pelea vinieron a su mente tan rápido que le causo jaqueca. La zona de sus sienes pulsó, los recuerdos estaban ahí, vestigios de lo que sintió atacaron su cuerpo. Se estremeció. Estaba molesto, estaba frustrado por haber sido tan débil. Dolía.


— Trae el té — pidió Akaashi a Yamaguchi, el pecoso asintió a la orden y se acercó a ellos con una pequeña taza sin adornos. El mayor le ayudó a sentarse, colocó un par de cojines en su espalda y le extendió el té, pero antes de que el rubio pudiera tomarlo el moreno bebió un sorbo del contenido — Lo siento, soy desconfiado — eso no hizo muy feliz a Yamaguchi, pero trató de no pensar mucho en ello. No debía olvidar que el moreno estaba en un territorio que podía considerarse enemigo, tomar precauciones debía ser el proceder más lógico para él.


Bebió un sorbo de té, el tibio líquido calentó su cuerpo. Suspiró. Akaashi le ofreció un suave pañuelo de seda y mientras bebía otro corto sorbo observó atentamente como Yamaguchi se aproximaba a la puerta. El pecoso cruzó unas cuantas palabras con una de las sirvientas, asintió y luego se dirigió de vuelta a ellos — El auto y los escoltas ya están listos para partir, deberíamos apresurarnos e irnos pronto.


— ¿Auto? ¿Por qué un auto? ¿Qué pasa?


— Fuiste atendido hace un momento, pero Kuroo cree que lo mejor sería llevarte al hospital para que un médico especial te revise apropiadamente…estaba preocupado por ti — respondió Akaashi, el moreno tomó de vuelta la taza de té y Kei trató de no rodar los ojos por el repentino derroche de preocupación de Kuroo…o quizá debería decir que se sentía culpable, no por él, por supuesto, ya le había dejado muy claro que le importaba una mierda lo que pasara con él. Pero al menos pensaba en su hijo.


— Eso es absurdo e innecesario, no estoy enfermo…lo único que necesito es descansar de él — masculló Tsukishima, estaba molesto y herido; no olvidaba la forma en la que Kuroo lo había acusado, el enfrentamiento que desencadenó este terrible desenlace y la angustia que sintió al ver confirmadas sus sospechas en sus ojos — Quiero ir a mi habitación — tenía que salir pronto de ahí, antes de que fuera tarde y su hijo le fuera arrebatado.


— Tsukishima, no te ves muy bien.


— Solo estoy cansado, no quiero ir a un hospital — insistió, Kei. No podía irse esa noche, Hinata podría aparecer en cualquier momento, necesitaba protegerlo. Estas personas eran muy peligrosas, mientras más tiempo estuvieran alrededor más aumentaba la posibilidad de que el pelirrojo fuera descubierto. No podía permitir que sucediera.


— Tal vez si hablas con Kuroo-san podrías convencerlo de no ir — sugirió Yamaguchi.


Akaashi lo miró con el ceño fruncido, tenía la impresión de que el pecoso no le agradaba mucho; nunca le dirigía la palabra y a veces creía notar un poco de recelo en la forma en la que lo miraba. Tal vez era parte de su personalidad — No, los dos están bajo mucho estrés ahora, permite que sea yo quien hable con él…Kuroo y yo nos conocemos desde la infancia, me escuchará — Tsukishima asintió, no tenía idea de que fueran tan cercanos y mientras observaba al moreno marcharse de la habitación se preguntó por qué Kuroo jamás le había hablado de ello.


Obviamente nunca había confiado lo suficiente en él…que ingenuo había sido.


— Es un collar muy bonito, fue un regalo para ti ¿Verdad? — habló repentinamente Yamaguchi, estaba un poco inclinado hacia él, señalaba con fascinación la joya que había abandonado hace un instante sobre el sofá — A puesto a que se verá bien en ti ¿Quieres que te lo ponga?


— No, no me gustan estas cosas — murmuró. Este problema no habría ocurrido de no ser por el collar, jamás debió haberlo aceptado, sin embargo tenía que admitir que aunque no lo hubiera hecho había sellado su destino en cuanto se dejó arrastrar por Ushijima. Esa joya solo le había dado el pretexto que necesitan para enfrentarlo, pero el precio que tuvo que pagar por ello había sido este. Afortunadamente su hijo estaba bien, podía percibirlo claramente.


— ¡Oh! Bueno, si no te gusta creo que podrás cambiarlo por otro más bonito sin problemas…apuesto a que el té lo daría si se lo pidieras — dijo — Le interesas, nadie regala una joya tan valiosa como esta sin una razón tan fuerte como esa…tienes mucha suerte, vas a tener una vida tranquila y llena de lujos como este en el futuro.


¿Suerte? Qué tontería más grande ¿Qué clase de vida de mierda era esa? Por supuesto que no tenía suerte, iba a transformarse en el juguete de un frio y arrogante Alfa que solo estaba tratando de utilizarlo, no podía siquiera atreverse a imaginar que podría tener una vida tranquila cuando iban a arrebatarle sin consideración a lo único que lo mantenía aun en pie — Yamaguchi, no me interesan estas cosas — alzó la voz dos tonos más de lo usual, no volvería a hacerse un ovillo y a hundirse. No todo estaba perdido — No las quiero — masculló.


El menor le miró serio, su rostro se mantuvo en blanco, Tsukishima no fue capaz de leer ninguna emoción en él que siempre fue tan expresivo. Entonces,  como si ese corto instante no hubiera ocurrido, él sonrió amigablemente — ¿Quieres un poco más de te? Te ayudará a dormir tranquilamente.


Tsukishima negó con la cabeza, tenía demasiadas cosas más importantes en las que pensar como para preocuparse de la actitud de Yamaguchi. Conocía cuál era su rol como su acompañante y no le hacía feliz, odiaba tener que ser vigilado.


Kei se puso de pie cuando Akaashi cruzó la puerta, había tardado más de lo que tenía previsto, pero cuando el moreno asintió dio un suspiro de alivio. Francamente creía que Kuroo volvería a ignorar sus deseos.


— Yamaguchi, pide que suban mi cena a mi habitación y que sea el doble de lo usual — el menor levantó una ceja, pero asintió a sus órdenes y abandonó primero la habitación.


No tenía muchos deseos de salir a pesar de que había obtenido lo que quera, sabía lo que pasaría cuando lo hiciera. No podía hacer demasiado al respecto y se forzó a sí mismo a caminar — Gracias — le susurró a Akaashi cuando pasó a lado suyo, este le sonrió y se despidió de él con un movimiento de cabeza.


Kuroo y Bokuto se encontraban en el pasillo cuando salió, ambos posaron sus ojos sobre él. El bicolor le sonrió fugazmente antes de dirigir toda su atención sobre Akaashi, mientras que Kuroo lo miraba con tal alivio que estuvo a punto de creer que realmente estaba preocupado por él…que por un instante creyó que seguía siendo el hombre al que alguna vez amó. Que nada había cambiado entre ellos y repentinamente se vio obligado a apretar la mano en un puño para controlar el impulso de extenderla hacia él.


Fue solo un instante, pero Tsukishima creyó sentir que Kuroo estaba tratando de controlar el mismo impulso. Entonces, el bebé, que se había mantenido calmado la mayor parte del día comenzó a patear. Por él; por su padre. Los sentimientos de su hijo se transmitían a él con demasiada fuerza en algunas ocasiones y comenzaba a experimentar sentimientos que no debería. Kei estaba seguro de que algo andaba mal con él porque a pesar de todo lo que había pasado, de todo lo que lo haba lastimado, sentía la necesidad de permanecer a su lado. Todavía lo amaba…lo amaba tanto que a veces deseaba perdonarlo. Pero ya era imposible, no podía hacerlo. 


Él le había dado todo, amor, esperanza, felicidad y en un solo segundo se la arrebató, sin piedad…y ahora quería hacer lo mismo con su hijo.


Apartó la mirada de él y caminó dos puertas hasta su habitación tratando de ignorar su presencia. Dentro todo estaba limpio y en orden, la inquietante sensación que le erizaba la piel que lo asaltó horas atrás con el incidente de la araña había desaparecido. Volvió a sentirse tranquilo. Arrojó el collar a la cama observando como este rebotaba un par de veces hasta que estuvo a punto de deslizarse por el borde y se dirigió al baño para darse una corta ducha caliente. El bebé continuó comportándose un poco inquieto, pero terminó por calmarse después de darse un par de masajes en el vientre. Eso parecía gustarle mucho. Al salir notó que había un carrito de plata con dos bandejas llenas de comida sobre él, su cena. La ignoró por un momento y comenzó a vestirse con el pijama que había preparado previamente.


Había sido un día largo, pero aun no llegaba a su fin.


— Ya puedes salir — murmuró cruzándose de brazos; Hinata salió de debajo de la cama y sonrió al notar la cantidad de comida en la mesa. Había percibido su aroma…de la misma forma en la que Kei su presencia — Puedes comer cualquier cosa excepto el postre.


Hinata frunció los labios al tiempo que observaba el bonito mousse de fresas sobre la charola, parecía un niño pequeño — Tsukishima, deberías dejar de comer dulces…estás subiendo de peso, mira — se paró de pintillas y picó insistentemente una de sus mejillas, parecía encontrarlo muy divertido y no se detuvo sin importar cuanto tratara de apartarlo — Están más rellenos que la última vez que te vi, alimentarte es bueno para el bebé, pero no debes olvidar cuidar de tu peso.


El enano le estaba diciendo gordo ¿Cómo se atrevía a hacerlo? Que irrespetuoso y mentiroso. No estaba gordo y que lo insinuara era tan absurdo que tuvo deseos de golpearlo hasta hacer que admitiera que estaba mintiendo, pero tenía otros métodos para conseguirlo — Voy a gritar — Tsukishima se dirigió a la puerta con pasos decididos; Hinata palideció.


— No — gritó en voz baja. Casi corrió frenéticamente hacia él, tropezó con sus propios pies, pero consiguió alcanzarlo antes de que tocara el pomo de la puerta — Lo siento, mentí, no has cambiado nada, sigues igual de radiante y delgado que cuando te conocí ¡Lo juro! Solo quería comerme tu postre — susurró frenéticamente, el rubio sonrió satisfecho, era muy consciente de que, dado su avanzado estado de embarazo, su cuerpo había cambiado mucho y que ni soñando podría usar la misma talla de pantalones ahora, pero esto lo había hecho extrañamente feliz.


Definitivamente había mejorado su humor.


Mientras cenaban Tsukishima tuvo que reprimirse un momento, deseaba tanto burlarse de Hinata, quien parecía una ardilla rellenando sus mejillas de comida. Nunca dejaba de sorprenderlo la excesiva cantidad de comida que ese chico podía llevarse al estómago. Ni siquiera él podía lograrlo aún con todos esos antojos repentinos. Era impresionante.


Cuando al fin terminaron, Hinata se lanzó a la cama y suspiró satisfecho al tiempo que palmeaba alegremente su estómago. Dormitaba.


— Estoy satisfecho...ahora tengo sueño, tal vez podría tomar una corta siesta — murmuró, ya se había hecho con un cómodo espacio entre las almohadas que adornaban su cama y realmente parecía decidido a dormirse. Tsukishima negó con la cabeza ante esa actitud, no podía creer lo descuidado que era — ¿Qué es esto? — lo notó removerse insistentemente en su sitio como una oruga. Parecía que el colgante estaba lastimando su espalda. Lanzó una exclamación cuando lo tuvo frente a sus ojos — Es muy bonito...aunque no creo que vaya mucho contigo, es...muy llamativo.


Tsukishima sonrió, tenía que darle la razón, definitivamente las joyas caras no iban con él. Pero todos en esa mansión parecían pensar lo contrario, era refrescante que alguien compartiera su opinión o no insinuara que podía obtener mucho más. No iba a deshacerse de ese diamante por el momento, podrían venderlo como hicieron con su anillo de compromiso, ese dinero les vendría bien en el futuro. Sería muy útil si lograba salir de ahí exitosamente. No. Tenía que salir de ahí, haría todo lo que estuviera en sus manos para que sucediera.


— ¿Encontraste lo que te pedí? — preguntó Tsukishima, ya era suficiente de relajarse. El tiempo seguía corriendo y necesitaba apresurarse.


— Fui a tu casa como me pediste que hiciera, la llave estaba justo donde dijiste, pero creo que alguien se me adelantó...el lugar era un desastre cuando llegué, había cosas tiradas por todas partes. Revisé. No se llevaron dinero, ni dada de valor, solo...solo lo que me pediste que buscara por ti, la laptop desapareció — Hinata lo miró — ¿Qué había dentro que era tan importante como para ignorar tus ahorros...o todo lo demás?


— Mi trabajo — murmuró en shock, no podía creerlo. Su barrio era muy seguro, habían vivido ahí por años y jamás ocurrió un incidente tan...sospechoso. Ahora toda su información iba a perderse, todo en lo que había trabajado a veces noches enteras, su portátil estaba programado para que el disco duro se destruyera si alguien ingresaba la contraseña incorrecta o si era tratado de ser Hackeado. Ahora tendría que comenzar desde cero. Recordaba la mayor parte del proceso, para Kei era como respirar, pero esto no estaba en sus planes.


— ¿Eso es malo? — preguntó confundido Hinata.


Era terrible para Kei, completamente terrible, molesto y extraño, muy extraño. Pero no tenía tiempo para tener una crisis ahora, tenía que moverse rápido y apresurarse — No, solo significa que vamos a demorarnos un poco más de lo planeado...pero podemos hacerlo, necesito que traigas algunas cosas para mi cuanto antes — Tsukishima tomó una pluma y un trozo de papel de su mesita de noche y comenzó a escribir todo lo que necesitaba.


Tenía que lograr hacerlo a tiempo, todavía podía hacerlo, esto no lo detendría. No iba a derrumbarse ni a sucumbir a la desesperación sin importar cuan oscuro fuera el panorama, no era el fin.


— ¿Sabes? Podríamos irnos en cualquier momento, yo podría sacarte cuando quisieras — Hinata parecía seguro de sí mismo cuando sujetó su mano, odiaba tener que ser consolado por él, pero tenía que admitir con mucho dolor que lo necesitaba — Conozco el camino, no hay muchas salidas de la mansión, pero si estoy aquí es porque tampoco es imposible...podemos hacerlo cuando quieras.


Tsukishima suspiró, las palabras del pelirrojo sonaban maravillosas a sus oídos, pero nada era nunca tan sencillo. Se lo había explicado antes — Aunque pudiéramos escapar justo ahora terminarían encontrándonos tarde o temprano, ellos tienen los recursos suficientes para seguirnos a donde sea...por esa razón tengo que asegurarme de que no van poder hacerlo.


— Parece muy complicado ¿Cómo vas a hacer eso?


— Cuando mi abuela falleció, un tío que ni siquiera sabíamos que teníamos trató de echarnos de nuestra casa para venderla y quedarse con el dinero porque tenía deudas que pagar — también trató de venderlo, lo escuchó hablando con alguien una noche— Era un bastardo que nos trató como basura, así que decidí tratarlo de la misma manera ¿Sabes lo que hice? — Hinata negó con la cabeza — Entré a la base de datos de la policía y lo catalogue como a uno de los más buscados, no fue difícil y nadie lo notó. Unos días después alguien hizo una denuncia anónima y se lo llevaron arrastras...jamás volvimos a saber de él — sonrió, jamás olvidaría como ese tipo golpeó a su hermano y tampoco olvidaría la satisfacción que sintió cuando vio su rostro ser descompuesto en una mueca de terror cuando se lo llevaron. Suplicó y pataleó como un animal desesperado...fue tratado como menos que uno — Yo puedo hacer lo que quiera, puedo accesar al sistema de baterías de una computadora y hacer que deje de funcionar para que explote, es tan fácil que es aburrido...incluso podría quemar un edificio entero sin problemas si lo quisiera y culpar solamente a una falla en los circuitos de seguridad o cualquier cámara que la rodee. Podría acusar a un gran empresario de malversación de fondos, fraude de impuestos, incluso podría robar un banco y nadie sabría que fui yo quien lo hizo...no hay límites, Hinata, la tecnología está en todas partes, lo controla todo — podía hacer lo que quisiera, lo supo desde que era un niño y tomó el control de los semáforos de la ciudad.


Lo único que lo detenía era la promesa que había hecho a su hermano años atrás...y ahora estaba a punto de romperla. Pero, por alguna razón, en lugar de sentir culpa, estaba emocionado, la euforia burbujeaba en su estómago y aceleraba los latidos de su corazón.


— Tsukishima — Hinata se acercó y le dio una suave palmada en la frente, entonces apretó su nariz entre sus dedos. Tenía las mejillas infladas — No me gusta la cara que estas poniendo ahora, vuelve a ser el amargado de siempre y frunce el ceño...así te ves mejor, es más como tú — él asintió a sus propias palabras — Tsukishima no puede dejar de ser Tsukishima ¿Entiendes?


El rubio quitó la mano que aprisionaba su nariz y se llevó una mano a la frente. Rodó los ojos, pero estaba un poco animado...se sentía como si fuera la primera vez que tenía un amigo — Como sea, va a tomarme un poco de tiempo recuperar lo que perdí...necesito organizarme para que esto salga bien — esto iba a ser muy inconveniente. Tendría que sacrificar sus siestas, parte de la noche y encontrar un lugar seguro para ocultar sus cosas no solo de las mucamas. Podía usar el incidente de la araña para evitar que alguien más entrara a su habitación, alegar nervios o molestia — Dame dos meses, mientras tanto tu busca una forma segura de sacarme de aquí...la vigilancia aquí es buena, sacar a dos personas no va a ser fácil — que estuviera embarazado solo lo hacía más difícil, realmente había más probabilidades de fracaso que éxito, pero tenía que intentarlo.


Ya estaba cansado de ser la victima indefensa de todos, ya estaba cansado de que quisieran controlar su vida y de ser tratado como un objeto inanimado. Iba a hacer que se tragaran sus palabras...hasta la última de ellas.


— Está bien — dijo — ¡Oh! Casi lo olvido, también tengo lo otro que me pediste — Hinata tomó la mochila que había traído consigo, buscó sin mucha prisa en su interior y tomó un objeto envuelto cuidadosamente en un pañuelo; era una Beretta — No sé para que la quieres, ten cuidado con eso ¿Si?...también tengo un par de cajas de municiones, espero que no tengas que usarlas.


— Es solo por seguridad — murmuró examinando el arma, era más pesada que la que usaba cuando estuvo practicando, pero era similar a la que sostuvo el día en el que tuvo que escapar. Lo recordaba tan bien que el estómago se le revolvía — ¿Dónde consigues estas cosas? No te estás metiendo en problemas ¿Verdad? No olvides que tenemos que mantener un perfil bajo.


— Se dé un lugar donde hay muchas de estas, no tienes de que preocuparte, está abandonado — Tsukishima alzó una ceja, parecía muy poco probable que un sitio como ese estuviera abandonado, era muy inquietante y de ser posible Hinata debería dejar de frecuentarlo por seguridad. Tenía un mal presentimiento...a estas alturas todo podía salir mal.


— No te metas en problemas ¿De acuerdo? También deberías evitar entrar tan a menudo o podrían descubrirte...hasta ahora has tenido suerte, pero podría no ser así la próxima vez...y — Tsukishima miró a Hinata, había una pregunta que había estado rondando su cabeza desde hace días. Podría ser muy útil aclararla ahora — ¿Cómo logras entrar aquí?


Hinata sonrió, parecía que esperaba esa pregunta. Apostaba lo que fuera a que iba a comenzar a presumir, él adoraba hacerlo y ser alargado de vuelta. Era tan transparente — Aunque no lo creas soy muy astuto y hábil en lo que hago — sí, ya estaba presumiendo — A unos metros de aquí hay una pequeña casa abandonada, parece una especie de cobertizo...hay muchas cajas de madera apiladas dentro y una puerta en el suelo, si bajas las escaleras y sigues el único camino llegas hasta el sótano de esta casa. Es un lugar enorme, pero no hay nada demasiado útil, está lleno de cosas viejas, lo único interesante que pude encontrar fue esto — Hinata le mostró un teléfono móvil, se veía nuevo y moderno, no encajaba con la descripción anterior.


No parecía una buena señal, era todo lo contrario a bueno.


— ¿Dices que lo encontraste ahí dentro? ¿Estás seguro de que no viste a nadie más o de que nadie más te vio?


— No había nadie más, estoy seguro, todo estaba cubierto de polvo excepto esto...creo que, tal vez, alguien lo olvidó.


Era imposible, los sirvientes no tenían permitido usar teléfonos móviles dentro de la mansión, Kuroo se había asegurado de que estuviera lo más incomunicado posible. El único teléfono estaba bajo llave en el estudio y el moreno era el único que podía acceder a él. La piel repentinamente se le erizó, esto no podía ser bueno o ¿Si? Quizá era solo paranoia, sin embargo en una situación como la que estaba viviendo hasta una mariposa podría significar un mal presagio.


Y esto definitivamente lo era.

Notas finales:

 >3< Gracias por leer >3<


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