Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Victor Nikiforov [Yuri!!! on Ice] por Lizie CoBlack

[Reviews - 30]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Disclaimer: estos personajes no son míos. El universo 'Yuri! on Ice' pertenece a la productora MAPPA, escrito por Mitsurō Kubo y Sayo Yamamoto, y dirigida también por esta última. La imagen pertenece al anime. Yo solo me divierto creando fics.

Aclaraciones: Las escenas están representadas por números romanos. La transición de la II a III es algo larga y a su vez está marcada por numeración romana en minúsculas (i.) que representan saltos de tiempo en una misma escena y que la conforman. Los recuerdos están marcados "entre comillas y por cursivas".

 

"… te gusta todo el mundo, lo que equivale a decir que nadie te importa."

El retrato de Dorian Gray

-Oscar Wilde.

*•~-.¸¸,.-~*'¨¯*•~-.¸¸,.-~*'

0

I'm...

*•~-.¸¸,.-~*'¨¯*•~-.¸¸,.-~*'


I


Victor observa el espejo y al hombre en el reflejo.

Hay sombras que empañan el cristal, son espacios que apenas puede vislumbrar. Las historias lentamente están dejando de causar efecto; Qué es, quién es, porqué el hielo parece no querer responder a su cuerpo. Son espacios de silencios transmitiendo mensajes sin comprensión para él.

¿Esta noche, después de su presentación final, podrá verse nuevamente o seguirá atrapado en su jaula glacial?

II


Es una hermosa mañana de diciembre, 24, con el alba despuntando cuando el potente llanto de un infante llena la habitación junto a la última gran exhalación del cansado gestante.

El parto, después de seis horas de labor, ha acabado.

Arcadi Kuznetsov, con sus impresionantes ojos aguamarina, observa al bebé en sus brazos. Su amado pequeño. Una pelucita platinada ya le cubre la cabeza, él sonríe puesto que ama ese tono en el padre de su hijo, rasgo único de los Nikiforov. Suelta un suspiro, su gallardo amante ruso decidió que ese fin de semana fuera el más idóneo para su viaje de negocios. Vaya desatino.

Fyodor Nikiforov, el magnate empresario dueño de la más grande editorial de Rusia y descendiente del zar hace diez generaciones.

El mismo caballero que aprisa camina a la cama después de azotar la puerta al abrir con impetuosidad. El padre del niño que se revuelve en sus brazos incómodo del creciente ruido con adorables pucheritos en sus facciones, calcas del padre ante la fulminada mirada del gestante.

Oh, todo se reduce al primer vistazo del pequeño heredero: Victor Nikiforov.

Las sonrisas en los rostros de ambos padres lo dicen todo. La dicha los llena por completo; se observan enamorados, de ellos, de su hijo, de la vida misma. Sus labios se tocan en un beso de bienvenida, en agradecimiento, en otra expresión de amor. Los pálpitos en sus tatuajes le transmiten al otro lo que no pueden expresar en palabras.

Victor, se remueve entre ellos bostezando, su pequeño niño que tanto fue esperado.

.

ii.

Las fuertes arcadas atraen la curiosidad en Victor a la recámara de sus padres. Con rápidos pasitos y lo más silenciosos mira de reojo por la apertura de la puerta que conduce al baño. "—Vitenka, la curiosidad no siempre trae respuestas agradables". La voz de su padre resuena en su mente.

Frunce el ceño y arruga su naricita ante la imagen de su pá devolviendo la merienda. Está por dar la vuelta y regresar, antes de ganarse otro regaño, cuando ve escurrir lágrimas por su bello rostro. Desconcertado aprieta sus manos en puños .Toma una bocanada de aire por su boca, arriesgándose, olfatea el aire. Retrocede por instinto. Lo amargo de la desolación lo embarga por completo, sobrepone al olor sutil de la nieve de Arcadi, su propio olor o el de su padre; un poco más fuerte es lo salino del llanto, tan amargo que siente el picor en sus ojos. No lo entiende, ¿por qué su papá huele así?, ¿por qué parece estar sufriendo?

—Papi, ¿por qué lloras? —se escucha decir, suplicante, aún cuando ya ha abierto la puerta se sostiene de esta.

Tiene miedo, mucho miedo y no sabe hacia qué.

—Vitya...—. Lo llama su pá con ligera sorpresa y mucho dolor. —Oh, Vitya.

Corre a refugiarse en su pecho buscando el confort de siempre, es un niño, aunque reniegue lo contrario para quedarse despierto hasta tarde. Los sollozos de su papá Arcadi se ahogan en su cabello, siente las gotas mojarlo y él está a punto de imitarlo. Algo arde dentro de él y no sabe explicarlo. A cada respiro que da su papá se pone más triste y lo aprieta más a su cuerpo.

Entonces lo suelta con firmeza, lo siente escurrirse entre sus brazos y Victor busca aferrarse a su cálido pecho. Alza la vista, azul, como el cielo y el mar, idénticos a los suyos, lo observan directo acallando cualquier protesta. Sonríe para él y algo en el gesto le da escalofríos.

—Voy a tomar una ducha, Vitya, ¿podrías salir por favor?—. Su tono de voz es tan claro que no puede desobedecer, asiente a regañadientes. —Gracias, Vitya.

El beso dado en su frente le hace percatarse el fuerte olor a agrio que nubla el aroma de su papá y lo hace estornudar al combinarse con el amargo existente. La puerta lentamente se cierra, Victor solamente se queda ahí observando la figura de su progenitor desaparecer.

—A Victor le tomaría años reconocer que la agriedad despedida representa la excitación sexual; y que el lazo entre almas gemelas en unión puede permitirles transmitir a su otra mitad las emociones más fuertes y experimentarlas que este las experimente en su cuerpo a consecuencia; Una excitación que Arcadi Kuznetsov no estaba provocando en Fyodor Nikiforov—.

.

iii.

Fueron los cinco días más desastrosos de su corta infancia.

Su pá Arcadi la pasó durmiendo, sin comer, apenas bebiendo los tés que le preparaba con ayuda de Nana, los mismo que que devolvía cuando despertaba. El intenso olor a agriedad nunca lo abandonaba, Victor lo aborrecía tanto como ver las lágrimas y escuchar los sollozos que él también contenía detrás de la puerta del cuarto, a la que tenía prohibido entrar.

Entonces, despierta el sexto día sobresaltado con unas ganas inmensas de correr a la habitación de sus padres y acurrucarse en medio de ellos abrazándolos, como después de una pesadilla o en medio de una fuerte tormenta. Afuera todavía está oscuro y armándose de valor, todo lo que un niño de seis años como él puede juntar, sale de la cama.

Aprieta el paso con temor a la oscuridad en los pasillos, sus pies reconocen el camino al cuarto de sus padres, sigue y sigue con la mano recorriendo las paredes sin quitarla. Los grillos canta haciéndolo saltar continuamente al enfocarse en ellos. En otra ocasión caminar de infraganti sería la mayor de sus aventuras, hoy, sin embargo, está en guardia, al acecho de un monstruo que viene por su papá, Victor está seguro, lo siente, sus instintos le gritan que corra a protegerlo pero el miedo le hace lento.

Sus aletas nasales se mueven repetidamente, respirando ruidosamente y reconociendo, confiando en su olfato como le ha enseñado su padre. Nada, no logra identificar el peligro y su padre no está para protegerlos. Victor tiene que hacerlo, lo prometió, juró cuidar al hombre de sus vidas. Arcadi lo es todo para ambos. Qué sería de ellos sin sus chispeantes ojos azules saludándolos cada mañana al despertar. Sus sabrosas comidas. Las tardes alegres llenas de juegos. Sus primorosos cuidados cada que enferman o cada beso curativo que alivia el dolor de sus raspones. Qué sería de ambos sin su amor.

Victor, heredero y potencial alfa, está allí para cumplirla.

Padre e hijo lo prometieron.

Al asomar la cabeza a la habitación suelta un suspiro casi un ronroneo al ver a su papá durmiendo tranquilo nuevamente. Y parece destinado a durar muy poco.

Un sonido gutural le raspa la garganta al salir de su boca, incómoda el sueño de su papá. Él se eriza por completo, su cuerpo tenso y pesado, como después de estar mucho tiempo jugando en el clima frío. El instinto le aturde, es una voz dentro de él gritando por destruir algo, rasgando su interior al tiempo también que llora desamparado. No sabe qué es y sus labios susurran un ruego a sus padres. Y, sin embargo, pone el seguro en la puerta y cierra con su pá dentro.

Rígido, no quiere voltear, no lo desea, no. Tiembla, muerde sus labios y sus ojos aguados pican. Contrariedad, un chillido sale de sus labios ante el sentido de protección fluyendo. Su padre está allí, por fin, al inicio del pasillo. Agazapado a la puerta ve el lento caminar de su padre acercarse. Victor aprieta los puños y retiene el aliento. No está corriendo hacia su padre, debería estar haciéndolo, para ser cargado por sus fuertes brazos y refugiarse como un cachorro con la cara al cuello.

—Vitenka, qué haces despierto y fuera de la cama—. Tres pasos los separan, Victor duda, por qué ninguno es capaz de avanzarlos.

Se estremece, quiere ser protegido. —Papa, ¿los monstruos pueden tomar rostros familiares? —Solloza con lágrimas nublando su visión, parpadea tratando de eliminarlas, sin perder de vista a su padre.

Fyodor sonríe, y a Victor solamente le recuerda la sonrisa de su papá Arcadi, tan extraña que no reconoce a sus padres en ellas y a los destellos de amor que pueden brindar con un solo gesto. Llora con más fuerza, los quiere de vuelta.

La puerta detrás de él se abre, lo absorbe; la calidez de Arcadi lo envuelve y así de rápido en abrir se cierra, con su padre Fyodor respondiendo: —Sí pueden, Vitenka, y esos son los que hacen más daño.

.

iv.

Un monstruo de pesadillas persigue a su papá

El día empieza con su pá preparando el desayuno para tres; Nana como todas las mañanas en silencio le sonríe y sigue ayudando a Arcadi. Victor da un pequeño beso en la mejilla de ambos y hace lo propio con el jugo y los cubiertos.

—Buenos días, Vitya—. Él sonríe tan radiante con sus labios en corazón, herencia de Arcadi, y obtiene a cambio un esbozo risueño del mismo gesto.

—¡Días, Pá! El desayuno está espléndido.

Con la charla habitual de sus días; qué tal están los entrenamientos, cómo va la pieza nueva de su padre. Si los maestros se la tienen jurada o si las chicas se están volviendo un poco molestas con su cabello largo; terminan el desayuno. Puntual, Nana aparece para levantar los platos y llevarlos al fregadero. Y como una costumbre al tercer plato, sin tocar, la comida es guardada en un recipiente al refrigerador, y así será con todos los platillos restantes del día.

Una rutina creada hace seis años.

Una pesadilla diaria, con la sombra real del abandono en cada acto ausente de su padre.

Victor desde el pasillo de entrada, después de despedirse de su papá, lo escucha, con muecas en el rostro, compungido. Al piano llorando notas, con una melodía incompleta que habla de un dolor y una pérdida que escapa de su entendimiento. Una composición sin final que ameniza los días y la vida de su papá… y quizás un poco la de Nana y él.

Al cerrar la puerta la canción dejará de sonar, su papá seguirá con sus demás trabajo, es un genio en el piano, como él en el hielo, puede hacerlo. En el piano olvidará las pesadillas y al causante de ello.

Victor tiene doce, ya no cree en monstruos bajo la cama pero sabe que en el mundo real hay personas que son peores que estos, ya que al encender la luz ellos siguen existiendo.

Hay una persona que atormenta a Arcadi Kuznetsov.

Y se llama Fyodor Nikiforov.

...Él puede verlo apagando lentamente la luz en sus ojos y robando su felicidad.

III


Hay un mundo por explorar que se extiende frente a él.

Es un diamante.

Es hermoso, tan brillante que deslumbra. Un lienzo en blanco en cual puede pintar los escenarios que desee, crear entre líneas con unas cuchillas mil y una historias. Ser el mismo, como un niño curioso, irracional, asomar la cara para ver su reflejo, para decir: aquí estoy, observame. O entre pasos y piruetas mostrar una careta, una interpretación, un personaje. No ser nadie. Solamente el acto de existir porque respira. Oh, y las notas escapando, música. Cantos para quien desee escucharlos. Para nadie, para todos, quizá con dedicación. Emociones encarnadas.

Un regalo maravilloso de quien lo amó primero, su padre gestante, un acto noble y sin pretensión más que divertirse con su hijo. Una decisión mundana que marcó un antes y un después en su corta vida.

Amazing!

Los tonos grises; de una realidad de adultos demasiado seria para su atención dispersa de siete años. Un hecho: sus padres separados; cambiando por un espejo tornasol. Rojo por aquí, azul por allá, un verde chispeante, transmutando en otros, coloreando su visión. Con luz más allá también oscuridad. Cuán excitante aún lo es para él.

Oro puro unido a las composiciones del talentoso Arcadi Kuznetsov, su papá compenetrando con él aún más, en aquello a lo que está dedicando su vida. No solo por ser un genio puesto que es lo que más desea: sorprenderlos a todos.

La audiencia ruge.

Pletórico, millones de luces verberan su interior. Dopamina, energía recorriendo todo su ser antes extenuado. Lo ha logrado, el oro mundial con un récord mundial en su despedida de las competencias junior. Una carcajada es incontenible, no es como si él conociera la abstinencia. Tanta alegría por contener, muere de ganas de abrazar a su papá, saltar y correr hasta quedarse sin aire con su pequeño Makkachin. Quizá también gritar.

Un poco más, debe esperar la culminación de su presentación en la gala y el banquete y podrá ir a celebrar de verdad con quienes ama.

Lo consiguió.

Una vez más con claridad pudo ver su reflejo.

IV


Zic-zac…

El sonido de las tijeras cortar el primer mechón. Con aparente indiferencia lo observa en su palma, largos cabellos platinados, con calma los coloca extendidos en la toalla que puso encima del tocador. Toma entre sus dedos otro gajo y de un solo movimientos son tajados.

Zic-zac.

Makkachin recostado a su lado es la única fuente de calor. No lloran, en silencio se acompañan, ahora ya son dos, lo serán por algún tiempo. Victor solamente necesita a su amigo. Nana también está destrozada. Fue en un momento, un instante que desapareció llevándoselo.

Tic-tac, tic-tac…

El tiempo corre con la velocidad de siempre, Victor no lo siente, como un espectador inerte. Sus dedos recorren su cabello, con un largo mechón que le cubre la mitad del rostro, hace lo que puede para peinarlo tan formal como la ocasión lo pide. Listo. Su esmoquin pulcro. Perfecto.

Se sienta en la silla junto al tocador y empieza a comenzar una corona trenzada con sus cabellos recién cortados, gajo a gajo con la mayor habilidad que tiene. Arcadi le enseñó a hacerlos, al menos en cuanto a flores se refiere. Con calma, los minutos pasan, la hora de verdad se aproxima. Esboza el intento de una sonrisa de aprobación ante el trabajo realizado. Papá estaría orgulloso de verlo. Seguro que lo está de él, aún ahora.

Suaves toques en la puerta abierta lo hacen voltear, Nana está ahí, con sus ojos hinchados, rostro sonrosado. Sus cabellos rubios atados en un fuerte moño, con su bello rostro desprovisto de todo maquillaje, sus labios durazno aún resaltan, llenos y sensuales. Una hermosa mujer ataviada en un recatado y sencillo vestido blanco, con una cinta negra atada en un moño a la altura de la pequeña cintura, disimula sus anchas caderas y da énfasis a sus piernas, estas dan la sensación de ser kilométricas, sus pies en unos sencillos zapatos de piso. Soberbia y tan presencial, su nana rusa-francesa, Annya. Su otra madre, le extiende los brazos, va a ellos con el deseo de que su calor derrita su interior que cada segundo se siente más frío.

Al separarse toma de su mano y juntos caminan al salón.

La recepción es lúgubre. Todos con máscaras puestas se acercan a darle el pésame, algunos pocos, los músicos; unos un poco estrambóticos, otros más serios: y gente del espectáculo, conocidos del gran pianista, concertista y compositor Kuznetsov son tan sinceros en compartir su pena. Tan irónico que ellos expresen con sinceridad y no los familiares que aún le quedan.

Nana junto a él lo abandona únicamente para checar que las bebidas y bocadillos nunca falten, supervisando también al servicio contratado. Y ese es uno de esos momentos.

El lazo hace el llamado, su sangre arde. La voz de su alfa interior se hace presente, respira con calma en ejercicios. Se endereza, con la barbilla en alto, la nariz ligeramente alzada, obstinación. Todos hacen silencio ante el magnate alfa que cruza la puerta y de su brazo su enlazada omega.

Fyodor Nikiforov y Anastasia Nikiforova. Una de las parejas destinas de la crème de la crème del país. Toda eminencia y elegancia, extendiendo su aroma de marcados, su lazo compartido, pavoneándose. Frunce la nariz con asco, en este momento los aborrece, infames hipócritas, cómo se atreven a traer su pestilencia ante el cuerpo de su papá, acaso no pueden respetar su adiós, si ya hizo el favor de irse alguna vez, regresar ahora es una burla. Sin embargo, los modales ante todo, entierra sus uñas con fuerza en sus palmas al cerrar sus puños, ante una exhalación compone el gesto, su faz neutral.

—Victor, hijo—; una nube de olor a madera lo envuelve, casi siente una pizca de confort antes de hacer corrosión. Hace falta el olor a ventisca, el fresco olor a nieve de su papá, sin él ya no es un refugio, es solo el olor a madera de otra cabaña más…

Quizás una nueva guarida paternal para ese cachorro que porta la omega de su padre. Lo dulzón le pica la nariz, como si hubiese demasiado alcohol en una fragancia. Así es, la madera ahora es un hogar con olor a humedad, llovizna que no se convertirá en nieve, una lástima en verdad.

Lo sofoca, marca su territorio, con un océano. Con fuerza, como sus olas, arremete. Es él, Victor, quién manda ahí, es el alfa de esa casa y nadie, ni su padre, tiene derecho exhibirse. Ya no es un cachorro, hace años que dejó de valer para su persona.

—Honorable padre, —un ligero retintín se escurre. —No era necesaria tanta molestia de su distinguida persona. Una ausencia con el tiempo se hace olvidable, ¿no lo cree usted? —Acepta el apretón de manos.

—Vitenka—. La fuerza imprimida por Fyodor lo censura, no que mucho le importen sus reprimendas. Lo iguala cuanto puede antes de rechazar su agarre con sutilidad.

Se contemplan en silencio, reconociendo al otro o tratando de hacerlo al menos de una parte. Victor únicamente creció, lo común al inicio de la vida, crecer y desarrollarse, cambiar cada tanto en las etapas transitadas. Cuánto pudo hacerlo, bueno su padre bien podría intentar conocerlo, que le gustase o no lo tiene sin cuidado.

En Fyodor los años ya se notan, en las líneas de expresión alrededor de los ojos y boca, también en la frente, puede que sea por ser ruiseño; en su infancia gustaba mucho de jugar con él y también de soltar algunos bromas a su papá; la sonrisa fácil quizá contrasta con su forma de arrugar el ceño cada que trata un tema serio; las llamadas de oficina siempre lo colocaban, Victor gustaba de picar con sus dedos, y ante un toque muy ligero de su padre Arcadi, este se suavizaba al instante, esos dedos amorosos de Arcadi siempre hacían magia.

Sus cabellos plateados moteados de algunas canas grises, peinados de forma pulcra y sofisticada con una raya de lado izquierdo. Se ha dejado crecer la barba, en un estilo de candado, hace a su rostro verse atractivo. Cuerpo, en apariencia atlético, ataviado en sus trajes sastre hecho a la medida, de un azul que hace resaltar sus ojos plata. Ahora utiliza lentes de media armazón, colgando de una respingada nariz, un poco parecida a la suya. Sin embargo, detrás de los cristales la pena en sus ojos grises lo hacen ver más cansado; su alma gemela a partido de este mundo, algo más allá de solamente haberla perdido. ¿Sentirá alguna culpa? Victor no lo pregunta, es consciente que la respuesta no le traerá de vuelta a su papá.

—Siga fuerte, Victor—. Con suave y cuidado tono Anastasia se hace notar. Hay fuerza en sus ojos miel, el respeto lo acompañan. Aceptar su cordialidad es lo indicado. —Que el tiempo le traiga consuelo y le deje sanar la herida causada por su pérdida.

Inclina su cabeza en aceptación. —Les agradezco su presencia y sus palabras, señora Nikiforova.

Victor no tiene más que decir y tampoco tiene la paciencia para escuchar.

Delicado toque en su hombro en señal de apoyo, Nana está ahí para resguardarlo. Un gruñido ronco y apenas audible sale de Fyodor ante la invasiva, para este, muestra de apoyo a su hijo de otro alfa. Victor coloca su palma derecha en la mano de Nana, reafirmando. Si es el chico que es fue trabajo de su papá Arcadi y la convivencia con Nana, es de ella la figura de un alfa que tiene contemplada. "—Somos más que instinto, Nikki, y si los tenemos hay que aprender a escucharlos más no dejarlos dominarnos".

—Fyodor y yo los dejamos continuar—. Con recato y una llamada de atención Anastasia se hace respetar ante su pareja, la voz de calma invoca a Fyodor a centrarse. Haciéndose a un lado sus pasos los llevan a tomar asiento a un costado de la habitación.

Victor, con dieciocho, se siente demasiado joven e inexperto. Es demasiado para él un encuentro con el pasado y una despedida. Entrelaza sus dedos con los de Nana, lavanda y roble respira, ahí está Annya. Solo debe concentrarse en continuar.

V


Ha encontrado a su alma gemela.

En su espalda baja con tinta permanente hay un tatuaje…

勇利.

—¿Makkachin, tú también lo estás viendo?

Woof!

.

ii.

Las cuchillas rasgan el hielo. Los sonidos de las atletas practicando pone el ambiente en Sport Champions, las pláticas de quien están en descanso aportar un toque jovial.

—¡Vitya, deja de distraerte! ¿Acaso esperas perder una competencia para de enfocarte en la interpretación y cuidar tu pierna libre?

Nunca faltarán tampoco los gritos del espartano Yakov. Victor suspira, nadie tan confiable como este para ser su entrenador, no le da tregua. Sin cansancio aparente se permite recalcar sus faltas. Esa normalidad que Yakov le da es lo que más desea, porque hay una marca en su espalda baja, permanente.

En el rompecabezas que es su mente hay piezas perdidas, estas son muy importantes, no puede entender por qué pero lo sabe, si es él el conjunto de todas ellas, ¿qué versión de sí es ahora?.

.

iii.

Su otra mitad es un omega, trae el aroma del viento cuando se pronostica una tormenta, al aspirarlo le remonta a una fuerte ventisca. Patina con fuerza, dominando el hielo con habilidad, deja todo con el ímpetu de su edad, queriendo tragarse el mundo de un solo bocado. Voraz, sin conocimiento de lo que es saborear.

Victor lo observa con premeditado deleite, aún es un cachorro demasiado joven para un adulto de veintitrés como lo es él; el pequeño cuerpo contrasta con la firmeza de su mirada, este sabe lo que quiere y no tiene miedo a expresarlo. Reprime la mueca de satisfacción al escuchar su mandato, sin pensarlo mucho, con un apretón de manos acepta.

Lo ha decidido, Yuri le gusta.

VI


La oscuridad ya no le permite observar el rostro que el espejo refleja. Aunque la luz no es necesaria cuando tantas veces ha visto el mismo escenario.

Cómo no logran percatarse que la brillante luz en los celestes ojos se ha ido. La pasión, la curiosidad. Poco a poco extraída por la frialdad, por la rutina, en respuesta hacia la indiferencia disfrazada de complacencia del público.

¿Qué sucedió con ese joven de prominente futuro?

Ese que tenía una y mil metas, que con exquisitas historia atrapaba a la audiencia en el hielo. Ese de curiosidad gigante que se divertía descubriendo en cada nueva experiencia.

¿Puede reconocerlo? No, no lo hace, ya no es ni la sombra de aquel muchacho.

Porque el murió, agonizó cuando el dolor se presentó en forma de un tatuaje; un solo nombre, al inicio de su cadera, y que, como una enfermedad en su columna vertebral, desestabilizó su vida; mientras el gran vacío en su existencia y en sus recuerdos nada puede llenar.

Notas finales:

¡Hola!

Gracias por leer.

Antes que nada: ¡Lo siento! Disculpen la tardanza, fueron muchos meses ya. Las razones de mi ausencia me las reservo, ya fueron y algunas todavía están…

Gracias a todos los que están, o estuvieron, al pendientes de la historia. Son todos tan geniales, espero poder responder a sus comentarios, en oportunidades, seguro puedo por el celular. Gracias infinitas.

Para odiar algo deben amarlo antes, así pues amen a Victor (?).

No sé qué esperaban del segundo capítulo, de seguro no es lo deseaban, quizá que avanzará la trama… Y aquí fue un PoV de Victor.

Para las personas que fueron a curiosear el spoiler que di, hace meses, ya sabe cómo empezará el próximo capítulo, al cual no doy una fecha exacta... Igual no siempre tengo acceso a internet, trataré de no ausentarme por grandes espacios de tiempo.

Literalmente recién salido del horno, sin beteo y con posible OoC, una disculpa también.

Nos estamos leyendo.

Lizie.

P. D.: Me encantaría que si lo leyeron me dejaran un comentario, de qué estuvo mal o qué necesito mejorar o quizá de lo que les gusto, sean respetuosos eso sí.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).