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Todos fuimos personas por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Hay actualizaciones babys~

XD

 

 

¿Hace cuánto no veía al mocoso? Hace un mes y cuatro días. Los contó uno a uno, los vivió y los maldijo también. A paso firme se acercó al tumulto que veía a Tsuna, escuchaba los gritos que pedían ayuda del salvador, pero el hitman sólo se centraba en identificar al mocoso idiota que era de su posesión. Reborn se asombró al verlo, estaba mejor que al ultima vez, sin cadenas, aunque usando el mismo atuendo hecho de finas telas que lo cubrían casi en totalidad y esos pies lacerados por la desnudez que, parecería, fue obligada a adquirir. Sintió un deja vu en esa ocasión, una sensación extraña que no sabría interpretar. Sólo sabía que a paso calmado estaba asechando a su presa, analizando las posibles situaciones adversas al plan que armó con todos esos imbéciles, que ahora, estaban distribuidos por la zona de ese pueblo en ruinas

Tsuna caminaba con tranquilidad, mirando al frente, permitiendo que una sola criatura se le acercara, regalaba lágrimas, dejaba que los demás hechiceros de bajo rango abrieran paso y liberaba esas criaturas hechas de niebla para repartir la magia. Todo parecía tan normal que al azabache de patillas le causaba repulsión. Reborn entonces se fijó en el vientre del castaño, aquel que apenas una seda casi transparente, cubría. Una ligera curva, una pequeña pelotita naciente, adornada por una marca en tonalidad negra, que asemejaba a un sol que todavía estaba siendo creado. Reborn juró que mataría al malnacido que forzó esa marca y ese destino. Había una cosa más que le llamó la atención, el cuello… en el cuello no había… ¡nada! ¿Dónde estaba la marca que él colocó en Tsuna? ¿Dónde estaba el sello de posesión y pertenencia?… ¡ahora si iba a mandar al carajo su paciencia!

 

 

—quietos ahí — se salió del plan. ¡Al diablo el plan! Él iba a tomar lo que le pertenecía y nada más que eso — suelten a…

—¡a un lado! — Colonello salió sin aviso previo, disparando al instante y Reborn se quedó quieto, pues la que se interpuso en ese ataque presuroso y con otro disparo desvió la bala, era una fiera — se atreven a atacar a mis señores

—te has convertido en su perro — Lal frunció su ceño al ver a Colonello apuntarle con esa arma. Ella tenía desplegada la suya y estaba lista para desviar otro ataque — nunca pensé verte de esa forma, Colonello

—te saliste del plan — se quejaba Skull cuando, con velocidad, se mostraba y disparaba dos veces para dispersar a los custodios de Tsuna

—improvisa entonces — ordenó Reborn al mismo tiempo que emprendía la carrera hacia el centro de todo eso

—A UN LADO — un grito de alerta hacía que los hechiceros saltaran con habilidad hacia los extremos de la calle y dejaran a Tsuna desprotegido. Esa voz tal vez pertenecía a uno de los hechiceros de alto rango

—se rindieron — reía Skull al ver que los propios hechiceros se alejaron de la ruta más próxima y directa hacia Tsuna — Reborn, toma a Tsuna y…

—AL SUELO — Lal solo vio un segundo esos ojos, eso fue suficiente para que su instinto saltara. Retrocedió con habilidad después de patear lejos a Colonello — ¡nos matará! — avisó con prisa hacia sus “compañeros”

 

 

Tsuna tenía las palmas abiertas, sus brazos extendidos. Había mirado directamente hacia Lal por escasos segundos, identificando a quien cortaba sus pasos rectilíneos. Una luz pequeñita aparecía en medio de cada una de sus manos mientras elevaba ligeramente sus brazos. Los asesinos se quedaron en shock un momento y fue la oportunidad perfecta para que el castaño apuntara en dirección de los mismos. Aquella lucecita se movió con rapidez tomando una ligera distancia de su creador, los dedos de Tsuna se separaron y elevó su rostro levemente al cielo mientras cerraba sus ojos. Aquella esfera brillante se expandió cuando un susurro brotó de labios de Tsuna, formando dos grandes esferas de brillante color naranja. Gritos, demasiados gritos que soltaban aquellos que esperaban la salvación y que solo veían la luz que los guiaría a los senderos del averno. Dos enormes masas de luz se elevaron levemente del piso antes de que su brillo cegara a los presentes. Silencio momentáneo, casi eterno y luego… una explosión sacudió el pueblo. Enorme polvareda, algunos trozos de un hogar cercano se elevaron al aire, poca visión del desastre, luz que poco a poco se iba disipando, gritos que terminaban de pronto y un solo cuerpo se removía desde un lado de la calzada.

El rubio asesino se paró de inmediato mientras que los hechiceros con una ventisca quitaban el impedimento visual. Ellos habían avisado del ataque, ellos habían planeado eso, ellos tal vez fueron los que hicieron que Tsuna tratara de matar a quien estuviera a su alcance. Las brillantes cenizas de quienes perecieron, ascendían al cielo con violencia, debido a la magia de los hechiceros que dispersaban el lugar. Decenas de vidas que sin distinción se extinguieron. Reborn y Lal habían logrado saltar antes de que el impacto de aquella explosión les llegase, y aun así la caída fue dura y el dolor les recorría el cuerpo. Skull no había tenido tanta suerte, no pudo reaccionar a tiempo. En ese momento estaba en medio de la calle, tosiendo insistentemente e intentando respirar a través de la sangre que de su nariz caía. Aquel asesino de cabellos lilas estaba tratando de no sucumbir al dolor de todas las heridas existentes, que provocaban que de su cuerpo se derramara sangre roja, como era característica de la mayoría de seres mágicos. Los asesinos tenían una resistencia superior a cualquier basura mágica sin importancia, era por eso que no morirían así de fácil, por eso la longevidad se les reconocía siempre.

Pero al final solo estaba la verdad que acababan de presenciar. Un mar de muerte y desolación, miles de brillantes lucecitas siendo trasladadas por la brisa. Ese no era el ángel que los hitman conocieron, eso era… una maldita broma. No podía ser verdad, ni siquiera querían creerlo, pero fueron atacados por el propio Tsuna, quien como si nada, miraba al frente… y ahí algo salió a flote. La mirada vacía, de la misma forma en la que Colonello la tenía… ¡era el colmo!

 

 

—mata al caído — fue la orden del alto mando, quien, a paso calmado, se acercaba a Tsuna nuevamente. El castaño había empezado con su caminata habitual, tomando el control de las aves que salieron volando alejándose de la explosión — ahora

—SI — Colonello entonces se levantaba sin medir esfuerzo. Skull maldecía porque sus piernas le temblaban y el dolor se hacía presente — hasta aquí llegas — la mirada fría, serena, sin emoción alguna, destacaba en lo azul de sus ojos… la misma que Tsuna había mostrado… eran solo dos muñequitos a los cuales se les manejaba con órdenes claras y precisas

—¡cambio de planes! — Fon saltaba ata atacar al rubio, apenas y había salido de las sombras de un callejón. Enfrentó a su antiguo “camarada” en un intercambio de golpes sutiles, con las que logró desarmar a Colonello con rapidez, para después patearlo lejos — tomemos a Colonello, Skull y larguémonos — por primera vez la calmada expresión de Fon se desfiguraba. Estaba angustiado mientras corría para auxiliar a Skull — LAL — su grito se expandió por segundos eternos, trataba de que todos salieran de su impresión inicial

—maldición — la mencionada entonces sacaba su arma. La cargaba con una bala especial, dolorosa, pero no mortal, y disparaba intentando darle al rubio que, al parecer, no lograba reconocerla — Colonello, ¡maldito idiota! ¡¿Acaso no reconoces a tu propia esposa?!

—vamos — Fon cargó en su espalda al herido y vio a Lal golpear el estómago de Colonello y dispararle de inmediato — ¡ahora!

—sin Tsuna… no me muevo de aquí — a paso calmo y elegante, Reborn se acercaba al castaño. No dudó ni siquiera cuando vio a los hechiceros ponerse al frente del “mártir”. Solo veía a la persona que, con ojos cerrados, caminaba sin siquiera tener en cuenta la presencia de los demás… ese mocoso estaba siendo una marioneta… y eso era ¡inaceptable!

—¡Reborn! ¡No es el Tsuna que conocías! — insistió Fon, pero fue ignorado

—CÁLLATE — perdió la compostura cuando vio aquella frialdad en los actos o en la mirada achocolatada — piérdanse ustedes. ¡No los necesito!

—¡Reborn! — criticó Lal, pero al ver a Colonello empezar a convulsionar debido al efecto de la bala, comprendió esa sensación que seguramente Reborn estaba experimentando. La rabia al ver lo que amabas en ruinas — ¡Fon! ¡Encárgate de Colonello también!

—está bien — susurró antes de correr en dirección de la mujer más ruda que conocía y de Colonello. Las cosas cambiarían desde ese momento

 

 

Los hechiceros eran una maldita piedra en el zapato. Derrotaban a tres y los otros tres caídos se levantaban como zombis a seguir batallando. Lo peor de todo era que Tsuna ya casi llegaba al final de la calle y hasta ese momento, nadie había siquiera podido acercarse a menos de un metro, pues Tsuna los repelía con un ataque que los mandaba a volar lejos. Doloroso ataque, pues el cuerpo les punzaba con fuerza y el castaño ni siquiera miraba a su atacante, era como si tuviera un rastreador para las amenazas a su alrededor. Lal ya había perdido dos veces contra Tsuna y Fon unas tres, les pateaba el orgullo que ese castaño tuviera los ojos cerrados y aun así los tratara como niños en la lucha. Los asesinos se quejaban del doloroso golpe, pero volvían a levantarse.

Reborn era más arriesgado que esos mediocres compañeros que tenía. Se colocaba en medio de todos esos hechiceros y les disparaba con todo lo que podía, pero los hijos de puta tenían barreritas decentes que las balas no podían romper, a menos que unas cinco municiones, por lo menos, dieran en un solo punto en concreto. Skull ya estaba de pie, peleando junto a ellos, su habilidad curativa era de envidiar y el rastro de que fue herido, sólo era la sangre roja que manchaba su atuendo. Colonello estaba en el suelo, a varios metros de los que luchaban, el rubio trataba aun de levantarse, a pesar del dolor que debía estar pasando debido a la bala de Lal. En pocas palabras, era una guerra que se daba en una calle vacía, pues los pocos habitantes que sobrevivieron al castigo de Tsuna, habían huido sin pensarlo mucho

 

 

—Tsunayoshi-sama, es hora de irse — un solo mago pasaba caminando junto a Tsuna, ni siquiera se molestaba en ver a los demás, porque estaba bajo la protección del mártir

—aun no… Xanxus-sama dijo… hasta el final de la calle — era la respuesta monótona del castaño

—pero hay enemigos que quieren llevárselo

—no me iré — abría sus ojos poco a poco y continuaba su camino mientras sus dedos repasaban el tatuaje que brillaba en su vientre levemente abultado, demasiado pequeño como para representar cuatro meses de gestación — sólo falta poco

—entiendo, mi señor — inclinaba su cabeza en muestra de respeto y seguía admirado, con un poco de angustia, el escenario de batalla

 

 

Bastó un solo momento, un descuido, una bala, una mirada y cuatro hitmans al asecho. Lo hicieron en un segundo, así, las cosas salían mejor que planeándolas por días. Bastó una sola oportunidad, un descuido, un hechicero de bajo rango que trastabilló y cayó de rodillas, solo con eso la barrera se rompió. Fon agarró al caído, lo lanzó lejos con un ataque físico excepcional, halló un hueco por donde ingresó y le dio la oportunidad a los demás de desquitar sus frustraciones. Los cuatro asesinos rodearon a Tsuna cuando tres hechiceros caídos alteraron a los demás miembros de ese escuadrón. Cuatro armas y las detonaciones instantáneas.

La barrera crujió y el castaño al fin miraba a quienes intentaban cruzar su protección, pero no era suficiente, pues solo eran cuatro balas. Era entonces que un quinto disparo surgió y con ese el ataque definitivo se llevó a cabo. Un rubio jadeaba desesperado mientras se agarraba el pecho, el sudor resbalaba por su frente, sus rodillas temblaban y a pesar de eso dio en el blanco. «Lal… ¿acaso no captaste mi indirecta?» fue la frase de Colonello mientras corría para atacar al hechicero que custodiaba a Tsuna y empezaba a disparar a los demás. Ninguno de los cuatro asesinos “enemigos” a los hechiceros, pidió explicación alguna sobre ese comportamiento tan extraño y repentino por parte de ese idiota. Sólo tomaron a Tsuna, sujetándole de los brazos para que no intentara cosas raras. Colonello mató al alto mando, mostrado una de sus mejores sonrisas, y después se dirigió a Tsuna

 

 

—mi señor… debemos irnos. Su camino ha terminado — el rubio evitó que lo alejaran de Tsuna, incluso forcejeó con el mismísimo Reborn para abrirse paso hacia el castaño — mi señor — castaño lo miró instantáneamente

—es verdad — dijo dejando de forcejear en contra de esas manos que sujetaban sus brazos — y… ¿qué hay de ellos? — pero Tsuna sólo miraba a Colonello, a nadie más que a ese rubio, quien aun trataba de quitarse de encima las manos de Fon que lo empujaban

—los nuevos súbditos de Xanxus-sama… — empujó a Fon y lo fulminó con la mirada, disparó una vez más para alejar a uno de los hechiceros de pie y chasqueó la lengua al ver que Lal detenía la furia de Reborn — súbditos sin libre albedrío como usted y como yo — declaraba el rubio mientras reverenciaba elegantemente a Tsuna — mi señor

—estoy bajo su cuidado — no entendieron esa ligera plática, pero Colonello tampoco tuvo tiempo de explicar. El castaño simplemente se alejó un paso de ese grupo y se centró en Colonello mientras este se acercaba y se postraba ante él — reunirse todos — la voz del mártir salía tan suavemente que parecía un susurro, pero era tan clara que cada asesino lo escuchó. Tsuna entonces cerraba sus ojos y elevaba su mano derecha… empezaba el ritual

—tranquilos… confíen en mi — Colonello les suplicó eso con la mirada, pero sus compañeros no eran fáciles de convencer y aun así el rubio lo intentó — sí, si fingí que estaba bajo esa cosa… después explico — susurraba antes de agarrar la mano de cada uno, tirando con fuerza hasta que cada uno se arrodilló como él. Fingían un respeto inexplicable hacia ese castaño

—bola de… — se negaba, pero Reborn fue jalado por Lal y Colonello a la vez. Cayó de rodillas ante el castaño. ¡Esa sí que la iban a pagar!

—cállenlos — Skull entonces apuntaba a los hechiceros que intentaban acercarse a la esfera que Tsuna creaba — esos imbéciles siguen insistiendo — los demás salían de su pequeña burbuja llena de dudas y apuntaban a quienes trataran de impedir su traslado con Tsuna. La luz que se creaba se expandía como un manto a su alrededor y dentro de su rango, nadie iba a entrar

—Tsunayoshi-sama, el siguiente pueblo… ¿lo recuerda? — Colonello tocaba con la punta de sus dedos, una de las piernas de Tsuna y, a señas, les decía a los demás que lo imitaran

—si… lo recuerdo

—espero sea un buen viaje — sonreía Colonello, pero no expresaba felicidad… sino unos nervios e incomodidad que confundieron a los demás

—dolerá un poco para ustedes. Su magia negra… no es compatible con la mía — la voz monótona del castaño hizo que Skull se erizara, pero era tarde para echarse para atrás  

 

 

¿Doler? Eso fue un castigo divino que les dejó sin aire cuando el portal se abrió, los cubrió, absorbió y aparecieron en otro lugar. Sucumbieron al cansancio, a la agonía y se tiraron al suelo aguantando un sollozo, aunque a un par, el sonido se les escapó de la garganta. Incluso Reborn no pudo levantarse de inmediato, pues su cuerpo tembló como gelatina, aunque no soltara ni una sola muestra de su dolor. Sus palmas tocaron el pasto verde de un lugar extraño, el sol brillaba levemente, pues las nubes cortaban el paso de su luz y Tsuna parecía fundirse con el horizonte, pues la brisa hacía que sus ropajes se movieran con delicadeza, asemejando a una hoja seca que se trasladaba con el viento. Colonello era el único que pudo levantarse para sostener la mano de Tsuna y encaminarlo al refugio que les tocaba ocupar. Ese rubio estaba acostumbrado al dolor de esos traslados, pues había sido guardián de Tsuna desde hace meses.

Fueron los momentos más extraños de su vida, pero ninguno de los asesinos se quejaba y aun así… debían seguir. No hubo tiempo para explicaciones complejas, ni para discutir, pues Colonello apenas les dio un resumen de lo que pasó en esos meses. Una plática “amena” llena de reproches, leves gritos que eran acallados porque el mártir no debía escuchar aquello, empujones, golpes, miradas asesinas, normal en una situación así. Colonello hizo un resumen sobre la magia usada tanto en él, como en Tsuna y de la forma en que el castaño le dio protección para que progresivamente fuera retomando su libertad mental y física, para que actuara en un momento como ese.

Algo que todos entendieron con solo una hora de convivencia, en donde Colonello era como la niñera del mártir, era que estaban limitados en sus accionares. Tsuna era como una muñequita que confiaba solamente en las palabras de ese rubio, así lo habían entrenado, puesto que el rubio era su guardaespaldas y el que tomaba el control cuando todos los demás altos cargos no estaban… y, aun así, era muy extraño que el castaño no exigiera tener a sus hechiceros custodios junto a él, o no protestara cuando los veía morir ante las balas de los que ahora estaban dándole “cuidado”. Todo se estaba enredando cada vez más

 

 

—¿por qué debemos ir a un lugar del cual desconozco su paradero? — Tsuna permanecía sentado en el filo de aquella cama que sería su lecho mientras Colonello, arrodillado, seguía intentando convencerlo — responde Colonello

—Xanxus-sama me ha dicho que es mejor que sigamos un sendero diferente — el rubio había alejado a todos, advirtiéndoles que sería él quien se encargaría de convencer al mártir — El pueblo venidero ya fue visitado, la magia debe distribuirse de forma equitativa

—la ruta se encamina a priorizar las zonas más pobladas… si mi señor no me lo dice, yo no cambiaré la ruta — sin emoción alguna en el rostro, mirada o siquiera en la voz, Tsuna seguía hablando. Los ojos del castaño se dirigían al frente, concentrado en alguna cosa incierta para los demás — volvamos al castillo, Colonello

—mi señor, reconsidere su decisión — seguía insistiendo y a lo lejos escuchaba un forcejeo que seguramente uno de los asesinos armaba — Le transmito las órdenes de Xanxus-sama

—verificaré sus palabras

—un portal repetido tres veces en un solo día, no es bueno para usted ni para su criatura — aún estaba agachando, arrodillado, postrado ante el castaño. La cabeza baja, sin mirar a Tsuna mientras hablaba y los demás solo admiraban la escena con un poco de curiosidad — Tsunayoshi-sama, descansaremos en la siguiente ciudad

—aquí es el refugio elegido, ¿por qué he de salir de aquí? — Tsuna seguía hablando sin inmutarse por el ruido ajeno. Ignorando que cierto azabache de patillas era detenido por dos hombres, para que no ingresara a la habitación que se mantenía con la puerta abierta

—hay peligro cerca, quiero protegerlo — Colonello no dejaba su formalidad ni obediencia

—lo destruiré entonces. Tomaré las vidas que yo mismo extinga, las volveré magia blanca y la regaré en forma de cristales — el castaño cerraba sus ojos y suspiraba — pero el cielo no me dice de peligro cercano

—Tsunayoshi-sama, se lo suplico. Confíe en su siervo, en aquel que ha custodiado su vida por meses, sin fallarle una sola vez

—Colonello

—¡ya basta de todas estas tonterías! — Reborn ya no podía simplemente quedarse quieto e ingresó con rapidez. Se liberó del estúpido de Fon y del fastidioso de Skull para ello. Colonello no pudo reaccionar a tiempo y el hitman lo pateó lejos — escucha dame-Tsuna… ¡escucha bien mocoso! — tomó al castaño con sus manos y lo miró de frente

—nadie puede tocarme — decía cuando las manos del azabache le sostuvieron con fuerza por los hombros, hasta levantarlo y darle frente — ¿no conoces las reglas de mi señor?

—tu señor aquí, soy yo, dame-Tsuna — su furia refulgía por sus retinas. ¡No había pasado por esa agotadora pelea para ser ignorado y retado!

—Reborn, ¡no! — Colonello intentó detenerlo, apartarlo, pero en esa ocasión Lal lo detuvo

—maldita sea, deja que Reborn lo arregle — Lal reprochaba con su mirada, pero como respuesta, esos ojos azules solo le mostraban desprecio, furia y desazón… ese no era su esposo

— no sabes lo que pasará si no lo detengo — con un brusco movimiento se separó de la mujer, pero de nuevo ella lo aprisionaba con más enfado todavía

—deja al patilludo hablar… no tienes idea del estrés que acumula — Lal lo jaló para alejarlo de esos dos mientras el otro seguía en su reclamo

—mi señor es Xanxus — Tsuna habló con seguridad, sintiendo la presión en su piel volverse más fuerte y como aquel hombre lo acercó más, hasta que incluso las respiraciones se mesclaban

—ese malparido solo es la basura de este planeta. Tú me perteneces a mi… la marca en tu cuello era la prueba… ¡dime! ¡¿qué hiciste con ella?!

—mi señor es Xanxus — respondía sin inmutarse, su rostro no cambiaba ni una milésima — Mi futuro esposo, el dueño de mi vida y mi consciencia, señor de la montaña de luz y por ende de todo lo que tiene un brillo de magia… ese es mi señor… Xanxus-sama es mi…

—¡te voy hacer recordar a la fuerza! — su furia se desbordó con esas palabras y zarandeó al castaño que ni siquiera se inmutó

—Reborn, ¡no te atrevas! — Colonello logró acercarse para tirar de ese asesino. Su deber aún latía. Debía proteger a Tsuna — no le pongas un dedo encima… lleva a tu hijo, ¡¿lo olvidas?!

—¡a un lado! — Reborn empujó a Tsuna a la cama, para después lanzar un golpe a Colonello, forcejear hasta que se lo quitó de encima — apártate Colonello… esto no es asunto tuyo

—¡No lo toques! — pero Colonello no pudo acercarse, pues de nuevo tenía a Lal agarrándolo por la espalda

—maldigo tu raza, Tsuna — Reborn volvió a sujetar al castaño. No lo soltó más, lo miraba y seguía haciéndolo hasta que uno de esos dedos trémulos se elevó hasta su mejilla y la tocó

—¿por qué? — al ver la duda en el otro, volvió a repetir — ¿por qué sus ojos son del mismo color de la única seda en medio de mis aposentos? — Tsuna deslizó las puntas de sus dedos por las mejillas ajenas, ascendiendo hasta los pómulos y se detuvo — única en su especie, enérgica, poderosa, la que llama la atención entre tanta blancura

—por cosas como esa, no puedo dejar de enfurecerme — apretó su agarre en Tsuna y lo zarandeó — ¡mi marca! ¡¿Qué pasó con mi marca?!

—me aterra… y me intriga — decía sin dejar de mirar los ojos ajenos, ignorando el maltrato que le otorgaban

—soy tu dueño, es lo que debes sentir. Llevas a mi hijo en tu vientre y deberías llevar mi marca en el cuello… — los asesinos se quedaron sin habla, pues solamente Lal sabía de ese hijo — dime qué pasó… — estaba perdiendo la paciencia, pero esos ojos achocolatados lograban apaciguarlo un poco… a pesar de que estuvieran tan vacíos, no dejaban de ser… un recuerdo

—usted no es el padre — Tsuna no dudó en soltar aquello y el silencio reinó un momento — el único con derecho sobre mí, es Xanxus-sama

—Te voy a enseñar quién es el que manda sobre ti — su voz tomó un toque tétrico, profundo y feroz. Reborn estaba furioso y eso era peligroso

—¡REBORN! — esta vez fueron Fon y Skull los que agarraron a Reborn, quien acababa de lanzar a Tsuna a la cama donde antes reposaba y elevaba su mano en busca de Leon — ¡no te atrevas a tocarlo! — el pequeño camaleón tomó forma de una avecilla y salió volando para huir del lío. Cada brazo de Reborn estaba siendo sujetado por un defensor del castaño y aun así les costaba detenerlo

—aléjate pacifista — le gruñó mientras se deshacía de esos dos con un golpe a puño cerrado, un gancho, una bala con un arma que hurtó del propio Skull y una amenaza — ¡tú me vas a escuchar, Tsuna! — el castaño se estaba levantando cuando fue sostenido de nuevo — tu marca

—nadie puede tocarme sin permiso de Xanxus-sama — respuesta monótona

—¡Reborn aléjate! — advirtió Colonello, pero Lal no lo dejaba acercarse — ¡Reborn!

—¿cómo dices dame-Tsuna?… — hasta una venita le saltaba en el cuello debido al enfado — te castigaré tan…

—no… no me toque de nuevo — la mano de Tsuna entonces se posó en la frente del hitman. Sus dedos abiertos cubrieron por completo el rostro, al menos la mayoría — no oses tocarme — un leve empuje, un susurro y Reborn salió despedido contra la pared contaría a la mirada de Tsuna  

—¡Reborn! — fue la exclamación en conjunto al escuchar el destrozo de la madera de aquella habitación. Estaban impactados, ¿en verdad Tsuna se atrevió a atacar al “mejor” hitman de ese mundo?

—Tsunayoshi-sama — Colonello cortó los pasos del castaño, quien se centraba en aquel hombre que se estrelló contra la pared. El rubio suplicó con la mirada y terminó postrándose ante el mártir — pido disculpas por mi parte y la de los demás — jadeaba debido al esfuerzo de liberarse del agarre de Lal Mirch — son esclavos nuevos, no conocen las normas

—debe ser castigado, reprimido, destrozado y usado como fuente de magia blanca para los demás — el castaño no se inmutaba por las voces alteradas que trataban de ayudar al azabache de patillas, tampoco por las palabras de ese rubio

—¡se lo suplico! ¡perdónelo! — se alteró, pues estaba consiente de quien era Reborn y lo que Tsuna sentía por ese hombre, eso, a pesar de que en ese momento la mente de Tsuna no lo reconociera — hablare con él y…

—Colonello — Tsuna soltó un leve suspiro largo y el mencionado elevó la vista hacia su “dueño”, quien tocaba su vientre — es tarde

—es cierto — entonces el rubio se levantaba con prisa, aliviándose porque aquella hora había llegado para su beneficio. Colonello se dirigía a los demás con ansiedad y con seriedad les soltaba la orden — es hora de que todos salgan. Lleven a Reborn a una cama, déjenlo descansar porque solo fue noqueado

—¿cómo dices eso tan tranquilo? — reclamaba Lal

—ahora, largo — pero el rubio no dio explicaciones. Empujó a todos y se disculpó con ademanes de su mano antes de dar un portazo. Se encerró en ese cuarto sin decir más… porque tenía una tarea que hacer

 

 

El castaño se acercaba a su cama, pero no se sentaba, prefería arrodillarse en el suelo junto a ella mientras con sus manos rodeaba su vientre. Colonello entonces ubicaba el cesto de frutas, las diversas botellitas de bebidas, un conjunto de suaves telas y empezaba a preparar la posada de Tsuna para su meditación, preparación y recuperación. El castaño empezaba a tararear algo mientras de sus manos surgía leve niebla que tomaba forma y empezaba a envolverlo. Las telas se colocaban rodeando al castaño, las frutas en cinco pequeños platos lo rodeaban, la bebida era servida en copas de cristal brillante y Colonello procedía a sentarse en la puerta para que nadie interrumpiera aquello.

Las cosas empezaban a levitar mientras Tsuna continuaba con el ritual, pues era una forma de reponer las fuerzas perdidas por usar su magia durante el día. Su alma abandonaba el cuerpo en forma de una pequeña gacela formada de niebla que recorría la habitación, brillando mientras danzaba en formas desconocidas. El cuerpo vacío se alimentaba con paciencia, alternando cada plato con las frutas y las copas, el cántico no cesaba y las telas envolvían el vientre de Tsuna que comenzaba a brillar. Colonello se sabía de memoria el proceso, no por nada estuvo con Tsuna todos esos meses. Era un proceso largo, a un tiempo específico y respetado, incluso, por el mismo Xanxus

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

A pesar de que estoy exhausta, quise subir este capítulo, simplemente para satisfacción propia XD y aun así, espero que lo hayan disfrutado jejeje

Muchas gracias por leer

Muchos besos~


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