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Todos fuimos personas por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Espero lo disfruten

 

 

Tsuna adoraba que los meses pasaran, de nuevo llegaba el final del otoño a su vida y con ello el invierno otra vez. Recordaba los últimos dos años que vivía con su actual dueño. Pasaron muchas cosas en ese tiempo. Disfrutaba de ayudarlo a hacer buenas acciones, las mismas que si sus cálculos no estaban mal, en unos meses completaría la cuota y lo vería en la forma adulta. El castaño se preguntaba cómo sería, aunque lo que no dudaba es que esas patillas seguirían intactas. Le gustaría ver esos ojos negros y el elegante cuerpo, tal vez se parecería a su tío que era un hechicero al cual le gustaba ejercitarse, con cuerpo tonificado. Tal vez como su padre, un hombre duro pero a la vez gentil. O tal vez como su primo… Xanxus, quien era amenazador y… Tsuna entristeció al recordar aquello. Hasta donde supo, el cargo ya fue cedido y la magia volvía a dominio de la línea segundaria de la familia, se preguntaba acerca de sus padres, tal vez tuvieron un hijo más, quien sabe. Con 16 años Tsuna se deprimió un poco al recordar su antigua vida. Sentado bajo un árbol con la canasta que llevaba para recolectar las últimas plantas, entre ellas medicinales, que necesitaba para guardarlas y experimentar con ellas en hechizos líquidos. Se quedó allí, suspirando y mirando al vacío. Vio los copos de nieve caer, los primeros en ese invierno que ahora llegaba legalmente

Dejando todos sus pensamientos depresivos, regresó al que consideraba su hogar, aunque cuando terminara todo, tendría que irse de nuevo y buscar algún sitio donde vivir por su cuenta. Sería solitario, pero el dueño de casa se lo advirtió cuando cambió la condena de los arcobalenos. Y aun así Tsuna no quería irse, le gustaba ese lugar, le gustaba la compañía de Reborn. Caminó por el bosque que dividía el mundo humano del mundo mágico, recolectando las cosas que necesitaba. Sonrió colocándose el sombrero para evitar que los copos se acumularan en su cabeza y caminó con calma hacia su casa. Tarareaba algo mientras ingresaba, escuchó un ruido y vio una sombra a lo lejos, iba a preguntar algo, pero no pudo.

Dolor… un punzante dolor se instauró en su hombro, cayó al suelo con violencia y jadeó al sentir aquella zona punzar horriblemente. Reconoció el aroma a veneno y se asustó, era un cazador humano, pero… ¿por qué lo atacó? Los humanos no atacaban seres mágicos, mucho menos si estaban solos, eso era lo que quería pensar. Pasos, eso escuchó, muchos pasos… no era solo un humano, eran varios. Sus lágrimas brotaron pues tenía miedo y no quería morir, escuchó muchas historias donde muchos humanos torturaban a sus víctimas hasta matarlas… no quería un destino así de cruel

 

 

—lo hicimos, ¡cazamos una bruja!

—no… por favor – Tsuna se levantó guiado por su instinto de supervivencia. Tomó sus hierbas en la canasta y rompió la flecha clavaba en su hombro, quitándola como pudo. Sentía su sangre brotar, sangre azulada distintiva de su especie, aunque nadie lo creyera. Sus lágrimas brillaban en colores intensos y corrió – ayuda – susurró con esfuerzo mientras empezaba a huir

—¡se escapa! ¡Atrápenlo!

—no pueden – sollozó mientras corría desesperado – no pueden hacer eso… ¡yo no los he dañado! – tenía que llegar al borde del bosque, a la zona mágica donde podía pedir ayuda a cualquier criatura mágica que pasara por allí. Era su única opción

—¡eres un brujo! ¡Tu existencia es una aberración!

—AAAAAHHH – gritó al sentir tres flechas incrustarse en su espalda – YO NO LOS HE DAÑADO – gritó, pero siguió corriendo ignorando el malestar en su cuerpo. Sus piernas le punzaban y su cuerpo sangraba horrores, pero ya veía el filo del bosque. Su atuendo negro no dejaba ver la mancha azul que se expandía por la tela blanca del suéter interno 

—MÁTENLO ANTES DE QUE LLEGUE – Tsuna sintió una flecha más en su espalda y dolió horrores, su ser se desgarraba, sentía un líquido cálido internarse por sus venas y dirigirse a sus pulmones y pecho. El veneno poderoso le estaba afectando con rapidez, el dolor por su carne rasgada lo hizo caer. Sintió una cuerda en su cuello y desesperado usó su magia, recitó algo rápido e hizo explotar la tierra a su alrededor

—AYUDA – gritó mientras empezaba a correr de nuevo – ¡NINFAS! ¡AYUDA! – pero no le contestaron y sintió algo atravesarle… un disparo, ¿desde cuándo esos humanos usaban balas asesinas? – Reborn… san – pero no eran balas comunes, esa aura, esa presencia la reconocería, era su dueño… y no lo atravesaron, solo fue su miedo haciéndole ver cosas

—¡muévete dame-Tsuna! ¡Si llegas aquí nada te pasará! – esa voz infantil guió al muchacho y sus piernas se movieron mientras escuchaba a sus perseguidores – te falta poco

—Reborn-san – dijo cuando cayó a la zona mágica, donde estaba protegido y veía al pequeño niño sonreír

—ya estas a salvo – sonrió al ver que los humanos llegaban a la barrera doble, en la cual todos empezaban a gritar adoloridos y retrocedían. Esos idiotas no sabían que la primera barrera era una simple prueba… la segunda era letal, pero fueron muy atrevidos al desobedecer la ley de las ninfas del bosque. Aquella que dictaminaba la región que era el límite entre los mundos y jamás debían ser cruzadas

—me duele – Tsuna sollozó pues su espalda ardía, su pecho se compungía y hasta le costaba respirar

—fuiste un tonto en ir allí solo. Te dije que no lo hicieras… confías en quien no merece tu confianza – decía mientras sin más arrancaba las flechas envenenadas de la espalda del castaño. Sin cuidado alguno, usando su pie para pisar aquel cuerpo y de un solo jalón retirar la porción de madera – por tu ingenuidad terminaste así… no vuelvas a confiar en ellos – dijo y le dio vuelta para ver esas lágrimas de colores surgir

—puedo confiar en usted – susurró mientras jadeaba por el dolor

—no confíes ni en mi – dijo mientras se acercaba para acariciar el rostro del castaño – porque soy quien puede asesinarte

—pero… es usted – sonrió mientras veía el chupete brillar – y al salvarme… se ha ganado mi confianza – habló mientras apuntaba al chupete

—¿qué demonios? – brilló. El chupete amarillo brilló y empezó a quebrarse – ¿cuándo? – aunque el azabache dejó de ver los números cambiantes en cierto punto, no se fijó que llegaba a la cuenta final. Pensó que aún faltaba algún tiempo para aquello

—ya es hora – el castaño herido se sentó solo para observar cómo todo pasaba… quería apreciar en detalle esa transformación

 

 

La luz iluminaba al hitman mientras el chupete se quebraba, pedazos caían al suelo, la cadena se deshacía también, creando leves lucecitas que se desvanecían como copos de nieve sobre su manto blanco. Tsuna quedó mirando todo con tranquilidad, vio como esas pequeñas manos crecían al igual que el resto del cuerpo de ese hombre, quien se acostumbró a vestir de traje negro y camisas como lo hacían los humanos en las fiestas. Vio como esas patillas se conservaron, y como aquel cuerpo crecía de a poco. No había dolor alguno, sólo sorpresa en el rostro del arcobaleno. No duró mucho hasta cuando Reborn vio el chupete caer al suelo y desaparecer. El azabache revisó sus manos y se levantó admirando el mundo de forma diferente. Su cuerpo adulto estaba de nuevo a disposición. El brillo desapareció y el hitman buscó a Leon con la mirada, lo halló en la mata de cabellos castaños y descendió su mirada al iris chocolate que lo observaban con una sonrisa en ese rostro. Las lágrimas del castaño descendían aun y cuando todo terminó escuchó un “es libre” por esa voz tranquila y dulce, para luego verlo caer al suelo como cualquier cosa sin vida

Las heridas humanas no mataban a los seres mágicos, las flechas y venenos causaban el dolor que debería, pero no eran mortales. Lo que era mortal era soportar esos tratos por días y semanas, pues era tanto dolor que el ser mágico acababa pidiendo su propia muerte y el cuerpo se suicidaba. Los humanos se jactaban de matar seres mágicos, pero lo que en verdad hacían, era lograr que el ser mágico se quitara la vida por su cuenta propia, pues era mejor morir que vivir ese infierno.

Reborn cargó a Tsuna en sus brazos sin dificultad alguna. El castaño era delgado y pequeño, a su edad debería haber crecido más, pero apenas lo hizo unos centímetros nada más. Lo llevó con cuidado, como si a una valiosa joya se tratara, caminó de forma delicada y pausada para que Tsuna no se moviera mucho. Los copos empezaron a caer más intensamente formando una capa, fue así que la tormenta lo atrapó a un kilómetro de la cabaña y el blanco piso le recordó cuando encontró al niño que lloraba entre sueños debido al dolor. Su mente se llenó de recuerdos, ¡maldita mente que le jugaba malas pasadas en ocasiones como esa! Sintió paz al llegar a la cabaña, dejó a Tsuna descansar en su cama en la única habitación del lugar, quiso curarle las heridas, pero no fue necesario, porque Tsuna despertó cuando intentaba quitarle el suéter.

 

 

—Reborn-san – el castaño abrió sus ojos y se quedó viendo el lugar un rato mientras su respiración se volvía más calmada y aliviada

—te curaré las heridas

—Reborn-san… Reborn-san – se levantó y abrazó al mayor con desesperación, aferrándose a la espalda del mencionado y dejando que sus lágrimas cayeran – ya está libre, lo está

dame-Tsuna piensa en ti primero – le regañó y aun así acarició la espalda baja del chico, escuchándolo sollozar – fuiste muy estúpido al ir allí sin…

—las heridas ya cerraron – sonrió alejándose – perdón por mi atrevimiento, pero me alegra que haya vuelto a su forma original – suspiró mientras se acomodaba un poco en esa cama y se limpiaba las brillantes lágrimas

—fue más rápido de lo que pensé — su expresión neutral no delataba el pequeño lío que tenía en su mente al ver al castaño de esa forma. El muchacho parecía más feliz que el propio adulto

—es porque hacía cosas sin darse cuenta. Seguramente fue eso – sonrió mientras se sentaba en el filo de la cama – yo… yo estoy feliz de que se liberara de la maldición y… que me ayudara. Muchas gracias por eso

—yo solo alejé a los atacantes, te salvaste solo – refutó las palabras de ese niñato

—pero me ha traído a su casa nuevamente, con la intención de curarme… gracias — una sonrisa sincera se le escapaba sin siquiera darse cuenta — lamento haberle causado un problema más

—hago lo que quiero — se sentía estúpido por haber hecho una buena acción por ese castaño — y si te hubiese dejado ahí… serías comida de algún animal – trató de no darle importancia al asunto, pero… adoraba la bondad en ese cuerpo pequeño

—Reborn-san… usted es muy atractivo en su forma adulta – sonrió avergonzado al ver el perfil maduro del azabache, quien sentado cerca de él… le intimidaba – ahora entiendo sus ansias por volver a tener su cuerpo

—que buen halago – sonrió orgulloso de tener su atractivo cuerpo de nuevo

—ya que cumplí con mi pago, supongo que ya no me necesita – sonrió ocultando su amargura – supongo que debo irme ahora… fue muy divertido vivir con usted… me gustó mucho tenerlo por compañía – sin esperar nada se levantó de la cama y cedió una sonrisa alegre

—te morirás en el frío… ha empezado una tormenta

—yo sé que le gusta la soledad – desvió su mirada y jugó con sus dedos – estuve aquí para su beneficio, cumplí con el trato y ahora le cederé su soledad de nuevo… muchas gracias por su hospitalidad – reverenció al asesino y soltó una pequeña lágrima. Era el momento de partir

—¿por qué lloras?

—porque me alejo de la persona que me gusta

—¿y qué te hace pensar que yo te correspondo? – sonrió con burla, pero no dejó de admirar cada amarga lágrima que caía al suelo

—es por eso que debo irme ahora – levantó su mirada decidida – ya puedo usar mi magia, gracias a usted aprendí a sobrevivir… le debía muchas cosas y devolviéndole la forma que desea se lo pagué… debo irme ahora antes de sentir su rechazo porque eso me mataría

—no te he rechazado dame-Tsuna — jugar con las emociones del pequeño era divertido, en una forma retorcida e insana

—he sido un tonto en dejarme arrastrar en emociones con alguien que podría matarme – suspiró tragándose el dolor y todas esas emociones que jamás debió forjar – lo siento… me he enamorado de usted aun con su forma pequeña

—ya cállate – se levantó y jaló al castaño hasta dejarlo en su cama – eres solo un niño que está cegado por ingenuidad – lo aprisionó con su cuerpo y agarró cada muñeca al lado de la cabeza del menor – si te has enamorado, ¿lo correcto no sería esperar una respuesta positiva?

—si me hago ilusiones, la caída es más dura – una lágrima se le escapó, una gotita brillante de colores que se resbalaba por su mejilla – y eso duele mucho… por eso no espero que la vida me trate bien

—tus palabras emotivas me molestan mucho, dame-Tsuna – gruñó fastidiado acercándose al rostro del más pequeño para lamer aquella lágrima de colores y sorprenderse por el dulce sabor de la misma – soy tu dueño… lo he sido desde que te salvé la vida y ahora me escucharás. No te vas a ir porque simplemente no quiero. Si intentas escapar, te ataré y te traeré de nuevo – decía acercando su rostro al del menor – si me traicionas, te mataré sin piedad

—¿cómo podría traicionar a quien… a quien amo?

—porque desde ahora eres mío, en cuerpo y alma. Te haré una marca que nunca podrás borrar – sonrió con malicia a la vez que descendía para morder el cuello del castaño, incrustando sus dientes, escuchándolo llorar de dolor y gemir bajito por la ruda acción – que linda marca – sonreía el azabache al terminar de lamer el cuello en esa zona atacada y apreciando el dibujo de un sol en tonalidad negra

—¿por qué hizo eso? – se quejó aun lagrimeando

—porque desde ahora serás mío muchacho… es mucho mejor si tú me amas, porque así será más divertido – sonrió y antes de escuchar absurdas protestas o lo que sea, besó esos labios carnosos. Los besó con delicadeza primero, saboreando cada parte de ellos, mordiéndolos para que el menor se quejara y abriera esa boca la cual exploró con gula. Deslizando su lengua por cada rincón disponible, danzando con la tímida lengua del castaño que respiraba agitado entre el beso – me cederás tu vida, Tsuna… y yo la tomaré con gusto

—yo lo amo, Reborn-san – sollozó con euforia pues escuchaba esas amenazadoras palabras y lo único que entendía era que podía quedarse a su lado, nada más que eso

—lo sé – sonrió lleno de satisfacción, aunque no lo reconocería. Mordiéndole el labio con un poco de fuerza empezó su deleite – y por eso estás aquí, en vez de haber huido cuando pudiste. Será tu condena niño… porque cuando me encapricho con algo, no lo dejo ir así de fácil

—entonces me quedaré – sonrió como siempre y el hitman jamás aceptaría que esa sonrisa lo llenaba de vida

—¿sabes cómo mancillas un alma pura? – dijo con malicia mientras soltaba una de las muñecas del más joven y dejaba que su mano descendiera acariciando el cuerpo del menor por encima de la tela – adivina, Tsuna

—Reborn-san… es el experto… yo no tengo ni idea – lo miró con duda y un poquito de temor pues esos ojos negros le daban escalofríos. Era un asesino, de eso no cabía duda. En aquella mirada estaba la malicia, maldad y sobre todo, crueldad

—pues mi cuerpo ha estado inactivo muchos años, y tú serás con quien me desfogue – sonrió mientras miraba al menor tragar saliva y estremecerse justo cuando de un tirón le subió el suéter y lo demás, mostrando la suave piel

 

 Continuará...

 

 

Notas finales:

Ya estoy escribiendo la continuación... creo que me pasé un poco XD

Nos vemos~

Besitos~


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