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Notas del capitulo:

Holi~

Bueno tengo problemas en casa con mi compu

Pero logré que me prestaran una compu para actualizar XD

Debo informarles que desde aquí la historia es diferente. Cambié muchas cosas y bueno, esta es la continuación de mi historia original ^^

Disfruten~

 

  



—lo siento – fue la frase que escuchó Reborn una noche cuando acababa de dejar sin aliento al pobre castaño, quien reposaba boca abajo en la única cama de aquella casa 

—¿de qué hablas? 

—de esto – susurró levantándose y sentándose. Mostrando la desnudez que le avergonzaba y miraba esos ojos negros que adoraba 

—¿de manchar mi cama? – se burló mientras recogía un poquito del semen recién derramado 

—no de eso – suspiró y su mirada pasó a ser melancólica 

—¿entonces de qué? 

—de esto – dijo chasqueando sus dedos y Reborn quedó sin poder moverse. Veía, escuchaba, sentía, pero no podía moverse o hablar. Presenció como el castaño empezaba a llorar mientras lo acomodaba en esa cama y lo arropaba – Reborn-san… en verdad lo siento… yo debo irme. Se cumplió mi plazo extendido – esas lágrimas eran tan dolorosas que el azabache sintió también ese dolor a pesar de lo enfadado que estaba con la osadía de ese mocoso – dentro de mi tengo a su hijo – y Reborn quiso gritarle que era estúpido porque los chicos no se embarazaban, pero… era un hechicero, ¡por Dios! ¿Qué de raro sería eso? Un hechicero podía maldecirlo, sería fácil darle un hijo también – un hijo que tiene sangre de asesino y de hechicero… la profecía debo cumplirla… y por eso debo irme – Tsuna sollozó con dolor, pero reuniendo valor debía terminar de explicarle al hombre que lo miraba con detenimiento silencioso – me enamoré de usted sin pensar que yo era quien cumpliría la profecía.  

 



“Un híbrido entre dos especies enemigas a de nacer, y el control del mundo mágico a de poseer. Porque solo así, el equilibrio se mantendrá, y la desgracia desaparecerá” 

 



—… – Reborn quiso decirle que odiaba sus rimas tontas, pero no podía… solo miraba el dolor en el castaño  

– tuve la visión ayer. La marca sagrada apareció en mi vientre – dijo tocándose la parte que brilló de repente mostrando que era verdad – debo irme y cumplir… lo siento, yo desearía quedarme con usted para siempre – un besó tan cálido fue puesto en los labios del asesino que pudo empalagar a cualquiera y el propio Reborn sintió incomodidad por ese acto – no intente buscarme porque será imposible… aún si quiere matarme por esto, no debe buscarme porque quiero verlo vivo. Porque lo amo tanto que si usted muere yo me moriría también… mi hijo sabrá que amé a su padre… sabrá quién es usted, pero jamás lo verá y yo tampoco 

 


El castaño tomó su ropa, su libro y su sombrero. Besó una vez más al azabache que no se movería en 24 horas y se fué. Corrió por los bosques, por los llanos, cruzó ríos y desapareció mientras sus lágrimas brotaban por el dolor de dejar su hogar y a su amor. Desapareció de los lugares habitados por los seres mágicos y llegó a la montaña de los hechiceros, la de luz… allí le abrieron las puertas y recibieron como a un héroe. Pero cuando la madre y padre de aquel castaño lo recibieron… se quedaron helados, pues esa hermosa luz que su hijo tenía en sus ojos, había desaparecido. No entendieron la razón, pero… tal vez se imaginaban cual era 

 


—está hecho – Tsuna habló con amargura – en el vientre traigo al niño de la predicción. Mi hijo y el de la persona que podría matarnos a todos. Respirad tranquilos porque… en base a mi dolor, sus vidas seguirán encendidas 

—fue necesario – habló el actual líder – al menos te divertiste, escoria 

—dame una excusa y te mataré, Xanxus – habló con rabia, pues para salvarlos a ellos… él y su hijo tenían que sufrir 

—debo agradecerle al asesino porque te hizo fuerte, escoria… ya era hora 

 



Pero el castaño no dijo nada más y se perdió entre los aposentos de color blanco que ahora serían su prisión, su celda, su lecho, su hogar… su nada, porque sin Reborn no quería bienes materiales. Las blancas cortinas, las blancas almohadas, las blancas telas de la ropa que debía usar, las blancas plumas que adornaban el lugar, la blanca alfombra, la blanca… la blanca condena lo rodeaba. La misma que cuando el castaño la tocó, se tornaron negros, tanto como los ojos de aquel hombre del que se enamoró… el lugar sagrado oscureció, la profecía estaba completa, pero el dolor de Tsuna recién empezaba a formarse  



 

 

El amor a veces dolía y cuando al fin pudo moverse, el azabache lo comprendió  

 

 



La rabia de un asesino de criaturas mágicas era inmensa, era poderosa, como una bruma negra que envolvía y asfixiaba. La furia de Reborn era mucho más grande que cualquier otra, pues cuando el momento preciso donde su cuerpo pudo moverse llegó, vio un pequeño paquete que contenía un collar. Ese collar que Tsuna había fabricado con rocas brillantes, minerales que el castaño mismo creó. El mocoso le había dejado un recuerdo… y como para aumentar su aura asesina, estaba lo que escuchó. “llevo un hijo suyo” PROFECÍA SUS BOLAS, porque un hijo suyo, era eso… SUYO y de nadie más  

 



—maldita sea tu raza – bufó enfadado mientras agarraba lo primero que encontraba y lo estampaba contra la pared – ¡maldita sea tu existencia! – furioso tomó la lámpara de aceite y la lazó por la ventana rompiendo el vidrio de paso – ¡maldito seas, Tsunayoshi! 

 



Reborn se desquitó con todas las cosas que encontró, necesitaba desahogar sus más bajas emociones. Destruyó muebles, paredes, ventanas, adornos, recuerdos. Lo hizo para calmar su furia, su dolor… porque esas lágrimas, que cayeron de esos orbes caramelo, eran tan lastimeras que le dejaron un amargo sabor de boca. Su corazón se estrujaba y su cuerpo se estremecía erizando su piel. No era frío, no era temor, mucho menos compasión, era rencor del más grande y que nacía de la boca de su estómago. Su maldición estaba rota, su cuerpo estaba de vuelta, ahora podía sentirse completo, pero no era así… en su cuerpo, en su mente, en su podrida alma faltaba algo… algo… un algo que tomaría con sus manos y mostraría al mundo que era suyo  




—no lo hiciste a voluntad – razonó cuando ya su cuerpo estaba cansado de romper cosas y sus manos punzaban por la fuerza que usó para agarrarlas – te obligaron – miró el techo y suspiró – para lo que me importa. Una molestia más — frunció su ceño con rabia 


 

 

Reborn se quedó allí sentado, en la silla que medio se salvó de su desate temperamental. Miró a la nada por minutos eternos, rememorando cada hecho del que el castaño fue partícipe y cuando le dio frío por la desnudez, se colocó su traje. Recordó cuando el propio castaño se lo dio, con esa hermosa sonrisa brillante y espléndida, con la mirada luminosa que era adornada por las pestañas levemente abundantes. Maldecía cada memoria en esa morada, tal vez no debió haberle dejado quedarse y dejar su aroma en la casa. Era una maldita molestia girar y rememorar alguna cosa, un detalle, por mínimo que este fuera  

 



—me desobedeciste. Rompiste promesas – bufó mientras encendía un cigarro que halló por allí – y peor que eso, te llevaste A MI HIJO – su mirada se afiló y la escondió detrás de la fedora, la cual acomodaba con elegancia usando una de sus manos – te dije que te mataría y eso haré – Leon, que se había escondido debido a la furia de su dueño, salió hasta posarse en la mano de Reborn y después en aquel sombrero – y para eso Sawada Tsunayoshi… debo encontrarte. Te ataré a mi cama hasta que traigas al mundo a mi hijo… te mancillaré cuantas veces me plazca y cuando tenga lo que quiero… te mataré  



 

Esas fueron las palabras de un asesino con una fama tan asquerosa, que solo eran comparables con los otros hijos de puta que ahora estarían aun luchando por liberarse de la maldición. Aquellos sonidos que prometían una muerte a su esclavo, resonaron en las paredes de aquella cabaña, rebotaron, se perdieron en el aire. Reborn sonrió con malicia cuando en su mente se forjaba una posibilidad que le satisfacía enormemente. Aprovecharía para vengarse de los malditos que le colocaron aquella maldición, eso mientras castigaba a su esclavo de paso. Ya planificaba el asesinato de cada ser despreciable que merecía la peor de las muertes, maquinaba planes, planeaba una treta infalible, pero para eso debía empezar con su investigación. El castaño no debía estar tan lejos, solo fue un día de viaje, nadie recorría tantos kilómetros de camino en un día… a menos que tuviera alas y volara por los cielos, pero eso era imposible a menos que seas un Pegaso   


  



Pero todo era posible… 


 



Los aposentos de aquel muchacho, quien traería el equilibrio preciado al mundo lleno de magia, estaban adornados por telas de seda, cachemira, velos, tul y hasta de organdí que caían desde el techo. Cual pétalos de flores, danzaban levemente como si el viento les llegara de repente, pero no había brisa alguna. El conjunto, sólo eran impedimentos semi transparentes, bloqueos leves, para acunar al cuerpo frágil que llegó hace poco. No había algo que las estuviera manipulando, al menos no algo visible porque su actividad se debía a otra cosa  


 


—incluso estando dormido, usa su magia — Iemitsu, el padre de Tsunayoshi Sawada, se encontraba en la entrada de aquella habitación considerada como sagrada desde el mismo instante en que Tsuna pisó el castillo en la montaña de luz — de aquí salió sin saber nada más que unos pocos hechizos — se peinó sus cabellos rubios con los dedos y después acarició la leve barba que mostraba  

—su respiración mueve todo a su alrededor — el abuelo, un anciano con su piel atravesada por diversos caminitos arrugados, mostraba serenidad al presenciar aquello — tal vez ni siquiera sepa que su cuerpo está cambiando 

—no puedo creer que Nana y yo creamos aquello — cerraba sus ojos mientras con su palma abierta de forma horizontal, señalaba a Tsunayoshi, quien reposaba en medio de varias almohadas sobre el colchón sencillo — no creí que aquel pequeño ser que sostuve entre mis brazos... — soltó el aire mientras apretaba el sombrero en punta que llevaba en una de sus manos — se condenaría a sí mismo de esta forma… ha caído en el abismo de la desesperación y… 

—no reniegues de tu hijo — regañó el anciano mientras miraba la habitación hundida en tinieblas debido a su decoración en colores negros — lo has amado siempre, sigue haciéndolo  

—hay sentimientos divididos en mi alma, padre — dijo suspirando profundo, evitando mirar al castaño, el mismo que le daba el único toque colorido a esa habitación — ha cometido una deshonra 

—aun así lo amas… no te mientas Iemitsu 

—no debo amarlo, no tengo ese privilegio, nadie lo tiene. Solo sé que trae en su vientre a una quimera… 

—y con ello salvará nuestro equilibrio  

—pero él sabe que entre nuestra gente está prohibida la relación con alguien ajeno a nuestra pureza — se quejaba con susurros — Tsunayoshi no solo escapó, sino que… que… 

—Iemitsu — el anciano golpeó levemente la frente de su hijo mayor — ¿no crees que todos hemos provocado esto? Discriminado o tachado por el tipo de magia que usa. Renegando de su naturaleza y haciéndolo a un lado mientras veíamos solo al siguiente sucesor de magia negra existente… nosotros lo empujamos a un abismo de… 

—no se incluya en esto, padre — su alma dolía al escuchar esa verdad tan dura — la culpa es mía, de Ricardo y de Xanxus  

—pero yo no lo impedí 

—usted conocía la predicción — dijo con amargura mirando a su padre — usted sabía que esto debía pasar para que la ayuda del cielo llegase  

—y aun así era mi nieto — sonrió con dolor — cualquier abuelo sacrificaría todo por un poquito de paz o de un futuro feliz, por su nieto… yo me quedé callado cuando su mirada suplicaba ayuda. Nunca supe aliviar su dolor, aunque sea con una caricia  

—actuó como un líder 

—¿y eso importa ahora?... Mira — dijo admirando al castaño — incluso en ese estado llora — admiraba que una por una, esas lágrimas brillantes descendían con constancia — sacrifiqué a una vida tan brillante y bella, simplemente por un par de milenios más en donde la magia siguiese existiendo con la misma fuerza que desde sus inicios  

—es lo correcto 

—un heredero de magia blanca coda dos milenios. Un sacrificio de nuestra propia raza por el bien común — dijo con seriedad — un bebé tan solo, un jovencito que nada sabía hasta hace algunos días 

—no controlamos sus acciones 

—pero yo sabía su futuro, se los conté a ustedes. Fuimos capaces de encaminarlo como a un fénix ciego — se acercó a paso calmado hasta tocar una de las telas que descendían con gracia — podíamos mantenerlo puro, inocente, en una burbujita de felicidad para consumir su magia poco a poco dejando que miles de seres mágicos muriesen, pero a cambio tendríamos la dicha de ver a Tsunayoshi con cada año que pasaba en su vida. Sin que se diera cuenta, nosotros seríamos el puente para consumir su magia poquito a poquito y distribuirla a este mundo. Él hubiese tenido una vida corta en comparación a nosotros, pero feliz… Pero elegimos dejar que saliera de esta tierra para que alguien lo manchara, haciendo que naciera un niño con doble marca, un sucesor poderoso que mantuviera el equilibrio con su sola presencia y que le arrebatara la vida al castaño de un solo golpe mortal mediante su nacimiento — sus manos longevas temblaron al revelar aquella amarga verdad que le carcomía la conciencia desde que el cielo le confirió el secreto  

—fue necesario — Iemitsu se acercó a su padre y le sostuvo una mano — él morirá y distribuirá su magia a todo ser mágico viviente. Nadie más que él, morirá  

—es tu sangre y la mía — reclamó con su mano en el pecho 

—es el elegido por el cielo 

—ocultas tu dolor en un rencor hacia un niño que no se lo merece — Timoteo sollozó con dolor — te mientes, te odias, te quieres castigar y solo reflejas esas emociones en Tsunayoshi  

—trato de no aferrarme al amor que siento, porque me dolerá más cuando el cielo me lo arrebate para llevarlo a su gloria   

—deberías amarlo hasta que el día llegue — su voz se quebraba con cada palabra, sus piernas no aguantaron y se doblaron. Su hijo lo ayudó a bajar con calma hasta tocar el suelo — se lo merece 

—no — susurró con tristeza. Iemitsu se obligó a cambiar todo su amor por indiferencia desde que supo esa verdad… cuando Tsuna tan solo tenía ocho años — no se merece ser siquiera tocado por sus propios asesinos — se arrodilló junto a su padre — somos la peste que no supo adorar a un ser tan puro, nacido como mártir en este mundo. No podríamos reclamar la dicha de ser apreciados por alguien a quien despreciamos por ser diferente al resto — escuchó el amargo lagrimear del más longevo y soltó el aire — cálmate, padre mío 

—mi pequeño Tsunayoshi  

—sé fuerte Timoteo — aquella voz nació desde la mitad de ese cuarto oscurecido por las tonalidades negras de los objetos que lo conformaban — te has aguantado la agonía durante ocho años y un poco más — de entre los cojines se elevaba el cuerpo del castaño, aun usando su atuendo que lo reconocía como un hechicero — no caigas ahora porque es patético  

—no te atrevas a decir eso del hombre que por décadas logró la estabilidad de este mundo regido por la magia —ordenó Iemitsu, pero solo podía ver el vacío en esa mirada  

—si me hubieran dicho que yo tenía que ser el sacrificio… lo hubiera hecho con una sonrisa —chasqueó sus dedos mientras susurraba una rima suave. Las sedas entonces se aclaraban de a poco hasta su originalidad blanca — lo único que hubiese pedido a cambio, hubiese sido un poco de cariño de parte de los líderes de esta familia 

—Tsuna, yo lo siento — el anciano entonces se ponía de rodillas y agachaba la mirada  

—lo único que obtuve de ustedes fue desprecio, miradas gélidas, un trato peor que el de un condenado a navegar por el mar del averno — sus lágrimas se detuvieron entonces mientras que aquella tela fina se movía sola, abriéndole paso para que él se posara frente a los dos hombres — pero ya no importa  

—no puedes salir de ahí sin mi permiso, escoria — Xanxus entonces aparecía con porte elegante y haciendo resonar cada paso que daba contra aquel suelo brillante, asemejando o pareciendo hecho de cristal — permanece dentro de tus aposentos mientras yo esté aquí, basura  

—el privilegiado de esta familia — Tsuna miraba al azabache de hermosos ojos rojos, que con altanería se sacaba el sombrero en punta y peinaba sus cabellos — ¿qué desea de mí, el señor de la montaña de luz? 

—has llegado usando portales. Has cursado espacios enormes en un segundo y me dices… ¿qué deseo? 

—tu ignorancia me asombra, primo 

—no creas que por ser el salvador de este mundo te voy a considerar una mujer delicada, Tsunayoshi — sonrió divertido porque esa actitud jamás fue apreciada en el menor — tendrás que cumplir con la condena que te designaron  

—déjame al menos descansar un día — apretó sus labios mirando a su primo con desprecio e ignorando a los otros dos. Estaba cansado, harto, dolido, no quería que su bondad saliera a flote — he pasado en una tortura sin precedentes desde que el cielo me envió esa predicción  

—me importa un carajo. Te vistes y te presentas en la puerta en una hora astral… el mártir debe cumplir su labor 

—Xanxus, deja que descanse — pero la protesta de Timoteo fue ignorada. Él ya no era el líder, Iemitsu tampoco… el mando lo tenía Xanxus y su consejero era Ricardo, la segunda rama de la familia  

—en otras palabras, en diez minutos — Tsuna miró a Xanxus y asintió con la cabeza — ¿Por qué no dejas ese lenguaje formal y hablas como deseas? 

—quise ser agradable — irónico como siempre, Xanxus le daba la espalda y empezaba la retirada — muévete escoria  


 



Continuará...  



 

 

 

Notas finales:

Bueno, lo que pasó fue que mi compu murió.... esta historia tenía una copia de seguridad... así que se salvó.... rueguen por que las demás también las encuentre en alguna flash ....

Dejando eso de lado, solo diré que ahora deberán darme tiempo hasta la siguiente actualización, debo acordar el resto de la historia y recuperar mi compu o lograr que me presten otra por al menos dos horas diarias... diablos, será difícil....

 

Muchas gracias por leer~

Muchos besos~


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