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Notas del capitulo:

Holi~

He vuelto. Espero que disfruten de esto ^^

 

 

 

Reborn escuchó rumores, demasiados si es que era sincero, pues con solo una semana caminando por los senderos que jamás pensó volver a pisar, se enteró de algunas noticias. Se olvidó de su pésimo estado de ánimo, porque Tsuna se había hecho brisa otoñal y se escurrió de sus manos… ¡el mocoso se había escapado hasta la montaña de luz! Cuando Reborn escuchó la primera noticia acerca de Tsuna, se cabreó tanto que destruyó un bar a punta de balazos. El hechicero había usado sus truquitos infantiles y había atravesado dos montañas, una cascada, un bosque longevo y no sé cuántas cosas en un solo día, sólo para regresar donde esos bastardos poseedores de la autoridad máxima de los de su especie. Su esclavo… podía repetirlo con facilidad… SU ESCLAVO se había atrevido a escapar, volver con la familia que siempre lo trató mal y para rematar, se llevó al descendiente del mejor hitman de todos los tiempos. Reborn juraba que Tsuna lo iba a hacer pagar con creces

 

 

—dime, ¿sabes cómo llegar hasta la montaña de luz? — su traje bien puesto, su fedora elegante y leon como adorno en la misma, lo caracterizaban

—no… no sé… de verdad no tengo idea — se quejaba la victima de esa ocasión. El infortunado estaba estampado contra una pared, justo en medio de un bar de tipo “neutral” donde las criaturas mágicas iban por diversión o por chismes

—si no quieres morir dolorosamente, hablarás — amenazaba mientras escuchaba los demás alejarse de donde él agarraba el cuello del sujeto y lo apretaba hasta escuchar el jadear desesperado de la victima

—no… no sé

—no me sirves entonces — ascendía su mano hasta sentir como leon saltaba a esta y se transformaba en su amadísima arma — aquí acaba tu vida, enano de mierda — ni siquiera le importaba perder el fino vocablo que tenía. Estaba harto de que todos se negaran a rebelar aquella información

—espere, espere — entonces alguien aparecía y se acercaba con cautela, deteniendo al hitman que ya posaba el cañón de su arma en la frente de ese escuálido enano — no tiene que matarlo

—cállate — Reborn ni siquiera miró directamente al centauro y apretó más el cañón — no quiero que me hables tan familiarmente

—está siendo irrazonable

—entonces — dijo mirándolo, pero manteniendo la amenaza al enano — ¿quieres tomar su lugar?

—aquí nadie sabe cómo llegar al castillo que está en la montaña de luz — habló con seriedad, pero tratando de no parecer agresivo — solo sabemos que esa montaña está en el nacimiento del horizonte. Muchos hemos escuchado rumores acerca de su localización, pero todos son diferentes. Aceptamos la existencia del castillo como tal, pero quien se atreve a siquiera intentar acercarse sin que sea un mago… termina perdido y vuelve a la tierra de todos los seres mágicos, al bosque limitante y…

—ahora serás tú el que muera — dijo mientras con una fuerte patada dejaba sin aire al enano y con un golpe en la nuca lo vio caer al suelo — me has aburrido demasiado — apuntaba y todos estaban alterados, tratando de sacar el arma que tenían cerca, pero cada que alguien ya tenía su espada desenfundada, Reborn les disparaba haciendo caer el arma y agujereando las manos ajenas

—no sé por qué quiere ir allá — el centauro se mantuvo firme sin moverse, a pesar de ver el arma apuntándole — no me interesa tampoco, pero no dejaré que nos mate a todos por esa simple cosita

—que atrevido — sonrió el azabache de patillas mientras se acercaba un paso, dos, tres, al centauro que, con las manos levantadas como defensa, mostraba sumisión — ¿no será que sabes más de lo que dices?

—sé quién puede, tal vez, darle una respuesta — dijo con calma sin perder contacto con la mirada del asesino — busque en el bosque sur… una elfa solitaria. Su nombre es Bianchi, ella suele ser convocada por el mismísimo Timoteo-sama cuando necesita de un consejo o un favor

—esa mujer — el ceño de Reborn se frunció, pues conocía a la mencionada — salvaste tu vida — gruñó mientras bajaba el arma y se alejaba dando pasos elegantes, sonriendo cuando le abrían paso sin que los amenazara. Le gustaba que le mostraran respeto y miedo

—¡Hey arcobaleno maldito! — habló alguien sentado en una mesa, usando una capa que le cubría por completo — ¿no lo encuentras? Aunque lo mejor sería preguntar… ¿lo dejaste ir?

—si no quieres que te dañe la bonita cara de niña que tienes… te callarás, Lal — no estaba de humor para soportar a un conocido

—era cuestión de tiempo que se cansara de ti, con esa actitud tuya cualquiera se escapa — la mencionada se levantó entonces, mostrando en esplendor su figura adulta, burlándose del otro

—lárgate

—si vas con Bianchi, ella te engatusará de nuevo… ¿no fue tu amante número siete? — sonreía con malicia mientras caminaba hacia el hitman y a los demás les hacía una seña que decía… «no pagaré nada de lo que consumí»

—¿qué pretendes Lal?

—lo mismo que tú, supongo — sonrió mientras se adelantaba al hitman — quiero la cabeza de ese tipo — rascaba levemente la cicatriz en su mejilla derecha en forma de llama y sonreía

—¿de Xanxus?

—¿sabes a quien se llevó hace un mes? — su aura ennegreció entonces. La mujer de cabellera azulada y ojos marrones se mostraba… furiosa

—¿a tu pequeño y escurridizo amorcito? — se mofó mientras se ponía aquella capa color crema que le cubriría de la nieve que caía — ¿cómo lo dejaste? — miró de refilón la reacción de la mujer. Era bien sabido que ella y Colonello eran una pareja vieja, con tradiciones extrañas

—la magia nos está dejando, Reborn — habló mientras salían de allí — no sé si los rumores son ciertos… pero una cosa si es real… la magia nos deja con rapidez. He visto a dos unicornios muertos en el camino, secos como hojas. Una ninfa tirada en medio camino estaba pidiendo ayuda, pero nada se podía hacer… y Colonello… ya casi no podía moverse bien cuando ese hijo de puta llegó a nuestra casa

—así que eres una mujer en busca de venganza

—si las cosas que he escuchado son ciertas, Reborn… Tsunayoshi es en quien pondrán la tarea de devolver la magia que por alguna razón se nos está escapando del cuerpo

—no me vengas con estupideces, Lal — ninguno se inmutaba, hablaban lo suficientemente bajo para que solo ellos pudieran escuchar

—Xanxus vino por Colonello porque buscaba a los arcobalenos para comprobar una predicción que había tenido su padre… Colonello aún no regresaba a su forma normal. Xanxus me dijo que por eso seguía vivo, pues la magia que ese cuerpo pequeño necesitaba, era poca… de no ser así…

—deja de contarme tus penas y dime qué pretendes — exigió de inmediato

—ayudarte a encontrar esa estúpida montaña — dijo apretando los dientes— supongo que allí vas… te usaré como carnada mientras yo burlo las seguridades y asesino al cabrón de ojos rojos

—¿no me recriminabas acerca de Tsuna?

—lo que hagas con tu esclavo me tiene sin cuidado… yo velo por el mío ahora

—ya veo… así que ya pasaste a la faceta posesiva — sonrió divertido. Molestar a esa pareja de asesinos era… placentero

—me estás usando para quitarte el mal humor — frunció su ceño y se acomodó la capucha

—claro que no — dijo con seriedad — te estoy usando para que me evites un encuentro desagradable — no le agradaba reencontrarse con su pasado, menos si era con Bianchi

—en pocas palabras… una mano lava la otra… no me quejo… le sacaré todo lo que se a esa mujer y me encontraré contigo más tarde — planeaban cosas solo con mirarse. Se usaban mutuamente para beneficio propio

—¿cómo sé que no te irás con esa valiosa información? — y aun así no confiaban ni en su sombra

—porque… el mocoso me cae bien… y si está junto a Colonello, creo que no pierdo nada en liberarlo de paso

—¿liberarlo? ¿Ahora ya no crees que se escapó de mí?

—¿escaparse? — dijo mostrando una leve sonrisa — ese niño se moría de amor por ti… solo me bastó una mirada para darme cuenta y aunque tú no mereces aquello, nada puedo hacer. No creo que se haya escapado… además…

—habla Lal — le amenazó, pues la mencionada se quedó callada

—no te gustará saber lo que Xanxus insinuó — el silencio fue su compañero a partir de ese momento. Lal no estaba dispuesta a hablar, y Reborn no estaba dispuesto a escuchar

 

 

Magia perdida…

 

 

Jadeaba, se retorcía en el suelo debido al dolor que su cuerpo tenía. La marca de su cuello le quemaba, el sol negro que representaba a Reborn había estado siendo su propio martirio desde hace dos días y el dolor no cesaba a pesar de que usara todo su conocimiento medicinal para prepararse algo a sí mismo. Su frente era bañada por el sudor, sus manos le temblaban y por sus aposentos sólo había rastros de varios intentos de medicina usando plantas que pedía a una de las encargadas de su cuidado en la mansión, una aprendiz de bruja apenas. Sollozaba lleno de dolor, pero se negaba a pedir ayuda porque sabía el precio que eso acarrearía para su propia persona. Xanxus era capaz de hacerle daño, mucho si es que lo creía conveniente y era por eso que se aguantaba cada malestar con el pico cerrado

 

 

—Tsunayoshi-sama — al escuchar aquello, el castaño se removió disimuladamente simulando estar despertando apenas, pero en realidad se restregaba contra sus cobijas y se limpiaba el sudor — Tsunayoshi-sama, despierte por favor

—dime — susurró sin mirar a la muchacha — habla con rapidez, quiero seguir descansando

—sus labores ya empiezan este día… Xanxus-sama lo espera en el comedor central

—iré enseguida — respondía mientras se sentaba en su colchón y chasqueaba sus dedos para que las sedas que flotaban a su alrededor se cerraran dándole privacidad

 

 

Soltaba el aire con fuerza, sus lágrimas se le escaparon de repente y se agarró el vientre por instinto. Veía la marca en su estómago brillar de repente y se levantó la ropa para revisarla por completo. Al principio solo era un circulo rodeado por una escritura antigua, pero ahora tenía dos líneas que asemejaban un par de tentáculos por encima de la marca… era como si se estuviera expandiendo conforme su hijo crecía y de repente el ardor en su marca se calmó. No entendía nada, quería saber qué pasaba consigo, pero sabía que nadie le daría respuestas. Era un sacrificio en forma humanoide, que cumplía su tarea de dos mil años… Tsuna sentía pena por Giotto quien fue el mártir anterior, tal vez debió sufrir lo mismo que él y aun así envidiaba la dulzura de esos ojos. Los mismos que vio en su visión, los mismos que reflejaban el cielo basto y hermoso 

 

 

—¿que desea de mí esta vez? — hablaba con calma mientras miraba a Xanxus. Tsuna vestía con una túnica blanca de seda fina, vestimenta que ahora lo obligaban a llevar y la misma que representaba su pureza — Xanxus-sama — se obligó a completar la frase pese a que no le hacía ninguna gracia hacerlo

—hay una escoria con quien entrenarás — hablaba mientras disfrutaba del banquete sin siquiera mirar al castaño — lo he tenido encerrado más tiempo del que pensé… sigue vivo, así que…

—¿quiere que le ceda la magia y empiece a practicar para saber cómo suicidarme de a poco?

—sí que me entiendes escoria — se reía a carcajada suelta — hazlo entonces

—como ordene mi guía — el castaño hacía una leve reverencia, se acomodaba la seda que movió pues aun no aprendía a usar esas cosas apropiadamente y procedía a caminar por el pasillo

—una cosa más, escoria… desde ahora los zapatos están prohibidos para ti. Tu nueva ropa se te enviará de inmediato y en cuanto logres entender la capacidad de tu cuerpo de ceder magia, así como de transformarla… saldrás a repartirla — voz neutra, fuerte cortada solo cuando bebía vino

—como ordene

—recuerda que miles dependen de tu magia ahora… están muriendo por tu maldita pereza, así que apúrate y entrena con ahínco

—sí, Xanxus-sama

—una cosa más, basura — volvía a repetir con burla y mostraba los frutos rojos en un tazón — la carne está prohibida para ti, de cualquier tipo… solo comerás fruta a partir de este momento

—¿las leyes lo dictan así? — recriminaba, pues con una criatura dependiendo de él, tenía que alimentarse adecuadamente

—lo que digan las leyes no te incumben. Yo te ordeno, tú obedeces, escoria

 

 

Tsuna no dijo más mientras caminaba lejos de su primo, quería un poquito de paz y eso lo llevaba a estar en soledad. Se quitaba sus zapatos mientras recorría el pasillo y se frotaba el vientre con delicadeza para buscar fuerza en el pequeño ser que crecía dentro de sí. Su hijo… se lo repitió mil veces y aun le costaba creer que de verdad él podía hacer semejante cosa. Le dolía el pecho cada vez que pensaba en el futuro de ese pequeño, siendo el hijo del mártir sería el encargado de servir a Xanxus, así como en ese mismo momento él lo hacía. Su hijo recorrería la tierra brindando la magia que le arrebatara en el nacimiento, eso le habían dicho.

El cielo le explicó a Tsuna lo que pasaría, lo que pasaba en esos momentos. El cuerpo del castaño era un envase con la magia más pura, la magia blanca, la que todo ser mágico tenía en su cuerpo, pero que en su caso era más como un mar. Un mar de magia, un mar que se desbordaría con las condiciones adecuadas. Su hijo cargaría con una enorme porción, pero lo que sobrara se expandiría cuando su cuerpo perdiera calor, cuando su último respiro se diera. El día de la muerte de Tsuna, la magia se regaría como si fuera nieve, se devolvería a las tierras fértiles, a los habitantes y hasta una pequeña porción se regaría en el mundo humano. Era su deber, era su condena y su hijo cargaría con eso también

Una jovencita aprendiz lo guiaba al lugar indicado, pero Tsuna ni siquiera ponía atención porque estaba intentado detener el hilillo de sus pensamientos. No quería envolverse de nuevo en los recuerdos de aquel de par de ojos negros que podían causarle miedo, curiosidad y alivio a la vez. Agitó su cabeza un poco, porque no debía, no podía volver a pensar en él. Se lo había prohibido porque solo así se aseguraría de que ese hombre estaría a salvo. Tsuna tenía vigilantes en toda esa mansión, lo tenían en la mira y si cometía un solo error y daba la imagen verdadera de aquel hombre… lo iba a perder. Bastaba con que se topara con un pequeño brujo de baja clase para que leyera sus pensamientos y el final de todo sería brutal. Tsuna no podía darse el lujo de perderlo, no quería, no podía, no… no sabía que más hacer. Incluso estaba embotellando sus propias memorias, pero… en su corazón todavía había evidencias y de ese sector de su cuerpo no podía extraer esencias. Su magia era poderosa y aun así no podía tocar ciertas partes de su ser… si alteraba su corazón, alteraría la fuente de vida de su hijo también

 

 

—lo recogeré al final del día — mencionaba la chica y Tsuna reaccionaba

—espera… ¿al final del día? — Tsuna quiso protestar, pero la puerta de la habitación se había cerrado y la luz ya no entraba por ningún lado — maldito Xanxus… ni siquiera desayuné… sólo quieres presionarme para que haga todo rápido

—¿quién está ahí-kora? — una voz sutil, delgada, trémula y conocida

—¿Colonello-san? — Tsuna entonces caminó sin molestarse por generar luz. Guiado en la oscuridad por su propio instinto, buscó el origen de aquello — ¿es usted?

—¿Tsuna? — quiso hablar más, pero sintió su garganta seca y la tos volver a surcar su pequeño cuerpo

—espere, no se esfuerce — Tsuna solo entonces decidió usar su magia — un pedazo de luz — susurraba con calma mientras posaba su mano en su pecho y de allí brotaba una lucecita leve. Una esfera apenas visible brotaba de su cuerpo y que el castaño empujaba hacia el techo. De inmediato el cuarto se iluminaba con fuerza, como si el sol los bañara por completo — no puedo creer que Xanxus lo haya capturado — con pánico casi corrió hasta una esquina donde un niño reposaba, cabella rubia y ojos cerrados — está muy mal

—que… ¿qué haces… aquí? — pronunciaba, pero ni siquiera tenía fuerzas para moverse, apenas si podía respirar

—su magia se está acabando, casi no le queda nada — susurró con pesadez mientras lo sostenía entre sus brazos — mi cielo… mi cielo… dame guía… dime cómo debo hacerlo — suplicaba mientras trataba de que alguien le respondiera. Que su cielo le hiciera caso y le diera una visión

—Tsuna

—Colonello-san… usted quédese tranquilo… yo de verdad hallaré la forma de darle mi magia. Aunque se aun poco, aunque sea una mínima parte… yo se la daré. La magia de su cuerpo, se la devolveré, solo aguante un poquito, solo un poco — decía mientras pensaba, trataba de llamar al cielo como alguna otra vez hizo y donde fue respondido… se desesperaba por ver aquella piel tomar palidez con rapidez

—tú… estás… llorando-kora

—lo sé — decía mientras su mano temblaba y su respiración se irregularizaba — pero usted… usted morirá si no lo ayudo

—cálmate — exigió en un susurro

—lo intento — trataba de que sus lágrimas no brotaran, de calmarse, pero era imposible. Sentía su pecho estrujarse al ver aquel cuerpecito que empezaba a enfriarse — tengo que salvarlo… tengo que ayudarlo Colonello-san

—soy un… asesino… no deberías-kora — sonreía con sutileza al ver la desesperación de ese muchacho, al que vio en casa de Reborn y el que les brindaba sonrisas y la comida traída desde el cielo — tonto

—no importa si es un asesino o no — su voz ya empezaba a quebrarse al sentir que ese cuerpo empezaba a pesar menos, signo de que llegaba la hora de partir — usted es tan preciado como los demás. A cada uno de ustedes yo no los conocía, pero los ayudé… yo los aprecio ahora

—¿por qué? — con dificultad abría sus ojos azules una vez más

—¿debo justificarme? — decía mientras ya veía el brillo aparecer alrededor de Colonello. Un ser mágico moría dejando atrás simplemente una estela de brillo, pues el cuerpo se transformaba en escarcha de color, que después se iría con el viento — ¿debo hacerlo?

—no-kora

—no puedo simplemente dejar que alguien muera frente a mis ojos. Usted es amigo de… — estuvo a punto de mencionarlo y apretó los labios. No podía — usted es un hitman… pero es parte del sistema. Es un ser que trae equilibrio, un ser que habita este mundo después de haber vivido como humano

—dices mucho — apenas si podía abrir sus ojos, pero su cuerpo ya no respondía… estaba dejando de sentir

—Colonello-san… ¿qué debo hacer? —sollozó con desespero. Ya vio una lágrima de colores aparecer y caer al suelo

—¿por qué… no estás… con… él… kora? — Colonello se refería a Reborn

—no lo mencione ahora, no gaste aliento. No deje que su vida se extinga — suplicaba mientras veía la primera capa escachada surgir — no deje que la muerte le llegue… no debe… no lo dejaré

—bien — susurraba cuando sus ojos se cerraban por completo. Su hora llegó y lo único que lamentaba era que… dejaría a Lal sola… aunque dudaba que quisiera ayuda alguna. Ella podía defenderse mejor sin nadie estorbándole, o eso solía decir — tú…

—no… ¡no se vaya! — suplicó Tsuna mientras buscaba alguna respuesta en ese cuarto, pero no había nada más que él y Colonello — por favor — apretaba sus dientes y ya no lo soportó. Sus lágrimas empezaron a caer con fuerza — mi cielo, dame una pista… una guía, ¡enséñame como debo hacer mi labor! La magia se extingue y debo regresarla… ¡ayúdame!

 

 

Pedía una y otra vez. Estaba en desespero… pero nadie respondía

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Volví de entre los muertos :v

Ok no. Tengo una gripe horrenda y aún así quise actualizar XD. Ya me había tardado mucho

Debo avisar que ya terminé con el borrador de esta historia. Tendrá 18 capítulos y un final feliz jajajaja, así que nos veremos durante un tiempo prudente XD

Muchas gracias por leer y comentar~

Besos~


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