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Notas del capitulo:

Holis~

Les dejo otro capítulo, espero que lo gozen ^^

 

 

 

 

La respuesta era nula, el cielo lo estaba abandonando, dejando a su suerte y sintió que lo traicionaron. Tsuna reclamó mil veces eso, incluso lo gritó, pero nada iba a cambiar. En esa habitación rebotaban sus sollozos, maldiciones, súplicas y aquel cuerpo pequeñito entre sus brazos ya empezaba a brillar. Tsuna se desesperó e intentó no moverse mucho, pero cuando vio la primera capa brillante elevarse sobre Colonello, su cuerpo tembló. Con amargura acunó al cuerpecito de aquel rubio en su pecho, sollozó porque no había dejado de ser un inútil. El cielo no debió escogerlo para una tarea así de complicada, él no tenía talento… solo tenía magia blanca y no sabía cómo repartirla a los demás.

Sus lágrimas de colores entonces aparecieron, deslizándose con calma, una gotita tras otra, cayendo encima de aquel cuerpo que se volvía escarcha poco a poco y eso le causaba dolor. Tsuna lloró soltando su voz lastimera, no quería eso, apreciaba al asesino que tenía ahora entre sus brazos y que respiraba cada vez menos seguido. Colonello ya no tenía los ojos abiertos, no se movía y poco a poco cedía al agotamiento de todos esos días de claustro. Tsuna era el elegido, pero no sabía cómo detener una muerte. Fue en ese preciso momento en donde su desesperación se volvió inmensa, inimaginable, que se fijó en que sus lágrimas se acumulaban en la frente de Colonello.

Un brillante charquito se acumulaba mientras él deshacía su dolor por medio de aquellas perladas gotitas de agua que sus ojos creaban. Siete colores juntos, que destellaban como si fueran un cristal reflejando luz, asemejaba a un arcoíris. Sollozó mucho más cuando el cuerpo de Colonello estalló en una brillante bruma blanquecina. Gritó el nombre del mencionado mientras dejaba sus lágrimas fluir y se colocaba de rodillas. No lo logró, no pudo… no sabía. Sintió su alma volverse pedazos con solo esa pérdida… entonces, ¿cómo enfrentaría a las demás? ¿Qué podía hacer? ¿Cómo podía reivindicarse?

Tsuna susurró el nombre de aquel que se fue, en repetidas ocasiones. Cerró sus ojos con fuerza mientras dejaba su amargura fluir, apretaba los puños, separaba los labios para gritar. Colonello se le escapó de las manos y ahora, ¿qué iba a decirle a Lal?… ¿cómo iba a salir fuera de ese castillo y darle magia a esa persona?... ¿cómo?… ¿Cómo?… ¿cómo podía cumplir su labor?

 

 

—Tsuna — fue entonces que todo se quedó en silencio instantáneo — Tsuna… ¿qué diablos acabas de hacer-kora?

—¿qué? — aun hipando, Tsuna elevó su rostro y frente a él estaba el rubio — ¿Colonello-san?

—creo que nos morimos los dos — un alto muchacho de cabellera rubia se rascaba la nuca, sus ojos azules destellaban brillo de vida — pero pensé que el que estaba al borde del camino era yo-kora. ¿Te suicidaste después de mí? — dijo mirando al castaño que aún estaba de rodillas

—¿que? — volvía a repetir aquella palabra mientras admiraba esos ojos azules — pero ¿cómo?

—¡serás idiota-kora! ¡Cómo que te suicidaste! — se quejó golpeando la frente del muchacho y maldiciendo entre dientes. Se tiró del cabello levemente y después suspiró. No podía cambiar los hechos — ¿ahora qué? ¿Caminamos hacia los campos del averno juntos-kora? — entonces entrecerraba sus ojos y analizaba el lugar — todo está tan desolado, ¿por dónde tenemos que ir? No hay ni un solo maldito camino marcado-kora. Así nos vamos a perder

—Colonello-san… está en su forma adulta — al fin sonrió divertido por la mueca que el otro hacía mientras se fijaba en la habitación que los rodeaba

—estoy muerto… ¿qué otra cosa querías? Ya no estoy maldito-kora

—mis lágrimas — dijo con diversión mientras sentía su cuerpo pesar y se recostó en el suelo sin importarle nada — mis lágrimas… algo tan simple como eso — ¿ese era el maldito truco? Si lo era, el cielo tenía un mal sentido del humor

—¿de qué rayos hablas-kora?

—usted volvió… no ha muerto — reía delicadamente mientras aun dejaba el agua de colores salir de sus ojos — por eso Xanxus… maldito idiota —reprendía el castaño mientras suspiraba, estaba cansado… demasiado cansado… como si su cuerpo hubiera perdido energía en grandes porciones

—¿me explicas Tsuna? — decía sentándose en frente del castaño y extrañándose al ver las lágrimas de Tsuna volverse brillante luz cuando caía al suelo, la misma que parecía evaporarse después — oye, más te vale no decirme mentiras, ¡¿cómo que estoy vivo-kora?! Yo mismo vi mi mano desvanecerse en escarcha — decía levantando su mano y mirándola con interés

—Xanxus me hizo llorar con ganas — susurró mientras cerraba sus ojos — quiso verme al borde de la desesperación. Cuando mi cuerpo se tensaba, mi alma se estrujaba y el dolor en mi cuerpo estaba en su límite… si es así… eso explica muchas cosas

—en serio, ¿de qué hablas-kora? — fruncía su ceño al no entender ni una mierda y Tsuna no ayudaba

—encontré la forma necesaria para… para ceder mi magia — susurró sintiendo la pesadez en su cuerpo — el dolor… la desesperación… el auto sacrificio… esa emoción la sentí con fuerza. Al límite… mi perdición es su salvación…

—¡no te entiendo-kora! — le exigió explicaciones, pero lo último que Colonello vio, fue la sonrisa de Tsuna desvanecerse mientras esos ojos se cerraban — ¿qué tienes?... oye Tsuna… responde… ¡Tsuna, responde! — lo movió un poco, pero nada. Revisó que estuviera respirando y suspiró. Tsuna se había dormido

—así que lo descubrió — las puertas se abrieron de repente, un portazo, un golpe, la luz artificial que Tsuna creó explotó en miles de pedazos y la natural se adentraba con fuerza mostrando una figura humana en la puerta — ya era hora

—¿quién demonios?

—soy Xanxus, tu dueño a partir de ahora — decía con altivez mientras se adentraba en la habitación

—que buen chiste-kora — ironizaba, pues recordaba al hijo de puta que ingresó a su hogar y atacó a Lal. Se levantó de inmediato, dispuesto a enfrentar a ese desgraciado, a sus acompañantes, a quien fuera, pero Xanxus solo mostró su sonrisa blanca

—si no quieres que mate a Tsuna… me obedecerás

—¿y qué te hace pensar que soy buena persona-kora? — neutralidad, despreciando la amenaza

—nada — sonrió con prepotencia — sólo quise ver qué expresión ponías… pero de una u otra forma me obedecerás. Aunque tenga que extraerte el alma... maldita escoria

—el nuevo líder —Colonello frunció su ceño y se colocó frente al cuerpo de Tsuna para defenderlo. El chico le había dado comida, cambiado su maldición, salvado la vida. Era lo menos que podía hacer por Tsuna a cambio de todos esos favores que no pidió — los rumores eran ciertos… eres una basura

—créeme que la piedad no la conozco — sonrió dando un paso dentro de la habitación — pero no te mataré… después de todo, necesito que cuides del mocoso… y qué mejor que un asesino para ese trabajo. Porque supongo que en algún punto… alguien querrá matar al mártir

 

 

Entonces…

 

 

Lal había ido hasta ese bosque en no sé dónde, charlado “amenamente” con cierta elfa experta y la información que le sacó fue bastante… inservible. Resultaba que aquella mujer era transportada al castillo en la montaña mediante portales que los magos usaban para trasladarse, así que… no tenía ninguna idea de cómo demonios llegar. Reborn quiso volver al bosque, agarrar a Bianchi hasta rodearle el cuello con león transformado en látigo y verla emitir su último aliento, pero Lal no lo dejó. Después de todo, si la dejaban viva, Bianchi podría traerles información del castillo si es que la dejaban entrar, podrían usarla como medio de comunicación… o simplemente para atraer a los hechiceros y cazarlos cual aves salvajes.

Solo por esa razón se quedaron cerca del hogar de aquella mujer de cabellos rosas, vigilantes en los alrededores, pero al final de su primer mes… se largaron. No podían perder tiempo con una espera que no aseguraba dar resultados. Fue entonces que se separaron. Lal por su lado, Reborn por el suyo, no era como si se llevaran bien después de todo. Ambos tenían un objetivo común, necesitaban ayuda mutua y de alguna forma se contactarían cuando tuvieran la información que necesitaban para entrar al puto castillito de lucecitas coloridas encima de una montañita como cualquier otra, ¡maldita fuera esa tierra!

Era entonces que el enfado en Reborn, lo dejó sin ganas de caminar, de buscar. Se quedaba varado en un pueblito de seres fastidiosos y atacaba a la mayoría de habitantes hasta que de verdad le satisficiera el hecho de siempre recibir un «no sé dónde está» como respuesta. Pero en cuanto recordaba esas lágrimas de colores y el hecho de que, en ese cuerpo tan frágil, y que adoraba marcar con mordidas, estaba SU HIJO, se cabreaba a tal punto que emitía un aura tan oscura que la mayoría de seres a su alrededor se alejaba de inmediato. Con esa motivación empezaba de nuevo su búsqueda en otro pueblito de mierda. En su camino halló algunas anomalías que antes nunca notó y eso que su vida se extendió por décadas, demasiadas como para contarlas bien. Lal no le estaba mintiendo cuando dijo que la magia les abandonaba. Era como una enfermedad, pues los seres caían en medio de donde sea y parecían demasiado débiles para seguir viviendo

Varios rumores decían que en la montaña de luz había llegado el salvador de la magia en esas tierras. Esas noticias se habían extendido mucho más rápido que el polvillo de hadas en medio de un campo floral en la primavera. Reborn empezó a callarse y a escuchar todos esos chismes que circulaban entre las elfas que pasaban por allí, así como de las ninfas en el bosque e incluso en las sirenas que en algún punto avistó. Todos decían que el “designado” en esa época, estaba presente bajo el mando del líder de los hechiceros. Xanxus se jactaba de tener en su poder la salvación de todo el puto mundo mágico y Reborn supo que allí debía estar el mocoso que le trajo más problemas de los que en alguna ocasión tuvo.

Tres meses… ¡TRES MESES! de investigación y supo que el mocoso no dejó ni rastro cuando se atrevió a escapar de sus manos. Tsuna se había esfumado por medio de portales, solo así se trasladaría tan rápido en un solo día, pero el destino era más que obvio, la montaña de luz. El castillo de los hechiceros de magia negra y toda esa sarta de tonterías, estaba en el top secret de su mundo, pero no así los chismes… esos volaban como siempre. Reborn seguía guiándose por aquellas palabritas de viejas ninfas, pues era la única pista “decente” que podía tener. Escuchaba el nombre de algún sector y ahí se dirigía sin pensarlo, pues no tenía que perder, tampoco tenía algo que ganar  

El mejor hitman de todos, Reborn, se infiltró en una ciudad en donde rumoraban tener la visita de los ni sé qué basuras sin importancia, pero cuando se hablaba de magia pura, Reborn lo relacionaba con ese mocoso que se fue de su cabaña llevándose a su hijo… SU HIJO… y no podía dejar de repetir eso, SU HIJO, su sangre, su descendiente. Nunca pensó tener familia, no le importaba esa absurda idea de tener a un mocoso que solo sirve para babear, llorar, ensuciar pañales y demás… pero ya que tenía uno y para sorpresa de si mismo -porque nadie sabía aquello- con un hechicero. Lo quería, quería a ese bebé, porque era suyo y de nadie más. Tomaría al niño, sonreiría al escuchar a Tsuna suplicar porque no se lo llevase y luego simplemente… se iría. Ese era su plan

Reborn vio las calles adornadas con lámparas redondeadas, fabricadas de papel de colores y que, dentro de cada una, tenía una esfera luminosa creada por las hadas de la luz. Se encontraba en uno de los pueblos donde se reunían las criaturas mágicas, donde todo era paz y color de rosa, un lugar neutral. ¡qué asco! Reborn quería meterle unas balas especiales en el culo a la siguiente persona que le dijera que la paz era lo que caracterizaba a la villa, o la putada que fuera, pero se calló al escuchar algo que lo hizo sonreír como hace tiempo no hacía

 

 

 

—ahí viene el iluminado

—nos dará paz y buen futuro

—hay que reverenciarlo

—tocaremos el suelo donde pisa

—pediremos lágrimas curativas

—dicen que la marca de su vientre es la magia más pura que existe

 

 

Reborn se había reído cuando escuchó todo eso y lo asoció con alguna cosa fantástica que entre chisme y chisme se volvió irreal. Ignoró todas esas estupideces y con calma salió a ver lo que pasaba por los alrededores. Estaba usando una capa larga, negra, que ocultaba su traje particular y una capucha a juego ocultaba sus patillas. Por esa sola ocasión, no usó su fedora e incluso león estaba escondido en uno de sus bolsillos. Muchos seres mágicos gustaban de usar túnicas, capas, ocultar su identidad… al diablo del porqué, lo único que sabía es que no era raro llevar capa. Caminó hasta la multitud que formaba un camino de honor para quien fuese el hijo de puta que simbolizara todas esas mierdas absurdas. Con paciencia se quedó detrás de la muralla de curiosos que recibían a quien consideraban un iluminado

 

 

—¡a un lado! ¡Nadie lo tocará! – esas voces gruesas y esas capas negras las reconocería donde fuera. El símbolo de los Vongola resaltaba por, sobre todo — ¡muévanse todos! — un muchacho cubierto por un velo en el rostro y una túnica de color azulado, apartaba a la gente apuntándoles con… eso era… ¿un arma de largo alcance?

—hechiceros – susurró Reborn al diferenciar los sombreros en punta que posaba sobre las cabezas de algunos. Dos al frente, dos atrás… y en la mitad, como si fuera el más grande tesoro, alguien con velo blanco y ropas del mismo tono, caminaba despacio

—deje que me dé su gracia — suplicaba un enano canoso

—déjeme tocar su mano — pedía una sílfide demacrada

—ATRÁS… ¡¿ACASO NO ESCUCHAN?! — pero el muchacho que sostenía aquella arma con el cañón en extremo largo, ya les apuntaba y todos retrocedían de inmediato. Reborn no podía diferenciar las características físicas de ese chico, pero suponía que era un asesino novato. No sobrepasaría los 18 años como para cometer la estupidez de servirle a los magos, como guardaespaldas

—solo ha venido a derramar la magia necesaria para mantenerlos vivos – bufó el guardián súbdito de Vongola, un mago de alto rango, pues tenía una bella joya colgando de su sombrero. Reborn sintió curiosidad por aquellos magos de rango inferior que aparecieron poco después para despejaban la calle. Eran como hormiguitas y mantenían a raya a los espectadores, ayudando al trabajo del pistolero de enfrente. Los de rango bajo diferenciados por la boina en vez de sombrero, con misma capa, pero con marcas en las mejillas en forma de trébol

—es hermoso – decían algunos ciclopes apartados de la multitud. Reborn reconoció de inmediato aquellas manos… las vio miles de veces mover la olla de sus alimentos… era Tsuna el que estaba en medio de todos, el que tenía la marca en el vientre y el que decían que era el “salvador”

—es… tan puro — Reborn quería reírse por esas palabras. Tsuna, ¿puro? Que le pregunten a su cabaña si era puro… ella guardaba recuerdos de los miles de gemidos que le sacó a punta de embestidas

 

 

La persona del centro era custodiada con empeño. Llevaba una capa larga y blanca, que cubría su cuerpo, pero que sólo estaba agarrada por el cuello, dejando que el resto de la tela se abriera y mostrara la vestimenta interior. Prendas igual de blancas, pero ligeramente trasparentes, parecían un revoltijo de velos de ceda fina, que cubrían esa piel un poquito bronceada. Los pantalones en varias capas de esa seda o lo que fuera, no dejaban apreciar las bonitas piernas y las dejaban a la imaginación de quien veía semejante figura. Delgada, seductora, pulcra, incluso esos botones rosas en el pecho, eran levemente visibles. Era hermoso, un espécimen digno de… ¿de qué?... ese era el esclavo del mejor hitman. El mismo que ya empezaba a caminar a algún lugar en donde esos idiotas no se acumularan tanto, pues estaba analizando por dónde atacar para recuperar lo que le pertenecía

 

 

—quítaselo – fue la orden de quien al parecer lideraba todo, el mago de rango mayor

—si señor – uno de los magos de clase baja se acercó a la figura vestida de blanco y le quitó el velo, después la capa. La persona oculta, se mostraba al fin

—es hermoso

—es… es tan… único

—es el iluminado

—tiene la marca en su vientre

—es mío — susurraba Reborn a lo lejos

 

 

Reborn se quedó callado al ver esos cabellos revoltosos y castaños. Frunció su ceño cuando vio esos ojos caramelos mostrarse, grandes, llamativos… opacados. Se notaba el dolor en ellos y el azabache apretó los puños. No reconocía el brillo y la felicidad de ese muchacho que acogió en su casa tiempo atrás. Gruñó por lo bajo al verlo entero, sin esa estorbosa capa y velo. Tsuna tenía pintado el rostro, sonrosadas las mejillas, delineados los ojos, varias figuras en la frente de tal forma que parecía una joya, pero solo era piel con tinta. El cuello rodeado por varios collares de plata y oro, un dije enorme de una piedra que brillaba… una piedra que el castaño hacía con su propia magia

Pero detrás de todo ese hermoso ser, estaba los detalles que al parecer nadie quería notar. Reborn se mordió la mejilla interior al observar mejor. De las muñecas y de los tobillos resaltaban dos brazaletes pegados, gruesos… no eran joyas, solo era un grueso metal que rodeaba esas zonas. Negro metal que se mostraba y que marcaban la piel de ese muchacho… quemaduras en esas zonas, unas marcas rojas que quitaban la pureza de esa piel. De esas cosas horrendas descendían cadenas, gruesas y grises. largas, hasta que llegaban al suelo. De los tobillos algo parecido sucedía, grilletes y cadenas salían también… terminaban en lo que parecía ser un par de puntas de flecha. Y allí Reborn detuvo su mirada, en esos pies. Descalzos. Descalzos mostraban la piel de las plantas de Tsuna… magullada, esa piel dañada y… ¿alguien decía por qué el salvador estaba tan maltratado? Nadie decía nada, solo suplicaban la piedad y los favores que ellos necesitaban… ¡malditos fueran todos esos seres mágicos! ¡Por eso los asesinaba! Porque eran una mugre, llenos de egoísmo oculto. Los asesinos al menos eran más sinceros, mostrando sus malas mañas sin impedimentos ni vergüenza   

 

 

—muévete – ordenaba el mayor del grupo de custodios y el jovencito obedecía, caminando con calma. Un pie frente al otro, movimientos suaves, hermosos. Las telas se movían a compás, dándole a los espectadores la sensación de ver un baile

—¿podría regalarme unas lágrimas? – preguntaba una anciana que logró esquivar al pistolero y a los guardias. Reborn quiso quitarla de en medio para que no le tapara la vista de aquel castaño… aquel muchacho tratado como esclavo

—aléjate — era entonces que el asesino apuntaba a la mujer — AHORA

—DETENTE – Reborn tenía la idea de atacar en ese momento, pues los magos se habían alejado lo suficiente y un novato asesino sería fácil de acabar, pero se detuvo al escuchar esa voz. No era la que recordaba, no era dulce, no era alegre o hasta avergonzada… estaba vacía – acérquese – su tono un poquito más amable, permitía que la anciana se acercara – ¿para que las quiere?

—mi nieto a enfermado. Su magia lo deja… muere con lentitud — sollozaba aquella mujer arrugada, una elfa tal vez

—sus manos – Tsuna tomaba las manos arrugadas de la mujer y se inclinaba un poco – que se sane – las lágrimas de colores múltiples empezaron a brotar de esos ojos chocolate y cayeron en las palmas de esa vieja mujer. No una, no dos… fueron varias, hasta que un pequeño charco se formó en esas manos

—mil gracias, mil gracias – decía la mujer, con ayuda de alguien más colocaba esa cristalizada y colorida agüita en un frasquito y lo tapaba. Lo guardaba en su ropa, reverenciaba y aquella mujer era alejada con rapidez por el asesino

 

 

Reborn no iba a aguantar más, viendo aquello. Quien hacia sufrir de esa forma a Tsunayoshi era él, porque era su dueño, la marca del sol negruzco en ese cuello era la prueba. Porque solo él merecía esas lágrimas dulces y solo las veía cuando lo hacía llorar de placer en su cama. Empujó a un par de personas, pero no fue el único, muchos hicieron lo mismo para acercarse al castaño, quien sin decir nada empezaba a caminar. Tsuna seguía una ruta arrastrando esas pesadas cadenas que tintineaban al moverse. Un sonido suave como música… pero era como un lamento, el lamento de Tsuna. Los gritos y pedidos se dieron, pero todos los hechiceros alejaban a las personas de Tsuna, del iluminado. El asesino ya empezaba a golpear a quien osara forzar la seguridad y apuntaba a quien se negaba a obedecer

Reborn golpeó a varios para abrirse paso, tenía lista su arma y les iba a disparar a todos, pero lo callaron. En realidad, todos se callaron, pues alguien había logrado pasar la guardia y llegar a Tsuna. Un hombre que con brusquedad agarró la mano de Tsuna y lo jaló, exigiéndole las lágrimas para así tener magia para él. Reborn estaba listo para matar al enano hijo de puta, porque nadie tocaba sus cosas sin autorización. Porque nadie maltrataba al que en su interior llevaba a su primogénito… nadie en ese mundo tocaría a SU castaño, porque esa piel tan suave y delicada era sólo suya

 

 

—dámelas, ¡dámelas!

—silencio – eso fue todo lo que escucharon del castaño antes de que el ambiente helado llenara el lugar. Sintieron la presión del aire, la soledad y amargura… la furia. El castaño tomó el suéter del atrevido enano y lo empujó apenas, pero…

—qué diablos – flotó. El atrevido flotó un metro sobre el suelo y con un leve movimiento de la mano de Tsuna, salió volando hasta que se estrelló con dureza en una de las cabañas de allí

—mi señor… ¿está usted bien? — el asesino se quitaba el velo y se acercaba al castaño hasta arrodillarse en frente del mismo — ¿está bien? — revisaba con la mirada a la “deidad” y respiraba profundo al verlo sano — lamento haber bajado la guardia en ese segundo — decía postrando su frente en el suelo

—levántate y enmienda tu error — ordenaba Tsuna, como si no le importara aquella disculpa

—lo haré en seguida — era entonces que el muchacho se levantaba con prisa, mostrando su cara y… Reborn no se la creía

—¿Colonello? — susurró Reborn que estaba lejos de ese grupo. Pero lo que vio tampoco le gustó. Colonello tampoco tenía brillo en sus ojos, estaba opaco, no mostraba expresión que no fuera un ceño fruncido y una altanería opacada por el brillo del arma con que empezaba a apuntar y a disparar para alejar a los atrevidos. Eran muchos los que a pesar de ver como un hombre había sido castigado, volvían a intentar tocar a Tsunayoshi — ¿qué demonios pasa?

—ATRÁS TODOS… O LOS MATARÉ CON UN SOLO DISPARO

—¡pero solo queremos ayuda!

—y yo se las daré… a quien yo decida que es necesario — dictaminaba Tsunayoshi mirándolos con esos ojos gélidos y dolidos — si no quieren que los juzgue, apártense de mí y dejen que haga mi trabajo… caso contrario, yo mismo les quitare la última magia que les queda en el cuerpo y se lo daré a quien lo necesite — una amenaza seria  

—YA LO ESCUCHARON — bufaba Colonello mientras empujaba a la gente y abría paso para que el castaño siguiera. Al mismo tiempo volvía a colocarse el velo, como si estuviera protegiendo su identidad

 

 

Todos se quedaron callados mientras el castaño empezaba de nuevo a caminar y arrastrar las cadenas. Los ojos de Tsuna se cerraron de pronto, sus manos se entrelazaron sobre su vientre para seguir con su camino. Los magos alejaron a todos y dejaron que el castaño siguiera con su recorrido. En cierto instante Tsuna empezó a cantar y de inmediato una niebla espesa lo envolvió. Una niebla blanca que tomaba formas. Reborn ya había visto aquello. Aves de esa niebla se formaron, muchas que revoloteaban a su alrededor, que volaban por las calles, que sobrevolaban las casas y volvían con su dueño y creador al finalizar la tarea asignada.

Nadie dijo nada mientras eso pasaba, pues la melodía era tan hermosa, triste y calmada a la vez, que simplemente… eso se escuchaba. Los magos rodearon a Tsuna nuevamente mientras el castaño seguía en su propio mundo. El asesino rubio apuntaba a quien osara desobedecer el mandato… y cierto hitman creyó mejor colocarse la capucha y retirarse. Por el momento no podía hacer nada… sentía la magia de Tsuna envolver todo, era como si el alma del castaño se hubiera esparcido por los alrededores. Un solo error y corría el riesgo de dañar esa alma, un mal cálculo y lo mataría. Si mataba a Tsuna… lo haría con su hijo también

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Me muero..... con la gripe... dejen sus amen para esta autora... ok no. Si estoy enferma, pero espero que pase pronto. Aun así les dejo este capítulo para que se entretengan ^^

7u7 mi parte favorita fue cuando leí "SU castaño", ¿a alguien más le gustó?

Cuando lo releí dije.... esos tipos asemejan a los fans, y Tsuna es el ídol ... tal vez los exageré mucho XD

Muchas gracias por leer esto~

Muchos besos~


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