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Notas del capitulo:

Holi~

Subo este capítulo porque quise darles más goce 7u7

XD

Disfrútenlo~

 

 

 

Se encaminó lejos del castaño, resignado a no llevarse lo que le pertenecía… ¡eso jamás! Reborn iba a recuperar a su esclavo como fuese, haría lo necesario, realizaría todo. Sólo tenía que ser paciente puesto que, el alma voluble que se esparcía por el espacio aéreo de ese pueblo, en algún momento debería regresar a su dueño. En ese mismísimo instante, Reborn iba a disparar a uno de los magos, desatar el caos con una muerte y adentrarse en el sistema de seguridad. Dejaría noqueado a Colonello, porque de esa forma le pagaría a Lal la información que le mandaba mediante Falcon, y finalmente secuestraría a Tsuna. Aplicaría todos sus planes anteriores en un solo día, una sola hora a lo mucho. Todo parecería tan fácil, sólo debía ser paciente y esperar. Escabullirse entre la gente que aun rogaba ser salvada, pero sin acercarse mucho y… no mirarlo

Le fue imposible no mirarlo. Reborn se prendió de esa bella imagen un momento y… ¡empezó a maldecir a diestra y siniestra entre dientes! ¡¿Cómo demonios podía pensar que ese mocoso era lindo?! No era más que un hechicero sin gracia, sin alguna cosa especial… y, aun así, parecía brillar por sobre los demás. Incluso con esas cadenas que tintineaban y esa falta de expresiones, se veía endemoniadamente bello. Inocente, llamativo y con espontánea atracción sexual podría decirse, así podía describir a Tsuna mientras este cantaba. Eso al menos hasta que vio aquellas lágrimas surgir de esos ojos, un conjunto de ocho colores que destellaban con fuerza, mientras caían desde la quijada hasta tocar el suelo polvoso y estallar en pequeñas partículas brillantes. Era como ver algún espectáculo en los festivales de temporadas. Todos se maravillaban con simplemente eso y… ¡Reborn enfurecía sin pensarlo! puesto que esas lágrimas le pertenecían, todo de ese castaño era suyo. Podrían decirle caprichoso y el hitman sería capaz de meterles una bala por el culo, para que no dijeran tales estupideces que justificaran sus acciones

 

 

—ya falta poco — susurraba Reborn al ver al castaño dar los últimos pasos hasta el final de esa calle, entonces se apresuraba y adelantaba el paso para ubicarse en esa misma sección. Sería como ver a tu presa ir directamente hasta ti — leon – susurraba para que su pequeño compañero tomara la forma de un arma en su mano

 

 

Esperó con paciencia, admirando cada paso, contando cada movimiento grácil y admirando como la marca en el vientre de Tsuna brillaba levemente hasta que esos ojos también lo hacían. No pensó en aquello, pero la satisfacción le llegó sola, pues el castaño lo reconoció seguramente, porque esa mirada se cristalizó un momento. Tsuna estaba impresionado y aun así no dejaba de caminar, ni de mover sus manos, pues empezaba a recoger la niebla que él mismo había creado anteriormente. Esos labios se separaron como para pronunciar un nombre, pero se quedaron allí, sin emitir sonido. Tsuna boqueaba levemente, pero en realidad no emitía ninguna sílaba. Los ojos color chocolate se entrecerraron, una leve mueca de dolor se mostró mientras aquellas manos se posaban en su corazón y las aves volubles regresaban hasta posarse en los hombros expuestos, brillaban levemente y desaparecían. Reborn se sintió satisfecho por atraer la atención y ya sacó su arma para empezar con la masacre. Admiraba como el castaño llegaba hasta el punto límite y… empezaba

 

 

—hasta aquí llegan — sonrió saliendo de entre la gente y sacando el arma de entre su larga capa, pero la mano de Tsuna se estiró hasta ser visible  

—NO — el castaño no pudo evitarlo, estiró su mano hacia el hombre que identificó solamente por esos bonitos ojos afilados y la única patilla visible entre la capucha — no — susurró y de inmediato apretó su puño y encogió sus brazos hasta abrazarse a sí mismo. Había cometido un error, su más grande error. Meses evitando pensar en ese hombre para que nadie supiera quién era el padre de su hijo… y ahora, él mismo lo delató

—eres tú — el mago de alto rango miró al frente, guiado por la única acción impredecible del mártir y localizando al hombre de la capa — tú eres… MÁTALO — gritó de pronto y Tsuna quiso redimir su error de alguna forma

—¡no es él! — dijo adelantándose hacia el mago que era su principal custodio, pero no dio más de dos pasos, cuando uno de los hechiceros de bajo nivel lo detuvo  

—YO ME ENCARGO — la voz de Colonello salió de prisa mientras comenzaba una carrera hacia el encapuchado. Reborn, por su parte, ya apuntaba con precisión y sin dudar disparó... pero

—¿crees que somos tan simples de asesinar? — el mago de mayor rango había extendido sus brazos, formando una barrera de un tono azulado intenso mientras que Colonello salía de la misma y apuntaba su propia arma contra Reborn — Mátalo — ordenaba una vez más

—¡SI! — fue la única respuesta de Colonello antes de dar su primer disparo cuando se detuvo de forma abrupta

—así que serán un pequeño reto — sonrió el hitman azabache mientras empezaba a disparar ahora a la barrera y al rubio que tenía delante de si

 

 

El intercambio de balas hizo que los demás miembros de ese pequeño grupo se reúnan y los que nada tenían que ver con los magos, se escaparon como ratas sintiendo el miedo. Colonello era un rival digno, por algo fue un arcobaleno condenado a la forma de un niño eterno. El hitman de patillas tenía problemas para quitárselo de encima e ir a atacar a los estúpidos magos que mantenían a Tsuna en el centro de ellos y de su barrera. Maldecía la maldita condición física de Colonello, y tampoco le interesaba saber por qué ayudaba a esos idiotas del consejo de magia.

Reborn no iba a matar a Colonello… tal vez lesionar gravemente para que no fastidiara, pero matarlo no. Los disparos eran precisos, incluso uno llegó a bloquear la bala del otro, los estallidos resonaban con potencia, no se detenían y volvían a apuntar. Pero hubo un momento en que las habilidades sólo les hacía perder tiempo y municiones, así que el ataque físico se hizo presente. Un golpe, dos, las armas cayeron a un lado y ambos se enfrentaban con puños a diestra y siniestra. Sus habilidades físicas estaban por sobre el resto, eran fieras sin miedo y destrozaban todo a su paso, cuando el uno lanzaba al otro contra alguna cabaña hasta hacerla pedazos. Estaban tan entretenidos en eso, que no se fijaron en lo otro

 

 

—deja que se maten — bufaba el líder de los magos mientras los demás se encargaban de hacer que Tsuna retrocediera

—no es él — Tsuna miró a los magos a su alrededor — no es él — repetía con desespero

­—¿no crees que mentir es penoso en este punto? ­— el alto cargo entonces levantaba sus manos mientras empezaba a recitar algo desconocido en una lengua muerta

—por favor… por favor… no lo dañen — temblaba, no quería siquiera pensar en que Reborn sería lastimado

—defender a un ser tan impuro, no es su juicio, Tsunayoshi-sama — murmuró quedito uno de los que apuntaban con sus dedos índices al vientre del mártir — le suplico no se mueva, pues no quiero quitar a tan preciado ser de este mundo

—maldigo a Xanxus — susurró enfadado, dolido, desesperado, pues desde que todo eso empezó, una única amenaza le tenía atado de pies y manos — lo maldigo y a ustedes también — los miró con desprecio al ver como uno de ellos empezaba a susurrar algo para detener aquella mano que fue elevada. Tsuna iba a atacarlos, estaba listo… pero no podía. Quería ayudar a aquel hitman, pero no podía

—si mueve un solo musculo más… mataremos a su hijo de un solo golpe — esa fue la sentencia final

—maldita sea esta raza. Maldito el líder. Maldita mi sangre — Tsuna se obligaba a bajar las manos, a volverse una mascotita a la que regañaban — MALDITOS SEAN TODOS USTEDES

—¡cálmese, Tsunayoshi-sama! — ya estaban listos para actuar, después de todo, la orden expresa del líder, Xanxus, fue «si se niega a obedecer, maten a la escoria quimérica que crece en su interior. Sin piedad, sin aviso, solo cumplan con su tarea» — en verdad no queremos

—mi cielo no es cruel… es digno… la basura en este mundo es el líder, es la magia negra, es todo lo relacionado a las leyes que rigen sin siquiera ser analizadas. Mi cielo me encomendó una tarea, pero ustedes la desfiguraron y volvieron este tormento — se quejaba el castaño, pero cerraba sus ojos y dejaba sus brazos caer. No podía salvar a nadie más que a su pequeño hijo, por eso derramaba lágrimas de dolor, con un sentimiento tan fuerte, que servía como medio de transformación para su magia blanca

—mientras más dolor, mientras el sentimiento sea más puro e intenso, sus lágrimas serán más efectivas y la magia será derramada con facilidad — el hechicero de rango más alto, entonces ignoraba la pelea que aún se llevaba a cabo entre asesinos y dejando su barrera firme, se acercaba al mártir — se lo repito… es necesario su sufrimiento para que miles se salven

—no puede ser todo tan horrendo — susurraba, pero aun así se inclinaba ante su custodio, para proceder a arrodillarse en el suelo sucio — no todo debe ser tan amargo

—ES HORA DE IRNOS — avisaba a toda su tropa y los últimos hechiceros se acercaban con rapidez. Corrían mientras el líder posaba uno de sus dedos en la frente de Tsunayoshi y veía el brillo expandirse de a poco por la piel ajena — SI NO ESTÁN EN EL RANGO CORRECTO, SE QUEDARÁN

—ni lo pienses — Reborn había dislocado el brazo derecho del rubio oponente y lanzado lejos al mismo. Se había quitado la capa, su ropa estaba sucia y su furia aumentaba debido a lo poco que escuchó de aquello — ¿creen que los dejaré irse así de fácil?

—mátenlo, pues es la marca de deshonra de nuestro mártir — el mago que mantenía a Tsuna a sus pies, ni siquiera volteaba a mirar lo que pasaba — mátenlo y lleven su cabeza ante Xanxus-sama

 

 

Las manos de todos los hechiceros eran dirigidas al hitman, preparados para el ataque si la protección se rompía. Los susurros empezaban, pero al mismo tiempo las detonaciones también. La barrera era fuerte y aun así vibraba debido a las balas especiales de Reborn. El brillo que Tsuna proporcionaba envolvía a los hechiceros en una capa brillante y ya casi todos estaban dentro de aquella pequeña zona. El azabache corrió para alcanzarlos, el arma en sus manos detonaba sin parar hasta que la barrera empezaba a romperse. Las grietas despedían un sonido parecido a un cristal roto y estaba a punto de acabar con todo. Reborn maldecía el sobreesfuerzo, pero juraba que Tsuna lo pagaría caro

 

 

—no se acerque por favor — ese susurro llegó a los oídos del hitman, pero ni así paró su carrera y disparos hasta que la barrera cedió. Reborn empezaba a acabar con los primeros hechiceros débiles, quienes, en defensa, intentaban alcanzarlo con algún hechizo destructor o paralizante — por favor

—dices estupideces dame-Tsuna… sabes bien que yo no te he dado permiso… para largarte como un perro — gruñía mientras esquivaba el par de ataques mágicos y respiraba profundo apuntando al desgraciado que empezó a tirar de los cabellos del castaño para que se callara

—ATRÁS… NO OSES ACERCARTE A MI SEÑOR — era entonces que un rubio tacleaba al patilludo azabache, para después saltar dentro del manto amarillo brillante

 

 

Una luz cegadora se expandió con fuerza, dándole de lleno a todo ser cercano al perímetro del estallido cegador. Reborn disparó a su objetivo anterior y esperó a que su vista volviera, pero cuando lo hizo, era tarde. Sin rastro, sin huellas, solo el suelo lleno de escarcha de siete colores, asemejando a las lágrimas que Tsuna derramaba y que de a poco se alejaban usando la brisa como transporte. El hitman entonces lanzó un grito lleno de furia y protesta. Su esclavo de nuevo había sido tocado por las manos asquerosas de alguien más, se había largado cual rata y no solo eso, pues uno de los malditos también estaba de ese lado de la línea. Colonello, Tsuna, esos dos… pagarían

 

 

Montaña de luz…

 

 

Llegaron en un salto, un portal, un puente entre cualquier zona de ese mundo hasta el castillo. Habilidad innata de los hechiceros que vivían en esa zona, en ese refugio que acunaba su pureza, pues eran descendientes de humanos con bondad infinita… pero con tantas atrocidades que se llevaban a cabo, Tsuna empezaba a creer que le habían mentido toda su vida. Porque tanta crueldad junta no debía ser capaz de salir de un cuerpo que despedía “pureza”. Y por eso, cuando sintió el piso debajo de sus dedos al llegar a casa, saltó lejos de su custodio. Se alejó de los que le rodeaban y se preparó para atacar.

Tsuna no se iba a quedar quieto, permitiendo que su vida fuera convertida en una mugrosa condena. Ya suficiente había tenido con esos años siendo tratado como sirviente de los más nobles, de mucama, inclusive siendo considerado menos que una bien portada esposa, una destinada a ser ofrecida al mejor postor. Su madre siempre le dijo que detrás de todo lo malo había algo bueno, era la única en ese lugar que supo, al menos, tratarlo como un igual, pero con un límite basado en la lejanía de su trato. Ningún contacto físico, ni un abrazo o palabra amable, nada más que el trato que se le daría a un ajeno en ese lugar

 

 

—no me quedaré aquí — susurró antes de chasquear sus dedos y hacer que nieve azulada brotara sin control a partir de sus manos. Logró desorientar a los que le mantenían atado a ese castillo — no lo haré

—¡Tsunayoshi-sama! ¡No intente nada estúpido!

—no lo hago — bufó antes de correr por el pasillo. Lo único que necesitaba era llegar al cuarto central, donde se hallaban las llaves de las cadenas que seguían en su cuerpo

—¡atrapen al mártir! ¡No debe abandonar el castillo!

—asesino, ¡ve por el!

—como ordene — el rubio entonces terminaba de hacer una venda improvisada en su brazo dislocado, atándolo a su cuerpo para que no se moviera y empezaba a correr detrás del castaño

—solo necesito esa maldita llave — jadeaba Tsuna mientras ubicaba la habitación. Las ataduras que llevaba no eran simples cadenas, esas cosas le impedían usar portales por sí mismo, debía tener a un hechicero extra para lograrlo

—¡Tsunayoshi-sama! ¡No se mueva más!

—maldición — Tsuna veía a Colonello de lejos y no tuvo más opción que arrojarle uno de sus encantamientos más básicos, después de todo, su cuerpo estaba limitado en el uso de magia… ¡por esas malditas cadenas que traía! — NO QUIERO HACERTE DAÑO, COLONELLO-SAN — gritaba mientras de sus manos una ventisca se formaba, haciendo al rubio caer de espaldas debido al golpe de aire

—no puedo dejar que se vaya — pero el otro no se detenía, no podía. Tenía que cumplir con la orden, así lo habían deformado

 

 

Tsuna hizo caso omiso a la advertencia, lo único que tenía en mente era hallar la puerta correcta y al hacerlo, la pateó con fuerza para ingresar. Ni siquiera le importo trabarla, tenía que tomar las llaves que flotaban en medio del techo y con eso… solo con eso, sería libre para cruzar esas paredes. Que le perdonase el cielo, pero estar bajo las órdenes de Xanxus era peor que ser condenado a caminar por las tinieblas del averno. Ese hombre no conocía la piedad. Tsuna solo llevaba tres meses cumpliendo órdenes que laceraban su cuerpo, de formas que no se imaginó y ya no soportaba. Pero no era el maltrato físico lo que le hacía flaquear, sino las constantes amenazas de muerte hacia los que amaba.

Su hijo y… Reborn, estaban en peligro… el primero, al ser indefenso y aun estar en crecimiento en su vientre, era el más vulnerable. Tsuna fue capaz de hacer de todo, con tal de mantener a su hijo a salvo, pero tanto sufrimiento llegarían afectarle en cualquier momento. Su segundo amor, aquel hitman de mirada negruzca, tenía precio. La cabeza del asesino era codiciada por los grandes caza recompensas de su mundo, pues Xanxus mandó a cazarlo. Esa crueldad era simplemente para hacer el dolor de Tsuna mucho más grande, para que su corazón solo se centrara en una emoción poderosa, la misma que hiciera sus lágrimas brotar con pureza… aunque esa pureza fuera guiada por odio o amargura. Tsuna no quería eso para sí, para su hijo, ni para nadie, por eso en ese momento saltaba con fuerza para alcanzar la llave hacia su libertad

 

 

—sabía que en algún momento lo intentarías, escoria — pero lo que Tsuna logró sujetar no fue la llave. Esa era solo una…

—una ilusión — se quejó cuando terminó colgando del techo. La llave se esfumó de entre sus dedos y en vez de eso apareció una cadena que, como una serpiente viva, se empezaba a enredar en su brazo — maldito seas Xanxus

—¿creíste que yo podría ser tan estúpido, escoria?

—creí en eso y más — lo enfrentó, tratando de hallar el origen de esa voz que resonaba con fuerza, y a la vez, intentaba soltarse de esa cadena que lo ataba al techo — bastardo

—ese hitman te hizo fuerte. Poco me importa el método que usó, tampoco quiero detalles de tus sentimientos inservibles — de la pared surgía el mencionado. Caminando con porte y elegancia en su paso, salía Xanxus. Colocándose el sombrero en punta que le distinguía del resto, pues era de color negro, pero rodeado de una sola franja naranja y adornada por un brillante cristal en la punta — solo quiero verte hecho pedacitos

—¿no es suficiente lo que me has hecho hasta ahora? Prohibiciones de todo tipo, castigos por simple diversión, no darme descanso alguno a riesgo de que mi hijo se viera afectado… y como si fuera poco, extrayendo de mi cuerpo la magia que se te diera la gana para tu uso personal... ¿qué más se te ocurre?

—lo único que falta para destrozarte en totalidad es violarte — un silencio incómodo adornó el lugar — veo que en verdad le temes a eso — una carcajada resonó en las paredes de aquella habitación — no te ilusiones escoria

—olvidé que tú eliges simplemente a las mejores ninfas para tu deleite… o a Squalo, a pesar de que este muestre un rechazo evidente a estar a solas contigo — tembló, era normal… las palabras de Xanxus le estremecían por el miedo

—así es… por eso… quédate tranquilo — su sonrisa se desvanecía de pronto, la mirada se ponía seria, chasqueaba su lengua y veía al castaño con desdén — porque yo no te tocaré ni un solo pelo

—sigo dudando en que tengamos los mismos genes, la misma sangre y esencia — aun movía sus brazos para intentar zafarse, pero era imposible

—¿no crees? — dijo riéndose mientras sacaba una daga de entre su ropa— pues miremos de cerca — con ella se hizo una cicatriz en la palma y el líquido azul empezó a brotar — mi sangre — dijo mostrando aquello — Azul como el cielo de donde descendemos  

—pues si — Tsuna vio aquella daga dirigirse a su cuerpo cuando Xanxus movió su brazo con fuerza. Esa cosa le rozó un costado, a la altura de su pecho y sintió el escozor en la zona

—también la tuya es azul, escoria — sonrió mientras se relamía la herida — ahí tienes la prueba de que descendemos del mismo cielo

—me niego a aceptar aquello Xanxus — hizo una mueca de dolor y sabía que su sangre azul manchaba su ropaje blanco

—buena plática — bostezaba con cansancio mientras veía a un hombre parado en la puerta — ahora sigamos… ¿qué castigo te daré?

—sorpréndeme — retaba Tsunayoshi mientras dejaba de removerse. Su cuerpo estaba cansado, había cedido demasiadas lágrimas a aquel pueblito. Usó hechizos, hacía de todo para proteger a su hijo, era demasiado para su resistencia. Además, sus nutrientes se estaban terminado, solo con frutas no podía seguir viviendo y sus heridas también tomaban magia para sanar

—haremos algo parecido a lo que le hicimos a tu amiguito — sonrió ordenando al rubio acercarse, tan solo con mover su mano — te quitaremos recuerdos, sabiduría y voluntad

—no te atrevas — reclamó en seguida — ¡no te atrevas, Xanxus!

—¿tanto te afecta olvidar a tu amorcito? — silbó lleno de satisfacción al ver el miedo de Tsuna — Debí hacer eso desde el principio y evitarme todos tus malditos intentos de escape

—NO TE ATREVAS A QUITARME MIS RECUERDOS

—¿o qué?

—TE MATARÉ

—Tsunayoshi — sonrió Xanxus — intenta algo y el primero que morirá… será tu hijo

 

 

Aun así, el castaño luchó. Con sus últimas fuerzas pataleó, golpeó, mordió e incluso hizo estallar un par de cosas con sus intentos de hechizos, pero no pudo hacer más cuando el propio Xanxus logró agarrarlo por el cuello, al mismo tiempo que una daga se posaba en su vientre. Una sonrisa sádica se mostraba en aquel hechicero, el más cruel de toda su raza… el que no debió nacer en esa familia, sino en el clan de asesinos… tal vez el cielo cometió un error en sus designios, pues Xanxus era la astilla en el trasero del mundo mágico

 

 

—junto a un mártir, nace un juez, ejecutor y carcelero — sonrió divertido Xanxus cuando pudo leer el pensamiento de Tsuna — y créeme que me encanta mi trabajo — mordió la oreja de Tsuna con diversión y apretó la daga en el vientre que acogía al hijo del mártir, al salvador — pues sin mí… tú no podrías liberar toda esa magia blanca a este mundo

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Seguimos con la hora sad y así seguirá. Lo disfruto mucho XD

Actualizo porque estaba de buen humor y quería desestresarme jejej.

Muchas gracias por leer~

Nos veremos pronto~

Besitos~


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