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Tu respuesta es por Kurenai_801

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Notas del capitulo:

Continúa...

Tu respuesta es

 

 

 

 

—Qué bueno que es domingo— musitó Masamune, mientras enrollaba la toalla a su cuerpo. Desde hace años el agua caliente era su amiga ante la tensión.

Al entrar al dormitorio, instintivamente dirigió la mirada hacia el reloj sobre la mesita de noche: eran las siete y cuarto de la mañana. Masamune apenas y había podido dormir en toda la noche: una angustia terrible le había molestado, tanto como para no dejarlo dormir.
Con otra toalla secó el exceso de agua de su pelo, agitándolo sin mucha precaución. Mientras lo hacía, se paseó lentamente, paso por paso, en la habitación; observando con cautela al ser que dormía sobre su cama.

El hombre bajó los brazos con la toalla en la mano, cuando llegó a los pies de la cama. Vio al cuerpo moverse, buscando el calor de la sábana; su suspiro profundo de sueño se escuchó claro y parsimonioso por toda la habitación. Masamune, por el contrario, exhaló un quejido corto mientras miraba a la ventana. Las cortinas aún estaban desplegadas, así que, con poca malicia, se acercó más y extendió los brazos al correr las cortinas con un ligero movimiento. La fría luz matutina entró, estaba un poco nublado pero la mañana seguía siendo clara.

Incluso a él le lastimó los ojos a pesar de haberlos cerrado.

El cuerpo sobre la cama pareció reaccionar ante la luz tempranera: empezó a moverse con lentitud. Un pequeño quejido se oyó mientras se incorporaba con pesadez para quedar sentado sobre la cama. Con ambas manos cubrió sus ojos, esta vez, para ayudarlos a despertar; con sus dedos hizo suaves círculos sobre ellos. Bajó sus manos, sin prisa, y miró al frente.

Masamune observó las acciones del adormilado.  

—Buenos días —musitó el hombre recién acababa de bañarse.

—Otra vez me quedé en su casa —murmuró  Ritsu, su mente apenas había escuchado al otro.

Masamune se quedó mirándole un momento. Ritsu cerró los ojos y pareció regresar a su estado de sueño. Masamune se vistió sin prisa, mirándole sereno, sus labios estaban rectos y el seño semi fruncido. Puso las toallas en la cesta de ropa sucia. Volvió el rostro hacia Ritsu que dejó caer su cabeza e inmediatamente reaccionó a la imaginaria caída.

—me quedé en su casa… —musitó perezosamente.

—Ya lo has dicho… dos veces.

Ritsu se movió a la orilla de la cama y miró a la pared, parecía recordar, y así era porque su rostro se fue deformando de sueño a enfado en menos de tres segundos. Por último recordó algo más y bajó la cabeza poniéndose colorado.
Volteó a ver la superficie de la cama: primero izquierda y luego derecha. Con la mirada revisó el piso. Se inclinó un poco para una búsqueda minuciosa. Apretó las sábanas contra su vientre y pecho, arrugó la frente. Volvió a ver sobre la cama y levantó la sábana que todavía cubría parte de esta. Agachó la cabeza.

—¿Dónde está mi ropa?

—No sé…

—No e-estoy jugando, Takano —Le miró con la cara teñida de rojo.

Masamune desvió la mirada y caminó hacia la puerta, salió de la habitación.

Inmediatamente, Ritsu, se levantó, se envolvió en una de las sábanas y revisó cada parte de la habitación, con la mirada, en busca de su ropa. Es que no necesitaba levantar cosas, ya que la habitación estaba despejada y limpia, cada cosa en su sitio; pero su ropa no aparecía y es no le había pasado ni en su cuarto, que era una referencia real del desorden.

Paró en medio de la habitación, miró a la cama tratando de recordar en qué lugar había dejado su ropa. Logró recordar el encuentro con Masamune la noche anterior; con preámbulo en la sala… luego de la pregunta escandalosa su mente se nubló y se llenó de recuerdos, suposiciones y miedos.
Mordió su labio. Recordar esa pregunta lo cohibió, no quería salir de la habitación y mirar a Masamune ¿Cómo debería actuar?
Apretó las manos sobre su vientre y pecho. Tembló ligeramente. Sus tensos músculos no se movieron, mas bien parecían comprimirse: la sensación y el deseo de que la tierra te trague.

No, Masamune estaba afuera. Su ropa no estaba en la habitación. Ritsu mordió con impotencia su labio inferior. Sintió una especie de escozor en los ojos ¡Ayyy! ¡Qué molestia! Frunció el seño. Caminó con dificultad hacia la puerta y la abrió ligeramente.

Cruzó la sala dando zancadas.

—¡Tra-traeré su sábana mañana…! ¡La lavaré y…!

—¡Espera…!

Ritsu había caminado vehemente hacia la puerta de salida. Mordió su labio, aún más, cuando oyó la voz de Masamune. Sin cuidado giró el pomo y abrió la puerta.

—¡Espera!

Los brazos de Masamune lo pescaron por la cintura, con fuerza, y lo haló hacia adentro. Masamune, con una mano, empujó la puerta para cerrarla.

—¡Pero qué pretendes?

Ritsu se quedó sin habla. Respiró con fuerza pues le faltaba el aire, apretó los labios.

—No me has dado una respuesta… —musitó el ahogado.

—Ya se la di…

—Anoche te desmayaste… te quité la ropa y te llevé a mi cama. No me diste alguna respuesta.

—Deme mi ropa —musitó Ritsu.

Masamune le estrujó contra sí mismo. Habló contra el cuello, detrás de la oreja de Ritsu.

—Dame una respuesta… —El ahogado rogaba otra vez.

Ritsu jadeó quedito. Sintió flaquear su cuerpo, mas el azabache le sostuvo con fuerza y cuidado.

—tengo miedo —balbuceó.

—también yo.

Así permanecieron durante un momento efímeramente perpetuo. Con las emociones vivas y agitadas escapándose como respiraciones, llenando la atmosfera nostálgica.

Ambos asustadizos.
Ambos trémulos.
Ojos cerrados esperando acabar con ese momento que parecía atacar el alma temerosa.

El corazón cerrado que se había abierto estaba estallando.

 

—Ta-takano… lo diré una sola vez —susurró nervioso. —No me haga repetirlo…

Ritsu volvió a cerrar sus ojos, halando bastante aire por la nariz. El corazón tamborileaba con ansiedad. Sintió la respiración de Masamune sobre su nuca.

—Ca-casémonos… de una vez por todas. Usted y yo ¡Casémonos!

Al terminar su rostro estaba ardiente y rojo. Se sintió temblar como nunca, y como siempre, ante Masamune.
Este le hizo girar. Masamune tenía los ojos abiertos, como queriendo captar lo que no le cabía en la cabeza ni en los oídos. Escudriñó el rostro de Ritsu para averiguar si era real lo escuchado. Abrió la boca para preguntar, mas recordó que el joven no quería decirlo de nuevo y es que comprendía que el otro debió armarse de mucho valor para hacer esa petición, pues él había sufrido la misma angustia.

Le sostuvo  de la cintura sin poder pronunciar palabra.

—Sí. —musitó Ritsu, como tardía respuesta para Masamune.

Se miraron incrédulos y a la vez creyendo en todo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


kurenai desde el
Rincón emo-kawaii
30 de octubre 2016

 

 


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