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Un dulce amargo... por kaikuroi

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Un dulce amargo

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Capítulo # 13 (Parte 2)

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Nadie es luz de sí mismo: ni el sol.

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ACTUALIZACIONES LOS SÁBADOS

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Viktor carraspeó incómodo. No sabía qué decir.

Yuuri se paró, dejando su lugar junto a Mari, y se colocó a su lado, sonriendo de forma nerviosa y dulce a los recién llegados.

–Buenos días, soy Yuuri Katsuki, pareja de Viktor Nikiforov –Se presentó, inseguro sobre si le entendería al no hablar ruso –Estuvimos cuidando de Yurio los últimos días, y lamentamos la situación.

La mujer rubia lo ignoró, sin expresión alguna, y miró a Viktor.

Tú, quiero que me lleves con mi hijo –Apremió en ruso, pero el alfa sólo bajó la mirada.

No nos han dejado pasar a verlo porque aún no ha despertado, pero estoy seguro de que tendremos noticias pronto –Trató de sonreír, fallando en el proceso. Estaba contento porque él ya tenía a Yuuri devuelta, pero comprendía la desesperación de aquella desconocida para volver al lado de su hijo. A veces la vida podía jugar bromas demasiado pesadas con consecuencias aterradoras.

El grupo no dijo nada más, ni siquiera se molestó en saludar tardíamente, sólo se sentó en unos de los asientos aledaños lo suficientemente alejados como para no tener que escuchar lo que el otro trío discutía entre ellos.

–Han sido maleducados –Refunfuñó Mari para sí misma cuando su hermano volvió a su lugar. Yuuri, en cambio, se preocupó de si la razón fuera que él mismo pareciera descortés o lo creyeran un mala persona por no cuidar bien de Yurio.

–No, sólo están tristes y preocupados. Es mejor dejarlos estar –Dijo Viktor, justificándolos. A través de su lazo los pensamientos indecisos y pesimistas de su omega lo abrumaban.

– A nosotros también nos importa Yurio, no son los únicos en sentirse así, no es excusa –Volvió a protestar descuidadamente la beta.

–No es relevante el cómo se comporten, están aquí para Yurio ahora. Me hace sentir más tranquilo –El pelinegro, en un intento de relajar ese ambiente tan tenso, propuso pensar en el bienestar del rubio y los otros concordaron en silencio.

Segundos, minutos e incluso horas pasaron en incertidumbre de nuevo. Los doctores les ignoraban o daban respuestas ambiguas sobre el estado del menor, así que pararon de intentar preguntar algo después de un tiempo y decidieron dejar que vinieran los especialistas por su cuenta.

Y, finalmente, cuando Mari dejó de sentir las piernas por la exagerada cantidad de tiempo que llevaban sentados, la médico que les había atendido antes, la doctora Kuchiki, se acercó a ellos y la mujer rubia, cuyo nombre desconocían, la interceptó y le dijo algo en ruso.

–Es la madre de Yurio –Le aclaró Yuuri en japonés ante el desconcierto de la mujer.

–Ah, ya veo…–Comenzó mientras daba una pequeña reverencia y se presentaba. En inglés, obviamente. – El paciente ha despertado varias veces desde ayer pero no más de unos minutos. Ya está estabilizado, fuera de peligro, pero aún queremos administrarle supresores, sería bueno que ahora que están aquí puedan firmar el permiso. Y como la hora de visita se acerca pueden ir a verlo, pero no entrarán más de cuatro personas. Si no está consciente cuando lleguen sólo acompáñenlo, pero déjenle descansar.

Viktor tradujo todo lo que la doctora indicó a los extranjeros recién llegados y, luego que la rubia firmara un par de cosas, se dispusieron a ir a ver a Yurio. Sólo había un problema: Ellos eran seis.

–Yuuri… –Su alfa llamó, preocupado. Sabía que el pelinegro quería ir, pero no sabía cuánto le afectaría estar en su presencia mientras aún quedaran rastros del celo.

–Está bien –Le sonrío el japonés, dando un paso atrás –Mi hermana y yo podemos esperar un poco más –Respondió, dándole una significativa mirada de ruego a Mari, quien se inquietó.

–Ah, sí –Balbuceó, mirando hacia otro lado. No sabía muy bien qué estaba pasando, pero parecía como si Yuuri tuviera miedo de ir y ella no iba a preguntar por eso si es que era un tema delicado. El ruso, en cambio, lució confuso. Claro, su malestar al estar cerca de Yurio regresaría, pero quizás su pareja corriera con peor suerte. Aún estaba sensible por lo de la mordida y el colapso que sufrió días antes, tal vez era esa la razón de su negativa.

–De acuerdo, les informaré de cómo está en cuanto vuelva –Se despidió dándole a Yuuri un pequeño beso en la comisura de los labios y se encaminó al grupo de rusos que ya le esperaba, perdiéndose entre los pasillos del hospital rápidamente. El silencio que quedó a sus espaldas parecía una pesada condena.

–Hermana, voy al baño. Ya regreso –Sin siquiera voltear a ver a Mari el pelinegro también partió, sin darse cuenta de la preocupada mirada que seguía su espalda mientras se alejaba.

Yuuri no tardó mucho en encontrar un servicio disponible y entró sin prisas, echando seguro a la puerta a sus espaldas. Observó con cuidado el pequeño cuarto: Un váter, un lavabo, un espejo y las paredes de color beige. Simple y aburrida.

Tambaleándose se acercó a ver su reflejo en el espejo, muy agitado. Era casi imperceptible para todos, pero era claro que él sí que lo notaba: estaba bajando de peso. Su perfil se marcaba apenas un poco más, aunque le sorprendía que Viktor no se hubiera dado cuenta de ello, y aún si no era demasiado él se sentía débil y sin energías. Su mano, con un poco de vergüenza, subió su camisa.

No le gustó lo que vio.

Las costillas se le marcaban más de lo que deberían, es decir, su delgadez se mantenía con el ejercicio y normalmente sus músculos definidos resaltaban más, ahora, en unos pocos días, lucía… Bueno, escuálido.

Soltó su ropa casi con brusquedad, queriendo ocultar su estado tan deprimente; Se sentía bastante mal, no fue fácil esconderlo de los doctores, pero aún podía sobre llevarlo por su cuenta.

Su mano, de nuevo, hizo camino hasta el cuello de su camisa y la bajó con cuidado para observar su marca. Estaba rojiza, se notaba bastante y le dolía un poco. Le hacía sentir bien, de cierta manera, muy reconfortado, o eso pensó mientras la acariciaba con dulzura. Viktor no podría imaginarse jamás lo agradecido que se encontraba por su decisión días atrás.

Sin embargo, para alguien como él, estar feliz nunca duraba demasiado y las lágrimas, inexplicablemente, comenzaron a caer si remedio por sus mejillas, haciendo de su cara un desastre. Su ansiedad* aparecía sin invitación de vez en cuando, en realidad, no era una sorpresa para él, pero siempre era muy molesto no saber cómo lidiar con sus inseguridades.

¿Seguiría luciendo lindo para Viktor?

¿En su estado actual estaba en condiciones para competir?

¿Podría soportar las habladurías sobre su relación y su patinaje?

¿Su alfa escucharía las quejas de sus fans y lo dejaría?

¿Lo abandonaría, lo condenaría a la soledad?

¿Yurio o algún otro podría darle lo que él no?

¿Qué pensaba su familia de eso? ¿Sufría por él?

¿Minami se decepcionaría de él si volvía a fallar?

¿Qué pasaría con el intenso acoso que sufría?

Respiró profundo, trantando de calmar sus sollozos y no queriendo hacer mucho ruido. Más le valía recomponerse rápido o no podría ver a la cara a nadie en cuanto saliera de allí…

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Tan pronto entró a la habitación de hospital un olor desagradable le picó nariz. Era molesto, pero soportable, no tenía que ser un genio para deducir que se trataba de Yurio, que descansaba sobre la cama con suero, oxígeno y un electrocardiógrafo* conectados. Siendo sincero no era una imagen muy esperanzadora o que quisieras recordar.

Observó en silencio cómo la madre de Yurio, sin nombre aún, avanzaba dudosa hasta su hijo y le tomaba la mano. Los hombres mayores sólo se atrevieron a acercarse hasta el pie de la cama. No pasó mucho tiempo antes de que unos ojos verdes les devolvieran la mirada.

–Gatito… –Dijo en ruso la mujer beta, sonando aliviada y haciendo una mueca que vagamente se parecía a una sonrisa.

–Madre, ¿Qué haces aquí? –Cuestionó en tono bajo, sorprendido.

–Vine a cuidar de ti, mi niño – Enseguida apretó entre sus manos la de Yurio, reconfortándolo tanto a él como a ella.

–Abuelo, Yakov, Viktor… –Se detuvo a saludar a quienes estaban en el cuarto, pero de un momento a otro frunció el ceño – ¿Dónde están Yuuri y Minami?

La pequeña sonrisa de la mujer flaqueó y Viktor se adelantó a responder.

–Los verás pronto.

El menor asintió y, creyendo que su fiebre volvía de poco, no pudo evitar quedarse dormido de nuevo.

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La puerta del apartamento fue cerrada con un ruido estridente y espantoso. La residente estaba enojada y muy, muy frustrada.

Llegó a la sala con prisas, se quitó los tacones bajos, el abrigo y el saco para luego, con sumo cuidado, depositar su maletín el pequeño sofá que poseía.

–Ah… Qué molestia –Suspiró, y se dirigió rápidamente a su escritorio de trabajo que no contenía nada más que una portátil, que rápidamente encendió, y un bloc de notas.

–Llevo dos días intentando entrar ¡y nada! –Comentó para sí misma, en un arranque de ira– Los guardias están demasiado atentos… ¿Y si espero en la casa de la familia? Quizás sea demasiado obvio…

Meditó un poco sobre el asunto mientras ingresaba a sus redes sociales y un video, que parecía estar volviéndose viral, apareció apenas abrir Twitter. ¿Viktor Nikiforov y Yuuri Katsuki? Se relamió los labios, como un depredador que saborea tempranamente a su presa, y pulsó el botón de reproducir.

El regalo, las expresiones enamoradas de ambos, sus palabras tan cálidas y el sonido de besos al fondo…

¿Para qué mentir? Le dio un asco tremendo. ¿Cómo podía ser que ambos estuvieran dispuestos a seguir con esa farsa de relación cuando era totalmente evidente que se habían enlazado apresuradamente y por error? No entendía tampoco cómo el ruso podía soportar alguien tan irritante y creído como lo era últimamente Yuuri Katsuki, “Eligiéndolo” por sobre omegas admirables y ejemplares como ella misma.

–Un rebelde sin causa… –Escupió con veneno en su voz, mas sin embargo sonrió –Pero yo sí que le puedo dar una. Como que me llamo Mai Aihara…

Decidida, y mucho más dispuesta, tomó su llibreta de notas y abrió un documento en blanco en Word para comenzar a escribir el mejor artículo que hubiera hecho en su vida.

Esto ya era… personal.

 

Notas de la A:

*Ansiedad: Pienso muy fervientemente que Yuuri sufre de Ansiedad (o incluso Trastorno de Ansiedad), que es, básicamente, un estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad. Podemos verlo claramente en la escena del baño del capítulo uno, antes de las competencias en general y cuando despierta sin Viktor a su lado en el capítulo 10. #Headcanon

*Electrocardiógrafo: Es un aparato electrónico que capta y amplía la actividad eléctrica del corazón a través de electrodos colocados en las 4 extremidades y en 6 posiciones precordiales. El registro de dicha actividad es el electrocardiograma

 

Notas finales:

 

Curiosidades: El nombre de Mai, dependiendo del país, puede significar muchas cosas como: Origen, personalidad, mayo, manta de lino y Amor verdadero. No va mucho con el personaje…

¡Y ya está aquí a actualización por la cual lloraban! :D Es un placer para mí escribir, aunque no es tan satisfactorio publicar tarde. Y lo siento, pero ya expliqué mis razones: Tarea. De hecho no la he acabado, pero traerles capítulo nuevo era demasiado tentador. Anyway, mañana aún tengo tiempo de trabajar (¡Espero!). ¿Qué piensan de Mai ahora que oficialmente apareció? :3 A mí me cae mal, y eso que yo la puse aquí en primer lugar XD PERO gracias a que me urgía escribir sobre ella corté un detalle muy malo que iba a agregar sobre Yuuri. Debemos darle las gracias a que me cortó las alas por esta vez. Creo.

En fin, espero disfrutaran mucho porque yo… yo amo esto ;U; Me des estresa tan bonito… ¡Nos leemos la próxima semana!


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