Un dulce amargo
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Capítulo extra
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Yurio, es el camino a la gloria
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ACTUALIZACIONES LOS SÁBADOS
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Capítulo dedicado a las chicas que murieron o fueron heridas dentro del “hogar seguro” a causa del incendio presuntamente orquestado por las autoridades para que dejaran de denunciar de los abusos que se cometían contra ellas/ellos. Sí, justo en el Día de la Mujer.
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Y, de nuevo, su madre le abrazó con fuerza. Ekaterina debía partir hoy junto a los dos hombres que la habían acompañado de regreso a Rusia, ya se habían quedado una semana y no es que pudieran hacer mucho más por él ahora que había salido del hospital.
–Vamos a vernos pronto, madre, no tienes que apretarme tan fuerte –Se quejó sin verdadero enojo y sonriendo por la calidez que le producía estar entre los brazos de la mujer.
–Eres mi hijo, puedo abrazarte tan fuerte como quiera –Zanjó el reclamo y, finalmente, dio unos pasos atrás– Recuerda que te quedas para entrenar y que debes obedecer a Yuuri y Viktor en todo momento. Vigila ese Toe Loop cuádruple, sigue tu terapia y no me arrepentiré de dejarte en Japón.
–Te haré sentir orgullosa, madre, no dudes de mi –Presumió, queriendo mostrarse fuerte, pero en vez de un halago recibió un coscorrón.
–No te sobre esfuerces, hijo, me haces sentir orgullosa todos los días de mi vida.
Ninguno de los dos dio señales de conmoverse a pesar de que por dentro estallaban de alegría. Entre ellos eso era natural.
–Adiós, entonces… –Dijo Ekaterina y se retiró rápidamente sin mirar atrás hasta el taxi que ya la esperaba para llevar al grupo a la estación de tren.
Yurio suspiró y entró de nuevo al negocio de las aguas termales. Él era el último en despedirse, todos los demás lo hicieron antes y le dieron su espacio, lo que agradeció mucho. Después de todo separarse de la familia, aunque fuera temporalmente, siempre dolía.
¿Literalmente?
Se detuvo a mitad del pasillo, congelándose con pánico.
¿Acaso eso que había sentido era… dolor de estómago? Iba a suicidarse si su cuerpo decidía enfermarse ahora que podía regresar a la pista; Apresuró el paso hasta el baño más cerca y, sin pensarlo mucho, bajó sus pantalones.
Como es obvio lo primero que vio fue su bóxer manchado de sangre; Por un momento todo el mundo le dio vueltas, le atacaron unas náuseas incontenibles y su piel su puso pálida mientras sudaba frío.
–Tiene que ser una broma… –Replicó, sin podérselo creer y avergonzándose al sentir algo bajar por sus piernas. Su mente, para ese punto, estaba en blanco. Se sentó en el retrete, impactado, y se quedó en silencio por casi 20 minutos. No sabía qué hacer, nadie le había dicho cómo lidiar con la situación excepto por…
Una bendición que su teléfono lo acompañara siempre y que tuviera el número de Yuuri guardado.
–Moshi- Ejem, hi, habla Yuuri… –Respondieron al otro lado de la línea.
–Necesito ayuda.
– ¿Yurio? ¿Qué pasa? ¿Dónde estás? –El tono del japonés delataba su preocupación.
–Sigo dentro de Yu-topia. Creo que… quizás hay algo que no puedo solucionar… solo –Rumió, incómodo por el dolor abdominal que ahora se hacía cada vez más notorio. No estaba ayudando en nada.
– ¿Solucionar?
–Jum… algo rojo –Soltó vagamente mientras miraba de nuevo su ropa manchada. Asco.
– ¿Algo ro…?-Oh –Se sorprendió –… Oh–Exclamó de nuevo, con pena.
–Sólo dime qué tengo qué hacer.
–Bien, eh… –Oyó ruidos de fondo, como si Yuuri estuviera caminando a algún lugar y cerrando la puerta tras de sí – Siempre hay toallitas extra en los muebles que están bajo el lavabo en cada baño, ¿Puedes hallarlas solo o necesitas que vaya?
–No, puedo hallar unas malditas compresas por mi cuenta, gracias –No quería ser rudo, pero estaba molesto consigo mismo y con la madre naturaleza.
–Ya veo. ¿Necesitas un cambio de ropa? –Las mejillas del rubio se tornaron verdes de la vergüenza. ¿Por qué tenía que hacerle preguntas tan directas?
–Quizás… –Respondió, tragándose el orgullo. De ninguna manera caminaría por allí con esa ropa –Estoy en el servicio que está al lado del comedor.
–De acuerdo, estaré allí unos minutos. Aunque… tal vez te sentaría mejor un baño. Están libres porque no recibimos clientes, sería bueno que despejaras tu mente allí un rato –Añadió con dulzura.
–Lo que sea –Rodó los ojos y colgó.
Y allí, encerrado en ese baño mirando la pantalla apagada de su celular, por mucho que no lo aceptara, tuvo miedo. Tuvo miedo de ser omega. No era justo que nadie se sintiera así por cómo había nacido, pero no podía evitarlo. Aun así…
– ¡No importa, seré yo quien gane el Grand Prix y le demostraré a todos que no soy inferior a nadie! –Se animó a sí mismo mientras se negaba a llorar.
Yuuri pudo escucharlo desde el otro lado de la puerta.
…
Notas de la A:
Moshi: No está indicado en el texto, pero creo que es bastante conocido que los japoneses responden al teléfono con un: Moshi moshi, así como en varios países latinoamericanos contestamos: ¿Aló?
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