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El brillo de tus ojos [Xiuhan|Lumin] por Valeeemotions

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Notas del capitulo:

Migajas: Restos o sobras que se dan a alguien o que alguien aprovecha.

 

La mañana se siente más pesada de lo normal y sus ojos se niegan a abrirse aún cuando el insoportable sonido del despertador suena fuerte en su oído. Lu Han se pregunta si en algún momento de su vida tendrá algo de suerte. No pide demasiado, solo un poco. Un poco. Algo que le ayude a levantarse con ánimos, que le dé la oportunidad de sentirse pleno al dormir. Algo (o alguien) que le haga sentir esas mariposas. Porque sí, Lu Han las ansía, y quizás son esas mismas ansias de sentirlas que hacen que se vayan de su lado, espantándolas.

08:45 AM; es domingo y por primera vez el café no le sabe delicioso. Han pasado tres días desde que ha decidido poner fin a esa relación destructiva, esa relación de amor unilateral que solo le traía dolor a su corazón, y se pregunta porqué siempre tiene tan mala suerte.
No cree estar enamorado, porque tampoco es que esté muriéndose; solo está desilusionado, de todo, de todos.

Tratando de ignorar sus pensamientos, sus dedos tocan la grabadora del teléfono; de esas antiguas que salen en las películas y series extranjeras. Lu Han la había comprado en una venta de garaje una vez que fue de viaje a Estados Unidos con su Padre junto a un par de libros que jamás leyó, y que no cree leerá, la verdad.

 Los mensajes en su grabadora siempre son los mismos. Un par de compañeros recordándole alguna que otra tarea olvidada, promociones de planes telefónicos de otras compañías y siempre, pero siempre hay mensajes de Yixing. Absurdos, por supuesto, pero son suficiente para Lu Han. Le dan ese empujoncito de energía que necesita para sobrevivir el día a día.

— ¿Ya te vas a clases? — un hombre de unos cuarenta pregunta al otro lado de la mesa, y sus palabras suenan más bien a una cosa de cortesía que de preocupación cuando ni siquiera es capaz de mirarle a la cara para hablar. El pequeño bigote del hombre se pierde entre la taza, el humo y el café cortado que se prepara todas las mañanas.

— Sí… — “Padre”, Omite decir. Nunca le ha llamado así, y si lo hizo, se niega a recordar porque todo se resume en dolor, y Lu Han está cansado de sentirlo. Cuando su mirada toca la ajena, no siente admiración, ni cariño, ni nada. Podría sentir desprecio (porque razones tiene, y vaya que las tiene), pero tampoco lo siente. Lu Han simplemente no siente nada. Es un simple extraño.

— Deberías dejar esa estupidez de la escuela. Te lo he dicho muchas veces. —que no le llevará nada, porque para su Padre ser médico era una pérdida de tiempo. “Si quieres salvar vidas, comienza salvando la tuya primero”, le había dicho a los 5 años cuando Lu Han le comentó que quería ser bombero. — No olvides que en la tarde tengo una reunión importante. Te quiero fuera de la casa. —te quiero fuera de mi vida. Omite decir, poniendo un par de billetes sobre la mesa antes de irse, dejando el café a medio beber. Lu Han simplemente no dice nada. Lu Han nunca dice nada. En 21 años (prontamente 22) ha aceptado cada insulto por parte de su Padre. Ser hijo (Ilegítimo, por cierto) del alcalde de Seúl es algo de lo que debería sentirse orgulloso, pero Lu Han jamás se ha sentido así.
Pues solo él sabe que es hijo de ese hombre. Su padre jamás lo ha presentado al mundo. Hasta la servidumbre lo reconoce solo como el “sobrino”; nadie realmente importante.

Sería mejor vivir solo, piensa, pero las veces que lo ha intentado, su Padre siempre aparece y le trae de regreso, no de la forma paternal que siempre ha querido, sino más bien como una orden, como si temiera que Lu Han revelara la verdad, sin saber que el verdadero avergonzado era él, y no su Padre. Lu Han se avergonzaba de su Padre.

Su vida sería tan diferente si hubiese nacido dentro de un matrimonio. 
Ha contado con los dedos de una de sus manos las veces que ha visto a su Madre, y le gustaría decir que fueron más (e incluso se ha engañado a sí mismo con ello) pero no. Ser hijo de una famosa cantante simplemente era vivir oculto debajo de las sombras, sobretodo si es la mujer más influyente de todo el medio musical de China.

» En otras noticias, la cantante Qin
Feng acaba de dar a luz a su primera hija. Podemos verla radiante después del embarazo. Enviamos nuestras más sinceras felicitaciones para la hermosa pareja. «

Las imágenes de su madre junto a su nuevo esposo e hija (su hermana, por cierto) pasan en la televisión y Lu Han quisiera que dejara de doler, pero joder, duele, siempre duele.

Lu Han, entonces, se cuestiona porqué el aborto no fue una opción para sus padres al enterarse que venía en camino. Él lo habría tomado. Definitivamente.

 

 

 

— ¿Es cierto lo que escuché? —Yixing se cuelga  su brazo mientras caminan en dirección a la cafetería de la universidad justo en la hora de almuerzo. Son las 12:45 y la última clase comenzaba a las 2, dándoles el tiempo necesario para poder comer algo antes de continuar con el día.

— ¿Qué cosa?

— Que el maestro de neuro te escogió como ayudante de su clase. —Yixing sonríe. — Dicen que le ayudarás en un caso. ¿Es cierto eso? —pregunta sentándose en una de los asientos de la cafetería ya con algo para comer en su bandeja. Lu han, por otro lado, simplemente bebe su café; ice americano, con hielo y sin azúcar. Lo de siempre.

— Algo así. Aún no sé si aceptaré. —que era muy arriesgado, porque era un área que si bien él manejaba, no se sentía completamente listo para esa clase de responsabilidad. Estaría a cargo de un paciente y si bien sería apoyado por un doctor especializado en la materia, Lu Han tenía miedo. ¿Y si hacía algo mal? ¿Y si no lograba los resultados esperados? No quería decepcionar a nadie, sobretodo cuando la única persona que realmente confiaba en él, estaba observándolo de cerca.

 

— Señor Lu, un agrado tenerlo por aquí. —la amplia sonrisa de su maestro lo deslumbra, haciéndole sonreír también al saludarlo con una respetuosa venia. — ¿Has pensado en la propuesta que te he dado? —que no importa lo que decida, él respetará su opción pero que oportunidades como esas jamás las tendrías otra vez porque él era un caso especial. Lu Han era especial. Siempre lo fue, aunque nunca lo ha escuchado de la boca de nadie.
Ser el mejor de su clase, el mejor de su generación y carrera había hecho que su popularidad en la universidad fuese grande, pero a él realmente jamás le importó demasiado. A pesar de toda la gente que se acercaba a él con otras intenciones, su único amigo era Yixing.  Yixing era lo único bueno que le había pasado en la vida, pensaba.
Se conocían desde pequeños, desde el jardín de niños. Yixing fue testigo de todas las veces que Lu Han lloró por no tener a sus padres con él. Porque de tenerlos, los tenía, pero  nunca sintió un abrazo fraternal. Nunca sintió amor verdadero. Nunca escuchó un “buen trabajo, hijo”… “Hijo”. Esa palabra simplemente no existía para él.  No estaba hecha para que Lu Han la escuchara.

Papi... ¿Cuándo vendrá Mami? —con 10 años de edad (recién cumplidos, por cierto), Lu Han se colgaba de la chaqueta de su padre quien, con recelo, lo obliga a soltarle.
— ¿Cuántas veces te he dicho que no me llames así? No soy tu Padre. —cruel. Mil veces cruel. Porque cuando los periodistas que rápidamente llegaron al lugar le pregunta quién es el pequeño que se le ha acercado, dice no conocerlo. — Ten, niño. Para que compres tu almuerzo. —fingiendo caridad y con una espeluznante sonrisa, extiende un billete a Lu Han, quien temeroso (porque cuando Papi se enoja, lo golpea fuerte y a él le da miedo, mucho miedo) lo recibe entre los flashes de las cámaras. Puede sentir la mano de su Padre sobre su hombro en el primer abrazo que ha recibido toda su vida. Probablemente sea el único que tenga, y aunque se tenga que conformar con esas migajas de falso amor, falso cariño que el hombre le entrega, Lu Han es feliz; a su manera, pero feliz. Es su cumpleaños número 10 y aún nadie lo ha felicitado, pero es primera vez que recibe tanta atención de parte de los adultos y termina ahogando hipitos, intentando no llorar porque joder, los hombres no lloran, Lu Han.

 

¿Y? —Yixing llama su atención, obligándole a mirarle.  Lu Han sonríe, su amor realmente se ve emocionado cuando le ve salir de la oficina del director de la facultad de ciencias de la salud.

Asiente con su cabeza antes de alzar el papel hacia las manos de su amigo, mostrándole así el nuevo horario que tendría. — Acepté. Comienzo la próxima semana.

Y Yixing es una fiesta andante. — ¡Hay que ir a celebrarlo! —beber cervezas, quizás.

— ¿Celebrar qué? —Lu Han ríe. — No es como si me hubiese ganado la lotería, Yixing.

— Qué aguafiestas eres, Lú. —se queja, cruzándose de brazos mientras estiraba sus labios en esa adorable expresión que hace que las tripas de Lu Han se estrujen.
No recuerda desde cuándo le gusta su amigo, y porqué realmente le atrae tanto. Nunca se lo ha dicho y tampoco cree hacerlo, porque la idea de perderlo para siempre le carcome el corazón de apoco. Yixing ha sido la única cosa buena que le ha pasado en la vida. Lo más cercano a una familia. Un hermano, un amigo, absolutamente todo.
Lu Han daría la vida por él si pudiera, e imaginar una vida sin él… no, simplemente no podría.
Se conforma con migajas, toda su vida ha sido así. Coleccionaba todos los álbumes de su Madre y pegaba posters en su pieza pensando en lo genial que era ser hijo de Qin Feng. En lo celosos que se deberían sentir sus compañeritos si se enteraban de que la cantante más popular de Asia entero, era su Madre. Porque cuando le preguntaron en la televisión qué nombre le gustaría ponerle a su futuro hijo, “Lu Han” fue su respuesta y solo eso fue suficiente para él. Su Madre lo amaba. No importa cuán lejos estaba. No importaba tener que hacer horas de cola en el fansing de la cantante, cada vez que venía a Corea, para poder verla frente a frente y tener su firma, su autógrafo. No importaba si esta no le reconocía de inmediato. Lu Han era feliz. Con migajas de amor, pero feliz… A su manera.

Finalmente decide aceptar la salida con Yixing. Unas cervezas y al karaoke.  Lu Han es bueno cantando, Yixing se lo dice siempre. Que porqué no es cantante, que con su rostro podría patear los traseros de cualquier idol que sale en la televisión. Lu Han omite decir que hace unas semanas nada más lo habían reclutado en una de esas famosas agencias de música. No lo dice, porque jamás podría aceptar. Jamás podría entrar en el mismo rubro que esa mujer.

— ¿Sabes? Estoy orgulloso de ti. —Yixing habla, cuando están algo ebrios (no mucho, solo un poco. Lo suficiente como para hablar con verdaderos sentimientos)  y la habitación de karaoke fue cambiada por un puesto callejero en donde podían beber Soju y comer ramen.  Lu Han se sorprende ante las palabras de su amigo y esa cálida sensación vuelve aparecer en su estómago, teniendo ganas de vomitar. — Has conseguido todo lo que te has propuesto. Serás el mejor médico de todo Corea, Lu Han.
—que está celoso, de alguna manera, porque cuando Yixing reprobó unas par de materias, Lu Han fue el único quien aprobó con nota máxima y cada chica que a él le gustaba, terminaba siendo admiradora de Lu Han. Ante esto último, le es imposible no reír.
Y es un cómodo silencio que se sumergen los dos, y quizás ya no estén tan ebrios, porque cuando caminan hacia sus casas, entre empujones y divertidas risas, y se detienen en la esquina que separa ambos caminos, sonríen. Yixing se siente feliz por Lu Han. Le vio tantas veces en el fondo del pozo, que ahora que por fin podía demostrar todo lo bueno que era.
No era necesario decir algo, porque simplemente todo ya estaba dicho. Pero el cuerpo de Lu Han se tensa completamente cuando los brazos de su amigo lo envuelven en un cálido abrazo. De esos que acostumbraba a darle de vez en cuando pero que jamás corresponde, aunque esta vez sí lo hace, porque lo necesita y el aroma de su perfume llega directo a sus pulmones, embriagándolo deliciosamente.

Se sumerge en su mundo, cerrando sus ojos, disfrutando.

— ¡Oppa! —una conocida voz los interrumpe, logrando que el abrazo termine demasiado pronto, mucho más de lo que Lu Han hubiese querido. Una hermosa chica de largo cabello corre hacia ellos con una despampanante sonrisa, tan inigualable como su belleza. Alza sus brazos y envuelve el cuello de Yixing con esto, estampando sus labios con los ajenos, separándose un poco, recibiendo una sonrisa de parte del muchacho. — Hola, Lu Han oppa. —le sonríe, logrando que Lu Han finja una sonrisa cuando les ve entrelazar los dedos de sus manos.
— Hola, Soo Jung

Y son solo un par de palabras que cruzan antes de despedirse. Yixing y su novia toman un camino diferente al de Lu Han, y por primera vez siente que la vida le ha dado algo de suerte, porque el perfume de Yixing ha quedado impregnado en su ropa y tiene que conformarse solo con eso, porque es lo máximo que obtendrá. Porque migajas es lo que ha recibido toda su vida, y migajas tendrá para siempre, y él así lo prefiere, porque así, Lu Han era feliz. Con migajas de amor, pero feliz… A su manera.

A su manera.

 

 


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