El primer encuentro que tuvo Leonard con su velocista favorito realmente no se podría considerar netamente como un “Encuentro”. Éste fue apenas una estela y viendo agresivo que lo sacó volando lejos del camión que estaba asaltando. No mucho más que una presencia nueva y extraña que Leonard no sabía con certeza si debía calificar como humana.
Recordaba el destello de rojo y el sentido etéreo de tacto que tuvo, la adictiva descarga de adrenalina al presenciar un ataque totalmente inesperado y la sensación latente de desafío que nació en su pecho, justo como si alguien le hubiese dicho “¿Quieres jugar?” Con un tono retador.
Alguien se había metido en su patio de juegos y Leonard no estaba enojado en lo absoluto. Él quería jugar.
El segundo encuentro sin duda alguna fue más emocionante, su pistola de frío había dado apenas su tercer disparo y ya había golpeado al borrón rojo que literalmente corrió hacia la estela fría. Héroe sacrificado, pensó Snart sin poder evitar la sonrisa complacida de su rostro.
El golpe hizo lento al velocista, lo suficiente para verlo, ver su cuerpo cubierto del traje rojo y la aparatosa herida de congelación. Tuvo largos segundos para comprobar que sí era un humano, todo antes de que se ocultara detrás de un pilar, unos llamativos gemidos dolidos y gritos ahogados se hacían escuchar, vaya qué sí era humano.
Hubo más disparos, todos intentando golpear a los podre civiles inocentes que tuvieron la mala fortuna de encontrarse ahí, el velocista parecía decidido a salvar a todos ellos. Una palabra rondaba por la mente de Snart al ver cómo el héroe se desgastaba, “Debilidad”, las personas inocentes eran su debilidad, “Típico” Se atrevió a pensar.
Cuando el rayo veloz no pudo salvar a una persona, Snart debió admitir que le dolió un poco, solo un poco, el grito afligido y desesperado que salió de su boca. Sonaba verdaderamente dolido y por alguna razón no le agradó mucho ser la causa de tal emoción.
Y entonces, cuando él se encontraba en el tren, caminando en medio del vagón, esperando deseoso a su retador, sintió el particular choque de aire que avisaba la llegada del velocista. Una pequeña sonrisa se pintó en su rostro frío, sin dudas el velocista era un gran aliciente para sonreír.
Extendió su brazo, apuntando su arma de frío en dirección al cuerpo cubierto de rojo. Y por primera vez pudo ver su cara, sus grandes ojos con tintes verdosos, y sus labios de un intenso rosado que contrastaban con su piel clara. Lindo, pensó y joven, quizá demasiado joven. Por su mente corrió la incógnita de su edad, parecía un niño.
“No te vi antes. ¿Tu mamá sabe que aún no te has dormido?” Ironizó. Debía admitir que el chico le atraía, incluso más que un desafío. Después de su monólogo de malo y su disparo frío tuvo que apresurarse en salir del tren, sin poder saborear como quisiera la duda y sorpresa en la cara del menor, debió ignorar esa inconsciente necesidad de ver a su reto.
No pasaron más de unos minutos cuando el héroe ya había salvado a los civiles, ahora encontrándose en el suelo, con hielo aprisionándolo, dejándolo expuesto ante la merced de Leonard.
El mayor quiso reír ante lo fácil que todo pareció. Tenía su dedo en el gatillo y su mira hacia el velocista, podía soltar una descarga fría y terminar con todo. Pero él no quería eso. No terminaría tan rápido y no destruiría a aquel que lo forzó a mejorar y evolucionar de maneras que no pensó que podría.
Era mucho mejor que ser un ladrón común. Ahora tenía un nuevo enfoque, nuevas reglas, nuevos retos. Le fascinaba.
Y bueno, el velocista era lo bastante lindo y sexy como para ser por sí solo una motivación.
Esa noche consiguió un gran héroe para combatir, una joya muy preciada y un buen apodo de villano. Le gustó ser Capitán Frío. Y le gustaba más ser el villano de ese niño cubierto en un traje rojo.
[…]
Después de varias peleas y encuentros Len no pudo dejar de evitar que cada vez había menos golpes, y en su lugar había muchas más palabras, hasta el momento en el cual su confrontación era igual a una charla a la hora del té.
Tampoco se pasó por alto lo mucho, mucho que se coqueteaban mutuamente, al parecer el Flash tenía su lado travieso. A Len de verdad le encantaba hacer reír al castaño con sus juegos de palabras fríos, y la manera tierna en la cual se sonrojaba con sus coqueteos. Demasiado tierno, pensaba la mayoría del tiempo.
No le tomó mucho descubrir que ese sentimiento hacia el velocista era más que galantería barata, estaba teniendo emociones reales y fuertes. No podía evitar lanzarse hacia el joven velocista. Y lo mejor, el menor parecía corresponderle, claro, muy a su manera tímida e introvertida.
Y cuando Leonard se cansó de todo esa seducción y tonteó previó, simplemente calló al velocista con un beso. Olvidando la valiosa joya que iba a robar, olvidando el tiempo en el cual el guardia de turno pasaría, olvidando la alarma, olvidando todo. Sólo quería besarlo.
Su beso si bien casto al principio, poco a poco se tornó más húmedo, le costó realmente poco al velocista seguir el contacto después de la sorpresa inicial. En cierto momento el castaño no podía borrar la sonrisa de su rostro y tuvieron que separase.
Ambos se estaban viendo a los ojos en ese momento, con su respiración como único ruido, era un mutismo cómodo. Sin pensarlo dos veces Barry devolvió el beso, siendo rápido y suave, dejando el fantasma de la sensación cálida en los labios de mayor.
-Eres lindo, Escarlata- Dijo, prácticamente como un impulso inconsciente.
Sin dudas, él realmente sentía algo por el velocista. Se enamoró de Barry Allen, el héroe sacrificado. Esto sería divertido.
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