La Grand Prix Final sería dentro de una semana, en la ciudad de Barcelona en España. Los entrenadores de Yuri habían decidido que lo mejor seria viajar con anticipación para que el menor pudiese aclimatarse, claro que no habían contado con que el resto de entrenadores pensaron lo mismo.
Todos los finalistas llegaron al hotel designado el mismo día, el living era un caos.
─Yuri ven aquí ─
─Estoy cansado Yakov, hazlo tu ─ Iba a retirarse cuando unas cuantas fans lograron colarse al hotel.
─¡YURI! ─ Fue rodeado por las Yuri Angel’s, su fanclub, la jóvenes no dejaban de gritar y tomar fotos a diestra y siniestra.
─Vaya qué espectáculo ─ Giro observando a JJ sin embargo no estaba solo.
─Oh JJ , las JJ girl’s son mejores─
─¡Cállate bruja! ─ Grito el menor al oír a la pelinegra.
─Ese niño me está gritando ─ Se aferró al canadiense
─Oh no te preocupes, solo esta celoso de lo bella que es mi novia ─
─De esa bruja, ni en mis pesadillas ─ Se alejo de aquello seres despreciables cuando al girar sus esmeraldas se toparon con unos orbes oscuros que jamás había visto. De hecho no conocía a esa persona. ─¿Q-Qué? ─ El aludido se colocó sus lentes y se retiró dejando confundido al menor.
─Él es Otabek Altin de Kazajistán ─ Pichit se acercó al Ruso ─ Es un completo misterio, nadie sabe sobre él y lo peor de todo ¡ni siquiera se le conoce una red social oficial!─ Yuri asintió a las palabras del tailandés, se retiró a su habitación restándole importancia a aquel hecho.
Daban cerca de medio día cuando decidió bajar a comer, pidió algo ligero y decidió salir a dar una vuelta, gran error, pues ni bien dio un paso fuera del hotel fue acosado por sus fans, lo único que atino a hacer fue correr.
Logrando tomar ventaja se metió por un callejón, respiro, lamentablemente su relajo duro poco pues las escucho cerca. Giró ante el ruido del motor de una moto, frente a él, el kazajo se encontraba.
─Yuri, súbete ─
─¿Eh? Eres… ─
Este le lanzo un casco.
─¿Subirás o no? ─
Yuri no sabía realmente por qué había aceptado la ayuda del kazajo, pero al menos se había liberado de su sequito de fans, sintió la moto inclinarse de lado. Por inercia sus brazos se aferraron a la cintura del conductor.
No estaba acostumbrado a subir en motos, de hecho era la primera vez que montaba en una, sin embargo sentir el viento sobre su rostro de esa manera era muy agradable, se dedicó a observar el paisaje, no sabía a donde iban y de cierta forma en ese momento era lo que menos lo importaba.
Pero el héroe no había secuestrado al hada rusa por simple capricho.
Tenían más en común de lo que Yuri se imaginaba.
La moto paro cerca de un mirador.
─Baja─ El rubio bajo de la moto, el kazajo también lo hizo, por lo que pudo respirar tranquilo al saber que no iba a abandonarlo ahí.
─¿Qué hacemos aquí? ─ El mayor apunto escaleras arriba.
─Hay un hermosa vista desde allá─ Comento para luego comenzar a subirlas, Yuri resignado siguió los pasos del pelinegro. Al llegar al lugar indicado pudo apreciar el bello paisaje en medio de un atardecer.
─Otabek… ─
─Hace cinco años ─ Yuri miraba intrigado al kazajo ─ Nos conocimos hace cinco años ─
─¿En serio? No me acuerdo─
─Estaba en mi primer año de la división junior, pero no pude con el ritmo de los Juniors rusos, así que me pusieron en la clases de los novatos y te conocí allí ─ Yuri trataba de hacer memoria, pero por más que intentaba no recordaba ─ Tus ojos eran inolvidables, tenías la mirada de un soldado ─
─¿De un soldado?...yo… ─ Yuri aparto su mirada del kazajo, ese cumplido había sido inesperado, sin embargo lejos de molestarlo, le había agradado, por lo que tomando algo de valor se animó a hablar también ─ Me habían cambiado de mi pista de Moscú a San Petersburgo. Estaba desesperado, pero decidí no quejarme hasta mejorar lo suficiente ─
─Luego partí de Rusia a Estados Unidos y más tarde a Canadá. Solo el año pasado pude regresar a mi pista en Almaty. Hoy más que nunca quiero ganar el torneo por Kazajistán ─ Yuri se había mantenido con la mirada fija sobre el de ojos cafés.
─Otabek ¿Por qué viniste a hablarme? ¿No somos rivales?─
─Siempre he pensado que nos parecemos, eso es todo ─ Ambas orbes, esmeraldas y cafés se encontraron ─ ¿Quieres que seamos amigo o no?─
Yuri estaba sorprendido, era la primera vez que alguien le había pedido ser su amigo. Sin embargo sonriendo apretó la mano que el kazajo le extendía. Esa persona realmente le agradaba.
Ahora siendo amigos oficiales, Yuri se sentía a gusto al lado de Otabek, por lo que decidieron dar unas cuantas vueltas a la ciudad.
Yuri tenía que admitirlo.
Le encantaba pasear en moto.
Después de una hora recorriendo las calles de la ciudad el kazajo propuso ir a cenar, Yuri acepto la invitación, no sin antes sacar su celular y tomar una foto para luego subirla a instagram.
Ambos salían en ella, Otabek conduciendo y Yuri detrás de él sonriendo.
**
─Realmente no recuerdo─
─Fue hace mucho tiempo─
─¿Estabas en mi misma clase de ballet? ─
─Era el peor de la clase, el ballet nunca se me dio bien─ Llevo el vaso de té a sus labios, antes de beber miro al ruso ─ Sin embargo tú eras de los mejores ─ Yuri sintió cierta pena ante el alago.
─Hm, se me da bien ─ Contesto simple para llevarse algo de la comida a la boca.
─Así fue como te conocí ─
─Es una lástima que no hallamos hablado antes ─
─Pero ahora somos amigos, el tiempo ya no importa ─ Yuri asintió mientras bebía.
─¿Y qué hiciste después de dejar Rusia? ─Pregunto tratando de ocultar su curiosidad.
─Hice muchos viajes ─ Yuri seguía mirándolo atentamente por lo que continuo ─Al no tener un entrenador fijo, viaje aprendiendo de diversos lugares, por ejemplo no es la primera vez que estoy en Barcelona ─
─Vaya ¿Enserio? Suena muy interesante, debes de haber visto muchos lugares─
─Lo hice, pero no es lo mismo cuando se está solo a cuando se está con una agradable compañía ─ Otabek, por primera vez en la noche le sonrió a Yuri y es que el siempre serio kazajo no solía sonreír con frecuencia. Justo cuando el menor iba a preguntar algo más se vieron interrumpidos por Viktor, Yuuri, Mari, Minako, Christopher y Pichit.
Ahora todos estaban compartiendo la mesa, Yuri estaba molesto y por lo bajo murmuro.
¿Por qué tuvimos que juntarnos?
Otabek solo levanto los hombros restándole importancia. Pronto la mesa se lleno de diversos y exquisitos platos.
Otabek comía sin prestarle mucha atención a los comentarios del resto de patinadores, Yuri en cambio estaba irritado y más cuando sacaron a flote el tema del banquete del año pasado, ese fatídico día cuando Yuuri le pidió a Viktor que fuese su entrenador.
─Fue lo peor, incluso me arrastraste a un duelo de baile ─
De pronto todos los presentes comenzaron a discutir sobre lo ocurrido en ese día, he incluso mostraron videos.
─¿Qué hay con ese juego de anillos? ─Preguntó Giacometti.
─Esto es… ─
─¡Hacemos juego! ─ Contesto Viktor.
─¡Que vivan los novios! ─ Grito Pichit ─ ¡Mi mejor amigo acaba de casarse! ─ Todo el restaurant comenzó a aplaudir, Yuri presionaba con fuerza el cubierto que sostenía.
No podía ser verdad.
─Si, están equivocados ─ Hablo Viktor luciendo el anillo ─ Son anillos de compromiso, nos casaremos cuando gane el oro ─
Una y mil veces, maldito Viktor.
Ahora venía y se comprometía con el cerdo, así de rápido y encima lo anunciaba sin miedo.
Ni ocho meses había pasado.
Y ese par ya tenía anillos de compromiso.
Viktor y él nunca usaron unos.
Se sentía celoso.
Él había estado comprometido con Viktor por muchos años y siempre se mantuvo en secreto, nunca nadie llegaría a saber de ese largo compromiso.
Nunca fue nada de Viktor, no para el resto del mundo.
Y eso le dolía.
Miro con odio al ex patinador.
Sin embargo, como si la frase “medalla de oro” fuese un tabú los presentes se quedaron silencio, uno muy incómodo.
─¡Quién ganará el oro y se casará seré yo! ─ La irritante voz de JJ se hizo presente al lado de su prometida.
Cómo si a la herida le agregasen sal, Yuri se sentía cada vez peor.
Inmediatamente los presentes abandonaron la mesa.
Yuri solo le dedico una mirada de rabia al canadiense para luego apartarse del grupo, sentía que se asfixiaría si seguía con ellos, estaba furioso y herido, su garganta le ardía, ese ya conocido ardor que anunciaba al llanto. Trago con dificultad mientras sentía sus ojos empañarse.
Malditos todos que restregaban su felicidad sobre su dolor. ¿Por qué no solo podía irse lejos?
Sintió una mano posarse sobre su hombro, con fuerza de un solo manotazo la apartó, giro con todo sus sentimientos a flor de piel.
─ ¡DEJAME MALDITA SEA, DEJENME EN PAZ TODOS NO SON MÁS QUE UNOS BASTARDOS! ─ Había explotado, mas, cuando vio la expresión asombrada de Otabek sintió un frio recorrerle. ─ Yo…yo no… ─ Las palabras se negaron a abandonar su garganta.
Sin autorización, rebeldes lagrimas se deslizaron por las sonrojadas mejillas; producto del enojo.
Sintió como lo jalaron del brazo para luego chocar contra el pecho del kazajo. Nadie pronuncio más palabras, Yuri oculto su rostro lloroso en el pecho del mayor mientras que este se dedicó a abrazarlo.
Porque a pesar de tener los ojos de un soldado, Yuri tenía el corazón destrozado y el alma más dañada que un soldado en plena batalla.