Yuri despertó cerca del mediodía.
Enterró su rostro la almohada al recordar el bochornoso teatro que mostro frente a Otabek, después de haber llorado en el pecho del mayor, este se negó a dejarlo solo y lo llevo al hotel, exactamente su habitación donde Lilia lo esperaba para coordinar los horarios de su entrenamiento, más la confusión se notó en el rostro de la rusa ante la presencia del kazajo, este saludo a la entrenadora para luego despedirse del rubio.
Lilia no cuestiono y solo le tendió la hoja con los horarios para retirarse deseándole buenas noches.
Cogió su celular revisando su instagram, lo habían etiquetado en muchas publicaciones, todas con la misma leyenda.
El héroe kazajo secuestró al hada rusa.
¿Qué clase de título era ese?
Estaba en todas partes, no se sorprendería luego si su abuelo llegase a preguntarle el porqué de tan escandalosa noticia.
Con pereza se levantó de la cama se lavo la cara y humedeció su cabello, miro su ropa para luego escoger un manga larga con estampados en animal print, su infaltable casaca negra, unos jean negros al igual que las zapatillas. Miro el horario, no tenía entrenamiento hasta la noche, su estómago rugía, por lo que cogiendo las llaves y su celular abandono la habitación.
Cuando llego a la plata baja opto por ir al restaurante del hotel, el reloj marcaba cerca de las 12:30, quizás por ello la cantidad de personas era regular, opto por irse a la mesa más alejada, justo cuando estaba viendo la carta pudo oír la voz de Yuuri y Pihchit, detrás de ellos Viktor y Christoper conversaban, inmediatamente se puso la capucha intentando pasar desapercibido, sin embargo pudo ver como Yuuri le saludaba mientras que Pihchit junto con Viktor y Christopher comenzaban a caminar en su dirección.
No lo pensó dos veces cuando vio su oportunidad.
─¡Otabek! ─ Llamo cuando vio al Kazajo pasar por la entrada. El aludido frenó su avance ante el llamado del menor, Yuri se levantó de la mesa e ignorando olímpicamente al grupo que se acercaba a él llego al lado del mayor. ─¿Vienes a almorzar? ─
Al fondo se pudo escuchar la voz de Minako gritando “¡Es el kazajo!”
─Estaba a punto de salir a almorzar ─
─¿Salir? ─ El mayor alzo su casco. ─ Oh… ─
Por un momento se quedaron en silencio.
─¿Quieres venir? ─ Yuri asintió.
Ambos se dirigieron a las afueras del hotel siendo seguidos por Minako y Viktor. Otabek saco el casco que yacía bajo el asiento y se lo ofreció al rubio, subió a la moto encendiéndola.
─Sube ─ Apoyándose en los hombros de Otabek, Yuri subió a la moto.
Minako escondida tras las grandes puertas de entrada no pudo contener un gritillo y menos el tomar fotos de tan poco común momento, sin embargo Viktor se mantenía serio, pensante.
**
Otabek se estaciono frente a un restaurante de comida hindú.
─No te pregunte qué querías comer ─ Comento el kazajo.
─Está bien, este lugar debe ser bueno ¿no? ─
─Me gusta el curry que preparan ─ Yuri bajo de la moto observando el restaurante, Otabek le extendió la mano, la cual Yuri vio sin comprender. ─ El casco ─
─Cierto… ─
Yuri solo siguió al mayor, no era la primera vez que este venia, en los decorados del restaurante dominaban las tonalidades rojizas y tierra, muy curioso para el ruso, que por primera vez se animaba a ir a un lugar como ese.
La mesera se le acercó con las cartas.
─ Vindaloo ─Ordeno Otabek en un entendible español, sin ver la carta en cambio Yuri no sabía que pedir y los ojos de la mesera sobre el solo lograban incomodarlo.
─Lo mismo ─
─¿Estas seguro? ─ Pregunto el mayor, a lo que Yuri asintió. ─ Dos Vindaloo y dos té negros ─ La mesera anoto los pedidos para luego retirarse.
─¿Hablas el español? ─
─Sé lo básico, cuando viajas mucho es muy importante poder comunicarse ─
─¿Cuántos idiomas hablas? ─
─El ruso, inglés, español y estaba aprendiendo chino ─
─Yo solo sé ruso, inglés y algo de japonés ─ La mesera llego con los platos humeantes y las bebidas. ─Huele bien ─
Otabek fue el primero en comer, Yuri miraba con curiosidad el pintoresco color de la comida, cogió el tenedor y soplando hasta asegurarse de que no estaba tan caliente, se llevó el cubierto a la boca.
Picaba.
¡Dios! ¡Cómo picaba esa cosa!
Su rostro se tornó rojo, sus ojos se llenaron de lágrimas, no podía escupir la comida así que tuvo que comérsela.
Otabek levanto la mirada encontrándose con el sonrojado rostro del menor, alarmado por la lagrimas que este comenzaba a derramar se levantó de su asiento llegando al lado del menor, este comenzó a toser mientras jadeaba, el kazajo le alcanzo el vaso con té.
─¿Estas bien? ─ Yuri frunció el ceño y después de beber todo el agua se giró enojada hacia el pelinegro. Estaba a punto de gritarle pero el semblante preocupado de este hizo que se mordiese la lengua. ─ Lo siento, no te avisé que era una comida picante ─ El menor termino con su vaso, inmediatamente el mayor le alcanzo el otro vaso. ─ ¿Nos vamos? ─
─No… ─ El menor trataba de recuperar la compostura ─ No sabía que te gustara las cosas picantes ─
─Será mejor que pidas otro plato ─ Aparto el picoso plato de curry y llamo a la mesera ─ Un Aloo gobi y más bebida ─ Otabek se volvió al menor mirándolo culpable. ─Yuri, ¿Estas molesto? ─
Yuri era un ser muy voluble, pero no deseaba arruinar la relación con su primer amigo.
─No suelo comer la comida picante ─ La mesera regreso con el nuevo plato para el menor, este desconfiado miro la comida.
─No temas, ese plato no contiene picante ─ Y era cierto, no picaba.
─Está delicioso ─ El enojo se había disipado del rostro del menor, sin embargo el sonrojo continuaba al igual que las pequeñas lágrimas, Otabek sacando un pañuelo se lo entrega a Yuri, este lo toma sin saber bien que hacer por lo que se limpia los labios. Fue entonces cuando el Kazajo sonríe. ─ ¿Qué? ─
─No es nada ─ Dijo este volviendo a concentrarse en su comida.
─¡Si el algo! ¡Dime! ─ El menor golpea suavemente el codo del mayor, justo cuando este se llevaba el cubierto a la boca, el resultado fue que el cubierto impactase contra la mejilla del kazajo.
Ambos se miraron por unos minutos para luego comenzar a reír.
Yuri se levantó y por sobre la mesa, extendió la mano con el pañuelo y limpio el rostro del contrario. Otabek le sonrió agradecido.
A pesar de solo conocerse de unos días, para ellos era como si se conociesen de toda la vida.
─Mañana tengo entrenamiento ─ Se quejó saliendo del hotel, Otabek detrás de él le daba alcance luego de pagar la cuenta. ─¿Y tú? ─
─Mañana entreno ─
─¿A qué hora? ─ El aludo pareció pensarlo.
─Cuatro ─ Este saco el casco para entregárselo al menor.
─Yo tengo de dos a cuatro, nos cruzaremos ─ El mayor asintió subiendo a la moto, el motor rujío. ─ ¿Subo? ─
─Sube ─ El menor obedeció ─ Tengo la tarde libre, ¿Quieres pasear? ─
Yuri sonrió asintiendo.
Otabek se colocó los lentes y arranco la moto, había algunos lugares que ya conocía y a donde pensaba llevar al menor.
La primera parada fue el palacio de la música catalana.
Para el menor fue toda un nueva experiencia el conocer un poco más de la cultura española, los diversos instrumentos llamaban mucho su atención, al pasar por el teatro se estaba dando a cabo un concierto, las personas aplaudían al son de la música mientras en el escenario se bailaba, ambos extranjeros comenzaron a aplaudir disfrutando del espectáculo.
Una vez finalizada la actuación dieron un recorrido por el barrido gótico de Barcelona, claro está que el kazajo tenía que parar cuando el rubio se lo pedía, pues según este debía tomar fotos para su instagram.
Por último pasearon en la plaza de España, compraron unos dulces mientras deambulaban cerca de la de las fuentes.
Ambos indagaban sobre la persona contraria, compartían anécdotas y hasta cómodos silencios.
Por ese día Yuri había alejado todo aquello que lo atormentaba para solo concentrarse en la nueva experiencia de hacer turismo al lado de su guía personal y es que Otabek no solo se encargaba de darle un paseo por la ciudad, también daba pequeñas reseñas de los lugares a los cuales iban.
Sin duda ese era un gran día por Barcelona.
**
Frente al mar, con la mano extendida hacia este, Viktor admiraba el anillo dorado que ahora adornaba uno de sus dedos, Yuuri se lo había obsequiado como un compromiso de conseguirle la medalla de oro, el muchacho realmente se estaba esforzando por ello.
Yuuri.
Sin duda después de conocerlo, las palabras, Live y Love resaltaron en su, hasta entonces su forma de vivir.
Pero, había dañado para alcanzarlas.
Sintió que lo pateaban por la espalda, no necesitaba girar para saber de quien se trataba.
─Viktor Nikiforov está muerto ─ El peli plata se giró encarando al menor. ─ ¿Por qué luces tan feliz al ver ese anillo barato? ─ Camino hasta este y se inclinó.
─¿Querías competir contra mí? ─
─Engreído, hablas tan a la ligera ─ La voz de Yuri sonaba pesada ─ No todos los patinadores te admiran. Desaparece pronto, anciano ─ Sin haberlo previsto, Viktor lo tomo de las mejillas, con tal fuerza que la mano le temblaba y sus dedos se hundían en los cachetes del menor. ─El anillo que te dio ese cerdo es basura, ganaré y te demostraré lo incompetente que es su dueño─
─Yuri ─
─Ganaré Viktor, juro que ganaré ─
─¿Tanto daño te he causado kotik? ─ Mientras hablaba más se acercaba al rostro del rubio ─ ¿Tanto me amas que no aceptas la idea de que nuestro compromiso se rompió? ─
─Tú lo rompiste Viktor, pero no creas que seguiré detrás de ti, no me derrumbaré, no soy como Yuuri, te superaré ─ Los labios de Viktor estaban peligrosamente cerca a los de Yuri, podían sentir la respiración contraria. Por un momento se preguntó a qué sabrían los labios del mayor.
─Yuri ─
─Suéltame ─ Raudo el rubio se liberó del agarre del mayor.
Quizá no todo era malo, Yurio tenía ahora una gran meta, una motivación.
Pero no podía tapar el sol con un dedo.
─Ese lugar se parece a Hosetsu ─
─Pensaba lo mismo ─
Yuri se alejó sin voltear a verlo, Viktor estaba a punto de apartar la mirada de la figura rusa, cuando a unos metros pudo ver que una silueta que se unía al lado de Yuri.
Una pequeña sonrisa surcó sus labios mientras su mirada se perdía en el bello ocaso.
Muchas personas recibían las palabras con L.
**
─¿Estas bien? ─ Otabek llego al lado de Yuri, se había mantenido alejado, tal y como se lo había pedido el menor, sin embargo, en la pálida piel de este, habían quedado marcados los dedos del ruso mayor. ─ Yuri ─
El menor frenó su avance, tenía la cabeza gacha negándose a ver al kazajo.
─Solo vámonos ─
Otabek pudo notar el tono de voz triste con el que respondió el menor, tomándolo de la mano comenzaron a alejarse con un rápido caminar, no era necesario tener dos dedos de frente para saber que aquella conversación entre los rusos había terminado afectando al menor, el kazajo se giró, Viktor los observaba.
Viktor le sonreía.