─Ah...
Un suave gemido se escuchó en la oscuridad de la habitación.
Sobre la desarreglada cama dos cuerpos estaban juntos, demasiado. Las manos de uno recorrían la anatomía contraria que aún se hallaba presa de las prendas. Solo ellos dos en su lecho compartiendo caricias que sus cuerpos ansiaban. Si, después de un año y siete meses de relación ambos habían llevado aún más lejos sus límites.
*****
Después del incidente ocurrido en la Grand Prix Final, Yuri Plisestky y Otabek Altin quedaron descalificados, para sorpresa de todos el que se hizo con la medalla de oro no fue el ruso mayor favorito. Katsuki Yuri logro alzar su primera medalla de oro y no solo eso, en el mismo Kiss and Cry Viktor Nikiforov se había hincado ante el omega pidiendo su mano en matrimonio.
Claro que mientras eso pasaba por la televisión Yuri no dejo de lanzar unos cuantos insultos al pobre aparato, acto que a Otabek lejos de molestarle le resulto tierno.
A los dos días Yuri fue dado de alta con la condición de usar muletas solo de ser extremadamente necesario y en lo posible no apoyar el pie durante la semana hasta su nuevo chequeo. Aquello fue un golpe bajo para el orgullo y la autosuficiencia del menor, Yakov y Lilia no tardaron en ofrecerle algo de ayuda más el menor se mostraba renuente a aceptarla, se negaba a salir de su apartamento y ser tratado como invalido, quería, no, él exigía volver al hielo aun y cuando solo tres días habían transcurrido.
Para alivio de los rusos, Otabek había retrasado su viaje de regreso a Kazajistán y sin eventos próximos a los que participar decidió quedarse al cuidado del ruso menor. Al inicio iba y venía de su departamento al del menor, mas ante la insistencia "disimulada" de su rubio comenzó a dormir en departamento de este.
Yuri era tratado cual miembro de la realeza, no movía ni un solo musculo de la cama, pues el kazajo no solo hacia la limpieza y cocinaba, también le llevaba la comida al cuarto o cuando el menor se lo pedía lo tomaba en brazos llevándolo a la sala. No había cómo quejarse de las atenciones del moreno y eso lo confirmaban tanto Yakov como Lilia en sus visitas al menor.
─Pues ha seguido muy bien las instrucciones, los ligamentos no han sufrido más complicaciones─
─Si ajam ¿Y ahora qué? ─ Hablo como siempre brusco ganándose una mirada de reproche de parte de su entrenador.
─Pues iniciar con ejercicios isométricos. ─ Contesto a la vez que se levantaba de su silla y se acercaba al menor ─ Primero Eversión Isométrica, al estar sentado, coloca el borde externo del pie contra la pata de una mesa o una puerta cerrada. Presiona contra el objeto, tu tobillo no debe moverse. Aumenta la contracción de los músculos. Mantenla contracción muscular por 15 segundos Relaja 10 segundos. Repite 5 veces, aumentando poco a poco hasta llegar a 10 repeticiones. ─
Otabek escuchaba atentamente las indicaciones mientras que solo el menor bufaba.
─Luego la Inversión isométrica, mientras estés sentado, coloca el borde interno del pie contra una superficie. Presiona contra el objeto, tu tobillo no debe moverse. Aumenta la contracción de los músculos. Mantenla contracción muscular por 15 segundos. Relaja 10 segundos. Repite 5 veces, aumentando poco a poco hasta llegar a 10 repeticiones. ─
─ ¿Eso es todo? ─
─Si de momento eso es todo lo que tendrás que hacer ─ Respondió mientras anotaba algo en su libreta ─ Luego iniciaremos con ejercicios en descarga de movilización articular y de fortalecimiento con bandas elásticas. Ejercicios en carga (cargando el peso del cuerpo sobre el pie, de pie) y por último ejercicios propioceptivos ─
─ ¿Cuánto tiempo me tomara recuperarme? ─
─Eres un atleta, si deseas volver a competir con la misma fuerza debes seguir este tratamiento, quizás un mes más si sigues a este ritmo─
─Tsk─
Con una nueva rutina Yuri y Otabek se despidieron de los entrenadores del menor para tomar un taxi en dirección del departamento del menor, claro que a pesar de que Yuri ya podía apoyar el pie el kazajo a penas y le dejaba hacerlo aludiendo de que aún era pronto, al incio el menor se quejaba pero el estar en los brazos del moreno aliviaba sus berrinches.
Fue así que Yuri se vio completamente relegado de sus actividades como deportista por casi un mes y medio, tiempo en el que su incondicional pareja había soportado cada una de las rabietas que se le ocurría hacer al menor.
A los dos meses al fin Yuri había vuelto al hielo pero con una rutina moderada, los saltos de momento habían quedado completamente prohibidos, decisión que lo molesto y más aún cuando su kazajo favorito le anuncio su pronta partida a Kazajistán.
A pesar de sus advertencias Otabek partió a su tierra por casi un mes, si un tortuoso mes que el menor vivió bajo la estricta vigilancia de Yakov y Lilia, ambos mayores no lo consentían como su pareja, a palabras de ellos Otabek lo engreía demasiado.
¿Qué sabían ellos de cuanto Otabek lo consentía?
Pero era solo un mes, su kazajo volvería pronto.
La vida del menor volvía a aquella rutina de cuando tenía quince años, entrenamientos a casi todas horas del dia, tanto de patinaje como de ballet, salía agotado de sus clases con Lilia aunque eso no lo detenía de ni bien llegar a su departamento encender la portátil y ver si su moreno estaba conectado.
La noche parecía simplemente fugaz cuando los jóvenes enamorados se enfrascaban en sus largas y sencillas conversaciones, charlas que iban de las actividades que realizaban en su dia o de furtivas palabras de cariño.
Si bien ambos no eran de hablar mucho, con simples gestos lograban comprenderse.
Si, solo ellos podían comprender al contrario sin la necesidad de pronunciar palabra alguna.
**
No podía ser cierto.
Revolvió por quinta vez las cosas en su departamento, lanzo la ropa de la cama al suelo y viceversa, poco lo importaba el desastre que estaba causado, tenía, necesitaba encontrar aquella renda, había sido muy específico con el moreno, estaba seguro de ello, ¡pero la maldita polera no estaba!
Bufo con desespero al sentir aquel calor que se le hacía tan común cada tres meses, sabía que su celo iniciaba y que antes de que Otabek se marchase había ocultado una de las prendas de su pareja para que esta le haga compañía en aquellos tortuosos días.
Un cólico lo obligo a llevarse las manos al vientre y doblarse ligeramente, cada vez se le hacía peor el pasar por esos días, ni los supresores podían calmar sus instintos si Otabek se hallaba cerca, era como si simplemente estos fuesen anulados. Malditas hormonas que lo volvían débil. Maldijo a viva voz mientras regresaba a su cama lanzando todo lo que se hallaba sobre esta, Lilia sabía que no iría a entrenar en lo que restaba de la semana, la rusa había tenido el detalle de regalarle una nueva caja de supresores, alegando que estos eran mucho más fuertes para su cuerpo.
Y claro que todo aquello le había costado un larga charla de cambios físicos y hormonales de un omega y como no más aun de un omega que tenía a su pareja destinada a su lado. Según lo que le dijo su instinto reproductor se avivaba con la cercanía de su alfa, al ser su naturaleza la reproducción y su cuerpo pronto a ser apto para albergar vida los ciclos del celo llegaban con mucha más fuerza que en el pasado con el único fin de conquistar y seducir a su alfa.
Una manera de controlar aquella transición era que Otabek lo marcara, claro que lo habían hablado fortuitamente sin embargo el mayor no pareció muy contento de tener que hacerlo tan pronto.
Y es que Yuri era un ser muy curioso, por su cuenta había investigado todo sobre las marcas y de porque su alfa parecía tener cierto recelo a ellas.
Lo descubierto lo había dejado con un mal sabor.
Marcar a un omega significaba la obediencia completa por parte de este para con su alfa, sumisión por donde lo vea.
Aquello no le agradaba.
Ah y la marca.
¡Era horrorosa!
Sin duda aquellas marcas debían doler, tan solo ver las imágenes le causaba un mal sabor. Los dientes firmemente marcados en la nuca, cicatrices de lo brusco que debió ser la mordida.
Sin duda entendía en algo a Otabek al no querer marcarlo, aquello no era un chiste.
Jadeo al sentir el calor ahora azotarlo con fuerza, solo debía esperar unos minutos para que las pastillas surtieran efecto, dormiría todo el dia.
Y asi seria hasta que Otabek regresara para mimarlo.
La simple idea lo hizo sonreir.
Él lo hacia sonreir.
**
─Yuri...
Se retorcía ante el toque de las manos ajenas, su espalda desnuda chocaba con el firme pecho contrario, podía sentirla subir y bajar acompañando la pesada respiración del moreno, el aliento de este chocaba contra su cuello en una corriente de calor.
Sus manos se aferraban a los fornidos brazos ante el placer que se le ofrecía.
Sentado sobre la pelvis del mayor, con sus delgadas y gráciles piernas abiertas a voluntad y sus pies contraídos contra las sabanas.
Gemidos se liberaban de entre sus rosados e hinchados labios, su suave voz colmada de éxtasis resonaba en la habitación acompañada de los gruesos jadeos de su acompañante.
─Beka...
La mano de Otabek se movía con firmeza y tortuosa lentitud sobre su miembro, con suavidad sus dedos iban desde la base hasta el glande para luego envolverlo y comenzar un vaivén.
Giro el rostro buscando los labios ajenos, labios que no se hicieron de esperar uniéndose a los propios, un beso húmedo que solo lograba calentarlos más.
Un gritillo escapo del menor cuando la estimulación que recibía fue tomando fuerza, iba a acabar pronto, sentir su vientre contraerse, estaba por correrse. Clavo las uñas sobre los brazos morenos a la vez que voz aumentaba su volumen, su entrada palpitaba húmeda anunciando el clímax.
Arqueando la espalda se liberó sobre las sabanas.
Respiro atrayendo el aire a sus pulmones mientras sentía los besos suaves sobre su hombro.
─¿Estas bien? ─
Claro que lo estaba, demasiado de hecho. Sin ganas de hablar movió a cabeza en afirmación apoyándose sobre el cuerpo contrario. Puedo sentir vibrar el pecho ajeno, tsk estaba riéndose.
─Yuri tenemos que limpiarnos, no duermas aún─
─Tsk─
Se dejó hacer mientras Otabek lo limpiaba con los paños que, ahora tenían por lugar fijo la mesa de noche al lado de la cama. Sintió como le era colocada uno de los polos del mayor, fue recostado con cuidado para luego ser arropado, una sonrisilla asomo sus labios a la vez que se acercaba al cuerpo contrario acurrucándose en este.
Luego de tortuosas semanas Otabek había regresado de un evento al que había sido invitado.
Yuri no había perdido el tiempo y ni bien su pareja hubiese llegado a su departamento había usado sus mejores tácticas para excitarlo.
La maleta había sido abandonada en media sala al igual que sus prendas que dejaban un camino hasta su habitación.
Claro que aún no lo había hecho como deberían, sus caricias no iban más allá de estimulaciones y toqueteos y es que Otabek tenía un autocontrol admirable, claro que Yuri ayudaba controlando sus fechas, buscando las menos peligrosas para poder llevar a cabo aquellos encuentros.
No había apuro, ambos lo sabían, irían descubriendo poco a poco lo que les deparaba el futuro.
Y lo harían juntos.