Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Locura por mi todo por 1827kratSN

[Reviews - 84]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

—Tranquila, nena —mecía a la pequeña que empezaba a estar algo inquieta por el ruido cercano—. Tu papá estará bien —Tsuna miró la puerta de su casa—. Quien me preocupa es mi papá.

—No se preocupe, Tsunayoshi-san —Kusakabe no se había alejado de él, se lo agradecía porque de no ser así hubiese entrado en pánico—. Iemitsu-san estará bien.

 

Pasaron largos minutos en los que sólo escuchó la pelea, tuvo que caminar un poco para liberar su ansiedad, pero al fin pareció que las cosas empezaron a calmarse. Iemitsu salió de casa jadeando, con la ropa desordenada y la evidencia del forcejeo, pero estaba bien. Tsuna no pudo evitar sonreír aliviado y al mismo tiempo Kusakabe dijo tomaría el lugar de Iemitsu e ingresó a la casa con prisa mal disimulada.

 

—Es un salvaje —fue el único comentario del rubio quien despeinó los cabellos del castaño.

 

Se escucharon cosas golpearse, los gruñidos del alfa y los gritos de los betas que intentaban frenar las acciones del que sería su jefe. Era un caos que Tsuna no pensó enfrentar y que no presenció porque se quedó en el patio en espera de que todo se aclarara. Ahora agradecía que su padre hubiese insistido en entrar con él, no quería ni imaginarse qué hubiese pasado si llegaba solo con Aiko. Aunque era verdad que Kusakabe estuvo ahí desde el inicio.

Hibari parecía fuera de sus cabales.

No pasaron ni diez minutos más —muy desesperantes, por cierto—, cuando escuchó a un auto estacionarse y vio salir de ahí a dos personas, aunque inicialmente esperó sólo a una. Ni siquiera tuvo tiempo para saludar cuando vio a aquella alfa de cabello largo y porte altanero pasar a su lado maldiciendo entre dientes mientras se recogía las mangas —ni siquiera le importó ser ignorado—. Adelheid lanzó una maldición más y abrió la puerta de la casa de una patada antes de lanzar un grito furioso en llamado de Hibari. Después ocurrió lo previsto, los betas salieron de esa casa, se escuchó el ruido de una pelea entre los alfas y esperaron un largo rato hasta que —al parecer—, poco a poco las cosas se calmaban por completo.

 

—Nunca creí ver a un alfa en celo —fue el murmuro de la segunda persona que arribó a esa casa.

 

Fue ahí donde Tsuna tomó conciencia de su amigo. ¡Su amigo! ¡Por Dios! ¡Era de quien no había tenido noticias, del que había desaparecido sin decir nada! Y se veía tan tranquilo, como si no tuviera la culpa de que Fuuta sufriera de estrés y ansiedad. ¡Lo iba a ahorcar por desconsiderado!

 

—¡Enma-kun! —trató de no gritar para que Aiko no se alterara, pero no soportaba las ganas de golpear a su amigo— ¡Tú qué haces aquí, y ¿por qué venías con Suzuki-san?! —intentó patearlo, pero lo esquivaron.

—Podría explicarte —murmuró antes de sacar algo de su bolsillo derecho, algo parecido a un collar de cuero, y proceder a colocárselo alrededor de su cuello—, pero tengo que entrar ahí —señaló la casa.

—Ah, no —Tsuna se interpuso entre su amigo y la entrada—. No entrarás… ¡Hibari-san está…!

—Lo sé —el pelirrojo sonrió sutilmente antes de mirar a la nenita que por alguna razón se mantenía sin llorar, un tanto curiosa por la gente a su alrededor, pero sin mostrar miedo—, pero debo ayudar. Por eso estoy aquí.

—¿Ayudar?

—¡ENMA! —la voz de Adelheid resonó incluso con la puerta cerrada.

—Todo se solucionará en un momento —dio sus primeros pasos sin dejar de mirar a Tsuna—, tú tranquilo.

 

Y se solucionó en menos de dos minutos, tres a lo mucho. Todo fue sencillo a pesar de que sólo Adelheid y Enma lo supieran pues fueron los encargados de calmar al alfa fuera de control. Sólo bastó una carnada, algo de fuerza y una dosis muy fuerte de calmantes.

Entrar al territorio de un alfa en celo era una condena de muerte debido a la explosión de feromonas que ocasionaban el comportamiento territorial del individuo. Adelheid lo sabía, por eso se dio tiempo para cansar un poco a su paciente antes de usar a su ayudante como carnada. Eso y que quería golpear al idiota que tenía como amigo. Su propio estrés se lo agradeció.

Enma sólo tenía la misión de distractor, un trabajo bastante simple, pero que sí le daba miedo en cierta medida porque sería su primera intervención de ese tipo. Por eso se mordió el labio y palpó su collar para verificar que estuviera bien colocado. Ingresó a la casa tras respirar profundo, aguantando el aire para no inhalar dentro de esa casa y así evitar ceder ante el ambiente pesado. Sinceramente no quería sentirse presa fácil, pero en esa ocasión debía hacerlo. Cerró la puerta y se adentró con rapidez para hallar a los alfas.

Se sintió como un gusanito ante dos pájaros y no fue agradable.

Cruzó miradas con aquel azabache, un escalofrío le recorrió entero al no ver ni un rastro de raciocinio, y quiso lanzar un gritito cuando Adelheid soltó al alfa, pero se controló. Se quedó quieto y cerró los ojos cuando fue aprisionado por Hibari. Dolió el agarre en sus brazos y, cuando la nariz del alfa le rozó la piel de la quijada, su piel se crispó. Soltó el aire cuando fue empujado de forma violenta y cayó al suelo, apenas y abrió los ojos para ver a Hibari cuando se vio aprisionado por el cuerpo ajeno.

Temor.

Jadeó al ver los colmillos marcados del azabache, pero para eso fue el collar antimarca, para evitar que fuese obligado a formar un lazo de verdad. Soportó bien la mordida del alfa mientras Adelheid aplicaba la inyección en el cuello del afectado. Simple y preciso. ¡Pero estaba temblando por el miedo y porque las feromonas de Hibari lo volvieron una gelatina! ¡Fueron los peores minutos de su vida hasta que el alfa cedió!

 

—¿Estás bien? —sin cuidado alguno Adelheid lanzó el cuerpo inmóvil a un lado.

—Sí —Enma agradeció que le quitasen a Hibari de encima y que el aire fuera menos denso que antes—, aunque creo que me lastimé —movió su muñeca verificando el dolor por la caída repentina.

—Maldito idiota —bufó la alfa al mirar a su par—, llegar a este punto.

—Adelheid-san —miró con curiosidad a la azabache quien hizo un gesto en señal de que escuchaba—, ¿pasa algo malo con él? —se levantó dificultosamente tras verificar que sus rodillas ya no temblaban.

—Es un completo desastre —suspiró arreglándose el cabello—, tendremos que vigilarlo hasta que el celo termine. A simple vista sus niveles de testosterona están a niveles inaceptables, aunque debemos hacerle algunos exámenes para verificar pues Fon es su padre y pudo haberle hecho cualquier barbaridad —chasqueó su lengua.

—¿Y qué le digo a los demás? —sintió lástima por Hibari, nadie merecía tener un padre como Fon.

—Que tuvo una alteración hormonal, nada más —con su pie removió el cuerpo de Hibari hasta dejarlo boca arriba.

—Adelheid-san… —Enma miró a la alfa y se alteró—, ¡su labio sangra! —intentó acercarse—. Déjeme curarla.

—Estoy bien —y sin embargo dejó que las manos temblorosas del pelirrojo la revisaran—. Hazte cargo de avisarles a todos mientras yo llevo a este tonto a su habitación y lo encadeno por si acaso.

—Las esposas —sacó aquello del bolsillo de su chaqueta y se las dio a su superior.

—Deja de perder el tiempo mirando de más —odiaba que la revisaran tan insistentemente— y vete.

—Está bien —suspiró.

—Hoy no ha sido mi día —bufó antes de sujetar el brazo del inconsciente—. Joder, tener que lidiar contigo —le hablaba a Hibari—, y aparte… mis hermanos… y Leo… y tu inútil omega castaño… y tu hija —bufaba mientras levantaba al alfa y se lo colocaba en la espalda para cargarlo—. Y tu jodido peso... No debí usar tacones hoy.  

 

Murmullos, bufidos y gruñidos que Enma ignoró o tendría curiosidad y preguntaría demás, lo que ocasionaría que Adelheid se pusiera de peor humor y eso no le convenía. Hizo lo que se le ordenó, salió para darles el diagnóstico de Hibari a todos, dejó que ingresaran a la sala para revisarlos —aunque nadie tenía heridas significativas—, y junto con los betas procedió a abrir todas las ventanas para ventilar la casa. No importaba si algunos omegas se veían tentados por el celo del alfa sin lazo y querían rondar por los alrededores, Kusakabe y sus subordinados estaban ahí para evitar cualquier incidente.

Pero cuando sus labores se hubieron terminadas tuvo que responder más preguntas que no estaban en relación con el alfa, y hasta recibió un regaño por desparecer sin avisar. Se lo merecía de cierta forma, pero fue la única manera para poder escapar de Zakuro por tanto tiempo y sin inconvenientes. Además, había estado algo ocupado también.

 

—¿Estás bromeando? —Tsuna aun sostenía a Aiko en sus brazos, la pequeña no había querido que la dejara en la cuna seguramente en respuesta a los desconocidos en la casa.

—No, Tsuna-kun —suspiró mientras se rascaba la cabeza—. Estoy hablando en serio.

—Pero tienes problemas cuando ves sangre y…

—Lo sé —hizo una seña para que Tsuna bajara la voz—, pero lo estoy superando.

—Convertirte en asistente de enfermería en una clínica no es la opción, menos si es en la clínica de Suzuki-san.

—Mayu-san me dio esta posibilidad —jugó con sus dedos intentando explicarse—, y Adelheid-san lo aceptó después de rogarle hasta el cansancio… Además, estando con ella Zakuro no se atrevería a acercarse.

—¿Estás usando a esa mujer? —su amigo hizo una mueca— ¿Ella lo sabe? —Tsuna lo vio asentir— ¿Y aun así accedió a que estudiaras con ella?

—Al parecer las otras omegas y betas que trabajan con ella también pasaron por algo similar a lo mío, así que está acostumbrada a lidiar con eso y ayudar… —ante la mueca incrédula de Tsuna, suspiró— A su forma, pero presta su ayuda —Tsuna aun dudaba así que Enma completó—. Es una inversión. Yo seré un nuevo trabajador de plena confianza debido a la deuda que tengo por su protección y ella me dará una profesión con la que ganarme la vida.

—¿Y qué harás cuando te toque atender una emergencia y te desmayes al ver la sangre?

—Sabes… después de algunos problemas con la clínica —Enma mordió sus labios—, descubrí que de ser el caso puedo dejar mi miedo de lado y actuar correctamente. Así que creo poder superar lo que venga —apretó sus puños—. Puedo hacerlo, Tsuna-kun…  Confía en mí.

 

Los pasos de la alfa fueron los únicos que detuvieron su plática y la de los betas que charlaban en la sala, incluso Iemitsu se quedó a platicar hasta asegurarse de que todo estaba bien. Adelheid frunció el ceño por ser el centro de atención, para nadie era desconocido que tampoco era muy adepta a estar rodeada por demasiadas personas. Ella dio algunas indicaciones a Kusakabe para después soltar un suspiro cansado al mirar a los omegas y con una señal ordenarles que la siguieran. Enma era el asistente de ella así que fue normal, pero Tsuna no sabía qué tenían que hacer él y Aiko.

 

—Puedes entrar —señaló la habitación del alfa—, y deja a la niña a su lado por un rato.

—¿Qué? ¡No! —Tsuna apretó un poco más a Aiko contra su pecho—. No voy a estar cerca de Hibari-san mientras esté en celo —espantado miró esa puerta y retrocedió—. Lo que vi hace un rato fue muy aterrador y sinceramente pensaba irme hasta que todo vuelva a la normalidad.

—Eres su esposo —Adel lo miró con desdén—, ¡hazte cargo de él!

—¡Jamás! —si hasta se estaba ahogando de nuevo con las feromonas que despedía ese cuarto—. No tengo nada que ver con él.

—Tú… —la alfa gruñó y apretó los puños— eres un…

—Tsuna-kun —Enma intervino antes de que Adelheid perdiera su poca paciencia—, tu aroma puede calmarlo puesto que has sido el omega con más interacción con Hibari-san.

—Me niego —encogió sus hombros por el miedo a esa posibilidad— y obviamente no dejaré a Aiko con él. No sé qué pueda ser capaz de hacernos.

—Niño —la azabache se le acercó hasta que sus rostros estaban a escasos centímetros y su amenaza fuera directa—, si vives con él, lo mínimo que puedes hacer es cuidarlo. ¿Comprendes?

—Ahora representa una amenaza para mí —pero Tsuna no flaqueó.

—¡Haz lo que te digo! —ordenó enfadada, pero antes de que tocara al omega, Enma se interpuso—. Enma —le advirtió.

—Adelheid-san —la empujó por los hombros suavemente hasta alejarla de su amigo—, entienda que cualquiera tendría miedo… Hibari-san ahora es un alfa sin control y nosotros omegas sin lazo… —respiró profundo—. Por favor.

 

Tsuna se quedó en silencio cuando percibió el ligero cambio en el aroma de su amigo, el mismo que empezó a acentuarse ligeramente. Notó cómo el ceño de la alfa disminuía de poco en poco y… ¿Enma estaba liberando feromonas a propósito? ¿Cómo diablos hizo eso? ¿O sólo lo hacía instintivamente mientras le suplicaba a la alfa para que se calmara? ¡Tenía que preguntarle!

 

—Puede ser un idiota sin control, pero ahora está sedado y atado —lo peor era que estaba funcionando, el aura amenazadora de Adelheid disminuyó—. Acercarse no tiene riesgo alguno. Además… —miró a la bebé que se chupaba el dedo mientras recorría todo con sus ojos— ella es su hija.

—¿Y eso qué tiene que ver? —Tsuna no estaba entendiendo bien lo que le querían decir.

—El aroma de su primogénita calmará sus instintos —Adel suspiró, no podía creer que estaba gastando saliva en vano—, es algo básico que deberías saber, mocoso.

—Tsuna ahora lo sabe —intervino Enma de nuevo—. Adelheid-san, debe calmarse.

—Deja de manipularme, Enma—entrecerró los ojos y miró al pelirrojo que se encogió de hombros—. Lidia con tu amigo —rodó los ojos—, yo iré por un café.

 

Adelheid estaba cansada de todo ese lío, a eso se le sumaba sus pocas horas de sueño debido a un par de emergencias y el estrés por sus propios problemas. En resumen, estaba muy alterada. Las feromonas del omega pudieron apaciguarla un poco, pero no bastaba y necesitaba algo más que alivianara el peso sobre sus hombros. Por eso ignoró al mocoso idiota que se casó con el estúpido de su amigo, al que a veces quería ahorcar, y rápidamente se encaminó a la cocina para revolver las provisiones de Kyoya.

 

—¿Qué fue eso? —cuando estuvieron solos, Tsuna miró acusadoramente a Enma—. Lo de tu olor.

—Un truco que me enseñó Miyu-san…, tardé mucho en lograrlo, pero funciona —le sonrió al castaño—. Te lo enseño luego, ahora entremos.

—No creo que sea buena idea.

—Confía en Adelheid-san —palmeó la espalda de su amigo—, ella es experta en estas cosas.

—Hum —dudó un poco, pero Enma tenía razón— ¿Y tu aroma no alterará a Hibari-san?

—Puede ser —lo analizó mientras se mordía el labio inferior—, por eso mantendré la distancia… Además, tengo un collar antimarca, así que no hay problema.

—¿Un qué?

—Tsuna, debes investigar más en internet —rio antes de empujar al castaño—. Vamos, entra.  

 

Tsuna aceptaba que Adelheid y Enma tuvieron razón en un par de cosas. En primer lugar, Hibari sí estaba atado, sus muñecas estaban esposadas a la cabecera de la amplia cama —cabe decir que le dio una miradita a ese cuarto porque jamás había entrado, aunque no había mucho que destacar porque todo era sencillo—. Lo que sí notó el castaño fue el vello axilar de Hibari, le dio algo de risa porque al parecer Adelheid no se tomó el trabajo de ponerle algo encima al alfa, sólo lo había cubierto por una sábana y atado los pies al final de la cama sin tensar demasiado las cuerdas. Lo segundo fue que Aiko había estado calmada todo ese tiempo porque el aroma que percibía en el ambiente era el de Kyoya y este opacaba al de todos los demás, así que en cuanto estuvo en la habitación donde Hibari descansaba se vio más ansiosa y lo buscó con la mirada desesperadamente. Cuando Tsuna dejó a la pequeña junto al alfa, esta rió feliz y manoteó al aire a pesar de que el otro estuviera en un profundo sueño.

Ahora empezaba a ser evidente que Aiko era omega.

Con el pasar de las horas y cuando el alfa despertó de nuevo, no parecía tan fuera de sí, por el contrario, a pesar de que se mostró adolorido y desorientado, no intentó zafarse de los amarres. Tsuna le hizo plática, no recibió más que monosílabos, pero comprobó que de cierto modo su aroma calmaba un poco al alfa. Al final hasta aceptó colocar a Aiko en el pecho del azabache.

Kyoya se quedó jugando con las manos de la bebita que se estiraba para tocarlo, las besaba con delicadeza, y Aiko respondía a la atención con risas y murmullos. Tsuna dejó de temer a ser atacado cuando el alfa dejó de prestarle atención y se centró en la bebé, además Adelheid-san le inyectó algo como extra. Suponía fueron supresores pues el aroma de Hibari disminuyó un poco y dejó de sudar excesivamente como hizo hasta ese momento.

Fue así que el resto de ese celo pasó sin contratiempos… Fueron los tres días más raros que pasó junto al azabache pues tomó el rol de “niñera”, siendo reemplazado unas horas por Kusakabe o los otros betas, pero aceptaba que la mayor parte del tiempo él y Aiko se hicieron cargo del alfa. Lo único bueno de esos días fue saber que el celo de Hibari se daba cada seis meses. Era un alivio.

 

—¿Ya está mejor? —el día en que vio a Hibari sin ataduras, bañado y de pie, fue el mejor de esa semana.

—¿Te hice algo? —Tsuna vio preocupación pura en la mirada de ese alfa. Le pareció gracioso que preguntara eso sólo después de haber pasado el celo.  

—Sigo virgen si eso es lo que le preocupa —no pudo evitar reírse cuando el alfa frunció el ceño y gruñó—. Me asustó, eso es todo.

—Lo siento —se sentó frente al castaño que sirvió el desayuno.

—¿Será así siempre? —preguntó tras suspirar.

—El celo de un alfa es difícil de soportar, tan intenso como el primer celo de un omega… es mucho peor si no se ha forjado un lazo.

—No lo sabía.

—Pocos lo saben —suspiró antes de tomar un pan—. Me alegro que estés bien.

—No sé si decir gracias o… que estoy asustado.

—Mientras esté en mi alcance, jamás te haré daño —habló con absoluta seriedad—. No debes estar asustado.

 

Tsuna no le respondió, no vio la necesidad de hacerlo porque, por alguna razón que no entendía…, creyó en las palabras de aquel alfa. Estaba seguro de que Hibari no le haría daño.

 

 

Destino…

 

 

Reborn le había dicho que alguien compró su libertad —libertad de movilidad, pero seguía siendo un omega de los Argento—, Yuni y Aria le contaron que ese alguien fue Hibari y la forma en que lo hizo. La verdad no entendía por qué carajos ese alfa tonto lo hizo…, pero le estaba agradecido. Suponía que Tsuna tuvo algo que ver, pero no podía preguntarle directamente a Reborn o pondría en evidencia que desobedeció la orden estricta de confidencialidad con las mujeres Argento.

Era difícil coordinarse con todas las reglas, límites y prohibiciones, pero no se estaba quejando demasiado.

En realidad, no se quejaría si no fuese por una sola cosa que le desagradaba mucho: ser el aprendiz de Skull. No es que no le agradara aquel omega tan raro, es más, era divertido de tratar…, pero no estaba aprendiendo nada de su “maestro” y por lo general sólo hacían cosas como espiar, viajar por ahí, ver películas y comer chatarra en el harem. No entendía el objetivo de haber sido colocado bajo su mando y tener ciertas libertades en comparación a todos los omegas del harem.

 

—Acabo de recordar algo —Lambo miraba a Skull quien le ordenó leer una novela antigua en silencio mientras él leía otras cosas en una laptop.

—Dime —apenas lo miró.

—Tengo una duda acerca de Reborn, tú, Lal… y todos en general.

—Pues… —sus ojos conectaron y el omega de piercings habló— dependiendo de lo que preguntes, te puedo responder.

—Ninguno de ustedes tiene un lazo, ¿verdad? —Skull asintió— ¿Por qué?

—Esa es una pregunta exquisita —sonrió de lado antes de cerrar la laptop y cruzar sus brazos—, pero sinceramente creí que Reborn te había respondido al menos esa duda.

—Ese niño jamás me responde.

—No le digas niño —sonrió divertido—, si te escucha estarás en problemas.

—Esa es mi otra duda, ¿por qué le molesta ser llamado “niño”?

—Hay muchas cuestiones, pero… —agitó sus manos un rato antes de hacer una mueca—. Vamos en orden, ¿qué quieres saber primero? ¿lo del lazo o lo del niño?

—Cualquiera —ahora sí que estaba animado.

—Te voy a explicar lo del lazo, pero para eso debes saber muchas cosas más, así que… —sonrió gatunamente y Lambo supo que sería una plática larga e interesante— ¡vamos por un refrigerio también!

 

Trasladarse al comedor era como ir a otra casa. Con esa mansión llena de pasajes, cuartos, pisos, incluso había zonas subterráneas y el harem era una de esas. Si se arriesgaba a ir solo se perdería, así que por eso no se alejaba mucho de Skull o de quien lo dirigiera… Cosas que aprendió en sus escapes del harem, pero ese era otro asunto. Como fuere, Skull parecía conocer esa mansión totalmente, así que en menos de lo que pensó estaba en el comedor, pidiendo pudin y pie de maracuyá, además de un té de no sé qué.

Le parecía divertido que Skull anduviera por ahí como si fuese su propia casa, a veces incluso lo vio discutir con los alfas amigos de Reborn que rondaban de vez en cuando en la mansión, en especial con uno de cabellos verdes y ojos cansados, un tipo de bata blanca y que parecía siempre tener sueño e ideas. Cuántas veces se había reído porque Skull fingía que el tipo no existía y el tal, ¿Verde? ¿así era? Intentaba por todos los medios empezar una plática. Adoraba verlos pelear porque se notaba cierta tensión sexual entre ambos. ¿Cómo lo sabía? Porque se parecían a los protagonistas que vio en una novela.  

 

—¿Tienes algo con Verde?

—No —la negativa inmediata acompañada de ese ceño fruncido y sus manos en puños fue una afirmativa, así le pareció a Lambo—. Ese bastardo infeliz jamás tendría la fortuna de que yo…

—Así que sí tuvieron algo —Lambo rio bajito por el sutil sonrojo que no supo si era de ira o bochorno en Skull.

—No.

—Admítelo.

—Si quieres que responda a tu duda —ver el semblante serio de Skull fue un gran shock— jamás… ¡Escúchame bien! JAMÁS vuelvas a insinuar que algo pasó entre ese loco falto de decencia y yo.

—Wow… entiendo —tomó un poco de pudín en su cuchara y la extendió hasta que Skull la probó, esperó un poco y sí, era fácil calmar a su maestro—. Pero ahora tengo más curiosidad.

 

Secretos, todos en esa casa tenían secretos, incluso Aria quien a pesar de ser alfa se casó con otro alfa y dio a luz a una omega. ¿Cómo carajo pasó eso? No sabía y sinceramente después de liberarse del antiguo ex esposo no quiso quitarles la dicha de saborear la dulce libertad. Aunque con eso Yuni se fue de su vida y la extrañaba un montón, pero se sentía muy feliz de que ahora la pequeña se la pasara con su madre viviendo la vida que siempre debió vivir y no estuviera encerrada en el harem como todos los demás omegas de esa mansión. Adoraba a esa niña.

 

—Sabes que en la clase alfista también hay divisiones, ¿verdad?

—Como una pirámide dentro de otra pirámide —Skull asintió—. Yuni me dijo que eso se debe al linaje que heredan —la pequeña le explicó muchas cosas en el tiempo libre que ambos tuvieron—. Si su descendencia consta sólo de alfas tienen el más alto estatus, y si es de familia con betas va disminuyendo… por eso ella jamás salió a la luz.

—Cierto —Skull lamió varias veces su cuchara antes de continuar—, aunque claro hay excepciones para todo y por eso Yuni no causó problemas en cuanto al estatus de los Argento se refiere —sonrió—. Tiene un tío sorprendente después de todo. Reborn puede ser un maldito infeliz, pero es un genio en cuanto a librarse de problemas.  

—¿Y eso qué tiene que ver con lo del lazo?

—Todo —comió su pie y soltó un gemidito de satisfacción por el sabor— porque para mantener el estatus la familia de alfas de casta pura, es decir, quienes sólo tienen alfas en su descendencia… hacen de todo para que eso no cambie —miró a Lambo con seriedad—. Todo… eso incluye abortos, asesinatos, niños escondidos y no reconocidos como Yuni… y manipulación mediante fármacos.

—¿Fármacos? —sinceramente ya se lo había imaginado, así que lo único que le pareció extraño fue esa palabra.

—La tecnología avanza, las investigaciones también, y desde hace unos años; tres décadas tal vez, los tratamientos hormonales salieron a la luz —Skull ondeó su mano como rememorando cosas—. Los omegas unidos con alfas de casta pura se tratan con hormonas, químicos y drogas para poder engendrar sólo alfas.

—¿Eso se puede? —hasta dejó de lado su comida y puso mayor atención.

—Sí…, pero significa un largo proceso para el omega, uno doloroso, además conlleva también a la verificación del feto y eso desencadena en abortos por si es que algo falla en el tratamiento.

—Qué cruel —miró a Skull porque entendió algo—, entonces, ¿me estás insinuando que Reborn es algo así?

—Debes saber que a veces, incluso con todas las precauciones que se tomen…, hay fallos —arrugó su ceño—. Reborn, Yuni y yo somos unos de los pocos ejemplos… vivos.

—Me estás asustando.

—Nacimos en cunas de oro —suspiró—, con nuestros padres creyendo que éramos alfas… pero resultamos ser un beta y un omega.

—¿Reborn es beta? —Lambo casi deja caer su mandíbula contra la mesa y Skull sonrió—. Pero él… es un alfa, es obvio que es un alfa.

—Cuando nacemos los “fallos” —se señaló a sí mismo y soltó una carcajada forzada—, hay un camino que podría tomarse para ocultar el error —bufó—; uno doloroso, largo y con pocas opciones de éxito. Reborn fue el éxito y yo fui el detestable doble fallo. Yuni afortunadamente nació cuando Aria ya tenía influencias y pudo mantenerla a salvo junto a Reborn.

—¿Se puede cambiar de casta? —Lambo hasta estaba temblando porque esa información era trascendental para él.

—Sí —suspiró—, pero conlleva a una existencia vacía y dolorosa. Te inyectan hormonas desde que naces y se dan cuenta de que no eres alfa. Te dan medicina cada día de tu vida, sufres por procesos dolorosos hasta que cumples con una edad propicia… —apretó su cuchara—. Y sigues aplicándote cosas, incluso te hacen cirugía para que en el desarrollo adolescente todo se complete… y aun así a veces no se perfecciona el cambio.

—El lazo —Lambo miró a Skull—. Escuché decir a Lal y Verde que fue un fallo conmigo.

—Reborn se volvió alfa, es verdad —suspiró e hizo una mueca de tristeza—, físicamente es alfa, hormonalmente también…, pero hay cosas que no se pueden cambiar ni con cirugías… y el lazo es una de esas cosas —carraspeó y Lambo creyó que fue porque Skull iba a llorar.

—Él no puede formar un lazo con un omega… por eso ninguno de los del harem, ni yo, sentimos una conexión cuando fuimos mordidos.

—Reborn los mordió e intentó enlazarse, lo ha intentado innumerables veces desde que tiene trece.

—Pero puede ser porque aún es un niño —entrelazó sus manos intentando razonar un poco.

—No —volvió a comer con desespero para ocultar su malestar—. Un alfa puede enlazarse con un omega incluso sin alcanzar la madurez ni experimentar su primer celo a los dieciocho. Es algo que sólo los alfas saben, es como su pequeño secreto a voces y sólo es usado cuando dos familias quieren asegurar su alianza prontamente —suspiró—. Lamentablemente Reborn no pudo establecer el lazo con la omega elegida por su padre y empezó un caos que hasta ahora no termina. Reborn es un alfa incompleto, y lo seguirá siendo mientras no forme un lazo.

—Su voz de mando —murmuró—. Su voz de mando no tiene el mismo efecto que otras, ¿también es una secuela de lo que me acabas de contar?

—Sí.

—Y tú… —se detuvo porque sintió un nudo en la garganta porque ese omega era especial para él—, ¿también padeces de algo similar?

—El tratamiento no funcionó en mí por algunas razones —sonrió tristemente—, porque mi cuerpo rechazó los fármacos, porque mi padre no completó el tratamiento… y me vendió… —la voz de Skull se quebró ante eso, pero volvió a carraspear y recuperarse—. Así que soy omega, nací así y seguiré así hasta que me muera.

—Skull… —Lambo tembló, tenía miedo y aun así quería saber—, quiero preguntar algo más.

—Pues —Skull miró su postre casi inexistente y respiró profundo antes de sonreír forzadamente—. A los doce años alguien me arruinó la vida, confié ciegamente en él y le conté que en realidad era un omega… El bastardo soltó la lengua, mi padre se enteró, casi me mató a golpes y al final terminó por venderme al peor prostíbulo en un país lejos de mi hogar —sonrió como si nada—. ¿Eso querías saber?

 

Lambo boqueó un par de veces porque no sabía cómo reaccionar ante esas contadas palabras que su maestro soltó con dificultad. ¿Era verdad? Ya había escuchado decir a Skull que antes fue muy solicitado y pagaban por él… pero… ¿En serio alguien podía ser tan cruel? ¿El padre de Skull pudo tener el corazón tan frío como para hacerle eso a su propio hijo? ¿Cómo? ¿Por qué?

Skull debió ser apenas un niño sufriendo las secuelas de su tratamiento cuando todo eso le pasó. Doce años. Fue tan pequeño y lo rompieron de esa manera… ¿Cómo? ¿Cómo se les ocurrió siquiera hacerle algo tan cruel como eso? ¿Cómo alguien pudo hacerle eso a su primogénito? ¿Cómo Skull pudo soportarlo sin desfallecer? ¿Cómo Skull podía decirle todo eso con una sonrisa? ¿Cómo Skull podía siquiera sonreír?

Sus lágrimas se derramaron en medio de sus meditaciones. Sus manos temblaron y soltó una imitación de carcajada mientras negaba. Ni siquiera se podía plantear la idea de ver a un niño de doce años con el cabello violáceo y ojos del mismo tono siendo golpeado o… siendo roto por un desconocido, por muchos. ¡Era inhumano! Y quiso gritarlo, pero su garganta estaba cerrada.

 

—No te martirices por algo como esto —Skull ondeó su mano antes de beber su té—. Es algo que me pasó a mí y a muchos otros, no es algo que debería afectarte.

—Lo siento… —miró a Skull antes de limpiarse las lágrimas, pero todavía seguía derramando otras—. No debí preguntar.

—Tranquilo —ondeó su mano despreocupadamente y rio bajito—. Ya lo superé… —mentía—, aunque debo darle un poco de crédito a Reborn quien me sacó de esa vida y a Aria quien me acunó en su familia a pesar de todo... No se les olvidó que fuimos amigos en la niñez.

—Yo… no sabía que habías pasado por tantas cosas —su voz estaba rota, pero intentaba no sollozar.

—Y yo no sabía que eras tan sensible —Skull rió sonoramente antes de arrojarle una servilleta—. Límpiate los mocos y come. El pasado es pasado, entiéndelo y vívelo.

—Yo sé lo que es vivir en una familia que te rechaza —dijo con ira y dolor.

—Entonces deberías odiarlos tanto como yo odio a mi padre —sonrió y le despeinó los cabellos—. Lo noté desde un inicio, lo verifiqué tras investigarte un poco… y por eso estas aquí conmigo, aprendiendo a espiar gente.

—Así que me elegiste por eso —intentó sonreír y respiró profundo.

—Sí —le guiñó un ojo—, porque necesitaba a alguien que entendiera mi odio hacia las familias, los alfas, la sociedad…, para que me ayudara a destruir toda esta porquería.

—¿Qué? —soltó una risita porque creyó que era un chiste.

—Muchas emociones por hoy —Skull rio bajito—. Come, otro día hablaremos más.

—Yo creo que… te hubiese encantado conocer a Squalo —suspiró al recordar a su amigo—. Él… odia esta sociedad más que yo.

—Uy, qué guay… Podemos buscarlo entonces.

—¿Guay? —Lambo forzó una carcajada— ¿Qué clase de expresión es esa, Skull?

—Muy bien —sonrió y dio un aplauso—, tu aroma es dulce a pesar de que antes estaba agrio… Desde hoy te enseñaré a usar eso en tu favor. Y cuando yo crea que estés listo, te enseñaré a usar un arma. ¡Será genial! ¡Te va a encantar!

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

¿Apoco no estaba interesante? Creo que me mamé con lo de Skull, lo iba a dejar para después, but tenía que rellenar huecos antes de seguir con el romance entre nuestros protagonistas; porque no sé ustedes, pero yo ya empiezo a notar ese pequeño “no sé qué” entre ese par. ¿O debo ser más explícita?

XD

Por cierto, he estado leyendo lo que ocurre en México y debo decirles a todas que se cuiden mucho. Tomen las debidas precauciones para salir a la calle, opten por llevar algo con lo que defenderse ya sea gas pimienta o simplemente salgan en grupos, pues no quiero que nada les pase. Mucha fuerza, mis amores. Y no sólo para las mexicanas, sino para todas porque estamos siendo violentadas de muchas formas y debemos cuidarnos.

Krat está muy asustada por lo que está pasando.

Luchemos por una vida sin miedo.

Krat los ama~

Besos~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).