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Locura por mi todo por 1827kratSN

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—Un regalo aquí, un regalo allá, ¡un regalo para todos de parte de papá!

 

Iemitsu llegó animado en ese día, cargando una gran bolsa roja, mientras Nana llevaba dos regalos más entre sus manos. Se adueñaron de esa sala, mimaron a la más grande de sus nietos, jugaron y molestaron a los bebés de dos meses que cada día estaban más bonitos y gorditos, adoraron relacionarse con Lussuria a quien ya veían como un amigo cercano más.

Y compartieron esa fecha importante con ese alfa solitario.

Quien pareció volver a ser ese sujeto huraño y que no sonreía muy seguido.

Pero ¡qué más daba!

No era momento de rendirse, llorar, o recordar algo amargo.

Ellos debían suplir la falta que hacía su hijo en ese hogar, ellos llenarían esa cocina de un toque hogareño y familiar, adornarían esa sala que acunaba solo implementos infantiles. Ellos organizarían una cena familiar y disfrutarían de su vida como abuelos.

Ellos estaban ahí para ayudar.

 

—Pueden quedarse.

—Eso planeamos, Kyo-kun —sonrió Nana mientras cocinaba junto a ese hombre de ancha espalda—, porque la navidad y el fin de año la debemos pasar en familia.

—Aiko lo merece.

—Todos se lo merecen —sonrió antes de sostener la mano de Kyoya—, tú te lo mereces.

—Gracias.

—Y tal vez deberíamos invitar a alguien más… ¿tú qué dices?

—No —suspiró—. No estoy de humor para soportar a una piña molesta, o a alguien más.

—Está bien —rio bajito—. Entonces solo en familia será.

 

Regalos, ropita a juego para todos los niños, un eufórico Lussuria que era el camarógrafo designado de las festividades, las visitas cortas de Kusakabe y colaboradores de Kyoya, comida, juegos, risas, colores, un árbol navideño vistoso y lleno de luces. La compañía mutua que trataba de mitigar la ausencia de Tsunayoshi en ese hogar.

 

 

Falla…

 

 

—Me fallaste, mi pequeño Sho-chan.

 

El pánico en aquellos ojos era un placer culpable, uno que Byakuran disfrutaba. Por eso apretaba más su agarre en esa carita, incrustaba sus uñas con rabia, sonreía al ver las lágrimas acumuladas en esos ojitos, y volvía a acercarlo para depositarle un besito casto.

 

—Y sabes que eso me hace enojar.

—Lo… Lo sé —su voz temblaba, sus manos intentaban apartar esos dedos que le hacían daño—, pero… pero…

—Era tu tarea —lo sacudió por unos segundos—, pero no la hiciste bien.

—Perdón —suplicó exhalando el aire acumulado en sus pulmones—. Perdón… Perdón, Byakuran-sama.

—No.

 

Shoichi sintió que todo su cuerpo se congeló ante esa negativa. Las puntas de sus pies apenas lo sostenían, porque la mano de su alfa lo había elevado en el aire, así que solo pudo balancearse un poco en una súplica muda para que no le hiciera daño. Forcejeó de nuevo con esas manos que lo herían, y lloró un poco más mientras esos ojos brillaban por el enfado.

Estaba asustado.

Como pocas veces lo había estado.

Porque hasta ese punto había logrado salvarse de todo, había hecho las cosas bien, había compensado sus fallidos intentos porque Takeshi dejara el liderazgo de la empresa que negociaba con la de su alfa, y los supo opacar usando todo su laborioso trabajo de investigación e implementación.

Pero ahora era diferente. Porque había sido preso en esa casa, con limitaciones muy marcadas, vigilancia total, imposibilitado de compensar sus desastrosos intentos de persuasión. Ya no pudo interceder por su alfa en la mentalidad de los enemigos de los Gesso. Sobre sus hombros cargaba con la furia de Byakuran y el viejo líder que había estado enfermando y del que tenía que cuidar.

Ya no soportaba tanto estrés.

Quería decir que se rendía.

Necesitaba a su madre, a la de sangre, o a la suplente, a alguien.

Pero no había nada más que esa enorme mansión en la que tenía que lidiar con dos alfas.

 

—Ya no más.

—Es verdad, ya no habrá más de esto —jadeó antes de dejar caer a Shoichi al suelo, de soltarlo con brusquedad—. Ya no…

—No —jadeaba, presa del pánico y de la ansiedad.

—Estarás aislado por completo. Ya no más salidas, ya no más acceso ni visitas de mi madre, ya no más sueños que cumplir. ¡Nada! —bramó como una orden.

—No… por favor —susurró.

—¡Nadie volverá a saber de ti! —se alejó con pasos pesados—. No mientras el sistema que tanto amamos siga desequilibrado. ¡Esa es la nueva orden!

—No —sollozó desesperado.

—¿Me escucharon?

—Sí, señor —seis sirvientes le reverenciaron.

—No —susurró.

—Quiero que lo aíslen en el ala este, y que trasladen a mi madre para que cumpla con las tareas que a Shoichi se le negarán.

—No… —sabía que había perdido su pequeña libertad.

—¡No quiero verlo hasta nueva orden!

 

Nada más pudo hacer, solo sollozar desesperado. Lo había perdido todo. Sus sueños y libertades, su alivio dado por la oficina donde podía pasarse horas modificando pequeños aparatos e inventando otros.

Ya no habría ilusiones de ver a Byakuran sonreírle y felicitarlo por el buen trabajo. No habría más sonrisas de Spanner para levantarle el ánimo. Ya no habría caricias o dulzura. Ya no tendría nada de lo que tanto disfrutó en medio de esa nueva vida.

Ya nada había.

 

 

Intentos…

 

 

Aiko miraba fijamente el cómo su nany arrullaba a un malhumorado Alaude que había adquirido una infección de oído y lloraba casi todo el tiempo. A ella también le molestaba el llanto de su hermanito, pero también era verdad que se sorprendía que Luss no se irritara, ni se diera por vencido para darle algo de alivio al pequeño bebé que manoteaba y pataleaba entre esos brazos.

Le sorprendía que su nany pudiera con todo eso, porque ni su papá había soportado el estrés.

 

—Cariño, ¿puedes ir a ver a tu papá?

—¿A papi?

—Sí, princesita —Lussuria le sonreía, mientras intentaba que Alaude bebiera del biberón—. Ya sabes. Hay que verificar que no esté de mal humor y gruñón.

—Sí —reía entre dientes—, peo ¿y Alaude?

—Tú tranquila —volvía a intentar que el pequeño dejase de llorar y comiera—. Nany Luss lidiará con este pequeño gritón.

—Ta bien —saltaba de su asiento para acercarse a su hermanito y besar esa manito.

 

Después solo corría presurosa, llevando consigo una manzana que le daría a su padre, y subiendo a prisa para buscar a sus otros hermanitos. A veces pensaba en su mami, se preguntaba por qué no estaba en casa para ayudar, por qué se fue a trabajar cuando sus hermanitos parecían extrañarlo, pero jamás le daban una respuesta clara cuando preguntaba.

Era difícil.

 

—Nany dice que no debes funci el ceño —dejaba la manzana en la mano de su papá—, o te hadas viejo.

—Lussuria solo dice tonterías.

—No~ —reía entre dientes antes de treparse a las piernas de su papá—. ¿Me das un poco?

—Espera.

 

Kyoya aun escuchaba el llanto de Alaude, pero sabía que Lussuria lidiaría bien con eso, él necesitaba de ese descanso. Ya había dormido a Sara y mantenía a Giotto entretenido con un peluche que entonaba una canción de cuna, así que solo necesitaba sentarse un rato con su hija en brazos y pelar esa manzana.

Solo un tiempo.

Solo un momento.

No dejaría de ser un buen padre sólo porque descansara un poco.

Aun le pesaba el cansancio de la madrugada donde consoló a Alaude, sentía todavía un ligero dolor de cabeza dado por un ascenso ligero en su colesterol y por el hecho de lidiar con las primeras gripes de sus niños, aun le temblaban levemente las manos por el cambio en su medicamento y por la adrenalina dada al enterarse que Fon averiguó el paradero de I-pin. Aun no sabía cómo lidiar con la añoranza de Aiko por causa de Tsuna…

Aun no lograba amansar el dolor de su alfa por la separación de su omega.

Aún estaba sensible y dolido.

Aun necesitaba un tiempo para hacerle entender a su alfa que esa etapa era necesaria.

Aun lidiaba con olvidar el perfume de Tsuna y el sabor de esos labios.

 

—Papi —susurró Aiko al notar que los dedos de Kyoya se detuvieron—, ya cabaste

—Sí —suspiraba antes de cortar en trocitos la manzana.

—Toma, tú pimero —sonreía al colocar el pedacito en los labios del mayor—. Come, come.

 

Besaba la mejilla de su niña, se reclinaba sobre la mecedora y se movía suavemente tras verificar que en algún momento Giotto se durmió y que Alaude dejó de llorar. Masticó despacio y disfrutó del sabor de la manzana mientras escuchaba las suaves mordidas de su hijita. Cerró los ojos despacio, se quedó dormido después de un rato.

 

—Ven, ven —Lussuria cargó cuidadosamente a Aiko y recogió el cuchillo, así como el resto de manzana—. No hagas ruido, princesita —susurró bajito.

—Papi se dumio rápido.

—Dejémoslo dormir —sonreía mientras con una mano acomodaba una manta sobre aquel alfa—, se lo merece, ¿verdad?

—Sí, nany.

—Nosotros vamos —revisó que el transmisor de bebés funcionara.

—¿A dónde?

—A planear el almuerzo —sonreía mientras cerraba lentamente la puerta—. Hagamos la comida favorita de tu padre.

—¿Sabes qué le gusta?

—No —rió—, pero supongo que tú sí, así que me vas a ayudar, princesita.

—¡Sí!

 

 

Presencia…

 

 

Las opiniones de sus aliados minoritarios les daba igual, Aria ni las tomaba en cuenta mientras seguía planificando el siguiente negocio a dominar. No soportaba la poca tolerancia de esos infelices, nunca lo soportó, y por eso aceptaba que le daba un poquito de satisfacción volver a ser la cabeza de la familia en algunos negocios. Le gustaba abofetear el orgullo de esos deformes alfas encerrados en enseñanzas ancestrales y bárbaras.

 

—¡Digas lo que digas! —los miraba con rabia—. El negocio se hará.

—No negociaremos con un omega.

—Su salida es fácil para evitar esa humillación —los enfrentaba con la cabeza en alto—. Venden su parte de la compañía, o designan a un administrador que haga el trabajo que les corresponde.

—¡No!

—¡Jamás!

—Como siquiera planteas esa posibilidad.

—El negocio con Haru Gokudera, representante de los Gokudera —sintió diversión al decirlo por primera vez—, se va a realizar quieran o no. Porque aquí soy el presidente, y tengo el apoyo de la mayoría.

—Nos han robado el poder que nos pertenecía.

—Ustedes lo cedieron o vendieron. Ahora tienen que aceptar que no tienen más voz ni voto aquí.

—Me niego a que esto siga.

—No importa —Aria se levantó e impuso su presencia como alfa de casta—. Los números ya se analizaron, los beneficios y deberes ya se acordaron. El negocio se hará.

—¡Si al menos tratáramos con Hayato!

—Él no sabe de este tema, así que negociaremos con Haru.

 

Aria aceptaba que estaba sorprendida por el rápido progreso entre tanto cambio, pero sabía que su hermano y sus aliados eran los culpables, así que dejó de preguntar y solo se adaptaba a la realidad.

Además, lo estaba disfrutando.

 

—Y si todo sale bien… el negocio con los Hibari también se hará.

—Al menos un Hibari —suspiraron algunos.

—Por los dioses —murmuraron otros.

—Doy por terminada esta reunión. Señores, les sugiero que se tomen un café y se expriman los prejuicios.

 

Aria solo les daba las espaldas y confiaba en que sus escoltas la protegieran. Siempre sonriendo por el ceño fruncido que Gamma solía tener al final de esas reuniones, y haciéndole burla por lo mismo hasta que llegaran a casa. Porque nada era mejor que hacer enfurruñar a su novio beta durante una hora de camino, mientras era acompañada por las risitas de Nosaru o los comentarios fuera de lugar de Tasaru quien conducía a veces sin ver bien la ruta.

Pero nada superaba a su bienvenida.

 

—¡Mamá! ¡Gamma-san! ¡Nosaru, Tasaru! ¡Bienvenidos!

 

Todo valía la pena ahora, porque sabía que su hija tendría un mejor futuro, un destino diferente al planeado, y que aquella sonrisa sería protegida, amada, y disfrutada por muchos años más.

 

 

Momento…

 

 

Nada era más importante en ese día. Nada fue más importante en los meses anteriores. Nada fue tan duro de soportar. Nada le produciría tanta ansiedad y estrés como en ese día, porque estaba a la nada de presentarse como uno de los magnates acaudalados de ese país.

Y no era cualquier evento.

Era su evento, organizado por su empresa, para su presentación en la inauguración de uno de los primeros hoteles creados por los Hibari como pantalla para los verdaderos negocios que poco a poco iban tomando fuerza, negocios que supuestamente habían sido representados por Mukuro hasta ese punto.

Era un lio de mentiras que acabaría en apenas unas horas…, cuando el diera el discurso ante una serie de cámaras y respondiera preguntas de la prensa.

 

—Hoy vas a desmentir los rumores de la caída de los Hibari —Reborn leía le periódico como si nada.

—Sí.

—Tendrás que ser firme y tolerante con la serie de estupideces que te lancen.

—Lo sé.

—No olvides mirar a todos y no dar oportunidad a que te disparen.

—Qué divertido —dijo con sarcasmo.

—Insisto en que debería llevar un chaleco antibalas, por si acaso —rio Skull mientras regaba refresco en la alfombra solo para molestar a Reborn—. Upsi~.

—Mocoso —murmuró el azabache, bebiendo su café con parsimonia.

—Debo recordarte que…

—Cállate, Skull —advirtió.

—Eres tan adorable, cariño.

 

Tsuna solo los miraba en silencio, divertido por la convivencia tan rara de ese gran equipo, y sintiéndose al borde de algo que desconocía. Al menos así logró quitarse de encima el peso del silencio y el miedo. Porque era su hora, se había preparado para eso… y sabía que Kyoya también esperaba verlo en los principales encabezados o lo que fuera donde publicarían su escandalosa presentación de ese día.

Estaba exasperado.

Y también perdido en la añoranza.

Sintiéndose culpable por no haber ido ni siquiera un día a ver a sus hijos… o a su esposo.

Pero no era momento de pensar en eso, ni siquiera era momento de ver la fecha en el calendario, de recordar las festividades importantes que se había perdido junto a su familia, del dolor que trataba de ahogar con exceso de trabajo, estudio, planes y entrenamiento físico. Era hora de ponerse en su papel y luchar por lo que tanto ansió. Era hora de mostrarse ante esas bestias y volverse el blanco fácil de una sociedad marchita y teñida de sangre.

 

—Les agradecemos a todos, su presencia.

 

Vestidos de traje, envueltos en joyas, finos representantes de familias adineradas, alfas de porte y orgullo, omegas hermosos que simulaban la perfección, vino, champagne, bocadillos pequeñitos que solo dejarían con hambre a los presentes, risas falsas y máscaras.

Caritas familiares.

Sonrisas cómplices.

 

—Esta inauguración es importante para el grupo de asociados. Porque es un pacto de cooperación y progreso. Porque es la evidencia de que días mejores, vendrán.

—Es bueno con las palabras —susurraban algunos al ver a aquel alfa rubio que muy pocas veces se presentó en sociedad, porque se negó a su lugar entre esa basura.

—Claro que lo es, porque es Spanner… Ya sabes, el hijo perdido de…

—Pero basta de palabras —Spanner fijó su mirada en el que de repente se volvió su enemigo—, porque aquí el verdadero magnate tiene que darles la bienvenida, y no un simple colaborador como yo—, sonrió hacia Byakuran—. Así que le doy paso al líder de esta franquicia.

 

No dio nombres, se pegó al papel que se ofreció representar porque Nagi se lo pidió a cambio de darle refugio después de haber abandonado a los Gesso y a los suyos. Dejaría que todo siguiera su ritmo. Él ya se las cobró, porque le dijo en voz alta al que fue el amor de su vida, que le daba la espalda… porque jamás le perdonaría lo cruel que fue con Shoichi, lo bárbaro y demente.

Porque nadie en esa vida debía ser alejado de sus sueños.

Así que se bajó del escenario, aun levemente cegado por las luces y las cámaras, caminó con la cabeza en alto, y cruzó miradas una vez más con el amigo de años que le mostró el resultado de esa sociedad pútrida. Fue muy ingenuo al pensar que tal vez Byakuran no era como ellos, o que podría salvarlo de esa mierda. Dolía… Pero dolía más saber que Shoichi se volvió una flor encerrada en un estante de cristal, y que tal vez no volvería a disfrutar de la brisa libre.

 

—Es tu turno.

—Suerte, mi pequeño atún.

—Yo te cuido la espalda, Tsunita —oculto en una zona de francotirador, le daba apoyo.

—Has que uno te quiera matar, por favor —rieron por el intercomunicador—, déjame usar mi arma.

—¡Ya cállate y concéntrate!

 

Tsuna soltó una risita antes de levantarse y dar la cara a todas esas miradas perplejas, cerró los ojos cuando la luz se posó sobre él, fingió arreglar el pañuelo blanco que posaba en el bolsillo justo encima de su corazón, e hizo que sus pasos resonaran lentamente mientras él se elevaba hasta el podio y el micrófono.

Saboreó la satisfacción del orgullo roto de algunos alfas.

Disfrutó de la risita de Lambo que se hallaba ahí junto a su adinerado esposo, quien les estaba prestado ayuda para esa pequeña guerra silente. Saboreó una mirada aprobatoria de Reborn, quien se hallaba hasta el frente, en una mesa compartida con Aria, Yuni y Gamma. Respiró profundo antes de ver a los reporteros que murmuraban y fotografiaban. Carraspeó casi para darse valor a sí mismo, y para matar su divertida risita cuando de lejos vio a Fon.

Dio su discurso ensayado que solo enaltecía sus proyectos a futuro, sus sueños, sus deberes ahora que representaba a las posesiones heredadas de su esposo Hibari Kyoya, quien lamentablemente no pudo estar ahí por su estado de salud.

Agradeció la confianza de su suegro que lo entrenó para ese día. Sí, tuvo que controlarse para no reír ante esas mentiras que pronunciaba con tanta confianza. Para al final, dejando la boca abierta de muchos, atreverse a jurar algo por primera vez.

 

—Porque seré el omega más poderoso de este país, representando a los de mi clase, cediéndoles el sueño de superación, dándoles la satisfacción de ver a uno de los suyos en este sitio —soltó una suave risita, que endulzó a los presentes como lo haría cualquiera dada por un omega hermoso—. Porque soy la esperanza de los que hasta ahora no tuvieron voz —muchos murmullos, y amenazas bajo la mesa para que nadie lo interrumpiera—. Pero no pude hacerlo solo, y por eso… me atrevo a nombrar a quienes merecen compartir conmigo este momento.

 

Lal respiró profundo para apuntar a su blanco, solo por si acaso. Colonello hizo igual. Un risueño Skull debía imitarlos, pero no esperó que no soportara su risa y tuviera que dejar su mirilla para cubrirse la boca.

 

—Mi querido suegro, Fon —Tsuna también casi sucumbe a su risa—, líder de los Hibari y mi ahora colaborador.

 

Denigrar a tamaña bestia fue hermoso, ver a ese imponente hombre ponerse de pie con esa sonrisa tan creíble y reverenciar sutilmente en correspondencia a los medios y al castaño, fue una maravilla.

Nadie podría imaginar que Fon estaba haciendo eso bajo amenaza, porque Reborn mantenía cautivo a su hijo y a su omega, a la que le tomó cariño y no quería perder. Quien por fin cedió a un talón de Aquiles que no pensó tener. La humillación era poco para lo que estaba sintiendo el líder de los Hibari, pero a nadie le importaba.

 

—Mi querida amiga, Haru, representante de un querido amigo del que lamento su ausencia.

 

La mencionada se levantó orgullosa, con el porte que el propio Gokudera le enseñó, porque al final ese idiota pareció divertirse con el teatrito y colaboraba sin reclamo. Además, poseía modales pulidos por Lavina, quien fue liberada de su cautiverio después de la muerte del predador líder de los Gokudera. Y claro, cierto tiburón no tuvo nada que ver en eso.

 

—Mi querido amigo Takeshi.

 

La presentación de aquella golondrina fue más animada, pues se levantó apurado, aun disfrutando de un bocadillo, haciendo reír a algunos y matando el ambiente tenso. Para después ser acompañado por un amoroso Mukuro quien le demostró al mundo que estaba protegiendo al que sería su pareja en un futuro.

 

—Sí, Mukuro, ya entendimos.

—Solo lo quería aclarar, mi querido Tsunayoshi —comentó Mukuro entre divertido y juguetón porque quería molestar al castaño.

—A mi querido amigo Enma —Tsuna obvió a Mukuro y miró al pelirrojo—, quien se ha levantado después de numerosos golpes de la vida.

 

Enma se levantó tembloroso, porque no estuvo preparado para eso, se lo informaron casi a último momento, pero sabía que, si fallaba, Adelheid se iba a enojar, y no quería eso… En realidad, desde que la volvió a encontrar, lo último que quería era dejar de notar esa paz en la mirada o esas pequeñas sonrisas que le dedicaba.

 

—Y a Reborn —Tsuna miró al mencionado, quien, con su porte sereno, ni siquiera se levantó—, con quien las cosas siguen siendo tensas, pero así es nuestra relación laboral.

 

Cosas más, cosas menos, ¿a quién le importaba? Si con solo eso, acababa de declararle la guerra a toda la clase alfista. Todo mientras les sonreía a las cámaras, a la prensa, y se preparaba para que alguno de los alfas intentara dispararle mientras respondía a las preguntas.

Un incidente menor que fue combatido por un camarero.

Un incidente mayor bajo el manto de negrura nocturna, fue dado después de un par de horas acabada esa presentación.

Lo normal.

¿Verdad?

Porque arrastrar a un culpable entre las calles, después de manchar la acera con la sangre de simples colaboradores, era algo común entre esa sociedad que callaba a sus enemigos con actos como esos. Porque ahí todos intentaban matarse para callar sus secretos, entonces, era normal que Tsuna y sus aliados se adaptaran e hicieran lo mismo.

¿O no?

 

—El sistema caerá, caerá~ —la suave risita grave de Reborn resonó en la sala frente a todos los capturados—, y en llamas arderá~…, arderá.

 

Tres culpables, herederos de altas castas, o bastardos que se vieron relegados a trabajos sucios. Qué importaba. De todas formas, serían devueltos a sus cunas, sin vida, y con una advertencia plasmada en la piel.

 

—Y sus dueños llorarán, llorarán~ —Skull también rio ante esas miradas y gruñidos entre mordazas—, como perros morirán, morirán~.

—Porque para acunar a lo que nacerá, nacerá… —Reborn elevó su arma y apuntó mientras filmaba su carta de amenaza hacia los dueños de esos bastardos que intentaron atentarlos—, los viejos perecerán… perecerán.

 

Dos disparos, un juego con el tercero.

El aroma a venganza.

El inicio de una pelea sin fin claro.

El sabor de una victoria.

 

 

Sin fin…

 

 

Kyoya miraba la pantalla de su celular sin notar que la noche casi se volvía madrugada, bebía un té con una galleta que Aiko sobró, suspiraba mientras tecleaba algo para luego borrarlo. Se perdía en medio de su añoranza, el dolor de su pecho, y el cosquilleo de su cuello.

Deseaba tanto mantener una conexión emocional con Tsuna por medio del lazo, pero no podía ser tan débil… Tenía que evitar eso a toda costa o ambos sufrirían aún más.

Por eso, los mensajes en el celular eran su única opción.

Enviaba uno sin falta cada noche.

Y esperaba a que, tal vez, uno fuera respondido.

Era su forma de darle apoyo a su pareja.

No sabía de otra más.

 

“Confía en ti mismo. Así como yo confío en ti.
Vuelve a tu hogar cuando quieras.
Siempre te esperaré.”

 

Terminaba su refrigerio antes de subir al segundo piso y revisar a sus hijos. Se deslizaba hasta el cuarto de su hija para cobijarla bien. A veces enfrentaba la mirada reprobatoria de Lussuria quien le criticaba esa falta de sueño, o a veces solo se deslizaba hasta su cuarto y se recostaba a recordar lo feliz que fue bajo una mentira.

No cambiaría nada.

Porque llegó a tenerlo todo.

 

 

 

Notas finales:

 

No puedo publicitar la actualización por Facebook porque me bloquearon la actividad por un comentario indebido :v

De todas formas, espero que wattpad haga su trabajo jajajjaa.

Mucha fuerza, tomen agüita, duerman bien, y agradezcan a todo el personal médico que intenta salvar a tantos enfermos. Y no solo médicos, sino a todos que aportan con su granito de arena para enfrentar esta pandemia.

Krat los ama~

 


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