Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

2Fast, 2Beautiful por urumelii

[Reviews - 58]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

esto ya casi se nos acaba :O

Kyo


 


Reita se marchó sin que pudiéramos decir algo más, probablemente había ido a buscar a Aoi, que si me preguntaban ya era hora. Esos dos habían pasado demasiado tiempo separados; Tora debía pensar lo mismo puesto que suspiró al momento que escuchó la puerta de la entrada azotarse anunciando la partida del rubio.


 


—¿Ahora qué? —Preguntó Takanori con una ceja alzada. 


 


—Hay que ir por Shou —anunció Tora, sacó su celular—. Sólo hago un par de llamadas para reportar a la agencia los siguientes pasos. 


 


Salió de la cocina ni bien le contestaron. Miré de nuevo el faldero donde estaba el archivo del guardaespaldas de Hiroto, cerré el puño frustrado, no podía creer que la recomendación fuera no avisarle cuando yo me estaba muriendo de ganas de marcarle. Lo extrañaba, lo extrañaba tanto que me dolía el pecho de solo pensarlo, odiaba no hablar con él, no escuchar su voz y saber que podía estar en peligro me ponía al borde. 


 


—Al diablo, voy a hablarle —dije más para mi mismo, saqué el teléfono pero la mano de Takanori se interpuso. Lo miré con mi mejor cara de hermano mayor para advertirle que yo tenía la ultima la palabra. 


 


—No lo hagas, podrías ponerlo en mayor peligro —dijo con voz seria, a veces se me olvidaba que mi hermano menor ya no era un niño. 


 


—O podría regresar, donde podríamos vigilarlo, mantenerlo seguro. 


 


—¿Nosotros? —Preguntó en forma de burla—. ¿Qué podríamos hacer nosotros para protegerlo? Admítelo Kyo, no podemos hacer nada mas que esto, tratar de resolverlo sin que se entere. Entiendo que quieres lo mejor para él, pero tu no eres lo mejor para él. 


 


Lo dijo tan serio que me perforó el corazón, Takanori sabía lo que estaba haciendo con Toshiya, sabía que había amenazado con matar a Hiroto, sabía todo lo que sentía por el chico y aún así había hecho un comentario que me había calado hasta los huesos. Mi hermano parecía incluso molesto conmigo y aquello me hizo sentir enojado, de todas las personas de las que necesitaba más apoyo, Takanori era la mas importante, siempre le hablaba de lo que pasaba, incluso cuando se había ido con Nao a vivir a otro continente y ahí estaba juzgando. 


 


—¿Cómo puedes decir algo así? —Le dije verdaderamente herido. 


 


—¿Por qué no me dijiste que te habías besado con Hiroto antes de que se fuera? —Me dijo sin cambiar el tono de su voz. 


 


Me quedé estático, lo había hecho por guardar la privacidad de Hiroto, no porque no quisiera; lo extraño era que Taka se veía contrariado al respecto, tampoco pensé que se pusiera así por omitir ese detalle. 


 


—Yo…


 


—Kyo, el día que te des cuenta lo mucho que significas para Hiroto, va a ser muy tarde —sentenció. 


 


Giré los ojos—. No sé de qué hablas —traté de evitar el tema, no porque no quisiera escucharlo, había hablado sobre eso infinidad de veces con Reita. Esta vez, sin embargo, era obvio que mi hermano había tenido alguna conversación con el mismo Hiroto.


 


—Por supuesto que sabes de lo que hablo, ¿sabes? Nos hemos callado por mucho tiempo viendo como a ti y a Hiroto les gusta hacerse idiotas de cómo se sienten el uno por el otro —dijo rápidamente—. Te he visto a ti irte con lo primero que se te cruza y  lo he consolado a él, demasiadas veces. Y está bien, si quieren jugar ese juego de “no me quiere”, está perfecto para mi, pero estamos en problemas, metidos en verdadera mierda y si algo le llega a pasar a alguno de ustedes —se le cortó la voz—. Se van a arrepentir, no vayas con Toshiya y entonces sí habla con Hiroto. De lo contrario déjalo en paz. 


 


Sé que debí haberlo tomado como el mejor consejo que mi hermano podía darme, porque lo era; solo que no estaba en la mejor posición para recibirlo. Así que, como era obvio mi enojo se incrementó, no era mi culpa que tuviera que estar con Toshiya, tampoco que Hiroto me viera solo como amigo, no podías mandarle al corazón; aunque todo el mundo insistiera lo contrario. 


 


—Te ama, Kyo. Si le sigues teniendo miedo a eso, no van a llegar nunca a nada. 


 


—¿Miedo? —Exploté—. ¿Tu crees que tengo miedo? Mira quien lo dice —fue un golpe bajo, lo sé, pero esa conversación estaba llegando a un territorio que no me sentía listo para explorar. Taka abrió muchísimo los ojos cuando se lo dije—, ¿crees que no me doy cuenta? ¿Que no te escucho gritar en las noches? O, ¿cómo Nao trata de calmarte? Y, ¿qué es lo primero que haces? Vas y hablas con un secuaz de Byou, ¿sabes el riesgo que corres? ¿Mas si no estás bien? Te quieres hacer el fuerte, diciendo que estás bien, cuando sabes perfectamente que eres una bomba a punto de explotar. 


 


—Es de familia, ¿no? —Gritó para defenderse—. Al menos yo estoy tratando de hacer algo para evitarlo. 


 


—Mira, cuánto te ha funcionado —me arrepentí al decirlo, ya era muy tarde. Taka me vio con ojos dolidos.


 


—Está bien —dijo derrotado—. Quieres seguir fingiendo que no te aterra la posibilidad de que Hiroto te ame para después irse; está bien. Quieres alejar a todos a tu alrededor por miedo, también lo está, sólo no vengas arrepentido cuando te quedes solo, porque eso será tu culpa y solo  tu culpa —se encaminó dispuesto a irse, cuando Tora entró en la cocina. 


 


Nos quedamos estáticos, sabía que había interrumpido un momento sumamente incómodo, lo que no sabía era si lo había hecho a propósito o sin querer. 


 


—¿Nos vamos ya o qué? —Pregunté adelantándome, los otros dos me siguieron sin poner mucha objeción. 


 


Abrí la puerta dispuesto a marcharnos a casa de Shou, una camioneta Scalade de color negro estaba estacionada en la entrada; lo cual me hizo pararme en seco. Tora se hizo al frente, pero el vidrio del asiento de atrás bajó. Toshiya me miraba sonriente, como un chico al que le han dicho que va a ir al parque a comer helado. 


 


—Hola Kyo —dijo de igual forma—, me preguntaba si tenías tiempo para estar conmigo. Después de todo te extrañé —su tono era de lo más fingido pero parecía no importarle. 


 


Miré a Takanori, quien bufó y miró hacia otro lado. No esperaba su aprobación, solo quería que lo entendiera, no podía arriesgar la vida de Hiroto. No así. Me adelanté sin mirar a los otros dos, no estaba pensando realmente, solo quería olvidar esa pequeña discusión sin sentido con mi hermano menor, no quería pensar que tal vez todas las cosas que había dicho eran verdad. 


 


—¿Tan rápido y no puedes vivir sin mi? —Dije con sarcasmo y me metí en la camioneta, la cual arrancó de inmediato. 


 


Por dentro, la camioneta era tal como la esperaba, enorme. Solo estaba Toshiya en los asientos de atrás, adelante había dos gorilas que imaginé fungían como sus guardaespaldas o algo parecido, el chico bebía tranquilamente de una lata de café, traía puestos sus lentes de sol y veía por la ventana como si de verdad fuéramos de paseo. 


 


—¿Te puedo ofrecer algo de comer o beber? —Preguntó de la misma forma amable y fingida que antes. 


 


—No lo sé, ¿me vas a drogar?


 


Toshiya sonrió—. Kyo, debo ser honesto. La cogida de anoche fue espectacular, creo que podríamos repetirla y sin drogas —paseó su mano en mi brazo derecho, mi piel se erizó con su contacto. 


 


Lo miré sin poder creerlo del todo, ¿para eso había ido hasta mi casa? 


 


—¿Qué demonios te pasa? —Le pregunté aún molesto por mi discusión con Taka. El otro me miró sin entender—. Antes no podías ni mirarme y ahora quieres que te coja —dije incrédulo—. Perdón, pero no creo que esto sea solo un capricho estúpido, tiene que haber algo más. Tal vez en cualquier momento vas a matarme y ya. 


 


—¿Por qué habría de matarte, Kyo? —Preguntó verdaderamente interesado. 


 


Alcé los hombros—. No sé, tu dime. ¿Por qué estás interesado en matar a Aoi y Uruha? —Solté la pregunta sin esperar que me respondiera, sin embargo entre mas lograra hacer que hablara, mejor era para nosotros. Esperaba que los micrófonos en mi ropa aún funcionarán, me había subido a la camioneta de forma muy irresponsable; estaba seguro que Tora no sería capaz de seguirnos, mínimo podría saber de mi por los micrófonos. 


 


Toshiya sonrió de forma amable, no parecía haberle afectado el tema en lo absoluto—. Ese es otro caso, de haber sabido que ambos estaban vivos lo habría hecho hacía mucho tiempo —dijo sin mayor problema—. Es lo que merecen después de lo que le hicieron a Die —su voz denotaba verdadero desprecio. 


 


Me pregunté si Toshiya estaba molesto por la versión oficial de cómo habían ocurrido los hechos, o si tenía alguna idea de lo que había ocurrido en realidad. Pensé que era probable que no lo supiera, estaría peor de furioso si hubiera sabido que lo de Die no había sido una carrera que salió mal, si no un plan de escape. Tampoco le iba a decir nada al respecto, por mi Die podría estar pudriéndose en el infierno y me sentiría bien al respecto. 


 


—Es gracias a Die que tengo la vida que tengo ahorita, lo menos que puedo hacer es pagarle con la misma moneda —explicó, quería decirle que en realidad no le había ofrecido una gran vida, pero Toshiya parecía perdido de pronto, recordando tal vez a su amigo—. Los Shiroyama fueron su maldita perdición, siempre hablaba de cómo odiaba a Aoi, de la misma forma que tu solías hacer, ¿lo recuerdas?


 


Por supuesto que odiaba Aoi, con un sentimiento adolescente que no repercutía en mi vida de tal forma que quisiera matarlo o algo por el estilo. Lo odiaba por ser el mejor, pero jamás pensé en dañarlo o hacerle el mal solo por existir. No sé si pudiera llamarlo odio, si lo pensaba, era hasta cierto punto divertido tener esa rivalidad con él y con Reita, esa rivalidad jamás se había incrementado o transformado en otra cosa, de ahí que hubiéramos podido congeniar de la manera en que lo habíamos hecho cuando la situación lo necesitó. Si hubiera sido mas que eso, nunca hubiéramos podido ser la familia que éramos ahora. 


 


—Creo que el problema de Die radicaba en que le gustaba Uruha —prosiguió Toshiya—, fue como si eso hubiera sido su perdición. Ese día que se atrevieron a entrar en la mansión de Gackt para sacar al chiquillo de ahí, ese día creo que Die perdió la razón. Estaba obsesionado con capturarlo de nuevo, por eso los persiguió en la carretera, por su culpa murió en ese accidente. Dime, si alguien le hiciera algo a tus amigos, ¿no estarías dispuesto a hacer lo que fuera para que el otro pague? ¿Si le pasara algo malo a Hiroto no me darías caza hasta sus ultimas consecuencias? —Se rió. 


 


Cerré los puños, sin caer en su provocación—. Me parece absurdo que hayas caído en esta competencia con Mana sólo para poder vengar a Die —dije en tono de burla. 


 


Toshiya soltó una carcajada—. Kyo, eres muy estúpido si piensas que Mana y yo solo estamos compitiendo para ver quien logra su venganza primero —dijo casi como un ronroneo—. Hay tantas cosas en juego, no sólo ustedes o las míseras carreras de autos. 


 


Alcé la ceja, había caído en mi pequeña plática trampa—. ¿Ah sí? —Me hice el tonto—. ¿Qué más podría hacerte meter en un juego tan tonto? Si me preguntas, el estúpido eres tu. 


 


El otro me miró con cierta cara de molestia, abrió el pequeño compartimiento que se encontraba entre nosotros y sacó una diminuta bolsa de plástico con lo que parecía ser piedras rojas; me aventó la bolsa esperando que la examinara. Efectivamente, tenía unas cinco piedras que parecían ser rubíes, lo miré sin entender. 


 


—Ruby Rock —dijo Toshiya como si eso tuviera algún significado para mi—, tres veces más efectiva que el crack o el cristal y probablemente cinco veces más barata de hacer. Es muy popular en América, pero escasa en nuestro país, a menos claro que alguien pudiera hacerla entrar sin que el gobierno se enterara, el primero en lograrlo se aseguraría el mercado lleno de jóvenes ávidos por probar algo como eso —sonrió. 


 


—Y, ¿cómo se supone que vas a hacer que entre? —Pregunté escéptico. 


 


Toshiya me miró con ojos gatunos, se acercó a mi quitándome la pequeña bolsa, con su otra mano acarició mi mejilla—. Dí que vas a cogerme y tal vez te diga —dijo en un suspiro. 


 


Lo cual me regresaba al tema principal. 


 


—¿Por qué te importa tanto? —Pregunté.


 


—Porque ese cantante de cuarta no debió tocar mis cosas para empezar y se supone que tu eres mío, Kyo —contestó sin vergüenza. 


 


Me di cuenta que volvió a mencionar a Hiroto con verdadero desprecio. 


 


—¿Realmente piensas que es culpa de él que me causes repulsión? —Le devolví la sonrisa—. Esa tumba la cavaste mucho antes de que yo siquiera me fijara en él. 


 


Los ojos de Toshiya se encendieron de verdadera furia—. Entonces, admites que lo amas. Dijiste que no podías pensar en nadie mas que en mi, se supone que te quedaras pensando en mi, que tuvieras miedo de perderme a mi —dijo molesto. 


 


—Yo no te perdí Toshiya, tu me perdiste a mi el día que decidiste vendernos a la mafia. 


 


—Sabes perfectamente por qué lo hice. 


 


—También te ofrecí mi ayuda y la rechazaste. Si querías que me quedara venerando tu existencia, solo porque me brindaste un poco de atención en su momento, te equivocaste —dije con decisión, a pesar de que estábamos a centímetros el uno del otro—. Tal vez to no tenía los mismo problemas que tu, pero decidiste tomar tus propias decisiones. 


 


—Estaba enojado —dijo frunciendo el ceño—. Te rechacé porque estaba enojado, no porque no te quisiera, pero me cambiaste por ese maldito cantante. Yo hubiera sido…


 


—No te cambié y ya te he dicho que no hables de él, no le llegas ni a los talones. 


 


—Voy a hacer que te arrepientas de haber dicho eso…


 


Parecía que iba a decir algo más cuando la camioneta se movió de forma brusca, como si hubiera tratado de evitar algo. Ambos nos desestabilizarnos en nuestro asiento, antes de poder decir algo, la Escalade paró en seco con un movimiento violento. Apenas logré poner ambas manos en el asiento de adelante para no darme de lleno con la cara. 


 


Alcancé a ver como un auto que parecía un Land Rover se había cerrado frente a la camioneta impidiendo por completo su avance. Alguien bajó del asiento del piloto, pensé por un momento que los gorilones harían algo en contra de la persona, pero parecía que esperaban el movimiento del otro, hasta que fue demasiado tarde. El tipo sacó un bate de beisbol de la espalda y le dio de lleno al parabrisas de la Escalade, miles de vidrios salieron volando. Toshiya y yo nos alcanzamos a proteger en el piso de la camioneta, otro ruido más, el tipo había roto el vidrio del lado de Toshiya sin que los otros hayan hecho algo. De pronto, la puerta de mi lado se abrió, sin que pudiera ver quién, una persona me jaló del brazo sacándome del vehículo, al mismo tiempo que otro batazo llegaba al vidrio de atrás.


 


—Corre —me dijo la voz de Shinya, ambos hacia la Land Rover, donde segundos después Kaoru entró del lado del piloto y se arrancó como alma que lleva el diablo. 


 


—¿Qué demonios? —Grité con el corazón a punto de salirse del pecho. 


 


—¿Cómo demonios te subes así al auto de un mafioso? —Gritó Kaoru, conduciendo muy rápido. No me asustaba la velocidad, ya lo había visto manejar antes, era lo absurdo de toda la situación la que no entendía. 


 


—¿Por qué hiciste eso? —Seguí gritando, miraba hacia atrás de vez en cuando para asegurarme que la Escalade no nos seguía, lo cual parecía un poco imposible, Kaoru le había roto prácticamente todos los vidrios. 


 


—Lo provocaste bastante —dijo sin dejar de mirar el camino—, para ese punto ya solo podían pasar dos cosas o se quedaba callado, lo cual dudo. O te retenía para después matarte. Una persona solo dice lo que trama por una sola razón…


 


—Está seguro de que ganó —completó Shinya, quien iba en el asiento de atrás con una computadora en el regazo y otra en el asiento de a lado. Había dicho más de lo que jamás le había escuchado decir y tecleaba con furia. 


 


Miré a ambos sin entender qué pasaba. 


 


—¿Cómo…


 


—Tora nos envió —contestó Kaoru—, llegamos a tu casa recién te marchabas con Toshiya. Nos hizo seguirte para asegurarnos que no te pasara nada malo y que bueno que lo hicimos. Estuvimos vigilando tu conversación e intercedimos justo a tiempo. 


 


—¿Cómo… —repetí como tarado. 


 


Kaoru sonrió de lado—. Agente especial Niikura, división de contrabando de CIRO —dijo derrotado. 


 


Lo escuché pero no lo entendí, sentí que había caído en una especie de universo alterno o tal vez no me había levantado de la cama del todo, porque aquello solo podía ser una especie de sueño extraño provocado por el alcohol y las drogas que pude o no haber consumido en la fiesta. Miré a Shinya en busca de apoyo pero solo atinó a alzar los hombros sin despegar la vista de la pantalla de la computadora.


 


—Shinya y yo llevamos casi tres años de encubierto, tratando de atrapar a Toshiya por sus relaciones con las drogas —comenzó Kaoru—. Sabemos que utiliza autos de carreras para su distribución, pero nunca hemos conseguido una prueba solida, incluso cuando trabajamos para él, que terminamos en la cárcel por culpa de Tora —giró los ojos—. Tres meses adentro para no echar a perder la puta operación y todavía Amano tiene el descaro de decir que fue nuestra culpa —bufó. 


 


—Espera, Tora sabe que son agentes. Solo siguió fingiendo para no arruinar su cubierta —dije mas para mi mismo, Kaoru asintió. 


 


—La verdad que hayamos quedado involucrados en el mismo lío fue una coincidencia —continuó—. Trabajmos en el taller con Uruha porque de ahí han salido varios reportes de autos utilizados en contrabando; Tora es del departamento de más buscados, no sabíamos que estaba trabajando en lo de Mana y mucho menos que se relacionaba tanto. Sin embargo, en cuanto Uruha nos pidió ser parte de Nightmare en Grey tuvimos que dar nuestro brazo a torcer; la mejor manera de atrapar a esos dos es esta y tu acabas de ayudarnos como no tienes idea. Aunque te hayas arriesgado tanto. 


 


Alcé la ceja sin entender. 


 


—El sábado —dijo Shinya—, hay programado un cargamento de autos de lujo proveniente de America.


 


Lo miré—. No puedo creer que seas un agente de CIRO —dije parpadeando muchas veces. 


 


—No es cualquier agente —contestó Kaoru—. Es uno de los hackers más peligrosos que tiene CIRO. Y sí, lograste que Toshiya te dijera qué droga va a meter al país. 


 


—Siento que perdí un paso —me pasé la mano por el cabello, era demasiada información. 


 


—Toshiya trafica droga metiéndola al país en los motores de autos de lujo que llegan de diferentes partes del mundo —continuó Kaoru—. La cuestión es que siempre ha utilizado pilotos de las carreras clandestinas, lo mismo hacían Gackt y Mana, por eso era difícil atraparlos. Las pruebas nos llevaban a los pilotos pero nunca a ellos, que lograras que hablara, mas lo que acaba de descubrir Shinya del sábado, nos hace pensar que hay forma de atraparlo. 


 


Me quedé pensando en lo que había dicho, mi mente trabajando a toda velocidad—. Pilotos de autos, —de pronto todo fue muy claro— va a usar a SCREW —los otros me miraron sin entender—. Quiere ganarle a Mana y la única manera de hacerlo es asegurándose de usar el mismo equipo que Mana usaría.


 


Kaoru negó—. Nada asegura que Byou le vaya a ser leal a Toshiya, en lo que respecta, podría robar ese cargamento para Mana —pareció entenderlo de pronto. 


 


—SCREW nos va a llevar a cualquiera de los dos —dije triunfante, saqué el teléfono—. Tenemos que ir a casa de Shou, espera, ¿Saga sabe que eres un agente? —Le pregunté mientras marcaba el numero de Tora. 


 


Kaoru soltó una carcajada mientras metía la dirección en su GPS—. Creo que a Saga le gusta más hacer enojar a Tora con un delincuente que con un agente —fue todo lo que dijo. 


 


Tora contestó en cuestión de segundos. 


 


—Los tenemos —avisé triunfante—, sabemos cómo atrapar a Mana y a Toshiya. 


 


-&-


 


Saga


 


Cuando desperté, Kaoru seguía dormido. Debía admitir que era una visión hermosa, el tipo era espectacular; no se había molestado en vestirse después de que habíamos hecho lo nuestro la noche anterior, no era la primera vez, solo la primera que me había quedado en su casa a dormir. No era nada extraordinario y tampoco significaba nada mas allá de lo que en verdad era. 


 


Dos adultos que se atraen teniendo sexo. Ambos lo habíamos dejado muy en claro y los dos teníamos algo en común: queríamos hacer enojar a Tora. Miré fijamente a Kaoru mientras su pecho subía y bajaba en esa calma que solo proporciona el dormir, no porque estuviera sintiendo algo más por él, si no por mi incapacidad de hacerlo. 


 


Tora había regresado a mi vida y con él, no sólo un montón de problemas de la mafia; también muchos sentimientos que yo creía había superado. Después, se había atrevido a besarme, ahí a mitad de calle a punto de entrar a un burdel, para hacer mas romántico el momento; durante años pensé cómo sería besar a ese chico y no tenía nada que ver con la calle cerca de prostitutas. 


 


Había idealizado tanto a Tora durante mi adolescencia que ahora, el mismo Tora era incapaz de superarlo. Sin embargo, el maldito no abandonaba  mi cabeza en ningún momento, bueno, tal vez en algunos momentos como la noche con Kaoru. 


 


No iba a mentir, el chico era guapo, me atraía mucho y me había dicho desde el principio, sin rodeos que le atraía. No que Tora no lo hubiera hecho, después de todo, era lo único que decía desde que había regresado a mi vida. Me azoté contra la almohada, odiaba estar pensando en ese cabrón todo el tiempo, odiaba que me hiciera sentir como colegiala, odiaba que me gustara tanto. 


 


Me levanté molesto, me prepararía una taza de café y comenzaría mi día como todos los días, tratando de olvidar a ese tigre.


 


—Soy patético —dije al cabo de un rato. Mis pensamientos se habían desviado al estar tomando café y había terminado por dibujar los tatuajes del cuello de Tora en una servilleta. 


 


—No lo creo —Kaoru salió de la habitación con la sabana envuelta en su cintura, seguía sin estar vestido. Sentí el sonrojo en mis mejillas—. ¿Por qué lo dices? 


 


Suspiré—. Por nada en especial —contesté—, hice café. 


 


Kaoru sonrió, se me acercó y me besó profundamente—. Gracias —dijo tomando una taza—, tengo un mensaje de Tora, nos esperan en casa de Kyo. Aparentemente descubrieron cosas nuevas de nuestra pequeña situación mafiosa. 


 


Giré los ojos—. Solo quiero que toda esta locura termine —dije honestamente. Estaba cansado de no sentirme seguro ni en mi propio estudio, quería encerrarme tres meses a pintar y mientras estuviera toda la maldita situación, no podía. 


 


El otro me tomó por la cintura y me acercó a él, restregando su miembro contra el mío—. Si todo termina, podrías no ver a Tora más, ¿te das cuenta? —Me besó el cuello, dejando que un gemido escapara de mis labios. 


 


Había sido directo y honesto con Kaoru, no importaba cuánto me gustara; Tora abarcaba la mayoría de mis pensamientos. De pronto ese chico se había vuelto una especie de confidente en el tema, sin Hiroto era más difícil despotricar. Kaoru no había tenido problema, argumentó que no buscaba una relación seria y para mi había sido suficiente. 


 


Me subió a la barra, dejando olvidado el café. Su manos deshaciendo el pantalón con un movimiento tan hábil que reflejaba lo bueno que en realidad era haciéndome sentir bien. 


 


—Dijiste que hay que ir a casa de Kyo —le dije entre besos. Mis manos recorriendo su pecho ya desnudo. 


 


—Podemos hacer esto —mordió mi oreja—, te juro que no tardaré. Sólo necesito tu cuerpo para darme fuerzas —dijo con voz profunda. 


 


¿Mencioné que el tipo era endemoniadamente sexy? 


 


Terminamos haciéndolo en el piso de la cocina, mi cuerpo contra la alacena, mientras su cuerpo entraba en mi una y otra vez en un vaivén tan rápido como violento. Sentía que todo el edificio podía escucharme de los gemidos que soltaba ante el contacto de su cuerpo contra el mío, volví a arañarlo en la espalda como en la noche anterior, tratando de aferrarme a algo, de soportar el inmenso placer que me proporcionaba al entrar y salir. Terminé con furia sobre mi estomago, mientras Kaoru terminaba dentro de mi sin hacer un solo ruido. 


 


—Vamos a llegar tarde —le dije besándolo nuevamente. 


 


—Tengo que pasar por Shinya, ¿está bien? 


 


Asentí levantándome poco a poco, las piernas me temblaban por el acto realizado, pero no me arrepentía de nada. 


 


Ni bien llegamos a casa de Kyo, encontramos a Tora y a Ruki con cara de pocos amigos parados en el jardín delantero. Fue casi imposible obviar la mirada de odio que el agente le dedicó a Kaoru, pero terminó por decirle algo entre dientes que no alcancé a escuchar, mientras Ruki me ponía al tanto de la situación. 


 


—Tengo que ayudar a Tora con algo —me dijo finalmente Kaoru al oído, sin molestarse en ser discreto frente al otro—, ¿puedes irte con ellos? 


 


—Soy niño grande —me reí. Sentí un apretón en la nada derecha, haciendo que me sonrojara en exceso. 


 


Me subí en el asiento trasero del Audi de Tora, Ruki seguía hablando acerca de todo lo que había pasado y le estaba prestando atención, al menos todo lo que podía tomando en cuenta que de vez en cuando mi mirada cruzaba con la de Tora por el retrovisor, parecía pasar de la confusión al enojo en menos de treinta segundos. Y no es que pretendiera disfrutarlo o torturarlo de alguna forma, solo quería pintar una linea entre él y yo, dejarle en claro que yo no era ese chico que antes se postraba a sus pies. Aunque tal vez por dentro me moría por hacerlo, el orgullo puede más. 


 


Llegamos a casa de Shou en poco tiempo, cuando por fin terminamos de hablar de cosas importantes Ruki me miró extrañado. 


 


—¿Te acostaste con Kaoru? —Preguntó mientras Tora y Shou hablaban de micrófonos. Uruha alzó mucho las cejas en señal de sorpresa. 


 


—Sí —contesté tranquilamente.


 


—Wow —dijo Uruha—, ¿sabes cuántas personas he visto detrás de él? Hay hasta leyendas urbanas de que el tipo es un cabrón en la cama. 


 


Me reí ante la situación, jamás me hubiera imaginado algo parecido, ni tampoco me sentía como un gran jugador por lograr acostarme con un chico así. Muchos en la preparatoria me habían dicho cosas parecidas por andar detrás de Tora, el chico que según todo el mundo era inalcanzable. 


 


—Confirmo —dije tranquilamente, cuando el teléfono de Tora sonó alertando la llamada de Kyo. 


 


Apenas colgaron, cuando otra llamada entró al celular. Tora contestó de nuevo en altavoz para que todos pudiéramos escuchar. 


 


—Llego en cinco minutos —anunció la voz de Reita—, tenemos noticias. 


 


—No eres el único —dijo Tora girando los ojos. 


 


—¿Tenemos? —Fue Shou quien preguntó. 


 


—No voy solo —dijo y colgó. 


 


Pude ver la cara de alivio que demostró Uruha ante la noticia, me alegraba que pronto podía reunirse con su novio. Todavía me era extraño concebirlo como eso y no como su hermano, pero supuse que es lo menos que le debía, después de todo lo que habían pasado. Cuando habían anunciado la muerte de los Shiroyama, probablemente yo era el amigo más reciente, no por eso me dolió menos. Mucho tiempo pensé que sus amigos me harían a un lado, pues ya no existía ningún vinculo que pudiera unirnos, pero jamás me habían abandonado. 


 


Recordé esos primeros meses después de que toda la locura había terminado, solo Reita, Shou y Sakito tenían que declarar en el juzgado. Hiroto se aparecía en mi casa todo el tiempo pegado a Ruki; y por supuesto con Tora, me habían hecho sentir parte de esa enorme familia que se estaba formando. Incluso he llegado a pensar que estuve con ellos todo el tiempo, hasta en las carreras. Fue gracias a ellos que mi miedo a los autos había disminuido; estuvieron conmigo en cada aniversario luctuoso de mi madre y estuvimos juntos en cada uno de los de los Shiroyama. 


 


Mi padre los consideraba como sus hijos, cada uno con una historia familiar peor que la anterior encontraron en el mío, la figura paterna que les había faltado. Cada Navidad estábamos todos metidos en su casa para celebrar y a pesar de todos los problemas, quería aferrarme a la posibilidad de que ese año, tanto Aoi como Uruha estuvieran en esa mesa. Que tal vez habría mas gente, incluido Tora a quien miré fijamente, sintiendo un extraño cosquilleo en el estómago. 


 


No quería que se alejara si es que la locura de la mafia terminaba, ya no quería pasar un solo día sin verlo. Solo que…


 


—Saga —la voz del hombre que me quitaba el sueño me llamó—, ¿te molesta si hablamos? 


 


Solo atiné a seguirlo al patio. 


 


—¿A qué estás jugando? —Dijo molesto una vez que estuvimos solos afuera. Desvaneciendo cualquier pensamiento de las fiestas navideñas que se había formado en mi cabeza. 


 


—¿Disculpa? —Pregunté ofendido por el tono de voz que había utilizado. 


 


—¿Crees que es buena idea acostarte con Kaoru?


 


—¿Disculpa? —Repetí aún más ofendido—. Con quién me acueste no es asunto tuyo. 


 


—Estamos en medio de una crisis aquí, hacer ese tipo de cosas no creo que beneficie a nadie.


 


—¿Tipo de cosas? —Casi grité—. O sea, besarme en un burdel está bien pero si yo me acuesto con alguien, ¿no?


 


Tora pareció perder toda la cordura que proyectaba como agente de CIRO, caminó en círculos y se despeinó ligeramente—. Argh, no es eso a lo que me refiero. Es que, ¿por qué tenías que acostarte con él? —Preguntó tratando de no hablar mal. 


 


Me crucé de brazos—. ¿Estás celoso? —alcé la ceja, tratando de no sonreír.


 


—¡Por supuesto que estoy celoso! ¡Odio que te hable así, que te abrace así! —Gritó dejándome en blanco. No pensé que lo aceptaría así nada más, pensé que tendríamos una discusión donde nadie aceptaría nada—. Quiero ser yo el que te bese, ¿no lo entiendes? 


 


Abrí la boca para contestar algo, cuando mi teléfono sonó avisando la llegada de un mensaje de Hiroto. Me extrañó verlo, pues el chico solo me escribía en las noches y de vez en cuando. 


 


“Estoy en problemas. No le digas a Kyo.”


 


Miré a Tora horrorizado al mismo tiempo que la Land Rover de Kaoru se estacionaba en la calle frente a la casa. 


 


 


 


 


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).