Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

2Fast, 2Beautiful por urumelii

[Reviews - 58]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

lalallalallaa

Aoi 


 


En verdad pensé que regresar y ver a todos iba a ser terriblemente incómodo, darme cuenta de lo mucho que habían cambiado sus vidas, sus dinámicas e incluso la manera en la que bromeaban o hablaban los unos con los otros. Sin embargo, parecía que nada hubiera cambiado en ocho años, ni bien los chicos se fueron para acompañar a Shou al burdel, algo que me parecía sumamente fuera de lugar, Ruki comenzó a reñir a Sakito sobre la famosa caída por las escaleras, de tal forma que terminaron por salir al patio a gritarse con mayor libertad. 


 


—¿Seguro que son adultos funcionales? —Pregunté mirando la puerta por la que ambos habían salido con rapidez. 


 


Nao suspiró con pesar, mi amigo lucía diferente a como lo recordaba, sin dudar sus rasgos eran los mismos, pero su mirada reflejaba conocimiento y una experiencia que supuse solo podrías obtener viviendo en el extranjero, bajo situaciones mucho más precarias que las que jamás tendría que afrontar en Japón. Me di cuenta que lo admiraba muchísimo por la clase de trabajo que desempeñaba, el alma caritativa que tenía, mientras mi trabajo parecía ser mucho más banal a comparación del suyo. Aunque las circunstancias hubieran sido diferentes, estaba seguro que yo jamás hubiera podido hacer lo que él hacía. Podía notar que se sentía preocupado por algo, su mirada lucía cansada. 


 


—¿Estás bien? —Le pregunté al no obtener respuesta. 


 


Nao iba a contestar pero Reita se adelantó, estaba observando por la ventana el intercambio entre Ruki y Sakito. Se devolvió con nosotros y se sentó a mi lado en el sillón para dos personas, subió los pies a la pequeña mesa de centro. 


 


—Es toda esta tontería de Sakito y las escaleras, ¿verdad? —Miró a Nao con seriedad—. No me creo una palabra, solo no entiendo ¿qué pasó?


 


—No sé si me corresponda decírselos, Sakito no quiere que sepan —Se apresuró a contestar el otro. 


 


—¿No quiere que sepamos nosotros o Shou? Porque parecía muy contento de creer que se había caído —dijo Reita con un deje de amargura que se me hizo extraño, parecía estar muy enojado con nuestro amigo y yo no alcanzaba a entender por qué. 


 


Bufé—. No entiendo —dije llamando la atención de los otros dos—. ¿Qué pasa entre los dos? 


 


Reita se recargó en el sillón echando la cabeza hacia atrás y mirando al techo—. Terminaron muy mal por culpa de Shou y sus vicios —fue todo lo que dijo. 


 


Miré a Nao quien veía el piso como si fuera lo más interesante del mundo. Me giré a mi alrededor poniendo verdadera atención a la casa por primera vez, parecía no haber cambiado mucho a lo largo de los años pero al poner atención en los detalles, podía notar el abandono de esta. No había una sola cosa que pareciera en su lugar y de haberla esta se encontraba empolvada y en desuso; había mas botellas de alcohol de las que estaba seguro una sola persona podía consumir y todas ellas con el contenido a la mitad. En la cocina, a pesar de haber trastes limpios en su mayoría parecían ser vasos, nunca platos y estaba completamente seguro que si iba al refrigerador tampoco encontraría mucha comida. Había dejado que Uruha viviera con un alcoholico, un deje de culpa me invadió, ¿por qué había escogido hacerlo para empezar? 


 


—¿Recibió ayuda? —Dije sin pensar, ambos me miraron sin entender—. Shou, ¿habló con alguien de lo que pasó? 


 


Nao sonrió amargamente—. No quiso, a pesar de que nos lo recomendaron a todos y fue obligatorio para ellos por la corte. Logró zafarse —explicó—, pensamos que estaba bien hasta ahora que todo explotó con Sakito. Al menos a mi nunca me dijo nada, estaba un poco lejos como para poder hablar, tal vez —parecía arrepentido. 


 


—Shou nunca habla —dijo Reita aun molesto—, no sabíamos que estaba tan mal. Es solo que...


 


—Sakito no quiso seguir ocultándolo —terminé, esta vez ambos me miraron con sorpresa. No los estaba juzgando de ninguna forma, no podían saber lo que Shou estaba pasando, yo mismo no lo sabría si no fuera porque el patrón sonaba terriblemente familiar a lo que había vivido con Kouyou, yo había recibido ayuda de alguien externo que me había dicho que hacer. Y solo lo había logrado cuando la vida de mi novio estuvo en serio peligro. Sentí un sabor amargo al pensar que Sakito podía haber estado tratando de esconder lo que en realidad pasaba, yo lo había hecho, me había dicho una y otra vez que todo estaría bien, que mi amor sería suficiente para salvarlo, pero no lo fue—. Lo que sea que le haya pasado a Sakito, no quiere decirlo porque tiene miedo que aquello termine por destruir a Shou. 


 


Nao abrió mucho los ojos, parecía estar entendiendo lo que le acababa de decir—. Si lo dices así, es peor —dijo con una mueca—. Pensé que era porque no quería que se armara un escándalo, dijo que era por eso, que no quería que se preocuparan. Cuando en realidad estaba preocupado por los demás, mas que por él mismo —se pasó una mano por la cara, lo que me hizo pensar que había dejado de hablar de Sakito. 


 


—¿Fue Byou? —Preguntó Reita alzando por fin la mirada, Nao pareció debatirse si hablar o no—. Escucha, podemos no decirle nada a Shou si eso es lo que Sakito quiere, pero si está en peligro tenemos que estar preparados, si le puso un dedo encima. 


 


—Fue peor que eso —dijo Nao finalmente cerrando los ojos, parecía no encontrar las palabras para explicar. Solo que no tenía, lo entendí casi de inmediato. 


 


—Shou tiene que saberlo —dije con seriedad. 


 


—Si se entera, Sakito jamás me lo perdonaría —Nao me miró con pánico.


 


Reita no parecía haber entendido de lo que hablábamos. 


 


—Eso no importa, para empezar Sakito necesita ayuda —dije rápidamente—. Y Byou no lo hizo solo como un ataque aleatorio por ser uno de nosotros, lo hizo para llegar a Shou. Lo hizo para ejercer poder sobre él, ¿no lo entiendes? ¿Tu crees que lo que Die le hizo a Kouoyu fue solo por él? No, lo hizo porque sabía cuánto me afectaría; no es sexo. Si Shou no lo sabe, Sakito sigue en peligro.


 


—Te volviste loco —dijo Reita entendiendo por fin—, no creo que sea tan simple…


 


El teléfono del rubio comenzó a sonar, como un maldito augurio de mala suerte. Solo podía haber dos posibilidades antes esa llamada: todo había salido bien y venían de regreso o todo había salido terriblemente mal. Observé la hora, sabía que la primera opción era la más probable 


 


Reita contestó probablemente pensando lo mismo que yo—. Tora —dijo con precaución. 


 


Lo que pasó a continuación no lo recuerdo muy bien, no recuerdo en qué momento me levanté del sillón y salí disparado al Berlinetta de Reita. Ni siquiera registré cuando mi amigo se subió al asiento del copiloto, solo tenía esta idea en la cabeza y era llegar al hospital. Millones de imágenes repitiéndose en mi cabeza, desde el accidente de Nao hasta la sobredosis de Kouoyu; el miedo arremolinándose en mi estomago que no me dejaba pensar con claridad. Mi cuerpo reaccionaba por mero instinto a los cambios de velocidad, a las curvas en el camino, yo estaba desconectado por completo; la sola idea de pensar que alguien le había hecho daño era suficiente para querer destruir el mundo entero. 


 


Como parte de la gran ironía que era mi vida, el hospital al que nos dirigíamos era el mismo al que habían llevado a Nao después de recibir un choque de un trailer. Parecía que todo se terminaba por repetir, la misma forma en la que habíamos entrado en la recepción corriendo, esperando a que nos dieran noticias de inmediato, la incertidumbre de no saber qué pasaba. Casi me llevé tres sillas por entrar sin cuidado, no me importaba nada, solo el estado en el que Kouyou se encontraba. 


 


Una enfermera nos detuvo antes de que comenzara a gritar por toda la sala de emergencias, con toda la paciencia que su pequeño cuerpo podía contener, nos indicó que habían subido a Kouyou al quirófano apenas había llegado al hospital. Rápidamente nos dijo a qué piso dirigirnos, podía sentir a Reita correr detrás de mi en todo momento, seguro los demás no tardarían en llegar. 


 


En ese largo pasillo que finalizaba en una enorme puerta doble, logré ver a Tora recargado en la pared, Saga y Shou estaban sentados en dos de las tres sillas que se encontraban ahí. Había una sala de espera al doblar a la izquierda pero era obvio que se habían parado ahí esperando saber de Kouyou aunque sea por unos centímetros. Quería derribar cada puerta y cada muro que separaba de él, aunque sabía que no podía pasar mas allá de esa puerta, no verlo me estaba volviendo loco. 


 


Así que hice lo primero que mi instinto dijo que hiciera, sin correr me adelanté hacia donde estaban los demás. No pensé, mi cuerpo volvió a moverse solo, de la misma manera en que lo había hecho al conducir el Berlinetta; alcancé a tomar a Shou de la camisa y lo alcé con toda la fuerza que tenía, lo giré azotándolo contra la pared. Necesitaba un culpable de lo que había pasado, y aunque hacía menos de una hora había querido entenderlo, ahora quería matarlo. 


 


—Te dije que cuidaras de él —volví a azotarlo contra la pared—. Te confié a la persona que más amo en el mundo y ahora está en el maldito quirófano —sin soltarlo con la mano izquierda, lo golpeé con la derecha tan fuerte que cayó al piso. 


 


Fue entonces cuando unos brazos me tomaron por los hombros impidiendo que pudiera darle otro golpe, sin embargo, alcancé a soltarle una patada en el estomago antes de que me quitaran de su camino. 


 


—¡Déjalo! —Shou gritó desde el piso, se levantó con dificultad—. Suéltalo, deja que me pegue —dijo con fiereza, mi golpe había alcanzado a abrirle un poco el labio. Me miró desafiante—, hazlo. 


 


Logré zafarme de quien me di cuenta era Tora; Sakito, Nao y Ruki caminaban hacia nosotros al mismo tiempo. Quería deshacerlo a golpes, sin pensar me volví a lanzar contra él; alcancé a meterle un golpe con el codo derecho en la mandíbula antes de que volvieran a agarrarme, quería seguir pegándole cuando mi cerebro se dio cuenta que Shou ni siquiera había tratado de defenderse, me seguía mirando con la misma fiereza pero a pesar de los golpes, no había metido las manos. 


 


—No voy a seguir golpeandolo —le grité a Tora para que me soltara. Miré a Shou, esta vez no con rabia sino lástima—, no voy a hacerte sentir mejor contigo mismo —advertí—, te pedí que lo cuidaras. 


 


—No fue su culpa —la voz de Saga por fin interrumpió el ambiente que se había formado—, Shou ni siquiera estaba presente. 


 


Lo miré con odio—. No me importa, no quiero escucharlo —dije casi gritando. 


 


—Sí lo fue —dijo Shou sin dejar de mirarme—, Aoi está en lo cierto. Fue mi culpa —dijo casi en un susurro que me devolvió a una realidad a la que no estaba preparado. 


 


Shou me miraba de la misma forma en la que Kouyou me vio por mucho tiempo, cada que se culpaba por ponerse ebrio o drogarse y hacer un desastre. La seguridad con la que sabía que los destrozos eran su culpa, la culpabilidad que sentía por lo que Die había hecho, era la misma que Shou reflejaba en sus ojos. No solo era lo que le hubiera pasado a Kouyou, Shou se sentía culpable absolutamente de todo lo que estaba pasando y podía apostar que tenía que ver con la muerte de Gackt. Aquello no logró hacerme sentir empatía por él, al contrario, ahora también estaba furioso conmigo por no haberme dado cuenta, por dejar que Kouyou se fuera con alguien tan inestable como él. Me acerqué hasta donde estaba, sentí a Tora moverse dispuesto a volver a frenarme, pero no toqué a Shou. 


 


—No te quiero cerca de él, ¿me oíste? —Le advertí entredientes. La forma en la que Shou era peligroso para Kouyou, no sólo tenía que ver con el ataque de aquella noche. Estaba casi seguro que mi novio lo había visto mucho antes que yo, la forma en la que Shou se desempeñaba en el mundo, cómo se sentía; podía apostar lo que fuera a que Kouyou quería salvarlo, porque sentiría que era como salvarse a si mismo—. No te vuelvas a acerca a Kouyou, jamas. 


 


Antes de que pudiera contestar, un doctor salió de las enormes puertas dobles; nos miró a todos sabiendo que había interrumpido algo pero no podía importarle menos. Tenía noticias importantes y buscaba a quién dárselas. 


 


—¿Alguno de ustedes es pariente del señor Takashima? —Dijo con una seriedad que me causó un escalofrío. 


 


—Yo —dije—, soy su pareja. 


 


El doctor asintió—, logramos detectar la hemorragia que causó el ataque —explicó—. Afortunadamente ninguno de sus órganos fue alcanzado por el cuchillo, sin embargo lamento decir que no está fuera de peligro —dijo con una mueca—. El tipo de sangre del señor Takashima es extremadamente raro y no contamos con suficientes unidades en el hospital; su pareja perdió muchísima sangre y me temo que hasta no encontrar un donante no podemos asegurar su mejora. ¿Tiene usted contacto con la familia del señor Takashima? Seguramente encontraremos el mismo tipo en alguno de sus familiares. 


 


Sentí que el mundo se me venía encima, un fuerte mareo hizo que casi perdiera el equilibrio; fue Reita quien alcanzó a sostenerme. 


 


—¿Puede probar conmigo? —Fue todo lo que pude decir. 


 


El doctor negó—, como le dije tenemos una mayor oportunidad si es un miembro de su familia…


 


—¡Solo intente! —Grité. 


 


—Entiendo como se siente pero las probabilidades de…


 


—¡Soy su hermano, maldita sea! Que sirva de algo —Grité aun mas fuerte. 


 


Los brazos de Reita me apretaron con fuerza—, Aoi puede que no sea seguro de todas formas dado que... —dijo en voz baja, para que solo yo pudiera escuchar. 


 


—No entiendes, si no somos el mismo tipo de sangre. La verdad se descubriría —dije igual en voz baja. 


 


—Mandaré a una enfermera —dijo el doctor sin querer indagar más en nuestro pequeño problema—, sin embargo, si resulta que usted no es compatible por favor asegúrese de buscar a sus padres —con aquello dicho se volvió a perder detrás de las puertas. 


 


Hice lo único que se me ocurrió, le pegué un puñetazo a la pared para deshacer mi frustración. 


 


—No puedo hablarle a mis padres —dije con seguridad. 


 


Ruki se acercó mirando a la puerta por donde había desaparecido el doctor—. No creo que tus padres sean tan malos como para no ayudar a su hijo si está muriendo —dijo con miedo en la voz. 


 


Me recargué en la pared que había golpeado, mi puño palpitando de dolor—. No es eso, creo que mi padre estaría muy contento de ayudar —dije resignado—, pero si le hablo tendría que confirmar algo que a mi madre no le gustaría nada… —sonreí ante la ironía de todo, solo quedaba un día y podíamos vivir en paz, ella con su dinero y nosotros juntos. Esto, lo cambiaba todo, dejaba en evidencia que una vez había cometido fraude, que estaba en muchos problemas y esta vez no había forma de escapar. Me dejé caer al piso, escondí la cara entre mis piernas sin saber qué hacer. 


 


—¿Qué no nos estás diciendo? —Dijo Tora.


 


Miré a Reita, y entendí lo increíble que estuviera de vuelta en mi vida. Este ataque hubiera sucedido tarde o temprano, hubiera estado con Shou o no; incluso tal vez, pude haber sido yo a quien hirieran de gravedad, Kouyou no hubiera podido hacer nada entonces, puesto que no me había atrevido a decirle la verdad. Agradecí que mi amigo estuviera ahí para decir las palabras que aún me costaba descifrar en mi cabeza, para contarle a mis amigos aquello que yo no podía por el estado en el que me encontraba. 


 


—Aoi y Uruha no son hermanos —comenzó el rubio, todos abrieron los ojos de manera exorbitante—, al menos no completamente. Comparten a la misma madre, pero no al mismo padre. 


 


Sentí las miradas de los demás, tratando de entender lo que acababan de escuchar. 


 


—Tu dijiste que si le hablabas a tu padre —comenzó Ruki. 


 


—El problema es que mi madre se ha encargado de decirle a todos que soy yo quien es el verdadero Shiroyama —dije finalmente—, quiere que sea yo quien cobre la dichosa herencia de la abuela y falsificó todos los malditos documentos e incluso las pruebas. Si mi padre y Kouyou comparten el mismo tipo de sangre, creo que es obvio lo que va a pasar. 


 


—Vamos a meter a tu madre en la cárcel —fue Sakito quien hablo, con un temple fuera de este mundo. Estaba parado frente a todos con los brazos cruzados, de forma  tan imponente que juraba se veía más alto—. ¿Entregaste los papeles que dicen que eres tu? —negué—. Entonces tu no has cometido ningún crimen, solo ella. Si tan solo quiere amenazarte para hacerte que cumplas un plan o algo, se puede argumentar de forma muy simple que tu no sabías nada de lo que estaba haciendo. En lo que a mi respecta a ti todo el tiempo te dijo que tu eras un Shiroyama. 


 


Abrí la boca y volví a cerrarla sin creer lo que acababa de decir—. Ella dijo que si no la ayudaba nos metería a mi y a Kouyou en la cárcel por lo que habíamos hecho con nuestras identidades —dije rápidamente, aunque Reita me había ofrecido su ayuda, legalmente hablando quien sabía cómo podía proceder era Sakito. 


 


—No puede —dijo tranquilamente—, si bien cambiaron sus nombres de forma ilegal, eran menores de edad. El delito fue hace tiempo, ni siquiera procedería; podrían pagar una multa y eso a lo mucho, podría encargarme de que solo tuvieras que firmar una carta prometiendo no volverlo a hacer —giró los ojos. 


 


—El mejor fiscal del puto país —dijo Ruki sorprendido. 


 


—Lo soy —respondió Sakito sin una gota de humildad—. Habla con tu padre, el peor de todos los escenarios sería que la sangre tuviera que provenir de tu madre. Kouyou va a estar bien —con esto se dio la vuelta—, necesito un café. 


 


Miré a Reita quien asintió para mostrar su apoyo. Tal vez no todo estaba perdido.


 


-&-


 


Toshiya


 


Tuve que escuchar por media hora como dos idiotas habían arruinado cualquier posibilidad de hacerme de Kouyou Shiroyama. Mandarlo al hospital lo hacía terriblemente difícil de secuestrar, no imposible, pero tampoco me importaba tanto como para sacarlo de una institución vigilada. También debo decir que no me molestaba escuchar que habían logrado herirlo bastante, aunque había dicho que quería al menor de los hermanos intacto, aquello no perturbaba mis planes. Sabía que en ese momento Aoi se debía estar retorciendo sabiendo que su hermanito estaba probablemente debatiéndose entre la vida y la muerte. 


 


El verdadero problema era que me tenía que asegurar que alguno de los dos no sobreviviera para contarlo. El plan original era tenerlos a los dos, que Aoi viera morir al menor frente a sus ojos, hacerlo sufrir hasta el ultimo momento, que supiera lo que era quedarse sin la persona mas importante de tu vida. Tal vez yo no amaba a Die, de forma romántica pero había sido el único chico que me había entendido, que me había dado una oportunidad y había creído en mi; mucho más que Kyo quien solo quería salvarme. Le había prometido a Die que si algo le pasaba, no descansaría hasta vengarlo y lo estaba haciendo, solo había un problema. 


 


Los Shiroyama se estaban atravesando con mi verdadero interés en Nagano. 


 


—Deberías sentirte satisfecho —dijo Byou cuando nos quedamos solos—. Al menos tiene probabilidades de morir. 


 


—Probabilidades no es lo mismo que asegurarme que está muerto —me levanté dandole la vuelta al escritorio—, y yo que quería irme a Nagano. 


 


—Ah claro, el cantante —dijo Byou con tono burlón—. Tal vez deberías estar al tanto, el Bugatti de Murai se dirige a toda velocidad a la carretera. ¿Sabías que pueden alcanzar los 400km/h? Quien sea quien lo esté manejando sabe lo que está haciendo, aunque apuesto a que es Kyo. 


 


—Debí saber que saldría corriendo detrás de él, ¿no? —Saqué el celular y marqué el numero. Estaba casi seguro que no me contestaría pero, parecía que Kyo tenía una cierta debilidad por mi después de todo—. ¿En serio vas directo a Nagano? —Dije tratando de sonar alegre. No me gustaba nada la idea, ¿qué tenía ese maldito cantante que hacía que Kyo reaccionara casi de inmediato? 


 


—En serio, ¿te sorprende? —Contestó molesto. 


 


—Podría matarlo en este instante, si quiero —advertí. 


 


—Le haces algo y te juro que te mato —advirtió—, además, no creo que seas capaz de dañarlo. Creo que quieres estar presente. 


 


A veces me sorprendía la manera en la que Kyo parecía conocerme aun si no habían pasado ocho años de que habíamos hablado como amigos. Miré a Byou quien escuchaba la conversación entretenido. 


 


—Si regresas ahora, no le haré nada —intenté. 


 


—Vete al carajo. 


 


Byou se rió sin hacer ruido, sabía que esa sería su respuesta pero yo no había terminado de jugar. 


 


—De acuerdo —dije colgando. 


 


—¿En serio vas a matarlo? —Preguntó Byou en cuanto aventé el celular al escritorio, después de haber mandado un par de mensajes. 


 


Negué—, no por ahora. Haré que Hiroto odié tanto a Kyo que ninguno de los dos quiera seguir vivo —aseguré—. Mientras, ¿quieres acompañarme al hospital? —sonreí. 


 


—Suena interesante. 


 


—Letal, diría yo. 

Notas finales:

ay a ver que pasa muahahha


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).