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2Fast, 2Beautiful por urumelii

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Notas del capitulo:

llallalala

Hiroto


 


 


Apenas había alcanzado a mandar los mensajes cuando el dichoso guardaespaldas regresó a la habitación, no había querido marcar a emergencias, aunque tal vez debí haberlo hecho en primer lugar. Solo que no quería causar un escándalo, al ser famoso, cualquier cosa que hiciera podía estar bajo un microscopio y lo menos que quería era atraer la atención de la prensa. También supongo, que muy en mi interior quería que Kyo recibiera el mensaje, aún si había dicho lo contrario. 


 


Durante toda la maldita gira no había dejado de pensar en él, en Kyo y su cuerpo contra el mío, sus labios, su risa. Yo sabía la clase de miradas que todos me dedicaban cuando hablaba de él, incluso mi padre me había dicho que jamás se le hubiera pasado por la cabeza que yo me fijara en alguien como él. Yo tampoco. Sin embargo, había tantas capas de Kyo que no le mostraba a todo el mundo, como ese enorme cliché de película romántica, podía ser un salvaje para muchas cosas, tener el peor o el mejor gusto para vestir; con Kyo nunca había grises, ni medias tintas. Se entregaba por completo o no te dedicaba siquiera una mirada. 


 


Para mi, era completamente obvio que tomara las decisiones que para todos parecían indescifrables y es que no conocían a Kyo como yo. Yo lo amaba por eso. No por todas las ocasiones en las que él me había llevado a clases de canto, o a las audiciones; tampoco por la forma en la que me abrazaba o me sonreía; o que podíamos pasar horas hablando sin aburrirnos ni un momento. No, no tenía nada que ver, aquello era algo agregado, la consecuencia de nuestra relación. Yo amaba a Kyo porque era el único que me veía completamente, como yo lo veía a él; así, sin medias tintas.


 


Un amor que cargaba a cuestas sin ser enteramente correspondido, y nada tenía que ver con esa fatídica fiesta cuando había dicho que él podía ser pareja de Kai. Fue más bien el pretexto que había dado, a mi y a los demás. Yo sabía lo que Kyo sentía por mi, a veces pensaba que incluso podía llegar a amarme más de lo que yo lo amaba a él, pero casi siempre me daba contra el suelo, pues con él siempre era blanco o era negro. Y era estúpida creencia suya de no sentirse suficiente para mi, la que había marcado nuestro destino. Las incontables veces que lo había visto irse con alguien más, sabiendo que mi nombre sería pronunciado entre caricias y besos, que nunca eran para mi. 


 


Más de una persona lo llamaría masoquismo, solo que yo no sabía hacer otra coa mas que esperar a que estuviera listo, que un día despertara y se diera cuenta al menos de la mitad de las cosas que yo veía en él, que por fin se atreviera a verme a los ojos y decirme lo que sentía. Sin embargo había preferido irse con Toshiya a pensar que merecía una oportunidad de tener algo maravilloso, por lo que había estallado en ira. Ese día cuando nos habíamos besado me había decidido a adelantarme, dar el paso por él y nuevamente, Kyo se había echado para atrás pensando que estaba protegiendo mi corazón cuando en realidad lo estaba haciendo añicos. 


 


Me arrepentí al minuto de dejar Tokio de haber hecho semejante escena, también pensaba que era la única manera en la que reaccionaría, tal vez si pensaba que no estaría más. Me había equivocado nuevamente, solo había servido para hundirlo más, me destrozaba la cabeza pensando qué podía hacer con Toshiya, aunque quería confiar en que no sería tan estúpido para caer en una provocación; era mi mayor temor. 


 


Así que, ahí estaba, secuestrado en mi propio cuarto de hotel, pensando en que haría la labor del caballero de la brillante armadura y vendría a romperle la cara al guardaespaldas. Cosa que obviamente no sucedería. 


 


—¿Es por dinero? —Me atreví a preguntar después de un rato de silencio sepulcral, no había sido violento conmigo. Solo se había sentado frente a la puerta con un arma en la mano y me había prohibido salir o comunicarme, veía a cada tanto su celular y gruñía si hacía alguna pregunta. 


 


El guardaespaldas que se había rehusado a contestarme, por fin alzó la mirada de su celular y sonrió—. Te hiciste de enemigos muy peligrosos —contestó. 


 


Me mordí el labio sabiendo perfectamente que aquello era obra de Mana, lo que me parecía extraño era que no me hubiera hecho nada. En lo que a mi respectaba debería estar muerto, no viendo la cara de un hombre que claramente estaba aburrido de estar en esa habitación. 


 


—¿Por qué no me has matado? —Pregunté al fin, sabía que la respuesta no me iba a gustar pero entre el miedo y la desesperación, la idiotez se abre paso. 


 


El otro me miró divertido—. Sería muy fácil, ¿no? Solo tengo que inyectarte alguna droga en una dosis letal —chasqueó los dedos—, otro artista que se nos va por culpa del suicidio. La presión del ambiente lo hizo drogadicto hasta que se le pasó la mano. Ni siquiera habría investigación. 


 


Tragué saliva pensando en qué tenía razón. Sin embargo el otro siguió sin moverse, miró nuevamente su celular. 


 


—La verdad —dijo finalmente—, estoy esperando a que vengan por ti —me mostró la pantalla donde se desplegaba el mapa y un pequeño automóvil se movía a través de este. En la esquina de abajo se desplegaban unos datos que me atreví a acercarme para leer, decía:


 


Bugatti Veyron


Vel. 356 Km/h


Naoyuki Murai 


Tiempo de llegada: 5 minutos 30 segundos


 


La velocidad cambiaba constantemente a medida que el auto parecía acelerar o frenar en la carretera, de igual forma pasaba con el tiempo que iba disminuyendo. 


 


—Nao —dije sin poder creerlo. 


 


El tipo vio de nuevo la pantalla—. No es Murai quien lo conduce —sonrió ampliamente—, al parecer es un tal…


 


—Kyo —completé cerrando los ojos. Una mezcla extraña de sentimientos instalados en mi pecho, el alivio de saber que le importaba para venir, las ganas de gritar que se marchara y no se arriesgara por mi culpa. 


 


—Vaya, dijeron que eran cercanos —el tipo se levantó, me eché hacia atrás chocando contra la comoda de la habitación.


 


—Por favor, no le hagas daño —no quería sonar suplicante pero no hubo manera de evitarlo, en ese momento no era un actor. Era un chico asustado por la vida de la persona que amaba. 


 


Movió los dedos sobre su celular—. Yo no le voy a hacer nada, tu sí —me miró con malicia—, ten envían esto —volvió a mostrarme la pantalla del aparato. 


 


Primero fue complicado encontrar sentido a lo que estaba viendo, parecía un video, en una habitación desconocida con un tipo desconocido y por supuesto, Kyo. El tiempo transcurrió muy lento mientas lo veía envolver a Toshiya en sus brazos, besarlo con una pasión casi desbordada y no era que no esperaba que no lo disfrutara, era que en realidad parecía contento, necesitado del tipo que lo había roto hacía tantos años atrás. 


 


—Dime que soy mejor que el cantante —la voz de Toshiya se sintió como una puñalada atravesando con fuerza mi pecho. 


 


—Basta —cerré los ojos. Sabía que podía haber mil motivos para aquello, incluso imaginaba la clase de tretas que podía haber hecho el cabrón ese para lograr que Kyo se acostara con él, no era tan difícil, después de todo. No por eso dolía menos. Lo había preferido a él, que a mi. 


 


—Te estoy haciendo un favor —dijo el guardaespaldas, lo miré con ganas de matarlo, necesitaba descargar mi ira en algún lado—. Guarda ese enojo para Kyo, pues esta es la oferta: la única forma en la que mi jefe te perdonara la vida es si mandas a este cabrón al carajo —dijo sonriendo. No entendí bien lo que estaba diciendo—, Toshiya no te quiere ver cerca de Kyo, nunca más. 


 


Bufé—, ¿realmente cree que vamos a caer en una trampa tan absurda? —ME burlé, pero el otro no se inmutó. 


 


—Te leeré las palabras textuales de mi jefe —dijo el otro tranquilamente—: Rompe el corazón de Kyo, hazlo sentir abandonado y solo. Déjalo arrastrado por el suelo, que piense que lo odias casi tanto como yo te odio a ti; solo así, no te mataré y dejaré que la policía piense que fue Kyo en un arranque pasional. 


 


SE me cayó el alma a los pies. El otro debió notarlo pues guardó el celular en su bolsillo trasero y sonrió jugueteando con el arma que aun portaba. 


 


—Hoy te dejo ir, tu cumples con tu parte y todos en paz —dijo rápidamente—. Puedes decir que lo harás, fallas y entonces te buscamos, te matamos e inculpamos a tu amorcito por los inconvenientes o cumples tu parte del trato y nadie sale herido —enunció mis opciones. Miró su reloj—. El Bugatti estará aquí en cuestión de nada, tu decisión. 


 


—¿Cómo sé que no le harás daño? —Dije sin opciones. 


 


—Toshiya ha dado su palabra, se contactará contigo para los pormenores —sacó de nueva cuenta el celular—. ¿Cuento contigo para cumplir tu parte del trato? 


 


Asentí apretando la mandíbula. 


 


El guardaespaldas marcó el número de emergencias—. Solicito apoyo policiaco, trataron de secuestrar a mi cliente, el cantante Hiroto Ogata, estamos en el hotel four seasons —habló rápidamente—. Esperamos una gran actuación —dijo al colgar, me aventó el celular—, grabado con un gran audio —me guiñó el ojo y salió de la habitación. Así, sin nada más por decir, me dejó solo con el corazón palpitando a mil por hora. 


 


-&-


 


Kyo


 


El camino a Nagano se me había hecho eterno, pero fue peor cuando subí el elevador que me llevaría al piso de Hiroto, agradecí infinitamente que Kaoru estuviera conmigo, solo tuvo que mostrar su placa para que nos dejaran pasar sin hacer mayor preámbulo tuviera que dar explicaciones. Ni bien las puertas se abrieron me eché a correr por el pasillo, chocando de lleno con una chica en el camino, a quien tiré por la velocidad a la que iba. 


 


—Meredith —dije sin aliento, una chica bajita de cabello corto me miraba con cara de pocos amigos. La maquillista de Hiroto de origen europeo—, ¿dónde está Hiroto? 


 


—Kyo, ¿qué demonios? —La chica se puso en pie, me conocía a la perfección puesto que no nos separábamos nunca del otro. 


 


—¿Dónde está Hiroto? —repetí con urgencia. 


 


—En su habitación —dijo sin entender señalando una de las últimas puertas del pasillo. Fue entonces que el sonido de varias sirenas comenzó a llenar el lugar, alguien había llamado a la policía, seguramente el mismo cantante. 


 


—Carajo —dije emprendiendo de nuevo mi camino, dejé a Kaoru atrás quien me seguía de cerca junto a Meredith. 


 


Toqué a la puerta con desesperación, temiendo que hubiera llegado demasiado tarde, incluso si había logrado reducir el tiempo de llegada desde Tokio, habían sido casi tres horas. No había bajado la velocidad en ningún momento y de nueva cuenta, gracias a Kaoru me había evitado las multas de tránsito o ser perseguido por la policía. 


 


Seguí tocando insistentemente dispuesto a derribar la puerta cuando esta se abrió con fuerza, Hiroto me miró con seriedad, casi enfado. Lo tomé de los hombros sin dejar que dijera algo; me metí a su habitación buscando al maldito que lo había secuestrado para empezar, no había nadie. Las sirenas seguían sonando, no tardarían en subir a la habitación. 


 


Hiroto miró a los otros dos y les hizo señas para dejarnos solos, cerró la puerta detrás de él cruzándose de brazos. Quería abrazarlo, llenarlo de besos, me sentía aliviado de que estuviera bien, pero no entendía qué estaba pasando, por lo que me quedé en mi lugar. 


 


—¿Qué haces aquí? —Preguntó en un tono más frío del que hubiera esperado. 


 


—¿Cómo que, qué? Estabas en problemas, le dijiste a Saga. 


 


Asintió—. También le dije que no te dijera, ¿tenías que venir corriendo? —Para ese punto su tono ya enojado me estaba desconcertando más que la situación. 


 


—Yo iría al fin del mundo por ti —le contesté con honestidad. 


 


Hiroto giró los ojos con fastidio—. Por favor —descruzó los brazos y caminó hacia la comoda de la habitación de donde tomó un celular—, hasta que nos maten por estarle jugando a los heroes vamos a entender —dijo—. No te pedí que vinieras y quisiera que mínimo en tu infierno mental, te dieras cuenta el riesgo en el que te pusiste por una estupidez —las sirenas sonaban muy cerca—, si no te diste cuenta puedo manejarlo —señaló a la nada hablando de las patrullas. 


 


—Hiroto, yo...


 


—¿Qué? —Casi gritó, parecía verdaderamente molesto—. Estoy harto de que me trates como ato hermanito, ¿sabes? —lo miré sin entender a qué se refería, la palabra hermanito resonando en mi cabeza—. Hemos sido amigos, ¿cuántos años? ¿Ocho? ¿Y nunca se te ha pasado por la cabeza que no soy el reemplazo de Ruki? 


 


—¿Cómo se te ocurre que…


 


—Por años lo he aguantado, en serio, era interesante actuar así. Soy hijo único, era increíble poder contar con un hermano mayor que me cuidara, pero esto está llegando a un limite —bufó—. Parece que no puedo hacer nada sin que te metas en mis asuntos. 


 


Negué sin poder creer lo que escuchaba—. No hablas en serio —me falló un poco la voz. 


 


Hiroto volvió a girar los ojos, parecía realmente harto de tener que explicar lo que estaba diciendo—. Kyo, llegaste de Tokio a Nagano en menos de tres horas, ¿qué te dice eso? Te estás entrometiendo de más, en mi vida, en mis cosas. Y, ¿para qué? Ahora, la mitad de mi staff no solo debe estar hablando con la policia, también ban a tener que explicar tu presencia aquí. Mi manager me advirtió que ibas a ser una carga y yo le dije que no, que te comportarías —negó—. Ya no puedo, tengo que pensar en mi carrera. No en cuidar amigos emocionalmente dependientes. 


 


Fue como si el mundo se rompiera en pedazos, verlo ahi parado mirándome como si fuera un bicho raro. Estaba cansado, harto, alzaba la ceja mientras cada uno de mis sentimientos se hacía mierda dentro de mi. 


 


—Eres lo mas importante que tengo —dije casi sin voz. 


 


—Exacto y está mal —dijo él tranquilamente—, somos amigos, por Dios. Esto ya llegó muy lejos, pensé que si nos acostábamos dejarías de verme como un niño para proteger y podríamos evolucionar como amigos, pero no funcionó —dijo desconcertado—. Me preocupas, en serio no quisiera que te fueras con Toshiya, pero no puedo estarme preocupando por ti cuando tengo concierto que hacer, entrevistas a las que asistir. Me rehusaba a pensar que sería esa clase de artista que se olvidaría de sus amigos al alcanzar fama, pero te has vuelto insoportable —se pasó la mano por el cabello—. Ya no puedo llevarte a cuestas, Kyo. 


 


Cada una de las palabras que utilizaba eran como clavos que servían para sellar el ataud en el que me estaba encerrando. Hiroto me conocía mas que nadie en este mundo y sabía que palabras decir para que entendiera lo que me estaba diciendo, sabía perfectamente el daño que me haría lo que estaba diciendo y lo había hecho deliberadamente. Lo había acorralado a tal punto que fue su única salida. 


 


—No hagas esto —le dije sintiendo un nudo en la garganta que me impedía hablar con propiedad, nadie me había escuchado hablar así, solo él. Solo él me había visto en mis peores condiciones y siempre había creído que caminaría a mi lado ante la peor de las tormentas, sin embargo él negaba, sin un ápice de tristeza en su rostro, solo lástima. Hiroto me miraba con lástima y aquello dolía peor que cien cuchillas en mi cuerpo. 


 


—Lo siento, Kyo —se alejó lentamente hasta la puerta, en el momento en el que su manager la abría con preocupación, detrás de él había dos oficiales de policía.


 


—¿Estás bien? —Preguntó su manager con los ojos muy abiertos. 


 


—Necesito que me saquen de aquí —dijo Hiroto con rapidez—, por favor no me busques. No seas patético —advirtió mostrando la misma expresión de lástima. 


 


Salió escoltado de los policías y varias personas de su staff, en ese momento me di cuenta que jamás podría volver a acercarme a él. Había sobrepasado todos los limites y había sido yo mismo quien había terminado de trazar la linea tan inmensa que nos dividía, él era una estrella al que todos terminarían por adorar, yo era desperdicio humano. 


 


Me costó trabajo no tambalearme, sentí la garganta seca y de pronto, tenía mucho frío como si la ultima calidez que le quedaba a mi alma se hubiera marchado con él. Kaoru se acercó a mi, pero no pude registrarlo, las palabras de Hiroto resonaban en mis oídos en un eco incesante. Logré sacar mi cartera para tenderle mi tarjeta de crédito a mi amigo, quien seguro pensaba que me había vuelto loco. 


 


—Escucha —le di la tarjeta—, toma el primer vuelo a Tokio. No puedo regresar contigo —dije apenas conteniendo el nudo en mi garganta. 


 


—¿De qué hablas? —Preguntó Kaoru deteniendo por el pecho, quería salir de ahí. 


 


—No puedo regresar —fue todo lo que alcancé a decir. 


 


—¿A dónde vas? —Preguntó alarmado. 


 


—No lo sé, no me busquen por ahora. Toma mi tarjeta, dile a los demás que estaré bien. 


 


Salí disparado de la habitación sin un rumbo fijo, solo necesitaba escapar de la realidad, de mi mismo y de Hiroto. 


 


 


-&-


 


Uruha


 


No había pensado que todo terminaría así de mal. Me había quedado solo con Tora y Saga en la camioneta donde escucharíamos todo lo que Shou tenía que hablar con Miku; al principio así había sido hasta que Saga comenzó a soltar indirectas que no alcancé a entender muy bien, pero estaba seguro estaban dirigidas a Tora. 


 


—Si tanto te molesta, ¿por qué no me mandas al diablo y ya? —Preguntó Tora molesto—. Se te da muy bien. 


 


Saga lo miró con ojos de muerte—. Eso sería mejor que andar besando gente sin consentimiento, estoy de acuerdo —contestó. 


 


Tora giró los ojos—. No creo que para Kaoru haya problema —trató de escuchar lo que decían adentro pero se había quitado el audífono para encarar al pintor. 


 


—No sé qué te molesta más, que Kaoru sea mas hombre que tu o que simplemente le haya hecho caso. 


 


—De acuerdo —me levanté sabiendo que era la señal para dejarlos solos, lo que sea que se traían esos dos no quería quedarme en medio. Tal vez si les daba su espacio terminarían por declararse su amor y dejar de ponerme incomodo—, saldré a fumar —dije como excusa y sin dejar que contestaran, salí del vehículo. 


 


Hacía frío, no tenía puesto ningún abrigo, pero era mejor que estar adentro con el par de necios. Saqué mi cajetilla, dejando el cigarro en mi boca por un segundo para encontrar el encendedor, miré a mi alrededor para verificar que el humo no fuera a molestar a nadie o tendría que caminar hacia alguna area para fumadores, pero no había nadie. Seguí revolviendo mis bolsillos cuando escuché las pisadas, mis sentidos se encendieron sabiendo que el peligro se aproximaba. 


 


Eran cuatro y podía contra ellos, sabía que venían directo hacia mi; después de todo la amenaza de Toshiya había sido real. No habían escatimado en atacar a Yuu, tampoco dudarían conmigo. Debo aceptar que me confié, habían dicho que el mafioso me había pedido intacto, no pensé que su desesperación llevaría a uno de ellos a sacar una navaja, agradecí que no fuera un arma de fuego, no sería tan rápido para poder esquivar las balas. 


 


Al parecer tampoco lo fui para evitar que el tipo, lograra clavarme la navaja por detrás; sentí el ardor de la cuchilla entrar en mi piel como si se tratara de mantequilla, mi visión se nubló por un instante, pero resolví que tendría que pelear con dolor y nada más. Podía con eso, sin embargo mi respiración se hacía mas lenta, haciendo casi imposible que pudiera enfocarme tanto en sus movimientos como en los suyos. 


 


La adrenalina me proporcionaba la fuerza necesaria para defenderme, pero no lo suficiente para evitar los golpes, volví a sentir el cuchillo entrar en mi costado, a meros centímetros del primer ataque. Fue cuando trastabillé para atrás y uno de ellos aprovechó para aventarme contra la pared del burdel; cada una de mis vertebras tronó con el impacto, recuerdo pensar cuánto me dolería a la mañana siguiente, aún así, me levanté. 


 


El shock eléctrico terminó por reducirme, mi respiración era trabajosa, me costaba un esfuerzo descomunal poder enfocar, lo último que recuerdo fue sentir los brazos de Shou. Agradecí infinitamente que estuviera ahí, necesitaba aferrarme a algo para no dejarme vencer y aunque todo era negro, escuchaba la voz de Shou hablarme, una y otra vez. Fue eso lo que me mantuvo a flote, antes de perder el conocimiento en la ambulancia, aunque entre nubes y niebla estaba seguro que podía escuchar su voz. 


 


Tuve un sueño raro, en él estaba Shou sentando en un jardín y sonreía, como no recordaba haberlo visto jamás, sonreía mientras veía a Sakito. Recuerdo haber sentido una calidez en el pecho, feliz de verlo feliz. 


 


—Si te vas, esto no podrá ser —me dijo la voz de Yuu al oído, no había notado su presencia—. No te vayas, Kouyou —suspiró. 


 


Hubo más niebla, hasta que por fin logré abrir los ojos ligeramente. Un montón de personas se movían a mi alrededor, había una enorme luz que me cegaba sobre mi. 


 


—No me dejes, no sabría qué hacer —dijo la voz de Shou. 


 


—No me dejes, Kouyou —esta vez fue Yuu. 


 


Traté de hablar pero había algo en mi garganta y todo fue oscuridad. 


 


Fue una extraña melodía la que hizo que despertara, alguien estaba tarareando a mi lado, lo cual se me hizo totalmente fuera de lugar. Yo mismo me sentía fuera de lugar, pensé que sentiría ardor o dolor en todo mi cuerpo pero no fue así, estaba mas dormido que despierto y realmente no podía abrir los ojos, lo que sea que estuviera en mi garganta, seguía ahí por lo que no podía decir un palabra. No podía moverme, pero la persona que tarareaba, no se callaba. 


 


—Si lo piensas, el chico es realmente hermoso —dijo una voz que no reconocí. 


 


—Lo es, pero eso es precisamente lo que no soporto —contestó la voz que canturreaba—. Además, pensé que te gustaba Sakito —se burló. 


 


—Una de las mejores cogidas de mi vida, te lo digo. Hubiera sido mejor que no estuviera llorando. 


 


Escuché que movían varias cosas, pero no podía abrir los ojos por mas que lo intentara. Traté de moverme pero fue inútil, los analgésicos debían mantenerme en un estado de somnolencia y por alguna razón estaba consciente de todo lo que pasaba a mi alrededor. Mi mente buscaba con desesperación al dueño de esa voz, estaba casi seguro que la conocía, al menos a una de las voces. Quise moverme aún más cuando la voz desconocida, comenzó a alardear de algo horrible que le había hecho a Sakito, entonces conecté los puntos, como mi amigo había dicho algo de las escaleras, los golpes, la voz alardeando.


 


“Byou” quise decir pero ni un sonido salió de mi boca. 


 


—Aunque Sakito fue delicioso, este chico también lo es —dijo la voz de Byou. 


 


—Este chico fue el causante de al menos tres muertes. Yo lo pensaría si fuera tu, no querrás que la ira de Shiroyama caiga sobre ti —se burló. 


 


—¿Por eso tenías que hacerlo tu mismo? —Preguntó Byou. 


 


—Die no hubiera querido algo diferente —contestó la otra voz, mi mente comenzó a atar más cabos y entonces, algo hizo clic—. ¿Verdad, Kouyou? ¿Te acuerdas de Die y esas cosas que te gustaba que te hiciera? —Se burló—. No te preocupes, pronto lo verás de nuevo. Solo tengo que inyectarte esto y listo, no sabrás qué pasó. Sólo quedará escuchar a Shiroyama rogar por la muerte. 


 


Hubo unos golpes en algo que parecía vidrio, no me fue difícil entender lo que estaba a punto de pasar. Toshiya había logrado entrar a la habitación del hospital donde me encontraba, y ahora iba a terminar de matarme. 

Notas finales:

lalallalaa


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