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2Fast, 2Beautiful por urumelii

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Notas del capitulo:

costó trabajo, pero aquí está. YA SE VA A ACABAR

Aoi


 


—¡Tu no me puedes hacer esto! —Gritó mi madre, podría jurar que los ojos se le iban a salir del coraje. 


 


Traté de no mostrar ninguna expresión en la cara, Sakito estaba frente a mi con una mueca en el rostro. Había decidido acompañarme a la ultima lectura del testamento, donde tenía que demostrar que yo era un Shiroyama para que me dieran la famosa herencia. Simplemente lo había hecho por educación, mi padre se había aparecido en el hospital en plena madrugada para donarle sangre a Kouyou, con lo que quedaba mas que confirmado quien era su hijo y quien no. Quería informarle a mi madre que su jueguito se había terminado, obviamente no lo había tomado de la mejor manera. 


 


—Te voy a hundir, Yuu. Tus fraudes, tu enfermedad, no puede ser legal, voy a hacer que te arrepientas de hacerme esto —dijo la señora casi gritando. Estuve conteniéndome, no podía creer que ni siquiera hubiera preguntado por el estado de salud de su propio hijo. 


 


Sakito me había dicho que no dijera una palabra de más, así que mi amigo era quien se había adelantado ante el griterio.


 


—Mire señora, —se apretó el puente de la nariz— entiendo que esté enojada, se le acabó el cuento y todo eso que la verdad no me interesa. Solo quisiera decirle, que no hay manera legal de proceder en contra de Yuu, sin que primero yo arme un caso en contra de usted. Ningún abogado en su sano juicio tomaría un caso que ya está perdido. Podría yo incluso demandarla por negligencia, dos hijos que huyeron de casa y fingieron su muerte, ¿dónde estaban sus padres? —Fingió escandalizarse, mientras mi madre perdía todos los colores de la cara—. Y si tan solo, por mero berrinche se le quiere acercar a Yuu o a Kouyou, la voy a demandar por acoso —amenazó—, si usted cree que no voy en serio, a cualquier abogado que se le acerque, dígale que irán en contra de Takahiro Sakaguchi. Buena suerte —hizo un ademán con la mano para despedirse y se dio la vuelta. 


 


Sonreí ligeramente, siguiendo al otro a la salida. Sakito aún estaba vestido con mas de una capa de ropa, traía puesta una bufanda que apenas alcanzaba a cubrir las diversas marcas que Byou le había dejado. Sin mencionar el golpe en la cara. Aún así no había dicho una palabra al respecto, desde que llegamos al despacho se había colocado una máscara de insolencia y había actuado como una estrella ante mi madre. Ahora que íbamos rumbo a la salida, noté como sus hombros se tensaban cada vez que alguien desconocido cruzaba por nuestro camino.


 


—No tienes que cargar con esto solo, ¿sabes? —Le dije finalmente cuando salimos al estacionamiento del despacho.


 


Sakito bufó caminando directo a su auto, lo seguí sin querer dejar el asunto. Sabía que iba a negarlo, pero no podía dejarlo así o terminaría por destruirlo. 


 


—Ya lo hiciste por mucho tiempo —insistí. 


 


—¿Qué sabes tu de eso? —Preguntó a la defensiva. 


 


Fue mi turno de bufar. 


 


—¿Crees que no lo sé? ¿Cuántas veces llegaste a casa solo para levantarlo del piso? O que ya estabas tan cansado que solo lo giraste para que no se ahogara —Sakito abrió mucho los ojos cuando le dije aquello, seguramente pensaba que había hablado con Shou, pero no, era que yo había pasado por lo mismo—. ¿Cuántas veces te prometiste que al despertar tratarías de ser mejor para él? Que le pondrías mas atención y tal vez ese día no tomaría tanto. ¿Cuántas veces no llegó a casa y temiste que estuviera muerto en algún lado? Te repetiste mil y un veces que era una etapa, que iba a pasar y que no necesitaban ayuda. Incluso cuando las peleas se convertían en gritos y golpes —continué—. Sakito, creo que dejarlo fue lo mejor que pudiste hacer. Yo no me atreví a hacerlo y casi se mata. 


 


Llegamos a su Camaro, pero no entró; se quedó mirando el vidrio de la ventana del copiloto mientras se mordía el labio con fuerza. Le dio un ligero puñetazo y me miró parpadeando varias veces. 


 


—Todo terminó bien, ¿no? Supiste manejarlo, yo no —trató de sonreír pero sus labios solo lograron torcerse. 


 


—Por supuesto que no supe manejarlo, tuve ayuda. Por eso te digo, no tienes que cargar con esto solo. Lo hayas dejado o no; las heridas están ahí; lo que te hizo Byou está ahí —me atreví a decir. 


 


—Maldito Nao —siguió mirando al vidrio—, sabía que no podía confiar en él. 


 


—No me lo dijo Nao, es obvio —giré los ojos—. Crees que si lo mantienes oculto, le estás haciendo un bien, pero no es cierto. Shou no merece que lo protejas, necesita entender que todo lo que ha hecho tiene consecuencias, que si bien, no fue su culpa ni tuya, lo que hizo Byou. No fuiste con él, ¿cierto? Prefieres tragarte todo lo que sientes para no herirlo y eso no se lo ha ganado. 


 


Sakito me miró con odio que sabía que no estaba dirigido a mi realmente—. ¿Crees que no se lo dije para protegerlo? —trató de reír, aunque falló no desistió de mostrarse insolente—. No lo dije porque no quiero que me vean justo como me ves ahora, con lástima. No quiero que pregunten por qué no me defendí, por qué dejé que me tocara, no quiero tener que dar explicaciones de mi estupidez…


 


Lo tomé de los hombros aunque se resistió bastante—. Sakito, no es tu culpa. Tu no hiciste nada malo —perdí la cuenta de las veces que le había dicho aquello a Kouyou.


 


—¿Por qué siento que si hubiera sido un poco más fuerte estaríamos bien? —no era una pregunta de la que necesitara respuesta, solo me miró y caminó hacia la puerta del piloto—. Te veo en el hospital. 


 


Prendió el auto y se alejó. Me quedé estático varios minutos contemplando lo que había pasado en esos días, lo rápido que había cambiado mi vida de nuevo, como si realmente la tranquilidad nunca hubiese llegado y solo hubiera sido un sueño. Parecía como si hubiera sido ayer que Kouyou y yo habíamos huido, que lo había visto drogarse hasta el cansancio. Que habíamos estado en el hospital o habíamos asistido a reuniones de ayuda, que se había graduado de la universidad o incluso que hubiéramos regresado a Tokio. Todo parecía tan efímero de pronto, aunque el doctor me había dicho que Kouyou se recuperaría, había una sensación en el pecho que no me dejaba en paz, como si apenas lo peor estuviera a punto de comenzar. 


 


Di media vuelta para caminar a mi auto, cuando me encontré a Kazuki de frente. No tenía idea de cuanto tiempo llevaba ahí, sin embargo lucía bastante ansioso. Caminé apresuradamente hacia donde se encontraba, recargado en un sedan de color plateado que estaba seguro no era de él, solo lo había utilizado para recargarse mientras yo hablaba con Sakito. 


 


—¿Ahora me estás espiando? —Traté de sonar relajado pero el semblante del otro no cambió.


 


—Aoi, escúchame  —dijo apresuradamente, las palabras quedaron en el aire cuando escuché sonido de lo que pareció ser un disparo. 


 


Me di vuelta temiendo lo peor, mis sospechas se confirmaron en el momento en el que vi a cinco matones caminar hacia mi, con enormes armas en las manos. 


 


—¡Corre! —Le grité a Kazuki sin pensar mientras yo hacia lo mismo, el menor detrás de mi a buen paso. 


 


—¿Qué demonios? —dijo entrecortadamente mientras nos metíamos por un callejón—. ¿Los conoces? 


 


—Le pusieron precio a mi cabeza —expliqué, saltamos una enorme cerca. Los disparos se escuchaban muy cerca de nosotros, no me atreví a mirar atrás. 


 


Corrimos calle abajo entrando por un jardín ajeno, dos de los cinco matones muy cerca de nosotros. Saltamos una de las rejas en una casa que parecía estar en venta, le di una patada a la puerta de la casa y esta cedió permitiéndonos el paso. Encontré una pequeña mesa que aventé a la puerta para impedir el andar de los otros o por lo menos retrasarlos. Kazuki abrió la puerta del jardín de atrás corriendo directo a la reja que la separaba de la otra casa; mis piernas dolían del esfuerzo pero no me podía dar el lujo de detenerme o podría ser fatal. 


 


Mi brazo se dobló de una forma extraña al pasar al otro jardín, no lo suficiente para romperse pero el dolor me punzó con fuerza. Mis piernas cayeron sobre una pequeña alberca inflable, me mojé los tenis y los pantalones hasta las rodillas, seguí corriendo. Logramos salir a la calle nuevamente, Kazuki se mantenía cerca de mi. Escuché otro disparo, no tardarían en hablarle a la policía por el escándalo, que para mi sería lo mejor pero podría tardar bastante y mientras terminar muerto en el proceso. 


 


—En la esquina hay un café, cruzando al calle —dijo Kazuki sin detenerse. 


 


—Policías —alcancé a ver una patrulla estacionada fuera del café que había mencionado—, rápido. 


 


Aceleramos el paso, justo al cruzar la calle un auto se detuvo con fuerza antes de atropellarnos. Identifiqué a los otros tres matones que nos habían perseguido, me atreví a sonreírles; no podían hacer nada mientras hubiera una patrulla ahí y no sólo eso, noté que había un cable cerca que terminaría por salvarnos. Entramos al café casi con parsimonia, tratando de lucir lo más tranquilo posible. 


 


—Que locura —dijo Kazuki pasando la mano por su cabello. 


 


—Escucha —le expliqué mi idea, alzó la ceja primero sin creerme pero asintió de todas formas. 


 


No era la gran cosa, el cable que estaba afuera era de un alambre especial utilizado por diversas grúas para remolcar autos, lo único que Kazuki debía hacer era anclar el cable a la defensa del auto de los matones por la parte de atrás y la parte de adelante de la patrulla. Lo cual fue suficiente para que ambos autos se arrastraran por la fuerza, la policía se asomó y descubrió las bonitas armas con las que nos habían amenazado. 


 


—Wow —terminó por decir el menor mientras le tendía un poco de café—, eso fue muy astuto. 


 


—Tiendo a ser así, por cierto gracias por ayudarme. Hubiera sido más complicado yo solo, caíste del cielo. 


 


Aquello pareció recordarle algo al otro—. Aoi, escucha. Vine a buscarte porque hablé con Byou —dijo con premura—. Se ha estado juntando mucho con Toshiya últimamente y me dijo que lo acompañaría al hospital donde está tu hermano —se me cayó el alma a los pies, no podía creer lo que estaba diciendo—. No estoy seguro que van a hacer, pero no va a ser nada bueno. Byou ha cambiado mucho y temo lo peor…


 


Nos habíamos separado mucho de los autos durante la huída de los matones, no supe cómo hice para mantenerme a flote mientras llamaba a un taxi. Tampoco sé cómo fui capaz de no arrebatarle el volante al conductor para hacerlo yo más rápido, no tuve la cabeza para reaccionar y hablarle a alguien para encontrarlo en el hospital, o tal vez asegurarme que ya había alguien ahí, no hice nada. Sólo tenía en la cabeza que tenía que llegar antes de que Toshiya lo hiciera. 


 


Corrí más rápido de lo que lo había hecho cuando supe del ataque que lo había mandado ahí en primer lugar, corrí más rápido que cuando estaba huyendo de los matones, más rápido de lo que jamás lo había hecho. 


 


Doblé la esquina del pasillo donde estaba la habitación de Kouyou y me detuve abruptamente cuando vi a Byou salir con una extraña sonrisa en el rostro. Por un momento pensé que se dirigía hacia mi, pero se marchó por el lado contrario, recé con todas mis fuerzas por no haber llegado tarde. De nuevo, sin pensar en algo más, abrí la puerta de la habitación con brusquedad, ahí estaba Toshiya, sonrió ampliamente al mirarme. 


 


—Muy tarde Shiroyama —dijo sonriendo. El monitor al cual se encontraba conectado mi novio, comenzó a parpadear, anunciando que había un problema. Toshiya jaló el cable y este se desconectó, de esa forma nadie se daría cuenta que Kouyou estaba en peligro. 


 


Hubo una cosa que hice antes de lanzarme contra él, con mis instintos despiertos, alcancé a tocar el timbre de emergencia de la habitación. Y después, alcé el puño sin previo aviso; Toshiya no alcanzó a reaccionar al ataque, cayó directo al piso. 


 


—Eso, es por mandarme matar —le solté una patada en el estómago que incluso lo levantó del piso por unos segundos—. Eso es por Kyo —lo agarré de los hombros y lo levanté con todas mis fuerzas, sin pensarlo lo arrojé contra la ventana que atravesó con un estruendo tal que todo el hospital debió escucharlo—, y eso es por tratar de matar a la persona que mas amo —los doctores y enfermeras entraron al mismo tiempo que yo alcancé a saltar por el hueco que había dejado la ventana. 


 


Toshiya no había podido levantarse del impacto, tampoco lo dejé pues de inmediato le di un pistón en la espalda. Ya no me importaba nada, solo quería que pagara, que todo terminara y eso solo pasaría cuando estuviera muerto, tanto él como Mana; si lo tenía que hacer yo, lo haría. 


 


—Maldito Shiroyama, voy a hacer que te retuerzas —la segunda amenaza del día, que lindo. El mafioso se removió sacando un arma del pantalón, antes de que lograra hacerlo, le solté otra patada en la barbilla que hizo que se girara. Sin embargo, fue lo bastante hábil para levantar la mano y apretar el gatillo, no alcancé a moverme pero afortunadamente mis golpes habían surtido efecto pues su puntería fue un asco—. No tienes idea de cuanto te detesto. 


 


—Claro que la tengo, debe ser solo el diez por ciento de lo que yo te odio a ti —alcancé a tomar el arma justo en el momento en el que la seguridad del hospital llegaba a donde estábamos, seguidos de Tora y Kaoru quienes parecían haber visto un fantasma. 


 


—¿Estás bien? —Preguntó Tora una vez que la seguridad logró llevarse a Toshiya. 


 


Fue en ese momento que noté que mi camisa estaba llena de vidrios de la ventana que había roto, mis brazos llenos de cortadas  y seguramente mi cara debía estar igual pues sentía un ligero ardor. 


 


—¿Qué va a pasar con él? —Dije respirando con dificultad. 


 


—Lo encontraste en un intento de homicidio, es solo el comienzo para los largos cargos que va a enfrentar —explicó Tora—, nos acabas de dar la excusa perfecta para arrestarlo. 


 


Me giré en automático hacia la habitación de Kouyou, sin creer muy bien lo que acababa de pasar, rezando una vez más porque estuviera bien. Fue un doctor quien me aseguró que minutos más y no lo hubiera logrado, le habían administrado una dosis letal de morfina, fueron capaces de contrarrestar el efecto gracias a que había apretado ese maldito botón. Sentí que me iba a desmayar, pero me rehusé a ser atendido hasta no verlo, ni siquiera había abierto los ojos, probablemente no sabía nada de lo que acababa de pasar, ahí dormido y tan perfecto. 


 


Nunca habría tranquilidad en nuestras vidas, pero yo sabía que iba a estar bien, mientras Kouyou siguiera existiendo en el mundo. 


 


-&-


 


Sakito


 


El arresto de Toshiya fue la mejor noticia que recibimos ese día, sin embargo seguíamos sin poder avisarle a Kyo lo que había sucedido, no contestaba el celular. Aunque Nao y Saga trataban de localizar a Hiroto también su teléfono seguía mandando a buzón de voz; lo que fuera que hubiera pasado entre ambos debía haber sido un verdadero drama. 


 


La noticia no me había tranquilizado del todo, Aoi había visto a Byou en el hospital pero al momento del arresto no había ni un rastro de él, seguía libre y probablemente seguiría hasta el sábado que hiciéramos el dichoso atraco de autos llenos de droga. Solo pensar en Byou me causaba escalofríos, quería pensar que estaba bien, pero no me sentía ni remotamente calmado; lo que había sucedido se repetía una y otra vez en mi cabeza de tal manera que pensaba que en cualquier momento me iba a derrumbar. 


 


Las palabras de Aoi, no habían ayudado, toda la situación con Shou me estaba matando de maneras que jamás me había imaginado. No había podido conciliar el sueño, no había podido comer un solo bocado sin terminar devolviéndolo todo en el baño; lo único que había en mi sistema eran tres latas de bebida energetizante y humo de cigarro; solo de pensar en comida me hacía sentir pésimo. No quería creer que hablar con Shou pudiera ayudarme, pero ahí estaba, en medio de autos de lujo tratando de encontrarlo antes de que comenzara la carrera. 


 


Pensé que por fin competir me traería algo de paz, tampoco sucedió. Dado que el drift tenía que hacerse en turnos, tenía tiempo suficiente para tratar de encontrar a Shou antes que tuviera que subirme al auto del todo, no me sentía capaz siquiera de ganar la carrera. Agradecía que no fuera un requisito ganarla, estábamos ahí por el estúpido plan de Reita para hacer que Kai volviera, pero no parecía estar ahí. Lo cual volvía todo más complicada, justo lo que necesitábamos. 


 


Sin lograr encontrar a Shou, me alejé lo más posible de las personas, simplemente estar cerca de alguien hacía que mi pecho doliera y me faltara el aire. Estaba lo suficientemente alejado para escuchar cuando empezara la carrera y no tener que hablar con nadie, fue cuando vi el mustang de Shou llegar. Lo habíamos comprado apenas tuve el dinero suficiente para hacerlo, creyendo que de alguna forma inútil le ayudaría a sentirse mejor, pero nunca lo había conducido por más de 40 kilómetros. 


 


Lo vi acercarse al lugar, pero había algo inusual en la forma que se movía, no parecía tener control del auto en lo absoluto y creanme si alguien conocía a la perfección la manera en la que manejaba Shou, era yo. Lo estaciono torpemente y salió del auto balanceándose, confirmando mis peores sospechas, estaba ebrio. Me acerqué rápidamente antes de que alguien más lo notara, se había recargado en el auto tratando de encontrar la fuerza para aparentar su estado. 


 


—¿Te volviste loco? —Le dije de inmediato tomando su brazo con fuerza. 


 


Por su mirada, me di cuenta que le costó trabajo reconocerme, estaba muy alcoholizado, sonrió al darse cuenta quien era. 


 


—¿Te importa? —Preguntó arrastrando las palabras. 


 


—Tienes una carrera y estás ebrio —dije más preocupado que molesto. 


 


—¿Cuál es el problema? —Trató de zafarse de mi agarre pero su estado no se lo permitió—. Será mejor así, si me mato ahí será lo mejor que les podría pasar. 


 


Lo miré sin poder entenderlo del todo, a eso se había reducido, la persona que más amaba en el mundo, el chico que por tantos años había pensado era mi alma gemela. Pensé en lo que había dicho Aoi, el vórtice de autodestrucción en el que se encontraba y que podía arrastrarme con él sin siquiera pensarlo. ¿Por qué no había podido salvarlo? ¿Por qué no era suficiente? 


 


—No te voy a dejar manejar así —insistí. 


 


—Claro que lo vas a hacer, tu y yo no somos nada Takahiro. No te importa —sus palabras salieron con tanto coraje que perforaron mi pecho, con más dolor del que incluso había sentido en las manos de Byou. 


 


Y había dolido tanto que mi ira explotó. Así era ahora, yo lo había dejado y había perdido el derecho de ayudarlo, aunque realmente nunca lo había ayudado del todo; no importaba si éramos pareja o no. Yo le había dejado de importar a Shou hacía mucho tiempo. 


 


—Bien —dije sumamente enojado—, quieres matarte adelante. 


 


No quería decirlo, solo estaba muy enojado. Yo y mi bocota, sin embargo su expresión no cambió, tal vez ni siquiera había registrado lo que había dicho. Aquello hizo que me enojara más, lo solté dandole la espalda, sintiendo cuchillas en todo el cuerpo a medida que me alejaba. Era como si todo mi ser estuviera peleando contra mi mente para no dejarlo ahí, mi orgullo pudo más en esa ocasión, casi salí corriendo. 


 


No vi a nadie más, no podía correr, no iba a subirme al auto sabiendo que todo aquello solo llevaría al desastre, no podía ver como Shou corría peligro si los demás no se daban cuenta de lo que estaba pasando. Sin embargo, no estaban todo, Aoi se había quedado en el hospital; Reita estaba encofrado en encontrar a Kai junto con Tora y Kaoru. Saga y Nao hablaban entre ellos, mientras Ruki estaba con Aoi en el hospital. 


 


Estaba solo. Estábamos solos. 


 


Me decidí a sacarlo del auto así fuera a rastras, después de debatirlo por mucho tiempo. Sin embargo como esto era una terrible película de terror que no parecía tener fin, en el momento en el que traté de regresar, el mustang ya no estaba, sentí palidecer cuando escuché como anunciaban el turno de Shou por las bocinas. 


 


En aquella ocasión, el drift se haría en un túnel de un estacionamiento que tenía varias curvas para cambiar de pisos, se tenían que bajar los ocho pisos del lugar en el menor tiempo posible utilizando solo el drift, era una de las carreras más complicadas en las que había participado y que estaba seguro, no serían un problema para Shou si no estuviera en ese estado. Si algo salía mal podía hasta salir volando de uno de los pisos al no dar una curva de forma apropiada. 


 


Quise correr y detener todo, pero un brazo cruzó sobre mi pecho impidiendo que pudiera moverme, me congelé ante el contacto, como si cuerpo supiera de inmediato quien era el dueño de ese brazo, la risa en mi oído me confirmó mis sospechas. Temblé de los pies a la cabeza, odiando sentirme tan débil, las escenas que había vivido apenas ese fin de semana volviendo a desplegarse en mi cabeza como una terrible pesadilla. 


 


—Dicen que tu novio es el mejor conductor de drift en Japón —la voz de Byou susurró en mi oído. 


 


El nudo en mi garganta me impidió contestar, fijé la vista en las curvas del estacionamiento, el mustang de color rojo ya se encontraba en el ultimo piso. Estaba seguro que si ponía especial atención podría escuchar el rechinado de las llantas y el rugido del motor, notar los patrones inestables del estado en el que se encontraba Shou, quería concentrarme mas en eso que la respiración de Byou en mi cuello. 


 


—Sería lamentable que no saliera vivo de esas curvas —se burló. 


 


Contuve el aliento, pensando cómo sabía que Shou estaba ebrio, que no sería capaz de terminar el circuito sin al menos tener un choque aparatoso. 


 


—Imagínate una explosión, pequeña, suficiente para desestabilizar el auto y sacarlo del camino, imagínate una caída de siete pisos —explicó como si fuera una maravilla—. Yo creo que no podría sobrevivir a eso, ¿no crees? Incluso si el chico alguna vez atravesó una pared de concreto a toda velocidad, nadie tiene la misma suerte dos veces, ¿o sí? 


 


Sentí su sonrisa. Cerré los ojos esperando a que continuara, mi estomago sintió un vacío preparándose para lo que seguía, sabía que esa advertencia no era en vano. Esperé la explosión, pero no sucedió. 


 


—Tu tienes el control, Sakito —dijo Byou luego de unos segundo que parecieron interminables. 


 


Abrí los ojos, sin poder responder. 


 


—Di que serás mi perra de nuevo y le perdonaré la vida a tu novio —volví a temblar ante su propuesta—. Verás que me dejaste con ganas de más —sentí su miembro despierto restregándose contra mi. 


 


Traté de contener las nauseas que aquello me provocaba, enfoqué mi vista de nuevo en el túnel, Shou acababa de bajar un piso y lo estaba haciendo realmente mal, el chirrido del metal contra el concreto solo significaba que había rallado el auto al hacer el drift calculando mal la distancia. En otro momento, hubiera pensado que incluso con la explosión Shou podría ser lo suficientemente hábil para poder mantener el control del auto, ebrio era un asunto totalmente diferente. 


 


—De prisa, Sakito —su lengua recorrió mi cuello—, dilo. 


 


—De acuerdo —solté sin pensar. 


 


—Di que serás mi perra o el novio se muere —se burló. 


 


Apreté los puños, conteniendo las lagrimas. Ese era el pago de toda la suerte con la que había corrido tantos años atrás, cuando me había atrevido a drogar a Gackt y a Mana; era el precio que tenía que pagar si quería que Shou tuviera otra oportunidad. Aún si no la mereciera, yo daría mi vida por darle una oportunidad, una y otra vez. Después de tanto, jamás había perdido mi fe en Shou. 


 


—Seré tu perra —dije contra todos mis deseos, sellando mi destino. 


 


—Buen chico —se removió girándose para que su brazo cruzara mi hombro, me obligó a girar dandole la espalda a lo que estaba sucediendo con Shou—. Vámonos, tenemos una noche espectacular esperándonos. 


 


-&-


 


Reita


 


No podía creerlo, Kai no había ido a la carrera, quería arrancarme el cabello de frustración. El plan original era llevarlo aun si no estuviera de acuerdo pero no estaba ahí, las posibilidades me estaban volviendo loco; había recorrido el lugar incontables veces y no había rastro de mi novio o ex novio, esperaba que fuera lo primero. SCREW estaba ahí, pero no podía acercarme tranquilamente a preguntar por él, aún si Aoi me había dicho que Kazuki le había ayudado. 


 


Por lo que podía notar, tanto él como Jin no estaban de acuerdo con lo que estaba sucediendo, lo cual significaba que al menos teníamos dos personas de nuestro lado. Manabu por el contrario, parecía ser el segundo al mando y aunque había tratado de hablar conmigo en diferentes ocasiones, me rehusaba a dejarlo acercarse. 


 


—Vamos a tener que cambiar de plan —dijo Tora. 


 


Lo miré con enfado, no era su culpa que Kai no se encontrara ahí, pero me molestaba que hiciera comentarios tan absurdos en un momento tan desesperante como aquel. La carrera había dado comienzo y me había resignado a ver a Shou y a Sakito correr; aunque quería largarme de ahí para seguir mi búsqueda aunque fuera por mi cuenta. Había algo que me estaba perdiendo, algo que no estaba viendo en la situación con Kai, pero mi mente no podía descifrar qué era, que nuestros problemas siguieran empeorando lo hacía más complicado; tenía que estar pensando en demasiadas cosas como para poder concentrarme en los hechos que podría estar pasando de largo. 


 


Me quedé mirando el Mustang rojo de Shou en la cima del túnel de pisos, había algo extraño en la forma que parecía estar conduciendo, casi inestable. Al escuchar el chirrido del auto contra el concreto, entendí lo que estaba sucediendo. 


 


—Está ebrio —dije sin poder creerlo, fue lo suficientemente alto para que los demás me prestaran atención de inmediato. 


 


—¿Qué? —Preguntó Tora sin entender del todo. 


 


—Shou, está malditamente ebrio —repetí. 


 


Nao se giró de inmediato a ver lo mal que estaba pasando la segunda curva, se dio cuenta de lo que hablaba. Para los demás podía ser mas complicado notarlo, sin embargo, el avance era cada vez peor, se notaba a leguas que algo pasaba. 


 


—Se va a matar —dijo Saga con espanto. 


 


Me mordí el labio pensando qué hacer, sabiendo que sería una locura, pero era una remota posibilidad. Me giré de inmediato hacía el Ferrari, me dolió un poco sabiendo que podría ser perdida total, pero prefería mil veces perder un auto que a mi hermano. Abrí el auto, Nao me jaló del brazo antes de que pudiera entrar. 


 


—¿No estás pensando lo creo, verdad? —Dijo con los ojos muy abiertos, se había dado cuenta de lo que iba a hacer, sabiendo que era una posibilidad. 


 


—No voy a dejar que se mate ahí arriba —me soltó sin poder argumentar. 


 


Saga nos miró sin entender, hasta que Kaoru le dijo algo al oído—. ¿Qué? Reita, no te atrevas, no hay manera de que… —sus palabras quedaron en el aire, no podía dudar en ese momento. 


 


Me subí al auto sin pensarlo mucho y arranqué, la gente alrededor se giró al escuchar el ruido del motor del Ferrari. Aceleré dirigiéndome al túnel, yendo un poco más rápido de lo debido; tenía que lograr interceptarlo antes de que fuera demasiado tarde. Iba haciendo cálculos en mi cabeza, si me pasaba de velocidad podría terminar por matarnos a ambos; tenía que hacerlo de tal forma, que mi Ferrari fuera capaz de detener el avance del Mustang sin sacarnos del camino. 


 


No había forma de saber a qué velocidad conducía Shou, sobretodo por su estado, sería más errático. Logré escuchar el motor justo sobre mi, lo cual significaba que nos encontraríamos en la siguiente curva, disminuí la velocidad y bajé vidrio para escuchar las revoluciones del auto del otro, al menos así podría darme una idea de su velocidad; esperaba que al verme reaccionara lo suficiente para lograr frenar. 


 


Cerré mis dedos alrededor del freno de mano preparándome para el impacto, el rechinado del Mustang y las luces me cegaron por un instante, pero en el momento en el que el auto chocó contra el mío, debido a su velocidad y a que estaba de bajada, se llevó a mi Ferrari por unos metros, hasta que subí el freno. Giré el volante a la derecha para provocar que ambos autos se estrellaran en la pared interna del túnel y no en la que daba hacia el vacío. Sentí un jalón en el cuello cuando ambos autos giraron, volviendo a chocar entre si, esta vez por mi lado derecho y su lado izquierdo. Había chispas en todos lados, la fuerza del impacto me había hecho que casi me saliera del asiento, sentí un dolor perforante en el costado debido al cinturón de seguridad. 


 


La parte trasera del Mustang alcanzó a romper la pared del vacío, el auto quedó ligeramente afuera, pero no lo suficiente para que el peso ganara. Cuando todo terminó me di cuenta que me costaba trabajo respirar, me dolían los brazos al haberme agarrado del volante, pero estaba vivo, los vidrios de las ventanas se habían roto. 


 


—¿Shou, estás bien? —Quise gritar pero me faltó el aire para poder hacerlo bien. Estaba bastante mareado, por lo que me costaba enfocar apropiadamente—. ¡Shou, contesta! —Logré gritar. 


 


Giré la cabeza, al principio pensé que estaba alucinando pero me di cuenta que tenía sentido lo que estaba viendo. Nao corría a toda velocidad hacia el lugar donde estábamos. 


 


—Estoy bien —le dije cuando se asomó por la ventana—, ayuda a Shou. 


 


—Carajo, Reita, carajo —dijo mirando encima de los autos, no había manera de pasar sin ayuda de los bomberos, ambos autos habían quedado atravesados en el camino—. Ponle esto en el cuello —escuché que le dijo a alguien pero no alcancé a ver a quien. 


 


De pronto, vi a Nao subiéndose al cofre del Ferrari para llegar hasta a Shou, no me pude girar porque alguien me estaba colocando un collarín. 


 


—Eso fue estúpido, espectacular, pero estúpido —dijo Tora enderezando mi cabeza para colocarlo de forma apropiada. 


 


—¿Llamaron a alguien? —Pregunté sintiéndome cada vez mas mareado. 


 


—No tardan en llegar, vas a tener una tonelada de papeleo —me explicó. 


 


—No me arrepiento —dije sintiendo mucho sueño. 


 


—¡NO TE ATREVAS A MORIRTE TAKAMASA KOHARA! —Escuché la voz de Nao, traté de ver qué era lo que pasaba pero el sueño me ganó en ese momento, me desconecté. 


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