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2Fast, 2Beautiful por urumelii

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Notas del capitulo:

No les pasa que tienen un personaje favorito y lo vuelven un maldito?? XD

acaba de pasar, en fin me gustó me fascinó este capitulo espero que a ustedes también 

 

:D 

 

 


Kai


 


 


El café de la oficina es tan malo que deberían dejar de llamarlo café, no es justo engañar a los empleados de esta forma. Pero la mañana no parece empezar sin esa preciada taza en la oficina y otras dos antes de salir de casa, también debería ser considerado crimen tener que levantarse tan temprano. Sobretodo en el noticiero en el que trabajo, debemos llegar a las cinco de la mañana para tener todo preparado para el programa de las seis. Suena importante, pero no lo es, al menos no mi trabajo; solo me encargo de buscar notas, ponerlas en orden y darles la importancia para que el conductor pueda leerlas. 


 


Hasta ahí mi carrera de periodista. 


 


La mayoría de las noticias son las del noticiario nocturno, entonces no hay tanto que hacer y puedo estar en casa para mediodía. Es un comienzo, nadie dijo que sería fácil llegar a la cima, y por supuesto que nadie te menciona que hay otros veinte intentando ser aunque sea el conductor de una cápsula del noticiario. 


 


Para eso, aún me falta, pero no desisto. ¿Lo quiero? claro, quién no quiere estar en la cima…..aunque no sé porque últimamente suena más llamativo tener una cafetería y servir café decente, mientras espero que Reita llegue a casa. No son pensamientos que le diga a cualquiera, bueno a nadie…Los chicos piensan que me encanta lo que hago y debe continuar así; no sé que haría si se enterarán que esto no me gusta después de todo. ¿Se puede uno equivocar al escoger su carrera profesional? 


 


En eso estoy mientras tomo café de las mañanas, siempre el mismo tipo de pensamientos que me abordan justo parado a un lado del garrafón recargado en la base para dar espacio al espectáculo diario. 


 


Kamijo entra a la pequeña cocineta rodeado de su séquito de reporteros; todos y cada uno más lamebotas que el anterior. Si había una definición de conductor superestrella, ese era Kamijo. Era muy apuesto, pero además era uno de los mejores periodistas del país; irónicamente la noticia que lo llevó a la cima fue el seguimiento total de un juicio que fue privado en el país hace ocho años. Un juicio contra un mafioso llamado Mana. 


 


Si ese hombre te volteaba a ver, era por casualidad, basta mencionar que el ego que posee es mucho más grande que el de Sakito, y eso ya es decir. 


 


Detrás del séquito y con cara de fastidio camina Sujk, mi único amigo en el noticiario, no porque no sea popular o algo parecido, o sea no lo soy, pero tampoco me interesa; todos en este maldito medio parecen muy concentrados en ver a quien halagan para poder subir de puesto y eso me enferma. Sujk es un camarógrafo que todo aquello le importa un reverendo cacahuate, gracias al cielo.


 


-los veo muy emocionados a todos - le dije en cuanto llegó conmigo.


 


Sujk giró los ojos - parece que encontraron la “noticia del año” - hizo un ademán con sus manos para simular las comillas. 


 


Tomé un sorbo de café - todos los días lo hacen ¿no? - ladeé la cabeza viendo al séquito revolotear alrededor de Kamijo hablando muy rápido para poder entenderles. 


 


-hubo una revuelta anoche en la prisión de Odaiba- dijo Sujk con un suspiro - aparentemente hay mucho muertos, desaparecidos, todo un caos -.


 


-¿y Kamijo se emociona por eso?


 


-aparentemente, Mana; el mafioso, no aparece. La gente comienza a murmurar que tal vez escapó y Kamijo anda muy emocionado porque tal vez pueda meter sus narices en todo ese asunto


 


La taza en la que tomaba el café se me resbaló de las manos cayendo mientras hacía un gran estruendo en el piso. En ese momento todos me voltearon a ver como si fuera un bicho raro, pero yo ya no estaba en la cocineta; estaba recordando la pesadilla de hacía ocho años. 


 


-Kai - Sujk me movió del hombro, parecía preocupado - ¿estás bien? estás tan pálido-.


 


No pudo haber escapado, era irreal y de serlo ¿querría algo con nosotros? al final fuimos los que lo enviamos a la cárcel. En el juicio no tomaron el testimonio de todos, fue el de Shou y el de Reita quienes lo condenaron. Me llevé las manos a la boca, Reita…..¿estaría pensando en tomar venganza? 


 


Podría no ser cierto y yo aquí haciendo un drama y un espectáculo de mi mismo; desperté de mis pensamientos. Todos me miraban con preocupación o extrañeza, giré mi vista hacia el café tirado en el piso recordando poco a poco donde me encontraba. Al ver que estaba bien, el séquito se giró nuevamente a Kamijo quien ni siquiera me había volteado a ver a pesar del estruendo. 


 


Sujk me rodeó por los hombros y me sacó de la pequeña cocina -¿en serio estás bien? 


Asentí tan rápido que debí haberme visto peor - es sólo que no recuerdo si dejé la estufa encendida - me miró sabiendo que lo que había dicho era una absoluta mentira, pero me dejó ser. Me dio una palmada en el hombro y se despidió, cada uno debía empezar a hacer su trabajo. 


 


Tomé todo el valor que se requería para acercarse a Kamijo y caminé lentamente - disculpa, - le dije en voz baja, tanto que no me escuchó - Kamijo - lo llamé una segunda vez sin respuesta - oye! - alcé la voz y todos me miraron - ¿dónde escuchaste eso de Mana? - le pregunté preocupado. 


 


Kamijo, con esa mirada profunda y desafiante se giró a verme como si me estuviera haciendo un favor - algo que tienes que aprender - dijo sonriendo - es que un periodista nunca revela sus fuentes - y rió. Todos los demás lo siguieron


 


-seguro no es cierto - lo dije para tranquilizarme, pero el superestrella me escuchó.


 


Kamijo quitó a alguno del camino para poder verme frente a frente, los nervios que sentía en el estómago se arremolinaban, seguro me corrían por mi impertinencia - escucha niñito, estás muy joven para entender lo que fue ese juicio, quien en realidad era ese hombre. Mana juró venganza después de que dictaron la condena, esta historia puede ser lo mejor que nos ha pasado en el noticiario - eso era una mentira, yo había estado ahí y no había dicho nada - si quieres seguir mis pasos, puedes intentarlo pero hazlo por tus propios medios - volvió a sonreír dándome una palmada en la espalda - te puedo aconsejar cuando quieras, pero no trates de robarte una historia, es de mal gusto - chasqueó la lengua muy cerca de mi - no lo comunicaremos hasta que hable con mi fuente - le dijo a todos - Pongamonos a trabajar - con eso se marchó dejándome avergonzado y con una sensación bastante incomoda. 


 


Creo que escogí la carrera equivocada. 


 


Pensé en informarle a Akira lo que había pasado pero no quise preocuparlo, a nadie. Después del ataque a Hiroto todos estábamos muy nerviosos como para ponernos peor. Además si era cierto, lo más probable era que se enteraría mucho mejor que yo.


 


 


 


 


-&-


 


 


Shou


 


Hace mucho tiempo me había sentado detrás del volante de un mustang, me había sentido el rey del mundo cada que las llantas hacían un ruido particular al resbalar contra el pavimento. Sentía que tenía el control de toda mi existencia cada que cambiaba la velocidad, que subía el freno de mano y el mustang se dirigía a donde yo quería. 


 


Después tuve que hacer servicio comunitario. Mis padres me quitaron el auto y tuve que andar en transporte público hasta que entré a la universidad. No volví a hacer drift, pero encontré la literatura. 


 


Encontré historias que me hacían olvidarme de la cara de decepción de mis padres cada que me visitaban, historias que me hacían olvidar los triunfos de Sakito en su carrera. Los triunfos de todos en las profesiones que habían escogido. 


 


Y comencé a escribir, primero porque yo también tenía historias que contar, segundo porque se convirtió casi en una necesidad, casi como respirar. Me di cuenta que si bebía una copa antes de comenzar a escribir, las letras fluían con mas facilidad. Al principio todo iba muy bien, los cuentos se leían, el contrato de la novela llegó. A mis padres no parecía importarles pasarme un cheque para ayudarme en lo que nos estabilizabamos. 


 


Sakito ganó una gran fortuna como abogado en sus primeros años de ejercer, a mi no me iba mal, pero no m iba bien. Dos copas antes de comenzar a escribir me ayudaban a olvidar el éxito de mi pareja y concentrarme en escribir. 


 


Excepto que no podía dormir, me atormentaba ver a todos avanzar, tomé pastillas que me ayudaban a conciliar un poco el sueño, pero mi concentración se iba a la basura. Sakito dejó la gran empresa que lo había contratado y se volvió uno de los fiscales más jovenes, lo había logrado, todo por lo que había trabajado desde que estábamos en preparatoria lo vio realizado. 


 


Y yo descubrí que al tomar las pastillas con una copa, hacía más llevadera mi existencia. Cada día me costaba más trabajo despertar, escribir, vivir. Y es que a mi todo me sale mal, mientras veo a mis amigos salir adelante, ser felices y yo aquí, sin moverme. 


 


Me sentía más que patético, mi mejor amigo se había ido lejos a hacer del mundo un lugar mejor y yo no conseguía tener ganas de dar un paso adelante. Despertaba, Sakito ya no estaba, comía, bebía un trago y volvía a dormir. Jugaba, leía, veía televisión, todo en una transición monótona que no me llevaba a ningún lado. 


 


Cada día veía la mirada de Sakito debilitarse al verme, debilitar su amor por mi. 


 


¿Escribir? Claro que lo he hecho, lo hago siempre, lo hago diario pero nada me gusta, nada es bueno ¿cómo podría ser bueno viniendo de un pobre diablo de veintiséis años cuyos padres aún lo mantienen? 


 


-¿has intentado ir a terapia? - dijo Nao finalmente. Los dos sentados frente a frente en la sala de mi casa, como hacía tantos años, como si tuviéramos dieciocho otra vez. 


 


Bufé - ir a terapia no va a hacer que escriba mejor Nao - me tapé la cara con las manos. 


 


-tampoco va a hacer que escribas peor - contestó. No lucía molesto, últimamente todos parecían molestos conmigo, por eso casi ya no hablaba con ellos - tú fuiste el único que no fue después de lo que pasó, incluso Kyo se paró ahí como seis meses o algo así -. 


Me revolví en mi asiento - bueno, Kyo atravesó una pared con su carro. Él fue quien nos metió en todo ese embrollo, claro que lo necesitaba. Yo sólo estaba de copiloto - dije restándole importancia al hecho de haber atravesado una casa a bordo de un carro hacía ocho años. 


 


-¿y los disparos? - insistió mi amigo. Lo miré mal, ese día seguía un poco borroso para mi; algunos meses después del bendito encuentro en la mansión de Gackt nos sentamos a hablar de lo sucedido, tratando de armar lo que había sucedido; pero yo me encontraba con tan pocos recuerdos que no fui de mucha ayuda.


 


Nao había sido el que había estado en un accidente, durante toda la locura estaba en recuperación cuando fue secuestrado en la mansión. De milagro no se había complicado, de milagro estaba ahí sentado frente a mi tratando de descubrir que era lo que estaba mal conmigo.


 


-Shou, mataste a Gackt. Viste como le disparaban a tu novio, creo que si a alguien se le permite estar jodido es a ti, deja de tratar de disminuir lo que hiciste, lo que pasaste - suspiró. 


 


Me levanté bruscamente buscando una botella para rellenar mi trago - fue hace ocho años Nao ¿cómo puedo justificar todos mis fracasos con lo que pasó en aquel entonces? - mentía, aún después de tanto tiempo me despertaba con pesadillas acerca de lo sucedido. Soñaba con el corvette atravesando la ventana, soñaba con el barandal, sonaba con ese empujón; incluso llegaba a soñar que lo mataba de diferentes formas, que tal vez Sakito no sobrevivía. 


 


Eso era lo que me mantenía despierto casi todas las noches, si no fuera por las pastillas, por el alcohol.


 


Repasé mi cabello con la mano y volvió a sentarme con el vaso lleno de alcohol una vez más - no importa mucho, hemos hablado de mi. Quiero que me cuentes todo, has de ser todo un héroe - y con eso disfracé lo que sentía, mi envidia y mi angustia. 


 


Mi amigo me miró sabiendo que estaba tratando de desviar el tema, podía no haberlo visto hace dos años pero él me conocía. 


 


Suspiró. 


 


-vi cosas horribles, pero también cosas muy hermosas. Kenia es un país hermoso, su gente es amable y muy diferente a aquí - sonrió con nostalgia. 


 


Ladeé la cabeza - ¿vas a regresar? - le pregunté dandole un trago a mi bebida. 


 


Negó contundentemente- pediré trabajo en algún hospital. El padre de Hitsugi me recomendó en Ginza - no parecía muy convencido de lo que decía. 


 


-¿En serio? ¿vivirás el sueño con Takanori? sentarán cabeza y vivirán una vida normal lejos de las emociones de ayudar al prójimo - traté de hacer que mi voz no sonara tan sarcástica pero al notar la expresión de Nao, creo que no tuve mucho éxito. 


 


-es por él, no creo que quiera seguir viajando, al menos no por otra cosa que no sea de placer y a lugares lujosos donde 4 sea el mínimo de estrellas - torció la boca. 


 


Takanori podía estar ahogado en dinero, pero no era presuntuoso; vaya lo había demostrado bastante bien desde el momento que había decidido irse con Nao a África. A un lugar donde a duras penas tenían baño, internet o algunos servicios básicos que cualquiera consideraría un horror. Al mismo tiempo se había hecho de una fama extraordinaria con las fotografías que tomaba, incluso había sido nominado a algún premio. Otro caso de éxito en nuestra extraña y retorcida familia. 


 


-no veo al enano asentándose en un solo lugar - dije tragando mi whisky. 


 


Nao se mordió el labio - pasó algo mientras estábamos allá - su tono me preocupó de inmediato -hubo una especie de revuelta, Takanori trató de acercarse para tomar una fotografía  pero era mucha gente. Quise alcanzarlo, cuando sonaron los disparos, no le estaban disparando a la gente, es algo que hacen para causar pánico y lo lograron. La cuestión es que cayó al piso cuando la gente trataba de escapar - me miró con ojos vidriosos - casi lo matan. Le quebraron varios huesos de la mano, dos costillas y tuvo una contusión; sin embargo está sufriendo de estrés post traumático; si se encuentra cerca de multitudes comienza a entrar en pánico. Los ruidos fuertes o los gritos lo alteran; pasaron poco más de tres semanas antes de que decidiéramos regresar - suspiró de nuevo. 


 


-¿ya lo llevaste al doctor? - fue lo único que pude preguntar. ¿qué se supone que se decía en esos casos? 


 


-es la idea pero, primero tiene que hablar con su hermano de lo que sucedió y después del asalto en el aeropuerto no se que tan bien se sienta. Sigo pensando que fue una estupidez que me quedara con mis padres mientras él se iba con Kyo, pero insistió en ir solo - me quitó el vaso y le dio un trago. 


 


-bueno, los Matsumoto no se distinguen por sus grandes ideas 


 


Nao rió. 


 


Finalmente mi amigo se marchó a eso de las seis de la tarde, insistió en acompañarme a comer y seguir hablando. La verdad me sentí mucho mejor después de estar con él, hacía mucho que no me sentía en confianza hablando, y era bueno olvidarme de lo mal que me sentía para variar.


 


Sin embargo, no tardó en irse esa sensación de bienestar que me había dejado hablar con él. Nao me había preguntado como marchaban las cosas con Sakito y yo seguía contestando que bien, que teníamos las discusiones normales de pareja pero nada más; cuando no podía estar más lejos de la verdad. 


 


Amaba con todo mi ser a Sakito, pero no podía evitar sentirme lejos de él, aun estando en la misma cama. A veces me preguntaba que era lo que estaba mal conmigo; tenía a alguien extraordinario a mi lado, alguien que lo había dejado todo por estar conmigo, que había soportado más de lo que cualquier persona puede soportar y había salido exitoso. 


 


Ya no era el chico que se vendía por dinero, era un abogado conocido. Y yo me sentía nada a su lado. Fue cuando empecé a dejar de tocarlo, a sentirme incómodo con él y su presencia. Y Sakito nunca decía nada, parecía comprenderme y lo odiaba por eso. 


 


Lo odio por eso. 


 


Me levanté de nuevo a eso de las ocho, después de recibir el mensaje de mi pareja de que llegaría tarde, lo cual tampoco era una sorpresa. Me puse un pantalón ajustado, una camisa y un abrigo, peiné un poco mi cabello, pedí un taxi e hice lo que siempre hacía en las ocasiones que llegaba tarde. 


 


Llegué al burdel treinta minutos más tarde. 


 


-señor Shou, que bueno que nos visita, pensé que no vendría hoy - me saludó la Madam, una señora regordeta sacada de un cliché de película porno - déjeme le presento a alguien que tal vez podría interesarle - me condujo a una de las salas de espera, la cual contaba con varios sillones de piel distribuidos para su máxima privacidad y una barra con un bartender. Esas salas eran usadas para conocer a los chicos y sellar el trato con los clientes. 


 


Me senté en mi mesa predilecta, era difícil que sellara el trato ahí pues al ser un cliente tan asiduo ya conocía a los empleados, ya conocía mis gustos y a quienes quería, pero la Madam sabía muy bien lo que hacía cada que me presentaba a alguien, así que no discutí. Me dejó esperando alguno minutos que aproveché para tomar otro whisky. 


 


-señor Shou - me llamó la Madam, alcé la vista. El chico que la acompañaba me robó el aliento, por las razones equivocadas - él es Miku, acaba de empezar a trabajar aquí pero está al tanto de sus gustos - sonrió dejándonos solos. 


 


Miku era una preciosidad castaña de grandes ojos, parecía un ángel con delicadas facciones de muñeca, como las de Sakito. Sonreí de lado y lo invité a sentarse - ¿no te asusto? - le pregunté. 


 


La diferencia entre Miku y Sakito era obvia, Miku carecía de determinación en los ojos, de esa mirada fiera que caracterizaba a mi pareja; al contrario, se notaba sumiso y corrompible. Sonrió tiernamente, otra facción ajena a Sakito - mi trabajo es dejarlo contento - respondió moviendo sus grandes pestañas. 


 


-ja, de acuerdo - me levanté y tomé su mano. Caminé rápido hacia la habitación que ya tenía apartada por ser cliente frecuente. 


 


Y sin mucho cuidado después de abrir las puertas, lo tiré al piso. Sonreí un poco al ver su sorpresa, la cual cambió a entendimiento poco a poco. Lo tomé por el borde de la preciosa camisa a rayas que vestía y lo levanté, el chico me miraba - no te atrevas a mirarme, no eres mejor que yo - dije entre dientes mientras bajaba la mirada. 


 


Lo solté con fuerza frente a mi - ¿qué esperas? - le dije señalando mi pantalón - aquí se trata de mi, tu no eres nada ¿me escuchaste? Nada - para mi el chico ya no era Miku, le solté una cachetada con fuerza que lo tiró al piso. 


 


Sin sobarse se volvió a incorporar y desabrochó mi pantalón, bajó mi ropa interior y se llevó mi miembro a la boca. No tardé en tomarlo del cabello con fuerza para hacer la maniobra yo - eres solo una puta, nunca dejaste de serlo - dije con las sensaciones al borde -chupamela como solo las putas como tu saben hacerlo - moví la cadera y mi miembro chocó contra su garganta. Vi las lagrimas resbalar por sus mejillas por el esfuerzo, sonreí de satisfacción. 


Me sentí casi al borde así que lo alejé de mi por el cabello con brusquedad. Lo levanté bruscamente - ¿sigues vestido? Pensé que solo sabías estar sin ropa - le arranqué la camisa con fuerza, cedió casi de inmediato. Miku me miró y le solté otra cachetada - te dije que no mires puta - solté su cinturón de un jalón y lo empujé a la cama - yo sé que te han hecho cosas peor de lo que te haré - acaricié su mejilla con el cinturón - sé que me comparas con tus dueños - azoté el cinturón contra la cama haciendo que el chico saltara de un susto. Sonreí - pero te voy a hacer recordar tu lugar a cogidas - le abrí el pantalón y lo bajé con todo y ropa interior. 


 


No hubo necesidad de preparación y si la había me importaba muy poco, escuché un gemidito de dolor. Cerré los ojos al sentirme adentro, me comencé a mover con rapidez, sosteniéndome del chico, con la mano izquierda sobre su cuello, apretando ligeramente para cortar su respiración - puta, puta, no eres mejor que yo - le dije en cada estocada, apretando más el cuello, vi su mirada de pánico y lo liberé un poco - tranquilo, sé cuando te gusta y cuando no - le di una estocada más fuerte y lo escuché gemir de placer, no sabía si era por la actuación de su trabajo o porque le había gustado y no me importaba la verdad. Seguí penetrándolo con fuerza, ejerciendo presión en su cuello y soltando cuando se movía de mas. 


 


Sentí el climax llegar justo cuando usé las dos manos sobre él y empezó a toser. Lo solté dandole la espalda, vistiéndome con rapidez. 


 


-Shou - me llamó el chico con voz ronca. Me giré para verlo, tenía las marcas de mis manos alrededor de su cuello, la mejilla roja y respiraba agitadamente - ¿lo hice bien? - me preguntó inocentemente. 


 


Sonreí. 


 


Salí tres horas después, ahogado un poco en alcohol y satisfecho conmigo mismo. Lo habíamos hecho otras dos veces; ningún chico de aquel burdel me había gustado más que Miku. Tal vez era ese parecido enfermo con Sakito, tal vez era esa mirada sumisa que tanto necesitaba para sentirme mejor conmigo. 


 


Caminé sin rumbo hasta que encontré un bar que se veía medianamente decente, me dejaron entrar. Al parecer no estaba tan ebrio como me sentía. No estaba muy lleno, sólo había un par de mesas de billar, una de ellas ocupada por cinco chicos y chicas; una mesa con otras ocho personas y tres más en la barra. Me senté en una mesa apartada, sólo quería beber lo suficiente para olvidarme de lo que acababa de hacer, la satisfacción había durado muy poco y la culpa llegaba tan rápido que necesitaba alcohol para olvidarlo. 


 


El mesero se me acercó - ¿qué va a ser? - preguntó mascando un chicle. 


 


-whisky, no, brandy solo - pedí. 


 


Una carcajada al fondo llamó mi atención, el bar no tenía la música suficientemente alta y se podían escuchar las voces con claridad. Dos chicos hablaban alegremente con el que parecía ser el bartender, a quien no podía ver bien por los otros dos. 


 


El mesero se fue pero seguí con la curiosidad de la alegre plática que se traían - vamos Uruha, sal conmigo - al principio pensé que mis oídos me habían engañado, después lo descarté, podrían decirle así a cualquier persona. La curiosidad se intensificó. No alcancé a escuchar lo que el bartender había respondido pero al parecer lo habían rechazado - vamos, te trataré bien - le volvió a insistir. 


 


Me hice a un lado tratando de ver al chico detrás de la barra pero era un poco imposible y lo fue más cuando el mesero llegó con mi trago. 


 


-está fuera de tu alcance - dijo cuando me dio el vaso. 


 


Alcé una ceja -¿quién? - pregunté sin entender mucho. 


 


-Uruha, desde que trabaja con nosotros todo el mundo ha tratado de liarse con él; pero rechaza a todos amablemente y a los que se ponen necios…bueno digamos que sabe defenderse - se alejó después de eso. 


 


Me giré al trago, era bastante obvio que no se trataba del Uruha que yo alguna vez había conocido; ¿por qué estaba pensando en eso de repente? Me tragué el contenido del vaso de un solo trago. 


 


No pasaron más de dos minutos cuando me empecé a marear y a ver borroso. 


 


-&-


 


Uruha


 


 


Imaginar que Yuu y yo no éramos hermanos era más de lo que podía soportar por una tarde; cuando llegamos a Tokio lo menos que me hubiera imaginado era esto, pero lo único que estaba en mi cabeza era lo que en realidad esto representaba. Tal vez, ya no tenía porque sentir ningún tipo de culpa por haberme enamorado de mi hermano, tal vez podríamos llevar una vida normal sin tener que escondernos, sin tener que falsificar nuestros papeles o identidades. 


 


Sin embargo esto también representaba otras cuestiones: ¿quién era entonces Shiroyama, quién era el que no pertenecía a la familia? Y lo más importante, de dónde venía. Quería no preocuparme por esas cosas, pero no podía evitar sentir que yo era el ajeno; tenía sentido después de cómo mi madre me había tratado durante mis primeros dieciséis años de vida. 


 


Yuu había dejado muy claro que no le importaba en lo más mínimo la tal herencia, pero la señora había sugerido hacernos la prueba de ADN. Obviamente mi novio la había mandado muy lejos. Mi novio….hace mucho que ni siquiera lo consideraba mi hermano. 


 


-Oye Uruha, ¿me sirves una cerveza? - uno de los clientes del bar me despertó de mis pensamientos. Asentí y le abrí la botella, ya sabía cuál tomaba - y entonces, ¿ya te decidiste a salir conmigo? - me preguntó con voz coqueta. 


 


Solté una carcajada - ya tenías una respuesta a eso - continué limpiando los vasos de coctel. 


 



  • vamos Uruha, sal conmigo - Insistió y yo negué- vamos, te trataré bien, que no te creo que tengas novio - hizo un puchero. 


 


Volví a negar - sí tengo y aunque no tuviera - alcé los hombros mientras servía un trago de brandy y se lo entregaba al mesero. 


 


-ouch, eso dolió - dijo el cliente retirándose a su mesa. 


 


Fue entonces cuando subí la mirada y vi a Shou…No podía creerlo, mi pasado seguía alcanzándome. Pensé en salir corriendo pero parecía sumergido en sus propios pensamientos, primero dudé que fuera él, su cabello era más claro y su complexión era un poco mas robusta. Ya no tenía el cuerpo de un chico, pero sus ojos, su nariz, era inconfundible, incluso seguía con esa expresión cansada y sarcástica de siempre. 


 


-no me digas que te gustó ese tipo - me dijo el mesero acercándose a la barrar mientras Shou se bebía todo el vaso de un trago. Su forma de beber era la misma - acabo de decirle que a nadie le haces caso - chasqueó la lengua. 


 


Lo miré sorprendido - ¿qué te dijo? 


 


-nada, sólo parecía querer verte en la barra


 


Me mordí el labio, si me hubiera visto se hubiera acercado de inmediato. Además seguro se creería víctima de una alucinación, para él, yo estoy muerto. 


 


Lo vi recostarse sobre la mesa, no estaba seguro si estaba dormido o ya estaba muy ebrio; cuando una figura alta se sentó a su lado. No sabía por qué pero no me dio confianza, no parecía ser otro de nuestros amigos. Aunque ¿cuántas probabilidades había que siguieran hablando entre ellos? La figura siguió sentada a su lado y mi antiguo amigo no hacía por moverse. 


 


-carajo - dije saliendo de la barra y caminando rápidamente a su mesa. Al llegar comprobé que Shou estaba inconsciente recargado sobre la mesa - disculpa - sonreí amablemente a la figura de antes, era un tipo con cara de matón quién me miró seriamente - ¿vas a querer algo? - le pregunté de lo más normal. Estaba acostumbrado a lidiar con matones en los bares, pero por dentro me sentía inquieto, como un recordatorio de mi antigua vida. 


 


-no- contestó con voz ronca.


 


-perfecto, entonces te voy a pedir que te vayas - cambié el semblante de inmediato. Vi al guardia de seguridad y le hice señas, el tipo iba a decir algo - escucha, conozco a este tipo y sé perfecto que tú no, vete antes de que llame a la policía - diciendo esto se levantó, el guardia llegó en ese momento y lo escoltó a la salida. 


 


Cuando me aseguré que se había ido me acerqué a Shou, tomando el poco o nada de valor que me quedaba - Shou, - le moví el hombro para tratar de despertarlo pero era inútil ¿tan ebrio estaba? - vamos, Shou despierta - lo moví más fuerte pero solo conseguí tirar el vaso que había tomado, el cual rodó por la mesa dejando un rastro del poco liquido que no se había tomado. El líquido parecía tener algo más, le pasé un dedo encima y sentí la textura del polvo, lo probé y sentí el sabor de sedantes. 


 


¿Cómo era posible? Yo había servido ese trago, me giré bruscamente al mesero, pero este atendía a más personas en la barra. El sedante tenía sabor, es decir que confiaban que un solo trago lo dormiría, el problema es que Shou se lo había tomado todo. 


 


-me lleva - dije para mi mismo. Caminé rápido hacia la barra - tengo que irme, le avisé al mesero, mi turno termina en media hora de todas formas - el otro me miró sorprendido. 


 


-¿de verdad te vas con él? - preguntó sorprendido - no pensé que llegaría a ver el día en que Uruha Takashima cayera ante los encantos de alguien - sonrió. 


 


-no digas tonterías, cúbreme - me despedí con la mano y me acerqué de nuevo al castaño rojizo - vamos Shou, ayúdame un poco - me senté a su lado y pasé su brazo alrededor de mi cuello, era casi peso muerto hasta que lo sentí removerse. Al menos no estaba teniendo una sobredosis o algo. Me arrastré con él al final del gabinete y me levanté con esfuerzo cargando casi con todo el peso. De milagro logró pararse. 


 


-¿todo bien? - el guardia de seguridad me miró con preocupación. 


 


-es amigo mio, tengo que llevarlo a su casa es todo - sonreí falsamente. 


 


-te ayudo - me dijo cargándolo del otro brazo. 


 


Los dos salimos con dificultad a la calle, quién creería que Shou estaría en un bar de poca monta de Shinjuku. Alcancé a pedir un taxi y lo subimos entre el guarda y yo.


 


-gracias, te veo mañana - me despedí y subí al taxi de inmediato. Saqué el celular dispuesto a hablar con Yuu e informarle lo que había pasado pero mi novio estaba en el turno nocturno en el hotel, no llegaría hasta mañana a medio día. Y tal vez lo mejor es que solo me viera a mi, no podía llevarlo a su casa, no sabía donde vivía y aunque fuera la misma de hace ocho años, quedaba muy lejos de ahí. 


 


Le di la dirección al taxista y comencé a romperme la cabeza de qué hacer, lo habían drogado pero ¿por qué? ¿qué le iba a hacer ese tipo? ¿solo asaltarlo? Revisé cada centímetro de su cuerpo esperando no encontrar alguna herida, afortunadamente estaba bien e incluso su cartera y su celular estaban en su pantalón. El celular estaba apagado, no tenía pila. 


 


Llegamos a mi departamento, tomó un esfuerzo descomunal subir a Shou pero al cabo de un rato lo logré. Lo recosté sobre el sillón, fue en ese momento cuando empezó a balbucear, tal vez los efectos de la droga estaban pasando. 


 


-Sakito….- sonreí cuando escuché ese nombre, al parecer seguían juntos - lo volví a hacer, lo siento - dijo y volvió a caer dormido. 


 


Fui a la cocina y serví un vaso con leche, uno con agua y tomé dos aspirinas. Me senté a su lado en la sala y traté de moverlo. 


 


-Sakito - volvió a decir, esta vez con los ojos entrecerrados. Era claro que me estaba confundiendo con su novio, al menos eso esperaba. 


 


Asentí y le puse el vaso con leche en la boca - bebe, te hará bien - la mejor manera para contrarrestar cualquier efecto secundaria era un vaso con leche, tuve que agarrar de la leche de Yuu pues la mía era de soya y no servía para eso. 


 


¿Cómo le iba a explicar esto? Pero no podía dejarlo ahí. Terminó el vaso con leche y me abrazó, tomándome por sorpresa. Ocho años antes Shou había sido quién me había sacado en brazos de la mansión de Gackt, me había cargado en su espalda cuando me encontraba my débil. Me estremecí ante el pensamiento, aunque el recuerdo era doloroso, una parte de mi agradecía poder devolverle el favor. 


 


Shou se acurrucó en mi pecho - lo siento Sakito - y se quedó profundamente dormido. 


 


Suspiré recostándolo sobre el sillón, tomé la manta que descansaba en el respaldo y lo tapé, no hacia mucho frío en esta época del año pero no estaba de más. Dejé el vaso con agua y las aspirinas a su alcance y me fui a la habitación que compartía con Yuu, esperando que al día siguiente no sufriera un infarto de la impresión. Me hubiera gustado poder llamar a Sakito o a alguien pero era imposible, ojalá no se hiciera un escándalo porque Shou no amanecería en su casa. Y más importante, ojalá no hubiera un escándalo cuando se enterara que seguía vivo. 


 


 


 


 


 


 


 


 

Notas finales:

que pasará?? :O 

 

Shoy y Uruha juntos mmmm *se pone a pensar locuras* 

 

Mana libre?? 

 


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